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Terapia Especial: Capítulo IV:

“Cumpliendo una fantasía” 


Capítulo 1: http://www.poringa.net/posts/relatos/5026790/Terapia-Especial-Capitulo-I.html

Capítulo anterior: http://www.poringa.net/posts/relatos/5032460/Terapia-Especial-Capitulo-III.html

Sophie con sus gruesos labios envolvía la punta de la verga madura del padre de su amiga, la cual estaba erguida y soltaba unas pequeñas gotitas de esperma. La morochita con suavidad pasa su lengua por esa cabeza hinchada y caliente. Aquel sabor salado y algo amargado le resultaba simplemente maravilloso, aun cuando no era de su gusto mamar, esa polla la tenía adicta a su peculiar sabor. Al mismo tiempo que se engullía ese tronco venoso, con su mano derecha sostenía su móvil, ya que se encontraba hablando con su prometido. 

Él dejó de comportarse como un patán hace unos 2 días, al darse cuenta que la joven había dejado de estar melancólica. Aquellos ojos no reflejaba tristeza y desesperación, sino todo lo contrario estaban felices y ella empezó a vestirse muy sensual, aunque esto último siempre fue así, él por fin lo veía. El hecho de observarla salir y volver tarde a casa, con una sonrisa de oreja a oreja, le resultó intrigante, aún más que pasada de él y no fuera esa chica tierna y amorosa que sumisamente esperaba a su llegada. 

Temió que ella lo estaba olvidando, que ya no lo amaba y que estaba con otro. En el fondo de su corazón no quería perderla, sabía que si ella se iba con otro hombre, era por su culpa. Por eso decidió volver a ser amable con Sophie y estar pendiente a sus necesidades. Aunque ella en ese instante no necesitaba que estuviera pendiente, pues tenía al hombre que la había vuelto hacer sonreír, sentado completamente desnudo en ese sofá costoso, que su prometido cuidaba con tanto mimo. 

–“Ooohh Diooosss”- murmuró Tomás al sentir su tranca en lo más hondo de esa garganta. Las mamadas de esa chica eran una maravilla, había mejorado mucho en esa semana. Además, le metía ganas, demostrando así que amaba chupar esa verga. Él mordiéndose los labios, admiraba a esa traviesa muchacha que hacía desaparecer su gruesa polla en esa boquita. Sentir esa nariz chocar contra su abdomen cada vez que llegaba hasta la base, excitaba mucho al maduro que trataba de no gemir, pero le resultaba algunas veces imposible. 

A pesar de eso, el prometido de esa negrita, parecía no darse cuenta al otro lado del móvil de lo que ocurría. Tomás estaba asombrado de aquello, porque no solo eran algunos jadeos que se le escapaban, sino que era muy claro el ruido que hacía esa morocha con su boca al ir comiendo ese sable. Toda esa situación, encendía más al maduro, que reprimía inútilmente los jadeos. –“Amor, ¿estás ahí?”- preguntó Bernardo de manera ingenua, tras no oír la voz de Sophie por un buen rato. 

–“Sí, cariño, estoy aquí”- respondió la traviesa joven, relamiéndose la boca y sin dejar de mirar fijamente el grueso tronco maduro de su amante. –“Menos mal, pensé que se había cortado”- contestó él, –“Disculpa, si no te respondo de inmediato, es que estoy en mi terapia”- señaló ella con una sonrisa juguetona y golpeando sus labios con la vigorosa polla del psicólogo. A Tomás cada vez le costaba más el guardar silencio, solo quería gritar de euforia por lo bien que lo estaba pasando con la amiga de su hija. 

Sophie continuó hablando por teléfono con su prometido, mientras su habilidosa lengua recorría todo ese mástil hasta llegar a la base, para volver a subir, mordisquear la punta y repetir el proceso. El hombre no aguantó más y le quitó el celular a la joven, colgando así la llamada. –“Dios mío, Sophie... No puedo más, necesitó follarte ahora mismo, porque si me sigues mamando así, me vas a volver loco”- expresó Tomás, viendo el rostro deslumbrante de la muchacha. –“Eso es lo que quiero, volverte loquito”- afirmó con una sonrisa coqueta.

Ella se levantó del suelo y se aproximó a la boca del padre de su amiga. Abriendo sus labios, saca unos centímetros su lengua lasciva la cual se entrelaza con la del hombre. Tomás no duda en abrazarla, menos en probar esa dulce baba combinada con el sabor de su verga y esperma. Fue un beso tierno, pero a la vez fogoso y excitante. Mientras sus bocas eran una, el celular de la joven no dejaba de vibrar, Bernardo la estaba llamando, preocupado por el repentino corte. 

Sin embargo, ella no soltaba la boca de su amante, perdida en libido, dejó que suene su móvil, una y otra vez. Su vagina se frotaba con ese erecto miembro, aumentando las ganas del maduro de penetrarla. De forma gradual, fue acomodando el cuerpo ébano de la jovencita, haciendo que su verga pudiera quedar perfilada hacía ese coñito. No obstante, antes de que pudiera clavarla, Sophie se separó de la boca de él, interrumpiendo ese denso y ferviente beso. –“Aquí, no... Vamos a mi cuarto”- señaló la morena, mordiéndose los labios. 

Esa declaración entusiasmo mucho a Tomás, la adrenalina y el morbo de follarse a una jovencita en la cama que compartía con su pareja, era inmensa. Sin preámbulos, tomó a esa muchacha, la cual antes cogió su celular. La caminata hacía esa habitación parecía eterna, lo que impacientaba al maduro que solo quería tener su cilindro de carne dentro de ese chochito moreno. Cuando finalmente llegaron, Tomás recostó con delicadeza a la muchacha, entretanto besaba su cuello y su pene se embadurnaba con los jugos de esa morocha. 

Sophie no podía creer lo que estaba haciendo, sabía que estaba mal, que desde un principio aquella terapia no pudo ir tan lejos. Lo único que necesitaba era que alguien la escuchara, la abrazada, la consuele y le diga que era bella. No obstante, todo eso no bastó con ese hombre, aquel que le revolvió los sentimientos desde el primer cruces de mirada, confundida de lo que sentía se preguntaba por qué no dejaba de pensar en Tomás. Hubo noches acaloradas en donde su mente se divirtió un rato, haciendo que ella fantaseé con el padre de su amiga.

Nunca sospechó que todas esas fantasías iban a terminar siendo reales un día. Ahí lo tenía, en frente y muy cerca de ella, desnudo, rozando sus pieles y con su verga perfilada hacía su coño. Nunca pensó que serle infiel a su prometido iba a resultar tan excitante, quizás en realidad no lo era, solo le gustaba porque con quien cometía aquel acto era el padre de su amiga. Pues jamás se atrevió a hacerlo antes y oportunidades fueron varias, principalmente con los amigos de Bernardo.

