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Había conocido a ese hombre maduro

Había conocido a ese hombre maduro mientras viajaba en colectivo a la facultad. Una tarde viajamos bastante apretados por falta de espacio y ese tipo aprovechó para apoyar su cuerpo contra el mío.
Por supuesto, pude notar que su verga se endurecía mientras se ajustaba al espacio que le permitían mis cachetes. Yo estaba vestida con unos pantalones de jean muy ajustados, que me marcaban muy bien la cola.
No contento con hacerme sentir la dureza de su verga, el viejo deslizó la palma de su mano a lo largo de toda mi raja. El resultado fue que, al bajarme del colectivo, podía sentir mi tanga totalmente empapada de tanta calentura; aunque en esa ocasión no llegué a acabar…
Otro día subí al colectivo casi vacío en otro horario y ese hombre ya venía ahí sentado. Esta vez me hice la tonta y fui directamente a sentarme junto a él. Yo llevaba una falda corta y sentí que mi tanga comenzaba a tener una cierta humedad.
Me dediqué a mirar hacia afuera mientras viajábamos; pero de pronto me encontré acariciando levemente su entrepierna…
El hombre acomodó su portafolio, como para que nadie pudiera ver el movimiento de mi mano. Entonces me animé a abrir la bragueta y sacar esa cosa dura y caliente. Comencé a hacerle una paja.
De pronto me preguntó si yo quería hacer algo más; porque él tenía tiempo de sobra y entonces me invitó a tomar un café.
Pero antes de bajarnos, me pidió que se la chupara.
Incliné mi cabeza y, algo oculta por su portafolio, comencé a lamer esa verga endurecida. Esa situación me excitaba muchísimo. Le daba pequeñas lengüetadas y sentía como él me acariciaba mi cabeza tratando de aferrar mis cabellos y guiarme a gusto.
De repente el hombre me jaló por los cabellos y dijo que ya era momento de descender. Le dije que ya no me apetecía tomar un café; sino que ya estaba dispuesta para ir directamente a coger.
Apenas entramos a la habitación de un hotel alojamiento, me arrojó sobre la cama y me hizo poner en cuatro. Me levantó la falda hasta la cintura y empezó a comerme la concha por encima de mi tanga.
Yo ya estaba empapada y su lengua me provocó un orgasmo inesperado en menos de un minuto. Me dejó temblando sin control.
Corrió mi tanga a un costado y sentí su lengua entrar entre mis labios vaginales, directo a rozar y estimular mi clítoris. Enseguida me hundió un par de dedos callosos y comenzó a cogerme así.
De repente se detuvo y retiró sus dedos de mi vagina empapada.
Me quitó la falda y la tanga; dejándome vestida solamente con la blusa y mis zapatos de taco alto. Se abrió la bragueta y otra vez pude ver de cerca esa tremenda verga que tenía en su entrepierna.
Me golpeó la cara con esa cosa rígida y me ordenó abrir mi boca.
La tomé con una mano y besé su glande, que me pareció todavía podía estirarse y crecer un poco más. Sonrió al darse cuenta que yo estaba muy excitada de tener su pija dura en mi boca…
Me dijo que era una pendeja muy puta, mientras me sonreía.
Yo subía y bajaba mi mano, haciéndole una tremenda paja. Me aferró por los cabellos y me la metió a fondo; me hizo ahogar…
Me levantó en el aire y me hizo doblar por la cintura. Entonces trepó a la cama y enseguida pude sentir que me la metía por la concha; primero la cabeza muy suavemente y poco a poco fue hundiendo el resto. Me dolía un poco pero me gustaba:
Una vez que la tuvo toda adentro me dio un par de azotes en mis cachetes, provocándome un par de chillidos e dolor…
Me empecé a mover de manera suave, adelante y atrás; siguiendo el ritmo que me imponía su pija empalada a fondo en mi concha…
Mientras me cogía con suavidad, él se dedicó a lubricar mi culo.
De repente sentí un orgasmo intenso explotando dentro de mi vientre. El viejo lo notó y comenzó a bombearme con más ganas.
Me tomó de mis brazos y los jaló hacía atrás, mientras me daba unas embestidas brutales y violentas.
De pronto se salió y me volteó boca arriba en la cama. Volvió a hundirme su verga a fondo y tuve otro tremendo orgasmo.
Me tapó la boca porque yo seguía gritando como una posesa,
El viejo todavía no había podido acabar; así que empezó a meterla y a sacarla de manera brutal, mientras pellizcaba mis pezones.
Sus dedos de repente comenzaron a acariciar mi clítoris…
Me abrazó y me levantó en andas, haciéndome subir y bajar sobre su verga tiesa. De golpe se salió y yo misma bajé mi mano para meterla otra vez hasta el fondo de mi concha desesperada.
Se recostó de espaldas en la cama y yo quedé montada en su verga. Me dediqué a moverme rápido; podía oír el golpeteo de mi labia contra sus testículos. Entonces sobrevino otro brutal orgasmo, que me dejó con las piernas temblando sin control…
Yo estaba muy excitada; cuando ese hombre me pidió el culo.
Le pregunté si me prometía hacérmelo lento y suave. El tipo solo sonrió y me dijo que no me dolería… mucho…
Desmonté de su verga tiesa y me puse en cuatro. Comenzó a comerme mi apretada entrada, escupiendo y hundiendo su lengua y luego unos dedos.
Me dijo que me relajara para que no me doliera.
De pronto sentí que acomodaba la cabeza de su pija contra mi estrecha entrada trasera. Empujó un poco, pero no me entraba.
Volvió a escupir para lubricarme y lo intentó otra vez. Fue entrando de a poco; mientras a mí me provocaba un intenso ardor. Me mordí los labios para no aullar de dolor. Era algo insoportable…
Apoyé mi cabeza sobre la almohada y levanté mi cola, tratando de abrirme los cachetes con mis manos, en un intento para ayudarlo a penetrarme mejor y que no me ardiera tanto…
Le dije que me dolía demasiado y que ya no quería más. Pero él no hizo caso alguno y siguió metiendo más y más.
De repente se detuvo, como para lograr que mi ano se adaptara a ese grosor. Luego empezó a meter y sacar despacio, logrando que mis gemidos fueran más suaves.
Para distraerme del dolor que me causaba su verga en mi culo; comencé a acariciarme el clítoris. Pronto logré un nuevo orgasmo y esta vez lo grité con todos mis pulmones…
El viejo largó una carcajada al verme acabar y empezó a bombearme el culo con más ganas. Me estaba gustando cómo me partía el culo con tanta brutalidad; sin hacer caso a mis gritos.
Me tenía ahí totalmente entregada a sus deseos; como si fuera una perra en celo pidiendo que le acaben con todo.
Entonces pude sentir el semen hirviente llenando mi castigado ano. Sacó su verga chorreante y sentí esa leche deslizándose entre mis muslos.
El viejo me tomó por los cabellos y me hizo girar, ordenándome que le limpiara la verga con mi lengua. Yo todavía estaba jadeando y buscando aire, pero de todas maneras me abalancé sobre esa cosa dura y se la chupé hasta dejarla reluciente.
Mi amante maduro me dio varias palmadas sobre la cola y me advirtió que, en el futuro, solamente me cogería por el culo.
Le dije que me dolía demasiado, pero él se rió y me contestó que ya me acostumbraría al tamaño de su pija…

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