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Adolescentes una historia de amor #1

Como saben me gusta relatar historias, algunas basadas en relatos de mi experiencia y otras que han ocurrido charlando en redes sociales, por razones obvias los nombres de lugares y persona no son reales

Esta es la historia que ocurre entre Sofia y Daniel, desde la perspectiva de Sofia...

Me llamo Sofía y tengo 16 años. Pienso que soy una chica normal, que va al colegio, tengo algunos amigos y me gusta el chocolate. Bueno, quizás me gusta demasiado el chocolate.
Es mi debilidad, mi consuelo, mi pasión.
No hay día que no lleve un trozo de chocolate a mi boca, tengo una colección de envoltorios de todas las marcas y sabores que he probado. Mi favorito es el chocolate con leche y almendras, el que tiene trocitos crujientes y dulces.

Un día, aterrizó mi chocolate favorito en mi escritorio. Fue en clase de matemáticas, la asignatura que más odio. Estaba aburrida y distraída, mirando por la ventana, cuando vi algo caer sobre mi mesa. Era una tableta de chocolate con leche y almendras, envuelta en un papel dorado. Pensé que era una broma o un error, pero al mirar a mi alrededor, vi que nadie se había dado cuenta. Entonces, levanté la vista y me encontré con sus ojos.

Él se llamaba Daniel y tenía 17 años. Era nuevo en el colegio, acababa de llegar de otra ciudad. Era alto, moreno y delgado, con el pelo rizado y los ojos verdes. Tenía una sonrisa traviesa y una mirada inteligente. Me gustó desde el primer momento, pero nunca había hablado con él. Siempre lo veía sentado al fondo de la clase, callado y atento era muy buen alumno.

Me guiñó un ojo y me hizo un gesto con la mano para que cogiera el chocolate. No sabía qué hacer, estaba nerviosa y sorprendida. ¿Cómo sabía que ese era mi chocolate favorito? ¿Por qué me lo había regalado? ¿Qué quería de mí?
Decidí coger el chocolate y guardarlo en mi mochila, sin abrirlo. Luego le sonreí tímidamente y bajé la cabeza para continuar tomando apuntes.

Cuando terminó la clase, él se acercó a mí y me dijo:

-Hola, Sofía. Soy Daniel. Espero que te haya gustado el chocolate.

-Hola, Daniel. Sí, me ha gustado mucho. Gracias. ¿Pero cómo sabías que era mi favorito?

-Lo supe por tu colección de envoltorios. Los vi en tu carpeta el otro día, cuando te pedí prestado un bolígrafo.

-¿Ah, sí? No me había dado cuenta.

-Sí, los vi y me pareció muy curioso. Me gustan las personas que tienen aficiones originales.

-¿Y tú? ¿Qué aficiones tienes?

-Me gusta leer, escribir, tocar la guitarra y el chocolate.

-¿El chocolate también?

-Sí, también me encanta el chocolate. Es una de las cosas que tenemos en común.

-¿Y qué otras cosas tenemos en común?

-No lo sé, tendríamos que averiguarlo.

-¿Y cómo lo hacemos?

-Pues podríamos empezar a charlar por messenger (Si existía en messenger en aquella epoca) quizás salir juntos algún día.

-¿Salir juntos? ¿Quieres decir como una cita?

-Sí, algo así. ¿Te gustaría?

Me quedé sin palabras. No podía creer lo que estaba pasando. El chico nuevo, el chico guapo, el chico del chocolate me estaba pidiendo una cita. Sentí un cosquilleo en el estómago y una emoción en el pecho, era la primera vez que ocurría algo asi.

-Con una vez nerviosa le dije: Sí, me gustaría.

-El era decidido y me respondió, Entonces, ¿te parece si quedamos mañana después del colegio?

-era demasiado rápido, no sabia si debía aceptar pero instintivamente dije: "Me, me parece bien."

-Perfecto. Te espero mañana a la salida.

-Vale.

Él se fue con una sonrisa y yo me quedé con una ilusión. Al llegar a casa, abrí el chocolate y lo probé. Estaba delicioso, como siempre. Pero esta vez tenía un sabor especial.

Al día siguiente, salí del colegio y lo vi esperándome en la puerta. Llevaba una camiseta negra, unos vaqueros y una chaqueta. Estaba guapísimo. Me saludó con un abrazo y me dijo:

-Hola, preciosa. ¿Lista para nuestra cita?

-Hola, guapo. Sí, lista (Yo no estaba tan preparada, llevaba el uniforme, mi falda de cuadrados blancos y fondo negro, mi sweater azul porque hacia demasiado frio, mis amigas me habían ayudado con el maquillaje, era sutil pero me sentia como nunca.

-¿Qué te apetece hacer?

-Pues no sé, lo que tú quieras.

-¿Qué tal si vamos al cine? Hay una película que me gustaría ver.

-¿Cuál?

-Se llama “El diario de Noah”. Es una historia de amor muy bonita.

-¿Ah, sí? No la he visto.

-Pues vamos a verla. Te va a encantar.

-Vale, vamos.

Fuimos al cine y compramos las entradas y unas palomitas. Entramos en la sala y nos sentamos en la última fila. La película empezó y yo me quedé hipnotizada por la pantalla. Era una historia preciosa, sobre dos jóvenes que se enamoran en los años 40 y se separan por la guerra, sin darme cuenta me rodeo con sus brazos, el se sentía cálido y yo por el contrario sentía frio por llevar falda, de repente el se acerco y nos dimos un beso tierno y dulce termine de ver la peli acostada en su pecho y el rodeando mi pierna con sus cálidas manos.

Salimos del cine y caminamos por la calle, cogidos de la mano. Hablamos de la película. Nos reímos mucho y nos miramos con complicidad. Sentí que había una conexión especial entre nosotros.

Llegamos a mi casa y nos paramos en la puerta mis padres no había llegado a casa. Él me abrazó y me dijo:

-Me lo he pasado muy bien contigo, Sofía.

-Yo también, Daniel.

-Eres una chica increíble.

-Tú eres un chico maravilloso.

Nos dimos otro beso, más largo y más profundo. Luego nos despedimos y él se fue. Yo entré en mi casa y subí a mi habitación. Encendí el ordenador y me conecté al messenger. Él ya estaba en línea. Me mandó un mensaje:

-Hola, mi chocolate favorito.

-Hola, mi ángel del cielo.

-¿Qué tal estás?

-Muy bien, recordando nuestra cita deseando abrazarte.

-Yo también la recuerdo. Fue perfecta.

-Como tú.

-No, como tú.

-No seas modesto. Eres el mejor novio del mundo.

-¿Novio? ¿Quieres decir que somos novios?

-Si tú quieres.

-Yo quiero.

-Yo también quiero.

-Entonces, somos novios.

-Sí, somos novios.

-Me encanta decirlo. Somos novios.

-A mí también me encanta. Somos novios.

-Te quiero, mi novia.

-Yo también te quiero, mi novio.

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