Ellos desde el primer momento clavaron sus ojos en su figura, querían poseerla y satisfacer así sus depravados apetitos carnales. Habían fiestas en donde se le aproximaban varios sujetos con intenciones de tentarla. A pesar de que eran guapos, ninguno la hizo delirar de deseos, ni siquiera le pudieron robar un beso, pero con ese hombre, simplemente abría su boca y ella se entregaba. Sophie se transformaba en una mujer distinta, una bastante cachonda, que solo pensaba en follar y no le temía a nada. 

Aquella terapia había hecho que ella fuera más vanidosa y promiscua, al grado de que era capaz de invitar a ese hombre a su propia cama para que cogieran. Sus labios se rozaron y el corazón se le aceleró cuando esa tranca fue empalando en su vagina. Esa ardiente morochita, soltó un sutil bramido, a la vez que contestaba su teléfono. Su prometido en todo ese rato, no había parado de llamar, la joven sentía que debía darle una pequeña explicación para que así la dejara disfrutar tranquila.

Aunque por otro lado, ella ansiaba que él escuchada su voz temblorosa y agitada. Que fuera testigo del ruido que hacía su coño al recibir aquel tronco maduro, además del crujir de la cama, que llevaba meses sin ser usada para un acto sexual. –“Sophie, ¿pasó algo?”- consultó Bernardo intrigado, ella se tomó su tiempo para responder, mordía la oreja de Tomás y con su mano izquierda recorría la espalda del hombre. Al tenerla toda dentro, jadeó suavemente para no llamar la atención de su prometido, –“¿Sophie?”- exclamó el joven preocupado. 

–“Ss... S-sí, a-amor... Discu-culpa, estoy algo ocupada por eso no contesto tan rápido”- señaló la muchacha, que veía como el miembro del psicólogo, se retiraba de su chocho negro y volvía a hundirse entero. Su cuerpo se regocijaba, todo le resultaba más excitante con su prometido en llamada. Ya no le importaba ocultar sus quejidos, solo gozar de esa magnífica polla que le deba el placer que Bernardo le había negado por tanto tiempo, incluso ahora que estaba pendiente de ella, no le había tocado su cuerpo. 

Ingenuamente el muchacho pensó que su prometida estaba haciendo algún ejercicio y por eso estaba tan agitada. No sospechaba que sus temores ya eran un hecho, ella estaba abrazada con otro, desnudos en la cama, besándose y acoplando sus cuerpos. –“Ooohhh, Dios... Mááássss”- murmuró ella, totalmente entregada a ese maduro, quien intensificó sus martilleos, haciendo que gima más fuerte. Bernardo se quedó en silencio, escuchando atentamente ese bombeo furioso y los jadeos de su novia.

Aun cuando la cama se azotaba contra la pared y Tomás también suspiraba, él no pensó que Sophie le estaba haciendo un cornudo. No podía hacerlo, ella era una chica muy buena, una que rechazó muchas veces a sus amigos, una que le mostró su lealtad, no era una zorra, pero la descuidó y dejó que otro aprovechada esa soledad e inseguridad de la morena, para satisfacer sus necesidades. Finalmente él cortó, despidiéndose de ella, la cual apenas respondió. Luego de un corto silencio, la negrita volvió a corear gemidos, sus manos se sujetaban en el cuello de su amante y sus labios se sobaban con los de él. 

El aroma del cuerpo de Tomás era muy estimulante para ella, algo completamente vicioso y que la llenaba de anhelos de aferrarse a ese hombre, para no soltarlo. No quería admitirlo pero lo amaba, amaba esa enorme polla blanca, que la hacía alborozarse en la cama o en donde lo hicieran, amaba esa figura madura que se imponía sobre su cuerpo juvenil, amaba esos labios y esa lengua, que la besaban con tanta experiencia. Amaba esas manos que exploraban su piel, amaba esos ojos que la deseaban con fervor, amaba absolutamente todo de él. 

–“Ooooohhh cabronazo, me estás dando el polvo de mi vida”- exclamó Sophie eufórica y abrazando las caderas del papá de su amiga con sus piernas. Tomás sentía que estaba en su clímax, que era solo cuestión de tiempo para que cubriera todo ese sensual cuerpo ébano con su semen. Aquel juego peligroso iba a terminar, ya que aunque él no quería reconocerlo, se estaba haciendo adicto a esa boquita melosa y jugosa. 

El tiempo se fue ralentizando para el hombre, a la vez que sus cuerpos sudorosos seguían abrazados, sus pieles rozándose y sus bocas entrelazándose, se cuestionaba si estaba cogiendo a esa chica por el capricho de su esposa o por deseo propio. Sin embargo, su respuesta se vio interrumpida, al sentir la dulzura de esa lasciva saliva. Como si fuera un elixir, siguió besándola y al mismo tiempo penetraba con más fuerza. 

Ambos se miraron a los ojos, y volvieron a enroscar sus lenguas, era la última vez en que ellos harían algo tan depravado como eso. Después de esa tarde, los dos regresarían a sus vidas normales, su relación se limitaría a un saludo, como si esa semana en la que fueron amantes no hubiera existido. Tomás era consciente que no debía correrse dentro de ella, pero algo lo impulsaba para querer rellenar ese chochito negro, aun así se contuvo y tras dar unas profundas estocadas, generando espasmos a la morochita, sacó su miembro. 

Colocando su tranca encima de la barriga de ella, fue liberando su leche, cubriendo así esa figura juvenil con su esperma. Sophie al sentir esa cálida descarga en su cuerpo, también llegó al orgasmo. Agotada se quedó dormida en la cama, por otro lado el maduro, se levantó y se fue vistiendo. Sin hacer mucho ruido se fue de ese lugar, al subirse a su coche, recibió un mensaje de su esposa. En el cual ella le pedía que se prepare para la siguiente terapia especial. 

Al día siguiente, Tomás se encontraba sentado en la mesa, tomando un café mientras leía un libro. Aunque en realidad era un artificio, él no estaba leyendo, pues su mente estaba en otro lado, todo porque durante la noche no pudo dormir bien. Al cerrar los ojos, recordaba a Sophie, a esos labios gruesos, esa tierna lengua y ese dulce pero excitante sabor de su baba. Solo pensar en eso su polla se colocaba dura, no obstante, también recordaba esa figura sensual y esa piel morocha. 

Aquello provocaba una ansiedad en él, de querer tocarse la entrepierna y aliviar ese cosquilleó que sentía en su órgano sexual. Entre más pensaba en eso, peor se sentía, buscaba una respuesta como psicólogo, pero era incapaz de encontrar algo para explicar esa repentina obsesión con la amiga de su hija. No obstante, eso no era lo peor de todo, sino que por breves segundos pensaba que podía reemplazarla a esa jovencita al conquistar a otra, como a su cuñada, Agustina.

