Esa noche no cenamos. Ni siquiera nos podíamos mirar. Dormimos dándonos la espalda. Al día siguiente me fui a la oficina más temprano, no quería hablar con Pauli. Había pasado un límite <<¿Ella o yo?>> Pensaba y no sabía si éramos ambos los que lo habíamos atravesado o en realidad, lo buscábamos. Lo cierto es que durante la mañana me puse al día con las cosas de oficina y en el almuerzo hablé con Maca. Quería saber cómo estaba, que contaba, si me extrañaba, si se había olvidado, si era capaz de sacarme esa angustia sin saberlo. Me pidió perdón por no poder vernos pero se había ido unos días a la costa con amigos. Me dió un golpe al corazón, no sé ni porqué o quizás si. Nada, ella no solucionó, de hecho lo había empeorado.
Durante la tarde, salí del trabajo y fui a comprar la cena. Miré hacia la izquierda del súper y sentía que debía ir hacia allá. Respiré profundo y con las bolsas encima comencé a caminar. Me detuve.
-¿Quién? - Su voz salía por el portero eléctrico.
- Yo... Juan. -
- Pasa...-
Ingresé apenas escuché el pitido. <<¿Dijo pasa y no pasen?>> Se me cruzó por la cabeza. Subí rápido y antes de tocar la puerta él abrió. Me hizo una leve y nerviosa sonrisa. Quiso abrazarme, le estiré la mano y en definitiva ni una, ni la otra. Pasé y automáticamente me senté allí.
-Nene...- Me hablaba mientras llegaba al asiento. -... Yo quiero decirte que no tuve nada que ver. Yo no entiendo nada, no quiero problemas, soy un hombre grande y...-
- Tranquilo.- Lo frené, sin poder mirarlo. - Nosotros nos desubicamos, estábamos borrachos, la adrenalina, casarnos, no sé que pasó. Nos fuimos al carajo.-
Se hizo un silencio. El afirmaba con su cabeza. Podía verlo de reojo. Yo buscaba aire y palabras en cualquier lugar de esa cocina donde el día anterior Lucio le metía un dedo en el culo a Pauli.
-Yo no quiero que esto haya sido un problema. Son jóvenes, yo ya estoy en los últimos tiempos, tampoco voy a juzgarlos. - Titubeaba, riéndose, por demás nervioso. - Por mí, hagan lo que quieran. Es más, yo ya me olvidé. - Me sonrió y colocó una mano en su hombro.
En ese momento levanté la cabeza y era algo genuino o por lo menos eso buscaba yo.
- ¿La amas?- Me preguntó.
- ¿Cómo?- No sé si había sido los nervios, que no escuché o si dudaba.
- ¿Vos la amas? Digo, pregunto porque no sé, para mí es raro.-
- Si, si. Si, la amo. Yo... Yo no sé para mí también lo es. Lo que pasa es que ella vino con esas cosas de que ahora iba a casarse, ¡Cómo si yo no me estuviese casando también! Y que esto, y que lo otro...- Me encontraba gesticulando, en frente de un desconocido, que paradójicamente conocía lo más íntimo de mí vida. - Yo que sé que se le cruzó para hacer esto, ahora. - Volví a tomar aire, casi como si hubiese sido un monólogo sin respirar.
- Pero, ¿Ella te obligó?- Preguntó y tardé en responder pero lo negué. - ¿Vos querías?- otra vez, tardé y creo que afirme. - Nene, para esto o querés o no querés porque sino en ese momento nos matabas a los dos.-
- No soy así de violento.-
- No cambies el tema. Vos me entendés a lo que voy. -
- Si, algo de todo esto me gusta. No sé, es raro.-
- Por ahí, maneja vos lo que querés y divertite, sos jóven... Bah, son jóvenes.-
Lo miré y no sé si me decía que debía estar con otra mujer, si seguir con esto que no sé cómo llamarl... <<Morbo>> si, bueno. Con este morbo. Lo que si me había dejado claro es que yo quería esto. Me fui de su casa, volví a la mía. Con Pauli hablamos cosas cotidianas y no mucho más. Por algún motivo creo que sólo ocurría todo cuando estábamos tomados porque necesitaba asegurarme que eso no era mío o por lo menos, no de mí YO consciente.
