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Andrea, de vuelta al hogar

Andrea volvía a casa después estar algunos años con sus roomies, con un par de maletas y cajas el taxi la dejó frente a la casa donde creció. Su madre la abrazó como si no la hubiera visto en años, incluso lloro. Y… solo miraba desde la puerta, luego sonriendo salió a ayudar con las maletas.
Al entrar espero a que ella pasara por delante, lenta y atentamente subió tras ella, una de las cosas por las que salió huyendo hace cinco años. Sabia que Darío admiraba su culo, también sabia que a propósito la dejó pasar por delante.
Años atrás cuando su madre decidió rehacer su vida, habló con ella para que le diera una oportunidad a Darío. Que al principio se portó muy bien, incluso la llevaba a la universidad
Pero el cuerpo de Andrea hacía tiempo que era hermoso, parecía imposible, sus piernas y nalgas seguían tomando volumen. Y Darío lo notaba, por las mañanas cuando ella salía de su cuarto en pijama, con ese short que se metía entre sus nalgas, sin poder evitarlo surgía una ereccion, era incontrolable, también para ella era incomodo pues sentía su mirada y algunas veces como el resbalaba su mano al pasar cerca para rozar sus nalgas.
Los problemas empezaron cuando Darío recayó en el alcohol, borracho dejaba salir todo lo que pensaba.
—¡Mija que culote tan rico tienes me cae de madre!
—¿qué? –ella corría a su habitación hasta que llegara su mamá, aunque para entonces él estaba roncando en la sala y Andrea prefería no decir nada, evitar problemas. Así fue casi cada fin de semana, hasta que un día en el que ella cocinaba. Darío entró cayéndose de borracho y gritando.
—¡¿por que no me dejas agarrar esas nalgas?!
–¿otra vez borracho? Ahora si le dire a mamá.
—Déjame tocar ese culo, no seas cabrona–decía el caso haciendo berrinche.
Apenas pudo salir, él la sujetó en la sala.
—¡No seas hija de tu chingada madre! –la giro y mientras le sobaba las nalgas se bajo el pantalón y con la otra mano se masturbo, ante la mirada atónita de Andrea.
—¡Que asco! –aunque le daba en verdad repulsión, no podía dejar de ver aquella verga gruesa entre una maraña de vello. Al igual que lo vio aventar tremendos chorros de semen sobre la alfombra. Momento en que se soltó y se fue corriendo a su habitación. En cuanto lo escucho roncar salió con su maleta, hacía meses que un par de amigas la invitaban a ser su roomie. Hoy ella aceptaba.
Pero una pandemia lo cambia todo, una de sus amigas perdió el empleo, la otra se casó y ella no podría sola con los gastos. Además de no tener un empleo fijo. Y ahí estaba, llegando a su habitación con el aliento de Darío a sus espaldas.
—Llevo dos años sin tomar –le dijo a modo de disculpa o bienvenida.
—Felicidades –contesto ella de manera seca y cortante.
Darío estaba más gordo, se dejó la barba y su voz era la misma fuerte y profunda.
Las primeras semanas todo fue relativamente normal, ella evitaba a Darío y él guardaba su distancia, su madre trataba de que todo fuera normal pero no era normal. No entre ellos. Ahora Andrea tenía 25 y si ya de por si su cuerpo era hermoso el ejercicio lo tonificó de tal manera que hasta las mujeres volteaban a verla por la calle. Darío solo simulaba no tener interés, desde que llegó no paraba de mirarla y con su teléfono nuevo, le tomaba fotos fingiendo una llamada para luego autocomplacerse mirando cada una de las fotos. Aunque la seguía en todas sus redes sociales y podía ver infinidad de contenido, estas eran especiales, estas eras suyas, las tomo a metros de distancia.
Incluso su madre notaba algo diferente, Darío estaba cada día más cachondo, tenían sexo casi a diario, cada día día más sigiloso en su tarea de tomarle fotos a Andrea, luego compro una pequeña cámara que instalo en el techo de la ducha y con los brazos temblorosos reprodujo el video donde veía a su hijastra bañándose, casi podía olerla mientras se jalaba con energía la verga. Era casi insoportable para él el convivir con ella a diario sin mostrar el morbo que le tenía. Hasta que día sucesos cambiaron todo.
Como cada fin de semana salió con sus amigas de fiesta, siendo siempre el centro de atención a donde se parara le pareció común que les mandaran una botella de champaña, y la segunda y la tercera, las burbujas y el alcohol estaban en su cabeza casi al amanecer. Pero se termino la fiesta cuando llego la cuenta. El tipo que les invito, desapareció y la cuenta era de más 40 mil pesos. Algo impagable para ella y sus amigas, una de ellas lloro, la otra simplemente se negó a pagar ante la insistencia del gerente. Claudia sacó su teléfono y luego de mucho pensarlo recurrió a su última opción.