Un conflicto se creaba en su interior, entre aquel que quería seducir a las mujeres sin importar quienes fueran o si su esposa lo autorizaba, y el sereno y fiel hombre en el que se había transformado, después de saber del primer embarazo de su esposa. Aún sumergido en sus pensamientos, no se percata que ya no estaba solo en la mesa y tenía compañía. Vanessa aprovechando de que no había nadie alrededor, se aproxima a su padre para saludarlo con un beso en la boca. 

Sin embargo, antes de que la muchacha pudiera abrazar al maduro, el móvil de este vibra. Saliendo de su terreno astral, saca de su bolsillo el celular y lo mira. Era un mensaje de Alexander, un chico que había tratado hace un tiempo. Levantándose, se acomoda los lentes y se retira hacía el patio, dejando a su hija con la ganas de saborear esa boca madura. Entretanto, April terminaba de vestir a Simón, cargándolo entre sus brazos, baja al primer piso, en donde encontraría a Vanessa haciendo un puchero, por no haber podido besar a su padre. 

La Milf sospechó lo que había ocurrido, sin molestar a su hija, sale junto al bebé al patio, sorpresivamente se encuentra a su esposo. Al verlo tan serio, su corazón se le acelero, esa miraba fría y sin emociones, le recordaba a cuando se conocieron. A pesar de que Tomás siempre fue amable con ella, muchas veces contempló ese carácter calculador de él. Verlo de ese modo la cachondeaba, pues lo imaginaba en un modo dominante. Mordiéndose los labios, April ve a su marido acercarse donde ella. 

Su rostro sin expresión fue cambiando a uno de felicidad, cada vez que disminuía la distancia. Con ternura acarició el rostro de Simón, mientras que sus labios se movieron sutilmente para finalizar la llamada. La Milf embriagada por el aroma que desprendía su esposo, se relame la boca, sin apartar sus ojos de esos labios, se aproximó y abrió su boca. Tomás soltó una escueta risa, para luego complacer el deseo de su mujer. A pesar de que fue un corto beso, ambos sintieron la pasión y libido recorrer por sus cuerpos. 

–“¿Con quién hablabas?”- consultó April, saboreando la saliva de su esposo, –“Con Alex”- respondió, soltando un ligero suspiro, –“¿Alex?”- exclamó sorprendida, –“Sí, Alexander, el chico que atendí hace unos tres años, por la traumática perdida de su novia”- dijo él, volviendo a colocarse serio. –“¿Y qué necesita?”- siguió interrogando la Milf, ya que el caso de aquel muchacho fue muy complicado para Tomás, quien no pudo mantener su lado humano y paterno alejado del profesional, algo similar con el caso de Bruno, pero quizás peor, ya que tuvo que levantar a alguien depresivo y rencoroso.

–“Nada en particular, básicamente rechazó a una chica, lo que le sentó fatal, más que nada por sentir que lastima a alguien”- contestó Tomás acomodando sus lentes. April empatizó con su esposo, pues Alexander era la única persona a la cual Tomás no había logrado ayudar del todo. Si bien hizo que el joven cerrada algunas heridas, él seguía sin superar la muerte de su novia y estancado, sin poder retomar su vida amorosa. La Milf trató de cambiar los ánimos, ya que ese día su marido tenía que comenzar con otra terapia especial y no podía estar agobiado. 

A pesar de los intentos de la mujer de animar a su esposo, él se fue al trabajo cabizbajo y pensativo. April hizo un pequeño berrinche en su habitación, porque aquello significaba que tenía que hacer cambios en sus planes y buscar la forma para que Tomás olvidada a Alex. Sin embargo, no tuvo que hacer nada para que él dejara de pensar en el asunto de Alexander. Esto debido a que cuando el hombre llegó a su consulta, le comunicaron que la clínica había contratado a una nueva psicóloga, algo que lo desilusionó primeramente. 

Desde que April había dejado ese puesto bacante, Tomás se había encargado de convencer al director que no contrate a nadie más, ya que su esposa volvería a tomar ese puesto. A pesar de haber aceptado en un inicio, debido al reciente aumento de pacientes y que tanto Tomás como los otros dos psicólogos tenían sus agendas colapsadas, se vio en la necesidad de contratar a alguien más. Fue así como Gala, una reciente graduada, irrumpiría escuetamente en la vida de Tomás. 

Cuando se la presentaron el maduro quedó con las pupilas dilataras y con la boca un poco abierta. Esto debido a que esa joven le recordó de manera inmediata a su última amante. Su piel ébano y esos gruesos labios, llamaron su atención, algo en él, empezaba a delirar por esa boca y esa figura voluptuosa de tez negra. Gala ignorando lo que causaba en el hombre, se le aproximó y tiernamente se presentó besándolo en la mejilla, algo que dejó a Tomás, procesando por unos minutos. 

Sentado en su escritorio, no paraba de pensar en Gala, haberla visto en ese trajecito blanco que contrastaba con su piel solo hacía que su fijación en ella incrementara. Sus labios pintado de un rojo carmesí, era otro elemento que no dejaba de perturbarlo en su mente, su polla no dejaba de tensarse y mientras seguía pensando en ella, sutilmente se tocaba la entrepierna. Su erección era notoria en su pantalón, estaba a punto de desabrocharse el botón y bajarse la cremallera para liberar su morcilla. 

No obstante, justo golpean la puerta, era nada menos que Gala, haciendo que la tensión se viera aumentara. El maduro apenas podía mantener la concentración y ocultar sus depravados deseos. Sus ojos eran los más delatores, ya que se centraban en ese pequeño escote. Quería meter su cara entre esos melones, apretarlos y chuparlos, delinear por esos pezones, mordisqueándolos y amasarlo, para luego usar esas gordas tetas para calmar esa enorme excitación que tenía. 

–“¿Tomás?, hola, ¿estás bien?”- consultó la morocha, que había ido para consultarle algunas cosas a Tomás, ya que era el único de sus colegas que en ese momento estaba disponible. Pero el hombre seguía hipnotizado con ella, con su piel que lo encendía y lo pervertía. Gala incomoda, se fue apartándose, no comprendía la razón del silencio de su compañero, menos de su mirada posesiva hacía ella, entonces el teléfono de Tomás suena, despertándolo del embrujo. 

Era April, quien llamaba, para decirle que Luz no iría a su consulta y él tendría que ir a verla a su casa. Un cambio repentino y arriesgado, pero que la mujer había hecho pensando en el ánimo de su esposo. La idea de la Milf era encender a su esposo de tal manera que no recordada la llamada de Alex, sin embargo, para ese momento, él ya se había olvidado de ese asunto y estaba lleno de deseo. Durante la llamada, ella notó que su marido sonaba distinto, que no había seriedad en su tono, sino que estaba calmado. 

Iba a fijarse en las grabaciones de las cámaras, para saciar esas dudas, sin embargo, tenía una clase que hacer. Suspiró, a pesar de que no le gustaba quedarse con la intriga, debía hacerlo, pues tenía otras obligaciones. Durante toda la mañana y la tarde, Tomás pensó en su colega, en su cuerpo ébano y esa boca de chocolate. Por otra parte, Luz echada en su cama, sentía cómo el nerviosismo y la ansiedad invadían su cuerpo, por solo pensar que en ese día ella iba a tener sexo con el hombre que amaba. 

