La final del mundo
Tanto Nahuel del piso 6 departamento B como Facundo del 3D se miraron en pleno picado sin entender por qué Gabriel y Juan parecían estar jugando un partido aparte. El dúo era protagonista en casi toda jugada clave como si se multiplicara en pleno partido. Todos estaban desconcertados, cada uno en su puesto, se estaba robando el partido jugada a jugada.
Aunque el clima mundialista tras la victoria contra México por parte de Argentina por 2 a 0 estaba más en alza que el dólar, ningún vecino del célebre edificio había visto al dúo jugar con tanta saña, con tanta entrega y arrojó en un partido en el que solo habían apostado hacerle pagar el siguiente encuentro al equipo perdedor. Parecían poseídos por el espíritu combativo de célebres jugadores como el inglés Beckham en el caso de Gabriel y el peligroso portugués Pepe en el de Juan.
Aunque no era el primer partido de fútbol 5 que los más futboleros del edificio organizaban (al menos 5 al año), ese era el que tenía las versiones de Gabriel y Juan más desatadas, más fuera de sí y protagonistas. El primero, usando una controvertida remera de uno de sus ídolos Beckham (que a modo de anécdota, admite que compró cuando los medios tiraron humo con su posible llegada a River en el 2014), era el dueño de los tiros libres de su equipo y solía jugar como mediocampista, aunque bastante seguido le valía verga todo y terminaba abandonando su posición de forma temeraria para lanzarse como delantero.
Juan no podía ser más distinto, aunque solía ser un defensor central, como mucho, molesto, esa tarde estaba más que inspirado y se había vuelto intratable cortando los avances rivales como podía con sus limitadísimos recursos, aunque compensando su falta de habilidad con un mayor resto físico que cualquiera del edificio. Entre sus presas estaban los tobillos de Gabriel. Este no paraba de enfrentarlo, de buscarlo, de probarlo, y Juan siempre estaba allí para marcarlo como sea, con más garra que otra cosa. Se hacían la psicológica mutuamente.
- ¿Qué les pasa a estos? – Preguntó agitado Nahuel a su compañero Manuel, del 2G, en el equipo de Gabriel. – ¡Ese morfón ya ni pasa la pelota! Encara y trata de llevarse puesto a Juan.
- No sé, hoy se cree Messi porque metió un gol de tiro libre, que hijo de...
- Ahí se mandó de nuevo… ¡Pasa la pelota, inglés hijo de puta! – Le grito el portero del edificio Miguel a Gabriel, (que por edad y condición física siempre iba al arco) cuando este intento una nueva patriada y termino chocando contra Juan, la pelota rodó sumisa entrando al área pidiendo permiso y fue despejada de un violento zapatazo por Romeo del 1A y de vuelta a empezar.
El partido era favorable a Gabriel por 4 a 3. Gabriel anotó un gol de tiro libre, otro de rebote en el borde del área y Facu y Nahuel se repartieron los otros tantos. En el equipo de Juan los tantos habían sido perpetrados por sus delanteros Horacio, Ezequiel y por el multifacético Romeo. Por lo general, debido a que la calidad de los jugadores decrecía partiendo de los delanteros hacía abajo, no era raro que entre ambos equipos se metieran más de diez goles. Ese día el marcador se sentía acotado y era por la tensión en el ambiente… algo estaba perturbando a Gabriel y Juan y comenzaban a entender por qué.
- Estos terminan a las piñas. – Susurró Facundo (el muy fantasma, tapándose la boca como hacían en la televisión) viendo como Gabriel volvía a acomodar la pelota para patear un córner, negándose a prestar el esférico a Nahuel y desencadenando otra discusión con el delantero. – No digas nada de esto, para mí está caliente con Juan porque se come a la hermana. Lo quiere dejar pagando siempre.
- Puede ser. Encima la flaca vino a ver el partido… - Mencionó Miguel, interviniendo en la conversación adelantándose, observando a Majo desde la distancia.
La chica además de radiante de hermosura, estaba en la flor de la edad y vistiéndose cada vez mejor, ese día lucía un top corto de tirantes color blanco, a juego con unos shorts cargo, de calce medio alto con un cinturón negro grueso que rompía con la monotonía blanca de su outfit, de lo contrario parecería salida de su fiesta de primera comunión tardía. Era sencillo distraerse con su presencia, aunque también, era una invitación a lucirse con una jugada por la banda izquierda tan solo para robarse una mirada suya.
Justo en ese momento se armó una pequeña trifulca y Majo revisó su teléfono mientras se debatía con el árbitro si Juan había hecho plancha a un muslo o no. Al entrar a su OF notó que tenía nada más y nada menos que 7 seguidores nuevos…
- Esa última sesión agitó el avispero. – Susurró contestando mensajes, casi todos ellos muy pervertidos. Por supuesto que no era para sorprenderse, en su última sesión ella dio un plus. Aunque sus suscriptores no lo sabían, la sesión fue casi un cuckhold de hermano y novio que sacó su lado más pasional.
“Pobres, yo posando desnuda y ellos sin poder hacer nada, con razón se matan en cada pelota… Majo usted es diabólica” pensó sonriendo con malicia. Es que encima de todo, ese día el partido de fútbol no era lo único que había acontecido… no. Antes de salir a la cancha, en casa de Juan, Majo había realizado una imponente sesión fotográfica sin permitirles a sus hombres tocarles un pelo, frente a ellos a modo de aliciente supremo, había obsequiado sus mejores poses, las más sugerentes. “Es para que salgan al campo de juego motivados” les había dicho esa mañana mientras posaba con esa misma ropa que llevaba mostrándoles con lujo de detalle hasta los resquicios más íntimos de esa copa de carne que ella personificaba… y como toda copa, solo el ganador tiene derecho a tocarla con las manos.
- Algo raro pasa, últimamente andan juntos como buenos amigos, me hablo con Gabriel y él no tiene problemas con que Juan ande con ella, para mí o está enojado por algo o hicieron alguna apuesta gorda a nuestras espaldas.
- Se la juegan por el asado. – Dilucidó Facundo.
- Algo más. Para mi algo más. – Susurró con mirada de misterio antes de volver a su posición entre los 3 palos cuando Juan despejó como pudo otra pelota, casi llevándose una tibia de recuerdo.
A la izquierda de la cancha de césped sintético, detrás de una red, aferrada contra ella como una sirena capturada por un pirata, María José observaba el partido con la difícil tarea de mostrarse neutral. En un lado tenía a su don Juan, el mejor físico sobre el sintético compensando su falta de habilidad con vigor, despejando cada pelota como le salía, saliendo al cruce y terminando despatarrado en cada avance rival. Del otro, tenía a su hermano y amante Gabriel, creyéndose poseedor de la derecha más letal del mundo, cada vez que agarraba la pelota su hermano parecía tenerse más confianza que Messi y quería comerse la cancha en una jugada. Majo admiraba a ambos y se sonreía con cada enfrentamiento de sus compañeros de aventuras.
- ¿Hinchas por tu hermano o por tu novio? – Le preguntó la hija menor del portero, Helena, que solía ir a ver los partidos de vez en cuando.
- Por mí que gane el mejor. – Admitió con una sonrisita angelical que escondía sus perversos pensamientos: “Si supieran porque ambos jugaban a esa intensidad vamos presos.”
Solo ella, la espectadora de la mirada traviesa sabía porque sus dos machos se jugaban la camiseta con alma y vida, solo ella sabía que la broma de apostar su virginidad para el que ganara el siguiente picado había trascendido el nivel de broma para convertirse en realidad después del Argentina 2 México 0. A medida que los minutos pasaban, las camisetas traspiradas pesaban más y la tensión aumentaba como en una final del mundo.
Para colmo, el equipo de Juan empató cuando Ezequiel sacó un violento remate que se le metió a Miguel entre su cuerpo y el palo armándose así la trifulca contra Gabriel, que había perdido otra pelota en sus clásicos avances en solitario a lo Rambo. Quedaban siete minutos, seis, cinco, cuatro, y cuando Fernando, el electricista del 3B estaba por pitar el final, en su lugar pitó una falta. Juan había derribado a Gabriel cerca del área y como un resorte, como un padre que busca guarecerse entre sus brazos a un hijo en una catástrofe, buscó el esférico y lo abrazo para levantarse con él y no soltarlo jamás.
Por más que estalló la bronca, había un acuerdo improfanable de que aquel que lograse meter un gol de tiro libre, podía hacerse cargo de cada pelota parada del encuentro. Así fue como a lo Riquelme, preocupándose de que se respeten las distancias de la barrera de forma milimétrica, olvidándose de que el tiempo corría, Gabriel se decidió a patear: observó a la pelota, luego al arco, agacho cabeza, tomó carrera y remató.
El mágico sonido del esférico rozando la red antecedió a los gritos de euforia del equipo que pasaba al frente.
- ¡Ay no te lo puedo creer! – Estalló Majo desde el otro lado de la red al ver a su hermano anotar un 2do gol de tiro libre y el 3ero en su cuenta personal. – ¡Hasta para él esto es demasiado, encima en el final!
- Tu hermano es buenísimo con los tiros libres. – Coincidió Helena. – Pobre tu novio, parecía que iba a empatar.
- Gabriel siempre fue bueno en eso, en el patio de casa solía practicar seguido apuntando a varios círculos pintados en un paredón alto. Yo le alcanzaba la pelota me acuerdo. – Rememoró Majo como la mirada de Gabriel se conectaba con la suya y se le dibujaba una leve sonrisa. El mundo nunca debía saber que se habían quedado con las ganas de festejar el agónico gol con un ardiente beso. Tampoco sabría lo que había en juego, y casi como una suerte de profecía autocumplida, Majo había colaborado en que su hermano mayor alcance la maestría en los remates de media distancia para que precisamente, ese día se llevara el premio mayor: el derecho a hacerla debutar donde quisiera, cuándo quisiera, cómo el más quisiera. Ella era la verdadera copa del mundo para ellos dos y su hermano estaba por adjudicarse el derecho a tocarla.
Tras tardes y tardes en las que mataban el aburrimiento con una pelota en el patio, hasta esa justa den caballeros contra Juan en la que el resto de actores de reparto ni se imaginaba que había en juego, parecía haber una historia secreta que llegaba a su conclusión. Quizás por eso no habían sudado la camiseta ni una fracción de lo que la habían empapado su hermano Gabriel y su novio Juan.
Sudados, agotados, con las cajas torácicas inflándose como si estuvieran por parir un alien, se cruzaron en la cancha y al parecer, surgió una riña. Gabriel quería dar por concluido el partido, Juan quería jugarse una última carta en los minutos restantes y trataba de convencer al electricista de jugar hasta el final.
– Ahora están discutiendo porque quiere que termine el partido, igual quedan un par de minutos. – Observó Helena y en efecto, el partido continuó el minuto y medio faltante, está vez, 5 a 4 a favor del equipo de Gabriel, un resultado más parecido a los anteriores en los que siempre se cagaban a goles.
Quizás por la euforia de sentirse ganador a último momento, el agotamiento por el esfuerzo final o las distracciones por los festejos de semejante gol, en los últimos minutos el equipo ganador durmió en la salida y ocurrió una de esas anomalías futbolísticas que rara vez ocurre, aún en partidos de fútbol 5 entre amigos; anomalía que había sido vista por ejemplo en el encuentro entre River y Boca en al final del 2018 y rara vez se observaba en competiciones de alto octanaje.
Los habilidosos del equipo de Juan, Ezequiel y Horacio encabezaron la última carga por la gloria repartida del empate. Ezequiel, el portentoso y tosco delantero, estorbó a Manuel y Horacio arrastró marca, Joaquín apareció como la luz mala en un lateral del área y remató cruzado… el tiró venenoso fue picando en el sintético como una piedra haciendo patitos en un lago para ser atajado por Miguel… a medias, la pelota le rebotó en un codo como si tuviera un conejo adentro y fue alcanzada por alguien que no estaba en los planes de nadie, cual jinete de Rohan en el Señor de los Anillos, Juan había dejado su puesto como nunca y le dio un tremendo remate a quemarropa para sentenciar el empate final.
Entre quejas y pedidos de falta del equipo de Gabriel, Juan se sacó la remera (era un trapo de piso mojado) y eludiendo a sus compañeros de festejo, se acercó a Majo para festejar el gol impactando sus labios con violencia en los de ella. El electricista del edificio no dejó sacar del medio y pitó el final, había sido empate… para Majo, Juan y Gabriel, había sido empate otra vez.
No era la primera vez que se jugaban todo por Majo. Ya se habían jugado el derecho a hacerla debutar en una partida de T.E.G. en la que ninguno pudo concretar su cometido por falta de tiempo (habían olvidado lo largas que podían ser esas partidas cuando los dados decidían no favorecer a nadie).
En una pulseada violenta que decidía el destino del debut, la mesa de vidrio en casa de Juan se quebró y terminaron en el piso, tomados del brazo, casi cortándose por los vidrios rotos. Decidieron así, por el bien de la integridad de ambos y del concurso, decretar la pulseada como empate y se soltaron a regañadientes.
Por último, habían competido por ella en una cruenta partida de Counter Strike en la que, por un apagón en el edificio, tuvieron que resignarse a no contar con un ganador otra vez ya que para cuando la luz regresó, era demasiado tarde y los equipo se habían disuelto.
Majo insistía en que tiraran una moneda, hicieran piedra papel o tijeras o incluso pan y queso, no obstante, ambos hombres querían luchar por ella de forma épica. De tener caballos acorazados, estandartes y jabalinas de acero se la habrían jugado en interminables justas hasta que solo uno se mantuviera en su silla. El partido de fútbol 5 estaba cercano en el horizonte y habían creído que sería la prueba final cuando no fue así.
Aunque el partido finalizó 5 a 5, Majo sintió el inconfundible olorcito a victoria regado por todo el cuerpo de Juan, la testosterona inyectada en un momento así lo convertía en un semental y a nivel químico, la naricita de Majo vibraba ante tal fragancia de macho que su cuerpo irradiaba como radiación de un núcleo expuesto. Tenía una idea que dejaría contentos a ambos y les haría valorar el forzoso empate.
