Lo que descubrió en el móvil de mamá…
Era por la tarde, ya habían vuelto de la playa y Unai ya se había duchado cuando su madre ocupó su lugar en el cuarto de baño.
Como la playa estaba muy chula al atardecer, se hicieron hicimos un selfis, de forma que ahora Unai quería ver las fotos y enviárselas a su móvil. De modo que mientras ella se duchaba él abrió su bolso y cogió su móvil.
Él conocía su patrón de desbloqueo así que deslizó su dedo pulgar con habilidad y lo desbloqueo. A Unai no le gustaba llevar su propio móvil a la playa, ya que se trataba de uno caro aparato, demasiado caro para estar cerca de la sílice y el agua salada, con el peligro asociado. Por eso usaron el viejo y confiable móvil de su madre para hacerse las fotos.
Tras el desbloqueo del terminal buscó en la galería de fotos entre los iconos del escritorio aunque le costó dar con ella, ya que su móvil era de otra marca y no estaba acostumbrado a la ubicación de estos. Finalmente localizó el dichoso icono y lo abrió, allí estaban sus selfis pero reparó en una carpeta segura y al pinchar en ella le pidió una clave.
Esto le intrigó así que probó con su día y mes de nacimiento… nada. Bueno pensó que como era hijo único, igual era su fecha de nacimiento así que también la probó: ¡Bingo! Su madre no era muy original, como el noventa y nueve por ciento de la gente.
Al abrirse el contenido de la carpeta “supuestamente segura”, tuvo que pestañear dos veces pues, ¡no podía creer las fotos que estaba viendo en el mosaico mientras hacía scroll hacia abajo con el pulgar!
Estaba lleno de fotos de su madre, pero no unas fotos cualesquiera, digamos que eran fotos ¡muy picantes! Que si un pecho por aquí, que si un tanga por allá, sin sujetador tapándose los pechos con una mano mientras se hacía la foto con la otra. Frente al espejo del baño en el típico selfi caliente que se hacen muchas chicas jóvenes y no tan jóvenes. Pero, ¡había cosas más fuetes!
Bajando, bajando, encontró una tanda de fotos algo oscuras pero muy visibles, donde se veía su cuerpo desnudo, sus pezones gordos y erizados… ¡y hasta su coño en primer plano!
¡No podía creerlo! ¡Todo aquello estaba allí y él no sospechaba nada!
Ensimismado como estaba no se dio cuenta de que su madre ya había terminado y salía del baño, así que apresuradamente bloqueó el móvil y disimuló. Por suerte su madre se dirigió antes a su dormitorio para vestirse, de modo que aprovechó para compartir la competa por bluetooth con su propio móvil, de forma que ya podría ver las fotos más tarde tranquilamente desde su propio dispositivo.
Tras ducharse, Malena le propuso cenar en la pequeña pero coqueta terraza de su piso y así lo hicieron. Prepararon algo de picar y se sentaron a sentir la suave y fresca brisa de la tarde.
–¿Qué te ocurre Unai? Te veo muy callado hoy –le preguntó mientras ella picaba algo distraídamente.
–¡Eh, no es nada mamá! Sólo que estoy cansado de tanto nadar –dijo él mintiéndole pues, no paraba de pensar en las fotos que acababa de descubrir en su móvil.
–Ha estado bien el día, ¿verdad? –dijo ella mientras seguían comiendo.
–¡Oh si mucho! Por cierto, me tienes que enviar las fotos que nos hemos hecho –dijo él siguiéndole la conversación.
–Puedes cogerlas tú mismo hijo, ya sabes mi contraseña de bloqueo de mi móvil –respondió ella tan ufana, sin pensar en los secretos que había descubierto en su terminal apenas hacía unos momentos.
Así, tras la cena, ambos se acostamos ya que, al día siguiente ella trabajaba. Malena era enfermera y debía levantarse temprano para ir al hospital.
Unai también se acostó, aunque no para dormir sino, ¡para ver tranquilamente todas aquellas fotos que ella tenía en su carpeta segura! La transferencia comenzó pero apenas llevaba unos minutos cuando se cortó, ¡vaya!
Seguramente ella lo puso en “modo avión” para acostarse y por eso se canceló la descarga, de modo que únicamente pudo ver algunas de las fotos picantes que se había hecho frente al espejo del baño y en ropa interior, tanto por delante, como por detrás. Con tangas calientes y muy picantes pero nada más.
La cosa quedó ahí, así que le venció el sueño y se durmió.
Al día siguiente, cuando era ya tarde, pues en vacaciones dormía mucho, se despertó. Ella hacía horas que estaba en su trabajo.
De modo que se puso unos cereales a modo de desayuno y se sentó en la terracita al sol de la mañana a desayunar, mientras distraídamente abría el móvil y, ¡oh sorpresa!
La transferencia se debió terminar mientras su madre se levantaba por la mañana y ahora tenía cientos de fotos en su terminal.
Nervioso las fue pasando hasta las más calientes. Allí descubrió su sexo descaradamente exhibido frente a su móvil. La calidad no era muy buena, pero allí estaba todo, explícitamente expuesto.
Era extraño, Unai no podía dejar de pasar fotos en un scroll infinito que no se acababa nunca. A pesar de que se trataba de su propia madre, el morbo de ver que tenía otra cara, digamos una más sensual que él desconocía, le hacía seguir y seguir. Hasta que llegó a un video donde al pulsar… ¡apareció su sexo siendo masturbado por su mano de forma muy caliente mientras sonidos guturales eran emitidos por su garganta a modo de ronroneo mientras disfrutaba de un momento de intimidad! ¡Aquello era demasiado! –pensó para sus adentros.
Se sentía un poco mal por ver todo aquello, era espiar la parte más íntima y desconocida de su madre pero, por otro lado, no podía parar de explorar aquella faceta tal oculta como insospechada de ella. Y había más… ¡mucho más material!
Ella se grababa hasta haciendo pis y secándose su sexo tras terminar. Cuando no, masturbándose en servicios fuera de casa para finalizar entre convulsiones que daban a entender el placentero final que estaba teniendo tras el pis previo.
Esa mañana pasó las horas muertas viendo todo aquel material y terminó tan caliente que puso su móvil en una mesa y delante de él en el salón de casa, se agarró su tremenda erección y se grabó masturbándose hasta correrse copiosamente sobre la mesa. ¡Oh, qué buena paja y qué buena corrida! ¡Buena y abundante corrida!
Lo grabó todo con detalle zafio, imitando a su progenitora y luego fue a la cocina para recoger papel secante y limpiar todo aquel desaguisado…
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Este es un capítulo de Los Secretos de Mamá, por si te interesa te dejo aquí su sinopsis:
Malena vive con su hijo Unai en un pequeño piso de dos habitaciones. De repente un día su hijo descubre un secreto que ella guarda celosamente. A partir de ese momento no puede parar y entra en una espiral de perversión hasta que su madre lo descubre.
Esto le conduce a la consulta de Valeria, una guapa psicóloga que tratará de ayudarlo, aunque finalmente tendrá que hablar con ambos para intentar solventar la situación que viven.
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