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Como siempre, podes escribirnos a dulces.placeres@live.com, te leemos
YO… LA MAS PUTA DE TODAS…
PARTE 2
Mi vida deambulaba entre mi esposo, el tipo ricachón, mediocre en la cama que me llenaba de dinero, quien estaba totalmente ajeno a mi amorío con mi profesor de Zumba Roberto Carlos, un hombre sin muchas ambiciones pero que me cogía maravillosamente, con una verga hermosa y que me la daba seguido por el culo, algo que mi marido lo tildaba como un acto sucio y de prostitutas, algo que me negaba y que yo deseaba.
Pero a pesar que Roberto Carlos me hacía sentir plena en la cama, su torpeza masculina empezaba a hastiarme, con esa manía de hablar de su mujer, ya sea de sus tontos remordimientos o para contarme lo que hacía con ella, y a pesar que sutilmente le hacía saber que no me gustaban sus relatos de matrimonio perfecto después de haberme cogido, el parecía no darse cuenta de que lentamente llevaba todo a un fin.
Esa tarde de setiembre algo sucedería, fui al gym como cada día, al llegar, al flanquear la puerta me topé con Roberto Carlos, pero él no estaba solo, lo acompañaba un amigo según me lo presentó, él se acercó y nos besamos mejilla a mejilla, y me quedé unos minutos por cortesía, unos minutos que me bastaron para fotografiar mentalmente a mi recién conocido, mucho más alto que yo, fornido, piel cobriza, cabello negro bastante largo que recogía fuertemente por detrás de su cabeza, ojos claros, de mirada inquieta, nariz aguileña que le daba un toque masculino y recio, labios gruesos, de hablar en forma un tanto nerviosa.
Favio, tal cual se llamaba, tenía manos grandes, con varios anillos y pulseritas en sus muñecas, con un par de aros en su oreja izquierda y algunos tatuajes que lucían bonitos, incluso noté uno en su bíceps derecho disimulando una vieja cicatriz, producto de alguna diputa o de alguna operación.
También noté en esos minutos que a pesar que él hablaba con Roberto Carlos, mi cuerpo, como un imán se había transformado en centro de sus miradas, un acto que a cualquier mujer hubiera intimidado, pero yo solo sentí excitarme.
Por ser el primer cruce casual decidí que era suficiente, así que lo despedí con otro beso y me encaminé a mis rutinas, moviendo el culo como a mí me gusta cuando sé que un macho me lo está mirando.
Esa tardecita, como tantas otras, hice el amor con Roberto Carlos y cuando vi que otra vez hablaríamos de su mujer, preferí tomar la iniciativa y sacarle información de este nuevo ‘proyecto’
Quién es Favio? de donde lo conoces? nunca me contaste de él…
Favio? Un amigo… no te cuento la vida de mis amigos… te gustó?
Ya se… siempre me hablas de tu esposa… - mis palabras sonaron a reclamo, por lo que él, como haciendo de cuenta que nada había escuchado, retomó desde el punto anterior
Favio es un amigo de años, lo conocí en Brasil, él era un novato argentino en un club de strippers buscando su futuro, le di una mano, estaba solo y bueno, así empezó todo…
Ahhh… stripper…
Mis palabras sonaron demasiado a interés de puta, por lo que Roberto Carlos empezó a reírse a carcajadas…
De que te ríes bobo? – reproché tirándole una de las almohadas que tenía a mano
Es que te interesa putita… y si vieras el aparato que carga! Ja! ja! ja!
Y en verdad me interesaba, así que voltee la mirada y bajé la cabeza. El prosiguió
Oye, si quieres te lo presento! El está interesado en vos, de hecho, me preguntó muchas veces por ‘la chica de culo perfecto’
Me reí, la chica del culo perfecto… pero todo esto ya me causaba escozor en mi sexo, así que le dije
De acuerdo, pasale mi WhatsApp, decile que me escriba, me interesa ver que tanto tiene entre las piernas…
El volvió a reir, pero me advirtió.
