Dicen que la noche es joven, aunque para la madre de Unai esto ya comenzaba a no ser así, pues hacía tiempo que pasó de los cuarenta y ahora se acercaba más a los cincuenta que a los cuarenta.
Malena conoció semanas atrás a Sara, una joven enfermera que hacía sus prácticas en su hospital.
A pesar de la diferencia de edad ambas congeniaron muy bien y Malena hizo las veces de instructora y amiga.
Así sabía que Sara no tenía novio aún, a pesar de ser una chica muy guapa e inteligente. Algo típico, chica guapa e inteligente, pero que en el caso de Sara además se unía un toque de locuacidad que la dejaba intrigada a veces.
Algo que le sorprendió gratamente es que Sara era muy amiga de hacerse selfis en cualquier sitio, que luego publicaba en su Instagram. Así que compartieron esa afición e incluso se permitieron hacer alguna travesura en las propias habitaciones de los pacientes, haciéndose fotos picantes sobre las camas, enseñando sus escotes a través de las batas blancas o levantando estas por la espalda hasta ver el pequeño triángulo blanco de sus tangas dibujando la parte alta de sus culos.
El tema selfis se fue animando hasta que llegaron a compartir fotos enseñando sus pechos en diversos rincones del hospital o sus culos bajándose los clásicos uniformes blancos del personal que no es que dibujasen precisamente su figura, pues eran anchos y poco estéticos para una mujer.
De modo que podría decirse que en apenas unas semanas se habían hecho uña y carne. Por lo que cuando la invitó a salir con su hijo el sábado Sara no se lo pensó y dijo que sí, ¡por supuesto!
Quedaron en el centro de la ciudad y hasta allí llegaron unos muy guapos madre e hijo, en la plaza indicada, donde las terracitas de mesas se agolpaban en pequeños rebaños pertenecientes a los diversos bares que cuajaban los bajos de los edificios que la rodeaban.
–¡Hola Malena! ¿Es este tu hijo? –dijo Sara besándola a ella primero.
–¡Sí, es Unai! –dijo la madre para presentárselo.
–¡Encantado! –dijo el chico.
Así recibió los dos primeros besos de la noche de aquella chica de pelo negro y corto, con pinta de traviesa que llevaba una camiseta rosa sin mangas junto a unos shorts baqueros y unos pantis negros que subían por encima de los shorts hasta su ombligo.
En cambio su madre lucía un vestido verde con lunares suelto que no dibujaba su figura pero tenía un escote en pico que se perdía entre los generosos pechos de ella, terminado a la altura de las rodillas con algunos volantes. Sin duda estaba sexy y hasta parecía más joven con un el toque juvenil que le aportaba el vestido.
Por su parte, Unai simplemente portaba unos baqueros y una camiseta con un dibujo gracioso de algún manga japonés.
–¿Tomamos algo? –dijo Malena.
–¡Sí, sentémonos en algún sitio! –contestó Sara.
Buscaron una coqueta mesa, la única libre entre las terrazas adyacentes y tomaron asiento. Así pidieron tres cervezas y algo de picar, para comenzar la noche con energía.
A medida que bebían y comían sus lenguas se soltaban. Unai no paraba de mirar los ojos negros de Sara y su escote de pechos pequeños pero prietos y también a su madre, con su elegante vestido y sus enormes pechos.
Poco a poco las cervezas fueron cayendo y haciendo que los comensales estuviesen cada vez más animados mientras conversaban de temas personales unos e intrascendentes otros no tanto.
–Entonces, ¿tienes novia Unai? –dijo Sara.
–Novia, no aún no –respondió el chico.
–Estoy segura de que no tardará en salirle una, ¿no ves lo guapo que es? –intervino su madre.
–¡Claro, es muy guapo! –dijo Sara.
–Tú también eres muy guapa –dijo el chico.
–¡Gracias! ¡Eres un sol!
–Tú podrías ser mi novia, si quieres… –añadió el muchacho.
–¡Oh, me siento alagada! –dijo la chica–. Aunque bueno te he de confesar que soy “bi” –dijo Sara.
Madre e hijo no parecieron comprender, así que Sara lo aclaró.
–Digo que soy bisexual.
–¿Bisexual? –dijo la madre extrañada–. ¿Eso qué es?