Aún no podía creer del todo lo que iba a pasar, esa repentina llamada de April hace unos días, seguía haciendo eco en su cabeza. La Milf al tener tachada a la primera chica de su lista, comenzó a preparar a la siguiente, para eso, tenía que charlar con ella, era evidente que Luz no iba a rechazar la propuesta, ni tampoco iba a colocar peros como lo hizo en un principio Sophie, no obstante, tenía que explicarle todo, para que no lo tomada como una broma o un juego.   

Al reunirse, la madura traviesa fue directa y lo primero que dijo después de saludarle fue consultarle si quería follar con su esposo. Luz soltó una escueta risa y le contestó que sí, imaginando que era un chiste, aun así ella no podía ocultar sus ganas de poder ser cogida por ese maduro que la tenía tan loquita. Su sonrisa inocente desapareció, cuando vio que la mujer se le acercó, apoyando sus labios en los suyos y su mano derecha descendió hasta su coñito. 

Esos dedos finos y suaves, tocaron su vulva, a pesar de que tenía su braga puesta, sentir esas yagas frotar sobre su chocho, fue inesperado y entusiasmante. Las palabra no fluyeron en su mente, menos cuando la madre de su amiga, raspó con sus uñas la tela de su tanga y le hizo soltar un chillido por lo bien que se sintió. –“Sabes, Tom nunca ha estado con una colorina, serás su primera y él será tu primer hombre, ¿no crees que es poético?”- expresó April, haciendo que el corazón de la muchacha enloquezca.  
     
Cada latido era un brinco, parecía que se quería escapar de su pecho, incluso era capaz de oír sus fuertes latidos. No quería aceptar todavía lo que estaba oyendo, pues, la desilusión podía ser horrible, además, cómo la esposa de ese hombre, iba a entregárselo en bandeja, debía ser todo lo contrario, ella debía estar advirtiéndole que deje de intentar llamar la atención de Tomás. –“Entonces, ¿quieres tener terapia especial?”- señaló la madura, dando pequeños arañazos a ese chochito rojo.  

Luz: ¿Te… Terapia especial? 

April: Sí, básicamente la terapia especial se le aplica a aquellas mujeres a las que creo que les hace falta un buen polvo para sentirse viva de nuevo. Aunque en este caso, más que nada será para cumplir una fantasía. 

Murmuró, sin dejar de jugar con el sexo de la jovencita, que notaba como su cuerpo se calentaba y su vulva se humedecía. 

April: No coloques esa carita de vergüenza, si desde la primera vez que te vi, supe que te quedaste embelesada con Tommy. Al principio negaste esos sentimientos, pero ahora lo desnudas con tus ojitos claros, imaginas que te besa y come esa boquita tan traviesa que tienes y te hace aullar como una puta, ¿verdad?

La muchacha quería guardar silencio, porque no sabía qué responder, sin embargo, tampoco podía mantener sellados sus labios, ya que de estos salían unos gemidos.  

April: Luz, si no me responde, no voy a saber si estás de acuerdo o no a tener terapia espacial con Tom.  
 
Luz: ¿A… A… Us… Usted, no le molesta compartir a su esposo?

April: Claro que no, pero solo por tiempo limitado, es decir puedes comerle toda su polla y ser su mujer por una semana. Así que dime, quieres que te anote en mi lista para la terapia espacial o le doy tu cupo a otra muchacha, que de seguro aceptará de inmediato. 

Luz no lo pensó más y le contestó a la madura que sí, que quería formar parte de esa lista y tener terapia especial con Tomás. April sonrió de manera triunfadora y dejó de rasgar ese coñito ya empapado. Llevando sus dedos a su boca, se los chupó y le empezó a explicar detenidamente todo. La muchacha sonrió, cuando abrió los ojos y se dio cuenta que era hora de que ese hombre llegara a su casa. Aun algo nerviosilla, se colocó a ordenar su habitación, entre las cosas que tenía en su cama estaba un peluche que le había regalado Tomás hace tiempo. 

Él se encontraba manejando, en sus pensamientos todavía la imagen de Gala aparecía, aunque la visita repentina de su esposa, le hizo olvidar por unos minutos a su colega. Cómo no, si ella vestía con una falda negra de cuero que le llegaba hasta los muslos y una blusa blanca bien ajustada a su tórax. Su esposa era una bomba, cualquier atuendo le quedaba bien, pero jamás pensó que se vestía tan jodidamente sexy como profesora, parecía sacada de una pelí porno.

Si su verga estaba dura por esa morocha, al ver a esa rubia infernal, se terminó de colocar empinada. En ese momento, estaba despidiéndose de un paciente, era un chavalín que quedó alucinando como el hombre, –“Joder, vaya hembra”- dijo el muchacho en sus pensamientos, mientras la observaba acercarse al maduro. Sus tacones negros resonaban con cada paso, al quedar en frente de Tomás, se inclina y le da un piquito a su marido, el muchacho aprovechó a admirar esa monumental cola. 

Tomás: Pri-pri… Princesa, ¿qué haces aquí? 

April: Bueno, amor… Como tenía tiempo libre, quise venir a verte. 

Expresó con una sonrisa juguetona y agarrando de la corbata al hombre, para mantenerlo cerca de sus labios. Ambos se habían olvidado completamente del jovencito, que no dejaba de apreciar esa escultural madura. 

April: ¿Qué pasa Tom? Parece que has quedado estupefacto al verme. 

Tomás: Cómo quieres que reaccione, si me vienes a visitar sorpresivamente y vestía de esa manera tan sensual. 

April: Que pícaro Tommy. 

Susurró, mordiendo los labios de su esposo, quien se embriagaba más en su meloso aroma. Con sus manos acariciaba tiernamente la cintura de su mujer, solo el escritorio se interponía para que ellos no se dejaran llevar por sus lujuriosos deseos. Se sofocaban con sus respiraciones y sus labios temblaban al estar tan cercas y sobarse. Un ligero desvió, hizo que Tomás se percatada que su paciente aún no se había ido, el pobre chaval estaba con la boca abierta y con sus ojos clavaros en la Milf. 

Tomás: Perdón Martín, pensé que te habías ido, en fin te espero la próxima semana. 

Expresó con cierto tono de orgullo, pues ese siempre fue su sueño de joven, que su esposa fuese el capricho de los hombres y deje atolondrados a los chavalillos. Martín sin decir nada se retiró, con la imagen de esa preciosa Milf, clavada en la cabeza. La cual se sienta en el escritorio de su esposo y se relame la boca. –“Joder, Princesa, no me imagino la tortura que deben pasar tus estudiantes al verte vestida así, dudo que puedan estar concentrados en tus clases”- comentó, allegándose al cuello de su hembra.   

