“El irreverente”
Capítulo 1: http://www.poringa.net/posts/relatos/5026790/Terapia-Especial-Capitulo-I.html
Capítulo anterior: http://www.poringa.net/posts/relatos/5050981/Terapia-Especial-Capitulo-VIII.html
La lengua traviesa de esa morocha envolvía con ternura la punta del mástil de Tomás. Aquel sabor le resultaba atrapante. No era la primera verga que se comía, tampoco la más grande, aunque sí la más gruesa. Antes de vender fotos desnudas o vídeos masturbándose en la web, esa fogosa mujer había estado en una relación de un par de años, en donde el sexo era cuestión de todos los días. Su amante poseía un miembro bastante considerable, con el cual la consentía, hasta que un día se marchó y la dejó con algunas deudas.
Adara como la conocía Tomás, no tuvo otra opción que recurrir al mundo del erotismo y sacar provecho de sus atributos y preciosa figura. Desde que su ex la abandonó, jamás había estado con otro hombre, hasta ese instante, en donde le devoraba la polla a un desconocido que en un par de días le había donado más que nadie. A pesar de que se juró a ella misma no caer en eso y solo modelar desnuda, al ir hablando con ese maduro que la llenaba de halagos y le enviaba fotos de morcilla, todo fue cambiando.
Al principio sintió curiosidad y morbo, no obstante, de a poco fue encontrando exquisita a esa verga que resplandecía en las fotos. Su cuerpo fue despertando ese cachondo deseo que fue sepultado tras quedar con el corazón roto. Se llenaba de libido y se masturbaba mirando esas fotografías. Sabía que juntarse con un hombre que no conocía era peligroso, pero necesitaba volver a disfrutar del sexo, aunque fuera oral, su candente figura se lo pedía a gritos.
Pese a que era habilidosa en ese arte, no le gustaba. El amargor de los penes, le provocaban arcadas al igual que su fuerte hedor algunos miembros. En su lugar prefería tenerlos ensartados en su coñito y brincar sobre ellos. Sin embargo, ese capullo que tenía en su boca era simplemente un manjar que se derretía en sus carnosos labios. Relamiéndose, se da cuenta que sus glándulas gustativas querían más de ese amargo y salado sazón. No entendía si realmente le encantaba paladar esa polla, o se debía al morbo de estar haciendo algo obsceno y que cientos de desconocidos la estaban viendo.
Incluso no descartaba la posibilidad de que era meramente capricho por estar meses sin gozar de una cogida. Escupiendo sobre el falo, comienza a cubrir todo ese cuerpo robusto y venoso con su saliva, que la esparcía con la ayuda de su mano y lengua. Al tenerlo completamente embadurnado, se acomodó el pelo y abriendo su boquita, inició una larga travesía. Cada centímetro que se metía en la boca de ese miembro viril, era una bomba de placer para su paladar.
Sin ningún problema llegó hasta la base y se mantuvo firme al degustar por unos segundos esa herramienta al fondo de su garganta. Luego se la retiró con la misma lentitud con la cual se la había engullido. Unas hilazas de baba se desprendían de sus labios, mientras se saboreaba, con su mano derecha pajeaba esa tranca y con la izquierda, raspaba minuciosamente su vagina. Era otra sensación nueva que experimentaba esa joven, nunca se había calentado de esa manera por chupar una verga.
Su cuerpo ardía de lujuria, su coñito le pedía que se metiera ese tronco para que aliviada esa picazón que la estaba matando. Al mismo tiempo su boca le rogaba que no se detuviera con esa felación tan ferviente que estaba dando. Abriendo nuevamente su boca, empieza a tragarse ese sable hasta lo más profundo, repitiendo la misma operación de la vez anterior. Tras tenerla unos segundos dentro de su garganta se la retira y la pajea, aquel intercalo, estaba enloqueciendo a Tomás, que no dejaba de bufar.
Las piernas del maduro flaqueaban del regocijo, estar dentro de esa lasciva boquita era una maravilla. Pues, estaba acostumbrado a sentir los dientes de las muchachas arañando su verga, que le causaba un leve dolor. Pero esa negrita no mordía en absoluto, su boca como la de April, parecía un coño. Tanto, que si no fuera por esa revoltosa lengua y que estaba viendo cómo su pija desaparecía en los labios gruesos de Adara, juraría que estaba follando ese rosadito chochito.
–“Uuhhh… Ooohh… Sí… Sííí… Ugghhh… Dios”- bramo, queriendo correrse y a la vez no, ya que si lo hacía temía que ese acalorado encuentro también acabada. Lo había soñado tantas veces en esos pocos días, que se iba a sentir fatal no haberlo aprovechado al máximo. Sin embargo, poco podía hacer, si esa morocha era una maestra en lo que hacía y solo postergaba su corrida de leche, porque ella no acrecentaba sus mamadas, porque de hacerlo, solo un poco, él bombardearía esa garganta.
–“Uuhhmm… Que vergota más rica, tiene señor Maslow”- declaró melosamente, pasando su lengua entre sus labios pegajosos, por el líquido preseminal de había liberado él y su saliva. Esos segundos de tregua, le sirvieron a Tomás para respirar un poco, aunque también lo exasperó, ya que prefería tener su capullo dentro de esa candente boquita o ser pajeado por la suave mano de esa dama. Algo que solo incrementaría cuando esa traviesa jovencita, fue acariciando la punta de ese garrote con su dedo índice.
–“Oohh, vamos nena… No juegues conmigo y sigue mamándola, por favor”- Tomás rogó, mientras esa tierna yema exploraba su glande. A pesar de oír el quejido del hombre, Adara no dejó de admirar ese miembro baboso por tanto tenerlo en su boca. Abstraída, la muchacha se cuestionaba por qué no podía dejar de comer ese trozo de carne blanca. Qué la hacía tan especial, para transformarse en su droga favorita. Aquella idea de acabar rápido con la cual había ido, ya no rondaba por su cabeza, en su lugar quería que dure por horas la diversión que estaba obteniendo con ese desconocido.
Estaba tan enganchada a esa paleta que tenía en frente, que anhelaba ser empotrada, pero sin esa pared entre medio. Quería ver el rostro de ese hombre que poseía semejante polla y que le estaba haciendo disfrutar de un sexo oral. Quería que se la metiera en su abandonado coñito y la hiciera chillar de gozo, mientras untaban sus labios con sus lascivas salivas. Todo eso ansiaba, no obstante, se negaba hacerlo, porque no quería terminar enamorándose de ese maduro.
Lo más probable es que él estaba casado y nunca se separaría de su mujer. Ya había vivido aquel cuento, cuando apenas tenía 18, se enamoró profundamente de un profesor, el cual solo se aprovechó de ella, después de esa mala experiencia, conoció a quién fue por 4 años el amor de su vida, hasta que la abandonó. Estaba acostumbrada a tener mala suerte, así que prefería limitarse a ese jueguito, hacer a lo que había ido y luego desaparecer de la vida de ese hombre por siempre.
Cobijando esa estaca entre sus macizos senos ébanos, comenzó a menearlos de arriba abajo y con sus sensuales labios, le daba piquitos a esa gorda cabeza en donde burbujeaba semen. Tomás no espero aquel movimiento por parte de esa hembra, lo estaba maravillando y cada cosa que aplicaba, le parecía una obra de arte, un placer que solo con April había experimentado. Con su esposa ya en su mente, imaginó fugazmente a ella y Adara, comiéndole la verga, mientras la tenían retenida en esas grandes par de tetas que tenían.
–“Vamos, papito… Dame toda tu lechita…”- maulló esa minina de piel negra, lamiendo tiernamente la hinchada glande del hombre. Sin resistir más, Tomás terminó eyaculando una enorme descarga, que embadurnó el rostro de esa muchacha. Esas espesas gotas que caían por sus labios, ella las probó, embriagándose en su viscosidad, le pareció la bebida más deliciosa que podía haber consumido. Sin dejar de lengüetearse, se limpia aquella crema blanca que estaba alrededor de su boca.
Con sus dedos, terminó de limpiarse el esperma que se encontraba cerca de sus parpados y frente. Chupeteando sus dedos, nuevamente se sorprende por lo guarra que se estaba comportando. Si regresaba unas horas antes de ese encuentro, en donde paseaba un dulce de fresa entre sus dientes, para que su paladar no se sintiera asqueado cuando tuviera esa polla en su boca, no sospechó que iba a terminar amando el sabor de ese fierro veterano y que por primera vez se bebería todo el semen que le habían arrojado.
Era una locura, no podía dejar de calentarse y sus glándulas gustativas le imploraban por degustar una vez más de ese capullo y su estimulante manjar. Tomás iba perdiendo rigidez con cada segundo que pasaba, sin embargo, no sacaba su pene de ese agujero con la esperanza volvería a jugar con él. Aquel milagro se hizo presente, ella se engulló todo ese sable en su boca y empezó a dar unas frenéticas chupadas. El miembro del hombre no tardó en recobrar vida ante tan fogosa felación.
Los hilos de baba y semen, eran obscenamente gruesos y vulgares, transformando la imagen en una totalmente excitante. Él no sabía si aguantaría por mucho, dada a la intensidad de la mamada. Aquello estaba siendo un verdadero festín para esa morocha, que no dejaba de zambullir ese tronco en su garganta. –“Dios… Que exquisito pollón tienes, señor Maslow”- enunció con esos labios carnosos, tras calmarse un poco de su éxtasis.
Era tanta su cachondez que se vio obligada a colocarse de pie, darse la media vuelta y apoyar ese pene contra sus glúteos. –“¿Qué opina de mi culo, señor Maslow?”- consultó meneando su trasero desde arriba abajo, dejando anonadado al maduro por lo suave que eran esas nalgas. Ya en las fotos se había percatado que esa cola de chocolate fácilmente podría competir con las de Ignacia y Josefina. Pero al estar entre esas posaderas se daba cuenta, que incluso podía ser más grande que el de las gemelas.
–“Vaya culazo”- murmuró, –“¡Joder, que orto!”- exclamó eufórico, –“Opino que es un monumento que el propio ser divino, talló con sus manos. Porque es perfecto y me encantaría rompértelo, Adara”- comentó, escuchando levemente la risita coqueta de esa negrita con la cual estaba haciéndole infiel a su mujer. Sí, era la primera vez que Tomás realmente engañaba a April desde que se casaron, porque las otras aventuras, siempre habían sido planeada por ella como la terapia especial.
Tal vez a lo único que se asemejaba fue cuando cierta chica de Francia, se encaprichó con él y su verga. Terminando en el departamento de ella, en donde le enseñó a mamar y le dio un buen litro de leche. Todo a espalda de su esposa, no obstante, pese al deseo de penetrarla, él se negaba a ir tan lejos, por ser consciente que con eso engañaría a April, generándole un remordimiento. Algo que no le ocurría con Adara, le daba igual qué tan lejos podían llegar, incluso suplicaba por penetrarla.
–“Ya veo… ¿Y qué dices de mi coñito?”- interpelo, sobando con su húmeda vulva ese caliente, duro y empinado paquete. –“Q-qu-que es… Que es ardiente. Sin probarlo, estoy seguro que es sabroso y que daría cualquier cosa, por atravesártelo con mi polla”- confeso sin tapujos. –“¿Ah, sí?”- pregunto la morocha halagada y cachonda. –“Sí… ¿Así que dime cuanto por penetrarte? No me importa la cantidad, te lo transfiero ahora mismo”- enunció dominado por la lujuria.
Ella se mordía los labios y guardó silencio, las declaraciones de ese hombre la habían encendido todavía aún más de lo que ya estaba y tener ese robusto capullo entre sus labios vaginales, le hacían delirar. Jadeando fuerte, esa mujer de piel ébano se daba cuenta que ya tenía un pozo con sus jugos, ni siquiera se había corrido, pero con cada gota y chorrito que soltaba, creo ese charco. Excitadísima, continuó frotándose sobre esa verga, hasta estallar en un fabuloso orgasmo.
Tomás al sentir esos fluidos cubriendo su pene, se ilusiono que esa juguetona mujer le iba a permitir clavar su miembro en esa cuevita ígnea. Lo que desataría horas de diversión, después de estar en ese baño, se irían a un motel a follar como dementes. Sin embargo, todas sus fantasías, se hicieron añicos, cuando esa jovencita, con la voz agitada, repitió una y otra vez que no podían cruzar esa línea, que su trato solo era sexo oral. Tomás no podía creer lo obstinada que era esa morena, sus cuerpos estaban rugiendo por sexo, no obstante, ella por una desconocida razón para él, no consumía el pecado entero.
A pesar de su desilusión, esa fervorosa joven lo reencanto con su lengua. Ese trozo de carne, que había sido bañado por sus jugos, sabía más sabroso que antes, haciendo que su garganta profunda sea sencillamente insuperable. –“Ooohh Dios…”- susurró él, antes de verter toda su esperma dentro de esa ardiente boquita. Adara al sentir esos chorros invadiendo su garganta, explotó en otro orgasmo. Al quitarse esa madura polla, casi se desploma en el suelo, pero con la fuerza que le quedaba, cerró la transmisión.
Entonces, se apoyó en una de las paredes de ese cubilo, saboreando su boca que estaba impregnada al sabor de esa polla y tocaba con mimo su coñito. –“¿Va… Valió la pena tu inversión?”- consulto, viendo como esa anaconda que se había devorado, desaparecía de ese agujero. –“¿Valió la pena?”- dijo entre risas Tomás, –“Fue increíble, supero todas mis expectativas. Eres una Diosa, Adara”- agregó, acariciando su miembro y recordando las pinceladas de esa mujer.
Ella no pudo evitar sonreír tras escuchar esas palabras, era un verdadero consuelo que había logrado hacer feliz y satisfecho a ese maduro. –“Me alegro”- contestó como un zumbido de una mosca, levantándose del suelo y recogiendo su abrigo, para cubrir su cuerpo desnudo. Tomás se encontraba confundido, algo le decía que después de lo vivido, ella desaparecería como un fantasma y no volvería a tener ningún rastro de su ser, algo que lo apenaba. Decidido quiere jugar su última carta, antes de que fuera tarde.
Tomás: Adara… ¿Puedo preguntarte algo personal?
Adara: Claro, aunque espero que no sea mi nombre, porque no te lo diré.
Tomás: No, descuida. Solo quiero consultarte si tienes novio.
Expresó colocándose de pie y metiendo su verga en ese agujero de nuevo.
Adara: No… Si lo tendría, no haría estas cosas.
Tomás: Ya veo. Entonces, ¿por qué no quieres coger conmigo?
Interpeló, la muchacha suspiro ante esa consulta, pero rápidamente quedaría deslumbrada al observaba esa polla vigorosa asomarse de nuevo.
Adara: ¿Co… Co… Cómo puedes te-te-tenerla dura nuevamente?
Tomás: Por tu culpa. Eres tan sexy que no puedo dejar de excitarme.