Pasó un día o dos y salimos a comprar, cómo todo fin de semana. Empezaban los primeros frescos, así que la ligereza de ropa no era tal. Pauli estaba vestida con una calza negra, deportiva y una musculosa un poco larga. La miraba y quería cogerla. Ella, sabía porque la besé mientras bajábamos del edificio. Llegamos a comprar, entre risas, y Pauli se paralizó.
-Hola...- Era Lucio.
Pauli estaba echa una piedra. Yo giré y lo vi entre sufriendo y tranquilo por mí.
-¿Cómo está, Lucio?- Lo abracé. Él intentó hacerlo mismo pero no podía por las bolsas.
Pauli no dijo nada, levantó la mano y ni siquiera hablaba para comprar. Sentí que el poder lo tenía yo y... Pasó.
- Lo ayudamos. - Agarré de un tirón las bolsas.
- No, hombre. Deje, yo puedo. - insistió, agarrando más fuerte las bolsas pero no le di opción.
- Yo me quedo comprando. - Dijo Pauli.
- no hinches, dale. Querés igualdad de género, ayudame que me pesa. - Le estiré dos bolsas.
Caminamos en silencio. Llegamos, subimos y sentí una adrenalina única, sentí que dominaba todo lo que sucedía, aunque no tenía un plan.
-Bueno, yo me arreglo. - Dijo Lucio, abriendo la puerta.
-Dejese de joder. - Respondí e ingresé.
Pauli hizo lo mismo, aunque no entendía nada. Le hice un gesto de que me ayude. Lucio, fue al baño.
-¿Qué haces?- Me susurró, enojada.
- Nada- Sonreí y le apreté el culo.
-No seas boludo.-
- ¿Ahora soy yo el boludo?-
Miré hacía atrás para saber si no estaba Lucio y metí mí mano por delante de Pauli y comencé a tocarla. Sentí que estaba un poco mojada.
-Basta...- Me sacó la mano y automáticamente volvió Lucio.
- Bueno, gracias chicos. -
No sabía que hacer, que decir, que sentir, todo era silencio. Me senté, agitado más por la excitación que por otra cosa.
- ¿Tiene agua?- Le pregunté.
Lucio agarró un banquito para tratar de agarrar el vaso.
-Ayudalo, amor.- Metí la mano bajo las calzas, le agarré las tiras de la tanga y se las saqué hacia arriba y la empujé un poco.
Pauli me miró pero no se negó. Lo vi a Lucio, desorbitado, los ojos estaban idos mirándola a ella un poco más adelante de él. Pauli, parecía que hacía todo lento. Me acerqué a ella y le apreté el culo.
-Dale, amor. - Agarra cualquier.- Respondí metiéndole bien el dedo.
Ella se mordió el labio.
- Chicos, me parece que...- trató de empezar Lucio.
- Tranquilo. Hay que tratarlas así.- Le tiré más hacia arriba las tiras. - ¿En su época usaban esto? ¿A usted le parece que anden así?-
- No, yo... No sé, chicos. Disculpen pero no sé.-
- Pero dígame. Mire. - La giré frente a él. Pauli se dejaba hacer. - Mire esto.- estiré las tiras para clavarsela bien en la concha. Lleve mi mano por arriba de la calza a su entrepierna. - Se empapa. No puede ser. Empapadisima. -
Pauli se mordía los labios y me miraba. Respiraba más rápido.
- Fíjese. - Le dije a Lucio. Tomé su mano y se la llevé a la concha de Pauli.
-ahg...- Gimió Pauli, mientras Lucio sólo apoyaba su mano.
- ¿A usted le parece lo mojada que está?-
- ¿Nena, estás bien?- Le preguntó a Pauli y ella afirmó, casi sin mirarlo sin poder dejar de morder su labio inferior.