–Mamá, digamos que le gustan chicos y chicas –aclaró Unai, que estaba más en la onda de aquellos tiempos modernos.
–¿En serio Sara? –dijo la madre sorprendida.
–Bueno sí Malena, no te lo había confesado antes porque pareces una persona un poco tradicional.
–¡Oh, pues bueno habrá que adaptarse a los tiempos modernos! –rio Malena despertando las risas de su hijo y su amiga.
–Conozco un sitio cerca de aquí, ¿nos vamos a bailar? –propuso la joven.
Madre e hijo se quedaron mirando el uno al otro, esperando que uno de los dos dijese algo, pero finalmente fue la madre la que aceptó la invitación.
Tras pagar la cena, salieron del restaurante y comenzaron a caminar por las calles del centro mientras Sara les animaba.
–¡Está cerca de aquí! –les decía guiándoles.
Madre e hijo estaban algo mareados de las cervezas tomadas durante la cena por la falta de costumbre, así que la seguían un poco perjudicados.
Finalmente entraron a un garito tras una puerta negra, donde una chica les recibió.
–Son doce euros por persona –dijo la chica tras una pequeña taquilla.
Sara sacó uno de veinte y pagó las entradas. Era justo pues Malena les había invitado a la cena. Además con la entrada tenían una copa gratis. De modo que tras pagar se acercaron a la barra y pidieron una bebida espirituosa.
Esto no hizo sino acrecentar la incipiente borrachera de madre e hijo. Sin embargo la pequeña Sara no parecía ser afectada por el alcohol de igual medida.
Se colocaron en una esquina del local y comenzaron a bailar y tomar sorbos de su bebida. El ambiente se fue calentando poco a poco, Sara sacó a bailar al joven Unai y le hizo mover un poco las caderas. Él no era mucho de bailar, pero por ella lo intentó.
Luego tiró del brazo de la madre, quien tampoco era mucho de baile, parecía ser la seña familiar y finalmente madre, hijo y amiga bailaron juntos.
La música estaba muy alta, de forma que para hablar se tenían que pegar a la oreja del otro y gritar, literalmente. Así Unai sentía la proximidad de Sara y podía oler su perfume.
Sara se pegó a Unai y comenzó a bailar muy cerca de él, perreando. Provocándole literalmente se puso su culo en pompa y frotó su bragueta simulando un coito por detrás. La madre les miró y rio en un primer momento, pues Sara tenía mucho arte y parecía más una broma que una provocación.
Luego se acercó a la madre y perreó con ella también. Esto ya sí que la sorprendió pero Malena siguió el juego y hasta perreó con Unai, que atónito vio como el culo, el hermoso culo de su madre, se contoneaba delante de su bragueta.
Este se permitió darle un azote simulado mientras la agarraba por la cintura. Todos reían y bailaban, provocaban y bebían, hasta que el sudor comenzó a correr por su piel y los roces se intensificaron.
Con una patente erección Unai frotó el culo de Sara, quien se giró y de repente le besó en la boca, su primer beso de una chica. La madre contempló todo y no dijo nada.
De pronto se giró y sin que lo viese venir besó a Malena en la boca. Esta se quedó parada, asombrada podría decirse.
–¡Tranquila amiga! Que no muerdo, sólo beso.
Ahora el estupefacto era Unai.
–¿Permitirías que me follase a tu hijo? –le dijo al oído sin que el chico pudiese oírlo.
–¿Lo harías? –preguntó la madre.
–Si, pero tú también tienes que participar, ¿vale?
La madre se quedó mirándola entre la penumbra del local, no podía creer que su amiga le propusiera aquello, pero por otra parte pensó en el gran deseo que corría por las venas de Unai. De modo que aceptó, pero antes le hizo una advertencia a su amiga.
–Yo no soy bi como tú –dijo Malena.
–Tranquila, yo te enseñaré cómo acariciar a una chica.
Acto seguido le dio un largo morreo y Unai, quien no podía más, se pegó a su culito respingón y restregó su erección echando mano a sus pequeñas tetas desde atrás.
Malena se dejó besar y sintió el roce de las manos de Unai tocándole los pechos a su amiga, pero al mismo tiempo rozando sus propios pezones, pues ellas estaban muy pegadas. También sintió las manos de Sara subirle el vestido y agarrar su trasero desnudo bajo sus bragas.