Esa morocha trago saliva y camino automáticamente hacía donde se encontraba ese miembro tieso. Con sus dedos lo acarició, comprobando que estaba tan duro como la primera vez que afloró de ese hueco. Tomás al sentir ese toqueteó se dio cuenta que su plan estaba funcionando, esa hembra se sintió atraída por su tronco y se moría por disfrutar de un buen sexo. Ninguno dijo nada, ella se mantuvo sobando ese pene y sin darse cuenta lo fue aproximando a su chochito.
Tomás al percibir que su glande tocaba ese empapado coño, se le aceleró la respiración, estaba a nada de entrar a esa cueva tan deseada. No obstante, justo golpean la puerta, para avisarles que su tiempo en ese lugar ya había culminado. Adara soltó ese miembro y se alejó, había dejado de estar hipnotizada por él. El hombre no podía creer su mala suerte, pero no protestó, simplemente sacó su morcilla de ese agujero y se subió los pantalones, para salir antes que esa candente joven.
Parado muy cerca de la salida, espero por unos largo minutos en que saliera esa muchacha, sin embargo, al notar que no lo hacía, se acercó a la encargada para preguntarle por su “novia”. –“¿Novia? Ella se fue por la otra salida”- dijo con cierta incomodes, Tomás suspiro amargamente y se retiró. Regreso a la casa de su hermana, con una erección que le recordaba el amargo trago de no haber podido culminar su anhelo. Al aparcarse, se bajó con el ceño fruncido y una cara de pocos amigos.
Antes de entrar, sacó su móvil del bolsillo y le mensajeó a Adara, con la esperanza de que esa anónima mujer, le respondiera. Al abrir la puerta, su rostro serio cambio a uno jocoso al observar a sus tres ardientes sobrinas sentadas en el sofá, mirando la televisión. Cada una brillaba con su atuendo, aunque Luna se robó toda la atención de su tío. Ella después del rechazo de este, decidió probar con un conjunto más atrevido, usando una faldita que no dejaba nada a la imaginación y un pequeñito top que marcaba perfectamente esas tetitas.
Sus dos coletas que tenía a cada lado, hacía que su rostro se viera más tierno y a la vez guarrillo. Tomás se olvidaba completamente de su cenicienta morocha y se centraba en las hijas zorritas de su hermana. Acercándose a ellas, les preguntó qué miraban, Chloe al escucharlo, lo mira con entusiasmo y se muerde el labio inferior, ya que había llegado antes de las cinco, lo que significaba juerga y placer en su habitación. Mar trató de evadir su mirada, ya que la incomodaba y Luna expectante esperaba que la notada.
–“Nada entretenido”- afirmo la mayor de las hermanas. –“A Mar se le antojó ver The Perks of Being a Wallflower y como tenía que hacer tiempo hasta las cinco. Me quedé para hacerles compañías a mis hermanitas”- añadió, guiñándole el ojo derecho a su tío, quien se sentó entre medio de Luna y Mar. La de al medio, no podía ocultar su nerviosismo por tener a su tío tan cerca, mientras que la menor, con sus ojitos resplandeciente como la de un cachorrito cuando ve llegar a su amo, quería algún mimo.
–“Ya veo. Aunque me alegra verlas juntas, ya que es muy raro que lo estén, a pesar de que son hermanas”- señaló, sentando las bases de una conversación pendiente que él quería abordar. Desde que había llegado a esa casa, solo las vio reunidas, cuando las vio por primera vez y aquel instante. A diferencia de sus hijos, parecía que no tenían ningún interés de forjar su hermandad. –“Supongo que se debe a que tenemos gustos distintos”- hablo otra vez Chloe.
–“Aun así, son hermanas. Deberían apoyarse mutuamente y estar unidas cuando tienen problemas”- expresó refiriéndose claramente al acoso que vivía Mar. Ella sabía que debía hablar, decir algo al respecto, pero no podía, si él estaba tan cerca, no quería demostrar debilidad. Además, sentía su sofocante mirada, que parecía estar clavada en sus tetas, dificultando así más su intervención. Pese a que Tomás quería actuar serio por unos minutos, no tenía el control de su cuerpo con las tres juntas, principalmente con Mar.
–“Bueno, tal vez se deba a que mamá desde pequeñas quiso que no dependiéramos de nadie. Por eso somos tan distante, incluso con nosotras mismas”- declaró Luna, luego de percibir la mano de su tío apoyada en su cintura. Estaba dichosa de ser nuevamente visible para ese hombre con el cual se había encaprichado. Al ver cómo él se volteaba para mirarla, su respiración se le acelero y su vagina mojó su braguita. Abriendo levemente su boquita, esperaba un premio por su participación.
No le importaba que la besaran ahí mismo, en frente de sus hermanas. Había sido tantas veces ignorada por ese maduro, que creía justo, un buen morreo. Sin embargo, Tomás solo le agradeció por esa información. Él comenzaba a armar un poco más el puzle de la poca afinidad de esas tres. Divagando entre sus pensamientos, baraja de qué forma podía hacer que ellas se hicieran más cercana, sin que interfiera con su siguiente movimiento que era cogerse a Mar.
Aprovechando la vulnerabilidad de su tío, Luna se sienta en las piernas de él, notando lo duro que estaba esa verga. Solo sentir su firmeza, le causo delirio a la joven e incrementó su apetito sexual. Chloe al observar a su hermanita tan apegada a su tío, se fue colocando celosa. Quería levantarse para sentarse en el regazo del hombre también. Mar que estaba enfocada en no desviar su mirada de la televisión, no se percataba del descaro de Luna, al sobar ese tronco sobre el pantalón.
–“¿Qué pasa tío?”- preguntó con total osadía. Tomás perplejo por esa actitud que tenía su sobrinita, trago saliva. –“Na… Nada. Solo estaba pensando por lo que me habías dicho”- contestó, tratando de dominar sus impulsos, ya que si no lo intentaba, de seguro caía en el embrujo de esa muchacha. No veía con malos ojos, escaparse con esa desvergonzada chica a su cuarto, para reventarla a pollazos y desquitarse así de la cogida que no pudo concretar con la negrita.
No obstante, era consciente de lo que le había prometido a la mayor de las hermanas y que esa última descarga que tenía guardada, era para ella. Moviendo discretamente su mano hacía a la vulva de Luna, comenzó a raspar sobre la tela húmeda, calmando ese salvaje toqueteo sobre su miembro. La menor de las hermanas se mordió los labios, no para callar sus gemidos, sino por deleite. Tomás sonriendo mira a Chloe que se impacientaba con lo que sucedía delante de ella, y le dice que iría hablar en privado con Luna, luego lo haría con ella, guiñándole el ojo, dejándole en claro que le iba a dar lo prometido y finalmente charlaría con Mar.
Ambos se pararon, la más joven de sus sobrinas estaba entusiasmadísima, ya se imaginaba comiendo esa verga robusta. Algo que no había hecho en la noche y mañana de pasión que compartieron y después disfrutaría de esas las maravillosas estocadas. Caminando delante de su tío, le menea su colita, para que se lo vaya comiendo con sus ojos. Tomás no espero a llegar al segundo piso, para darle una nalgada. Fue tan fuerte, que el eco se oyó por la casa y dejó inmóvil a esa perrita.
–“T-tío”- balbuceó asombrada. –“Te mueres por recibir cariño por tu tío, ¿verdad?”- le murmuró, apoyando su pene en esas posaderas. Ambos subieron lo más pronto las escaleras, para encerrarse en la habitación de la muchachita. Apenas la puerta se tranco, ella se arrimó y lo besó con euforia, Tomás se lo correspondió, abrazándola desde su cinturita desnuda. Notar esos dedos filudos en su piel, la encandilaron, haciéndola que se aferre más a esa boca con experiencia.
Al separarse, una hilaza de baba se dilato. Ella estaba deseosa por probar la inmensa polla de su tío. Quería embadurnarla con su saliva, chupetearla, mordisquearla y tenerla toda dentro de su garganta. No obstante, Tomás la detiene, generándole desconcierto. –“¿Tío?”- interpeló, buscando una explicación para no poder devorar ese trozo de carne. –“Lunita, yo sé que te mueres por jugar con tu tío. Pero ahora mismo yo no puedo”- comentó, agarrándole ese culito con ambas manos y mordisqueándole los labios.
–“¿Po-por qué?”- cuestionó ella, desanimada, –“Perdóname, sin embargo, te prometo que te voy a dar una rica follada antes de irme. Mucho mejor que las dos anteriores”- afirmó, besándola nuevamente y metiendo sus dedos dentro de esa colita. Luna se retorció de gozo en los brazos de su tío, el cual la dejo tendida en la cama. –“Por vestirte así para mí, te voy dar una pequeña recompensa”- expresó, allegándose a esos finos labios para entrelazar sus lenguas de nuevo y que sus dedos fueran penetrando ese coñito.
Luna no tendría la polla de su tío ese día, sin embargo, igual obtuvo satisfacción, gracias a esos dedos que la palpaban y esa lengua que se adueñó de su boca. La hija menor de Blanca, quedó tendida en su cama, con la boquita abierta y respirando de forma agitada. Yéndose al cuarto de Chloe, Tomás cató esos juguitos que tenía en sus yemas. Antes de que él golpeada la puerta, esta se abre, su sobrina insolente lo esperaba con la lencería que se probó en ese probador de ropa, que fue testigo de lo zorra que era ella y de una buena follada de boca.
Tomás quedó fascinado al encontrarla con ese conjunto, aunque se lo quitó casi de inmediato. Él no estaba para juegos, tenía su verga tan erecta que solo anhelaba sumergirla de una vez dentro de un cálido coño. Colocándola contra la puerta, hace que apoye sus palmas en ella, abra sus piernas y levantara ese culito. Esa actitud tan decidida y dominante de él, cachondeó más a Chloe, que ya se sentía como una perrita sumisa ante ese macho que se imponía.
El maduro recuerda que el día anterior, había estado dilatando ese esfínter, no podía desaprovechar esa oportunidad, para cogérselo. Viendo un dildo en uno de los muebles de esa jovencita, lo toma y escupe en ese orificio anal. Enterrando primeramente su dedo pulgar, mientras le consultaba si aquel artefacto estaba limpio. La muchacha sonrió al ver que su tío tenía entre sus manos uno de sus juguetitos. Ella le musito que sí, entonces Tomás se lo hace chupar, para lubricarlo.
En tanto su verga, se embadurnaba con los flujos que descendían de ese ferviente chocho. Tener su boca llena y que su ano fuera hurgado por ese dedo gordo, era un gozo para ella, que podría mejorar, si su tío la empotraba con esa venosa tranca que se frotaba con sus labios vaginales y masturbaba su clítoris. Su mente masoquista, complementaba aquel placer, con la idea de que no era más que una muñeca para ese hombre que moldeaba su orto, y se lo destruida con unas brutales estocadas.
Dejándole metido bien hondo aquel dildo en su boca, toma su polla y la azota contra esas nalgas. –“¿Te gusta que te nalguee, cachorrita?”- le pregunto, volviendo a sacudir su miembro sobre ese culo. Chloe sin poder gritar que sí, afirmó con su cabeza. Tomás sacó su cinturón del pantalón y le dio un par de golpes a esa colita y luego una nalgada fuerte, llenando de satisfacción a esa tetona tatuada. Mientras ella se recuperaba de ese regocijo, su tío sin ningún aviso, le clavó su verga en el coño, de una estocada metió más de la mitad.
Todas esas sensaciones hicieron que Chloe acabada. Ser castigada físicamente por su tío, era tan bueno como cuando lo hacía psicológicamente. Tomás fue bombeando, a la vez que batía esos glúteos. Después de un par de minutos, él le quito ese dildo de la boca y se la ensartó en el ano. Tomás dejó de lado los azotes y se centró en sus embestidas, las que se hicieron más violentas. Cada golpe a ese útero, retorcía a la joven, que rogaba por más y ahogaba sus jadeos.
Sus enormes melones se balaceaban al ritmo de esas estocadas y provocaban un sonido obsceno cada vez que chocaban. El maduro, amante de los gordos senos, le pidió a su sobrina que se diera vuelta. Al tenerla de frente, sumergió su cara entre esos globos y continuó con sus monumentales penetraciones. Una de sus manos apretaba ese culito, mientras que la otra, retiraba pausadamente ese juguetito y nuevamente lo metía. Sacando su rostro de esos maravillosos pechos, se llegó a esos labios gruesos y la besó.
El intercambio de saliva como siempre era un deleite para ambos y se aferraban a sus bocas para prolongar aquello más de lo necesario. Entre los finos y dulces labios de Luna, con los carnosos y candentes labios de Chloe, él definitivamente se decantaba por la mayor. Ese salvajismo con el cual se devoraban las bocas, resultaba mucho más estimulante. –“Oohhh… Tío…”- exclamó, echando su cabeza hacía atrás, permitiéndole al maduro recorrer su cuello a besos.
Saboreando esa tierna carne, detuvo su taladrada al igual de revolver ese culito con ese juguete. –“Aahh… Ti-tío… ¿Por qué te detuviste?”- consultó la joven, mordiendo esos labios llenos de experiencia y sacudiendo sus caderas para intentar mantener el ritmo de las penetraciones. Él olfateando el meloso aroma que desprendía, le susurro en el oído, –“Porque quiero hacerte el amor”-, los ojos de Chloe se hicieron inmensos al oír esa oración con tanta dulzura.
Ella no comprendía porqué se había emocionado al escucharlo decir eso, si no le interesaba que la trataran con gentileza. –“Sé que prefieres la rudeza y que te maltraten. Pero yo quiero tratarte como una muñequita de porcelana, explorar tu cuerpo con más amor que deseo”- recitó a la vez que se mecía dentro de ella, con una lentitud y ternura, que la hacía temblar. Eran embestidas que contrastaba con el sexo agresivo del cual su cuerpo estaba acostumbrado.
Se sentía bien, tan bien que acompañaba esas suaves acaricias y estocadas con un coro de jadeos. Su boquita segregaba salivaba de tanto gusto, se interrogaba por qué disfrutaba de algo tan amable. –“Uugghh… T-ti-tío… Hagamos el amor… Hagámoslo en mi cama”- solicitó, mirándolo a los ojos y abrazando esa boca veterana. Tomás, retirándole el dildo, la recostó en la cama y con movimientos afables hizo que esa muchacha llegada a un gran orgasmo.
Tomás siguió revolviendo esas entrañas con mansedumbre, hasta que no pudo más y termino llenando ese coñito. Ambos quedaron tendidos en la cama, Chloe abrazo el brazo de él y apoyó su cabeza en su pecho, con una sonrisita. –“Desde que me miraste por primera vez con desprecio, soñé con este momento”- afirmo el hombre, acariciando el cabello de su sobrina. –“Ahora que cumpliste tu objetivo, ¿qué quieres hacer conmigo?”- preguntó, levantando su mirada y allegándose a esos labios.