Ok, se lo paso, pero te doy un consejo, anda con cuidado, es un buen tipo, pero tiene gustos un tanto raros…
A que te refieres? – pregunté con típica curiosidad femenina
No sé, yo no quiero crearte una falsa expectativa, solo te diré que tengas cuidado…
Es gay? – pregunté inocentemente
El se largó a reír a carcajadas, y me dijo que no, que por ahí no venía la historia, que solo era un tipo complicado con algunos temas legales…
Se había hecho tarde, demasiado tarde, así que no pudimos hablar mucho más, solo que camino en el auto hacia mi casa me contó algo más de él, me dijo que cuando empezaron sus problemas matrimoniales, fue el quien le sugirió trasladarse a Argentina, y fue el quien le devolvió el favor al llegar a mi país, quien lo ayudó a ser parte de nuestra sociedad, quien le consiguió el trabajo en el gym y que en verdad habían hecho una amistad demasiado fuerte.
Favio empezó a escribirme por WhatsApp y con el correr de los días se me hicieron adictivas sus palabras a espaldas de mi esposo, me trataba como una puta, directamente, sin vueltas, iba al hueso, profundo, y tenía el poder de hacerme mojar toda solo con sus palabras, en sus delirios me arrancaba risas y orgasmos, pronto pasó a ser más interesante para mi hablar con el que tener sexo con mi marido y hasta con el mismo Roberto Carlos, es más, cuando ellos me hacían el amor fantaseaba que era Favio quién me lo hacía
Me tomé varias selfies, solo para mostrarle mi culo que tanto me halagaba, ya sea en lencería o totalmente desnudo, le preguntaba si le gustaba y si ‘quería hacérmelo’, ah! sueno tan puta al escribir esto… pero me mojo de solo recordarlo…
En algún punto tuve que cambiar de rumbo, sencillamente no podría estar con Alberto, mi esposo, Roberto Carlos, mi amante mulato y dejar entrar también a Favio, este tipo perverso que empezaba a enloquecerme, no podría llevar una triple vida a espaldas de mi esposo, en algún momento todo volaría en pedazos…
Lo pensé, decidí soltarle la mano a Roberto Carlos, ya había tenido demasiado de su sexo, y también de su esposa, le expliqué los motivos, adiós gimnasio, tenía otros objetivos por delante.
Así que esa tarde fui con un poco de nostalgia a hacer mis rutinas, las últimas, recuerdo que tenía un culotte less bajo un pequeño pantalón corto, ajustado, en tono gris, con una pequeña remera azul que me llegaba al ombligo, en ese momento no me pareció nada importante el detalle de mi vestimenta.
Cuando llegué Roberto Carlos me pidió ir al barcito del club, a charlar, era nuestra despedida y no había ánimos para ejercicios.
Nos sentamos, pedimos unos refrescos y nada hacía pensar en más que unas sanas palabras…
En medio de la conversación entró un WhatsApp, miré de reojo, era Favio, reí, contesté, Roberto Carlos lo notó y empezamos sin querer en un juego dialéctico entre los tres, cambiando palabras eróticas y porno, con un hombre presente y otro a través del móvil, mierda, empezaron a hablarme de tal manera, ellos hablaron de mi de una forma tan loca, que solo hicieron que me excitara como una puta, empecé a mojarme, más y más, les decía que terminaran con este juego, pero ellos no lo harían, y sencillamente yo no quería hacerlo, me halagaban, mi cola, lo puta que era, lo que me gustaba que me la dieran por el culo, si quería chupárselas un rato y no sé cuánto más, sentía que me mojaba a mares, que estaba fuera de control, fuera de eje, sentí enrojecer mis mejillas, sentí agitarse mi respiración, apreté las piernas inconscientemente, a tratar de evitar lo inevitable, una electricidad fulminante recorriendo los pezones, el clítoris, los hombres no imaginan el poder que las palabras tienen sobre mi cuerpo, un orgasmo escapó entre mis piernas, en ese lugar, en ese momento… que vergüenza…
Pero si ese orgasmo me había dado vergüenza y la risa socarrona de Roberto Carlos más roja me ponía, aun me faltaba lo peor…
Miré hacia abajo, entre mis piernas, mierda, tenía toda esa zona íntima, el pubis, todo empapado, el short gris estaba húmedo como si hubiera vertido un vaso de agua en esa zona, ahh! quise que el infierno me tragara! como pude humedecerme de esa manera? como no me di cuenta? Ahora si cobraba importancia tener una remera corta al ombligo, no tenía forma de cubrirme!