—hola, Darío
—¿Andrea? –contestó extrañado, era la primera vez que ella lo llamaba por teléfono.
—Tengo una bronca, ¿me puedes ayudar?
—Claro, ¿estas bien?
—Si si, solo no le digas a mi madre nada de esto.
Llego aun con la marca de la almohada en la cabeza, abrió su cartera y pasó un par de tarjetas. Ante la cara de agradecimiento de las 3, luego las fue llevando una a una a su casa hasta que ambos viajaron solos de regreso a casa.
—Yo se que es mucho pero te lo voy a pagar.
—¿ya tienes trabajo fijo?
—No
—¿champaña? –dijo mientras movía la cabeza.
—enserio no fue nuestra culpa, un tipo nos invitó y…
—no quieres que se entere tu mamá, el lunes llegan los estados de cuenta.
—te voy a pagar lo juro…
—¿si pero como?
Al llegar a casa su madre preparaba el desayuno, ambos se miraron pactando silencio.
—¿Donde andaban?
—No amor, fui a recoger a Andrea que se quedó sin dinero para el taxi.
—Hija, ¿como sales sin dinero? Además ni siquiera deberías salir, seguimos en pandemia. Si no fuera porque ahorramos quien sabe como nos hubiera ido.
—Bueno… –dijo Bruno intentando medir las palabras.
—Pero estamos juntos que es lo importante –interrumpió Andrea y se levanto a servir más café, aún traía puesto el vestido corto y se estiró en la alacena para bajar azúcar, con toda la intención de que bruno viera el nacimiento de sus nalgas debajo de la falda.
Darío cambio de tema y trago saliva, cuando si madre salió a misa Andrea bajo y se puso entre el televisor y el, se había bañado y ahora traía un short pequeño ajustado a sus enormes nalgas y una camiseta ajustada a sus pechos.
—ya se que la regué pero no quiero que mamá se entere, se decepcionaría… aún más de mi.
—¿y que solución tienes? Es casi todo lo que teníamos agotado o lo que nos quedaba.
—Yo se que tú tienes tus ahorros aparte.
—Si, ¿y eso que? Quieres que yo pague.
—Que me prestes y…
—¿y? –dijo el frunciendo el ceño
—Pues yo… yo sé que tú…
—Mija, con dos mil me como una colombiana o una venezolana… digo… –trataba de contener sus ganas de saltar sobre ella, se veía buenísima con ese short.
—Como quiérelas
—Pues es que…
—digo que como quieras, por el tiempo que quieras, las veces que quieras, ya me vale madre. ¿Aceptas o no?
Darío se levantó, ansioso por tocarla, se mordió los labios y asintió.
—Ok, yo repongo la lana. Nomas no te rajes.
—no me rajo –dijo mientras se sujetaba el cabello y se arrodillaba ante la mirada incrédula de Darío.
En cuanto ella consiguió sacar la verga del pantalón comenzó a lamer lentamente, Darío intentaba tocar su culo pero los espasmos ante la manada que le estaba proporcionando su hijastra lo hicieron cerrar los ojos, apretar los puños y disfrutar de esa lengua sobre su miembro duro y erecto.
—pfff que rico-repetía el tratando de contener el sinfín de emociones que pasaban por su cuerpo.
—Te estoy cumpliendo tu fantasía cabron.
—No… pfff… haaa
—¿NO? –dijo ella sin dejar de masturbarlo con ambas manos.
—No… mi fantasía es otra
Se levantó y la colocó en cuatro sobre el sillón, bajo sus shorts y luego hizo a un lado la tanta que se perdía en sus nalgas. Ella pensó que querría penetrarla por el culo, apretó un poco las nalgas. Pero cuando sintió las barbas raspar sus nalgas cerró los ojos. Pronto sintió la lengua resbalar entre sus muslos para saborear su sexo.
—mmm mmm
—esto lo soñé por años mamacita –dijo y siguió metiendo su cara entre sus nalgas lamiendo pacientemente, sintiendo como los fluidos iban formando parte de su boca.
—Si siii mmm
—¿te gusta yo se que eres una putita bien perra?
—Siii se siente rico
—abre tus nalgas que quiero lamerte el míl arrugas
—mmm ahhh –con ambas manos abrió sus nalgas lo más que pudo sintiendo como la lengua le recorría desde la panocha hasta el culo, lamiendo como si fuera el caramelo más delicioso del mundo.