–“Seguir complaciéndote”- expreso, perdiéndose en esos brillantes ojitos claros. Ellos se besaron de manera densa como de costumbre, pero sin tanto salvajismo y aun así, Tomás prefería la boca de Chloe que la de Luna. Abrazándola desde la cintura, se quedaron así por buen rato. Cuando él se apartó de ella, sintió como toda la calidez que tenía se fue y un frio rodeó su cuerpo. –“Bien, iré hablar con Mar ahora”- dijo el maduro, sentándose en la cama, mientras recogía su pantalón.
Chloe se sintió impulsada por una fuerza y abrazó la espalda de su tío. –“Oye, ¿puedo tomarme una foto contigo ahora?”- maulló con dulzura. –“Claro”- contestó él con una sonrisa. La muchacha sin soltarse de la espalda del hombre, tomó una selfie, sin moverse, quiso tomar otra desde otro ángulo, sin embargo, no se esperó que su tío la besara justo cuando tomó la foto. Él sonriendo, se vistió y se fue, dejando a esa chica confundida con todo lo nuevo que sentía, tocándose sus labios, murmuró, –“Amo que seas así de romántico”-
Tomás tocó la puerta del cuarto de la única de sus sobrinas con la cual todavía no había estado y tenía que llevarla a la cama a más tardar mañana, ya que el tiempo se estaba acabando. Mar abrió y ya se había sacado el vestido que se ceñía a su cuerpo, en su lugar, llevaba puesto unos pantalones anchos y una sudadera. A pesar de no lucir su figurita voluminosa, Tomás seguía apreciando su belleza, –“Perdón por la tardanza, preciosa”- dijo aproximándose a ella y dándole un beso en la mejilla.
Mar: Basta de juegos tío. Dime, ¿qué es lo que quieres?
Recriminó.
Tomás: Darte otro beso.
Aseguró el hombre, disminuyendo la distancia entre los dos y tomándola de la cintura. La joven al tenerlo tan cerca, se colocó nerviosa, su cuerpo olía diferente a los otros días, incluso podía distinguir la fragancia de sus hermanas en él, algo que la irritaba.
Mar: S-sí te a través a besarme de nuevo, le diré a mamá.
Tomás: Adelante, dile. Acúsale a Blanca que estoy loco por ti. A cambio yo le digo quién realmente eres, Madelyne.
Susurró, mordiéndole los labios. Las pupilas de Mar se dilataron y sus cejas se elevaron. Pálida y muda, se preguntaba a sí misma cómo había descubierto aquel hombre su mayor secreto. Siempre fue cuidadosa a la hora de grabar vídeos o tomarse fotos de ella cogiendo o masturbándose y sabiendo que sus tatuajes podían delatarla, siempre procuraba de cubrirlos. Sin embargo, no todo podía ser perfecto, menos ante una buena observadora como lo era April.
La mujer astuta, se percataba del maquillaje que usaba Mar en su cuerpo para cubrir sus tatuajes y que en algunos vídeos tal vez por la prisa, no estaban bien ocultos. Fue la misma April quien le reveló el secreto a Tomás, en su última conversación, tras que él le dijera que su sobrina estaba siendo acosada en la universidad. Cuando su esposa le explicó la razón de ese hostigamiento y el nombre clave de esa jovencita en plataformas para adultos, entendió, que aquel día cuando comenzó su obsesión por Adara, su mujer estaba viendo los videos de su sobrina y que él se topada con la morocha fue mera casualidad. Tomás se alejó de Mar y antes de retirarse le dijo que al otro día irían al centro comercial.
Domingo
Ir al centro comercial con Mar, era más que interesante. No solo estarían a solas y podría exhibir el verdadero rostro de esa chica que fingía ser tímida, sino que también, descubriría que tan lejos estaría dispuesta a llegar. Aparcándose, Tomás suspiró y miró a su sobrina, la cual todavía no se explicaba cómo ese hombre había descubierto su otra identidad, tal vez fue por la foto que le envió o que se paseaba tan desvergonzadamente delante de él. –“¿Pasa algo?”- pregunto el psicólogo, allegándose a Mar apropósito, –“N… Nn-no”- contestó ella, tratando de mantener la calma.
Tomás sonrió al verla tan inquieta, en su mente ya visualizaba un par de escenas morbosas con la más pervertida y voluptuosa de las hermana. Tomándola de la barbilla como de costumbre, hizo que levantara la mirada y sus ojos se alinearan. Esa chica tembló entera al intercambiar miradas, pues cada vez que él la agarraba del mentón, un loco deseo la invadía. Aunque ella no quería reconocerlo, ese hombre que sería su mero objeto de diversión, la había derrotado y conquistado.
–“Bien. Entonces, vamos a comprar”- susurró Tomás, acariciando la perilla de su sobrina. Al bajar del coche, camina rápidamente al otro lado para abrirle la puerta a Mar, comportándose como todo un caballero. Ella aterrada de estar a solas con él y dejarse impulsar por sus hormonas, tomó distancia. Caminando rápido quería perderse entre la multitud y tener tiempo para relajarse, sin embargo, Tomás no lo permitiría y la tomó de la mano antes de que pudiera dar un paso más entre la muchedumbre.
–“¿Por qué tan deprisa? ¿A caso quieres huir de mí?”- preguntó con malicia, dejando muda a su sobrina, que no hallaba las palabras para refutarle a su tío. Entre las personas que se paseaban a su alrededor, una silueta familiar se asomaba. Vestido con un pantalón negro y una cazadora del mismo color, sostenía una malteada con la mano derecha, Tomás al girarse, ve cómo le levanta la mano en señal de saludo, –“Hola, Alex…”- comentó en primera instancia, volviendo a fijar su mirada en Mar.
No obstante, al procesar aquello, sus parparos crecieron, sus pupilas se dilató y las cejas se levantaron. Regresando a mirar a donde estaba ese muchacho, lo observa de pies a cabeza, –“¿Alexander? ¿Tú qué haces aquí?”- expresó atónito, mientras que Alex dejó de beber de su malteada y una sonrisa juguetona se le dibujo. Mar que no comprendía lo que pasaba, intentó zafarse de su tío, pero solo ver ligeramente a Alexander, la congelo por completo y un terror la abrazo.
–“Esperando a Bella”- contesto, tirando el embace vacío a un tacho de basura. –“¿Y dónde está ella?”- preguntó Tomás mirando a todos lados. –“Está en una reunión, dijo que nos reuniríamos aquí. Pero adivina qué. Deje olvidado mi celular y no he podido comunicarme con ella”- soltó entre carcajadas. –“Por cierto Thomas. ¿No crees que es una maravillosa consciencia este encuentro?”- agregó, disminuyendo absolutamente la distancia entre ambos.
Al ser del mismo porte de Tomás, estaban simétricamente observándose. El rostro de niño bueno que colocaba el muchacho contrastaba con toda su arrogante actitud. –“Debe ser difícil volver a la ciudad en donde todo cambio, ¿verdad?”- interpeló el hombre, sin inmutarse ante esa mirada fija e inquietante de Alexander y soltando de la mano a Mar. –“Caótico para serte sincero. Me gustaría salir corriendo de aquí, pero no puedo abandonar a Bella”- respondió con serenidad.
–“Bueno, por mientras esperas a Bella, puedes acompañarnos”- invitó Tomás a su ex paciente. –“Claro”- sentenció él con una sonrisa, dejando de lado esa tenebrosa aura que lo rodeaba y Mar en sus ojos contemplaba a un niño pequeño en vez del hombre serio que había irrumpido su escape. –“Por cierto Thomas, ¿quién es ella?”- consultó intrigado, dándole un vistazo rápido a esa chica, –“Es Mar, mi sobrina”- dijo con una sonrisa y volviendo a tomar la mano de la chica.
Los planes de Tomás tomaron un rumbo distinto con la presencia de Alexander. No podía acorralar ni tentar a su pervertida sobrina. Sin embargo, la presencia del “irreverente”, ayudaría a que Mar se apegada más a su tío, por el miedo de esa mirada sin emociones y aura tan fría. Alexander Ortiz, creció en una familia poca ortodoxa, en donde no había ninguna barrera de la moral que se interpusiera. Detrás de esos ojos muertos y sonrisa inquietante se ocultaba un gran dolor.
Tomás sabía que Alex iba a colocar incomoda a su sobrina, pero no esperaba que ella se quedada en silencio y se aferrada a su brazo. Mar por primera vez, quiso ser invisible para un chico, ya que aquel que acompañaba a su tío, no le transmitía emociones, más que terror. Al entrar en una de las tiendas, Alexander liberó una pequeña risita irónica, colocando entre sus labios un cigarrillo, lo enciende, incomodando a los clientes y enfureciendo al encargado.
Este se le acerca sin haberlo visto con detenimiento, al estar en frente de él, su ceño fruncido desapareció y quedando con la boca abierta, todo su cuerpo tembló por el asombro. –“Vaya, Richie. Aún sigues siendo el lamebotas de mi padre”- exclamó con una sonrisa sarcástica y soltando el humo de aquel tabaco en la cara del hombre. –“Por favor, no le digas a mi padre, que estuve en una de sus tiendas, que va a pensar que me interesa tomar su lugar en la empresa”- sentenció, dándole la espalda.
Al contemplar que en la tienda había una gran cantidad de clientes, se para en el centro de esta. Sin dejar de fumar, sigue esparciendo su tóxico y molesto olor de nicotina. Richie al verlo ahí parado se temía lo peor, más con la sonrisilla que tenía delineada en su rostro. –“Soy el hijo del dueño y pido perdón a quienes les moleste mi insolencia por fumar dentro de la tienda. No obstante, no lo voy a dejar de hacer, ni por los niños ni ancianos que están presente”- enunció, dejando a más de uno fastidiado.
Mar miraba a su tío, creyendo que iba a detener a su amigo, pero él no hizo nada más que comprar. –“Antes de que se vayan o me quieran reclamar, les doy a cambio el 50% de descuento en su compra. Llevándose una prenda gratis, y si llevan más de cinco el descuento será del 60%”- concluyó, desatando la locura en esa tienda. Alexander se reía a carcajadas, mientras que Richie se llevaba las manos a la cabeza, sabía que ese chico tenía problemas después de lo que vivió hace 5 años, pero no creía que había descendido a la demencia.
Richie: Jo-joven, ¿qué ha hecho?
Protestó.
Alexander: Aumentarle las ventas a mi padre. Porque después de lo de hoy, varios van a venir a comprar, creyendo y esperando una oferta así.
Richie: Pe-pe… Pero…
Alexander: Pero nada. Solo dile al señor Manuel, que el irreverente vino a su tienda.
Expresó, tirando su pucho al suelo y pisándolo, para encender otro.
Richie: Pero usted me dijo que no le diga que había venido.
Alexander: Cambié de opinión. Puedes decirle que estuve aquí y que vine que una bella dama, por favor. Mmhh… 98, 74 y 101, creo que son sus medidas. Bueno, te dejo trabajar, Richie.
Tomás quería cancelar, pero la cola era bastante larga. Antes de formarse en ella, Alexander, le pide que le pase las prendas elegidas y saltándose a todos los que estaban delante de él. Al regresar le pasa las bolsas a Tomás y le dice que es un regalo de su padre, por haber sido su terapeuta. El hombre comenzaba a lamentar la idea de dejar que Alex hiciera lo que quisiera y no ponerle freno, ya que cada acción parecía ser peor que la anterior.
Buscando un momento a solas con Alexander, Tomás le pide que lo acompañe al baño. Fijándose que no había nadie a su alrededor, se voltea para mirarlo a los ojos y pedirle que calme esa actitud tan altanera que estaba teniendo. Alex se rio y le pidió disculpa, sabía que se le fue de las manos su capricho, pero al estar dentro de la tienda de su padre, no pudo controlarse, los destellos de ese día, retumbaron tanto en su cabeza como cuando había ido a su consulta por primera vez.
Ambos estuvieron hablando por alrededor de 10 minutos, en donde Tomás tomó su rol de psicólogo para calmar la ansiedad que estaba pareciendo ese joven. Después de la charla sincera, los dos regresaron en donde habían dejado a Mar, para encontrarse con una escena que ambos no esperaban. La hija de Blanca, estaba siendo molestada por sus acosadoras, arrinconada en una pared, la muchacha solo agachaba la cabeza y dejaba que la humillaran, tirando la ropa que había comprado a la basura.
Mar había perdido su personalidad por Alexander, en vez de mostrarse arrogante con quieres tenía en frente, solo se doblegaba y dejaba que hicieran lo que querían con ella. Aquello irritaba más a las muchachas, que pensaba que aquello era solo un vil acto más, para luego mofarse de ellas. Estefany cabreada por no ver alguna respuesta de Mar, le arroja una gaseosa entera sobre la cabeza. Pensaba que con aquello la tipa que había engatusado a su novio, iba a defenderse.
Sin embargo, no obtuvo respuesta, pero a sus espaldas comenzó a escuchar el silbido de la melodía peculiar. Tomás impactado, observaba como Alexander se acercaba a ellas, bajó el silbido de la película Twisted Nerve. El cuerpo de Mar se entumeció y las otras chicas sintieron escalofríos. Él se colocó en frente de ellas y con una sonrisa maquiavélica, las enfrenta, bajo el ritmo de ese silbido que resonaba en sus oídos.
Alexander: Estefany, Samantha y Acacia, ¿verdad?
Dijo mirando fijamente a las tres, que sintiendo una inquietud.
Estefany: ¿Tú quién eres?
Alexander: Tu peor pesadilla.
Expresó riendo, causando una risita nerviosa en esas tres.
Alexander: Este… fany… ¿Por qué actúas así? ¿Por qué maltratas a una chica que solo te hizo un favor acostándose con el estúpido de tu novio?
Estefany quería ignorar a ese tonto e irse, pero sus zapatos habían sido agarrados por unas extrañas sombras, como los de sus amigas.
Alexander: Ya sé. Tienes celos, de qué ella haya preferido a ese tonto en vez de a ti, ¿verdad? Eso duele mucho, más cuando mami y papi no aceptan tus gustos. Es injusto ver todos los días este cuerpo voluminoso y fantasear con él todas las noches, soñar con estar entre esas gordas tetas, con tus dedos acariciando esa suave piel y saboreando esa boquita. Todo para que al final un imbécil pueda hacerlo y no tú.
Las tres chicas quedaron con la boca abierta y los ojos enormes. Mar igualmente atónita con las palabras lanzadas por Alex, volvía lentamente a despertar su instinto perverso.
Alexander: Samantha… Sami, querida. Tus motivaciones están vinculados a un amor enfermizo que tienes por Estefany y los celos de que ella no te corresponda y que la mujer de sus sueños sea Mar. Por eso eres la más bruta de las tres, llegando hacerla sangrar y querer destrozarla psicológicamente.
Samantha al escuchar eso, se derrumbó en el suelo, ¿cómo ese tipo sabía aquello?, ¿quién se lo había dicho? Se preguntaba. Entretanto, Acacia temblando de miedo, pues si ya había desenmascarado a las otras dos, ahora le tocaba el turno de ella y su secreto causaría un verdadero lio, si era destapado. Quería interrumpir la transmisión que estaba haciendo, mientras molestaban a Mar, pero sus dedos no le respondían.