Le conté con pena a Roberto Carlos, pensó unos minutos sin dejar de burlarse, al frente estaban los vestuarios y los baños, así que pagó la cuenta y nos dirigimos al lugar con la idea de mojar un poco más la prenda y disimular la situación, al menos eso pensé, pero él tenía otros planes…
El llegar, cuando iba a flanquear la puerta él me tomó del cabello y me arrastró al de hombres, casi sin darme tiempo a protestar, a resistirme, cuando me di cuenta ya estaba dentro de los vestuarios, conté a cuatro chicos semidesnudos que miraron atónitos sin entender nada, seguimos al final, donde están los baños, me metió a un cubicle y cerró la puerta en ese apretado y nauseabundo lugar, fue cuando me miró, me besó profundamente y me susurró
Te voy a extrañar, quiero despedirme de vos…
Solo me giró y me hizo apoyar mis brazos en la puerta, lo sentí agacharse un poco y sentarse sobre el inodoro adiviné que su rostro estaba a la altura de mis glúteos, sentí sus manos comenzar a acariciarlos, me dejé acariciar, sus dedos se colaron en los elásticos de las prendas y bajo con un poco de esfuerzo la pantaloncito y el culote apenas a medio muslo, suspiré rendida y perdida, el orgasmo del bar no había sido suficiente y necesitaba más…
Su lengua recorrió entonces mi piel, mis cachetes, me encorvé para dejarlo llegar, mi esfínter, mis labios, estaba empapada…
Se incorporó nuevamente, con una mano desnudó su verga y mientras me pegaba como si fuera un martillo en mi culo, con los dedos de la otra llevaba jugos de mi conchita a mi esfínter, abriéndolo lentamente…
Al fin apuntó y me la enterró por completo en el culo! ahhh! me sacó un grito contenido y me obligó a pararme en puntas de pies… que hijo de puta!!!
Roberto Carlos empezó a dármela por el culo y en cada empuje me arrancaba un gemido, no podía evitarlo, y más empujaba más gemía, me tapó con fuerza la boca y me susurró
Puta reventada, dejá de quejarte… querés que pierda mi empleo?
Apreté los labios, como decirle? Como decirle que su verga hermosa me llenaba de incontenible placer, como decirle que quería gritar, acaricié mi clítoris al ritmo de la penetración anal, metiendo mis dedos en el hueco jugoso, jugando a una doble penetración, me llené de espasmos en eternos orgasmos… pero claro faltaba su obra maestra…
Lo sentí venir, me iba a llenar el culo de leche, pero el bastardo la sacó justo y apuntó adrede sobre la intimidad de culote que reposaba poco más abajo entre mis piernas, de manera que la humedad de mis flujos se mezclara con todo su semen…
Sin decir palabra, me subió la ropa dejándola como estaba haciéndome sentir un pegote exquisito entre las piernas… ahhh!!! me encantó… pero en ese momento quise matarlo…
Roberto Carlos me dejó sola en ese lugar, odié y maldije a ese hombre en ese momento, tuve que salir a la fuerza, sentía mi entrepierna como si hubieran vertido en ellas un cremoso postre casero, manchada por detrás y por delante, lo único que se me ocurrió fue cruzar rápido al vestuario de damas, ignorando a los muchachos que estaban expectantes por lo que había sucedido, los mismos que estaban cuando ingresamos, como esperando el final de la película.
