Empezó como un típico Domingo. Reunión familiar de por medio. Nos juntábamos en la casa de mi Tía, una casa grande, era de construcción antigua, pero la habían remodelado y quedó muy moderna. Muy cómoda, con habitaciones grandes, de trechos altos, tenía dos plantas, en la inferior un hall de recepción, un pequeño bar, un living gigante, una cocina, un baño y al final un jardín muy amplio, que solo le faltaba una piscina para mi gusto. En la planta superior, que se subía a través de una vieja escalera de madera, muy antigua, pero a mi Tía le gustaba que tenga un estilo rústico, se encontraban las habitaciones y dos baños.
Fue un almuerzo, de lo mas ordinario, comimos pastas. Bebimos. Postre. Nada destacable, hasta el momento. Estábamos todos reunidos en el jardín, descansando, hablando, se habían formado, 3 grupos. Yo estaba con mi hermana, mi Tía, y dos amigas de ella. Hablamos un poco, de todo. Me preguntaban como me iba con la carrera de medicina. Les conté un poco, no mucho. Traté de salir del tema rápido.
– No lo vieron a Agustín?, preguntó mi Tía por su hijo.
– Después de almorzar no lo vi mas, le dije.
– Debe estar en su cuarto seguro. Dijo mi Tía.
– Lo voy a ver, que tengo que ir al baño. Le dije.
La verdad que necesitaba un poco de aire, no es que sea antisocial, pero me gustaba tener mis momentos de tranquilidad.
Subí por la escalera, sentí como crujía todo a mis pies. Era aterrador subir por ahí, sentías que en cualquier instante, se hundía todo.
Saliendo de la escalera, había un pasillo, que daba a las habitaciones, y al final del pasillo, estaba el baño principal. Había otro pero era en Suite, se encontraba en la habitación de mi Tía.
Estaba llegando al baño, escuchaba unos ruidos, no pude identificarlo, por lo que pegué mi oreja contra la puerta.
Era como un jadeo, gemido. Por lo menos ya sabía que mi primo estaba bien, se estaba perdiendo la reunión, pero estaba entretenido.
Estuve por irme, pero algo me detuvo. Creo que fue curiosidad, morbo, aburrimiento, o quizás todo junto, al día de hoy no puedo explicarlo.
Puse me mano en el picaporte, lo pensé unos segundos. Todavía podes irte Micaela, me decía a mi misma. Pero no escuché mi voz interior. Y entré de golpe en el baño.
Lo primero que vi, fue a mi primo con su miembro en la mano. Quedó completamente paralizado, ni siquiera, pudo decir una palabra, se me quedó mirando, con una cara de desconcierto, su cara completamente roja. Pasaron los segundos y seguía con su mano ocupada.
Cerré la puerta y le dije:
– Disculpame, no aguanto mas, permiso.
Lo corrí apenas a mi primo, me desabroché mi pantalón blanco ajustado, me bajé la tanga blanca y me senté en el inodoro y me puse a orinar. Que placer sentí, en ese momento.
– Perdoname, te interrumpí. Le dije.
Hizo un movimiento de cabeza, no supe si asintió o que.
– Acercate, no tengas miedo. Dije.
Con sus pantalones en los tobillos y su boxer, vino hacia mi lentamente. No eran mas de 2 pasos pero parecía una eternidad, estaba moviéndose en cámara lenta.
Su pene estaba muerto, había perdido la erección que tenía. Antes de que entre.
– A modo de disculpa te ayudo a terminar lo que estabas haciendo.
No me contestó. La situación lo superó, y me sentía una loca por estar haciéndolo, pero no me importaba, tenía ganas de probar la pija de mi primo.
Agustín, era un chico, bastante tímido, no tenía muchos amigos, era de hablar poco, sufría de sobrepeso. Cuando lo vi de solo masturbarse, tenía la cara empapada, de sudor.
Sin moverme del inodoro, extendí mi mano derecha y sujeté sus huevos, los empecé a acariciar, con delicadeza, lo miraba fijamente a sus ojos, pero le costaba mantener la mirada, por la vergüenza del momento.
