Comenzó a penetrarla como siempre lo hacía conmigo, le sacaba la verga y volvía a enterrarla, la recámara se llenó del olor característico del sexo anal. Estuvo cogiéndola de su culo con fuerza, los gemidos de ambos se confundían, mi hija era una muñeca en sus manos, emitió un gruñido, la sujetó por las caderas y se la enterró hasta el fondo bañando con su semen los intestinos de mi hija.
Me fui a la cocina a poner un te manzanilla cuando regresé a la recámara Juan Carlos platicaba con mi hija – solo alcancé a escuchar que le decía:
-No te preocupes se te pasará, pero lo que siempre vas a recordar es esto, por que cuando te abrí con mi verga te hice mujer, me perteneciste, ya eres mi mujer, por eso debes tener cuidado, no se lo debes decir a nadie, hay cosas que la gente de afuera no entiende.
De esa forma fue la primera vez de mi hija la mayor. A partir de ahí la siguió cogiendo, él fue el primer hombre que la hizo mujer, el primero que la rompió, y dicen que el primero no se olvida.
Le di el té de manzanilla a mi hija y los dejé en la recámara, me salí a buscar a mi esposo, cerca de los diez minutos escuché sus gemidos y sus jadeos, me acerqué a la recámara y observé que tenía a mi hija boca abajo en cuatro patas sobre la cama y él la ensartaba desde atrás. Mi hija meneaba sus caderas con furia buscando el placer de sentirse ensartada hasta el fondo, noté como las manos de él acariciaban su culo, sus nalgas, al tenerla en cuatro patas, doblada, tenía todo el sexo de mi hija junto con su cola. Estuvieron cogiendo durante toda la madrugada, me quedé con mi esposo sentada en la sala escuchando los gemidos de mi hija mientras Juan Carlos la ensartaba. Nos quedamos dormidos con mi esposo en la sala.
Hay algo que no logro entender de los hombres y creo que nunca lo entenderé. es por que les gusta darnos por el culo, yo sabía que Juan Carlos la iba a coger del culo igual como lo hizo conmigo.
Miré el reloj de la sala, eran las 6.45 de la mañana me encaminé a la recámara, abrí la puerta despacio, mi hija estaba desnuda y con una de sus manos tenía tomada la verga de Juan Carlos y se la llevó a la boca. Comenzó a mamar, sus labios formaban una O en el tronco de su verga, le estuvo mamando su verga y fue cuando Juan Carlos se puso de pie y comenzó a mamarla de su sexo, la lengua de él le estaba provocando una acabada terrible, cuando él veía que ella se desmadejaba la dejaba y comenzaba a morderle las nalgas
Me di cuenta que mi hija había perdido la compostura de señorita y de niña de bien por la palabras que brotaban de su boca. – Cogeme, hazme tuya, clávame, sus caderas comenzaron a rotar con desesperación buscando la verga del macho.
Se subió sobre ella y le dijo. –Ábrete, ábrete como tantas veces me lo dijo a mí y la clavó de un solo golpe, comenzó a bombearla lento pero a la vez fuerte, le dio una cogida fenomenal con su verga dentro de ella, la colocó en cuatro, escuché sus gemidos y el ruido de sus huevos al chocar con las nalgas de mi hija al estarla cogiendo, con sus manos acariciaba sus nalgas, se untó saliva en sus dedos y comenzó a meterle un dedo a mi hija por su culo, la estuvo dedeando del culo y detuvo los embates de su verga, se puso de pie, tomó la crema que estaba sobre el buró y se untó en sus dedos comenzó de nuevo a meterle un dedo después dos.
Si mi hija en algún momento estuvo nerviosa ya no lo estaba en absoluto, su cara, sus gemidos y el meneo de sus caderas la delataba, la colocó en el filo del colchón, tomó las almohadas y las colocó sobre su vientre dejando su culo de ella a su merced. Con sus manos separó sus nalgas y comenzó a mamarle la cola ensalivándola con su lengua y con sus dedos, observé a mi hija mover el culo frenéticamente al contacto de los dedos y la lengua de él.