Y si bien no levanté la mirada del piso, pude sentir que ellos me clavaban la suya, riéndose por lo que estaba atravesando…
Solo una persona podía salvarme, mi santa madre… así que la llamé y le imploré porque me trajera algunas prendas limpias mientras yo me daba una ducha, inventé una tonta excusa, sé que no me creyó, pero solo necesitaba salir de ese mal momento…
Fue mi despedida de ese gimnasio, y mi última ver con Roberto Carlos, él era parte de mi pasado, y en mi futuro, solo había un nombre, Favio…
CONTINUARA
Si eres mayor de edad puedes escribirme a con título ’YO… LA MAS PUTA DE TODAS…’ a dulces.placeres@live.com
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Mi vida deambulaba entre mi esposo, el tipo ricachón, mediocre en la cama que me llenaba de dinero, quien estaba totalmente ajeno a mi amorío con mi profesor de Zumba Roberto Carlos, un hombre sin muchas ambiciones pero que me cogía maravillosamente, con una verga hermosa y que me la daba seguido por el culo, algo que mi marido lo tildaba como un acto sucio y de prostitutas, algo que me negaba y que yo deseaba.
Pero a pesar que Roberto Carlos me hacía sentir plena en la cama, su torpeza masculina empezaba a hastiarme, con esa manía de hablar de su mujer, ya sea de sus tontos remordimientos o para contarme lo que hacía con ella, y a pesar que sutilmente le hacía saber que no me gustaban sus relatos de matrimonio perfecto después de haberme cogido, el parecía no darse cuenta de que lentamente llevaba todo a un fin.
Esa tarde de setiembre algo sucedería, fui al gym como cada día, al llegar, al flanquear la puerta me topé con Roberto Carlos, pero él no estaba solo, lo acompañaba un amigo según me lo presentó, él se acercó y nos besamos mejilla a mejilla, y me quedé unos minutos por cortesía, unos minutos que me bastaron para fotografiar mentalmente a mi recién conocido, mucho más alto que yo, fornido, piel cobriza, cabello negro bastante largo que recogía fuertemente por detrás de su cabeza, ojos claros, de mirada inquieta, nariz aguileña que le daba un toque masculino y recio, labios gruesos, de hablar en forma un tanto nerviosa.
Favio, tal cual se llamaba, tenía manos grandes, con varios anillos y pulseritas en sus muñecas, con un par de aros en su oreja izquierda y algunos tatuajes que lucían bonitos, incluso noté uno en su bíceps derecho disimulando una vieja cicatriz, producto de alguna diputa o de alguna operación.
También noté en esos minutos que a pesar que él hablaba con Roberto Carlos, mi cuerpo, como un imán se había transformado en centro de sus miradas, un acto que a cualquier mujer hubiera intimidado, pero yo solo sentí excitarme.
Por ser el primer cruce casual decidí que era suficiente, así que lo despedí con otro beso y me encaminé a mis rutinas, moviendo el culo como a mí me gusta cuando sé que un macho me lo está mirando.
Esa tardecita, como tantas otras, hice el amor con Roberto Carlos y cuando vi que otra vez hablaríamos de su mujer, preferí tomar la iniciativa y sacarle información de este nuevo ‘proyecto’
Quién es Favio? de donde lo conoces? nunca me contaste de él…
Favio? Un amigo… no te cuento la vida de mis amigos… te gustó?
Ya se… siempre me hablas de tu esposa… - mis palabras sonaron a reclamo, por lo que él, como haciendo de cuenta que nada había escuchado, retomó desde el punto anterior
Favio es un amigo de años, lo conocí en Brasil, él era un novato argentino en un club de strippers buscando su futuro, le di una mano, estaba solo y bueno, así empezó todo…
Ahhh… stripper…
Mis palabras sonaron demasiado a interés de puta, por lo que Roberto Carlos empezó a reírse a carcajadas…
De que te ríes bobo? – reproché tirándole una de las almohadas que tenía a mano
Es que te interesa putita… y si vieras el aparato que carga! Ja! ja! ja!
Y en verdad me interesaba, así que voltee la mirada y bajé la cabeza. El prosiguió
Oye, si quieres te lo presento! El está interesado en vos, de hecho, me preguntó muchas veces por ‘la chica de culo perfecto’
Me reí, la chica del culo perfecto… pero todo esto ya me causaba escozor en mi sexo, así que le dije
De acuerdo, pasale mi WhatsApp, decile que me escriba, me interesa ver que tanto tiene entre las piernas…
El volvió a reir, pero me advirtió.