La mecha había prendido, ahora Sara se giró y caliente como una perra devolvió el morreo a Unai, este se dejó besar y le entregó el control mientras Malena no sabía qué hacer así que sintió necesidad de comprobar el estado de calentura de la chica y palpando sus shorts notó que por abajo apenas eran un par de tiras desgajadas, de modo que deslizando sus dedos los introdujo bajo el tanga de Sara y los deslizó sin dificultad hacia el interior de su sexo.
¡Sí, Sara estaba muy cachonda! Malena no tardó en notar el chorro de fluidos que afloraron en su pequeño sexo depilado y sintió la excitación en la muchacha al notar el inesperado lance de su amiga “inexperta”.
Sara tiró de ambos y los sacó del local. Ambos la siguieron como corderitos en un abarrotado local, donde la gente hacía que literalmente uno tuviese que pasar estrujándose entre cuerpos. Unai la seguía y su madre a él, cogidos los tres de la mano.
Al salir fuera, el frescor de la noche les hizo sentir alivio tras pasar entre el amasijo de cuerpos sudorosos del interior.
–¡Vamos a mi casa! No vivo lejos –dijo Sara con una sonrisa en su cara.
–¡Sí! –dijo Unai entusiasmado.
De forma que la madre asintió y los siguió con dificultad, pues llevaba tacones y no estaba acostumbrada a ello, por lo que pidió ayuda a su hijo, quien la tomó por la cintura y esta por los hombros para caminar mejor.
Subieron a su pequeño piso de dos habitaciones y allí se sentaron en el sofá.
–¿Queréis algo de beber? –les dijo su anfitriona.
–¿Agua? –preguntó la madre, quien estaba seca de la bebida.
–Si –dijo Unai uniéndose a su proposición.
Así que Sara les trajo vasos de la cocina y una jarrar de agua, entrando al baño para aliviar su vejiga.
Madre e hijo tomaron agua sin decir nada pero como su anfitriona tardó un poco en volver, se sintieron obligados a comentar la jugada.
–¿Lo vamos a hacer los tres? –preguntó su hijo.
–Eso parece Unai, ¿te da vergüenza que esté yo delante? –dijo la madre preocupada por él.
–¡No! –dijo Unai en un primer momento, pero luego matizó sus palabras–. Bueno, será raro, pero tengo ganas de hacerlo con Sara. ¿Y tú?
–¿Yo qué? –dijo la madre.
–Bueno mamá, te lo vas a montar con ella… No pensé que fueses capaz de algo así.
–No sé Unai, no estoy muy segura pero lo haré por ti, ella me lo ha propuesto así.
–¿En serio? –preguntó su hijo sorprendido.
Malena asintió cuando de repente salió Sara del baño.
–Hay agua caliente y he puesto toallas por si os queréis lavar –dijo Sara.
–¡Uy, pues necesito entrar ahora yo al baño! –dijo la madre.
De modo que al levantarse Sara se sentó literalmente sobre las piernas del muchacho y le besó.
Dejando a los tortolitos entretenidos Sara entró al baño e hizo un largo y potente pis. Luego pasó al bidé y aseó su sudado sexo, tras lo cual se lavó la cara.
Se miró al espejo y se preguntó si estaba dispuesta, tras lo cual abandonó el pequeño aseo y entró al salón. Descubriendo a su hijo, ¡arrodillado ante Sara comiéndole la raja!
Estos repararon en su presencia y se giraron.
–¡Oh mamá, ya estás aquí yo…! –dijo Unai nervioso.
–Tranquilo Unai, pasa al baño ahora si quieres –dijo su madre.
Y el chico pasó.
–¿Te ha molestado ver a tu hijo comiéndome la raja? –dijo Sara cuando Unai entró al baño.
–¡Oh no Sara, solo me ha sorprendido! –dijo ella sentándose a su lado.
–Tranquila mamá, tu hijo es un sol, me encantará follármelo a tu lado, ¿y tú? ¿Querrás follar con una jovencita como yo?
–Bueno Sara, como tú has dicho, soy tradicional, pero si me guías yo te haré lo que quieras.
–¡Uf sí que eres una mamá entregada! ¿Eh?
