Sin anunciarme, entré a la habitación de Kari y la encontré desnuda:
No había sido un descuido de mi parte. Formaba parte de mi plan morboso para verla. Y fotografiarla con mi celular. Sorprendida, ella intentó cubrirse, pero mostró más…
Kari tiene 22 años y es la hija de una prima. Morocha espectacular, de 1.60 m de estatura, llevaba tres días en mi casa. Su madre me había pedido que la aloje un tiempo hasta que encuentre trabajo. Llegó una tarde, vistiendo una minifalda y remera ajustada, sin corpiño. Quedé maravillado y excitado con su belleza.
Aquella misma noche le dediqué una placentera y larga paja.
Al otro día a la mañana, Kari fue a ducharse. Esperé que terminase y volviera a su cuarto. Así lo hizo, pero dejó la puerta entreabierta. Entonces, haciéndome el boludo, volví a entrar. La hermosa pendeja estaba tendida en la cama, exponiendo una preciosa conchita sin pelitos…
-¡Uy disculpame Kari! ¡Esto me pasa por vivir solo y olvidarme que ahora estás vos también en la casa! – dije, sin moverme de donde me encontraba contemplándola.
-¡Todo bien Beto! Vos sos un hombre grande, además, mi tío, y me imagino que pensás que podría ser tu hija… - sostuvo la pendeja, sonriendo pícaramente.
Y a continuación se incorporó, por lo que cayó el toallón que la cubría y aparecieron sus hermosas tetas:
-A todo esto tengo que salir urgente; pero no te vayás, charlemos mientras me visto… - expresó.
Tras lo cual, Kari movió su cuerpazo, para mi deleite…
A la media hora, la pendeja se marchó, diciéndome “vuelvo a la noche”
Apenas se fue Kari saqué mi pija endurecida, pensando darme placer. Pero entonces advertí que sobre su cama estaba una tanga blanca. La tomé y en el acto me di cuenta que se encontraba usada, con rastros húmedos. Totalmente enloquecido, llevé la bombachita a mi nariz, cara, pecho, verga…
Y luego, me la puse…
¡Fueron maravillosas las sensaciones! La telita apretándome las bolas, el hilito trasero colándose en mi culo…
Empecé a pajearme lentamente…
Largué varios chorros de leche, que cayeron en la cama y el piso.
Descansé unos minutos. Pero como Kari regresaría a la noche, tenía más de diez horas para disfrutar. Entonces busqué otras tanguitas de la pendeja. En los cajones del placard encontré varias, limpias y sucias.
Saqué las usadas…
Elegí una más chiquita; me la puse y fui hacia el baño para mirarme en el espejo:
“¡Kari, trolita mía! ¡Tu tío disfruta las tangas que te ponés para coger y pajearte!”
Totalmente caliente, regresé a su cuarto. Abrí mis nalgas para que la tanguita se metiese en mi orto…
Y luego llevé la verga dura para atrás, buscando que el glande rojo, palpitante y mojado rozase el culo…
“¡Aghhh…! ¡Kari puta, perrita calienta pijas! ¡Va otra lecheada para vos nena!”, exclamé, mientras acababa nuevamente:
Caí rendido en su cama y me dormí. Desperté una hora después. Con ganas de más…
Me coloqué otra tanga de Kari:
Busqué mi notebook y puse las imágenes guardadas de la preciosa:
Y seguí disfrutando…
No había sido un descuido de mi parte. Formaba parte de mi plan morboso para verla. Y fotografiarla con mi celular. Sorprendida, ella intentó cubrirse, pero mostró más…
Kari tiene 22 años y es la hija de una prima. Morocha espectacular, de 1.60 m de estatura, llevaba tres días en mi casa. Su madre me había pedido que la aloje un tiempo hasta que encuentre trabajo. Llegó una tarde, vistiendo una minifalda y remera ajustada, sin corpiño. Quedé maravillado y excitado con su belleza.
Aquella misma noche le dediqué una placentera y larga paja.
Al otro día a la mañana, Kari fue a ducharse. Esperé que terminase y volviera a su cuarto. Así lo hizo, pero dejó la puerta entreabierta. Entonces, haciéndome el boludo, volví a entrar. La hermosa pendeja estaba tendida en la cama, exponiendo una preciosa conchita sin pelitos…
-¡Uy disculpame Kari! ¡Esto me pasa por vivir solo y olvidarme que ahora estás vos también en la casa! – dije, sin moverme de donde me encontraba contemplándola.
-¡Todo bien Beto! Vos sos un hombre grande, además, mi tío, y me imagino que pensás que podría ser tu hija… - sostuvo la pendeja, sonriendo pícaramente.
Y a continuación se incorporó, por lo que cayó el toallón que la cubría y aparecieron sus hermosas tetas:
-A todo esto tengo que salir urgente; pero no te vayás, charlemos mientras me visto… - expresó.
Tras lo cual, Kari movió su cuerpazo, para mi deleite…
A la media hora, la pendeja se marchó, diciéndome “vuelvo a la noche”
Apenas se fue Kari saqué mi pija endurecida, pensando darme placer. Pero entonces advertí que sobre su cama estaba una tanga blanca. La tomé y en el acto me di cuenta que se encontraba usada, con rastros húmedos. Totalmente enloquecido, llevé la bombachita a mi nariz, cara, pecho, verga…
Y luego, me la puse…
¡Fueron maravillosas las sensaciones! La telita apretándome las bolas, el hilito trasero colándose en mi culo…
Empecé a pajearme lentamente…
Largué varios chorros de leche, que cayeron en la cama y el piso.
Descansé unos minutos. Pero como Kari regresaría a la noche, tenía más de diez horas para disfrutar. Entonces busqué otras tanguitas de la pendeja. En los cajones del placard encontré varias, limpias y sucias.
Saqué las usadas…
Elegí una más chiquita; me la puse y fui hacia el baño para mirarme en el espejo:
“¡Kari, trolita mía! ¡Tu tío disfruta las tangas que te ponés para coger y pajearte!”
Totalmente caliente, regresé a su cuarto. Abrí mis nalgas para que la tanguita se metiese en mi orto…
Y luego llevé la verga dura para atrás, buscando que el glande rojo, palpitante y mojado rozase el culo…
“¡Aghhh…! ¡Kari puta, perrita calienta pijas! ¡Va otra lecheada para vos nena!”, exclamé, mientras acababa nuevamente:
Caí rendido en su cama y me dormí. Desperté una hora después. Con ganas de más…
Me coloqué otra tanga de Kari:
Busqué mi notebook y puse las imágenes guardadas de la preciosa:
Y seguí disfrutando…
0 comentarios - Disfrutando con las tangas de Kari… (20 fotos)