La estuvo dedeando del culo por largo tiempo alternando su lengua, llegó un momento que mi hija quedó presa de la excitación y comenzó a mover mucho más su culo. Fue la señal que Juan Carlos buscaba, tomó su verga y la guió al culo de mi hija, dio comienzo una lucha entre ambos, mi hija por escapar y él por no dejarla ir.
Cuando la cabeza de su verga logró vencer la resistencia del esfínter de mi hija, rompiendo todo a su paso, escuché el grito ahogado de mi hija y comenzó a boquear como pez fuera del agua, sus ojos se abrieron como platos, comenzó a gritar, a querer zafarse, cuando él la sujetó de sus caderas con sus dos manos supe que no la soltaría, en ese punto lo conocía muy bien, una vez que su verga está dentro no la saca, dejó de moverse, estuvo quieto dentro de ella con la cabeza de su verga enterrada en el culo de mi hija.
Me acerqué a la cama y me acosté a un lado de ellos, tomé la mano de mi hija y la observé como muerta, desmayada, con la mirada perdida y jalando aire con desesperación, comenzó a penetrarla despacio, poco a poco comenzó a ensartarla, hasta que de un solo golpe la enculó por completo, sentí como mi hija apretó mi mano con furia, con fuerza y soltó un gemido fuerte, casi un grito al sentirse por primera vez en su vida completamente ensartada y rota de su culo.
Después comenzó a penetrarla con furia, como siempre lo hacía conmigo,, le sacaba la verga y volvía a enterrarla hasta el fondo, la recámara se llenó del olor característico del sexo anal. Estuvo cogiéndola de su culo con fuerza, los gemidos de ambos se confundían, mi hija era una muñeca en sus manos, emitió un gruñido fuerte y la sujetó por las caderas y se la enterró hasta el fondo bañando con su semen los intestinos de mi hija.
Pasaron como 5 minutos para que mi hija reaccionara, quiso levantarse de la cama pero no pudo, la ayudé, se fue al baño, me acerqué a la puerta del baño y le pregunté si estaba bien. Me contestó que si, me regresé a la recámara, le dije a él que se levantara, caminó a la sala, en eso regresó mi hija del baño – enredada en una toalla.
-¿Cómo te sientes? Le dije y no me contestó.
Me acerqué a ella y la tomé de su cara con mis manos, comencé a peinarle sus cabellos con mis manos y se acostó sobre la cama de espaldas, miré sus pechos y su cuello lleno de chupetones, en la comisura de sus labios y en su pelo aun tenía semen de Juan Carlos, en sus muslos aun tenía unos delgados hilillos de sangre de su virginidad.
-Acuéstate boca abajo le dije, con mis manos entre abrí sus nalgas y miré su abertura anal, distendida, roja, con los pliegues abiertos, tomé una crema de vitacilina y con mis dedos le unté alrededor de su ano. Nos abrazamos y comenzamos a reírnos. –Ves, te dije que lo dejaras, me contestó. -Ay mamá, después de lo que viví y gocé el día de hoy, ¿crees que lo voy a dejar? lo difícil es comenzar o no.
Anduvo adolorida de las piernas y de su trasero por casi una semana, lo sabía por que ella misma se delataba cada vez que iba al baño, sus fuertes quejidos lo indicaban. Después que pasó todo me quedé absorta en mis pensamientos, con la mirada fija en ellos y no quise pensar en nada, pero en el fondo sabía que estaba rompiendo con todas las reglas de la moral, que esa relación era una locura, una aberración, una falta de moral, pensé en el escándalo si alguien se diera cuenta que la madre y las hijas eran cogidas por el mismo hombre. Una relación que tal vez nos trajera consecuencias, pero ya estaba consumada con una de mis hijas.