- Mire.- Le baje la calza rápido. Tenía la tanga bien clavada en su culo y en su concha. Comencé a pajearla por abajo. Se escuchaba lo mojada que estaba. - ¿Escucha lo mojada que está?-
Lucio afirmó.
- Mira cómo lo pones al pobre Lucio.- Le dije a Pauli y por primera vez bajó la mirada.
- Perdonen, yo...-
- Es mí culpa, señor Lucio. - Dijo ella, con voz de puta, aunque él no lo sabía.
- Es su culpa por andar calentando. -
Le apoyé las manos sobre la mesa y abrí sus piernas.
- Encima ahora, a estás les gusta de todo. - Le decía a Lucio, mientras él se ponía casi al lado y yo le metía los dedos en la concha.
- ahg, si... Ahag...-
- ¿Ve? No paran. - Le cogía la concha más rápido.
-Ahg... Seguí...- Decía agitada, apretando el mantel.
- Y mire esto. - Corrí la tanga, empecé a llevarle todos sus jugos a su culo y lentamente comencé a meterle un dedo.
- ¡Ahg!- Gritó de placer.
-¿Ve como son? - Lucio afirmaba. - Ayúdeme. Dele. -
Me corrí y Lucio tomó mí lugar. Cómo el día anterior, metió el dedo.
- Más rápido...- susurraba Pauli, tirando el culo hacia atrás. Lucio le hizo caso. - así, así.... Ahg.-
- Chicos, yo no entiendo nada, yo no puedo más...-
Lucio se apartó, creí que le agarraría un infarto. Sacó su verga, bastante más gruesa que mí pija, proporcional a sus dedos. Pauli abrió los ojos. Yo esta vez sabía que quería, me coloqué detrás de Pauli.
- Yo tampoco. - Bajé mí pantalón y le apoyé la pija en el culo. - ¿A usted le parece que a esta le guste tanto por el culo?-
-ahg... Agh..- Pauli empujaba y no decía nada.
- ¿En serio, nena?- Preguntaba Lucio, en tanto se olía el dedo.
- Si, agh... Me... Agh... Me gusta...-
Comencé a darle más rápido.
- Encima, la puta lo calentó tanto. Mirá, cómo lo dejaste al pobre de Lucio.-
- agh, disculpe, disculpe... Dame más, acabo, por favor.-
- No, míralo. - La agarré del pelo y la coloqué viendo cómo se pajeaba. - le daba agarrándola del pelo y ella gimiendo. -¿Esto te calienta, puta?- Le Susurré.
- Ahg... Ah, ah.. si... Ahg... Ahg... Acabame.-
- Lucio, venga. Toquele la concha. - Lucio no dudó.
-¿Qué? Agh, no... Agh...- Pauli no reaccionó. Le comencé a dar más fuerte.
Lucio se acercó, apoyó su mano en la concha y se los metió.
- ¡Agh! Siento, todo, siento todo, acabo.-
- ¡ahg, seguí que me falta! - le daba duro, seco.
- Por favor, por favor...- Lo escuché a Lucio que le decía a Pauli. -
Ella no dudó. Agarró la pija de Lucio y comenzó a pajearlo. En un minuto Lucio estaba echando chorros sobre la pierna de Pauli.
-¡Agh! No puedo creer esto, ¡Agh!- Pauli se arqueó y empezó a acabar.
Yo no aguanté más y exploté dentro de ella. Agitado me tiré sobre Pauli, abrí los ojos y Lucio estaba desplomado en la silla.
Lucio salió al baño. Nosotros nos volvimos a vestir y nos pusimos al lado de la puerta.
-Chicos, disculpen...-
- No, está bien... No sé qué nos pasa...- dijo Pauli.
- ¿Puedo pedir que esto se repita?-
- No sé, Lucio. Discúlpenos...- Decía Pauli. - Es algo que nos agarró y yo siento mucha vergüenza por todo esto, estaba ida.
- Está bien. -
En ese momento yo estaba pintado. Lucio abrió la puerta.
- Pero si esto no vuelve a ocurrir, ¿Quiere tocar un poco más?- Pauli agarró la mano de Lucio y se la llevó a la concha. Se dejó pajear muy poco.