Sara se subió a sus muslos y la besó apasionadamente, mientras la madre agarró su trasero y sintió la calentura de su raja tras introducirle sus dedos. Era tan pequeña y ella tan grande, sus diferencias de talla en todo eran patentes.
Sara gimió al sentir como la madre la penetraba desde atrás.
–¡Así fóllame con tus dedos mamá! –gimió Sara.
Y la chica le desabrochó su vestido y le hizo quitarse el sujetador para descubrir sus enormes pechos, tras lo cual los manoseó sin reparo y se agachó a morderlos y chuparlos con pasión.
La madre gimió al ver cómo la chica comía sus gruesos pezones y vio como Unai salía del baño, pero no dijo nada.
Este se encontró el pastel y con el culo de la chica en frente, no se resistió a empuñar su erección y sorprender gratamente a la chica bisexual metiéndosela por detrás.
–¡Ah Unai! ¡Sí follarme los dos! ¡Oh joder! –gimió Sara levantándose tras chupar las grandes tetas maternas.
Unai folló a Sara desde atrás mientras la madre se apresuró a besar los pequeños pechos de la chica, mordisqueándolos y llevándola a cotas de placer que la hicieron gritar y gemir retorciéndose como el loncheado entre las rebanadas de pan.
De repente Unai se retiró, tuvo que hacerlo pues su corrida era inminente. Esto sacó a Sara de su trance sexual.
–¡Mamá cambiemos de postura para darle un respiro a tu hijo! –propuso Sara.
Entonces la chica se tumbó en el sofá y le dijo a Malena que le pusiera su sexo en la cara.
–Pero es que no estoy depilada –dijo Malena.
–Tranquila me encantará comer tu chocho peludo –rio la joven.
Así que ante la insistencia de la joven, la madre se colocó con cuidado, pues no quería aplastarla con su enorme cuerpo y puso su sexo en la boca de la chica.
Inmediatamente sintió su traviesa lengua recorrer su raja y provocarle unas cosquillas primero y un extraño placer después.
Sara cogió su largo cabello desde abajo y la hizo inclinarse hacia adelante, pues quería recibir lo que ella misma estaba dando, de forma que la madre terminó echada sobre la joven en el sofá enterrando su cara entre sus suaves muslos, ¡lamiendo su conchita deliciosa!
Nunca había lamido un sexo, para la madre era algo completamente nuevo, así que se deleitó con su dulce sabor salado y sintió a su vez la traviesa lengua y los dedos de ella atravesarle su sexo y sí, ¡definitivamente estaba muy abandonada en temas sexuales! Porque no tardó mucho en sentir su primer orgasmo.
Tras disfrutarlo Unai le tocó en el hombro, esta levantó su cara y vio su tremenda erección en la penumbra, ¡horrorizada pensó que se la metería en la boca! Pero no, su hijo quería meterla en otro agujero.
De forma que la madre se incorporó y su hijo se colocó entre las piernas de la joven, introduciendo su estaca ante los ojos de su progenitora, quien le vio penetrarla entre sus piernas al tiempo que su amiga le lamía la raja aún bajo su raja.
El deleite era doble, por un lado sentía como le lamían lo más íntimo y por otro veía a su hijo penetrarla muy de cerca. Tan ensimismada quedó mirándolo que apenas se percató cuando extendió la mano para acariciar el clítoris de la chica y terminó deslizando sus dedos por ambos lados de su sexo, formando una uve invertida de forma que sus dedos índice y corazón acabaron rozando su dura estaca mientras esta se introducía en el sexo de la chica.
Este detalle tan sutil, en cambio le pareció sublime a la madre, al sentir el poder de su hijo penetrando a aquella chica joven que tanto intentaba complacerla a ella misma bajo su raja, pero a levantar la mirada y volver de su ensimismamiento…
De repente fueron conscientes, uno se quedó mirando al otro, ambos desnudos y metidos en el sexo caliente en aquel pequeño piso se sintieron tan cerca… Malena vio como Unai miraba sus grandes pechos e intuyó el deseo en él y ella misma lo sintió en carne propia.
Así que ninguno de los dos se decidía pero finalmente ella tomó la iniciativa y cogiendo sus manos se las puso en las tetas.