Esta es mi historia, mi vida misma junto a mis dos hijas. ¿Hice bien, hice mal? no lo se, eso el tiempo lo dirá, pero lo hecho, hecho está.
Me fui a la cocina a poner un te manzanilla cuando regresé a la recámara Juan Carlos platicaba con mi hija – solo alcancé a escuchar que le decía:
-No te preocupes se te pasará, pero lo que siempre vas a recordar es esto, por que cuando te abrí con mi verga te hice mujer, me perteneciste, ya eres mi mujer, por eso debes tener cuidado, no se lo debes decir a nadie, hay cosas que la gente de afuera no entiende.
De esa forma fue la primera vez de mi hija la mayor. A partir de ahí la siguió cogiendo, él fue el primer hombre que la hizo mujer, el primero que la rompió, y dicen que el primero no se olvida.
Le di el té de manzanilla a mi hija y los dejé en la recámara, me salí a buscar a mi esposo, cerca de los diez minutos escuché sus gemidos y sus jadeos, me acerqué a la recámara y observé que tenía a mi hija boca abajo en cuatro patas sobre la cama y él la ensartaba desde atrás. Mi hija meneaba sus caderas con furia buscando el placer de sentirse ensartada hasta el fondo, noté como las manos de él acariciaban su culo, sus nalgas, al tenerla en cuatro patas, doblada, tenía todo el sexo de mi hija junto con su cola. Estuvieron cogiendo durante toda la madrugada, me quedé con mi esposo sentada en la sala escuchando los gemidos de mi hija mientras Juan Carlos la ensartaba. Nos quedamos dormidos con mi esposo en la sala.
Hay algo que no logro entender de los hombres y creo que nunca lo entenderé. es por que les gusta darnos por el culo, yo sabía que Juan Carlos la iba a coger del culo igual como lo hizo conmigo.
Miré el reloj de la sala, eran las 6.45 de la mañana me encaminé a la recámara, abrí la puerta despacio, mi hija estaba desnuda y con una de sus manos tenía tomada la verga de Juan Carlos y se la llevó a la boca. Comenzó a mamar, sus labios formaban una O en el tronco de su verga, le estuvo mamando su verga y fue cuando Juan Carlos se puso de pie y comenzó a mamarla de su sexo, la lengua de él le estaba provocando una acabada terrible, cuando él veía que ella se desmadejaba la dejaba y comenzaba a morderle las nalgas
Me di cuenta que mi hija había perdido la compostura de señorita y de niña de bien por la palabras que brotaban de su boca. – Cogeme, hazme tuya, clávame, sus caderas comenzaron a rotar con desesperación buscando la verga del macho.
Se subió sobre ella y le dijo. –Ábrete, ábrete como tantas veces me lo dijo a mí y la clavó de un solo golpe, comenzó a bombearla lento pero a la vez fuerte, le dio una cogida fenomenal con su verga dentro de ella, la colocó en cuatro, escuché sus gemidos y el ruido de sus huevos al chocar con las nalgas de mi hija al estarla cogiendo, con sus manos acariciaba sus nalgas, se untó saliva en sus dedos y comenzó a meterle un dedo a mi hija por su culo, la estuvo dedeando del culo y detuvo los embates de su verga, se puso de pie, tomó la crema que estaba sobre el buró y se untó en sus dedos comenzó de nuevo a meterle un dedo después dos.
Si mi hija en algún momento estuvo nerviosa ya no lo estaba en absoluto, su cara, sus gemidos y el meneo de sus caderas la delataba, la colocó en el filo del colchón, tomó las almohadas y las colocó sobre su vientre dejando su culo de ella a su merced. Con sus manos separó sus nalgas y comenzó a mamarle la cola ensalivándola con su lengua y con sus dedos, observé a mi hija mover el culo frenéticamente al contacto de los dedos y la lengua de él.