—aaaah mmm siiii así
—¿así perra?
—así papi sigue siii
—me gusta como pujas putita
—aaaah que rico mmmm –las piernas de Andrea temblaban, hacía mucho que no le daban una chulada y nunca de ese modo.
En cuanto Darío sintió que las piernas de Andrea se aflojaban, sacó su cara y comenzó a frotar su panochita con la mano como si quisiera sacarle brillo a algo. La respuesta fue inmediata. Andrea gemía, l tiempo que India la cara entre los cojines con su culo buen levantado llegó al orgasmo, grandes chorros salieron de su interior, mojando a Darío y salpicando la mesa de cantro.
—ah aaah aahhh ya ya mmm aaah que rico –sus piernas tenían un extraño tik que no podía controlar y los espasmos eran acompañados de gemidos de placer
—así me gusta mi perra, ya te viniste putita que rico –decía el mientras lamía sus dedos para luego meterlos en su panochita.
—mmm que rico que rico que rico
—ahora si ven a mamar mi verga zorra de mierda –la jalo del cabello hasta que quedó arrodillada y ella sin dudarlo tragó la verga entera de su padrastro mientras él le sujetaba por la nuca para que entrara más y más en su garganta.
Los sonidos guturales eran por qué no podía jalar aire, pero en cuanto tomaba un respiro volvía a meter la verga completa en su boca y el a empujar su nuca, tratando de tener su pelo sujeto pues ver sus ojos llorosos a causa del esfuerzo y los residuos de baba escurrir de su boca era delicioso, así como sentir su respiración agitada frente a la punta de su verga.
—aaahg ahhh
—trágatela toda putita, abre esa jodida boca
—aaagh aaaagh te gusta que sea tu puta
—siempre fuiste mi perra, solo que ahora te puedo usar –le dio una pequeña bofetada y jalo su cabeza con ambas manos para que siguiera tragando su verga.
—aaahg
La jalo de nuevo al sillón y la sentó sobre el de espaldas, quería ver ese enorme y delicioso culo caer sobre su verga, separó sus nalgas aún húmedas y su verga resbaló sintiendo la tibieza de sus fluidos.
—puta madre que rico!
—¿no te vas a poner condon? –pregunto ella volteando la mirada.
—estoy pagando para no usarlo y si pague tu peda, también te puedo pagar unas pastillas del día después… ahora mueve ese culo perra
—¡hijo de puta! –dijo ella y apoyándose en sus rodillas comenzó a moverse hasta rebotar de manera constante sobre aquella verga dura, en sus oídos seguía escuchando la voz de ese al que hasta hace unos días odiaba.
—eres tan puta como te imaginé perra, te sigo en el tuiter, me la jalo con tus pinches TikToks sabes. Siempre enseñando tu culote de puta
—¿me sigues?
—y ahora te doy verga como la puta que eres
—mmm aaah –desde siempre que le hablaran así la ponía cachonda y esta no era la excepción, ella quería que siguiera. Mientras él se aferraba a sus nalgas con ambas manos—¿me vas a coger siempre así de rico?
—vamos empezando pequeña zorra, vas a ser mi perra para siempre, te voy a dar mucha verga perra
—siiii quiero verga –y quería que él siguiera insultandola así que aceleró el ritmo de sus caderas e insistió esta vez con un algo que no fallaría—¿me vas a coger papi?
—me voy acabar este culo a lamidas perra, este culo es mi sabor favorito, te vas a venir toda tu perra vida sobre mi pendeja
Los fluidos de ambos resbalaban por las piernas de Darío que apretaba las nalgas de Andrea como para descubrir si estaba soñando.
—¡siii cogeme papi dame dame siii papi!
—que rico rebotan tus nalgas, de aquí eres perra, esta verga es para ti –la tomó de la cintura e hizo que el movimiento fuera aún más rápido.
—si papi que rico me da verga mi papito siii aaah –él podría estar así de por vida pero quería verla en todas las posiciones así que la levantó y la empinó sobre el sillón
—mete la cabeza y levanta ese culo perra, te quiero bien empanada –luego de dio un par de nalgadas que enseguida enrojecieron sus nalgas. Cuando ella de nuevo metió su cara entre los cojines y levantó bien arriba su culo, el hundió de nuevo su cara entre sus nalgas. Era hipnótico ver esa panochita tan rosada dispuesta. Ella ya mordía un cojín era excitante tant placer
—mmm siii siii cómeme el culito papi
Darío se levantó y apuntó su verga sobre la entrada a ese paraíso llamado Andrea, luego suavemente lo fue deslizando, quería ver como entraba su verga en la panocha de su hijastra.
—¡puta madre que rico culote tienes perra!