April: Siempre me he vestido guapetona, no sé de qué te sorprendes. 

Tomás: Si, pero con ese atuendo pareces una Diosa, corazón. Si fuera tu estudiante dudo que pudiera tomar atención, me perdería en esta divina figura. 

Declaró, besando con fogosidad el cuello de su mujer, la cual gimió, al sentir la lengua y dientes de su marido jugando con su piel. 

April: E-e… Exageras Tom… Cuando éramos jóvenes, a pesar de estar a tu lado, siempre estabas pendiente a lo que decían los maestros, aún si te tocaba traviesamente tu verga o te la devoraba a escondidas. 

Aquella afirmación hizo que el hombre recordada aquellos candentes momentos y su polla palpitada de la emoción. Fue doloroso tener su miembro de esa manera, April anonadada lo tocaba con delicadeza con sus dedos, podía sentir los espasmos de ese tronco al igual que su calidez y firmeza. –“Veo que necesitas ayuda con esta voluminosa estaca”- expresó, sin dejar de pasear sus dedos alrededor de ella, –“Como no quiero vaciarte antes de tu encuentro con Luz, voy a darte una mamada solamente”- añadió. 

Agachándose se ocultó debajo del escritorio, entretanto pasaba su lengua por sus finos labios, fue bajando la bragueta con lentitud, para no pasar a lastimar el pene de su marido. Aun estando dentro del calzoncillo podía ya sentir el fuerte olor que desprendía esa paleta de carne, su lengua coqueta, pasó por encima de la tela, humedeciéndola y provocando un jadeo del psicólogo. Sus uñas fueron dibujando sobre ese género, torturando así más a su esposo, quien no reprimía sus alaridos.

Finalmente liberó ese tronco de ese tejido, del cual parecía estar pegado por todo el líquido preseminal que había soltado. Esa rosada cabezota cubierta de esperma, le pareció un manjar a la Milf. Sin perder el tiempo, en jugueteos, ella aproximó esa gruesa vara a sus húmedos labios, los cuales enrollaron la punta y junto con su lengua cálida, fueron mimando a la polla de Tomás. –“¡¡Diiiioooosss!!”- exclamó él, entre delirio, justo en ese instante, Diana entró para avisarle que había llegado el siguiente paciente. 

La joven quedó confundida al no obtener una respuesta de su cuñado, quien además tenía su cabeza inclinada hacia atrás. Su mano derecha parecía estar apoyada en algo, Diana no quiso pensar que él estaba recibiendo una felación, no obstante, al recordar que su hermana había entrado en la consulta del hombre, asumió que la pareja estaba divirtiéndose. Nuevamente ella le avisó a Tomás sobre la presencia de su paciente, él completamente hundido en el placer que le daba su mujer con su boca, volvió a ignorar a Diana. 

April que se engullía lentamente ese tronco, tampoco escuchó a su hermana, solo se concentró en la labor de satisfacer a su esposo. Aunque también estaba disfrutando de comer esa verga, su sabor como siempre le resultó jodidamente atrapante. Pero esta vez más, debido a que llevaba unas semanas sin jugar con ella dentro de su boca. Otra vez la muchacha le habló a su cuñado, logrando por fin llamar su atención, él la miró con un rostro agitado, le hizo una señal para que hiciera pasar a la persona, a la vez que se acomodó en el asiento. 

La Milf afanada con el pene de su marido, continuó devorándolo con entusiasmo, muchas veces se oyeron los sonidos obscenos que se producía con su boca. Tomás por primera vez no tomó atención en lo que le decía su paciente, simplemente se limitaba a asistir con la cabeza y preguntarle lo primero que se le venía a la cabeza. En un momento él tuvo que afirmarse de su escritorio, cerró los ojos y mordió su boca, ahogando así un fuerte gemido, ante de bombardear la garganta de su mujer con semen. 

Tras acabar, sentía su pecho acelerado y estaba sudando demasiado, April se tragó todo la leche que le depositó su esposo. Saboreando sus labios, se preparó para limpiar el esperma que todavía estaba en la tranca del hombre, dejándola brillante, la guarda y espera tranquilamente, de que su esposo terminara de atender para salir de ese escritorio. Cuando lo hizo, lo primero que recibió fue un largo y apasionado beso de Tomás, un gesto de gratitud por esa maravillosa mamada. 

Luego, él fue acariciando los muslos de su esposa y poco a poco fue yendo hacía su cola preciosa, sin embargo, ella lo detiene, explicándole, que era tiempo para que se fuera donde Luz. Tomás rio, pero fue obediente y se limitó a darle otro fogoso beso a su mujer, no había ninguna lengua que amada más que la de ella para tenerla enroscada. No obstante, su intercambio de saliva fue interrumpido por Gala, quien entró al despacho del hombre para hacerle una consulta. 

Tomás al verla, no pudo evitar que su polla empezara a cobrar vida, más teniendo a su lado a April. Un par de pibones que le hicieron pensar en depravadas ideas, en un par de segundos. Él huyó rápido de ahí, sin decirle nada a su colega, pero de la cual seguiría pensando durante el trayecto hacía la casa de los padres de la amiga de su hija. Al llegar, tocó el timbre y la muchacha que estaba en su habitación, volvió a sentir una gran ansiedad y cosquilleo por todo su cuerpo. 

Bajó las escaleras hecha un nudo de nervios, al abrirle la puerta al maduro, quedó tiesa como una estatua. Tomás, no tuvo otra opción más que darle un empujón a la chavala, para poder entrar, al verla aún sin reacción, le dio un pequeño abrazo y un beso en la mejilla, esperando que así, ella despertada de su letargo. Sin embargo, no funcionó, Luz seguía paralizada, causando incomodes en el maduro, aunque aquello sirvió para que la viera detenidamente y apreciarla en ese lindo atuendo que se había puesto para él. 

Esos delgados y tiernos labios, lo invitaban a besarla, su carita de ángel y sus ojos claros llenos de inocencia, le provocaban morbo, su nariz puntiaguda y sus orejitas, le daban ganas de jugar con ellas. Su figura era preciosa, en ese instante, se olvidó de Gala, Sophie y April, solo pensaba en lo que haría con esa bella elfa pelirroja. Sujetándola desde su colita pomposa, la acercó a él, frotando así su erecta verga contra el vientre de ella, –“Luces hermosas, mi amor”- le susurró, mordiéndole el lóbulo. 

Sus dientes apretaron con fuerza esa delgada oreja y su lengua se paseó por ella, mientras hacía eso, se embriagaba con la fragancia inmaculada de ella. Regalándole una sonrisa, se aproxima a su boquita, que todavía se mantenía cerrada, pero que se fue abriendo de manera inconsciente, Tomás aprovechó aquello para meter su lengua e invadir esa boca para perderse en un tierno y cachondo beso. Luz al sentir esos suaves e intensos movimientos de su lengua y esa baba llena de experiencia, combinándose con la suya, reaccionó. 