Su pene empezó a crecer, escuchaba unos pequeños gemidos, cambié de mano, ahora mi mano izquierda sostenía y acariciaba sus huevos. Con mi mano derecha agarré su pija, y lo empecé a masturbar. Me encantaba sentir su miembro creciendo en mi mano. Llegó al punto que las puntas de mi dedos ya no se tocaba, de lo grueso de su pene. De largó tendría unos 12 cm. Me encantó sentir ese pedazo de carne dentro de mi mano, no paré de masturbarlo. Su pija gorda estaba a punto de estallar, por lo que la solté, le di un pequeño respiro, y metí mi mano dentro de mis piernas y empecé a jugar con mi clítoris, cerré los ojos, y disfruté un momento para mi. En parte porque lo necesitaba y por otro lado Agustín estaba a punto de acabar si lo seguía masturbando.
Mi conchita estaba muy mojada, hubiese seguido tocándome, pero pobre mi primo, no lo podía dejar esperando mas.
Con mis dos manos, lo tomé por la cintura, y sentada como estaba, hundí su cuerpo contra mi cara.
Su pija entró por mi boca. Tuve que abrirla lo mas que pude, por lo gorda que era, pude meterla hasta el final, mi nariz chocó contra su estomago, esperé unos cuantos segundos, con su pija completamente en mi boca, y corrí mi cabeza hacia atrás, unos centímetros, luego volví a hundir su pija hasta mi garganta. Me daba pequeñas arcadas, pero no me detuve, sentía como mi saliva, salía por mi boca, cayendo a mis piernas.
Me sujeté, bien fuerte de sus caderas, y empecé a hundir, su cuerpo contra mi boca. Lo hice con bastante velocidad, mi nariz y frente se hundían contra su estomago, una y otra vez, mi primo no hacía nada, solo dejo su cuerpo a mi voluntad, pero lo sentía disfrutar, trataba de contener sus gemidos pero se les escapaban. Mi mandíbula, ya me dolía de tenerla tan abierta.
Sus gemidos, ya no estaban controlados, no los contenía, se escuchaban fuertemente.
En un momento sentí sus manos sujetar mi cabeza y hundirla contra su cuerpo. Con su pija en mi boca y mi nariz contra su estomago no podía respirar, trataba de zafarme, pero mi primo hundía mas fuerte. Sentía que me ahogaba. Estuve a punto de morder su pija para que me suelte, pero finalmente, largo su leche tibia en mi garganta. Me la hizo tragar toda, hasta la última gota, hasta que no terminó de acabar no soltó mi cabeza.
Ya libre, empecé a toser, me había ahogado, no solo por la falta de respiración, si no, también por la cantidad de semen que largó en mi boca. Tosí bastante, me hizo doler la garganta. Tome aire, lo mas que pude, y apoyé mi espalda contra la pared, sin levantarme del inodoro. Mis ojos estaban llorosos.
Luego de unos minutos, mi respiración se había normalizado, mis ojos me ardían. Pero ya me había recuperado.
Apoyado sobre la pileta del baño, me miraba mi primo.
Le sonreí.
– No tenías idea lo putita que es tu prima, no?
Por primera vez lo vi relajado, y se río.
Con papel higiénico, me seque mi vagina y me limpié la boca.
Me estaba por parar y mi primo me pregunta:
– Podemos hacerlo de vuelta?
– Te quedó leche aún, porque pensé me la habías largado toda? Le dije.
– Si, quiero mas.
Tenemos que bajar, desaparecimos mucho tiempo.
Siguió insistiendo. Me dio pena, lo entendía, estaba segura que era su primera vez, y no le alcanzaba con un pete.
– Hagamos esto, me quedo dormir hoy en tu casa y a la madrugada terminamos, te parece? Le dije.
– Si, si, si, dale. Respondió.
Me subí el pantalón, la tanga. Me puse un poco de pasta dental en la boca y tome agua, me hice un pequeño buche para sacarme, el gusto a pija de mi primo.
– Anda bajando, que en un rato, bajo yo, si? Le dije.
Se acomodó la ropa y salió.
Me acomode bien la ropa, el pelo. Apreté el botón del inodoro y bajé.
Busqué a mi Tía y le pregunté:
– Tía, te jode si me quedo a pasar la noche, que mañana me junto con una amiga cerca de aca, muy temprano.