Alexander: Acacia… La más vil de las tres, porque sabes que puedes parar todo esto. No obstante, prefieres seguir con el acoso a una chica inocente, para seguir viéndote con tu amante a escondidas. Te encaprichaste con alguien que no debía y permíteme decírtelo, que no vale la pena, porque no va a divorciarse. Solo eres un juguetito para esa persona, una más en su cachonda vida. ¿Cuántas jovencitas crees que ha habido antes de ti?
Acacia: Ca… Ca… Cállate, po-po-po-po… Por favor…
Suplicó con sus ojos llorosos.
Alexander: No.
Exclamó con una frialdad que hasta Tomás sintió un escalofrío descender por su espalda.
Alexander: Vamos, Acacia. Dile a Fany, porque te gusta ir tanto a su casa. Porque te quedas a dormir en ella y eres su mejor amiga.
Estefany comprendiendo los dichos de ese hombre, mira a su amiga impactada.
Estefany: ¿Eres amante de mi papá?
Alexander: Error… Es la amante de tu madre. Sí, de tu mamá, la muy hipócrita que te reniega ser quien eres y te obliga a cosas que no quieres. Así que en vez de seguir molestando a Mar, porque no vas a recriminarle a ella, todo este tiempo tuviste la verdad en frente de tus ojos y no la viste. Incluso lo hicieron en tu cuarto, ¿lo sabias?
Concluyó con una sonrisa. Tomando de la mano a Mar, se aleja de esas tres muchachas, pero antes pasa al frente de ese móvil, que había captado absolutamente todo. –“Hola, mamá”- dijo con total orgullo, como si estuviera saliendo en televisión y su madre esperaba ese saludo. Mar seguía digiriendo todo lo que había dicho Alex, pero una sonrisa se le forjó cuando vio a esas tres derrotadas y su mente maquiavélica ya maquinaba un nuevo juego para ese trío.
Fueron nuevamente en la tienda de la familia del joven, para que Mar eligiera nuevas prendas, Tomás se le acerca y le pregunta cómo supo todo eso. A lo que Alexander respondió que los nombres de ellas y el motivo del acoso lo leyó de su celular. Tomás tocándose se percató que no tenía su móvil, comprendiendo que Alexander debió tomarlo cuando estaba distraído. –“Lo demás lo inventé, a base de mi experiencia familiar. Ahora que fuera cierto o no, no es asunto mío”- añadió, con sus manos en los bolsillos. Al mirar a su costado, ve a Richie, quien tenía la mano extendida, pasándole un móvil, –“Es su padre”- susurró el hombre.
Alexander: Sí, papá. Ajam… Lo hice porque me dio la gana. Te recuerdo que soy dueño de esta mierda aún, así que mis decisiones todavía pesan. Adelante, sácame de la compañía, en primer lugar nunca quise estar, mi sueño era ser físico y dedicar mi vida a la ciencia. Como digas, solo por favor, no le menciones a mamá que hablaste conmigo o anduve por aquí. Ah y saluda a mi prima Carmen que de seguro te estará comiendo los huevos.
Alex corta llamada y le pasa el móvil a Richie, quien temía preguntar qué le había dicho Manuel, aunque era evidente por la sonrisa que tenía el muchacho. –“Hombre, no te preocupes, mi padre no te va a despedir. Dudo que consiga un ciervo tan leal como tú”- murmuro, para luego abrazarlo y darle las gracias por soportar todas sus niñerías durante esos 5 años. En eso, Tomás ve salir del baño a Mar, con un atuendo sencillo pero maravilloso.
Sus jeans se ajustaban a la medida de esas carnosas piernas, trazando esas curvas sensacionales que poseía la jovencita. El top negro que había elegido, no era la prenda más reveladora que le había visto hasta entonces, pero al mismo tiempo le encantaba pues podía ver esa delantera. Pese a que el escote era sutil, cualquiera iba a perderse entre esos monumentos, además ni sujetador llevaba. Él encandilado se le aproxima, acomodándole su cabello húmedo, le pide perdón por no haberla defendido.
Mar había sido la única que había visto que él iba a su auxilio, antes que Alexander se interpusiera. Por eso ella, no sentía que debía disculparlo, todo al contrario, estaba agradecida, aunque no quiso abrazarlo, porque le encantaba que su tío tuviera sus ojos puestos en sus melones y quisiera amasarlos. Esa leve distancia entre ambos, alimentaba el apetito sexual de la muchacha, que cada minuto se convencía que Tomás se la iba a follar bien duro.
El morbo en ellos iba ascendiendo, más con la clara erección que estaba sufriendo el hombre con la exhibición de esos globos de carne. La muchacha mientras se duchaba rápidamente en el baño de esa tienda, comenzó a aceptar su atración por su tío, ya no lo veía como un juguete, al que iba a calentar y dejarlo con las ganas de probar su cuerpo. No, ella había empezado a verlo con otros ojos y el morbo de tirárselo era mayor, quizás se debía a que sus hermanas habían cedido contra él.
No obstante, quería torturarlo un poco más, seguir embobándolo con su cuerpo como lo hacía su hermana mayor y cautivándolo con su falsa timidez como su hermana menor lo hacía. Tenía curiosidad de averiguar quién de los dos iba a caer antes a la tentación y se iba a subyugar ante el otro. Confiaba que ella tenía las herramientas suficientes para salir triunfadora y hacer de ese maduro su amante favorito.
Alexander interrumpiendo los pecaminosos deseos carnales entre tío y sobrina, le pidió a su psicólogo, si podía llevarlo a donde se encontraba su amiga. Tomás dejando de apreciar esos senos por unos segundos, le dijo que no había ningún problema, ni se cuestionó por qué Alex quería ir donde se encontraba Bella, si se suponía que se juntarían en el centro comercial. Durante el transcurso desde esa tienda hasta el estacionamiento, Mar gozó ser el centro de atención de los pervertidos, sin sofocarse por la hostil aura de Alex, que poco a poco desaparecía.
La hija de al medio de Blanca se sentía endiablada con cada par de ojos que se derretían al verla caminar. Al llegar a donde estaba el coche de Tomás, él abrió la cajuela para dejar las bolsas de sus “compras”. Alexander se sube inmediatamente al auto, mientras que Mar aprovecha la oportunidad para llamar la atención de ese hombre que la tenía hechizada con su fragancia. Apegándose en su espalda, le presiona sus grandes tetas y con sus uñas pasa a rozar el evidente bulto que tenía.
Mientras que inhalaba ese aroma que revolvía sus extrañas y humedecía su coñito. Tomás no quería moverse pero se vio obligado a hacerlo, ya que no podía hacer esperar a Alexander, menos hacer que sospechada que había algo entre ellos. Mar comprendió que ese distanciamiento del hombre se debía a que no quería que su amigo los viera tan íntimos, aun así, antes de dejarlo ir, ella se puso de puntillas, para sobar esos labios y pasar a lamerlo tiernamente.
Tomás quedó pasmado por la Mar que estaba viendo, era coqueta, atrevida y guarrilla, a la vez que mantenía el espíritu de niña buena. El maduro suspiro para mantener la compostura. Con solo ver ese par de senos exhibiéndose, ya había perdiendo algo de razón, si dejaba que esa chica lo siguiera seduciendo, iba a terminar cogiéndosela ahí mismo. Librándose de los encantos de ella, se subió a su coche, la muchacha haciendo un puchero lo sigue.
Mar esperaba que su tío, fuera más atrevido, para sentir esa adrenalina de estar haciendo algo prohibido y podrían ser vistos. Tomás condujo concentrado, no quería que sus ojos se les desvíen ni por unos milímetros de la ruta, ya que el solo ojear a su sobrina, significaría dar unos pasos más hacía adelante en la borda de la lujuria. Ella para volver a tener la atención del hombre, intentó sacarle celos con Alexander, algo que no funcionaría, principalmente, porque ese joven de 25 años, había olvidado las palabras relacionadas a la libido.
Por más bella y atractiva fuera la mujer que tuviera frente, Alex las iba a ignorar, sin ni siquiera quedar embobado como otros hombres y si esta le coqueteaba, en vez de experimentar una erección, solo desatarían su ironía. Aunque de la breve conversación de ambos, Alexander recordó que tenía el móvil de Tomás en su bolsillo. Entre risas, lo sacó haciendo que el psicólogo recordara que no tenía su celular, aprovechando una luz roja, interroga al muchacho.
Tomás: ¿A qué hora me sacaste el teléfono?
Interpeló extrañado.
Alexander: Antes de entrar a la tienda de mi padre. Fue más sencillo de lo imagine y descubrir tu clave tampoco fue complejo. Solo quería enviarle un mensaje a Bella y, por casualidad me topé con la conversación que tenías con tu mujer, en donde le mencionaste los nombres de esas chicas y el motivo del odio a tu sobrinita.
Señaló, pasándole el móvil.
Alexander: Descuida, no vi nada más aparte de eso, Thomas.
Tomás: Me da lo mismo, lo que hayas visto o no. Lo que me perturba es que me hayas robado el celular, sin que me dé cuenta.
Alexander: Bueno Tommy, tus ojos hoy estaban centrado en otra cosa.
Murmuró, con una sonrisa picarona. La cual inquietó al psicólogo, al dejar en claro que todo ese tiempo, estuvo viéndolos a él y a la muchacha en esa relación que iba más allá de tío y sobrina. Antes de que Tomás pensara en las oraciones idóneas, llegaron al lugar en donde se encontraba Bella. La pelirroja estaba parada, afuera de un edificio. Vestía con unas gafas, una blusa rosa clara, unos pantalones negros y unos tacones del mismo color. El maduro al verla recordó ligeramente a Luz, pues eran muy similares, en medidas –aunque la doctora tenía mayor busto- y al tener esa exótica belleza de elfa.
Alexander bajó la ventanilla del auto y saludó a su amiga, la cual se acercó alegremente, nada más al verlo. Besándolo en la mejilla, dejó marcado la silueta de sus labios. Tomás al observarla inclinara hacía adelante, no perdió la oportunidad para darle un vistazo a esa colita respingona. A pesar que aquel acto parecía ser depravado y reprochable al estar consciente de los sentimientos de esa mujer de 30 años, hacía Alex, él quería comprobar si podía generarle algunos celos a su ex paciente.
Sin embargo, en vez de molestar a él, provocó la furia de su sobrina, que no aceptaba que su tío, fuera tan descarado con otras mujeres. Qué estaba haciendo ella mal, se cuestionaba, al mismo tiempo que barajaba la posibilidad de que esa pelirroja y su tío, tuvieran algo. Allegándose a él, lo toma del brazo, rodeándolo con sus dos grandes atributos. Tomás automáticamente deja de apreciar el trasero de Bella y se siente preso por su joven sobrina.
–“Tío, pervertido”- le susurró, apoyando su cabeza en el hombro de él y con sus dedos dibujaba sobre ese bulto. Notaba como esa verga parecía estar enrollada dentro de esos pantalones y calzoncillos. Mordiéndose los labios, escucha una voz en su cabeza que la tienta a liberar esa bestia de hedor fuerte que se escondía tras esos pantalones. Relamiéndose, decide deshacerse de todo lo que se interponía a la emancipación de ese miembro.
Baja la bragueta y desbrocha el cinturón de cuero, observando así, la cabecilla rechoncha que sobresalía de ese bóxer. Estaba chorreando una cantidad exagerada de líquido preseminal. Las pupilas de Mar eran enormes, al darse cuenta del semejante monstruo que poseía su tío, entre sus piernas. Tomás era consciente que podía detener a su sobrina, pero no quería hacerlo, con todas las emociones que estaba viviendo en esos segundos de gloria.
Mar al ver que su tío no le decía nada ni le impedía que continuara con sus juegos, paseó su dedo índice por la glande, recogiendo ese líquido que llevó directamente a su boca. –“Uuhhmm… Que sabroso”- musitó, moviendo su lengua entre sus labios, al catar ese espeso jugo. Sin miedo alguno, la muchacha metió su mano dentro de ese calzoncillo y atrapó el gordo tronco caliente de su tío y empezó a pajearlo, queriendo ordeñar la leche de esas pelotas.
Mientras Alexander y Bella conversaban, ignorando lo que pasaba en los puestos adelante de ellos. –“Oohh Dios”- decía entre dientes el maduro, al ser masturbado tan frenéticamente. El rostro guarro que colocaba Mar, daba entender que finalmente se mostraba tal cual era. Ella extasiada se dejaba llevar por sus instintos, lo que transformaba completamente impredecible sus movimientos que haría, asombrando y dejando helado del miedo a su tío, cuando con total frescura se inclinó para envolver esa polla entre sus labios y que su lengua la saboreada.
Mar se mantuvo chupando esa punta por unos 15 segundos, tiempo en que Tomás experimentó un sinfín de emociones. –“Que delicia”- murmuro la chavala, antes de volver a mamar. Tragando un poco más de la glande, siguió cubriendo esa estaca con su baba, que caía por ese tallo. Una gota de sudor fue emergiendo en la cabeza del maduro, por tanta presión con la que lidiaba en esos momentos. Ella dejando de comer, pasa su lengua entre esos labios preciosos y sabrosos, para después besar sin pavor a su tío.
Tomás estaba alucinando con la actitud de su sobrina, pero más de que nadie se diera cuenta de lo que estaban haciendo. Aunque el ruido de sus bocas luchando fogosamente, llamó la atención de Bella, no obstante, para cuando la pelirroja miró hacía donde ellos, ya se había dejado de besar. –“Bueno Alexander, vamos”- dijo la chica, retirándose de la puerta, para que su amigo saliera. –“Perdón Tomás por todas las molestia y gracias por cuidar de Alex”- señaló posteriormente, acercándose a la ventana del hombre.
Mar había previsto ese movimiento, así que ocultó la verga de su tío con la camisa de él, aunque continuaba con su paja y si Bella era lo suficiente observadora, se percataría de aquel deslizamiento de la mano de la joven. Para fortuna de los amantes, la pelirroja, ignoró todo y simplemente se despidió de ellos, al igual que Alexander. El hombre esperaba que su sobrina lo dejara conducir, sin embargo, la muchacha no quería soltar esa palanqueta que tenía en su mano.
Tomás: Joder… Ma-Mar… Si quieres, vamos a un motel y cogemos toda la tarde, pero dame un respiro para conducir.
Mar: No…
Susurro, mordiendo el lóbulo de su tío y aumentando el ritmo de su paja.
Mar: Apárcate en algún lugar cercano, porque quiero que me cojas ahora mismo.