- No hay caso, no hay manera de resolverlo. – Le susurró al oído a su novio, viendo abrazada a él como Gabriel se había quedado con los brazos en jarra en medio de la cancha, puteando al aire por no haber defendido esa última pelota con mayor intensidad.
- Ya vas a tener tu ganador, sea él o sea yo, somos caballeros y dijimos que lo resolveríamos de alguna manera justa. – Le dijo Juan, colorado como testículo recién rascado y con las costillas filosas de tanto que se inflaba el pecho. – Ahora vayamos a casa, necesito una ducha urgente.
- Si… una ducha. – Susurró Majo, que en su pervertida mente tenía otros planes. – Me prometieron que hoy habría un ganador y otra vez me vuelven a fallar, parece que no me quieren tanto como creí.
- No seas así, amor, dejamos el cuero en la cancha. – Se defendió Juan mientras era alcanzado por sus compañeros de juego que no habían podido felicitarlo apropiadamente por el gol de su vida. Todos coincidían, ganadores y perdedores, que había sido el mejor partido jamás jugado por el edificio.
- ¡Deberíamos jugarle uno a los del edificio de enfrente! – Se envalentonó Facundo.
- ¡Si Gabriel y Juan juegan como hoy los hacemos mierda! – Coincidió Romeo mientras todos dejaban la cancha de sintético para darle el espacio a los del turno siguiente. – ¡Sacaste todo, animal! ¡La próxima te quiero así he!
- Hice lo que pude… - Respondió Juan con su humildad característica una vez que las revoluciones comenzaban a bajar.
Gabriel se les unió después y tuvo que ver como Juan iba al frente de todos acompañado de María José, en cuero y orgulloso de su gol que maquillaba un empate de victoria por haberles arrebatado el triunfo de forma épica a los demás.
- Vos no te desanimes que fuiste el único que se llevó la pelota del partido. – Lo reconfortó Miguel viéndolo algo cabizbajo, impropio de él.
- Ya sé, igual fue un partidazo, es que podría haber tacleado a Juan o algo, sé que pude haber hecho más y siento que perdimos… - Confesó observando el hermoso y jugoso trasero de Majo meneándose como cola de pavo real frente a él, para colmo Juan arrastraba uno de sus brazos como serpiente para meter su mano en el bolsillo de su nalga. Gabriel sentía que había perdido inmensamente más que un partido y poco le importaba haber convertido 3 goles.
Al llegar al edificio, “los pibes” se fueron despidiendo uno a uno saliendo del ascensor en sus respectivos pisos (ninguno usó las escaleras, estaban detonados) no obstante, tocó llegar al piso de Juan y Majo tomo las manos de su novio y de su hermano por igual para seguir el camino con ellos.
- Nos bajamos en este, suerte chicos, fue un partidazo, si sabía los grababa. – Los despidió para sorpresa de Juan y Gabriel, que también se despidieron de sus compañeros de lucha ¿En qué pensaba Majito?
- Majo, tendría que irme a duchar, estoy como la criatura de la laguna negra. - El índice de su hermana cruzó sus labios indicándole que se callara mientras Juan, intuyendo algo perverso cocinándose en la mente de su novia, abrió la puerta de su departamento hecho un manojo de nervios.
- ¿Bañarte? ¿Y echar a perder el perfume de hombre que tenés, hermano? – Susurró una vez adentro, estirándose para envolverlo en sus brazos y besarlo con lujuria sin importar que sus brazos secos se empapaban con la piel de su hermano durante el abrazo. Juan, detrás de ellos se sonrió, como todo un pervertido de pura cepa aún se maravillaba de ver a dos hermanos siendo tan cercanos uno con el otro. Por ende, espero con paciencia a un lado hasta que llegó el turno de besar a su novia, sin importarle cuanto de ese delicioso gustito en su boca era de ella o de él, de todas formas, compartían sangre y debían de tener incluso la misma saliva. Majo también le acaricio el cuerpo sudado sin importarle el pegajoso y ardiente contacto de su piel con la de Juan.
- Empatamos, Majito, no sé qué tenés en mente. – Se extrañó Gabriel.
- Estos días se la pasaron viendo partidos de mundial, me la pasé viendo futbolistas traspirar la camiseta por una copa y hoy los vi jugar en vivo por mi… no sé, me despertaron ganitas de probarlos así, todos chivados, olorosos, calientes como un volcán y apestosos como un basurero. Hoy no quiero nada delicado. Hoy quiero hacer cosas muy sucias.
- ¿Muy… sucias? – Se sorprendió su novio. – Pensé que ya éramos lo bastante sucios para vos.
- Me parece que tanto fútbol, tanto macho sudado y trabajado le cambió el chip a mi dulce hermanita. – Inquirió Gabriel.
- Lo que me cambió el chip fueron ustedes dos, háganse cargo. Desde que empezaron a apostar casi no me tocan un pelo ¿Qué esperaban? – Les dijo mirando a uno y luego a otro. - ¿Y bueno? ¿Van a querer marinarme como milanesa con esos cuerpos apestosos o van a arrugar?
El dúo de hombres se miró sin necesidad de responder y se abalanzaron juntos contra ella, cubriéndola no solo con sus cuerpos, sino con sus efluvios corporales y el intenso calor que emanaban.
Una nueva criatura
- Me matas, Majo uuufff. – Admitió Juan ya sin mucha actividad neuronal detectable observándola de arriba a abajo.
- ¿En serio hermanita? No tenés idea de cómo tengo la verga… es un nugget hirviendo en aceite - La alertó pasando a apoyarla para que comenzara a sentir su erección y, además, envolverla con el olor a hombre que tanto parecía haberla cautivado.
- Mmm ya me estoy ahogando, me estoy quedando sin aire de olor a chivo que tienen. – Expresó volteando para pasar de los labios húmedos de Juan a los de su hermano, dibujando un hilillo de saliva que se evaporo en al ardiente aire del departamento.
- Esa sesión mañanera en la que no me dejé tocar un pelo rindió sus frutos, sudaron la camiseta como si jugaran en un enero en Santiago del Estero. – Y hablando de esa particular provincia.
- La camiseta no es lo único mojadito ¿Querés experimentar con el sudor, hermanita? Acá tenés…
Gabriel tomó la mano de su hermana y con descaro, la metió en su entrepierna para que palpara sus sudados genitales, tan ardientes como ponzoñosos, bastaba separar un poco el short de su bajo vientre para que sus efluvios agrios salieran emanados como vapores industriales.
- Mmm hermano, está caliente y resbalosa, me gusta… - Le dijo en un tono de lolita que era una invitación a que el FBI derribara la puerta con un ariete, entrara de un salto por una ventana y cayera atado en sogas del techo.
Juan también reclamó algo de atención y tomando la otra mano de María José, se las llevó a la verga para que la manoseara mientras los hombres se turnaron para besarla. Ambos sintieron las manos de la joven secas, suaves y frías, más no por estar frías en sí, más bien por la diferencia de temperatura. En realidad, ellos estaban en llamas y los besos de lengua continuos no estaban ayudando.
- A ver quién de los dos llega más lejos en mi boca… - Susurró pasando de Gabriel a Juan, de Juan a Gabriel y de nuevo a su pareja. Cada beso parecía parecerse más y más al que el personaje de Jim Carrey (Lloyd Christmas) le daba al de Lauren Holly (Mary Swanson) cuando fantaseaba con ella en la película Tonto y Retonto. No había ningún recato, ningún código de fineza ninguna contención, los hombres querían invadir la boquita de la joven de forma tan profunda y húmeda como era posible y tras varios intentos, Majo con la boca brillante y saliva cayéndole del mentón llegó a una conclusión.
- El ganador es… Juan. Sentí que se me metía una víbora en la boca en ese último… - Admitió casi sorprendida limpiándose la saliva del mentón con el antebrazo. - Ahora viene el premio.
Su premio, ninguno de los dos pudo imaginarlo. La castaña besó el cuello resbaloso de su novio, pasó a su pecho y levantándole un brazo, hundió su rostro en la axila velluda del hombre, frotándose en ella, sintiendo su olor a hombre, hormonas enloquecidas y testosterona recién sacada del horno. Su hermano de atrás nunca imaginó que vería a su tierna hermana haciendo algo así… comenzaba a preguntarse cosas que nunca se había preguntado.
- Mmm amor... nunca imagine que esto pudiera gustarte. – Mencionó el musculoso tomándola del rostro y refregándola contra su axila como una bolilla de desodorante. - ¿Te gusta como huele mi chivo?
- No, apestas, estas todo apestoso, tu baranda no me deja ni respirar…
Sin embargo, haciendo caso omiso a su reclamo, la llevó de una axila a otra y la mantuvo pegado a ella frotándola mientras la mano de Majo revolvía entre su entrepierna nuevamente, haciéndole una mesurada paja por debajo del short. Gabriel, que a pesar de recibir la espalda de su hermana no se sentía ofendido ni de sobra, encontró con qué entretenerse… quizás hasta salía ganando de todo aquello.
- Permiso, hoy hizo calor para todos y vos también debes de estar toda sabrosa. – Sin pedir permiso, desde atrás le desabrochó el cinturón, le bajó el short de jean blanco y hundió el rostro sin previo aviso entre los glúteos de su hermana, respirando el aire filtrado que pasaba tanto por su piel sudorosa como su tanguita ensopada.
Mientras Majo lamía y besuqueaba las axilas de su novio (aferraba los vellos aceitosos con su boca y los “peinaba”), su hermano tomaba una muestra del perfume de su culo por sobre la tanga, sintiendo por primera vez el olor de los agujeros de su hermana en un día de verano como ese… había hecho mucho calor y en esas gradas le había preparado el más afrodisíaco de los perfumes, el que está reservado solo para los intrépidos.
- Me muero, olés tan rico, hermana. – Dijo Gabriel hundiéndose lo más que podía en la cola y aspirando con las ganas de un drogadicto rompiendo una abstinencia prolongada de polvo blanco. Como un curioso “Ciempiés Humano” amorfo en todo sentido, Majo dejó que su hermano le sintiera sus fragancias más secretas mientras ella se mantenía conectada a su novio a regiones de su cuerpo poco usuales… aunque pronto prefirió pasar al platillo fuerte, el más salado.
- Oooh, sí, sí, oooh, sí… - Dejó salir Juan cuando Majo se inclinó más y al liberar su polla apestosa (tal así que el tufillo a bolas le hizo voltear y llevarse la mano a la nariz de forma instintiva) le lamió el extremo desnudo de su glande, ese pequeño y escurridizo medallón de carne roja rodeado de piel sobrante de prepucio, una pequeña lagunilla de sal en medio del desierto…
- Mmm huele fuerte, Dios, que olor a huevos. – Susurró Majo sorprendida de que un cuerpo pudiera emanar semejante peste.
Pronto cabeceó estirando el cuerito sudado de su novio. Era como lamer una paleta helada… solo que salada, y ardiente, muy ardiente. Más bien era un snack en forma de churro cubierto de sal, Majo no podía enfatizar suficiente lo salada que estaba esa verga en esos momentos, con cada cabeceó profundo y lento parecía limpiarle una capa de mugre más, el sudor se le estaba acumulando en la boca junto con toda la grasilla propia de la piel sin lavar, solo en una situación de calentura extrema como esa una pija sucia y sudada podía otorgarle un goce inédito.
Gabriel por su parte, ni lento ni perezoso, no tardo en correr el hilo de la tanga de su hermana para revelarle el ano, al que mantuvo desnudo mientras abría sus nalguitas musculosas. Se lo veía como una criaturilla indefensa y acorralada sin lugar a dónde escapar, una criaturilla que Gabriel se llevó a la boca e intentó comerse de forma literal succionándola con fuerza, con tanta fuerza que hubiera removido un mejillón de su roca costera… y lo tenía tan salado como uno.
- Que rico esta tu culito hoy, hermanita, tantas horas bajo el sol te lo dejo más apetitoso que de costumbre. – Dijo separando sus glúteos un poco más, hasta estirar el agujero y ver un poco de su interior rosado.
- ¿Te gusta hermano? ¿No te molesta que mientras refresque esta verga con la boca?
- Para nada, conmigo podés ser toda lo sucia que quieras, después de todo yo te enseñe a sacar tu lado de putita. – Agregó antes de invadirle el anillo de cuero con la lengua, pujando con ella, sintiendo como la muy putita lo relajaba para permitirle el paso a sus aposentos ardientes. Parecía querer atraparle la lengua con el anillito, ya que lo tensaba y relajaba mientras la lengua tenía su puntita adentro.
- Es en estos momentos que de poder elegir un superpoder, elegiría el de Sapo de los X-Men. – Confesó Gabriel tras tomar aire y volver a uno de sus fetiches favoritos. – Envidio a ese jodido mutante en estos momentos.
- ¡Hermano! ¿No te parece ya demasiado cochino lamerme el culito por fuera? Estas enfermo… - Le siguió el juego Majo antes de darle una profunda lamida al tronco venoso y oscuro de Juan.
En trío se mantuvo en sus actividades por varios minutos, Majo cabeceando para mamar la verga de su novio, que la tomaba de los pelos para que lo hiciera al ritmo que le gustaba mientras atrás, su hermano, le hacía un enema con su lengua. Pronto, complacida con la dureza de la verga de Juan, Majo le indicó a su hermano que se colocara al lado de su hombre (aunque ambos lo eran, en teoría) y descubriéndole el pantalón, procedió a succionar la pija olorosa y traspirada de su hermano.
- Slurrp, sluuurp, sluuurop, schuick, schuiick, aaackh, aaackh… - Hizo al final cuando Gabriel la obligó a hacer una garganta profunda de sorpresa, rápida y súbita, hasta ver la nariz de su hermanita estrellándose contra su bajo vientre.