Yo aproveché y le llevé su mano a mí pija. Ella miraba la mano de Lucio. No duro más que un instante. Nadie acabó. Salimos y ella me besó.
- ¿Estás bien?- me dijo.
- Necesito llenarte la concha de leche...-
PD: Si quieren apoyar de otra forma, escribir por privado.
Durante la tarde, salí del trabajo y fui a comprar la cena. Miré hacia la izquierda del súper y sentía que debía ir hacia allá. Respiré profundo y con las bolsas encima comencé a caminar. Me detuve.
-¿Quién? - Su voz salía por el portero eléctrico.
- Yo... Juan. -
- Pasa...-
Ingresé apenas escuché el pitido. <<¿Dijo pasa y no pasen?>> Se me cruzó por la cabeza. Subí rápido y antes de tocar la puerta él abrió. Me hizo una leve y nerviosa sonrisa. Quiso abrazarme, le estiré la mano y en definitiva ni una, ni la otra. Pasé y automáticamente me senté allí.
-Nene...- Me hablaba mientras llegaba al asiento. -... Yo quiero decirte que no tuve nada que ver. Yo no entiendo nada, no quiero problemas, soy un hombre grande y...-
- Tranquilo.- Lo frené, sin poder mirarlo. - Nosotros nos desubicamos, estábamos borrachos, la adrenalina, casarnos, no sé que pasó. Nos fuimos al carajo.-
Se hizo un silencio. El afirmaba con su cabeza. Podía verlo de reojo. Yo buscaba aire y palabras en cualquier lugar de esa cocina donde el día anterior Lucio le metía un dedo en el culo a Pauli.
-Yo no quiero que esto haya sido un problema. Son jóvenes, yo ya estoy en los últimos tiempos, tampoco voy a juzgarlos. - Titubeaba, riéndose, por demás nervioso. - Por mí, hagan lo que quieran. Es más, yo ya me olvidé. - Me sonrió y colocó una mano en su hombro.
En ese momento levanté la cabeza y era algo genuino o por lo menos eso buscaba yo.
- ¿La amas?- Me preguntó.
- ¿Cómo?- No sé si había sido los nervios, que no escuché o si dudaba.
- ¿Vos la amas? Digo, pregunto porque no sé, para mí es raro.-
- Si, si. Si, la amo. Yo... Yo no sé para mí también lo es. Lo que pasa es que ella vino con esas cosas de que ahora iba a casarse, ¡Cómo si yo no me estuviese casando también! Y que esto, y que lo otro...- Me encontraba gesticulando, en frente de un desconocido, que paradójicamente conocía lo más íntimo de mí vida. - Yo que sé que se le cruzó para hacer esto, ahora. - Volví a tomar aire, casi como si hubiese sido un monólogo sin respirar.
- Pero, ¿Ella te obligó?- Preguntó y tardé en responder pero lo negué. - ¿Vos querías?- otra vez, tardé y creo que afirme. - Nene, para esto o querés o no querés porque sino en ese momento nos matabas a los dos.-
- No soy así de violento.-
- No cambies el tema. Vos me entendés a lo que voy. -
- Si, algo de todo esto me gusta. No sé, es raro.-
- Por ahí, maneja vos lo que querés y divertite, sos jóven... Bah, son jóvenes.-
Lo miré y no sé si me decía que debía estar con otra mujer, si seguir con esto que no sé cómo llamarl... <<Morbo>> si, bueno. Con este morbo. Lo que si me había dejado claro es que yo quería esto. Me fui de su casa, volví a la mía. Con Pauli hablamos cosas cotidianas y no mucho más. Por algún motivo creo que sólo ocurría todo cuando estábamos tomados porque necesitaba asegurarme que eso no era mío o por lo menos, no de mí YO consciente.
Pasó un día o dos y salimos a comprar, cómo todo fin de semana. Empezaban los primeros frescos, así que la ligereza de ropa no era tal. Pauli estaba vestida con una calza negra, deportiva y una musculosa un poco larga. La miraba y quería cogerla. Ella, sabía porque la besé mientras bajábamos del edificio. Llegamos a comprar, entre risas, y Pauli se paralizó.