Sentencio esa traviesa chica. Tomás no tuvo más opción que hacerle caso, se trasladó tan solo unos metros, pero lo suficiente para evadir que la gente los viera. Apenas paró, su sobrina se montó en su regazo y lo beso con vehemencia al mismo tiempo que le desabotonaba la camisa. Él fue retirándole ese jeans, tras concretarlo, agarro esa cola y la amasó. –“Tío… Este sí que es un buen culo, no como el de esa puta pelirroja”- enunció celosa,
Capítulo 1: http://www.poringa.net/posts/relatos/5026790/Terapia-Especial-Capitulo-I.html
Capítulo anterior: http://www.poringa.net/posts/relatos/5050981/Terapia-Especial-Capitulo-VIII.html
La lengua traviesa de esa morocha envolvía con ternura la punta del mástil de Tomás. Aquel sabor le resultaba atrapante. No era la primera verga que se comía, tampoco la más grande, aunque sí la más gruesa. Antes de vender fotos desnudas o vídeos masturbándose en la web, esa fogosa mujer había estado en una relación de un par de años, en donde el sexo era cuestión de todos los días. Su amante poseía un miembro bastante considerable, con el cual la consentía, hasta que un día se marchó y la dejó con algunas deudas.
Adara como la conocía Tomás, no tuvo otra opción que recurrir al mundo del erotismo y sacar provecho de sus atributos y preciosa figura. Desde que su ex la abandonó, jamás había estado con otro hombre, hasta ese instante, en donde le devoraba la polla a un desconocido que en un par de días le había donado más que nadie. A pesar de que se juró a ella misma no caer en eso y solo modelar desnuda, al ir hablando con ese maduro que la llenaba de halagos y le enviaba fotos de morcilla, todo fue cambiando.
Al principio sintió curiosidad y morbo, no obstante, de a poco fue encontrando exquisita a esa verga que resplandecía en las fotos. Su cuerpo fue despertando ese cachondo deseo que fue sepultado tras quedar con el corazón roto. Se llenaba de libido y se masturbaba mirando esas fotografías. Sabía que juntarse con un hombre que no conocía era peligroso, pero necesitaba volver a disfrutar del sexo, aunque fuera oral, su candente figura se lo pedía a gritos.
Pese a que era habilidosa en ese arte, no le gustaba. El amargor de los penes, le provocaban arcadas al igual que su fuerte hedor algunos miembros. En su lugar prefería tenerlos ensartados en su coñito y brincar sobre ellos. Sin embargo, ese capullo que tenía en su boca era simplemente un manjar que se derretía en sus carnosos labios. Relamiéndose, se da cuenta que sus glándulas gustativas querían más de ese amargo y salado sazón. No entendía si realmente le encantaba paladar esa polla, o se debía al morbo de estar haciendo algo obsceno y que cientos de desconocidos la estaban viendo.
Incluso no descartaba la posibilidad de que era meramente capricho por estar meses sin gozar de una cogida. Escupiendo sobre el falo, comienza a cubrir todo ese cuerpo robusto y venoso con su saliva, que la esparcía con la ayuda de su mano y lengua. Al tenerlo completamente embadurnado, se acomodó el pelo y abriendo su boquita, inició una larga travesía. Cada centímetro que se metía en la boca de ese miembro viril, era una bomba de placer para su paladar.
Sin ningún problema llegó hasta la base y se mantuvo firme al degustar por unos segundos esa herramienta al fondo de su garganta. Luego se la retiró con la misma lentitud con la cual se la había engullido. Unas hilazas de baba se desprendían de sus labios, mientras se saboreaba, con su mano derecha pajeaba esa tranca y con la izquierda, raspaba minuciosamente su vagina. Era otra sensación nueva que experimentaba esa joven, nunca se había calentado de esa manera por chupar una verga.
Su cuerpo ardía de lujuria, su coñito le pedía que se metiera ese tronco para que aliviada esa picazón que la estaba matando. Al mismo tiempo su boca le rogaba que no se detuviera con esa felación tan ferviente que estaba dando. Abriendo nuevamente su boca, empieza a tragarse ese sable hasta lo más profundo, repitiendo la misma operación de la vez anterior. Tras tenerla unos segundos dentro de su garganta se la retira y la pajea, aquel intercalo, estaba enloqueciendo a Tomás, que no dejaba de bufar.
Las piernas del maduro flaqueaban del regocijo, estar dentro de esa lasciva boquita era una maravilla. Pues, estaba acostumbrado a sentir los dientes de las muchachas arañando su verga, que le causaba un leve dolor. Pero esa negrita no mordía en absoluto, su boca como la de April, parecía un coño. Tanto, que si no fuera por esa revoltosa lengua y que estaba viendo cómo su pija desaparecía en los labios gruesos de Adara, juraría que estaba follando ese rosadito chochito.
–“Uuhhh… Ooohh… Sí… Sííí… Ugghhh… Dios”- bramo, queriendo correrse y a la vez no, ya que si lo hacía temía que ese acalorado encuentro también acabada. Lo había soñado tantas veces en esos pocos días, que se iba a sentir fatal no haberlo aprovechado al máximo. Sin embargo, poco podía hacer, si esa morocha era una maestra en lo que hacía y solo postergaba su corrida de leche, porque ella no acrecentaba sus mamadas, porque de hacerlo, solo un poco, él bombardearía esa garganta.
–“Uuhhmm… Que vergota más rica, tiene señor Maslow”- declaró melosamente, pasando su lengua entre sus labios pegajosos, por el líquido preseminal de había liberado él y su saliva. Esos segundos de tregua, le sirvieron a Tomás para respirar un poco, aunque también lo exasperó, ya que prefería tener su capullo dentro de esa candente boquita o ser pajeado por la suave mano de esa dama. Algo que solo incrementaría cuando esa traviesa jovencita, fue acariciando la punta de ese garrote con su dedo índice.
–“Oohh, vamos nena… No juegues conmigo y sigue mamándola, por favor”- Tomás rogó, mientras esa tierna yema exploraba su glande. A pesar de oír el quejido del hombre, Adara no dejó de admirar ese miembro baboso por tanto tenerlo en su boca. Abstraída, la muchacha se cuestionaba por qué no podía dejar de comer ese trozo de carne blanca. Qué la hacía tan especial, para transformarse en su droga favorita. Aquella idea de acabar rápido con la cual había ido, ya no rondaba por su cabeza, en su lugar quería que dure por horas la diversión que estaba obteniendo con ese desconocido.
Estaba tan enganchada a esa paleta que tenía en frente, que anhelaba ser empotrada, pero sin esa pared entre medio. Quería ver el rostro de ese hombre que poseía semejante polla y que le estaba haciendo disfrutar de un sexo oral. Quería que se la metiera en su abandonado coñito y la hiciera chillar de gozo, mientras untaban sus labios con sus lascivas salivas. Todo eso ansiaba, no obstante, se negaba hacerlo, porque no quería terminar enamorándose de ese maduro.
Lo más probable es que él estaba casado y nunca se separaría de su mujer. Ya había vivido aquel cuento, cuando apenas tenía 18, se enamoró profundamente de un profesor, el cual solo se aprovechó de ella, después de esa mala experiencia, conoció a quién fue por 4 años el amor de su vida, hasta que la abandonó. Estaba acostumbrada a tener mala suerte, así que prefería limitarse a ese jueguito, hacer a lo que había ido y luego desaparecer de la vida de ese hombre por siempre.
Cobijando esa estaca entre sus macizos senos ébanos, comenzó a menearlos de arriba abajo y con sus sensuales labios, le daba piquitos a esa gorda cabeza en donde burbujeaba semen. Tomás no espero aquel movimiento por parte de esa hembra, lo estaba maravillando y cada cosa que aplicaba, le parecía una obra de arte, un placer que solo con April había experimentado. Con su esposa ya en su mente, imaginó fugazmente a ella y Adara, comiéndole la verga, mientras la tenían retenida en esas grandes par de tetas que tenían.
–“Vamos, papito… Dame toda tu lechita…”- maulló esa minina de piel negra, lamiendo tiernamente la hinchada glande del hombre. Sin resistir más, Tomás terminó eyaculando una enorme descarga, que embadurnó el rostro de esa muchacha. Esas espesas gotas que caían por sus labios, ella las probó, embriagándose en su viscosidad, le pareció la bebida más deliciosa que podía haber consumido. Sin dejar de lengüetearse, se limpia aquella crema blanca que estaba alrededor de su boca.
Con sus dedos, terminó de limpiarse el esperma que se encontraba cerca de sus parpados y frente. Chupeteando sus dedos, nuevamente se sorprende por lo guarra que se estaba comportando. Si regresaba unas horas antes de ese encuentro, en donde paseaba un dulce de fresa entre sus dientes, para que su paladar no se sintiera asqueado cuando tuviera esa polla en su boca, no sospechó que iba a terminar amando el sabor de ese fierro veterano y que por primera vez se bebería todo el semen que le habían arrojado.
Era una locura, no podía dejar de calentarse y sus glándulas gustativas le imploraban por degustar una vez más de ese capullo y su estimulante manjar. Tomás iba perdiendo rigidez con cada segundo que pasaba, sin embargo, no sacaba su pene de ese agujero con la esperanza volvería a jugar con él. Aquel milagro se hizo presente, ella se engulló todo ese sable en su boca y empezó a dar unas frenéticas chupadas. El miembro del hombre no tardó en recobrar vida ante tan fogosa felación.
Los hilos de baba y semen, eran obscenamente gruesos y vulgares, transformando la imagen en una totalmente excitante. Él no sabía si aguantaría por mucho, dada a la intensidad de la mamada. Aquello estaba siendo un verdadero festín para esa morocha, que no dejaba de zambullir ese tronco en su garganta. –“Dios… Que exquisito pollón tienes, señor Maslow”- enunció con esos labios carnosos, tras calmarse un poco de su éxtasis.
Era tanta su cachondez que se vio obligada a colocarse de pie, darse la media vuelta y apoyar ese pene contra sus glúteos. –“¿Qué opina de mi culo, señor Maslow?”- consultó meneando su trasero desde arriba abajo, dejando anonadado al maduro por lo suave que eran esas nalgas. Ya en las fotos se había percatado que esa cola de chocolate fácilmente podría competir con las de Ignacia y Josefina. Pero al estar entre esas posaderas se daba cuenta, que incluso podía ser más grande que el de las gemelas.
–“Vaya culazo”- murmuró, –“¡Joder, que orto!”- exclamó eufórico, –“Opino que es un monumento que el propio ser divino, talló con sus manos. Porque es perfecto y me encantaría rompértelo, Adara”- comentó, escuchando levemente la risita coqueta de esa negrita con la cual estaba haciéndole infiel a su mujer. Sí, era la primera vez que Tomás realmente engañaba a April desde que se casaron, porque las otras aventuras, siempre habían sido planeada por ella como la terapia especial.
Tal vez a lo único que se asemejaba fue cuando cierta chica de Francia, se encaprichó con él y su verga. Terminando en el departamento de ella, en donde le enseñó a mamar y le dio un buen litro de leche. Todo a espalda de su esposa, no obstante, pese al deseo de penetrarla, él se negaba a ir tan lejos, por ser consciente que con eso engañaría a April, generándole un remordimiento. Algo que no le ocurría con Adara, le daba igual qué tan lejos podían llegar, incluso suplicaba por penetrarla.
–“Ya veo… ¿Y qué dices de mi coñito?”- interpelo, sobando con su húmeda vulva ese caliente, duro y empinado paquete. –“Q-qu-que es… Que es ardiente. Sin probarlo, estoy seguro que es sabroso y que daría cualquier cosa, por atravesártelo con mi polla”- confeso sin tapujos. –“¿Ah, sí?”- pregunto la morocha halagada y cachonda. –“Sí… ¿Así que dime cuanto por penetrarte? No me importa la cantidad, te lo transfiero ahora mismo”- enunció dominado por la lujuria.
Ella se mordía los labios y guardó silencio, las declaraciones de ese hombre la habían encendido todavía aún más de lo que ya estaba y tener ese robusto capullo entre sus labios vaginales, le hacían delirar. Jadeando fuerte, esa mujer de piel ébano se daba cuenta que ya tenía un pozo con sus jugos, ni siquiera se había corrido, pero con cada gota y chorrito que soltaba, creo ese charco. Excitadísima, continuó frotándose sobre esa verga, hasta estallar en un fabuloso orgasmo.
Tomás al sentir esos fluidos cubriendo su pene, se ilusiono que esa juguetona mujer le iba a permitir clavar su miembro en esa cuevita ígnea. Lo que desataría horas de diversión, después de estar en ese baño, se irían a un motel a follar como dementes. Sin embargo, todas sus fantasías, se hicieron añicos, cuando esa jovencita, con la voz agitada, repitió una y otra vez que no podían cruzar esa línea, que su trato solo era sexo oral. Tomás no podía creer lo obstinada que era esa morena, sus cuerpos estaban rugiendo por sexo, no obstante, ella por una desconocida razón para él, no consumía el pecado entero.
A pesar de su desilusión, esa fervorosa joven lo reencanto con su lengua. Ese trozo de carne, que había sido bañado por sus jugos, sabía más sabroso que antes, haciendo que su garganta profunda sea sencillamente insuperable. –“Ooohh Dios…”- susurró él, antes de verter toda su esperma dentro de esa ardiente boquita. Adara al sentir esos chorros invadiendo su garganta, explotó en otro orgasmo. Al quitarse esa madura polla, casi se desploma en el suelo, pero con la fuerza que le quedaba, cerró la transmisión.
Entonces, se apoyó en una de las paredes de ese cubilo, saboreando su boca que estaba impregnada al sabor de esa polla y tocaba con mimo su coñito. –“¿Va… Valió la pena tu inversión?”- consulto, viendo como esa anaconda que se había devorado, desaparecía de ese agujero. –“¿Valió la pena?”- dijo entre risas Tomás, –“Fue increíble, supero todas mis expectativas. Eres una Diosa, Adara”- agregó, acariciando su miembro y recordando las pinceladas de esa mujer.
Ella no pudo evitar sonreír tras escuchar esas palabras, era un verdadero consuelo que había logrado hacer feliz y satisfecho a ese maduro. –“Me alegro”- contestó como un zumbido de una mosca, levantándose del suelo y recogiendo su abrigo, para cubrir su cuerpo desnudo. Tomás se encontraba confundido, algo le decía que después de lo vivido, ella desaparecería como un fantasma y no volvería a tener ningún rastro de su ser, algo que lo apenaba. Decidido quiere jugar su última carta, antes de que fuera tarde.
Tomás: Adara… ¿Puedo preguntarte algo personal?
Adara: Claro, aunque espero que no sea mi nombre, porque no te lo diré.
Tomás: No, descuida. Solo quiero consultarte si tienes novio.
Expresó colocándose de pie y metiendo su verga en ese agujero de nuevo.
Adara: No… Si lo tendría, no haría estas cosas.
Tomás: Ya veo. Entonces, ¿por qué no quieres coger conmigo?
Interpeló, la muchacha suspiro ante esa consulta, pero rápidamente quedaría deslumbrada al observaba esa polla vigorosa asomarse de nuevo.
Adara: ¿Co… Co… Cómo puedes te-te-tenerla dura nuevamente?
Tomás: Por tu culpa. Eres tan sexy que no puedo dejar de excitarme.