La estuvo dedeando del culo por largo tiempo alternando su lengua, llegó un momento que mi hija quedó presa de la excitación y comenzó a mover mucho más su culo. Fue la señal que Juan Carlos buscaba, tomó su verga y la guió al culo de mi hija, dio comienzo una lucha entre ambos, mi hija por escapar y él por no dejarla ir.
Cuando la cabeza de su verga logró vencer la resistencia del esfínter de mi hija, rompiendo todo a su paso, escuché el grito ahogado de mi hija y comenzó a boquear como pez fuera del agua, sus ojos se abrieron como platos, comenzó a gritar, a querer zafarse, cuando él la sujetó de sus caderas con sus dos manos supe que no la soltaría, en ese punto lo conocía muy bien, una vez que su verga está dentro no la saca, dejó de moverse, estuvo quieto dentro de ella con la cabeza de su verga enterrada en el culo de mi hija.
Me acerqué a la cama y me acosté a un lado de ellos, tomé la mano de mi hija y la observé como muerta, desmayada, con la mirada perdida y jalando aire con desesperación, comenzó a penetrarla despacio, poco a poco comenzó a ensartarla, hasta que de un solo golpe la enculó por completo, sentí como mi hija apretó mi mano con furia, con fuerza y soltó un gemido fuerte, casi un grito al sentirse por primera vez en su vida completamente ensartada y rota de su culo.
Después comenzó a penetrarla con furia, como siempre lo hacía conmigo,, le sacaba la verga y volvía a enterrarla hasta el fondo, la recámara se llenó del olor característico del sexo anal. Estuvo cogiéndola de su culo con fuerza, los gemidos de ambos se confundían, mi hija era una muñeca en sus manos, emitió un gruñido fuerte y la sujetó por las caderas y se la enterró hasta el fondo bañando con su semen los intestinos de mi hija.
Pasaron como 5 minutos para que mi hija reaccionara, quiso levantarse de la cama pero no pudo, la ayudé, se fue al baño, me acerqué a la puerta del baño y le pregunté si estaba bien. Me contestó que si, me regresé a la recámara, le dije a él que se levantara, caminó a la sala, en eso regresó mi hija del baño – enredada en una toalla.
-¿Cómo te sientes? Le dije y no me contestó.
Me acerqué a ella y la tomé de su cara con mis manos, comencé a peinarle sus cabellos con mis manos y se acostó sobre la cama de espaldas, miré sus pechos y su cuello lleno de chupetones, en la comisura de sus labios y en su pelo aun tenía semen de Juan Carlos, en sus muslos aun tenía unos delgados hilillos de sangre de su virginidad.
-Acuéstate boca abajo le dije, con mis manos entre abrí sus nalgas y miré su abertura anal, distendida, roja, con los pliegues abiertos, tomé una crema de vitacilina y con mis dedos le unté alrededor de su ano. Nos abrazamos y comenzamos a reírnos. –Ves, te dije que lo dejaras, me contestó. -Ay mamá, después de lo que viví y gocé el día de hoy, ¿crees que lo voy a dejar? lo difícil es comenzar o no.
Anduvo adolorida de las piernas y de su trasero por casi una semana, lo sabía por que ella misma se delataba cada vez que iba al baño, sus fuertes quejidos lo indicaban. Después que pasó todo me quedé absorta en mis pensamientos, con la mirada fija en ellos y no quise pensar en nada, pero en el fondo sabía que estaba rompiendo con todas las reglas de la moral, que esa relación era una locura, una aberración, una falta de moral, pensé en el escándalo si alguien se diera cuenta que la madre y las hijas eran cogidas por el mismo hombre. Una relación que tal vez nos trajera consecuencias, pero ya estaba consumada con una de mis hijas.
Esta es mi historia, mi vida misma junto a mis dos hijas. ¿Hice bien, hice mal? no lo se, eso el tiempo lo dirá, pero lo hecho, hecho está.
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