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Relatando mi experiencia

En todo este tiempo que he escrito para mi misma nunca me había atrevido a compartir una experiencia tan cercana a mi, obviamente los nombres de personas y ciudades han sido cambiados por privacidad


# Capítulo 1



Ana nunca había pensado en las mujeres de esa manera. Siempre había salido con chicos, aunque ninguno le había hecho sentir nada especial. Se consideraba una chica normal, con una vida normal, un trabajo normal y unas amigas normales. Hasta que un día, todo cambió.


Todo empezó con un mensaje en su bandeja de entrada. Era de una tal Mónica, que decía haber visto su perfil en una página de contactos. Ana se sorprendió, porque ella no se había registrado en ninguna página así. Pensó que era una broma o un error, y estuvo a punto de borrar el mensaje sin leerlo. Pero algo le hizo cambiar de opinión. Tal vez fue la curiosidad, o el aburrimiento, o el destino. El caso es que abrió el mensaje y leyó lo que decía:


"Hola, Ana. Me llamo Mónica y tengo 25 años. Vivo en Madrid, pero soy de Sevilla. Me gustaría conocerte mejor, porque me ha llamado la atención tu perfil. Pareces una chica simpática, inteligente y divertida. Y muy guapa, por cierto. Espero que no te moleste que te escriba, pero es que me he sentido atraída por ti desde el primer momento. Si quieres saber más de mí, puedes ver mi perfil o escribirme cuando quieras. Un beso."


Ana se quedó sin palabras. ¿Quién era esa chica? ¿Cómo había encontrado su perfil? ¿Y por qué le decía esas cosas? Ana sintió una mezcla de confusión, sorpresa y nerviosismo. No sabía qué hacer. ¿Debía contestarle? ¿Y qué le diría? ¿Qué quería esa chica de ella?


Ana decidió dejar el mensaje para más tarde y seguir con su rutina. Se fue a trabajar, comió con sus compañeros, volvió a casa, se duchó y se puso el pijama. Pero no podía dejar de pensar en el mensaje. Se sentó frente al ordenador y lo volvió a leer. Esta vez, se fijó en el perfil de Mónica. Era una chica morena, de ojos verdes y sonrisa amplia. Tenía una foto en la que salía con un vestido rojo y unos tacones negros. Estaba muy guapa. Ana sintió algo extraño al mirarla. Era como una sensación de calor en el pecho, de mariposas en el estómago, de cosquilleo en la piel.


Ana se asustó al darse cuenta de lo que sentía. ¿Qué le estaba pasando? Ella no era lesbiana. Nunca había sentido nada por ninguna mujer. ¿O sí? Ana recordó algunos momentos de su vida en los que había admirado a alguna chica, o se había sentido cómoda con ella, o incluso había fantaseado con ella. Pero siempre lo había achacado a la amistad, o a la admiración, o a la imaginación.


Pero ahora no podía negar lo evidente: esa chica le gustaba.


Ana tomó una decisión: le iba a contestar.


Cogió el teclado y empezó a escribir:


"Hola, Mónica..."

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