Esa morocha trago saliva y camino automáticamente hacía donde se encontraba ese miembro tieso. Con sus dedos lo acarició, comprobando que estaba tan duro como la primera vez que afloró de ese hueco. Tomás al sentir ese toqueteó se dio cuenta que su plan estaba funcionando, esa hembra se sintió atraída por su tronco y se moría por disfrutar de un buen sexo. Ninguno dijo nada, ella se mantuvo sobando ese pene y sin darse cuenta lo fue aproximando a su chochito.
Tomás al percibir que su glande tocaba ese empapado coño, se le aceleró la respiración, estaba a nada de entrar a esa cueva tan deseada. No obstante, justo golpean la puerta, para avisarles que su tiempo en ese lugar ya había culminado. Adara soltó ese miembro y se alejó, había dejado de estar hipnotizada por él. El hombre no podía creer su mala suerte, pero no protestó, simplemente sacó su morcilla de ese agujero y se subió los pantalones, para salir antes que esa candente joven.
Parado muy cerca de la salida, espero por unos largo minutos en que saliera esa muchacha, sin embargo, al notar que no lo hacía, se acercó a la encargada para preguntarle por su “novia”. –“¿Novia? Ella se fue por la otra salida”- dijo con cierta incomodes, Tomás suspiro amargamente y se retiró. Regreso a la casa de su hermana, con una erección que le recordaba el amargo trago de no haber podido culminar su anhelo. Al aparcarse, se bajó con el ceño fruncido y una cara de pocos amigos.
Antes de entrar, sacó su móvil del bolsillo y le mensajeó a Adara, con la esperanza de que esa anónima mujer, le respondiera. Al abrir la puerta, su rostro serio cambio a uno jocoso al observar a sus tres ardientes sobrinas sentadas en el sofá, mirando la televisión. Cada una brillaba con su atuendo, aunque Luna se robó toda la atención de su tío. Ella después del rechazo de este, decidió probar con un conjunto más atrevido, usando una faldita que no dejaba nada a la imaginación y un pequeñito top que marcaba perfectamente esas tetitas.
Sus dos coletas que tenía a cada lado, hacía que su rostro se viera más tierno y a la vez guarrillo. Tomás se olvidaba completamente de su cenicienta morocha y se centraba en las hijas zorritas de su hermana. Acercándose a ellas, les preguntó qué miraban, Chloe al escucharlo, lo mira con entusiasmo y se muerde el labio inferior, ya que había llegado antes de las cinco, lo que significaba juerga y placer en su habitación. Mar trató de evadir su mirada, ya que la incomodaba y Luna expectante esperaba que la notada.
–“Nada entretenido”- afirmo la mayor de las hermanas. –“A Mar se le antojó ver The Perks of Being a Wallflower y como tenía que hacer tiempo hasta las cinco. Me quedé para hacerles compañías a mis hermanitas”- añadió, guiñándole el ojo derecho a su tío, quien se sentó entre medio de Luna y Mar. La de al medio, no podía ocultar su nerviosismo por tener a su tío tan cerca, mientras que la menor, con sus ojitos resplandeciente como la de un cachorrito cuando ve llegar a su amo, quería algún mimo.
–“Ya veo. Aunque me alegra verlas juntas, ya que es muy raro que lo estén, a pesar de que son hermanas”- señaló, sentando las bases de una conversación pendiente que él quería abordar. Desde que había llegado a esa casa, solo las vio reunidas, cuando las vio por primera vez y aquel instante. A diferencia de sus hijos, parecía que no tenían ningún interés de forjar su hermandad. –“Supongo que se debe a que tenemos gustos distintos”- hablo otra vez Chloe.
–“Aun así, son hermanas. Deberían apoyarse mutuamente y estar unidas cuando tienen problemas”- expresó refiriéndose claramente al acoso que vivía Mar. Ella sabía que debía hablar, decir algo al respecto, pero no podía, si él estaba tan cerca, no quería demostrar debilidad. Además, sentía su sofocante mirada, que parecía estar clavada en sus tetas, dificultando así más su intervención. Pese a que Tomás quería actuar serio por unos minutos, no tenía el control de su cuerpo con las tres juntas, principalmente con Mar.
–“Bueno, tal vez se deba a que mamá desde pequeñas quiso que no dependiéramos de nadie. Por eso somos tan distante, incluso con nosotras mismas”- declaró Luna, luego de percibir la mano de su tío apoyada en su cintura. Estaba dichosa de ser nuevamente visible para ese hombre con el cual se había encaprichado. Al ver cómo él se volteaba para mirarla, su respiración se le acelero y su vagina mojó su braguita. Abriendo levemente su boquita, esperaba un premio por su participación.
No le importaba que la besaran ahí mismo, en frente de sus hermanas. Había sido tantas veces ignorada por ese maduro, que creía justo, un buen morreo. Sin embargo, Tomás solo le agradeció por esa información. Él comenzaba a armar un poco más el puzle de la poca afinidad de esas tres. Divagando entre sus pensamientos, baraja de qué forma podía hacer que ellas se hicieran más cercana, sin que interfiera con su siguiente movimiento que era cogerse a Mar.
Aprovechando la vulnerabilidad de su tío, Luna se sienta en las piernas de él, notando lo duro que estaba esa verga. Solo sentir su firmeza, le causo delirio a la joven e incrementó su apetito sexual. Chloe al observar a su hermanita tan apegada a su tío, se fue colocando celosa. Quería levantarse para sentarse en el regazo del hombre también. Mar que estaba enfocada en no desviar su mirada de la televisión, no se percataba del descaro de Luna, al sobar ese tronco sobre el pantalón.
–“¿Qué pasa tío?”- preguntó con total osadía. Tomás perplejo por esa actitud que tenía su sobrinita, trago saliva. –“Na… Nada. Solo estaba pensando por lo que me habías dicho”- contestó, tratando de dominar sus impulsos, ya que si no lo intentaba, de seguro caía en el embrujo de esa muchacha. No veía con malos ojos, escaparse con esa desvergonzada chica a su cuarto, para reventarla a pollazos y desquitarse así de la cogida que no pudo concretar con la negrita.
No obstante, era consciente de lo que le había prometido a la mayor de las hermanas y que esa última descarga que tenía guardada, era para ella. Moviendo discretamente su mano hacía a la vulva de Luna, comenzó a raspar sobre la tela húmeda, calmando ese salvaje toqueteo sobre su miembro. La menor de las hermanas se mordió los labios, no para callar sus gemidos, sino por deleite. Tomás sonriendo mira a Chloe que se impacientaba con lo que sucedía delante de ella, y le dice que iría hablar en privado con Luna, luego lo haría con ella, guiñándole el ojo, dejándole en claro que le iba a dar lo prometido y finalmente charlaría con Mar.
Ambos se pararon, la más joven de sus sobrinas estaba entusiasmadísima, ya se imaginaba comiendo esa verga robusta. Algo que no había hecho en la noche y mañana de pasión que compartieron y después disfrutaría de esas las maravillosas estocadas. Caminando delante de su tío, le menea su colita, para que se lo vaya comiendo con sus ojos. Tomás no espero a llegar al segundo piso, para darle una nalgada. Fue tan fuerte, que el eco se oyó por la casa y dejó inmóvil a esa perrita.
–“T-tío”- balbuceó asombrada. –“Te mueres por recibir cariño por tu tío, ¿verdad?”- le murmuró, apoyando su pene en esas posaderas. Ambos subieron lo más pronto las escaleras, para encerrarse en la habitación de la muchachita. Apenas la puerta se tranco, ella se arrimó y lo besó con euforia, Tomás se lo correspondió, abrazándola desde su cinturita desnuda. Notar esos dedos filudos en su piel, la encandilaron, haciéndola que se aferre más a esa boca con experiencia.
Al separarse, una hilaza de baba se dilato. Ella estaba deseosa por probar la inmensa polla de su tío. Quería embadurnarla con su saliva, chupetearla, mordisquearla y tenerla toda dentro de su garganta. No obstante, Tomás la detiene, generándole desconcierto. –“¿Tío?”- interpeló, buscando una explicación para no poder devorar ese trozo de carne. –“Lunita, yo sé que te mueres por jugar con tu tío. Pero ahora mismo yo no puedo”- comentó, agarrándole ese culito con ambas manos y mordisqueándole los labios.
–“¿Po-por qué?”- cuestionó ella, desanimada, –“Perdóname, sin embargo, te prometo que te voy a dar una rica follada antes de irme. Mucho mejor que las dos anteriores”- afirmó, besándola nuevamente y metiendo sus dedos dentro de esa colita. Luna se retorció de gozo en los brazos de su tío, el cual la dejo tendida en la cama. –“Por vestirte así para mí, te voy dar una pequeña recompensa”- expresó, allegándose a esos finos labios para entrelazar sus lenguas de nuevo y que sus dedos fueran penetrando ese coñito.
Luna no tendría la polla de su tío ese día, sin embargo, igual obtuvo satisfacción, gracias a esos dedos que la palpaban y esa lengua que se adueñó de su boca. La hija menor de Blanca, quedó tendida en su cama, con la boquita abierta y respirando de forma agitada. Yéndose al cuarto de Chloe, Tomás cató esos juguitos que tenía en sus yemas. Antes de que él golpeada la puerta, esta se abre, su sobrina insolente lo esperaba con la lencería que se probó en ese probador de ropa, que fue testigo de lo zorra que era ella y de una buena follada de boca.
Tomás quedó fascinado al encontrarla con ese conjunto, aunque se lo quitó casi de inmediato. Él no estaba para juegos, tenía su verga tan erecta que solo anhelaba sumergirla de una vez dentro de un cálido coño. Colocándola contra la puerta, hace que apoye sus palmas en ella, abra sus piernas y levantara ese culito. Esa actitud tan decidida y dominante de él, cachondeó más a Chloe, que ya se sentía como una perrita sumisa ante ese macho que se imponía.
El maduro recuerda que el día anterior, había estado dilatando ese esfínter, no podía desaprovechar esa oportunidad, para cogérselo. Viendo un dildo en uno de los muebles de esa jovencita, lo toma y escupe en ese orificio anal. Enterrando primeramente su dedo pulgar, mientras le consultaba si aquel artefacto estaba limpio. La muchacha sonrió al ver que su tío tenía entre sus manos uno de sus juguetitos. Ella le musito que sí, entonces Tomás se lo hace chupar, para lubricarlo.
En tanto su verga, se embadurnaba con los flujos que descendían de ese ferviente chocho. Tener su boca llena y que su ano fuera hurgado por ese dedo gordo, era un gozo para ella, que podría mejorar, si su tío la empotraba con esa venosa tranca que se frotaba con sus labios vaginales y masturbaba su clítoris. Su mente masoquista, complementaba aquel placer, con la idea de que no era más que una muñeca para ese hombre que moldeaba su orto, y se lo destruida con unas brutales estocadas.
Dejándole metido bien hondo aquel dildo en su boca, toma su polla y la azota contra esas nalgas. –“¿Te gusta que te nalguee, cachorrita?”- le pregunto, volviendo a sacudir su miembro sobre ese culo. Chloe sin poder gritar que sí, afirmó con su cabeza. Tomás sacó su cinturón del pantalón y le dio un par de golpes a esa colita y luego una nalgada fuerte, llenando de satisfacción a esa tetona tatuada. Mientras ella se recuperaba de ese regocijo, su tío sin ningún aviso, le clavó su verga en el coño, de una estocada metió más de la mitad.
Todas esas sensaciones hicieron que Chloe acabada. Ser castigada físicamente por su tío, era tan bueno como cuando lo hacía psicológicamente. Tomás fue bombeando, a la vez que batía esos glúteos. Después de un par de minutos, él le quito ese dildo de la boca y se la ensartó en el ano. Tomás dejó de lado los azotes y se centró en sus embestidas, las que se hicieron más violentas. Cada golpe a ese útero, retorcía a la joven, que rogaba por más y ahogaba sus jadeos.
Sus enormes melones se balaceaban al ritmo de esas estocadas y provocaban un sonido obsceno cada vez que chocaban. El maduro, amante de los gordos senos, le pidió a su sobrina que se diera vuelta. Al tenerla de frente, sumergió su cara entre esos globos y continuó con sus monumentales penetraciones. Una de sus manos apretaba ese culito, mientras que la otra, retiraba pausadamente ese juguetito y nuevamente lo metía. Sacando su rostro de esos maravillosos pechos, se llegó a esos labios gruesos y la besó.
El intercambio de saliva como siempre era un deleite para ambos y se aferraban a sus bocas para prolongar aquello más de lo necesario. Entre los finos y dulces labios de Luna, con los carnosos y candentes labios de Chloe, él definitivamente se decantaba por la mayor. Ese salvajismo con el cual se devoraban las bocas, resultaba mucho más estimulante. –“Oohhh… Tío…”- exclamó, echando su cabeza hacía atrás, permitiéndole al maduro recorrer su cuello a besos.
Saboreando esa tierna carne, detuvo su taladrada al igual de revolver ese culito con ese juguete. –“Aahh… Ti-tío… ¿Por qué te detuviste?”- consultó la joven, mordiendo esos labios llenos de experiencia y sacudiendo sus caderas para intentar mantener el ritmo de las penetraciones. Él olfateando el meloso aroma que desprendía, le susurro en el oído, –“Porque quiero hacerte el amor”-, los ojos de Chloe se hicieron inmensos al oír esa oración con tanta dulzura.
Ella no comprendía porqué se había emocionado al escucharlo decir eso, si no le interesaba que la trataran con gentileza. –“Sé que prefieres la rudeza y que te maltraten. Pero yo quiero tratarte como una muñequita de porcelana, explorar tu cuerpo con más amor que deseo”- recitó a la vez que se mecía dentro de ella, con una lentitud y ternura, que la hacía temblar. Eran embestidas que contrastaba con el sexo agresivo del cual su cuerpo estaba acostumbrado.
Se sentía bien, tan bien que acompañaba esas suaves acaricias y estocadas con un coro de jadeos. Su boquita segregaba salivaba de tanto gusto, se interrogaba por qué disfrutaba de algo tan amable. –“Uugghh… T-ti-tío… Hagamos el amor… Hagámoslo en mi cama”- solicitó, mirándolo a los ojos y abrazando esa boca veterana. Tomás, retirándole el dildo, la recostó en la cama y con movimientos afables hizo que esa muchacha llegada a un gran orgasmo.
Tomás siguió revolviendo esas entrañas con mansedumbre, hasta que no pudo más y termino llenando ese coñito. Ambos quedaron tendidos en la cama, Chloe abrazo el brazo de él y apoyó su cabeza en su pecho, con una sonrisita. –“Desde que me miraste por primera vez con desprecio, soñé con este momento”- afirmo el hombre, acariciando el cabello de su sobrina. –“Ahora que cumpliste tu objetivo, ¿qué quieres hacer conmigo?”- preguntó, levantando su mirada y allegándose a esos labios.