– Claro, nena, me encanta que te quedes en casa. Así nos ponemos al día.
Mi primo, no paraba de mirarme, cada vez que movía la cabeza, lo veía.
Esta en esa edad, que la quiere meter todo el tiempo pensé. Y su prima lo iba a ayudar.
Fue un almuerzo, de lo mas ordinario, comimos pastas. Bebimos. Postre. Nada destacable, hasta el momento. Estábamos todos reunidos en el jardín, descansando, hablando, se habían formado, 3 grupos. Yo estaba con mi hermana, mi Tía, y dos amigas de ella. Hablamos un poco, de todo. Me preguntaban como me iba con la carrera de medicina. Les conté un poco, no mucho. Traté de salir del tema rápido.
– No lo vieron a Agustín?, preguntó mi Tía por su hijo.
– Después de almorzar no lo vi mas, le dije.
– Debe estar en su cuarto seguro. Dijo mi Tía.
– Lo voy a ver, que tengo que ir al baño. Le dije.
La verdad que necesitaba un poco de aire, no es que sea antisocial, pero me gustaba tener mis momentos de tranquilidad.
Subí por la escalera, sentí como crujía todo a mis pies. Era aterrador subir por ahí, sentías que en cualquier instante, se hundía todo.
Saliendo de la escalera, había un pasillo, que daba a las habitaciones, y al final del pasillo, estaba el baño principal. Había otro pero era en Suite, se encontraba en la habitación de mi Tía.
Estaba llegando al baño, escuchaba unos ruidos, no pude identificarlo, por lo que pegué mi oreja contra la puerta.
Era como un jadeo, gemido. Por lo menos ya sabía que mi primo estaba bien, se estaba perdiendo la reunión, pero estaba entretenido.
Estuve por irme, pero algo me detuvo. Creo que fue curiosidad, morbo, aburrimiento, o quizás todo junto, al día de hoy no puedo explicarlo.
Puse me mano en el picaporte, lo pensé unos segundos. Todavía podes irte Micaela, me decía a mi misma. Pero no escuché mi voz interior. Y entré de golpe en el baño.
Lo primero que vi, fue a mi primo con su miembro en la mano. Quedó completamente paralizado, ni siquiera, pudo decir una palabra, se me quedó mirando, con una cara de desconcierto, su cara completamente roja. Pasaron los segundos y seguía con su mano ocupada.
Cerré la puerta y le dije:
– Disculpame, no aguanto mas, permiso.
Lo corrí apenas a mi primo, me desabroché mi pantalón blanco ajustado, me bajé la tanga blanca y me senté en el inodoro y me puse a orinar. Que placer sentí, en ese momento.
– Perdoname, te interrumpí. Le dije.
Hizo un movimiento de cabeza, no supe si asintió o que.
– Acercate, no tengas miedo. Dije.
Con sus pantalones en los tobillos y su boxer, vino hacia mi lentamente. No eran mas de 2 pasos pero parecía una eternidad, estaba moviéndose en cámara lenta.
Su pene estaba muerto, había perdido la erección que tenía. Antes de que entre.
– A modo de disculpa te ayudo a terminar lo que estabas haciendo.
No me contestó. La situación lo superó, y me sentía una loca por estar haciéndolo, pero no me importaba, tenía ganas de probar la pija de mi primo.
Agustín, era un chico, bastante tímido, no tenía muchos amigos, era de hablar poco, sufría de sobrepeso. Cuando lo vi de solo masturbarse, tenía la cara empapada, de sudor.
Sin moverme del inodoro, extendí mi mano derecha y sujeté sus huevos, los empecé a acariciar, con delicadeza, lo miraba fijamente a sus ojos, pero le costaba mantener la mirada, por la vergüenza del momento.