Ok, se lo paso, pero te doy un consejo, anda con cuidado, es un buen tipo, pero tiene gustos un tanto raros…
A que te refieres? – pregunté con típica curiosidad femenina
No sé, yo no quiero crearte una falsa expectativa, solo te diré que tengas cuidado…
Es gay? – pregunté inocentemente
El se largó a reír a carcajadas, y me dijo que no, que por ahí no venía la historia, que solo era un tipo complicado con algunos temas legales…
Se había hecho tarde, demasiado tarde, así que no pudimos hablar mucho más, solo que camino en el auto hacia mi casa me contó algo más de él, me dijo que cuando empezaron sus problemas matrimoniales, fue el quien le sugirió trasladarse a Argentina, y fue el quien le devolvió el favor al llegar a mi país, quien lo ayudó a ser parte de nuestra sociedad, quien le consiguió el trabajo en el gym y que en verdad habían hecho una amistad demasiado fuerte.
Favio empezó a escribirme por WhatsApp y con el correr de los días se me hicieron adictivas sus palabras a espaldas de mi esposo, me trataba como una puta, directamente, sin vueltas, iba al hueso, profundo, y tenía el poder de hacerme mojar toda solo con sus palabras, en sus delirios me arrancaba risas y orgasmos, pronto pasó a ser más interesante para mi hablar con el que tener sexo con mi marido y hasta con el mismo Roberto Carlos, es más, cuando ellos me hacían el amor fantaseaba que era Favio quién me lo hacía
Me tomé varias selfies, solo para mostrarle mi culo que tanto me halagaba, ya sea en lencería o totalmente desnudo, le preguntaba si le gustaba y si ‘quería hacérmelo’, ah! sueno tan puta al escribir esto… pero me mojo de solo recordarlo…
En algún punto tuve que cambiar de rumbo, sencillamente no podría estar con Alberto, mi esposo, Roberto Carlos, mi amante mulato y dejar entrar también a Favio, este tipo perverso que empezaba a enloquecerme, no podría llevar una triple vida a espaldas de mi esposo, en algún momento todo volaría en pedazos…
Lo pensé, decidí soltarle la mano a Roberto Carlos, ya había tenido demasiado de su sexo, y también de su esposa, le expliqué los motivos, adiós gimnasio, tenía otros objetivos por delante.
Así que esa tarde fui con un poco de nostalgia a hacer mis rutinas, las últimas, recuerdo que tenía un culotte less bajo un pequeño pantalón corto, ajustado, en tono gris, con una pequeña remera azul que me llegaba al ombligo, en ese momento no me pareció nada importante el detalle de mi vestimenta.
Cuando llegué Roberto Carlos me pidió ir al barcito del club, a charlar, era nuestra despedida y no había ánimos para ejercicios.
Nos sentamos, pedimos unos refrescos y nada hacía pensar en más que unas sanas palabras…
En medio de la conversación entró un WhatsApp, miré de reojo, era Favio, reí, contesté, Roberto Carlos lo notó y empezamos sin querer en un juego dialéctico entre los tres, cambiando palabras eróticas y porno, con un hombre presente y otro a través del móvil, mierda, empezaron a hablarme de tal manera, ellos hablaron de mi de una forma tan loca, que solo hicieron que me excitara como una puta, empecé a mojarme, más y más, les decía que terminaran con este juego, pero ellos no lo harían, y sencillamente yo no quería hacerlo, me halagaban, mi cola, lo puta que era, lo que me gustaba que me la dieran por el culo, si quería chupárselas un rato y no sé cuánto más, sentía que me mojaba a mares, que estaba fuera de control, fuera de eje, sentí enrojecer mis mejillas, sentí agitarse mi respiración, apreté las piernas inconscientemente, a tratar de evitar lo inevitable, una electricidad fulminante recorriendo los pezones, el clítoris, los hombres no imaginan el poder que las palabras tienen sobre mi cuerpo, un orgasmo escapó entre mis piernas, en ese lugar, en ese momento… que vergüenza…
Pero si ese orgasmo me había dado vergüenza y la risa socarrona de Roberto Carlos más roja me ponía, aun me faltaba lo peor…
Miré hacia abajo, entre mis piernas, mierda, tenía toda esa zona íntima, el pubis, todo empapado, el short gris estaba húmedo como si hubiera vertido un vaso de agua en esa zona, ahh! quise que el infierno me tragara! como pude humedecerme de esa manera? como no me di cuenta? Ahora si cobraba importancia tener una remera corta al ombligo, no tenía forma de cubrirme!