–“Seguir complaciéndote”- expreso, perdiéndose en esos brillantes ojitos claros. Ellos se besaron de manera densa como de costumbre, pero sin tanto salvajismo y aun así, Tomás prefería la boca de Chloe que la de Luna. Abrazándola desde la cintura, se quedaron así por buen rato. Cuando él se apartó de ella, sintió como toda la calidez que tenía se fue y un frio rodeó su cuerpo. –“Bien, iré hablar con Mar ahora”- dijo el maduro, sentándose en la cama, mientras recogía su pantalón.
Chloe se sintió impulsada por una fuerza y abrazó la espalda de su tío. –“Oye, ¿puedo tomarme una foto contigo ahora?”- maulló con dulzura. –“Claro”- contestó él con una sonrisa. La muchacha sin soltarse de la espalda del hombre, tomó una selfie, sin moverse, quiso tomar otra desde otro ángulo, sin embargo, no se esperó que su tío la besara justo cuando tomó la foto. Él sonriendo, se vistió y se fue, dejando a esa chica confundida con todo lo nuevo que sentía, tocándose sus labios, murmuró, –“Amo que seas así de romántico”-
Tomás tocó la puerta del cuarto de la única de sus sobrinas con la cual todavía no había estado y tenía que llevarla a la cama a más tardar mañana, ya que el tiempo se estaba acabando. Mar abrió y ya se había sacado el vestido que se ceñía a su cuerpo, en su lugar, llevaba puesto unos pantalones anchos y una sudadera. A pesar de no lucir su figurita voluminosa, Tomás seguía apreciando su belleza, –“Perdón por la tardanza, preciosa”- dijo aproximándose a ella y dándole un beso en la mejilla.
Mar: Basta de juegos tío. Dime, ¿qué es lo que quieres?
Recriminó.
Tomás: Darte otro beso.
Aseguró el hombre, disminuyendo la distancia entre los dos y tomándola de la cintura. La joven al tenerlo tan cerca, se colocó nerviosa, su cuerpo olía diferente a los otros días, incluso podía distinguir la fragancia de sus hermanas en él, algo que la irritaba.
Mar: S-sí te a través a besarme de nuevo, le diré a mamá.
Tomás: Adelante, dile. Acúsale a Blanca que estoy loco por ti. A cambio yo le digo quién realmente eres, Madelyne.
Susurró, mordiéndole los labios. Las pupilas de Mar se dilataron y sus cejas se elevaron. Pálida y muda, se preguntaba a sí misma cómo había descubierto aquel hombre su mayor secreto. Siempre fue cuidadosa a la hora de grabar vídeos o tomarse fotos de ella cogiendo o masturbándose y sabiendo que sus tatuajes podían delatarla, siempre procuraba de cubrirlos. Sin embargo, no todo podía ser perfecto, menos ante una buena observadora como lo era April.
La mujer astuta, se percataba del maquillaje que usaba Mar en su cuerpo para cubrir sus tatuajes y que en algunos vídeos tal vez por la prisa, no estaban bien ocultos. Fue la misma April quien le reveló el secreto a Tomás, en su última conversación, tras que él le dijera que su sobrina estaba siendo acosada en la universidad. Cuando su esposa le explicó la razón de ese hostigamiento y el nombre clave de esa jovencita en plataformas para adultos, entendió, que aquel día cuando comenzó su obsesión por Adara, su mujer estaba viendo los videos de su sobrina y que él se topada con la morocha fue mera casualidad. Tomás se alejó de Mar y antes de retirarse le dijo que al otro día irían al centro comercial.
Domingo
Ir al centro comercial con Mar, era más que interesante. No solo estarían a solas y podría exhibir el verdadero rostro de esa chica que fingía ser tímida, sino que también, descubriría que tan lejos estaría dispuesta a llegar. Aparcándose, Tomás suspiró y miró a su sobrina, la cual todavía no se explicaba cómo ese hombre había descubierto su otra identidad, tal vez fue por la foto que le envió o que se paseaba tan desvergonzadamente delante de él. –“¿Pasa algo?”- pregunto el psicólogo, allegándose a Mar apropósito, –“N… Nn-no”- contestó ella, tratando de mantener la calma.
Tomás sonrió al verla tan inquieta, en su mente ya visualizaba un par de escenas morbosas con la más pervertida y voluptuosa de las hermana. Tomándola de la barbilla como de costumbre, hizo que levantara la mirada y sus ojos se alinearan. Esa chica tembló entera al intercambiar miradas, pues cada vez que él la agarraba del mentón, un loco deseo la invadía. Aunque ella no quería reconocerlo, ese hombre que sería su mero objeto de diversión, la había derrotado y conquistado.
–“Bien. Entonces, vamos a comprar”- susurró Tomás, acariciando la perilla de su sobrina. Al bajar del coche, camina rápidamente al otro lado para abrirle la puerta a Mar, comportándose como todo un caballero. Ella aterrada de estar a solas con él y dejarse impulsar por sus hormonas, tomó distancia. Caminando rápido quería perderse entre la multitud y tener tiempo para relajarse, sin embargo, Tomás no lo permitiría y la tomó de la mano antes de que pudiera dar un paso más entre la muchedumbre.
–“¿Por qué tan deprisa? ¿A caso quieres huir de mí?”- preguntó con malicia, dejando muda a su sobrina, que no hallaba las palabras para refutarle a su tío. Entre las personas que se paseaban a su alrededor, una silueta familiar se asomaba. Vestido con un pantalón negro y una cazadora del mismo color, sostenía una malteada con la mano derecha, Tomás al girarse, ve cómo le levanta la mano en señal de saludo, –“Hola, Alex…”- comentó en primera instancia, volviendo a fijar su mirada en Mar.
No obstante, al procesar aquello, sus parparos crecieron, sus pupilas se dilató y las cejas se levantaron. Regresando a mirar a donde estaba ese muchacho, lo observa de pies a cabeza, –“¿Alexander? ¿Tú qué haces aquí?”- expresó atónito, mientras que Alex dejó de beber de su malteada y una sonrisa juguetona se le dibujo. Mar que no comprendía lo que pasaba, intentó zafarse de su tío, pero solo ver ligeramente a Alexander, la congelo por completo y un terror la abrazo.
–“Esperando a Bella”- contesto, tirando el embace vacío a un tacho de basura. –“¿Y dónde está ella?”- preguntó Tomás mirando a todos lados. –“Está en una reunión, dijo que nos reuniríamos aquí. Pero adivina qué. Deje olvidado mi celular y no he podido comunicarme con ella”- soltó entre carcajadas. –“Por cierto Thomas. ¿No crees que es una maravillosa consciencia este encuentro?”- agregó, disminuyendo absolutamente la distancia entre ambos.
Al ser del mismo porte de Tomás, estaban simétricamente observándose. El rostro de niño bueno que colocaba el muchacho contrastaba con toda su arrogante actitud. –“Debe ser difícil volver a la ciudad en donde todo cambio, ¿verdad?”- interpeló el hombre, sin inmutarse ante esa mirada fija e inquietante de Alexander y soltando de la mano a Mar. –“Caótico para serte sincero. Me gustaría salir corriendo de aquí, pero no puedo abandonar a Bella”- respondió con serenidad.
–“Bueno, por mientras esperas a Bella, puedes acompañarnos”- invitó Tomás a su ex paciente. –“Claro”- sentenció él con una sonrisa, dejando de lado esa tenebrosa aura que lo rodeaba y Mar en sus ojos contemplaba a un niño pequeño en vez del hombre serio que había irrumpido su escape. –“Por cierto Thomas, ¿quién es ella?”- consultó intrigado, dándole un vistazo rápido a esa chica, –“Es Mar, mi sobrina”- dijo con una sonrisa y volviendo a tomar la mano de la chica.
Los planes de Tomás tomaron un rumbo distinto con la presencia de Alexander. No podía acorralar ni tentar a su pervertida sobrina. Sin embargo, la presencia del “irreverente”, ayudaría a que Mar se apegada más a su tío, por el miedo de esa mirada sin emociones y aura tan fría. Alexander Ortiz, creció en una familia poca ortodoxa, en donde no había ninguna barrera de la moral que se interpusiera. Detrás de esos ojos muertos y sonrisa inquietante se ocultaba un gran dolor.
Tomás sabía que Alex iba a colocar incomoda a su sobrina, pero no esperaba que ella se quedada en silencio y se aferrada a su brazo. Mar por primera vez, quiso ser invisible para un chico, ya que aquel que acompañaba a su tío, no le transmitía emociones, más que terror. Al entrar en una de las tiendas, Alexander liberó una pequeña risita irónica, colocando entre sus labios un cigarrillo, lo enciende, incomodando a los clientes y enfureciendo al encargado.
Este se le acerca sin haberlo visto con detenimiento, al estar en frente de él, su ceño fruncido desapareció y quedando con la boca abierta, todo su cuerpo tembló por el asombro. –“Vaya, Richie. Aún sigues siendo el lamebotas de mi padre”- exclamó con una sonrisa sarcástica y soltando el humo de aquel tabaco en la cara del hombre. –“Por favor, no le digas a mi padre, que estuve en una de sus tiendas, que va a pensar que me interesa tomar su lugar en la empresa”- sentenció, dándole la espalda.
Al contemplar que en la tienda había una gran cantidad de clientes, se para en el centro de esta. Sin dejar de fumar, sigue esparciendo su tóxico y molesto olor de nicotina. Richie al verlo ahí parado se temía lo peor, más con la sonrisilla que tenía delineada en su rostro. –“Soy el hijo del dueño y pido perdón a quienes les moleste mi insolencia por fumar dentro de la tienda. No obstante, no lo voy a dejar de hacer, ni por los niños ni ancianos que están presente”- enunció, dejando a más de uno fastidiado.
Mar miraba a su tío, creyendo que iba a detener a su amigo, pero él no hizo nada más que comprar. –“Antes de que se vayan o me quieran reclamar, les doy a cambio el 50% de descuento en su compra. Llevándose una prenda gratis, y si llevan más de cinco el descuento será del 60%”- concluyó, desatando la locura en esa tienda. Alexander se reía a carcajadas, mientras que Richie se llevaba las manos a la cabeza, sabía que ese chico tenía problemas después de lo que vivió hace 5 años, pero no creía que había descendido a la demencia.
Richie: Jo-joven, ¿qué ha hecho?
Protestó.
Alexander: Aumentarle las ventas a mi padre. Porque después de lo de hoy, varios van a venir a comprar, creyendo y esperando una oferta así.
Richie: Pe-pe… Pero…
Alexander: Pero nada. Solo dile al señor Manuel, que el irreverente vino a su tienda.
Expresó, tirando su pucho al suelo y pisándolo, para encender otro.
Richie: Pero usted me dijo que no le diga que había venido.
Alexander: Cambié de opinión. Puedes decirle que estuve aquí y que vine que una bella dama, por favor. Mmhh… 98, 74 y 101, creo que son sus medidas. Bueno, te dejo trabajar, Richie.
Tomás quería cancelar, pero la cola era bastante larga. Antes de formarse en ella, Alexander, le pide que le pase las prendas elegidas y saltándose a todos los que estaban delante de él. Al regresar le pasa las bolsas a Tomás y le dice que es un regalo de su padre, por haber sido su terapeuta. El hombre comenzaba a lamentar la idea de dejar que Alex hiciera lo que quisiera y no ponerle freno, ya que cada acción parecía ser peor que la anterior.
Buscando un momento a solas con Alexander, Tomás le pide que lo acompañe al baño. Fijándose que no había nadie a su alrededor, se voltea para mirarlo a los ojos y pedirle que calme esa actitud tan altanera que estaba teniendo. Alex se rio y le pidió disculpa, sabía que se le fue de las manos su capricho, pero al estar dentro de la tienda de su padre, no pudo controlarse, los destellos de ese día, retumbaron tanto en su cabeza como cuando había ido a su consulta por primera vez.
Ambos estuvieron hablando por alrededor de 10 minutos, en donde Tomás tomó su rol de psicólogo para calmar la ansiedad que estaba pareciendo ese joven. Después de la charla sincera, los dos regresaron en donde habían dejado a Mar, para encontrarse con una escena que ambos no esperaban. La hija de Blanca, estaba siendo molestada por sus acosadoras, arrinconada en una pared, la muchacha solo agachaba la cabeza y dejaba que la humillaran, tirando la ropa que había comprado a la basura.
Mar había perdido su personalidad por Alexander, en vez de mostrarse arrogante con quieres tenía en frente, solo se doblegaba y dejaba que hicieran lo que querían con ella. Aquello irritaba más a las muchachas, que pensaba que aquello era solo un vil acto más, para luego mofarse de ellas. Estefany cabreada por no ver alguna respuesta de Mar, le arroja una gaseosa entera sobre la cabeza. Pensaba que con aquello la tipa que había engatusado a su novio, iba a defenderse.
Sin embargo, no obtuvo respuesta, pero a sus espaldas comenzó a escuchar el silbido de la melodía peculiar. Tomás impactado, observaba como Alexander se acercaba a ellas, bajó el silbido de la película Twisted Nerve. El cuerpo de Mar se entumeció y las otras chicas sintieron escalofríos. Él se colocó en frente de ellas y con una sonrisa maquiavélica, las enfrenta, bajo el ritmo de ese silbido que resonaba en sus oídos.
Alexander: Estefany, Samantha y Acacia, ¿verdad?
Dijo mirando fijamente a las tres, que sintiendo una inquietud.
Estefany: ¿Tú quién eres?
Alexander: Tu peor pesadilla.
Expresó riendo, causando una risita nerviosa en esas tres.
Alexander: Este… fany… ¿Por qué actúas así? ¿Por qué maltratas a una chica que solo te hizo un favor acostándose con el estúpido de tu novio?
Estefany quería ignorar a ese tonto e irse, pero sus zapatos habían sido agarrados por unas extrañas sombras, como los de sus amigas.
Alexander: Ya sé. Tienes celos, de qué ella haya preferido a ese tonto en vez de a ti, ¿verdad? Eso duele mucho, más cuando mami y papi no aceptan tus gustos. Es injusto ver todos los días este cuerpo voluminoso y fantasear con él todas las noches, soñar con estar entre esas gordas tetas, con tus dedos acariciando esa suave piel y saboreando esa boquita. Todo para que al final un imbécil pueda hacerlo y no tú.
Las tres chicas quedaron con la boca abierta y los ojos enormes. Mar igualmente atónita con las palabras lanzadas por Alex, volvía lentamente a despertar su instinto perverso.
Alexander: Samantha… Sami, querida. Tus motivaciones están vinculados a un amor enfermizo que tienes por Estefany y los celos de que ella no te corresponda y que la mujer de sus sueños sea Mar. Por eso eres la más bruta de las tres, llegando hacerla sangrar y querer destrozarla psicológicamente.
Samantha al escuchar eso, se derrumbó en el suelo, ¿cómo ese tipo sabía aquello?, ¿quién se lo había dicho? Se preguntaba. Entretanto, Acacia temblando de miedo, pues si ya había desenmascarado a las otras dos, ahora le tocaba el turno de ella y su secreto causaría un verdadero lio, si era destapado. Quería interrumpir la transmisión que estaba haciendo, mientras molestaban a Mar, pero sus dedos no le respondían.