Abrazándolo con fuerza, no quería desprenderse de esa boca, con la cual tanto había soñado y por fin estaba degustando. El psicólogo prolongo un poco más ese beso, para que ella lo disfrutada al máximo. Al separarse, los ojos de esa chavala seguían brillando e ingenuamente se tocó los labios, procesando que por fin se había besado con el hombre que amaba. Él sonrió y le dijo que se veía muy bonita, causando que ella se sonroje, su actitud inofensiva no era ningún problema para Tomás, quien volvió a cortar distancia y la cargó. 

Tomás: Aun crees que todo esto es un sueño, ¿verdad? 

Consultó, subiendo los escalones, mientras la muchacha no le quitaba los ojos de encima. 

Tomás: Me sabe mal, no corresponderte como te gustaría, pero no voy a dañar tus lindos sentimientos, tampoco voy a mancharlos. Ya que ahora mismo, mi polla no está dura por solo lujuria, sino por ese amor que me transmite y el deseo de estar a las expectativas de ellos. 

Agregó, entrando en la habitación de la joven, rio escuetamente al observar que ese cuarto era tan angelical como lo era ella. No había dudas, que Luz era la mujer más pura con la que iba a estar, pudo haber fantaseado con ese momento, miles de veces, masturbarse anhelando con tenerlo entre sus brazos y perderse en sus besos e incluso vestirse sexy solo para llamar su atención, pero en ese segundo, solo era una dulce e inocua chica, que no pensaba en sexo, sino en amar a ese hombre.

Amar cada pulgada de su cuerpo, el cual no era perfecto, como el de los jóvenes modelos con los que trabajaba, que tenían tonificada sus figuras, siendo el deleite de varias mujeres. Tomás a pesar de tener su cuerpo algo fibroso, era delgado y su mirada fría como un témpano cuando April no estaba a su lado, el aura era algo sombría incluso, aun así, daba confianza y ella veía un Adonis. Dejándola recostada en su cama, él miró hacía una de las esquinas del dormitorio, donde estaba una de las cámaras. 

April desde su computadora presenciaba todo, estaba muy emocionada de aquello, quería ver como esa tierna chica iba a mostrar sus garras y gozar cada centímetro de la verga de su esposo. Luz dejó de divagar en sus pensamientos y controló esa ansiedad que tenía, sentándose en la cama, se desnudó, sorprendiendo al maduro. Ella nuevamente se ruboriza por esos ojos que la contemplaban con fervor, no obstante, sacó por unos segundos su actitud más traviesa, se bajó de la cama y se colocó de rodillas, abriendo su boca para tocar ese enorme bulto que destacaba en la entrepierna del hombre. 

Aun sobre el género, Tomás sintió mucho gusto al percibir esos finos labios sobre su polla. Notaba como el aliento de esa chavalita iba encendiéndolo todavía más, juguetona ella mordió el cierre y fue bajando la cremallera del pantalón de su amante. Al bajarlo totalmente, su cara quedó debajo de ese imponente cilindro, que desprendía un fuerte hedor, aun cuando estaba oculto en esos calzoncillos. La colorina no lo pensó dos veces y pasó su lengua por ese tronco marcado. 

Al llegar a la punta vio que estaba húmedo, pero no era una pequeña mancha, sino que cubría todo el grosor de esa cabeza. Sospechó que debía estar soltando semen como loco, al mismo tiempo en el que se mordía los labios se le trazó una sonrisa. De un jalón, quitó cualquier prenda que ocultaba al tronco del padre de su amiga. Ver ese miembro en todo su esplendor, hizo que sus pupilas se le desorbitaran, el tamaño no era lo que le impresionaba sino su hermosura. 

Luz: Dios mío, es preciosa. 

Dijo tomándola con ambas manos y humedeciendo sus labios. 

Tomás: Vaya, finalmente hablas, cariño. 

Luz: Perdón si me mantuve callada todo este tiempo, pero estaba muy nerviosa y no sabía qué decir. 

Tomás: No te preocupes, te comprendo absolutamente, aunque ahora mismo lo mejor sería que uses esa boquita para otra cosa que no sea hablar. 

Ella le quedó claro a lo que se le refería el maduro, así que abrió su boca y sacó su lengua, delineando sobre esa ancha cabeza. Sentir la inexperta lengua de Luz fue un verdadero festín para el hombre, a pesar de su nula experiencia, el amor y cariño que ponía en cada una de sus lamidas, hacía que aquello fuera un verdadero regocijo. Los besos que le daba a su pene se sintieron de maravilla, sin darle ninguna indicación ella fue complaciéndolo absolutamente en todo lo que se le venía a la mente. 

Después de dejar embardunado ese paquete maduro con su baba, la muchacha se colocó de pie, sus labios se allegaron a los de él, como una forma de provocación. Hubo un leve roce entre sus bocas, antes de que se fundieran otra vez. Los dedos de Tomás fueron manoseando esa vulva mojada, deambulando lentamente por ella, a la vez que su verga era masajeada por las manos de esa pelirroja, la lengua lasciva del hombre tenía totalmente dominada a la chica. 

Ella sintió más placer al experimentar la penetración de los dedos del maduro, los cuales se metieron y hurgaron en su sexo virgen. El movimiento que realizaban era tan intenso y bueno, que Luz tuvo que soltar la polla de Tomás, para aferrarse a sus hombros. Sus piernas temblaban y su cabeza daba vueltas, nunca ella había sido capaz de hacerse sentir de esa manera, estaba anonadada con la maestría que la masturbaba el padre de su amiga. 

No tardó en rendirse y soltar su sabroso néctar, que Tomás saboreó al chupar sus dedos. Sus jugos le resultaron al hombre melosos y muy sabrosos, de hecho le dieron ganas de comer ese coñito colorado, sin embargo, sabía que por el tiempo no podía dejarse llevar y tenía que penetrarla en ese momento. Intercambiaron miradas por un corto lapso de tiempo, luego Tomás comenzó a besarla en el cuello, al mismo tiempo que la tumbaba en la cama, Luz tembló con solo sentir el roce de la punta de ese miembro en sus labios vaginales. 

El corazón nuevamente se le aceleraba, estaba a nada de perder su virginidad, con nada menos con el hombre que amaba y con quien había soñado hacerlo. Tomás la observó a los ojos y le preguntó si estaba preparada, ella quería decir que sí, pero sus labios se mantuvieron cerrados, por otra parte, no era capaz de mover su cabeza o sus manos para asistir. El hombre fue paciente, no la torturó pasando su polla alrededor del coño o la presionó para que le diera la respuesta. 

Si bien él sabía que la autorización ella lo había dado desde el momento en que aceptó ser parte de la lista de su esposa, también era consciente de que esa jovencita podía arrepentirse. Abusar de alguien no era su estilo, así que se limitó en ese instante en sonreírle y susurrarle, que no se preocupe, que se tomara su tiempo. April que apreció esa escena desde su computadora, sonrió, ella mejor que nadie conocía a su marido, así que esperaba esa situación.

