Elena y Carlos se habían reencontrado en una fiesta de Navidad, Se habían dado cuenta de que se querían y de que no querían perderse otra vez. Se habían prometido hacer un hueco en sus agendas para verse más a menudo y disfrutar de su amor.
Sin embargo, no era tan fácil como parecía. Elena seguía teniendo mucho trabajo como directora de la revista y Carlos seguía teniendo que atender a su padre y a sus clientes. Además, Elena tenía que cuidar de sus hijos, que vivían con ella, y Carlos tenía que lidiar con su madre, que se había mudado a su casa. Ambos tenían muchas obligaciones y pocos momentos de intimidad.
Pasaron los días y las semanas y apenas se vieron. Se llamaron por teléfono y se mandaron mensajes, pero no era suficiente. Se extrañaron mucho y se comenzaron a sentir frustrados.
Un día, Elena recibió una llamada de Carlos.
- Hola, amor -dijo él con voz cariñosa.
- Hola, mi vida -dijo ella con voz melancólica.
- ¿Cómo estás?
- Bien, bien -mintió ella.
- ¿Y el trabajo?
- Bien, también -volvió a mentir.
- ¿Y los niños?
- Bien, igual -siguió mintiendo.
- ¿Y tú?
- Bien, supongo -terminó de mentir.
Carlos notó la tristeza en su voz y se preocupó.
- Elena, ¿qué pasa? Te noto rara.
- No pasa nada, Carlos. Estoy bien.
- No me mientas, Elena. Te conozco. Algo te pasa.
Elena suspiró y se sinceró.
- Lo que pasa es que te echo de menos, Carlos. Mucho.
Carlos sintió un nudo en la garganta y se sinceró también.
- Yo también te echo de menos, Elena. Muchísimo.
- ¿Cuándo podremos vernos? -preguntó Elena con voz suplicante.
- No lo sé, amor. No lo sé -respondió Carlos con voz desesperada.
Se quedaron en silencio unos segundos, sin saber qué decir.
- ¿Sabes qué? -dijo Carlos de repente.
- ¿Qué? -preguntó Elena con curiosidad.
- Que estoy harto de esta situación. Que no quiero seguir así. Que quiero verte ya.
- ¿Y cómo lo hacemos? -preguntó Elena con esperanza.
- Pues muy fácil. Nos escapamos. Nos vamos al parque. Nos olvidamos de todo. Solo tú y yo.
Elena se quedó pensativa unos segundos y luego sonrió.
- Me parece una idea genial ¿Ahora mismo?
- Si yo te paso a buscar por tu trabajo. Tú coges una manta y una cesta con algo de comer. Yo hago lo mismo en mi casa. Nos vamos al parque más cercano y nos tumbamos en el césped. Y nos quedamos allí hasta que nos cansemos de besarnos.
Elena se rió y se emocionó.
- Me encanta tu plan.
- Vale, pues prepárate. En media hora estoy ahí.
- Vale, pues te espero. Te quiero.
- Yo también te quiero.
Colgaron el teléfono y se pusieron en marcha. Elena salió de su oficina y le dijo a su secretaria que tenía una urgencia y que no volvería hasta el lunes. Carlos salió de su oficina y le dijo a su jefe que tenía una emergencia familiar y que no volvería hasta el lunes.
Se encontraron en la puerta del edificio donde trabajaba Elena y se abrazaron con fuerza. Se subieron al coche de Carlos y se dirigieron al hotel más cercano. Llegaron al hotel y se registraron con nombres falsos: Juan y María Pérez. Subieron a su habitación y cerraron la puerta tras de sí. Se miraron a los ojos, se sonrieron y acercaron poco a poco sin decir ni una palabra, Carlos coloca su mano en la cara de Elena y otra mano en su espalda, sus cuerpo se acercaron tanto que inevitablemente Elena pudo sentir algo en su vientre a la altura de la entre pierna de Carlos...
Sin embargo, no era tan fácil como parecía. Elena seguía teniendo mucho trabajo como directora de la revista y Carlos seguía teniendo que atender a su padre y a sus clientes. Además, Elena tenía que cuidar de sus hijos, que vivían con ella, y Carlos tenía que lidiar con su madre, que se había mudado a su casa. Ambos tenían muchas obligaciones y pocos momentos de intimidad.
Pasaron los días y las semanas y apenas se vieron. Se llamaron por teléfono y se mandaron mensajes, pero no era suficiente. Se extrañaron mucho y se comenzaron a sentir frustrados.
Un día, Elena recibió una llamada de Carlos.
- Hola, amor -dijo él con voz cariñosa.
- Hola, mi vida -dijo ella con voz melancólica.
- ¿Cómo estás?
- Bien, bien -mintió ella.
- ¿Y el trabajo?
- Bien, también -volvió a mentir.
- ¿Y los niños?
- Bien, igual -siguió mintiendo.
- ¿Y tú?
- Bien, supongo -terminó de mentir.
Carlos notó la tristeza en su voz y se preocupó.
- Elena, ¿qué pasa? Te noto rara.
- No pasa nada, Carlos. Estoy bien.
- No me mientas, Elena. Te conozco. Algo te pasa.
Elena suspiró y se sinceró.
- Lo que pasa es que te echo de menos, Carlos. Mucho.
Carlos sintió un nudo en la garganta y se sinceró también.
- Yo también te echo de menos, Elena. Muchísimo.
- ¿Cuándo podremos vernos? -preguntó Elena con voz suplicante.
- No lo sé, amor. No lo sé -respondió Carlos con voz desesperada.
Se quedaron en silencio unos segundos, sin saber qué decir.
- ¿Sabes qué? -dijo Carlos de repente.
- ¿Qué? -preguntó Elena con curiosidad.
- Que estoy harto de esta situación. Que no quiero seguir así. Que quiero verte ya.
- ¿Y cómo lo hacemos? -preguntó Elena con esperanza.
- Pues muy fácil. Nos escapamos. Nos vamos al parque. Nos olvidamos de todo. Solo tú y yo.
Elena se quedó pensativa unos segundos y luego sonrió.
- Me parece una idea genial ¿Ahora mismo?
- Si yo te paso a buscar por tu trabajo. Tú coges una manta y una cesta con algo de comer. Yo hago lo mismo en mi casa. Nos vamos al parque más cercano y nos tumbamos en el césped. Y nos quedamos allí hasta que nos cansemos de besarnos.
Elena se rió y se emocionó.
- Me encanta tu plan.
- Vale, pues prepárate. En media hora estoy ahí.
- Vale, pues te espero. Te quiero.
- Yo también te quiero.
Colgaron el teléfono y se pusieron en marcha. Elena salió de su oficina y le dijo a su secretaria que tenía una urgencia y que no volvería hasta el lunes. Carlos salió de su oficina y le dijo a su jefe que tenía una emergencia familiar y que no volvería hasta el lunes.
Se encontraron en la puerta del edificio donde trabajaba Elena y se abrazaron con fuerza. Se subieron al coche de Carlos y se dirigieron al hotel más cercano. Llegaron al hotel y se registraron con nombres falsos: Juan y María Pérez. Subieron a su habitación y cerraron la puerta tras de sí. Se miraron a los ojos, se sonrieron y acercaron poco a poco sin decir ni una palabra, Carlos coloca su mano en la cara de Elena y otra mano en su espalda, sus cuerpo se acercaron tanto que inevitablemente Elena pudo sentir algo en su vientre a la altura de la entre pierna de Carlos...
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