- Hace como los marcianos de “Marte Ataca” – Observó muy acertado Juan, que tomaba la mano de su novia para que le hiciera una paja. La verga le había quedado muy pegajosa, aunque no olía tanto a bolas y sudor, la saliva caliente le había impregnado una fragancia distinta, como si hubieran preparado una mezcla única entre ambos.
- Mmm Majito, como te gusta tragar pija… - Le susurró su hermano manteniéndola ensartada con su miembro viril.
- Aaackh, aaackh, aaackh, aaackh, aaackh, aaaaackh… - Hacía Majito, despeinada, con la carita angelical empapada en sudor y ahora una verga ingresándole en la boca hasta la garganta, impidiéndole respirar aire puro, solo aire viciado de olor a verga, bolas y chivo. La atmosfera parecía volverse el humo del más perverso brebaje de bruja, batido a su alrededor por dos cucharas de carne que la enloquecían, pronto sus ojos se pusieron en blanco del placer, el olor de esas vergas bañadas en perfume de macho le colmaron la cabeza hasta pensar que nunca respiraría aire puro de nuevo.
- Aaaah, aah, aaah, hermano… nunca la probé así de caliente, así de sucia. – Expresó con la garganta carrasposa por culpa de tener un glande empujándole las cuerdas vocales. – Creo que me voy a volver adicta a esto, la abstinencia está sacando fetiches que ni sabía que tenía. – Confesó mientras subía a lamer las axilas de su hermano (ambas) la tabla de lavar de Juan, la panza de Gabriel, todo, como una gatita sedienta, les lamió en lugares por donde nunca pensaron que pasaría una lengua y unos ardientes labios de mujer hasta que volvió a descender para complacer a ambos.
Majo lamió, besó ambos troncos y juntando las cabezas, se las metió a las dos en la boca, llenándose con ellas, lamiéndolas hasta hacer chorrear su saliva en su pecho… pecho que Juan se estiró para descubrir y dejar sus pezones al desnudo. Gabriel en cambio, manteniendo la cabeza de su hermana con ambas vergas en la boca, decidió que era mejor mover la acción del trío a la habitación de Juan, para que la chica se sentara y pudiera mamar sus vergas estando cómoda.
- ¿Ves? Tu hermano mayor se preocupa por su hermanita. – Dijo mientras con una mano le acariciaba la cara pegajosa y le frotaba el glande en los labios. Más pronto que tarde, le hizo volverá cabecear ambas pollas al unísono.
Con Majo sentada rodeada de hombres sudorosos que inundaban hasta la más pequeña partícula que respiraba, Juan y Gabriel trabajaron en equipo en contraposición al partido de fútbol que los enfrento. Ambos tomaron la cabeza de Majo y comenzaron a penetrarla intentando llenarle la boca de pollas, a veces una de ellas inflaba una mejilla izquierda, en otras la derecha, incluso ambas coincidían intentando meterse en su garganta y superpuestas le apretaban la lengua haciéndole escurrir baba por la boca. Sus labios estaban estirados en una mueca ridícula que solo en esas situaciones resultaba sensual.
Si ya de por si sus mamadas eran deliciosas, verla así, con la boca rebosante de carne masculina y las tetitas brillantes de baba que no dejaba de caerle, era un regalo divino.
En eso sonó el celular de Gabriel que había quedado perdido en el living (se deslizó por sus piernas y al caminar a la habitación ya no lo tenía ni en los tobillos), sonaba el increíble riff de “El Reino Olvidado” de Rata Blanca en loop.
- ¿No atendes hermano? – Preguntó Majito lamiendo ambos glandes en los extremos, por el pequeño orificio dador de vida… y de orina, contradicciones de la naturaleza que a ella poco le interesaban.
- Todo el mundo puede esperar en este momento. - Sin embargo, seguía sonando y por unos minutos fue lo único que rompía el silencio además de los jadeos de Majo al lamer pija. Sin que lo notaran, ignorado olímpicamente, el celular acalló su tonada y se pudo escuchar la música dela pasión en toda su gloria.
- ¿No es gay si nuestras bolas no se tocan, no? – Bromeó Juan, notando que nunca había sentido una verga contra la suya, aunque en el contexto ese no le molestaba en absoluto, estaban tan salivadas que cada vez que se rozaban se zafaban hacia las mejillas, la garganta o el paladar de Majo.
- ¡Exacto! – Reconoció Gabriel tras una risotada olvidando de inmediato que su celular había sonado.
- Entonces los voy a volver gays… prepárense para la conversión jeje. - Intervino Majo y obligándolos a acercarse más, Tomó ambos sacos escrotales para lamerlos, besarlos, succionarlos, y los obligó a que se rozaran para pasarles la lengua a la vez, si el rabo y los glandes estaban salados, sus bolas parecían remojadas en el Mar Muerto. Gabriel primero y Juan después, posaron sus manos en los cabellos castaños y despeinados de Majo para frotarle el rostro en sus sacos escrotales.
- Diosss me están subiendo la presión, que sabrosos están, ni en una picada antes del partido de la selección hay tanta sal… - Susurró Majo antes de succionar el escroto de su novio hasta que uno de sus huevos se metió en la boca, repitiendo el procedimiento con su hermano. Y este incluso tomó a su hermana de atrás de la cabeza y la refregó tanto por su pija como sus bolas, como si sus genitales fueran una esponja cargada de agua salada y quisiera limpiarle el rostro con ella.
Juan ni siquiera podía soportar su propia baranda y la de su compañero de aventuras al lado, y su novia allí abajo se estaba fumando el tabaco más nocivo de sus cuerpos sin filtro. Y ni siquiera se imaginaba que venía lo mejor…
- Ricas pijas, más que de costumbre. – Expresó dándoles un sonoro chupón en los glandes- - Ahora quiero el postre. – Dijo terminando de desnudarse (con rapidez, nada que ver a como se desnudaba en las sesiones) e indicándole a Juan que se suba a la cama. – Veni, sin miedo que estamos en confianza, nomás quiero que te pongas más cómodo.
- ¿Tenes en mente lo que creo que tenés en mente? – Preguntó sin poder contener la emoción, y es que su novia lo estaba acostando y tomándolo de las piernas le empujaba estas para que las mantuviera en alto…
- ¿Algún problema con eso? ¿Y vos hermano? ¿Te molesta si le como el culo a mi novio?
- Para nada, me lo comiste a mi tantas veces, una comida de culo no se le niega a ningún hombre. – Aceptó con sinceridad. – Además, acá tengo con qué entretenerme. – Reconoció viendo como su hermana le dejaba la colita servida para que se entretenga como mejor considere mientras hundía su boca bajo los testículos de Juan.
- Aaah, aaah, aaah… Dejó brotar de su boca el extasiado vecino del 7B, los mentados gemidos de hombre como le llamaban. Atrás de ese trencito de la alegría, Gabriel seguía admirando el traserillo abierto como una flor de su hermana víctima de algo impensado… algo que nunca solía pasarle en una situación así… una crisis de identidad.
Fue como si hicieran conexión dos neuronas que no debían conectarse, un chispazo por errarle al borne positivo con el negativo en una batería, un recuerdo invasor que se posa en el foco de la mente como un insecto molesto… Es que esa mujer perdida entre carnes de un hombre que no era él no podía ser Majo, su Majo. ¿Qué había pasado? ¿Él había pasado o algo más? ¿Tanto podía corromper a una persona o en realidad había sacado a relucir su verdadera cara? Era difícil asociar a esa jovencita que recién cumplidos los 18, aceptaba tímidamente y con algo de escándalo que su hermano les tomara fotos a las tetitas para salvar su departamento… había un abismo al que él la había empujado y ahora, sentía que la quería sacar, tendiéndole una mano para que todo vuelva a ser como antes.
¿Eso quería? ¿Qué las cosas fuesen como antes? ¿O sentía que algo no encajaba en todo ello? Majo parecía estar gozándolo, hundida en el culo del hombre concentrada en hacer de su beso negro tan profundo como placentero, el único que parecía estar sumidos en dudas imprevistas era él.
- Hermano… ¿Pasa algo? – Notó al ver que la cabeza del ciempiés humano y su parte del medio (ella) funcionaban, y la cola de la quimera humana no.
- Eh, nada, solo estaba… admirando cuánto aprendiste y creciste, amor. – Dijo sacando a relucir su chapa actoral. Si había un momento para exteriorizar mambos de seguro no era ese, por lo tanto, abrió las alas de mariposa de su hermana y le pasó la lengua entre ellas probando los flujos de su hermana, que tan bien le sabían.
- Mejor, mucho mejor mmmmff si está todo bien entonces sigo. – Aceptó Majo, notando que algo raro había pasado… ella con 18 ya era una toda una mujer y a las mujeres nada se les escapa. - ¿Te está gustando como tu novia se come tu culito?
- Espero que esto conteste tu pregunta. – Respondió Juan tomándola de la cabellera y presionándola contra su ano para volver a sentir esa boca besándole la escarapela negra, sentir esa lengua inquieta como lombriz asoleándose y la respiración refrescante contra su olorosa piel. Aunque parecía mentira, cada vez llegaba más lejos en sus perversos besos negros.
Gabriel gracias al perfume vaginal de su hermana logró concentrarse y despejar sus dudas. Una buena comida de concha, al completo, contando clítoris, labios mayores, menores y hasta meato podían sacar a cualquiera de cualquier crisis (y si no prueben con cualquier hombre depresivo) Volvió a sentir a su hermana gemir y su pene, que había perdió algo de dureza, volvía a alzarse en toda su gloria. “Este no es momento para dudar, voy a darle mi leche y en la noche, pensaré todo esto que me pasa, la almohada es buena consejera…” resolvió el hombre recordando algunas palabras perdidas de su madre, hundiendo su nariz en la vagina hasta mojársela entera mientras le mandaba un dedo en el culo.
Entre los labios Majito tenía una pequeña laguna aceitosa que por más que atacaba a lamidas, no lograba vaciar. Como una pequeña grieta de la que se filtraban líquidos, lamió cada vez más profundo, asegurándose de llenar su lengua con los fluidos de la excitación que su hermana tenía guardados en lo más profundo de su cuevita virgen. Tampoco ignoró las deliciosas sensaciones que su culito le obsequiaba al sentir su tibia opresión contra sus falanges. Con asiduidad giraba un dedo inquieto por su retaguardia y al retirarlo se lo pasaba por su lengua para volver a meterlo.
- Había escuchado que el olor a pija y culo después del ejercicio era impresionante e igual estoy sorprendida, se me metió en la cabeza como un fantasma a una casa embrujada, no me lo puedo sacar, no creo que sienta otro olor que a chivo en los siguientes meses, mi nariz está detonada y me arde… - Reflexionó en una pausa que usó para tomar aire pasando a complacer a su novio de modo manual.
Como si fuera una regla tácita, cada pocos minutos alguna pieza del rompecabezas cambiaba de lugar sin perder el morbo de la escena, siempre la fotografía a reconstruir era reconocible. Gabriel pasó a ser la cabeza de la bestia, arrodillado como una rana sobre la boca de su hermana, que debajo de su culo como mecánica cambiando el aceite de caja pasaba a darse un festín con un ano que conocía aún mejor que el de su novio. Juan por su parte, pasaba al frente y le llenaba de dedos la cola y lengüetazos la concha hasta salpicar.
- Mmm hermanita, cada vez te superas… - Susurró Gabriel dejándose caer un poco más, ahogando sus gemidos y escondiéndole el rostro angelical entre sus sudorosas nalgas masculinas, grandes y sólidas. Mientras él empleaba sus manos en masturbarse y estimular sus testículos, ella abría y apretujaba los glúteos de su hermano sobre ella dándole un beso negro cada vez más sonoro.
La excitación en el ambiente no hacía más que crecer, desnudos al completo, ya no tan mojados, aunque en un ambiente de sauna japonés, donde el ambiente estaba viciado al extremo por un vapor invisible, una suerte de asesino de olfatos silencioso emanado por esos cuerpos en constante fricción. Majo fue la primera víctima de semejante bombardeo lacrimógeno y cayó presa de sus ansias de más, mucho más…
- Hermano, amor… aunque amo comer sus vergas, sus bolas, sus culos, tienen que terminar con estos juegos pelotudos y hacerme suya de una buena vez. – Dijo desde abajo, succionando los testículos de Gabriel, dejando que ambos le entrasen en la boca. – Estos días fueron una locura, ustedes compitiendo para ver quien me la pone primero en dónde y yo teniéndome que aguantar, encima viendo puros partidos de fútbol, todo esto es culpa de ustedes… estas ganas de que me cojan de una buena vez.
Majito para ilustrar su desesperación separo sus labios vaginales con los dedos, en los que una mezcla de 2 salivas distintas y sus fluidos manaron ante la más leve contracción. Ese agujero gritaba por una pija que le descociera la telita de una vez y para siempre.
- Bueno, no veo porque no deberíamos ceder, a mí no me molestaría que seas el primero, si no fuera por vos, no hubiera estado ni cerca de vivir estas cosas. Por mi métela donde te guste que después yo…
- No. – Lo interrumpió Gabriel a su vecino y compañero de andanzas eróticas. – Hoy no, es que… estoy lesionado.
- ¿Posta? – Se sorprendió Juan entre las piernas abiertas de Majo, obsequiándole alguna que otras lamidas distraídas.
Aunque Juan no lo vio, Majo debajo de Gabriel dejo de lamer, sin dudas había notado la mentira en su tono e intrigada por la verdad, sabía que tenía que aproximarse a su hermano en un contexto más íntimo.
- Entonces al menos tienen que llenarme la boquita de leche, vamos, llénenme la boca como si quisieran llenar un arco de goles, mis jugadores olorosos favoritos.
Majo salió de abajo de su hermano sintiendo que volvía a respirar aire medianamente puro otra vez, aunque ahora, con dos vergas apuntándole al rostro como en un violento asalto callejero, sabía que se venía una nueva andanada de sabores y olores de hombre, aún más concentrados que los que venía recibiendo a mansalva por cada célula olfativa.