Para que el silenció no fuera abrumador y lastimara a la muchacha, Tomás empezó a relatarle que a los 19 años, él tenía un pequeño sueño, que su esposa se transformada en una Milf deseada. A pesar que en ese minuto, no estaba asegurado que ellos serían un matrimonio, él no dudo que lo serían. Aunque de cierto modo ese anhelo se cumplió, nunca pensó que April se le ocurriría compartirlo 21 años después con unas chavalas, para que disfrutaran de él. 

Luz fue tranquilizándose, su cuerpo dejó de estar tenso y ya podía mover por lo menos sus dedos. El maduro continuó hablando, contando algunas anécdotas de su adolescencia, las que tenían que ver muy poco con lo sexual, entre ellas, recordó una con Isidora. En ese tiempo, aquella mujer que en la actualidad aborrecía, era una chica dulce como lo era Luz, amable y aunque algo posesiva, en sus ojos no veía maldad. Era otoño y las hojas secas se desprendían de los árboles. 

Él caminaba solo hacía su casa, con la mente en blanco, simplemente avanzaba. La muchedumbre que pasaba a su lado, no percibían sus pasos, era como un fantasma para todos, exceptuando para Isidora, que al verlo, fue rápidamente donde él, tomándolo de la mano, le sonrió. El afecto de ella no le producía nada, no se sonrojaba o se le aceleraba el corazón, aun cuando esa muchacha era bastante bella y con una figura muy desarrollada. Tomás simplemente le era todo indiferente, las mujeres no llamaban su atención. 

Aquel día, Isidora lo invitó a unos helados, él aceptó porque sí, no había ninguna motivación en especial, no obstante, para ella, que Tomás aceptada su invitación, le hizo creer en algo falso. Ingenuamente pensó que él finalmente la estaba viendo como una mujer, más que a la chica de al lado y que ayudaba a estudiar. A pesar de que llevaban desde niños siendo vecinos, Tomás era todo un misterio para Isidora y eso precisamente le encantaba de él, además de encontrarlo guapo y caballeroso. 

Esa tarde, sentados en unas bancas mientras comían sus helados, ella nerviosa, le consultó si ya tenía pensado qué estudiar en la universidad. Tomás serio le contestó que lo tenía claro hace mucho tiempo, Isidora intrigada le preguntó si podía saberlo, él entonces sonrió, ella quedó atónita ante aquello, pues era la primera vez desde que se conocían que lo veía sonreír. Nuevamente malinterpretó las cosas, pensando que esa sonrisa se debía a ella, sin embargo, Tomás solo hizo porque hablaría de su pasión, la psicología.     

Después de todo conocer el carácter de las personas y comprender las causas de su comportamiento, era que siempre le había encantado. Aproximadamente a los 6 años comenzó a leer libros de psicología, su padre, pensaba que solo lo hacía para parecer intelectual, ya que un niño no comprendería varias cosas de las que se hablaba o estaban escrita y lo normal era que se aburriera, pero para Tomás era todo distinto aquello lo entusiasmaba, si no lo comprendía, lo volvía a leer hasta entender lo que se decía. 

Isidora al escuchar por primera vez todo eso, le latió el corazón más fuerte, tanto que pensaba que se le iba a salir del pecho. No obstante, llegó la gran desilusión, cuando él le comunicó que tenía previsto estudiar fuera de la ciudad. Isidora, agachó la cabeza y se negó a aceptar que el chico de al lado, el que amaba, se iría lejos de ella. En ese momento ella empezó a llorar, llamando la atención de Tomás, quien sorprendido, le tocó el mentón e hizo que levantara la mirada. 

En ese segundo, Luz lo miró y antes de que él siguiera explayándose, ella se le arrimó, robándole un beso y guiando ese pene erecto a su inmaculada vulva, la cual fue abriéndose paulatinamente. Soltó un fuerte chillido, al tener la punta de ese miembro dentro de su ajustada vagina. Tomás, tomó las riendas y sin dejar de estimular a la pelirroja, fue excavando dentro de ella. Fue muy gentil, al grado que al ver a Luz con muestra de dolor, sacaba su polla y se acostumbrada lentamente a ella.

Una vez que había superado el dolor, ambos se sumergieron en los brazos del placer, la verga de Tomás fue yendo muy hondo, golpeando el útero de esa joven a la cual había desvirgado. La cabeza de Luz daba vuelta, nunca imaginó sentir aquel gozo, cada estocada profunda, hacía que ella anhelada otra y otra. La incomodidad no era nada comparada a la satisfacción que sentía, su cuerpo se deliraba en placer y en un par de segundos, soltó sus primeros flujos con una polla dentro. 

El maduro no retiró su tranca del interior de ella, solo la mantuvo quieta, mientras ella recuperaba el aliento. Con su boca viciosa chupó los senos de la chica, mordisqueando de manera sutil esos pezones erectos. Luz tenía su mente en blanco, se había venido de una forma muy exagerada, su pecho se le inflamaba con la exasperación de respirar. Pese a eso, su cuerpo pedía más, moviéndose solo, Tomás al percibir esos pequeños brinquitos sobre su verga, fue sacudiendo su pelvis. 

Cada estocada profunda, le producía unos espasmos y frenesís exquisitos a la colorina, que adornaba su dormitorio con un canto lleno de éxtasis. –“Oooohhhh… To-To-To… Tom-más… Más… Más, por favor”- balbuceó, corriéndose otra vez. Sentir que su polla era bañada por esos jugos una y otra vez, le empezaba a resultar excitante al hombre, además de sentir completamente cobijado entre esas paredes estrechas y cálidas que apretaban con fuerza.

Tomás y Luz cambiaron de posición, la joven se colocó en posición de perrito, levantando así su culito. El maduro, no sabía el porqué esa figura lo dejaba soso, si ya la había visto varias veces, no desnuda, pero si en traje de baño, no era tan distinto para quedar como burro. Quizás se debía a que por más que la veía, no se acostumbraba a su belleza peculiar, era tan distinta a su mujer, cuñada, hija y las otras dos amigas de esta última, ya que parecía un ser mitológico. 

Radiaba tanta hermosura, que no era raro que dejara embelesado a hombres como a mujeres. Si bien April o Vanessa hacían lo mismo, no era por su guapura, sino más bien por la sensualidad de sus cuerpos. Eran dos conceptos totalmente distintos, pero con el mismo resultado, dejaban perdidamente cachondo a Tomás, quien volviendo a la normalidad, se acercó a esa elfa pelirroja y agarrándola desde su coleta, comenzó a embestirla. 