Unai las subió, como quien sube pesas, eran tan grandes que se desparramaban por sus manos, pero sus pezones duros llamaron su atención. Los pellizcó y provocó una electrizante sensación en ella, tanto que sintió la necesidad de dar un paso más.
Agachó su cabecita y sorprendió a Malena mientras le chupaba los pezones duros y gruesos tras haberlos pellizcado con más torpeza que acierto, pero no le importó. Al sentir su lengua en sus pezones junto a la lengua de Sara en su raja, Malena sintió otro orgasmo, corriéndose a chorros sobre la boquita de Sara.
Entre las convulsiones del orgasmo, Unai aceleró el ritmo y follando a Sara se precipitó en su orgasmo, sacándola en el último segundo para correrse en su barriga. Mientras su madre se reponía de su particular éxtasis, sintió cómo algunos chorros impactaban en su barriga y chorreaban hasta el pecho de su amiga, allí abajo.
Madre e hijo compartieron orgasmo sobre Sara y una vez acabados la liberaron dejándola toda pringada de leche allí abajo.
–¡Ay, qué deliciosos orgasmos verdad! ¿Y ahora quien me limpiará? –dijo la pobre Sara respirando aire fresco tras levantarse la madre de su cara.
–¡Tranquila mi niña yo te limpiaré! –dijo Malena.
Corrió por toallas al baño y volvió para limpiarla, entonces clavó su lengua en su raja y comenzó a chupársela con ganas. La chica había sido muy complaciente con su hijo y quería devolverle la torna.
De modo que Sara sintió como el éxtasis subía desde su vientre, unido a las penetraciones de su amiga mientras le chupaba su pequeño clítoris se sintió desfallecer.
Pero Unai aún no había dicho su última palabra, aunque se había corrido aún la tenía dura así que la acercó a la boca de la joven y se la ofreció.
Sara la tragó, con restos de semen aún en su punta y se deleitó con el dulce néctar en su paladar, hasta que su orgasmo la sorprendió y la hizo correrse por todo lo alto soltando chorros y más chorros en la cara de su madre.
–¡Jo mamá, qué bien me lo has comido! –dijo la graciosa Sara.
–¡De nada, he aprendido de una pequeña experta esta noche! –respondió la madre incorporándose desde sus muslos.
Buscaron sus ropas y se vistieron, saliendo al alba del pequeño apartamento llamaron a un Uber desde el móvil de Unai y este los recogió para llevarlos a su casa.
Dentro del vehículo tomaron un poco de agua y casi se durmieron mientras el taxista los llevaba por las calles de la ciudad aún durmiente.
Al llegar al destino Malena pagó y subieron a su modesto piso. Ya en el interior sintieron que tenían mucha hambre, así que la madre propuso preparar tortitas y el hijo aceptó encantado. De forma que mientras las preparaban conversaron.
–¿Te ha gustado hijo? –dijo Malena.
–¡Oh sí, mucho mamá! ¿Y a ti?
–Ha sido una experiencia nueva –se limitó a decir la madre.
–Cuando veía cómo se lo comías a Sara me he excitado mucho, ¿sabes? ¿Era la primera vez que comías un coño?
–Si Unai, nunca antes había estado con otra mujer.
–¡Uf mamá, no pensé que pudieses hacer algo así! –dijo Unai escandalizado y sorprendido a la vez.
–Bueno, lo he hecho por ti, ¿sabes? Pero confieso que no ha estado mal. A mí también me ha gustado verte follar con ella.
–¡Jo mamá, pensaba que me moriría de vergüenza! Pero bueno, luego nos hemos acostumbrado, ¿verdad?
–Si, supongo que al final es ponerse –dijo la madre.
–Por cierto, no he podido resistirme a tus pechos, espero no haberte molestado.
–¡Oh qué va Unai! Sentía que tenías ganas de hacerlo y no me ha importado en absoluto.
–Recuerdo cuando has acariciado el sexo a Sara y por un momento tus dedos me han rozado mientras la follaba, pensé que me la ibas a coger con la mano y bueno, ha sido algo extraño la verdad… –le confesó Unai.
–Si, pero mejor no sigamos hablando de eso, yo también siento mucha vergüenza…
Y tras terminarse las tortitas ambos se acostaron cuando el sol naciente ya subía en el comienzo del nuevo día…
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