Pronto ambos hombres observando a la musa bajo ellos, expectante como una ninfa encallada en una costa contaminada, observando a dos salvajes y fornidos marinos apuntando sus arpones y antes de que se impaciente, recibió una lluvia seminal en todo su ser. Aunque su boca estaba abierta con su lengua desplegada como un banderín, solo algunos proyectiles lácteos llegaron a ella, muchos la alcanzaron en las mejillas, el pelo, los senos, en algunos sitios chorros de semen de ambos se mezclaron en uno. No era la primera vez que terminaban sus travesuras con un bukkake pero si la más desprolija.
Si Gabriel necesitaba una última prueba de que su hermana ya no era la misma y esta había sido reemplazada por la más lujuriosa súcubo, la tuvo al final: con semen en la boca, Majito sopleteó levemente con la boca entrecerrada haciendo burbujitas seminales que le embadurnaron los labios antes de pasarse la lengua y limpiarse la boca casi paspada de tanta fricción húmeda. Aunque Juan admiró el gesto de su novia, Gabriel no pudo evitar dibujar desconcierto en su rostro.
Como acto final, con sus manos fue recogiendo el esperma esparcido en todo su rostro arrastrándolo hacia su boca como si sus falanges fueran rodillos de pintor. Se relamió, se chupó los dedos, junto los colgajos que le habían caído en las tetas y se sintió renacida.
- Bueno, vas a tener que cambiar la sabana, dar vuela el colchón, ventilar. – Mencionó Gabriel aparentando que no pasaba nada. – Echar perfume, quemar la habitación, volverla a hacer, quedo peor que un establo.
- No se preocupen, ya estoy acostumbrado a la limpieza. – Le restó importancia el inquilino de 7B. En eso era incuestionable, con tal de ser un buen anfitrión para ellos era capaz hasta de vender a su madre. - Bueno, el que quiera ducharse primero de los dos, adelante, siéntanse como en su casa.
- Paso, la verdad preferiría bañarme en casa. – Mencionó Gabriel. – Además, la lesión me molesta bastante, cuando me enfríe de todo se va a poner jodida.
Al excusarse, compartió una mirada cómplice con su hermana que juntaba la ropa perdida en el camino, que como si fuera su gemela de película, parecía compartir una conexión neuronal con su gemelo y supiera que mentía desde el vamos.
Aunque Juan insistió con que se bañaran con tranquilidad antes de irse, los hermanos se asearon moderadamente, le pidieron prestado un poco de desodorantes y perfumes por si se cruzaban con algún vecino rumbo a su departamento y prefirieron marcharse. De todas formas, el rústico defensor había quedado tan satisfecho con el “post partido” que no notó lo que de verdad pasaba entre los hermanos. Se había comido el cuento de la lesión tanto como se había comido al caramelito de Majo.
- ¡Canto “pri”! – Se anticipó a su hermano como cuando era una niña. – Cuando salgas y te pegues una ducha vos, me contás eso que te pasa. – Le dijo Majo mientras su hermano abría la puerta. – Lo único que debés tener lesionado vos es la pija.
- No hay mucho que hablar, es muy simple lo que me pasa. Igual bañate primero y después hablamos. – Aceptó Gabriel. – Dale que no soporto más la baranda a chivo que tengo.
En cuestión de pocos minutos María José volvió a desnudarse, tiró la ropa sucia en el cesto y se metió en la ducha como vino al mundo, sin cerrar la puerta, sin importarle que su hermano la observaba obnubilado abrir el grifo y esperar a que el agua se aclimatara a su gusto… cuando Gabo decidió acompañarla tomándola de la cintura desde atrás la tomó por sorpresa.
- Hermano… ¿Querés ahorrar agua, no?
Desnudo como ella, la tomó de la nuca y sin importarle un bledo donde había estado esa boca antes, la beso bajo el agua caliente que limpiaba sus cuerpos de sudor más no el pecado de sus almas. Mientras el vapor revitalizante ascendía alrededor de ellos, Gabriel no pudo contener más lo que sentía y tanto con sus labios, con su lengua y con sus fuertes manos masculinas le demostraron lo que de verdad le aquejaba. Con fuerza acaricio las caderas y la piel de su hermana dejando canaletas en su piel, profundos como surcos de labranza en los que pronto plantaría besos.
- Hermanita, no quiero competir con Juan por vos, porque te quiero toda para mí, desde la punta de los pies hasta la frente. No te quiero compartir nunca más. – Confesó despegando sus labios de los de Majo tras un ósculo tan intenso como prolongado.
- Así que era eso… te cansaste de estos juegos, te cansaste de poner en peligro mi virginidad, con razón nunca pudiste elegir si un agujero o el otro, siempre quisiste los dos como el goloso que sos.
- Yo soy el culpable de tu cambio, yo saque este lado tuyo y soy el único que merece disfrutarlo en todas sus formas. – Le dijo observándola con una lujuria que con la que hacía tiempo no la miraba, pasándole un pulgar por el labio inferior hasta verle las encías.
– Fue una señal para mí, competimos tantas veces este tiempo para ver quien se quedaba con una primera vez con vos y siempre que dio empate me pareció que tenía una vida más, una chance más de romper el acuerdo y reclamarte como mía. Él ya tuvo suficiente de vos, el favor esta pagado.
- Siempre lo quisiste todo, nunca fuiste de los que supieron decir suficiente. – Le dijo Majo, pasándole una mano por toda la espalda, en donde las gotas de agua se estrellaban como olas contra una rompiente. - Sos mi hermano y yo tu hermana, nos pertenecemos mutuamente, como siempre fue. – Aceptó casi bloqueada por el peso de semejantes palabras, sin poder comprender de todo lo que significaba pertenecerle a él al completo.
E iluminado por una epifanía mística, reconoció la verdad, por fin. – El Onlyfans no fue por el departamento, no fue para salvarnos de la pobreza, fue para salvar la relación que teníamos y dejamos agonizar por tanto tiempo, en el fondo lo que más quería era tenerte en mis brazos como cuando estábamos solitos en casa y solo nos teníamos a nosotros para todo. Nos tuvimos el uno al otro siempre, salimos adelante a nuestra manera y si tenemos que dejarlo todo para que vivamos juntos y felices, lo vamos a hacer.
En puntas de pie, María José lo abrazo conectando el besó número un trillón en la boca más prohibida de todas. Casi de inmediato sintió la lengua grande y experimentada de su hermano acariciando la de ella, enroscándose una sobre otra casi como serpientes en plena cópula. Para su suerte, las gotas de lluvia caliente escondieron las lágrimas de emoción que brotaban de sus ojos.
- Que le den por culo al mundo, mi hermanita es toda mía. – Susurró Gabriel con una sonrisa a ojos cerrados, volviendo a sumirse en un beso profundo y silencioso ahogado por el delicioso repiqueteo del agua caliente contra sus cuerpos.
Dónde todo nació
Gabriel había dejado el cuero en el partido y sus últimas proteínas restantes en el último bukkake, al dejar la ducha, aunque se sentía limpio, reconfortado y aliviado por tener la total complicidad de Majo en la traición a Juan (quizás había sentenciado el punto final de su relación) por poco se desmaya tras un mareo. No había comido nada, ni un bocado. Aunque deliciosa y placentera, ningún hombre podía subsistir a pura lamida de concha.
- Si sabía te daba una meadita así recuperabas sales esenciales. – Bromeó Majo terminando de secarse el pelo y dejando su teléfono en la mesa tras realizar un pedido.
- Me interesa ¿Dónde firmo para la próxima? – Le siguió el juego, aunque él no se lo tomó a broma.
- Lo dije en chiste, aunque si queres lo dije en serio jeje. – Se mostró sorprendida de las agallas de su hermano. – Pedí pizza de cantimpalo y huevo con una coca, necesitas la mayor cantidad de grasa, aceite, y azúcar para recuperar fuerzas, ya sabes, elementos esenciales. Tu hermanita se preocupa por tu salud ¿Viste?
- No tengo la menor duda. Mira que por tapiarme las arterias con chatarra no vas a cobrar ninguna herencia jugosa he.
Si los continuos empates en las apuestas con Juan eran una señal divina de que debía renunciar a la alianza y romper la tríada poliamorosa, al revisar su celular Gabriel recibió la confirmación de que los astros estaban alineados para iluminarlo con su convergencia astral.
- Majito… tenés que leer esto. – Dijo acercándole el celular al sofá, dónde ella mataba el tiempo con el suyo, respondiendo mensajes en su OF.
- ¿Me querés dar celos o algo así? No te me pongas en plan toxi después de la escenita digna de “La Rosa de Guadalupe” que me hiciste en la ducha.
- ¿Qué carajos? Aaah, el otro mensaje, no, no me refiero a ese.
Durante el partido, había recibido un mensaje de la 3era en discordia: Noelia. El cual tampoco había leído hasta ese momento. La rubia amiga, amiga con derechos, “amigovia”, como quisieran llamarlo (como mínimo su rótulo era cambiante o complicado) lo estaba presionando para una sesión compartida con Majo para su propio Onlyfans, algo acordado de hace tiempo y que se había retrasado por diversos motivos.
- ¿Mama? A ver qué dice… ¿¡Qué le pasa!? ¡Escribió un testamento!
- Armate de paciencia y léela, es importante. – Le advirtió ante el anacronismo del mensaje recibido. Acostumbrada a otras formas de comunicación, había escrito el mensaje de whatsapp como se escribía en papel.
A medida que Majito leía el mensaje, su semblante bromista se fue apagando, y no era para menos. Era un mensaje que cambiaba la perspectiva de todas las cosas y sembraba una pequeña semilla de oportunidad en sus horizontes caóticos.
El susodicho mensaje decía:
“Gabriel, María José ¿Cómo están mis bendiciones? Sé que estos días estuve incomunicada, sé que no tuvieron noticias de mí y paso a explicarles por qué (aunque ustedes también podrían hablarme de vez en cuando, a veces siento que podría desaparecer y a ustedes dos ni les importaría). Ezequiel de la parroquia me dio una mano escribiendo este mensaje, yo soy capaz de tardar un mes en redactarlo sin errores en el celular.
En fin, no le escribo esta carta para echarles en cara las cosas, les escribo para comunicarles que tomé una decisión importante. Antes que nada, estoy bien, no tienen que preocuparse, aunque no nos veamos en un tiempo debido a que he decidido fugarme con el Padre Misael a Capilla del Monte.
Es algo que no sucedió de la noche a la mañana, ustedes saben que siempre colaboré en todo lo que pude en la Iglesia. Fue en estos últimos años que con el Padre Misael duplicamos nuestros esfuerzos para inculcar la palabra del Señor allí a donde más se necesita. Las continuas labores unieron nuestros caminos y con el pasar de los meses, lo que ocurría entre nosotros se volvió incontenible.
Pasamos por muchas etapas, intentamos ocultarlo, intentamos mitigarlo, sin éxito en ninguna de esas empresas. Lo que sentimos el uno por el otro es algo que les deseo que sientan desde lo más profundo de mi corazón. Un amor así de verdadero y auténtico de los que solo se presenta una vez en la vida y debemos responder a su llamado por más adversas que sean nuestras posiciones. Cansada de cargar con la cruz de nuestro amor secreto, Misael decidió renunciar a sus votos solo si me iba con él a Capilla del Monte, y ahí voy a pasar el resto de mi vida, en paz y felicidad, cargando con la cruz de nuestro pecado, aunque muy feliz y enamorada, siguiendo por el camino de la fe, esperando que en el día que vea a San Pedro a la cara pueda perdonar haber arrastrado a un hombre de fe a una vida mundana de…”
La carta seguía y seguía hasta que al final Majo, con los ojos abiertos como platos ante semejante giro de acontecimientos, en el sprint final encontró un punto clave.
“(…) Ezequiel ya me está mirando raro por semejante mensaje, así que para cerrar voy a decirles que la casa queda para ustedes tal cual la dejaron, igual por ley es de ustedes. Solo les pido que la cuiden, que no dejen que se deteriore, que no se venga abajo, tampoco les recomiendo que la vendan o la alquilen… Tengan mucho cuidado con los ocupas, la ley está hecha para ellos y no van a recuperarla si se las toman. Esa casa además de tener su historia, es mi legado para ustedes.
Es una casa acogedora, ideal para criar hijos, es grande y en una linda zona, nada que ustedes no sepan. Entiendo que están más apegados a ese departamento (sé que es precioso ideal para jóvenes como ustedes). Si me preguntan qué haría yo, sería alquilar el departamento y vivir en la casa. Es solo una idea, conque cuiden de la casa para mi es suficiente. También quiero que nos visiten en Capilla del Monte cuando terminemos de asentarnos y tengan oportunidad.
Para cuando lean esto, voy a estar lista para iniciar mi viaje secreto (mañana a la mañana salimos) y van a tener que decidir qué hacer. Solo espero que por una vez me escuchen y me hagan caso en esto, cuiden la casa. Nada más que eso. Perdón por no hacer una videollamada, cuando se trata de comunicados tan importantes siempre me defendí mejor con la palabra escrita.
Pronto cuando lleguemos y acomodemos las cosas me voy a ocupar de llamarlos.”
Con cariños. Mamá.
Majo bajó lentamente el teléfono. En el tiempo que le llevó leer toda esa biblia y procesarla versículo a versículo, la pizza había llegado y su hermano le servía coca con una sonrisa de oreja a oreja.
- Triunfó el amor. – Dijo por fin. - Si nosotros queremos un lugar tranquilo y en paz para ser nosotros sin temor a nada, no hay un mejor lugar que donde empezó todo. – Le dijo su hermano sentándose en la mesa y dándole un mordisco brutal a una humeante porción de pizza. – No necesito más señales divinas, que le den por culo a todo, vamos a volver a casa y te voy a hacer mía.
