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Yo... la mas puta de todas - 3 de 6 -

Primero, todas las entregas de los mejores post


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Como siempre, podes escribirnos a dulces.placeres@live.com, te leemos


YO… LA MAS PUTA DE TODAS…

PARTE 3





Alberto, mi esposo, seguía ajeno a mis aventuras, el solo tenía ojos para su perfecto trabajo y se mofaba de tener un matrimonio ejemplar, Roberto Carlos era parte del pasado, me había dejado un sabor agridulce en la boca, muy bueno para coger, una verga hermosa, pero la monotonía con su esposa, y en especial esa tarde de gimnasio donde se portó muy poco caballero fueron suficientes para dar vuelta de página, por lo que ahora mi objetivo se centraba en esos WhatsApp que tan puta me hacían sentir, que me hacían mojar a mares, que me hacían masturbar como adolescente, el dueño? Favio…



Las cosas no fueron como yo había imaginado, el me citó a su departamento, una tarde en la que Alberto estaba de viaje, me depilé como de costumbre y me puse un sugerente conjunto de encaje blanco que había comprado para mi nuevo amante, me bañe en perfume y solo me puse un jean y una camisa celeste, nada despampanante, nada que llamara la atención, solo me recogí el cabello en un amplio rodete y me puse unos aros para dar un toque femenino.

Luego un taxi, no solía usar el coche para encuentros casuales, para no dejar cabos sueltos, para no tener que dar explicaciones por si alguien viera mi auto en un lugar inusual.



Llegué, toqué portero y llegó mi primer contratiempo, tuve que insistir un par de veces, Favio no atendió, lo llamé al móvil, entonces me dijo que lo aguardara, que estaba tomando una ducha.

Pasaron veinte minutos, que clase de hombre hace esperar tanto tiempo a una mujer que está a punto de llevar a la cama? quise mandarlo al demonio pero tenía tanta intriga que tragué mi orgullo en la puerta del edificio.

Cuando al fin se dignó a dejarme pasar, tomé raudamente el ascensor, llegué al séptimo piso, golpeé la puerta con los nudillos y sentí su voz en un casi grito



Pasá! Está abierto!


La imagen de ese hombre me cautivó, solo lucía un slip tipo bóxer, en negro con elásticos blancos, fue donde inconscientemente apuntó mi vista, y más notando algo enorme que le era imposible disimular, luego recorrí sus curvas perfectas con mi mirada, esos tatuajes, esa cicatriz, ese torso impregnado de humedad por la reciente ducha, hasta llegar a sus lacios cabellos que aun chorreaban agua, mi mirada se cruzó con la suya, me miraba en forma lasciva con una mueca en sus labios, me dijo



Podes mirarme a los ojos y dejar de mirarme la verga? no seas ansiosa, ya te la vas a comer toda… Mientras me termino de secar y perfumar, haya está la cocina, prepará un par de cafés…


No dijo mucho más, solo se dirigió a lo que intuí el baño, y que pasaba conmigo? este tipo me trataba como a un trapo de fregar el piso, me había hecho esperar, me trataba de puta y me hacía preparar el café, seguramente debí mandarlo al demonio, pero esa verga que se mostraba enorme era demasiado tentadora como para simplemente dar la vuelta y dejarlo todo…



Mientras preparaba el café en la cocina, él estaba en el baño y nos hablábamos casi a los gritos, diez minutos más tarde estábamos sentados al sillón bebiendo de sendas tazas.

Fabio estaba demasiado apetecible reposando solo con esa ropa interior que poco disimulaba la grandeza de su miembro, empecé a perderme, a mirar insistentemente ahí a ese lugar, quería sentirlo de una vez por todas, me mordí los labios intentando contenerme y no ser tan obvia, pero el me observaba, me observaba en detalle y se adelantaba a cada movimiento, a cada pensamiento, dejó la taza a un costado, se acomodó en una forma grosera y masculina y me dijo



Dale putita, date el gusto… es a lo que viniste cierto?


Dejé yo también la taza a un lado, en mi apuro solo había bebido la mitad, fui al piso, entre sus piernas, las cuales había abierto convenientemente, empecé a acariciar por sobre la tela esa verga que se mostraba temerosa, mirándolo fijamente a los ojos, palpé en mi mano lo que se venía y como crecía, el corazón me latía con furia y mi boca deseaba ese manjar y notaba como su pija era contenida por su ropa interior.