—aaaah –suspiró ella mientras sentía como la penetraba.
Luego comenzó el vaivén de Darío, entraba y salía suavemente mientras daba nalgadas y escupía sobre el ano de Andrea.
—ahora si putita… a coger –subió la intensidad al igual que los gemidos, ella nunca imaginó que vendría a darle el sexo de su vida un viejo prieto, panzón y mal hablando.
—si cómeme si si siii así siiii
—dame tus manos pendeja –ella pasó sus manos sobre su espalda y él las tomó con fuerza para jalarla y que si sus enormes nalgas cocaran contra su verga.
—ahhaah siii aaah si si sigue así papi dame más durooo aaah
—¡eres mi perra! ¿Eres mi puta?
—siiii soy tu putita la putita aaah de papá aaah dame Vega papito aaah
Mientras mas rojas estaban sus nalgas, más fuerte le pegaba Dario, al tiempo que escupía como desesperado sobre las nalgas de Andrea buscando humedecer su culo, luego comenzó a meter su dedo índice bien derecho y hasta el fondo, lo olía como para corroborar el olor de su hijastra. Sacó su verga de su panocha y comenzó a lamer su culo, sintiendo los pliegues en su lengua. Y viendo como ella brincaba por la sensación. Así que metió su lengua.
—¡que rico me chupas papi! Aaay si que rico aaay
—sabe delicioso este culo perrita, es un manjar
—siii mmm mmm siii
Tuvo que poner un pie sobre el sillón para poder colocar su verga en la entrada trácela de Andrea, cuando bajo y fue entrando ambos gimieron de placer.
—mmmm mmm—Andrea mordía un poco el cojín pero toleraba el dolor, aunque pocas veces habían usado su culo no le desagradaba del todo.
—puta que delicia cabrona, que culito tan apretado tienes perra que rico uuufff –Darío tomo de un costado el control remoto de la televisión y lo metió en la panochita de Andrea que ahora si daba gritos de dolor.
—ay ay ay me duele ay está muy grande –sin embargo Darío lo seguía empujando hasta casi la mitad estuvo dentro, entonces comenzó a moverse para ver su verga entrar y salir del culo de ella mientras con la mano movía el control dentro de su panochita.
—ay ay ay mmm ay ay me duele papito ay ay
—cállate zorra y empújalo más –le puso la mano al borde del control y si bien no lo metió más, Andrea lo movía un poco, podía sentir los botones rozando en su interior con la verga de Darío que estaba cada vez más agotado. Su respiración ronca era entrecortada.
—aaah si cómeme papito ay como una puta ay ay –la tele se encendió e incluso cambio de canal mientras Andrea ponía los ojos en blanco. Y Darío estaba por estallar y quería hacerlo pero en su mente ya retumbaba lo puta que era esa culona que por años se le negó.
—te voy a dar tu leche perra, ven aquí –aún con el control remoto dentro ella se arrodillo y obediente abrió la boca frente a él
—apenas masturbo un poco su verga, pues tener esa cara hermosa frente a el era suficiente motivación, sus chorros salieron sin control y aunque la mayoría entró en su boca, también cayeron sobre su nariz y mejillas. De sus labios escurría otro tanto hacia el mentón.
—eso es putita, eres una buena puta obediente
En la cabeza de Andrea estaba la escena de hace 5 años, solo que ahora esos chorros de semen estaban en su boca y calientes y viscosos recorrían su cara. Se sentía la más puta de las putas, se había cogido a su padrastro. Y el, el más afortunado del mundo. Pensó que moriría hilándosela con sus publicaciones en redes o granándole el culo a escondidas.
—esa champaña es lo mejor que me a pasado en la vida putita
—Andrea aún con el semen en la boca y abriendo cada que él con sus dedos juntaba lo que quedó al rededor para meterlo asentía. Entonces escucharon ruido, era si madre que volvía de misa y con el desayuno. Ella salió corriendo con su ropa en la mano y él se vistió a toda prisa. Fue por agua y un trapo. En cuanto su madre entró él se arrodilló para limpiar la mesa, aunque olía a sexo el la convenció de que había derramado agua.
—Hija ven a desayunar –grito su madre y Andrea apareció con unos pantalones y el pelo recogido. La cara recién lavada y con una cara seria.
Cuando se sentaron a la mesa quedaron frente a frente, mientras su madre servia el café ella abrió la boca mostrándole el semen aún en ella y lo tragó, luego volvió a mostrar su boca vacía y sonriendo le giño el ojo.
—al rato revisas el control que no prende –dijo su mamá aventándolo al sillón— y está húmedo…
—Si mi amor al rato lo checo

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