Continuará…
Tanto Nahuel del piso 6 departamento B como Facundo del 3D se miraron en pleno picado sin entender por qué Gabriel y Juan parecían estar jugando un partido aparte. El dúo era protagonista en casi toda jugada clave como si se multiplicara en pleno partido. Todos estaban desconcertados, cada uno en su puesto, se estaba robando el partido jugada a jugada.
Aunque el clima mundialista tras la victoria contra México por parte de Argentina por 2 a 0 estaba más en alza que el dólar, ningún vecino del célebre edificio había visto al dúo jugar con tanta saña, con tanta entrega y arrojó en un partido en el que solo habían apostado hacerle pagar el siguiente encuentro al equipo perdedor. Parecían poseídos por el espíritu combativo de célebres jugadores como el inglés Beckham en el caso de Gabriel y el peligroso portugués Pepe en el de Juan.
Aunque no era el primer partido de fútbol 5 que los más futboleros del edificio organizaban (al menos 5 al año), ese era el que tenía las versiones de Gabriel y Juan más desatadas, más fuera de sí y protagonistas. El primero, usando una controvertida remera de uno de sus ídolos Beckham (que a modo de anécdota, admite que compró cuando los medios tiraron humo con su posible llegada a River en el 2014), era el dueño de los tiros libres de su equipo y solía jugar como mediocampista, aunque bastante seguido le valía verga todo y terminaba abandonando su posición de forma temeraria para lanzarse como delantero.
Juan no podía ser más distinto, aunque solía ser un defensor central, como mucho, molesto, esa tarde estaba más que inspirado y se había vuelto intratable cortando los avances rivales como podía con sus limitadísimos recursos, aunque compensando su falta de habilidad con un mayor resto físico que cualquiera del edificio. Entre sus presas estaban los tobillos de Gabriel. Este no paraba de enfrentarlo, de buscarlo, de probarlo, y Juan siempre estaba allí para marcarlo como sea, con más garra que otra cosa. Se hacían la psicológica mutuamente.
- ¿Qué les pasa a estos? – Preguntó agitado Nahuel a su compañero Manuel, del 2G, en el equipo de Gabriel. – ¡Ese morfón ya ni pasa la pelota! Encara y trata de llevarse puesto a Juan.
- No sé, hoy se cree Messi porque metió un gol de tiro libre, que hijo de...
- Ahí se mandó de nuevo… ¡Pasa la pelota, inglés hijo de puta! – Le grito el portero del edificio Miguel a Gabriel, (que por edad y condición física siempre iba al arco) cuando este intento una nueva patriada y termino chocando contra Juan, la pelota rodó sumisa entrando al área pidiendo permiso y fue despejada de un violento zapatazo por Romeo del 1A y de vuelta a empezar.
El partido era favorable a Gabriel por 4 a 3. Gabriel anotó un gol de tiro libre, otro de rebote en el borde del área y Facu y Nahuel se repartieron los otros tantos. En el equipo de Juan los tantos habían sido perpetrados por sus delanteros Horacio, Ezequiel y por el multifacético Romeo. Por lo general, debido a que la calidad de los jugadores decrecía partiendo de los delanteros hacía abajo, no era raro que entre ambos equipos se metieran más de diez goles. Ese día el marcador se sentía acotado y era por la tensión en el ambiente… algo estaba perturbando a Gabriel y Juan y comenzaban a entender por qué.
- Estos terminan a las piñas. – Susurró Facundo (el muy fantasma, tapándose la boca como hacían en la televisión) viendo como Gabriel volvía a acomodar la pelota para patear un córner, negándose a prestar el esférico a Nahuel y desencadenando otra discusión con el delantero. – No digas nada de esto, para mí está caliente con Juan porque se come a la hermana. Lo quiere dejar pagando siempre.
- Puede ser. Encima la flaca vino a ver el partido… - Mencionó Miguel, interviniendo en la conversación adelantándose, observando a Majo desde la distancia.
La chica además de radiante de hermosura, estaba en la flor de la edad y vistiéndose cada vez mejor, ese día lucía un top corto de tirantes color blanco, a juego con unos shorts cargo, de calce medio alto con un cinturón negro grueso que rompía con la monotonía blanca de su outfit, de lo contrario parecería salida de su fiesta de primera comunión tardía. Era sencillo distraerse con su presencia, aunque también, era una invitación a lucirse con una jugada por la banda izquierda tan solo para robarse una mirada suya.
Justo en ese momento se armó una pequeña trifulca y Majo revisó su teléfono mientras se debatía con el árbitro si Juan había hecho plancha a un muslo o no. Al entrar a su OF notó que tenía nada más y nada menos que 7 seguidores nuevos…
- Esa última sesión agitó el avispero. – Susurró contestando mensajes, casi todos ellos muy pervertidos. Por supuesto que no era para sorprenderse, en su última sesión ella dio un plus. Aunque sus suscriptores no lo sabían, la sesión fue casi un cuckhold de hermano y novio que sacó su lado más pasional.
“Pobres, yo posando desnuda y ellos sin poder hacer nada, con razón se matan en cada pelota… Majo usted es diabólica” pensó sonriendo con malicia. Es que encima de todo, ese día el partido de fútbol no era lo único que había acontecido… no. Antes de salir a la cancha, en casa de Juan, Majo había realizado una imponente sesión fotográfica sin permitirles a sus hombres tocarles un pelo, frente a ellos a modo de aliciente supremo, había obsequiado sus mejores poses, las más sugerentes. “Es para que salgan al campo de juego motivados” les había dicho esa mañana mientras posaba con esa misma ropa que llevaba mostrándoles con lujo de detalle hasta los resquicios más íntimos de esa copa de carne que ella personificaba… y como toda copa, solo el ganador tiene derecho a tocarla con las manos.
- Algo raro pasa, últimamente andan juntos como buenos amigos, me hablo con Gabriel y él no tiene problemas con que Juan ande con ella, para mí o está enojado por algo o hicieron alguna apuesta gorda a nuestras espaldas.
- Se la juegan por el asado. – Dilucidó Facundo.
- Algo más. Para mi algo más. – Susurró con mirada de misterio antes de volver a su posición entre los 3 palos cuando Juan despejó como pudo otra pelota, casi llevándose una tibia de recuerdo.
A la izquierda de la cancha de césped sintético, detrás de una red, aferrada contra ella como una sirena capturada por un pirata, María José observaba el partido con la difícil tarea de mostrarse neutral. En un lado tenía a su don Juan, el mejor físico sobre el sintético compensando su falta de habilidad con vigor, despejando cada pelota como le salía, saliendo al cruce y terminando despatarrado en cada avance rival. Del otro, tenía a su hermano y amante Gabriel, creyéndose poseedor de la derecha más letal del mundo, cada vez que agarraba la pelota su hermano parecía tenerse más confianza que Messi y quería comerse la cancha en una jugada. Majo admiraba a ambos y se sonreía con cada enfrentamiento de sus compañeros de aventuras.
- ¿Hinchas por tu hermano o por tu novio? – Le preguntó la hija menor del portero, Helena, que solía ir a ver los partidos de vez en cuando.
- Por mí que gane el mejor. – Admitió con una sonrisita angelical que escondía sus perversos pensamientos: “Si supieran porque ambos jugaban a esa intensidad vamos presos.”
Solo ella, la espectadora de la mirada traviesa sabía porque sus dos machos se jugaban la camiseta con alma y vida, solo ella sabía que la broma de apostar su virginidad para el que ganara el siguiente picado había trascendido el nivel de broma para convertirse en realidad después del Argentina 2 México 0. A medida que los minutos pasaban, las camisetas traspiradas pesaban más y la tensión aumentaba como en una final del mundo.
Para colmo, el equipo de Juan empató cuando Ezequiel sacó un violento remate que se le metió a Miguel entre su cuerpo y el palo armándose así la trifulca contra Gabriel, que había perdido otra pelota en sus clásicos avances en solitario a lo Rambo. Quedaban siete minutos, seis, cinco, cuatro, y cuando Fernando, el electricista del 3B estaba por pitar el final, en su lugar pitó una falta. Juan había derribado a Gabriel cerca del área y como un resorte, como un padre que busca guarecerse entre sus brazos a un hijo en una catástrofe, buscó el esférico y lo abrazo para levantarse con él y no soltarlo jamás.
Por más que estalló la bronca, había un acuerdo improfanable de que aquel que lograse meter un gol de tiro libre, podía hacerse cargo de cada pelota parada del encuentro. Así fue como a lo Riquelme, preocupándose de que se respeten las distancias de la barrera de forma milimétrica, olvidándose de que el tiempo corría, Gabriel se decidió a patear: observó a la pelota, luego al arco, agacho cabeza, tomó carrera y remató.
El mágico sonido del esférico rozando la red antecedió a los gritos de euforia del equipo que pasaba al frente.
- ¡Ay no te lo puedo creer! – Estalló Majo desde el otro lado de la red al ver a su hermano anotar un 2do gol de tiro libre y el 3ero en su cuenta personal. – ¡Hasta para él esto es demasiado, encima en el final!
- Tu hermano es buenísimo con los tiros libres. – Coincidió Helena. – Pobre tu novio, parecía que iba a empatar.
- Gabriel siempre fue bueno en eso, en el patio de casa solía practicar seguido apuntando a varios círculos pintados en un paredón alto. Yo le alcanzaba la pelota me acuerdo. – Rememoró Majo como la mirada de Gabriel se conectaba con la suya y se le dibujaba una leve sonrisa. El mundo nunca debía saber que se habían quedado con las ganas de festejar el agónico gol con un ardiente beso. Tampoco sabría lo que había en juego, y casi como una suerte de profecía autocumplida, Majo había colaborado en que su hermano mayor alcance la maestría en los remates de media distancia para que precisamente, ese día se llevara el premio mayor: el derecho a hacerla debutar donde quisiera, cuándo quisiera, cómo el más quisiera. Ella era la verdadera copa del mundo para ellos dos y su hermano estaba por adjudicarse el derecho a tocarla.
Tras tardes y tardes en las que mataban el aburrimiento con una pelota en el patio, hasta esa justa den caballeros contra Juan en la que el resto de actores de reparto ni se imaginaba que había en juego, parecía haber una historia secreta que llegaba a su conclusión. Quizás por eso no habían sudado la camiseta ni una fracción de lo que la habían empapado su hermano Gabriel y su novio Juan.
Sudados, agotados, con las cajas torácicas inflándose como si estuvieran por parir un alien, se cruzaron en la cancha y al parecer, surgió una riña. Gabriel quería dar por concluido el partido, Juan quería jugarse una última carta en los minutos restantes y trataba de convencer al electricista de jugar hasta el final.
– Ahora están discutiendo porque quiere que termine el partido, igual quedan un par de minutos. – Observó Helena y en efecto, el partido continuó el minuto y medio faltante, está vez, 5 a 4 a favor del equipo de Gabriel, un resultado más parecido a los anteriores en los que siempre se cagaban a goles.
Quizás por la euforia de sentirse ganador a último momento, el agotamiento por el esfuerzo final o las distracciones por los festejos de semejante gol, en los últimos minutos el equipo ganador durmió en la salida y ocurrió una de esas anomalías futbolísticas que rara vez ocurre, aún en partidos de fútbol 5 entre amigos; anomalía que había sido vista por ejemplo en el encuentro entre River y Boca en al final del 2018 y rara vez se observaba en competiciones de alto octanaje.
Los habilidosos del equipo de Juan, Ezequiel y Horacio encabezaron la última carga por la gloria repartida del empate. Ezequiel, el portentoso y tosco delantero, estorbó a Manuel y Horacio arrastró marca, Joaquín apareció como la luz mala en un lateral del área y remató cruzado… el tiró venenoso fue picando en el sintético como una piedra haciendo patitos en un lago para ser atajado por Miguel… a medias, la pelota le rebotó en un codo como si tuviera un conejo adentro y fue alcanzada por alguien que no estaba en los planes de nadie, cual jinete de Rohan en el Señor de los Anillos, Juan había dejado su puesto como nunca y le dio un tremendo remate a quemarropa para sentenciar el empate final.
Entre quejas y pedidos de falta del equipo de Gabriel, Juan se sacó la remera (era un trapo de piso mojado) y eludiendo a sus compañeros de festejo, se acercó a Majo para festejar el gol impactando sus labios con violencia en los de ella. El electricista del edificio no dejó sacar del medio y pitó el final, había sido empate… para Majo, Juan y Gabriel, había sido empate otra vez.
No era la primera vez que se jugaban todo por Majo. Ya se habían jugado el derecho a hacerla debutar en una partida de T.E.G. en la que ninguno pudo concretar su cometido por falta de tiempo (habían olvidado lo largas que podían ser esas partidas cuando los dados decidían no favorecer a nadie).
En una pulseada violenta que decidía el destino del debut, la mesa de vidrio en casa de Juan se quebró y terminaron en el piso, tomados del brazo, casi cortándose por los vidrios rotos. Decidieron así, por el bien de la integridad de ambos y del concurso, decretar la pulseada como empate y se soltaron a regañadientes.
Por último, habían competido por ella en una cruenta partida de Counter Strike en la que, por un apagón en el edificio, tuvieron que resignarse a no contar con un ganador otra vez ya que para cuando la luz regresó, era demasiado tarde y los equipo se habían disuelto.
Majo insistía en que tiraran una moneda, hicieran piedra papel o tijeras o incluso pan y queso, no obstante, ambos hombres querían luchar por ella de forma épica. De tener caballos acorazados, estandartes y jabalinas de acero se la habrían jugado en interminables justas hasta que solo uno se mantuviera en su silla. El partido de fútbol 5 estaba cercano en el horizonte y habían creído que sería la prueba final cuando no fue así.
Aunque el partido finalizó 5 a 5, Majo sintió el inconfundible olorcito a victoria regado por todo el cuerpo de Juan, la testosterona inyectada en un momento así lo convertía en un semental y a nivel químico, la naricita de Majo vibraba ante tal fragancia de macho que su cuerpo irradiaba como radiación de un núcleo expuesto. Tenía una idea que dejaría contentos a ambos y les haría valorar el forzoso empate.