Bajé su sugerente boxer para desnudarlo por completo, mi dios, me encantaban las vergas grandes, y la suya era gigante, casi no alcanzaba a rodearla con mi mano, solo quería chupársela…

Me entregué por completa, a lamerlo de punta a punta, tan largo y grueso como era, con un glande circunciso enorme, rosado, exquisito, y un tronco venoso fuertemente curvado hacia arriba, me sentí mojar en mi intimidad, más lo hacía más lo deseaba, con mi vista perdida en ese pedazo de hombre, lo sentí latir entre mis dedos…



Fabio estaba entregado, cada tanto lo miraba y podía notar como el observaba la escena, concentrado, degustando el placer que yo le daba, no solo sintiéndome en su pija, sino también con sus ojos, en su cerebro, yo solo trataba de poner lo mejor de mí, inspirando profundo, sentí que era esa típica escena porno, de la mujer rendida lamiéndole la verga a su macho, dejando que el lleve el control pero sabiendo que ella tiene el control…



Él tomó la iniciativa entonces, me apartó de su lado, y me pidió que me desnudara por completo, lo hice, luego me pidió que desfilara para él, también lo hice recorriendo el piso del apartamento de punta a punta, moviendo mi culo de lado a lado, luego me pidió que me sentara y me masturbara para él, en un principio me negué, me daba cierto pudor, pero Favio era un tipo muy convincente, solo me senté en un sillón, a su lado y empecé a tocarme, pero el me detuvo y volvió a sorprenderme.



Me dijo que no, que no lo hiciera sobre el sillón, que el sillón era para las personas, y que las ‘perras’ iban al suelo, y como yo era su puta perra, pues que me tirara al piso a masturbarme, que esa era ‘mi sitio’…

Intenté protestar, pero el era como un imán, no me pregunten porque le hice caso, pero me dejé caer al piso y empecé a tocarme, primero los pechos, los pezones, su mirada me quemaba, el disfrutaba con lo que hacía, lentamente bajé la mano entre mis piernas, mi clítoris hervía, estaba inundada en jugos, me metí un par de dedos en mi conchita, se hacía inevitable, me sentía puta ante ese extraño, miraba su verga dura, como un monumento, enorme, apetecible, lo deseaba y el ni se inmutaba, empecé a gemir, ahhh!!! cerré los ojos, incliné mi cabeza, exploté en un orgasmo…



El aplaudió secamente, se incorporó y fue hasta un viejo pantalón que descansaba sobre una silla, observé en silencio, lo tomó entre sus manos, sacó el cinturón y vino nuevamente sobre mi y lo pasó por mi cuello y lo ajustó, y tiró, no debí dejarlo hacer, sentí que me empezaba a asfixiar, protesté



Me haces… mal…
Cállate perra, las perras son fieles y complacen a su amo!


Un furibundo cachetazo en una de mis nalgas acompañó a sus palabras y sentí enrojecer mi piel, era una mezcla de dolor y placer, entonces empezó a caminar en círculos, y yo lo seguía caminando en cuatro patas, de rodillas, totalmente entregada, en una situación que jamás había vivido, me tiraba del cinto permitiéndome apenas respirar, verdaderamente me trataba como si fuera su mascota…

Al fin me amarró a una columna, si, como leen, literal, me amarró a una columna, vino por detrás y me la metió toda en la concha, ahhh!!! me arrancó un grito, era enorme….

Y empezó solo a cogerme y cogerme, bien profundo, muy profundo, yo trataba de zafar, pero el me aferraba con fuerzas por las caderas, empecé a gritar en cada empuje, no podía evitarlo y seguramente los vecinos del lugar hubieran escuchado mi placer…

El me dijo mientras me cogía con fuera



Puta… no eran que te gustaban las vergas grandes? ahora te la aguantas… o te parece demasiado grande?…


Yo no decía nada, que podía decir… solo disfrutar de la cogida que me pegaba, me sentía una puta, una perra, me sentía en medio de un sexo salvaje, frenético, al borde de la asfixia…

Favio dio el siguiente paso, sacó su verga de mi conchita y empezó a fregarla en mi culito, amenazante, punzante…

Luego llegó y me sodomizó, me acomodé y me abrí bien para recibirlo, me pidió que con mis manos abriera mis nalgas para verme mejor, le hice caso, y me relaje para recibirlo…

Pronto su pija invadió mi esfínter, que pija…



Me dio con lujuria, e inició un juego dialéctico



Puta… te gusta que te rompa el culo?
Si… si… papi… rompémelo todo…
Pero que puta resultaste… te lo voy a dejar todo abierto…
Siii!!! dale! dale! abrímelo todo… me gusta! dale!!! ahhh!!!