Su pene empezó a crecer, escuchaba unos pequeños gemidos, cambié de mano, ahora mi mano izquierda sostenía y acariciaba sus huevos. Con mi mano derecha agarré su pija, y lo empecé a masturbar. Me encantaba sentir su miembro creciendo en mi mano. Llegó al punto que las puntas de mi dedos ya no se tocaba, de lo grueso de su pene. De largó tendría unos 12 cm. Me encantó sentir ese pedazo de carne dentro de mi mano, no paré de masturbarlo. Su pija gorda estaba a punto de estallar, por lo que la solté, le di un pequeño respiro, y metí mi mano dentro de mis piernas y empecé a jugar con mi clítoris, cerré los ojos, y disfruté un momento para mi. En parte porque lo necesitaba y por otro lado Agustín estaba a punto de acabar si lo seguía masturbando.
Mi conchita estaba muy mojada, hubiese seguido tocándome, pero pobre mi primo, no lo podía dejar esperando mas.
Con mis dos manos, lo tomé por la cintura, y sentada como estaba, hundí su cuerpo contra mi cara.
Su pija entró por mi boca. Tuve que abrirla lo mas que pude, por lo gorda que era, pude meterla hasta el final, mi nariz chocó contra su estomago, esperé unos cuantos segundos, con su pija completamente en mi boca, y corrí mi cabeza hacia atrás, unos centímetros, luego volví a hundir su pija hasta mi garganta. Me daba pequeñas arcadas, pero no me detuve, sentía como mi saliva, salía por mi boca, cayendo a mis piernas.
Me sujeté, bien fuerte de sus caderas, y empecé a hundir, su cuerpo contra mi boca. Lo hice con bastante velocidad, mi nariz y frente se hundían contra su estomago, una y otra vez, mi primo no hacía nada, solo dejo su cuerpo a mi voluntad, pero lo sentía disfrutar, trataba de contener sus gemidos pero se les escapaban. Mi mandíbula, ya me dolía de tenerla tan abierta.
Sus gemidos, ya no estaban controlados, no los contenía, se escuchaban fuertemente.
En un momento sentí sus manos sujetar mi cabeza y hundirla contra su cuerpo. Con su pija en mi boca y mi nariz contra su estomago no podía respirar, trataba de zafarme, pero mi primo hundía mas fuerte. Sentía que me ahogaba. Estuve a punto de morder su pija para que me suelte, pero finalmente, largo su leche tibia en mi garganta. Me la hizo tragar toda, hasta la última gota, hasta que no terminó de acabar no soltó mi cabeza.
Ya libre, empecé a toser, me había ahogado, no solo por la falta de respiración, si no, también por la cantidad de semen que largó en mi boca. Tosí bastante, me hizo doler la garganta. Tome aire, lo mas que pude, y apoyé mi espalda contra la pared, sin levantarme del inodoro. Mis ojos estaban llorosos.
Luego de unos minutos, mi respiración se había normalizado, mis ojos me ardían. Pero ya me había recuperado.
Apoyado sobre la pileta del baño, me miraba mi primo.
Le sonreí.
– No tenías idea lo putita que es tu prima, no?
Por primera vez lo vi relajado, y se río.
Con papel higiénico, me seque mi vagina y me limpié la boca.
Me estaba por parar y mi primo me pregunta:
– Podemos hacerlo de vuelta?
– Te quedó leche aún, porque pensé me la habías largado toda? Le dije.
– Si, quiero mas.
Tenemos que bajar, desaparecimos mucho tiempo.
Siguió insistiendo. Me dio pena, lo entendía, estaba segura que era su primera vez, y no le alcanzaba con un pete.
– Hagamos esto, me quedo dormir hoy en tu casa y a la madrugada terminamos, te parece? Le dije.
– Si, si, si, dale. Respondió.
Me subí el pantalón, la tanga. Me puse un poco de pasta dental en la boca y tome agua, me hice un pequeño buche para sacarme, el gusto a pija de mi primo.
– Anda bajando, que en un rato, bajo yo, si? Le dije.
Se acomodó la ropa y salió.
Me acomode bien la ropa, el pelo. Apreté el botón del inodoro y bajé.
Busqué a mi Tía y le pregunté:
– Tía, te jode si me quedo a pasar la noche, que mañana me junto con una amiga cerca de aca, muy temprano.
– Claro, nena, me encanta que te quedes en casa. Así nos ponemos al día.
Mi primo, no paraba de mirarme, cada vez que movía la cabeza, lo veía.
Esta en esa edad, que la quiere meter todo el tiempo pensé. Y su prima lo iba a ayudar.
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