- No hay caso, no hay manera de resolverlo. – Le susurró al oído a su novio, viendo abrazada a él como Gabriel se había quedado con los brazos en jarra en medio de la cancha, puteando al aire por no haber defendido esa última pelota con mayor intensidad.
- Ya vas a tener tu ganador, sea él o sea yo, somos caballeros y dijimos que lo resolveríamos de alguna manera justa. – Le dijo Juan, colorado como testículo recién rascado y con las costillas filosas de tanto que se inflaba el pecho. – Ahora vayamos a casa, necesito una ducha urgente.
- Si… una ducha. – Susurró Majo, que en su pervertida mente tenía otros planes. – Me prometieron que hoy habría un ganador y otra vez me vuelven a fallar, parece que no me quieren tanto como creí.
- No seas así, amor, dejamos el cuero en la cancha. – Se defendió Juan mientras era alcanzado por sus compañeros de juego que no habían podido felicitarlo apropiadamente por el gol de su vida. Todos coincidían, ganadores y perdedores, que había sido el mejor partido jamás jugado por el edificio.
- ¡Deberíamos jugarle uno a los del edificio de enfrente! – Se envalentonó Facundo.
- ¡Si Gabriel y Juan juegan como hoy los hacemos mierda! – Coincidió Romeo mientras todos dejaban la cancha de sintético para darle el espacio a los del turno siguiente. – ¡Sacaste todo, animal! ¡La próxima te quiero así he!
- Hice lo que pude… - Respondió Juan con su humildad característica una vez que las revoluciones comenzaban a bajar.
Gabriel se les unió después y tuvo que ver como Juan iba al frente de todos acompañado de María José, en cuero y orgulloso de su gol que maquillaba un empate de victoria por haberles arrebatado el triunfo de forma épica a los demás.
- Vos no te desanimes que fuiste el único que se llevó la pelota del partido. – Lo reconfortó Miguel viéndolo algo cabizbajo, impropio de él.
- Ya sé, igual fue un partidazo, es que podría haber tacleado a Juan o algo, sé que pude haber hecho más y siento que perdimos… - Confesó observando el hermoso y jugoso trasero de Majo meneándose como cola de pavo real frente a él, para colmo Juan arrastraba uno de sus brazos como serpiente para meter su mano en el bolsillo de su nalga. Gabriel sentía que había perdido inmensamente más que un partido y poco le importaba haber convertido 3 goles.
Al llegar al edificio, “los pibes” se fueron despidiendo uno a uno saliendo del ascensor en sus respectivos pisos (ninguno usó las escaleras, estaban detonados) no obstante, tocó llegar al piso de Juan y Majo tomo las manos de su novio y de su hermano por igual para seguir el camino con ellos.
- Nos bajamos en este, suerte chicos, fue un partidazo, si sabía los grababa. – Los despidió para sorpresa de Juan y Gabriel, que también se despidieron de sus compañeros de lucha ¿En qué pensaba Majito?
- Majo, tendría que irme a duchar, estoy como la criatura de la laguna negra. - El índice de su hermana cruzó sus labios indicándole que se callara mientras Juan, intuyendo algo perverso cocinándose en la mente de su novia, abrió la puerta de su departamento hecho un manojo de nervios.
- ¿Bañarte? ¿Y echar a perder el perfume de hombre que tenés, hermano? – Susurró una vez adentro, estirándose para envolverlo en sus brazos y besarlo con lujuria sin importar que sus brazos secos se empapaban con la piel de su hermano durante el abrazo. Juan, detrás de ellos se sonrió, como todo un pervertido de pura cepa aún se maravillaba de ver a dos hermanos siendo tan cercanos uno con el otro. Por ende, espero con paciencia a un lado hasta que llegó el turno de besar a su novia, sin importarle cuanto de ese delicioso gustito en su boca era de ella o de él, de todas formas, compartían sangre y debían de tener incluso la misma saliva. Majo también le acaricio el cuerpo sudado sin importarle el pegajoso y ardiente contacto de su piel con la de Juan.
- Empatamos, Majito, no sé qué tenés en mente. – Se extrañó Gabriel.
- Estos días se la pasaron viendo partidos de mundial, me la pasé viendo futbolistas traspirar la camiseta por una copa y hoy los vi jugar en vivo por mi… no sé, me despertaron ganitas de probarlos así, todos chivados, olorosos, calientes como un volcán y apestosos como un basurero. Hoy no quiero nada delicado. Hoy quiero hacer cosas muy sucias.
- ¿Muy… sucias? – Se sorprendió su novio. – Pensé que ya éramos lo bastante sucios para vos.
- Me parece que tanto fútbol, tanto macho sudado y trabajado le cambió el chip a mi dulce hermanita. – Inquirió Gabriel.
- Lo que me cambió el chip fueron ustedes dos, háganse cargo. Desde que empezaron a apostar casi no me tocan un pelo ¿Qué esperaban? – Les dijo mirando a uno y luego a otro. - ¿Y bueno? ¿Van a querer marinarme como milanesa con esos cuerpos apestosos o van a arrugar?
El dúo de hombres se miró sin necesidad de responder y se abalanzaron juntos contra ella, cubriéndola no solo con sus cuerpos, sino con sus efluvios corporales y el intenso calor que emanaban.
Una nueva criatura
- Me matas, Majo uuufff. – Admitió Juan ya sin mucha actividad neuronal detectable observándola de arriba a abajo.
- ¿En serio hermanita? No tenés idea de cómo tengo la verga… es un nugget hirviendo en aceite - La alertó pasando a apoyarla para que comenzara a sentir su erección y, además, envolverla con el olor a hombre que tanto parecía haberla cautivado.
- Mmm ya me estoy ahogando, me estoy quedando sin aire de olor a chivo que tienen. – Expresó volteando para pasar de los labios húmedos de Juan a los de su hermano, dibujando un hilillo de saliva que se evaporo en al ardiente aire del departamento.
- Esa sesión mañanera en la que no me dejé tocar un pelo rindió sus frutos, sudaron la camiseta como si jugaran en un enero en Santiago del Estero. – Y hablando de esa particular provincia.
- La camiseta no es lo único mojadito ¿Querés experimentar con el sudor, hermanita? Acá tenés…
Gabriel tomó la mano de su hermana y con descaro, la metió en su entrepierna para que palpara sus sudados genitales, tan ardientes como ponzoñosos, bastaba separar un poco el short de su bajo vientre para que sus efluvios agrios salieran emanados como vapores industriales.
- Mmm hermano, está caliente y resbalosa, me gusta… - Le dijo en un tono de lolita que era una invitación a que el FBI derribara la puerta con un ariete, entrara de un salto por una ventana y cayera atado en sogas del techo.
Juan también reclamó algo de atención y tomando la otra mano de María José, se las llevó a la verga para que la manoseara mientras los hombres se turnaron para besarla. Ambos sintieron las manos de la joven secas, suaves y frías, más no por estar frías en sí, más bien por la diferencia de temperatura. En realidad, ellos estaban en llamas y los besos de lengua continuos no estaban ayudando.
- A ver quién de los dos llega más lejos en mi boca… - Susurró pasando de Gabriel a Juan, de Juan a Gabriel y de nuevo a su pareja. Cada beso parecía parecerse más y más al que el personaje de Jim Carrey (Lloyd Christmas) le daba al de Lauren Holly (Mary Swanson) cuando fantaseaba con ella en la película Tonto y Retonto. No había ningún recato, ningún código de fineza ninguna contención, los hombres querían invadir la boquita de la joven de forma tan profunda y húmeda como era posible y tras varios intentos, Majo con la boca brillante y saliva cayéndole del mentón llegó a una conclusión.
- El ganador es… Juan. Sentí que se me metía una víbora en la boca en ese último… - Admitió casi sorprendida limpiándose la saliva del mentón con el antebrazo. - Ahora viene el premio.
Su premio, ninguno de los dos pudo imaginarlo. La castaña besó el cuello resbaloso de su novio, pasó a su pecho y levantándole un brazo, hundió su rostro en la axila velluda del hombre, frotándose en ella, sintiendo su olor a hombre, hormonas enloquecidas y testosterona recién sacada del horno. Su hermano de atrás nunca imaginó que vería a su tierna hermana haciendo algo así… comenzaba a preguntarse cosas que nunca se había preguntado.
- Mmm amor... nunca imagine que esto pudiera gustarte. – Mencionó el musculoso tomándola del rostro y refregándola contra su axila como una bolilla de desodorante. - ¿Te gusta como huele mi chivo?
- No, apestas, estas todo apestoso, tu baranda no me deja ni respirar…
Sin embargo, haciendo caso omiso a su reclamo, la llevó de una axila a otra y la mantuvo pegado a ella frotándola mientras la mano de Majo revolvía entre su entrepierna nuevamente, haciéndole una mesurada paja por debajo del short. Gabriel, que a pesar de recibir la espalda de su hermana no se sentía ofendido ni de sobra, encontró con qué entretenerse… quizás hasta salía ganando de todo aquello.
- Permiso, hoy hizo calor para todos y vos también debes de estar toda sabrosa. – Sin pedir permiso, desde atrás le desabrochó el cinturón, le bajó el short de jean blanco y hundió el rostro sin previo aviso entre los glúteos de su hermana, respirando el aire filtrado que pasaba tanto por su piel sudorosa como su tanguita ensopada.
Mientras Majo lamía y besuqueaba las axilas de su novio (aferraba los vellos aceitosos con su boca y los “peinaba”), su hermano tomaba una muestra del perfume de su culo por sobre la tanga, sintiendo por primera vez el olor de los agujeros de su hermana en un día de verano como ese… había hecho mucho calor y en esas gradas le había preparado el más afrodisíaco de los perfumes, el que está reservado solo para los intrépidos.
- Me muero, olés tan rico, hermana. – Dijo Gabriel hundiéndose lo más que podía en la cola y aspirando con las ganas de un drogadicto rompiendo una abstinencia prolongada de polvo blanco. Como un curioso “Ciempiés Humano” amorfo en todo sentido, Majo dejó que su hermano le sintiera sus fragancias más secretas mientras ella se mantenía conectada a su novio a regiones de su cuerpo poco usuales… aunque pronto prefirió pasar al platillo fuerte, el más salado.
- Oooh, sí, sí, oooh, sí… - Dejó salir Juan cuando Majo se inclinó más y al liberar su polla apestosa (tal así que el tufillo a bolas le hizo voltear y llevarse la mano a la nariz de forma instintiva) le lamió el extremo desnudo de su glande, ese pequeño y escurridizo medallón de carne roja rodeado de piel sobrante de prepucio, una pequeña lagunilla de sal en medio del desierto…
- Mmm huele fuerte, Dios, que olor a huevos. – Susurró Majo sorprendida de que un cuerpo pudiera emanar semejante peste.
Pronto cabeceó estirando el cuerito sudado de su novio. Era como lamer una paleta helada… solo que salada, y ardiente, muy ardiente. Más bien era un snack en forma de churro cubierto de sal, Majo no podía enfatizar suficiente lo salada que estaba esa verga en esos momentos, con cada cabeceó profundo y lento parecía limpiarle una capa de mugre más, el sudor se le estaba acumulando en la boca junto con toda la grasilla propia de la piel sin lavar, solo en una situación de calentura extrema como esa una pija sucia y sudada podía otorgarle un goce inédito.
Gabriel por su parte, ni lento ni perezoso, no tardo en correr el hilo de la tanga de su hermana para revelarle el ano, al que mantuvo desnudo mientras abría sus nalguitas musculosas. Se lo veía como una criaturilla indefensa y acorralada sin lugar a dónde escapar, una criaturilla que Gabriel se llevó a la boca e intentó comerse de forma literal succionándola con fuerza, con tanta fuerza que hubiera removido un mejillón de su roca costera… y lo tenía tan salado como uno.
- Que rico esta tu culito hoy, hermanita, tantas horas bajo el sol te lo dejo más apetitoso que de costumbre. – Dijo separando sus glúteos un poco más, hasta estirar el agujero y ver un poco de su interior rosado.
- ¿Te gusta hermano? ¿No te molesta que mientras refresque esta verga con la boca?
- Para nada, conmigo podés ser toda lo sucia que quieras, después de todo yo te enseñe a sacar tu lado de putita. – Agregó antes de invadirle el anillo de cuero con la lengua, pujando con ella, sintiendo como la muy putita lo relajaba para permitirle el paso a sus aposentos ardientes. Parecía querer atraparle la lengua con el anillito, ya que lo tensaba y relajaba mientras la lengua tenía su puntita adentro.
- Es en estos momentos que de poder elegir un superpoder, elegiría el de Sapo de los X-Men. – Confesó Gabriel tras tomar aire y volver a uno de sus fetiches favoritos. – Envidio a ese jodido mutante en estos momentos.
- ¡Hermano! ¿No te parece ya demasiado cochino lamerme el culito por fuera? Estas enfermo… - Le siguió el juego Majo antes de darle una profunda lamida al tronco venoso y oscuro de Juan.
En trío se mantuvo en sus actividades por varios minutos, Majo cabeceando para mamar la verga de su novio, que la tomaba de los pelos para que lo hiciera al ritmo que le gustaba mientras atrás, su hermano, le hacía un enema con su lengua. Pronto, complacida con la dureza de la verga de Juan, Majo le indicó a su hermano que se colocara al lado de su hombre (aunque ambos lo eran, en teoría) y descubriéndole el pantalón, procedió a succionar la pija olorosa y traspirada de su hermano.
- Slurrp, sluuurp, sluuurop, schuick, schuiick, aaackh, aaackh… - Hizo al final cuando Gabriel la obligó a hacer una garganta profunda de sorpresa, rápida y súbita, hasta ver la nariz de su hermanita estrellándose contra su bajo vientre.