Y no iba a ser solo partener, el empujaba, pero yo reculaba, quería que me la metiera toda, tan larga, tan gruesa…

Perdí la cuenta de los orgasmos que ese hijo de puta me arrancó… bastardo…



Y volvería a sorprenderme…

Cuando se cansó de hacerme el culo vino sobre mi rostro masturbándose con fuerzas, pensé que lo haría en mi boca, pero me retuvo con su mano libre por los cabellos, con fuerza, a distancia, para que yo solo observara…

Su glande estaba a centímetros de mi rostro, a un costado, yo seguía inmóvil, atada con el cinto por el cuello y sostenida por mis cabellos, de pronto empezó a acabar, un largo y fino chorro de semen saltó con fuerza, cayendo al piso, cubriendo casi un metro de distancia, y otro, y otro más, se siguió masturbando hasta que cayeron las últimas gotas…

Largas líneas blancas parecieron decorar los cerámicos brillantes del lugar, Fabio entonces me soltó de la columna y me dijo



Bueno puta… es tu turno de limpiar… haz un buen trabajo, como las perras obedientes…


Yo me quedé observándolo, sin entender si realmente pensábamos en lo mismo, pasaron unos segundos, en silencio, en calma, en tensa calma, pero el fue mas directo entonces indicándome el camino, me tomó con fuerza por la nuca y llevó mi rostro hacia el piso, donde estaba sucio con leche, si… evidentemente pensábamos en lo mismo…


Yo... la mas puta de todas - 3 de 6 -


Me incliné un poco más, y otro poco, saqué la lengua y la pasé por el piso, por donde estaba su semen, el solo observaba, y lo hice otra vez y ahhh!!! mierda, como una perra empecé a limpiar el piso con mi lengua, absorbiendo y tragando cada rastro de semen, con cadencia, con paciencia, hasta no dejar rastros…

Fue algo tan loco, tan sexual, tan caliente…

Favio sin dudas era el comienzo de una nueva vida sexual, el había movido mis cimientos, y me empujaba a hacer cosas que jamás había hecho, tenía una verga enorme y hermosa, y sabía usarla… pero eso no era todo, el era como un torbellino que arrastraba todo a su paso…

Seguimos cogiendo por un tiempo más, hasta que se hizo tarde.

Nos despedimos, el fue tan frío y parco como cuando había llegado, ni siquiera me acompañó por caballerosidad hasta el palier del edificio, nada, apenas pasé el umbral de la puerta de su departamento, la misma se cerró pesadamente a mis espaldas, así era el, dejándome saber que no debía esperar mucho mas de él, así era, tomarlo o dejarlo…



Tomé un taxi para regresar a casa, miré la hora, era tarde, el chofer intentó darme charla, pero una vez que le dije mi destino hice oídos sordos a sus palabras, acomodé mi cabeza contra el vidrio de la ventanilla y mientras miraba al azar las multi coloridas luces de los negocios céntricos empecé a cerrarme en mis pensamientos…

Favio era un tipo raro, frio, parco, pero ejercía un dominio en mí que no podía entenderlo, me preguntaba que diablos hacía en ese taxi regresando a mi domicilio, si le había dicho que mi esposo no estaría en la ciudad y que deseaba quedarme a dormir con él, pero él casi me había echado de su departamento, dejándome saber que no tenía intenciones de un falso amor para con mi persona, era solo coger y nada más…



Supuse que lo mejor era olvidarme del tipo este, no era lo que yo quería a pesar de que había descubierto un mundo nuevo…

Llegué a casa, estaba destruida, pero necesitaba darme una ducha, puse un poco de música apenas audible, por la hora no quería incomodar a ningún vecino, me sumergí en la tina, que rico…

Y seguí pensando y pensando, sumergida en ese baño de agua tibia y espuma…

Casi no recuerdo como llegué a la cama del cansancio que tenía…



Me desperté a media mañana, me dolía todo, como si un tren me hubiera pasado por encima, la concha me punzaba en lo profundo y sentía la colita terriblemente adolorida…

Fui al baño a higienizarme, mientras me cepillaba los dientes me vi al espejo, mierda, mi cuello presentaba marcas violáceas que habían sido causadas por el cinto, me miré entonces como acto reflejo las nalgas, también lucían moreteadas por las fuertes palmadas que ese bastardo me había propinado…

Me preparé un te caliente, con algunas galletitas que encontré por ahí, me senté normalmente, despreocupada, pero un fuerte dolor en mi esfínter me hizo replantear mi postura, así que me acomodé sobre una de mis nalgas, ahhh! porque tenía que ser tan puta…



Mientras desayunaba tomé mi móvil, encontré mas de veinte mensajes de WhatsApp de mi esposo, era urgente que le contestara, pero más me urgió llamarlo a Favio, no sabía porqué lo hacía, pero lo que no suponía que esa llamada abriría la puerta al infierno que me esperaba…





CONTINUARA



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