Reavivar esas suaves pero hondas estocadas, hacían que ambos temblaran de gusto. Él bufando, no paraba de empalar a esa muchacha, la cual se afirmaba en sus sabanas y se mordía los labios para no aullar tanto. Tomás le mordió el hombro, tocar con sus dientes esa tierna piel blanca como la nieve, fue como comer un dulce de mazapán. Dando pequeños besos, fue subiendo hasta llegar a su oreja, su lengua se paseó por alrededor de ella y luego le susurró, –“Uuuff, nena eres toda una ricura”-

La chavala jadeando, suelta una escueta risa, cuando quiso responderle a su amante, golpearon la puerta de su habitación. Aquel sonido alertó a los dos, se miraron sin dejar de mecer y acoplar sus cuerpos. Sabían que lo correcto era que se detuvieran, no obstante, para ninguno de ellos la terapia había llegado al clímax por lo menos. –“Luz, cariño, ¿puedes venir a ayudarme?”- se oyó una voz masculina del otro lado, –“Pe… Pe-perdón pa… Estoy ocupada”- contestó, sintiendo que la llama de la lujuria se intensificaba. 

–“¿Estás muy ocupada?”- interpeló el hombre, sin sospechar que su pequeña estaba siendo empotrada por un tipo que tenía casi la misma edad que él. Tomás dejándose llevar, carga a la jovencita, dejando sus pies en sus hombros y martillando ese coñito colorado con un poco más de intensidad. Ella gritó de dolor y placer, tenía la impresión que esa polla entraba más profundo, llegando a sentirla en su abdomen. Su padre asustado le preguntó si se encontraba bien, ella con la voz fatigada, le responde que sí, que solo se había golpeado el pie. 

Las manos de ella fueron abrazando la nuca del padre de su amiga y acariciando su cabello, echa su cabeza hacía atrás para poder besarlo. Tomás, la complace, enroscando su lengua con la de ella, iniciando una dulce lucha entre ambos. Los senos de Luz danzaban al ritmo de la cogida, Entretanto, el padre de la chavala, vuelve a tocar, insistiendo en que su hija lo ayudada. –“Lo siento, pa… E-estoy muy ocu… Ocupadísima”- refutó, para que la dejara tranquila gozar de ese monstruoso pene que le revolvía el vientre.
 
Apenas le dio esa respuesta a su padre, volvió a engancharse a la boca del maduro, que no paraba de penetrarla. Sus salivas se mezclaban con fervor, se mordían los labios e incluso sus lenguas. Sin saber si su papá se había ido, soltó unos gemidos, al notar que su matriz comenzaba a ser inundada por la leche de Tomás. Finalmente la terapia había concluido, esa tierna pelirroja había sido llenada de semen, su coñito botaba los chorros, al ser una gran cantidad. 

Tomás: Joder, creo que se me pasó la mano. Perdón Luz.

Luz: Dios mío… E-eso, fue increíble… 

Tomás: Me alegra que te haya gustado. 

Afirmó, pasando a rozar esos finos labios. 

Luz: Gra-gracias… Por cumplirme mi sueño… 

Tomás: De nada, fue verdadero un deleite. Por cierto, ¿cómo puedo salir de tu casa, sin que tu padre me vea? 

Luz: No lo sé… No puedo pensar en algo para distraer a mi papá, menos siento que tenga fuerza para levantarme e ir donde él. 

Contestó la joven agitada y volviendo se sentir esa verga empinada. 

Tomás: Al parecer no me queda otra que irme cuando se vayan a dormir tus padres… Aunque, podemos aprovechar el tiempo, con otra cogida. 

Luz: Me fascina la idea. 

Murmuró con una sonrisa delineada en su rostro inocente. Ambos tocaron sus pieles y se besaron una vez más, disfrutando de sus cuerpos que ardían en libido. Aunque tuvieron que reprimir mucho sus alaridos, para no llamar la atención. Después de esa follada, Luz se quedó dormida encima de Tomás, su cabeza quedó apoyada en el pecho del hombre, quien no vio la necesidad de moverse, en vez de eso solo cogió su celular que estaba cerca y tomó una foto, avisándole a su mujer, que se quería esa noche con su paciente.
 
Al otro día, muy temprano, la joven se encontraba en la ducha junto a su amante, disfrutando del agua tibia que cubría sus cuerpos. Las manos de la colorina, sujetaban ese tronco erecto, mientras que él, enjabonaba las tetas de ella. Luz no podía dejar de alucinar con ese trozo de carne, parecía que nunca iba a quedarse flácido. La chica se colocó de cuclillas y atrapó ese mástil entre sus senos, fue masajeándolo, por otra parte, su lengua se encargaba de limpiar muy bien la glande. 

Mientras hacía esa tarea, tocan la puerta, esta vez era su madre, quien le consultaba a la muchacha si le faltaba mucho. Ella sin dejar de jugar con ese miembro, le respondió a su mamá que tardaría un buen rato, ya que recién había empezado. La mujer le dice que le dejaría su desayuno en la mesa y que tuviera un buen día en su trabajo. –“Gra… Grashiass, ma…”- contestó mordisqueando la dura punta de ese fierro, Tomás hizo un gran esfuerzo para gemir. 

Una vez que sintieron que estaban solos en casa, dejaron de reprimir sus gritos. Luz acabó desayunando esa enorme polla, la cual se encargó en embadurnarla en semen. Ellos luego del baño, se vistieron y se subieron al coche del hombre, que había quedado aparcado al frente de la casa de la joven. Tomás decidió ir a dejar hasta su trabajo a la pelirroja, en el trayecto los dos hablaron de temas triviales, dejando de lado sus pervertidos actos, entendiendo que no era el momento para juegos. 

Aunque cuando llegó el momento en el que la muchacha tenía que bajarse, él al verla irse, sin despedirse de una forma cariñosa, la tomó del brazo y la jaló donde él. Sus ojos se cruzaron y sus labios se fundieron en un corto beso apasionado. –“Te espero en mi consulta, para continuar con nuestra terapia”- le susurró, Luz solo asistió con su cabeza, con una sonrisilla, al bajarse, Sophie que estaba en el carro de en frente, quedó impactada y un ligero dolor sintió en el pecho, por no ser ella a quien Tomás había besado.  
 
Las actitudes de divo y chulo en el psicólogo nuevamente comenzaban a brotar, aquella terapia estaba transformándolo en algo que no era y April no se estaba dando cuenta. No obstante, antes de que esa personalidad lo comiera, Agustina una vez más lo salvó. La novia de su hermano, lo llamó para le preguntarle si había hablado con este, Tomás en su mundo le consultó para qué debía hablar con Bruno, respondiendo Agustina con el nombre clave que regresaba a Tomás a la normalidad. 

–“Por Isidora”- susurró ella, dejando por unos segundos en blanco a Tomás y con una punzada en su cabeza. Recuerdos se le venían a la cabeza a la vez que contestaba: –“No, aún no he hablado de eso con Bruno. He estado muy ocupado. Perdón”- manifestó, sintiendo una pequeña angustia.      
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