Le conté con pena a Roberto Carlos, pensó unos minutos sin dejar de burlarse, al frente estaban los vestuarios y los baños, así que pagó la cuenta y nos dirigimos al lugar con la idea de mojar un poco más la prenda y disimular la situación, al menos eso pensé, pero él tenía otros planes…
El llegar, cuando iba a flanquear la puerta él me tomó del cabello y me arrastró al de hombres, casi sin darme tiempo a protestar, a resistirme, cuando me di cuenta ya estaba dentro de los vestuarios, conté a cuatro chicos semidesnudos que miraron atónitos sin entender nada, seguimos al final, donde están los baños, me metió a un cubicle y cerró la puerta en ese apretado y nauseabundo lugar, fue cuando me miró, me besó profundamente y me susurró
Te voy a extrañar, quiero despedirme de vos…
Solo me giró y me hizo apoyar mis brazos en la puerta, lo sentí agacharse un poco y sentarse sobre el inodoro adiviné que su rostro estaba a la altura de mis glúteos, sentí sus manos comenzar a acariciarlos, me dejé acariciar, sus dedos se colaron en los elásticos de las prendas y bajo con un poco de esfuerzo la pantaloncito y el culote apenas a medio muslo, suspiré rendida y perdida, el orgasmo del bar no había sido suficiente y necesitaba más…
Su lengua recorrió entonces mi piel, mis cachetes, me encorvé para dejarlo llegar, mi esfínter, mis labios, estaba empapada…
Se incorporó nuevamente, con una mano desnudó su verga y mientras me pegaba como si fuera un martillo en mi culo, con los dedos de la otra llevaba jugos de mi conchita a mi esfínter, abriéndolo lentamente…
Al fin apuntó y me la enterró por completo en el culo! ahhh! me sacó un grito contenido y me obligó a pararme en puntas de pies… que hijo de puta!!!
Roberto Carlos empezó a dármela por el culo y en cada empuje me arrancaba un gemido, no podía evitarlo, y más empujaba más gemía, me tapó con fuerza la boca y me susurró
Puta reventada, dejá de quejarte… querés que pierda mi empleo?
Apreté los labios, como decirle? Como decirle que su verga hermosa me llenaba de incontenible placer, como decirle que quería gritar, acaricié mi clítoris al ritmo de la penetración anal, metiendo mis dedos en el hueco jugoso, jugando a una doble penetración, me llené de espasmos en eternos orgasmos… pero claro faltaba su obra maestra…
Lo sentí venir, me iba a llenar el culo de leche, pero el bastardo la sacó justo y apuntó adrede sobre la intimidad de culote que reposaba poco más abajo entre mis piernas, de manera que la humedad de mis flujos se mezclara con todo su semen…
Sin decir palabra, me subió la ropa dejándola como estaba haciéndome sentir un pegote exquisito entre las piernas… ahhh!!! me encantó… pero en ese momento quise matarlo…
Roberto Carlos me dejó sola en ese lugar, odié y maldije a ese hombre en ese momento, tuve que salir a la fuerza, sentía mi entrepierna como si hubieran vertido en ellas un cremoso postre casero, manchada por detrás y por delante, lo único que se me ocurrió fue cruzar rápido al vestuario de damas, ignorando a los muchachos que estaban expectantes por lo que había sucedido, los mismos que estaban cuando ingresamos, como esperando el final de la película.
Y si bien no levanté la mirada del piso, pude sentir que ellos me clavaban la suya, riéndose por lo que estaba atravesando…
Solo una persona podía salvarme, mi santa madre… así que la llamé y le imploré porque me trajera algunas prendas limpias mientras yo me daba una ducha, inventé una tonta excusa, sé que no me creyó, pero solo necesitaba salir de ese mal momento…
Fue mi despedida de ese gimnasio, y mi última ver con Roberto Carlos, él era parte de mi pasado, y en mi futuro, solo había un nombre, Favio…
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