-Hola...- Era Lucio.
Pauli estaba echa una piedra. Yo giré y lo vi entre sufriendo y tranquilo por mí.
-¿Cómo está, Lucio?- Lo abracé. Él intentó hacerlo mismo pero no podía por las bolsas.
Pauli no dijo nada, levantó la mano y ni siquiera hablaba para comprar. Sentí que el poder lo tenía yo y... Pasó.
- Lo ayudamos. - Agarré de un tirón las bolsas.
- No, hombre. Deje, yo puedo. - insistió, agarrando más fuerte las bolsas pero no le di opción.
- Yo me quedo comprando. - Dijo Pauli.
- no hinches, dale. Querés igualdad de género, ayudame que me pesa. - Le estiré dos bolsas.
Caminamos en silencio. Llegamos, subimos y sentí una adrenalina única, sentí que dominaba todo lo que sucedía, aunque no tenía un plan.
-Bueno, yo me arreglo. - Dijo Lucio, abriendo la puerta.
-Dejese de joder. - Respondí e ingresé.
Pauli hizo lo mismo, aunque no entendía nada. Le hice un gesto de que me ayude. Lucio, fue al baño.
-¿Qué haces?- Me susurró, enojada.
- Nada- Sonreí y le apreté el culo.
-No seas boludo.-
- ¿Ahora soy yo el boludo?-
Miré hacía atrás para saber si no estaba Lucio y metí mí mano por delante de Pauli y comencé a tocarla. Sentí que estaba un poco mojada.
-Basta...- Me sacó la mano y automáticamente volvió Lucio.
- Bueno, gracias chicos. -
No sabía que hacer, que decir, que sentir, todo era silencio. Me senté, agitado más por la excitación que por otra cosa.
- ¿Tiene agua?- Le pregunté.
Lucio agarró un banquito para tratar de agarrar el vaso.
-Ayudalo, amor.- Metí la mano bajo las calzas, le agarré las tiras de la tanga y se las saqué hacia arriba y la empujé un poco.
Pauli me miró pero no se negó. Lo vi a Lucio, desorbitado, los ojos estaban idos mirándola a ella un poco más adelante de él. Pauli, parecía que hacía todo lento. Me acerqué a ella y le apreté el culo.
-Dale, amor. - Agarra cualquier.- Respondí metiéndole bien el dedo.
Ella se mordió el labio.
- Chicos, me parece que...- trató de empezar Lucio.
- Tranquilo. Hay que tratarlas así.- Le tiré más hacia arriba las tiras. - ¿En su época usaban esto? ¿A usted le parece que anden así?-
- No, yo... No sé, chicos. Disculpen pero no sé.-
- Pero dígame. Mire. - La giré frente a él. Pauli se dejaba hacer. - Mire esto.- estiré las tiras para clavarsela bien en la concha. Lleve mi mano por arriba de la calza a su entrepierna. - Se empapa. No puede ser. Empapadisima. -
Pauli se mordía los labios y me miraba. Respiraba más rápido.
- Fíjese. - Le dije a Lucio. Tomé su mano y se la llevé a la concha de Pauli.
-ahg...- Gimió Pauli, mientras Lucio sólo apoyaba su mano.
- ¿A usted le parece lo mojada que está?-
- ¿Nena, estás bien?- Le preguntó a Pauli y ella afirmó, casi sin mirarlo sin poder dejar de morder su labio inferior.
- Mire.- Le baje la calza rápido. Tenía la tanga bien clavada en su culo y en su concha. Comencé a pajearla por abajo. Se escuchaba lo mojada que estaba. - ¿Escucha lo mojada que está?-
Lucio afirmó.
- Mira cómo lo pones al pobre Lucio.- Le dije a Pauli y por primera vez bajó la mirada.
- Perdonen, yo...-
- Es mí culpa, señor Lucio. - Dijo ella, con voz de puta, aunque él no lo sabía.