- Hace como los marcianos de “Marte Ataca” – Observó muy acertado Juan, que tomaba la mano de su novia para que le hiciera una paja. La verga le había quedado muy pegajosa, aunque no olía tanto a bolas y sudor, la saliva caliente le había impregnado una fragancia distinta, como si hubieran preparado una mezcla única entre ambos.
- Mmm Majito, como te gusta tragar pija… - Le susurró su hermano manteniéndola ensartada con su miembro viril.
- Aaackh, aaackh, aaackh, aaackh, aaackh, aaaaackh… - Hacía Majito, despeinada, con la carita angelical empapada en sudor y ahora una verga ingresándole en la boca hasta la garganta, impidiéndole respirar aire puro, solo aire viciado de olor a verga, bolas y chivo. La atmosfera parecía volverse el humo del más perverso brebaje de bruja, batido a su alrededor por dos cucharas de carne que la enloquecían, pronto sus ojos se pusieron en blanco del placer, el olor de esas vergas bañadas en perfume de macho le colmaron la cabeza hasta pensar que nunca respiraría aire puro de nuevo.
- Aaaah, aah, aaah, hermano… nunca la probé así de caliente, así de sucia. – Expresó con la garganta carrasposa por culpa de tener un glande empujándole las cuerdas vocales. – Creo que me voy a volver adicta a esto, la abstinencia está sacando fetiches que ni sabía que tenía. – Confesó mientras subía a lamer las axilas de su hermano (ambas) la tabla de lavar de Juan, la panza de Gabriel, todo, como una gatita sedienta, les lamió en lugares por donde nunca pensaron que pasaría una lengua y unos ardientes labios de mujer hasta que volvió a descender para complacer a ambos.
Majo lamió, besó ambos troncos y juntando las cabezas, se las metió a las dos en la boca, llenándose con ellas, lamiéndolas hasta hacer chorrear su saliva en su pecho… pecho que Juan se estiró para descubrir y dejar sus pezones al desnudo. Gabriel en cambio, manteniendo la cabeza de su hermana con ambas vergas en la boca, decidió que era mejor mover la acción del trío a la habitación de Juan, para que la chica se sentara y pudiera mamar sus vergas estando cómoda.
- ¿Ves? Tu hermano mayor se preocupa por su hermanita. – Dijo mientras con una mano le acariciaba la cara pegajosa y le frotaba el glande en los labios. Más pronto que tarde, le hizo volverá cabecear ambas pollas al unísono.
Con Majo sentada rodeada de hombres sudorosos que inundaban hasta la más pequeña partícula que respiraba, Juan y Gabriel trabajaron en equipo en contraposición al partido de fútbol que los enfrento. Ambos tomaron la cabeza de Majo y comenzaron a penetrarla intentando llenarle la boca de pollas, a veces una de ellas inflaba una mejilla izquierda, en otras la derecha, incluso ambas coincidían intentando meterse en su garganta y superpuestas le apretaban la lengua haciéndole escurrir baba por la boca. Sus labios estaban estirados en una mueca ridícula que solo en esas situaciones resultaba sensual.
Si ya de por si sus mamadas eran deliciosas, verla así, con la boca rebosante de carne masculina y las tetitas brillantes de baba que no dejaba de caerle, era un regalo divino.
En eso sonó el celular de Gabriel que había quedado perdido en el living (se deslizó por sus piernas y al caminar a la habitación ya no lo tenía ni en los tobillos), sonaba el increíble riff de “El Reino Olvidado” de Rata Blanca en loop.
- ¿No atendes hermano? – Preguntó Majito lamiendo ambos glandes en los extremos, por el pequeño orificio dador de vida… y de orina, contradicciones de la naturaleza que a ella poco le interesaban.
- Todo el mundo puede esperar en este momento. - Sin embargo, seguía sonando y por unos minutos fue lo único que rompía el silencio además de los jadeos de Majo al lamer pija. Sin que lo notaran, ignorado olímpicamente, el celular acalló su tonada y se pudo escuchar la música dela pasión en toda su gloria.
- ¿No es gay si nuestras bolas no se tocan, no? – Bromeó Juan, notando que nunca había sentido una verga contra la suya, aunque en el contexto ese no le molestaba en absoluto, estaban tan salivadas que cada vez que se rozaban se zafaban hacia las mejillas, la garganta o el paladar de Majo.
- ¡Exacto! – Reconoció Gabriel tras una risotada olvidando de inmediato que su celular había sonado.
- Entonces los voy a volver gays… prepárense para la conversión jeje. - Intervino Majo y obligándolos a acercarse más, Tomó ambos sacos escrotales para lamerlos, besarlos, succionarlos, y los obligó a que se rozaran para pasarles la lengua a la vez, si el rabo y los glandes estaban salados, sus bolas parecían remojadas en el Mar Muerto. Gabriel primero y Juan después, posaron sus manos en los cabellos castaños y despeinados de Majo para frotarle el rostro en sus sacos escrotales.
- Diosss me están subiendo la presión, que sabrosos están, ni en una picada antes del partido de la selección hay tanta sal… - Susurró Majo antes de succionar el escroto de su novio hasta que uno de sus huevos se metió en la boca, repitiendo el procedimiento con su hermano. Y este incluso tomó a su hermana de atrás de la cabeza y la refregó tanto por su pija como sus bolas, como si sus genitales fueran una esponja cargada de agua salada y quisiera limpiarle el rostro con ella.
Juan ni siquiera podía soportar su propia baranda y la de su compañero de aventuras al lado, y su novia allí abajo se estaba fumando el tabaco más nocivo de sus cuerpos sin filtro. Y ni siquiera se imaginaba que venía lo mejor…
- Ricas pijas, más que de costumbre. – Expresó dándoles un sonoro chupón en los glandes- - Ahora quiero el postre. – Dijo terminando de desnudarse (con rapidez, nada que ver a como se desnudaba en las sesiones) e indicándole a Juan que se suba a la cama. – Veni, sin miedo que estamos en confianza, nomás quiero que te pongas más cómodo.
- ¿Tenes en mente lo que creo que tenés en mente? – Preguntó sin poder contener la emoción, y es que su novia lo estaba acostando y tomándolo de las piernas le empujaba estas para que las mantuviera en alto…
- ¿Algún problema con eso? ¿Y vos hermano? ¿Te molesta si le como el culo a mi novio?
- Para nada, me lo comiste a mi tantas veces, una comida de culo no se le niega a ningún hombre. – Aceptó con sinceridad. – Además, acá tengo con qué entretenerme. – Reconoció viendo como su hermana le dejaba la colita servida para que se entretenga como mejor considere mientras hundía su boca bajo los testículos de Juan.
- Aaah, aaah, aaah… Dejó brotar de su boca el extasiado vecino del 7B, los mentados gemidos de hombre como le llamaban. Atrás de ese trencito de la alegría, Gabriel seguía admirando el traserillo abierto como una flor de su hermana víctima de algo impensado… algo que nunca solía pasarle en una situación así… una crisis de identidad.
Fue como si hicieran conexión dos neuronas que no debían conectarse, un chispazo por errarle al borne positivo con el negativo en una batería, un recuerdo invasor que se posa en el foco de la mente como un insecto molesto… Es que esa mujer perdida entre carnes de un hombre que no era él no podía ser Majo, su Majo. ¿Qué había pasado? ¿Él había pasado o algo más? ¿Tanto podía corromper a una persona o en realidad había sacado a relucir su verdadera cara? Era difícil asociar a esa jovencita que recién cumplidos los 18, aceptaba tímidamente y con algo de escándalo que su hermano les tomara fotos a las tetitas para salvar su departamento… había un abismo al que él la había empujado y ahora, sentía que la quería sacar, tendiéndole una mano para que todo vuelva a ser como antes.
¿Eso quería? ¿Qué las cosas fuesen como antes? ¿O sentía que algo no encajaba en todo ello? Majo parecía estar gozándolo, hundida en el culo del hombre concentrada en hacer de su beso negro tan profundo como placentero, el único que parecía estar sumidos en dudas imprevistas era él.
- Hermano… ¿Pasa algo? – Notó al ver que la cabeza del ciempiés humano y su parte del medio (ella) funcionaban, y la cola de la quimera humana no.
- Eh, nada, solo estaba… admirando cuánto aprendiste y creciste, amor. – Dijo sacando a relucir su chapa actoral. Si había un momento para exteriorizar mambos de seguro no era ese, por lo tanto, abrió las alas de mariposa de su hermana y le pasó la lengua entre ellas probando los flujos de su hermana, que tan bien le sabían.
- Mejor, mucho mejor mmmmff si está todo bien entonces sigo. – Aceptó Majo, notando que algo raro había pasado… ella con 18 ya era una toda una mujer y a las mujeres nada se les escapa. - ¿Te está gustando como tu novia se come tu culito?
- Espero que esto conteste tu pregunta. – Respondió Juan tomándola de la cabellera y presionándola contra su ano para volver a sentir esa boca besándole la escarapela negra, sentir esa lengua inquieta como lombriz asoleándose y la respiración refrescante contra su olorosa piel. Aunque parecía mentira, cada vez llegaba más lejos en sus perversos besos negros.
Gabriel gracias al perfume vaginal de su hermana logró concentrarse y despejar sus dudas. Una buena comida de concha, al completo, contando clítoris, labios mayores, menores y hasta meato podían sacar a cualquiera de cualquier crisis (y si no prueben con cualquier hombre depresivo) Volvió a sentir a su hermana gemir y su pene, que había perdió algo de dureza, volvía a alzarse en toda su gloria. “Este no es momento para dudar, voy a darle mi leche y en la noche, pensaré todo esto que me pasa, la almohada es buena consejera…” resolvió el hombre recordando algunas palabras perdidas de su madre, hundiendo su nariz en la vagina hasta mojársela entera mientras le mandaba un dedo en el culo.
Entre los labios Majito tenía una pequeña laguna aceitosa que por más que atacaba a lamidas, no lograba vaciar. Como una pequeña grieta de la que se filtraban líquidos, lamió cada vez más profundo, asegurándose de llenar su lengua con los fluidos de la excitación que su hermana tenía guardados en lo más profundo de su cuevita virgen. Tampoco ignoró las deliciosas sensaciones que su culito le obsequiaba al sentir su tibia opresión contra sus falanges. Con asiduidad giraba un dedo inquieto por su retaguardia y al retirarlo se lo pasaba por su lengua para volver a meterlo.
- Había escuchado que el olor a pija y culo después del ejercicio era impresionante e igual estoy sorprendida, se me metió en la cabeza como un fantasma a una casa embrujada, no me lo puedo sacar, no creo que sienta otro olor que a chivo en los siguientes meses, mi nariz está detonada y me arde… - Reflexionó en una pausa que usó para tomar aire pasando a complacer a su novio de modo manual.
Como si fuera una regla tácita, cada pocos minutos alguna pieza del rompecabezas cambiaba de lugar sin perder el morbo de la escena, siempre la fotografía a reconstruir era reconocible. Gabriel pasó a ser la cabeza de la bestia, arrodillado como una rana sobre la boca de su hermana, que debajo de su culo como mecánica cambiando el aceite de caja pasaba a darse un festín con un ano que conocía aún mejor que el de su novio. Juan por su parte, pasaba al frente y le llenaba de dedos la cola y lengüetazos la concha hasta salpicar.
- Mmm hermanita, cada vez te superas… - Susurró Gabriel dejándose caer un poco más, ahogando sus gemidos y escondiéndole el rostro angelical entre sus sudorosas nalgas masculinas, grandes y sólidas. Mientras él empleaba sus manos en masturbarse y estimular sus testículos, ella abría y apretujaba los glúteos de su hermano sobre ella dándole un beso negro cada vez más sonoro.
La excitación en el ambiente no hacía más que crecer, desnudos al completo, ya no tan mojados, aunque en un ambiente de sauna japonés, donde el ambiente estaba viciado al extremo por un vapor invisible, una suerte de asesino de olfatos silencioso emanado por esos cuerpos en constante fricción. Majo fue la primera víctima de semejante bombardeo lacrimógeno y cayó presa de sus ansias de más, mucho más…
- Hermano, amor… aunque amo comer sus vergas, sus bolas, sus culos, tienen que terminar con estos juegos pelotudos y hacerme suya de una buena vez. – Dijo desde abajo, succionando los testículos de Gabriel, dejando que ambos le entrasen en la boca. – Estos días fueron una locura, ustedes compitiendo para ver quien me la pone primero en dónde y yo teniéndome que aguantar, encima viendo puros partidos de fútbol, todo esto es culpa de ustedes… estas ganas de que me cojan de una buena vez.
Majito para ilustrar su desesperación separo sus labios vaginales con los dedos, en los que una mezcla de 2 salivas distintas y sus fluidos manaron ante la más leve contracción. Ese agujero gritaba por una pija que le descociera la telita de una vez y para siempre.
- Bueno, no veo porque no deberíamos ceder, a mí no me molestaría que seas el primero, si no fuera por vos, no hubiera estado ni cerca de vivir estas cosas. Por mi métela donde te guste que después yo…
- No. – Lo interrumpió Gabriel a su vecino y compañero de andanzas eróticas. – Hoy no, es que… estoy lesionado.
- ¿Posta? – Se sorprendió Juan entre las piernas abiertas de Majo, obsequiándole alguna que otras lamidas distraídas.
Aunque Juan no lo vio, Majo debajo de Gabriel dejo de lamer, sin dudas había notado la mentira en su tono e intrigada por la verdad, sabía que tenía que aproximarse a su hermano en un contexto más íntimo.
- Entonces al menos tienen que llenarme la boquita de leche, vamos, llénenme la boca como si quisieran llenar un arco de goles, mis jugadores olorosos favoritos.
Majo salió de abajo de su hermano sintiendo que volvía a respirar aire medianamente puro otra vez, aunque ahora, con dos vergas apuntándole al rostro como en un violento asalto callejero, sabía que se venía una nueva andanada de sabores y olores de hombre, aún más concentrados que los que venía recibiendo a mansalva por cada célula olfativa.