Alexander: Acacia… La más vil de las tres, porque sabes que puedes parar todo esto. No obstante, prefieres seguir con el acoso a una chica inocente, para seguir viéndote con tu amante a escondidas. Te encaprichaste con alguien que no debía y permíteme decírtelo, que no vale la pena, porque no va a divorciarse. Solo eres un juguetito para esa persona, una más en su cachonda vida. ¿Cuántas jovencitas crees que ha habido antes de ti?
Acacia: Ca… Ca… Cállate, po-po-po-po… Por favor…
Suplicó con sus ojos llorosos.
Alexander: No.
Exclamó con una frialdad que hasta Tomás sintió un escalofrío descender por su espalda.
Alexander: Vamos, Acacia. Dile a Fany, porque te gusta ir tanto a su casa. Porque te quedas a dormir en ella y eres su mejor amiga.
Estefany comprendiendo los dichos de ese hombre, mira a su amiga impactada.
Estefany: ¿Eres amante de mi papá?
Alexander: Error… Es la amante de tu madre. Sí, de tu mamá, la muy hipócrita que te reniega ser quien eres y te obliga a cosas que no quieres. Así que en vez de seguir molestando a Mar, porque no vas a recriminarle a ella, todo este tiempo tuviste la verdad en frente de tus ojos y no la viste. Incluso lo hicieron en tu cuarto, ¿lo sabias?
Concluyó con una sonrisa. Tomando de la mano a Mar, se aleja de esas tres muchachas, pero antes pasa al frente de ese móvil, que había captado absolutamente todo. –“Hola, mamá”- dijo con total orgullo, como si estuviera saliendo en televisión y su madre esperaba ese saludo. Mar seguía digiriendo todo lo que había dicho Alex, pero una sonrisa se le forjó cuando vio a esas tres derrotadas y su mente maquiavélica ya maquinaba un nuevo juego para ese trío.
Fueron nuevamente en la tienda de la familia del joven, para que Mar eligiera nuevas prendas, Tomás se le acerca y le pregunta cómo supo todo eso. A lo que Alexander respondió que los nombres de ellas y el motivo del acoso lo leyó de su celular. Tomás tocándose se percató que no tenía su móvil, comprendiendo que Alexander debió tomarlo cuando estaba distraído. –“Lo demás lo inventé, a base de mi experiencia familiar. Ahora que fuera cierto o no, no es asunto mío”- añadió, con sus manos en los bolsillos. Al mirar a su costado, ve a Richie, quien tenía la mano extendida, pasándole un móvil, –“Es su padre”- susurró el hombre.
Alexander: Sí, papá. Ajam… Lo hice porque me dio la gana. Te recuerdo que soy dueño de esta mierda aún, así que mis decisiones todavía pesan. Adelante, sácame de la compañía, en primer lugar nunca quise estar, mi sueño era ser físico y dedicar mi vida a la ciencia. Como digas, solo por favor, no le menciones a mamá que hablaste conmigo o anduve por aquí. Ah y saluda a mi prima Carmen que de seguro te estará comiendo los huevos.
Alex corta llamada y le pasa el móvil a Richie, quien temía preguntar qué le había dicho Manuel, aunque era evidente por la sonrisa que tenía el muchacho. –“Hombre, no te preocupes, mi padre no te va a despedir. Dudo que consiga un ciervo tan leal como tú”- murmuro, para luego abrazarlo y darle las gracias por soportar todas sus niñerías durante esos 5 años. En eso, Tomás ve salir del baño a Mar, con un atuendo sencillo pero maravilloso.
Sus jeans se ajustaban a la medida de esas carnosas piernas, trazando esas curvas sensacionales que poseía la jovencita. El top negro que había elegido, no era la prenda más reveladora que le había visto hasta entonces, pero al mismo tiempo le encantaba pues podía ver esa delantera. Pese a que el escote era sutil, cualquiera iba a perderse entre esos monumentos, además ni sujetador llevaba. Él encandilado se le aproxima, acomodándole su cabello húmedo, le pide perdón por no haberla defendido.
Mar había sido la única que había visto que él iba a su auxilio, antes que Alexander se interpusiera. Por eso ella, no sentía que debía disculparlo, todo al contrario, estaba agradecida, aunque no quiso abrazarlo, porque le encantaba que su tío tuviera sus ojos puestos en sus melones y quisiera amasarlos. Esa leve distancia entre ambos, alimentaba el apetito sexual de la muchacha, que cada minuto se convencía que Tomás se la iba a follar bien duro.
El morbo en ellos iba ascendiendo, más con la clara erección que estaba sufriendo el hombre con la exhibición de esos globos de carne. La muchacha mientras se duchaba rápidamente en el baño de esa tienda, comenzó a aceptar su atración por su tío, ya no lo veía como un juguete, al que iba a calentar y dejarlo con las ganas de probar su cuerpo. No, ella había empezado a verlo con otros ojos y el morbo de tirárselo era mayor, quizás se debía a que sus hermanas habían cedido contra él.
No obstante, quería torturarlo un poco más, seguir embobándolo con su cuerpo como lo hacía su hermana mayor y cautivándolo con su falsa timidez como su hermana menor lo hacía. Tenía curiosidad de averiguar quién de los dos iba a caer antes a la tentación y se iba a subyugar ante el otro. Confiaba que ella tenía las herramientas suficientes para salir triunfadora y hacer de ese maduro su amante favorito.
Alexander interrumpiendo los pecaminosos deseos carnales entre tío y sobrina, le pidió a su psicólogo, si podía llevarlo a donde se encontraba su amiga. Tomás dejando de apreciar esos senos por unos segundos, le dijo que no había ningún problema, ni se cuestionó por qué Alex quería ir donde se encontraba Bella, si se suponía que se juntarían en el centro comercial. Durante el transcurso desde esa tienda hasta el estacionamiento, Mar gozó ser el centro de atención de los pervertidos, sin sofocarse por la hostil aura de Alex, que poco a poco desaparecía.
La hija de al medio de Blanca se sentía endiablada con cada par de ojos que se derretían al verla caminar. Al llegar a donde estaba el coche de Tomás, él abrió la cajuela para dejar las bolsas de sus “compras”. Alexander se sube inmediatamente al auto, mientras que Mar aprovecha la oportunidad para llamar la atención de ese hombre que la tenía hechizada con su fragancia. Apegándose en su espalda, le presiona sus grandes tetas y con sus uñas pasa a rozar el evidente bulto que tenía.
Mientras que inhalaba ese aroma que revolvía sus extrañas y humedecía su coñito. Tomás no quería moverse pero se vio obligado a hacerlo, ya que no podía hacer esperar a Alexander, menos hacer que sospechada que había algo entre ellos. Mar comprendió que ese distanciamiento del hombre se debía a que no quería que su amigo los viera tan íntimos, aun así, antes de dejarlo ir, ella se puso de puntillas, para sobar esos labios y pasar a lamerlo tiernamente.
Tomás quedó pasmado por la Mar que estaba viendo, era coqueta, atrevida y guarrilla, a la vez que mantenía el espíritu de niña buena. El maduro suspiro para mantener la compostura. Con solo ver ese par de senos exhibiéndose, ya había perdiendo algo de razón, si dejaba que esa chica lo siguiera seduciendo, iba a terminar cogiéndosela ahí mismo. Librándose de los encantos de ella, se subió a su coche, la muchacha haciendo un puchero lo sigue.
Mar esperaba que su tío, fuera más atrevido, para sentir esa adrenalina de estar haciendo algo prohibido y podrían ser vistos. Tomás condujo concentrado, no quería que sus ojos se les desvíen ni por unos milímetros de la ruta, ya que el solo ojear a su sobrina, significaría dar unos pasos más hacía adelante en la borda de la lujuria. Ella para volver a tener la atención del hombre, intentó sacarle celos con Alexander, algo que no funcionaría, principalmente, porque ese joven de 25 años, había olvidado las palabras relacionadas a la libido.
Por más bella y atractiva fuera la mujer que tuviera frente, Alex las iba a ignorar, sin ni siquiera quedar embobado como otros hombres y si esta le coqueteaba, en vez de experimentar una erección, solo desatarían su ironía. Aunque de la breve conversación de ambos, Alexander recordó que tenía el móvil de Tomás en su bolsillo. Entre risas, lo sacó haciendo que el psicólogo recordara que no tenía su celular, aprovechando una luz roja, interroga al muchacho.
Tomás: ¿A qué hora me sacaste el teléfono?
Interpeló extrañado.
Alexander: Antes de entrar a la tienda de mi padre. Fue más sencillo de lo imagine y descubrir tu clave tampoco fue complejo. Solo quería enviarle un mensaje a Bella y, por casualidad me topé con la conversación que tenías con tu mujer, en donde le mencionaste los nombres de esas chicas y el motivo del odio a tu sobrinita.
Señaló, pasándole el móvil.
Alexander: Descuida, no vi nada más aparte de eso, Thomas.
Tomás: Me da lo mismo, lo que hayas visto o no. Lo que me perturba es que me hayas robado el celular, sin que me dé cuenta.
Alexander: Bueno Tommy, tus ojos hoy estaban centrado en otra cosa.
Murmuró, con una sonrisa picarona. La cual inquietó al psicólogo, al dejar en claro que todo ese tiempo, estuvo viéndolos a él y a la muchacha en esa relación que iba más allá de tío y sobrina. Antes de que Tomás pensara en las oraciones idóneas, llegaron al lugar en donde se encontraba Bella. La pelirroja estaba parada, afuera de un edificio. Vestía con unas gafas, una blusa rosa clara, unos pantalones negros y unos tacones del mismo color. El maduro al verla recordó ligeramente a Luz, pues eran muy similares, en medidas –aunque la doctora tenía mayor busto- y al tener esa exótica belleza de elfa.
Alexander bajó la ventanilla del auto y saludó a su amiga, la cual se acercó alegremente, nada más al verlo. Besándolo en la mejilla, dejó marcado la silueta de sus labios. Tomás al observarla inclinara hacía adelante, no perdió la oportunidad para darle un vistazo a esa colita respingona. A pesar que aquel acto parecía ser depravado y reprochable al estar consciente de los sentimientos de esa mujer de 30 años, hacía Alex, él quería comprobar si podía generarle algunos celos a su ex paciente.
Sin embargo, en vez de molestar a él, provocó la furia de su sobrina, que no aceptaba que su tío, fuera tan descarado con otras mujeres. Qué estaba haciendo ella mal, se cuestionaba, al mismo tiempo que barajaba la posibilidad de que esa pelirroja y su tío, tuvieran algo. Allegándose a él, lo toma del brazo, rodeándolo con sus dos grandes atributos. Tomás automáticamente deja de apreciar el trasero de Bella y se siente preso por su joven sobrina.
–“Tío, pervertido”- le susurró, apoyando su cabeza en el hombro de él y con sus dedos dibujaba sobre ese bulto. Notaba como esa verga parecía estar enrollada dentro de esos pantalones y calzoncillos. Mordiéndose los labios, escucha una voz en su cabeza que la tienta a liberar esa bestia de hedor fuerte que se escondía tras esos pantalones. Relamiéndose, decide deshacerse de todo lo que se interponía a la emancipación de ese miembro.
Baja la bragueta y desbrocha el cinturón de cuero, observando así, la cabecilla rechoncha que sobresalía de ese bóxer. Estaba chorreando una cantidad exagerada de líquido preseminal. Las pupilas de Mar eran enormes, al darse cuenta del semejante monstruo que poseía su tío, entre sus piernas. Tomás era consciente que podía detener a su sobrina, pero no quería hacerlo, con todas las emociones que estaba viviendo en esos segundos de gloria.
Mar al ver que su tío no le decía nada ni le impedía que continuara con sus juegos, paseó su dedo índice por la glande, recogiendo ese líquido que llevó directamente a su boca. –“Uuhhmm… Que sabroso”- musitó, moviendo su lengua entre sus labios, al catar ese espeso jugo. Sin miedo alguno, la muchacha metió su mano dentro de ese calzoncillo y atrapó el gordo tronco caliente de su tío y empezó a pajearlo, queriendo ordeñar la leche de esas pelotas.
Mientras Alexander y Bella conversaban, ignorando lo que pasaba en los puestos adelante de ellos. –“Oohh Dios”- decía entre dientes el maduro, al ser masturbado tan frenéticamente. El rostro guarro que colocaba Mar, daba entender que finalmente se mostraba tal cual era. Ella extasiada se dejaba llevar por sus instintos, lo que transformaba completamente impredecible sus movimientos que haría, asombrando y dejando helado del miedo a su tío, cuando con total frescura se inclinó para envolver esa polla entre sus labios y que su lengua la saboreada.
Mar se mantuvo chupando esa punta por unos 15 segundos, tiempo en que Tomás experimentó un sinfín de emociones. –“Que delicia”- murmuro la chavala, antes de volver a mamar. Tragando un poco más de la glande, siguió cubriendo esa estaca con su baba, que caía por ese tallo. Una gota de sudor fue emergiendo en la cabeza del maduro, por tanta presión con la que lidiaba en esos momentos. Ella dejando de comer, pasa su lengua entre esos labios preciosos y sabrosos, para después besar sin pavor a su tío.
Tomás estaba alucinando con la actitud de su sobrina, pero más de que nadie se diera cuenta de lo que estaban haciendo. Aunque el ruido de sus bocas luchando fogosamente, llamó la atención de Bella, no obstante, para cuando la pelirroja miró hacía donde ellos, ya se había dejado de besar. –“Bueno Alexander, vamos”- dijo la chica, retirándose de la puerta, para que su amigo saliera. –“Perdón Tomás por todas las molestia y gracias por cuidar de Alex”- señaló posteriormente, acercándose a la ventana del hombre.
Mar había previsto ese movimiento, así que ocultó la verga de su tío con la camisa de él, aunque continuaba con su paja y si Bella era lo suficiente observadora, se percataría de aquel deslizamiento de la mano de la joven. Para fortuna de los amantes, la pelirroja, ignoró todo y simplemente se despidió de ellos, al igual que Alexander. El hombre esperaba que su sobrina lo dejara conducir, sin embargo, la muchacha no quería soltar esa palanqueta que tenía en su mano.
Tomás: Joder… Ma-Mar… Si quieres, vamos a un motel y cogemos toda la tarde, pero dame un respiro para conducir.
Mar: No…
Susurro, mordiendo el lóbulo de su tío y aumentando el ritmo de su paja.
Mar: Apárcate en algún lugar cercano, porque quiero que me cojas ahora mismo.
Sentencio esa traviesa chica. Tomás no tuvo más opción que hacerle caso, se trasladó tan solo unos metros, pero lo suficiente para evadir que la gente los viera. Apenas paró, su sobrina se montó en su regazo y lo beso con vehemencia al mismo tiempo que le desabotonaba la camisa. Él fue retirándole ese jeans, tras concretarlo, agarro esa cola y la amasó. –“Tío… Este sí que es un buen culo, no como el de esa puta pelirroja”- enunció celosa,
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