- Es su culpa por andar calentando. -
Le apoyé las manos sobre la mesa y abrí sus piernas.
- Encima ahora, a estás les gusta de todo. - Le decía a Lucio, mientras él se ponía casi al lado y yo le metía los dedos en la concha.
- ahg, si... Ahag...-
- ¿Ve? No paran. - Le cogía la concha más rápido.
-Ahg... Seguí...- Decía agitada, apretando el mantel.
- Y mire esto. - Corrí la tanga, empecé a llevarle todos sus jugos a su culo y lentamente comencé a meterle un dedo.
- ¡Ahg!- Gritó de placer.
-¿Ve como son? - Lucio afirmaba. - Ayúdeme. Dele. -
Me corrí y Lucio tomó mí lugar. Cómo el día anterior, metió el dedo.
- Más rápido...- susurraba Pauli, tirando el culo hacia atrás. Lucio le hizo caso. - así, así.... Ahg.-
- Chicos, yo no entiendo nada, yo no puedo más...-
Lucio se apartó, creí que le agarraría un infarto. Sacó su verga, bastante más gruesa que mí pija, proporcional a sus dedos. Pauli abrió los ojos. Yo esta vez sabía que quería, me coloqué detrás de Pauli.
- Yo tampoco. - Bajé mí pantalón y le apoyé la pija en el culo. - ¿A usted le parece que a esta le guste tanto por el culo?-
-ahg... Agh..- Pauli empujaba y no decía nada.
- ¿En serio, nena?- Preguntaba Lucio, en tanto se olía el dedo.
- Si, agh... Me... Agh... Me gusta...-
Comencé a darle más rápido.
- Encima, la puta lo calentó tanto. Mirá, cómo lo dejaste al pobre de Lucio.-
- agh, disculpe, disculpe... Dame más, acabo, por favor.-
- No, míralo. - La agarré del pelo y la coloqué viendo cómo se pajeaba. - le daba agarrándola del pelo y ella gimiendo. -¿Esto te calienta, puta?- Le Susurré.
- Ahg... Ah, ah.. si... Ahg... Ahg... Acabame.-
- Lucio, venga. Toquele la concha. - Lucio no dudó.
-¿Qué? Agh, no... Agh...- Pauli no reaccionó. Le comencé a dar más fuerte.
Lucio se acercó, apoyó su mano en la concha y se los metió.
- ¡Agh! Siento, todo, siento todo, acabo.-
- ¡ahg, seguí que me falta! - le daba duro, seco.
- Por favor, por favor...- Lo escuché a Lucio que le decía a Pauli. -
Ella no dudó. Agarró la pija de Lucio y comenzó a pajearlo. En un minuto Lucio estaba echando chorros sobre la pierna de Pauli.
-¡Agh! No puedo creer esto, ¡Agh!- Pauli se arqueó y empezó a acabar.
Yo no aguanté más y exploté dentro de ella. Agitado me tiré sobre Pauli, abrí los ojos y Lucio estaba desplomado en la silla.
Lucio salió al baño. Nosotros nos volvimos a vestir y nos pusimos al lado de la puerta.
-Chicos, disculpen...-
- No, está bien... No sé qué nos pasa...- dijo Pauli.
- ¿Puedo pedir que esto se repita?-
- No sé, Lucio. Discúlpenos...- Decía Pauli. - Es algo que nos agarró y yo siento mucha vergüenza por todo esto, estaba ida.
- Está bien. -
En ese momento yo estaba pintado. Lucio abrió la puerta.
- Pero si esto no vuelve a ocurrir, ¿Quiere tocar un poco más?- Pauli agarró la mano de Lucio y se la llevó a la concha. Se dejó pajear muy poco.
Yo aproveché y le llevé su mano a mí pija. Ella miraba la mano de Lucio. No duro más que un instante. Nadie acabó. Salimos y ella me besó.
- ¿Estás bien?- me dijo.
- Necesito llenarte la concha de leche...-
PD: Si quieren apoyar de otra forma, escribir por privado.
1 comentarios - Su mejor amiga. No sé porqué pero si el como. XIII