Pronto ambos hombres observando a la musa bajo ellos, expectante como una ninfa encallada en una costa contaminada, observando a dos salvajes y fornidos marinos apuntando sus arpones y antes de que se impaciente, recibió una lluvia seminal en todo su ser. Aunque su boca estaba abierta con su lengua desplegada como un banderín, solo algunos proyectiles lácteos llegaron a ella, muchos la alcanzaron en las mejillas, el pelo, los senos, en algunos sitios chorros de semen de ambos se mezclaron en uno. No era la primera vez que terminaban sus travesuras con un bukkake pero si la más desprolija.
Si Gabriel necesitaba una última prueba de que su hermana ya no era la misma y esta había sido reemplazada por la más lujuriosa súcubo, la tuvo al final: con semen en la boca, Majito sopleteó levemente con la boca entrecerrada haciendo burbujitas seminales que le embadurnaron los labios antes de pasarse la lengua y limpiarse la boca casi paspada de tanta fricción húmeda. Aunque Juan admiró el gesto de su novia, Gabriel no pudo evitar dibujar desconcierto en su rostro.
Como acto final, con sus manos fue recogiendo el esperma esparcido en todo su rostro arrastrándolo hacia su boca como si sus falanges fueran rodillos de pintor. Se relamió, se chupó los dedos, junto los colgajos que le habían caído en las tetas y se sintió renacida.
- Bueno, vas a tener que cambiar la sabana, dar vuela el colchón, ventilar. – Mencionó Gabriel aparentando que no pasaba nada. – Echar perfume, quemar la habitación, volverla a hacer, quedo peor que un establo.
- No se preocupen, ya estoy acostumbrado a la limpieza. – Le restó importancia el inquilino de 7B. En eso era incuestionable, con tal de ser un buen anfitrión para ellos era capaz hasta de vender a su madre. - Bueno, el que quiera ducharse primero de los dos, adelante, siéntanse como en su casa.
- Paso, la verdad preferiría bañarme en casa. – Mencionó Gabriel. – Además, la lesión me molesta bastante, cuando me enfríe de todo se va a poner jodida.
Al excusarse, compartió una mirada cómplice con su hermana que juntaba la ropa perdida en el camino, que como si fuera su gemela de película, parecía compartir una conexión neuronal con su gemelo y supiera que mentía desde el vamos.
Aunque Juan insistió con que se bañaran con tranquilidad antes de irse, los hermanos se asearon moderadamente, le pidieron prestado un poco de desodorantes y perfumes por si se cruzaban con algún vecino rumbo a su departamento y prefirieron marcharse. De todas formas, el rústico defensor había quedado tan satisfecho con el “post partido” que no notó lo que de verdad pasaba entre los hermanos. Se había comido el cuento de la lesión tanto como se había comido al caramelito de Majo.
- ¡Canto “pri”! – Se anticipó a su hermano como cuando era una niña. – Cuando salgas y te pegues una ducha vos, me contás eso que te pasa. – Le dijo Majo mientras su hermano abría la puerta. – Lo único que debés tener lesionado vos es la pija.
- No hay mucho que hablar, es muy simple lo que me pasa. Igual bañate primero y después hablamos. – Aceptó Gabriel. – Dale que no soporto más la baranda a chivo que tengo.
En cuestión de pocos minutos María José volvió a desnudarse, tiró la ropa sucia en el cesto y se metió en la ducha como vino al mundo, sin cerrar la puerta, sin importarle que su hermano la observaba obnubilado abrir el grifo y esperar a que el agua se aclimatara a su gusto… cuando Gabo decidió acompañarla tomándola de la cintura desde atrás la tomó por sorpresa.
- Hermano… ¿Querés ahorrar agua, no?
Desnudo como ella, la tomó de la nuca y sin importarle un bledo donde había estado esa boca antes, la beso bajo el agua caliente que limpiaba sus cuerpos de sudor más no el pecado de sus almas. Mientras el vapor revitalizante ascendía alrededor de ellos, Gabriel no pudo contener más lo que sentía y tanto con sus labios, con su lengua y con sus fuertes manos masculinas le demostraron lo que de verdad le aquejaba. Con fuerza acaricio las caderas y la piel de su hermana dejando canaletas en su piel, profundos como surcos de labranza en los que pronto plantaría besos.
- Hermanita, no quiero competir con Juan por vos, porque te quiero toda para mí, desde la punta de los pies hasta la frente. No te quiero compartir nunca más. – Confesó despegando sus labios de los de Majo tras un ósculo tan intenso como prolongado.
- Así que era eso… te cansaste de estos juegos, te cansaste de poner en peligro mi virginidad, con razón nunca pudiste elegir si un agujero o el otro, siempre quisiste los dos como el goloso que sos.
- Yo soy el culpable de tu cambio, yo saque este lado tuyo y soy el único que merece disfrutarlo en todas sus formas. – Le dijo observándola con una lujuria que con la que hacía tiempo no la miraba, pasándole un pulgar por el labio inferior hasta verle las encías.
– Fue una señal para mí, competimos tantas veces este tiempo para ver quien se quedaba con una primera vez con vos y siempre que dio empate me pareció que tenía una vida más, una chance más de romper el acuerdo y reclamarte como mía. Él ya tuvo suficiente de vos, el favor esta pagado.
- Siempre lo quisiste todo, nunca fuiste de los que supieron decir suficiente. – Le dijo Majo, pasándole una mano por toda la espalda, en donde las gotas de agua se estrellaban como olas contra una rompiente. - Sos mi hermano y yo tu hermana, nos pertenecemos mutuamente, como siempre fue. – Aceptó casi bloqueada por el peso de semejantes palabras, sin poder comprender de todo lo que significaba pertenecerle a él al completo.
E iluminado por una epifanía mística, reconoció la verdad, por fin. – El Onlyfans no fue por el departamento, no fue para salvarnos de la pobreza, fue para salvar la relación que teníamos y dejamos agonizar por tanto tiempo, en el fondo lo que más quería era tenerte en mis brazos como cuando estábamos solitos en casa y solo nos teníamos a nosotros para todo. Nos tuvimos el uno al otro siempre, salimos adelante a nuestra manera y si tenemos que dejarlo todo para que vivamos juntos y felices, lo vamos a hacer.
En puntas de pie, María José lo abrazo conectando el besó número un trillón en la boca más prohibida de todas. Casi de inmediato sintió la lengua grande y experimentada de su hermano acariciando la de ella, enroscándose una sobre otra casi como serpientes en plena cópula. Para su suerte, las gotas de lluvia caliente escondieron las lágrimas de emoción que brotaban de sus ojos.
- Que le den por culo al mundo, mi hermanita es toda mía. – Susurró Gabriel con una sonrisa a ojos cerrados, volviendo a sumirse en un beso profundo y silencioso ahogado por el delicioso repiqueteo del agua caliente contra sus cuerpos.
Dónde todo nació
Gabriel había dejado el cuero en el partido y sus últimas proteínas restantes en el último bukkake, al dejar la ducha, aunque se sentía limpio, reconfortado y aliviado por tener la total complicidad de Majo en la traición a Juan (quizás había sentenciado el punto final de su relación) por poco se desmaya tras un mareo. No había comido nada, ni un bocado. Aunque deliciosa y placentera, ningún hombre podía subsistir a pura lamida de concha.
- Si sabía te daba una meadita así recuperabas sales esenciales. – Bromeó Majo terminando de secarse el pelo y dejando su teléfono en la mesa tras realizar un pedido.
- Me interesa ¿Dónde firmo para la próxima? – Le siguió el juego, aunque él no se lo tomó a broma.
- Lo dije en chiste, aunque si queres lo dije en serio jeje. – Se mostró sorprendida de las agallas de su hermano. – Pedí pizza de cantimpalo y huevo con una coca, necesitas la mayor cantidad de grasa, aceite, y azúcar para recuperar fuerzas, ya sabes, elementos esenciales. Tu hermanita se preocupa por tu salud ¿Viste?
- No tengo la menor duda. Mira que por tapiarme las arterias con chatarra no vas a cobrar ninguna herencia jugosa he.
Si los continuos empates en las apuestas con Juan eran una señal divina de que debía renunciar a la alianza y romper la tríada poliamorosa, al revisar su celular Gabriel recibió la confirmación de que los astros estaban alineados para iluminarlo con su convergencia astral.
- Majito… tenés que leer esto. – Dijo acercándole el celular al sofá, dónde ella mataba el tiempo con el suyo, respondiendo mensajes en su OF.
- ¿Me querés dar celos o algo así? No te me pongas en plan toxi después de la escenita digna de “La Rosa de Guadalupe” que me hiciste en la ducha.
- ¿Qué carajos? Aaah, el otro mensaje, no, no me refiero a ese.
Durante el partido, había recibido un mensaje de la 3era en discordia: Noelia. El cual tampoco había leído hasta ese momento. La rubia amiga, amiga con derechos, “amigovia”, como quisieran llamarlo (como mínimo su rótulo era cambiante o complicado) lo estaba presionando para una sesión compartida con Majo para su propio Onlyfans, algo acordado de hace tiempo y que se había retrasado por diversos motivos.
- ¿Mama? A ver qué dice… ¿¡Qué le pasa!? ¡Escribió un testamento!
- Armate de paciencia y léela, es importante. – Le advirtió ante el anacronismo del mensaje recibido. Acostumbrada a otras formas de comunicación, había escrito el mensaje de whatsapp como se escribía en papel.
A medida que Majito leía el mensaje, su semblante bromista se fue apagando, y no era para menos. Era un mensaje que cambiaba la perspectiva de todas las cosas y sembraba una pequeña semilla de oportunidad en sus horizontes caóticos.
El susodicho mensaje decía:
“Gabriel, María José ¿Cómo están mis bendiciones? Sé que estos días estuve incomunicada, sé que no tuvieron noticias de mí y paso a explicarles por qué (aunque ustedes también podrían hablarme de vez en cuando, a veces siento que podría desaparecer y a ustedes dos ni les importaría). Ezequiel de la parroquia me dio una mano escribiendo este mensaje, yo soy capaz de tardar un mes en redactarlo sin errores en el celular.
En fin, no le escribo esta carta para echarles en cara las cosas, les escribo para comunicarles que tomé una decisión importante. Antes que nada, estoy bien, no tienen que preocuparse, aunque no nos veamos en un tiempo debido a que he decidido fugarme con el Padre Misael a Capilla del Monte.
Es algo que no sucedió de la noche a la mañana, ustedes saben que siempre colaboré en todo lo que pude en la Iglesia. Fue en estos últimos años que con el Padre Misael duplicamos nuestros esfuerzos para inculcar la palabra del Señor allí a donde más se necesita. Las continuas labores unieron nuestros caminos y con el pasar de los meses, lo que ocurría entre nosotros se volvió incontenible.
Pasamos por muchas etapas, intentamos ocultarlo, intentamos mitigarlo, sin éxito en ninguna de esas empresas. Lo que sentimos el uno por el otro es algo que les deseo que sientan desde lo más profundo de mi corazón. Un amor así de verdadero y auténtico de los que solo se presenta una vez en la vida y debemos responder a su llamado por más adversas que sean nuestras posiciones. Cansada de cargar con la cruz de nuestro amor secreto, Misael decidió renunciar a sus votos solo si me iba con él a Capilla del Monte, y ahí voy a pasar el resto de mi vida, en paz y felicidad, cargando con la cruz de nuestro pecado, aunque muy feliz y enamorada, siguiendo por el camino de la fe, esperando que en el día que vea a San Pedro a la cara pueda perdonar haber arrastrado a un hombre de fe a una vida mundana de…”
La carta seguía y seguía hasta que al final Majo, con los ojos abiertos como platos ante semejante giro de acontecimientos, en el sprint final encontró un punto clave.
“(…) Ezequiel ya me está mirando raro por semejante mensaje, así que para cerrar voy a decirles que la casa queda para ustedes tal cual la dejaron, igual por ley es de ustedes. Solo les pido que la cuiden, que no dejen que se deteriore, que no se venga abajo, tampoco les recomiendo que la vendan o la alquilen… Tengan mucho cuidado con los ocupas, la ley está hecha para ellos y no van a recuperarla si se las toman. Esa casa además de tener su historia, es mi legado para ustedes.
Es una casa acogedora, ideal para criar hijos, es grande y en una linda zona, nada que ustedes no sepan. Entiendo que están más apegados a ese departamento (sé que es precioso ideal para jóvenes como ustedes). Si me preguntan qué haría yo, sería alquilar el departamento y vivir en la casa. Es solo una idea, conque cuiden de la casa para mi es suficiente. También quiero que nos visiten en Capilla del Monte cuando terminemos de asentarnos y tengan oportunidad.
Para cuando lean esto, voy a estar lista para iniciar mi viaje secreto (mañana a la mañana salimos) y van a tener que decidir qué hacer. Solo espero que por una vez me escuchen y me hagan caso en esto, cuiden la casa. Nada más que eso. Perdón por no hacer una videollamada, cuando se trata de comunicados tan importantes siempre me defendí mejor con la palabra escrita.
Pronto cuando lleguemos y acomodemos las cosas me voy a ocupar de llamarlos.”
Con cariños. Mamá.
Majo bajó lentamente el teléfono. En el tiempo que le llevó leer toda esa biblia y procesarla versículo a versículo, la pizza había llegado y su hermano le servía coca con una sonrisa de oreja a oreja.
- Triunfó el amor. – Dijo por fin. - Si nosotros queremos un lugar tranquilo y en paz para ser nosotros sin temor a nada, no hay un mejor lugar que donde empezó todo. – Le dijo su hermano sentándose en la mesa y dándole un mordisco brutal a una humeante porción de pizza. – No necesito más señales divinas, que le den por culo a todo, vamos a volver a casa y te voy a hacer mía.
Continuará…
8 comentarios - El Onlyfans de mi hermana. Parte 13
cuando falta para el final?