El año pasado, describí aquí (en colaboración con mi mujer) nuestros dos primeras visitas a boliches swinger Sweet y Bash (los vuelvo a poner debajo).
Desde entonces fuimos algunas veces mas, por lo que hago un pequeño update.
1. En la "Sala de parejas":
Teniendo relaciones mientras otra pareja lo hacía al lado, en algunos casos alguno de la otra pareja, pero generalmente el hombre, manosea los pechos a mi mujer y en otras la mujer se apoya en el brazo u hombro de mi señora mientras le dan (en una de las veces le estaban dando muy duro y mi mujer tenia a la pareja casi encima, eso le gustó).
Recorriendo la sala, mi señora es invitada a participar de un trio, cosa que nunca accedió, gentilmente, pero no se alejo sin recibir alguna caricia en ese intento de union.
En otra oportunidad, un muchacho joven que tenía a dos chicas arrodilladas adelante, entretenidas con su miembro, manoseo los pechos de mi mujer (que miraba a mi lado) con la intención de que se les una, pero si bien ella no le saco la mano ni se movió, no avanzó y el flaco siguió con lo suyo.
2. En el "Cuarto Oscuro o colectivo":
Besándonos o teniendo relaciones contra una pared y que a ella la manoseen tipos sentados al lado o parados enfrente, algo que no le gusta mas que en el primer segundo, por lo que terminamos no yendo mas.
En una oportunidad estába ella sentada y yo parado enfrente, haciéndome sexo oral. Al lado una pareja ubicados a la inversa nuestra: el sentado (al lado de mi mujer) y ella parada (al lado mío). Comencé a manosearla a ella entre las piernas y a hacer lo mismo con mi mujer, una vagina en cada mano (tomando la precaución de no cruzar las manos y asegurándome en ponerme alcohol al terminar) y el flaco de la pareja empieza a manosear a mi mujer, algo que era imposible percibir en la penumbra del cuarto, pero de lo que fuí anoticiado por mi mujer (que me diga "me están tocando X" me vuelve loco), en un momento estábamos los dos hombre revolviendosela a mi mujer y yo mientras tocando a la de el, iba bien pero se cortó porque el flaco, no tuvo mejor idea de forzarle la cabeza hacia abajo (para que le haga sexo oral) en tres oportunidades, sin tomar nota de que ella no quería, lo que la terminó cansando y pidió irse.
3. En la "sala de solos":
Entramos un par de veces nomas, porque ella se siente super acosada, y no es para menos, se le tiran encima. En las dos, ella se sentó al lado mío y comenzó a masturbarse, en una se acercaron 3 hombres a pajearse mirándola y a tocarle el hombro y las piernas y esa vez ella me confesó después que estuvo muy cerca de masturbar a uno al azar. En otra, eran al menos seis. Uno que se puso enfrente forzaba insistentemente sus piernas para separártelas y acceder para al menos tocar, algo que a ella obviamente no le gustó (y realmente a mi tampoco)
3. En la "sala de trios":
Siempre hay lugar para tener sexo en cualquier posición, porque los camastros son amplios. Solo puedo destacar una vez en la que mi mujer estaba acostada al lado de un trio que la rozaba, lo que nos agradaba. pero el trio estaba totalmente en la suya.
5. Comentarios variados:
Los tragos siguen siendo intomables (tomen cervezas), la música una patada en los testículos (salvo algunos temas que, descolgadamente pasan en Sweet y te preguntas: por que no ponen mas de esta música agradable. A veces se los nota poco flexibles en las cajas (cobrarte hasta $10, no dejarte cambiar el ticket de una cerveza por el de un agua, etc.
En una oportunidad estuvimos a punto de ir a Class, pero nos dieron malas referencias y desistimos.
********"
LOS RELATOS YA POSTEDOS::
Nuestra expetiencia en Sweet.
Somos un matrimonio clásico y normal de 48 y 51 años, con un sexo (también clasico sin ningun tipo de experiencia mas que entre nosotros dos) excelente y bien en sintonía. Padres de 3, repartidos en primario y secundario.
Nos amamos.
Llegamos casi a las 22, previo deposito el dia anterior (se permite hasta el mismo dia a las 17) de los $6700 (cena + entrada de boliche), los sabados.
Una chica con escote de encaje, nos sentó y nos dió el menú.
La cena era de porciones pequeñas pero sin que nos dejara con hambre. Estaba bien sin ser ningun manjar (Entrada, plato principal y postre) La bebida se abona aparte, aunque te reciben con una copita de cortesía.
Mientras charlabamos de cualquier tema (nunca nos falta, imposible aburrirnos estando juntos) repasabamos a los parroquianos, las parejas que cenaban a nuestra alrededor (los hombres solos, quedan adelante en la barra y recepción y no los veíamos), quizás buscando algo que nos llamara la atención.
Musica agradable, cenamos hasta las 00:30, pagamos, pasamos por el baño y encaramos hacia donde iban todos: una escalera hacia el boliche. Todo esto sin preguntar, nos parecía que era parte del juego.
Subimos, luego de dejar hasta los celulares (por obvias razones) en el guardarropas ($100 cada dos piezas) Solo con billetera y forros, a modo de “nunca se sabe” a pesar de que el acuerdo previo, entre nosotros, era sólo tener una experiencia soft, limitada a toqueteo y besos.
La pista era normal. Reggaeton o cumbia, infumable para cualquiera que viene del palo del rock, como nosotros, pero era la música que suponíamos pasarían, por lo que nos habiamos hecho a la idea.
Bailamos un rato, caminamos, recorrimos, Todo era normal, parejas y grupos en la suya, muchos parecian aburridos (quizas era que esperaban algo o a alguien) Paseando por los pasillos descubrimos el sector de “solo parejas” y entramos…
La visibilidad era escasa, pero se escuchaban jadeos y el clásico sonido rítmico de quien está en acción amorosa. Unos segundos despues, ella me marcó una pareja teniendo sexo oral y yo le mostré otra haciendolo sentados en un rincon. De a poco iba surgiendo ese boliche swinger que habiamos ido a conocer.
Nos acercamos a un tumulto: detras había un sillon/cama redondo, donde 3 o cuatro parejas, de diferentes edades, pero con la soltura que da la experiencia, hacian trios, sexo oral, y las chicas se besaban, todo junto y al mismo tiempo , mientras una pared de parejas miraban ese zoologico. Algunas de esas parejas espectadoras se tocaban y tenian relaciones parados.
Mi mujer se transforma, se abre el vestido y queda con los pechos afuera. Enloquecí viendo eso, aunque nadie la miraba: estaba muy oscuro y cada uno seguía en lo suyo. Le pedí que se recostará en la cama redonda, con la intencion de ver como al menos recibia besos femeninos, pero obtuve un “ni en pedo” como respuesta. A pesar de eso, Intentamos c. entre nosotros, pero ganó la incomodidad.
Nos movimos hasta otro de esos camastros donde una pareja, totalmente desnuda y con la ropa a los pies, se daba, sin que pudieramos ver nada mas que la espalda del masculino. Luego otros comenzaron a hacerlo en el mismo sillon, pero del lado contrario. Puro exhibicionismo.
En un costado, otra habitación de la cual no salía mas que oscuridad y gemidos, repleta de parejas hacinadas, nos despertó la curiosidad: Ingresaban permaneciendo cerca de la puerta, en la tipica posicion contemplativa de él recostado en la pared abrazando a su mujer, encima, de espaldas, mirando hacia adentro. MIraban o esperaban, no quedaba claro.
No resistimos la curiosidad y nos metimos. Parecía pequeña, rectangular, como si se tratara de un colectivo. Los gemidos eran mas fuertes y podiamos distinguir algunos sillones contra las paredes, pero era imposible ver algo mas. Quizas con un rato largo, los ojos se adaptaban y permitirían vislumbrar alguna silueta adelante, pero no había tiempo que satisfaga la ansiedad. Le sugerí que diera unos pasos hacia adentro: solo pudo dar dos. Se paró, se dio vuelta para hablarme cara a cara y me dijo: “me estan tocando el c”. “Soy yo, le dije”, “no, además de vos” fue su respuesta. Entre esos pensamientos relampago de segundos, imagine que la extrema cercanía de cuerpos, había generado roces y se lo dije: “no, tengo literalmente una mano acariciandome la cola, empezó por las piernas y fué subiendo” me dijo ella y ahí mi adrenalina subio por las nubes. Roces, manos que buscaban otros cuerpos, tocar, todo sin ver mucho. Sólo sentir y permitirlo. La experiencia se hacía más extrema. Era embriagante. Hice medio paso hacia atras, para tratar de ver algo (me desesperaba por ver eso y no solo escuchar y seguir su relato).
“Tengo uno jadeandome al oido” me dijo. Es decir que tenía a dos entretenidos con ella. No terminó de completar la frase cuando, como si fuera un zombi que la estuviera devorando, de la oscuridad surge ante mi la cabeza pelada del tipo en el cuello de mi mujer: como si mis ojos, de repente, hubieran capturado algo de la poca luz que había para mostrarme esa imagen. Excitación máxima y orgasmo.
Salimos del “colectivo”.
Bajamos nuevamente a la pista. No recuerdo que nos dijimos, pero tratabamos de digerir lo que acababa de pasar. Nos quedamos bailando un rato. Habia parejas, grupos, pero nuevamente esa pista y ese publico podría haber sido el de cualquier boliche.
En el escenario se armó un “show”: un fisicoculturista y una mina con dos pelotas por pechos y poca cola, se desnudaron y se empezaron a dar con menos erotismo que los Teletubbies. O sería que despues de lo que habiamos sentido en carne propia en el colectivo, nada normal ya te erotizaba?
Yo sabía dos cosas: que nos ibamos a ir temprano y que quedaba algo por ver: una sala en la que hombres que habian ido solos, interactuaban con parejas, por lo que desde la pista, cogoteaba hacía un costado, el único lugar que no habiamos explorado del boliche.
Luego de un rato fuimos a ver que había por esos rincones y encontramos el mencionado cuarto, indicado como de “trios acordados”. Al lado de la entrada, había una ventana redonda, como ojo de buey, que si bien no permitia ver gran cosa adentro (nuevamente interior mas oscuro que exterior), un flaco alto, canchero con tiradores, parecía estar mostrandose.
Entramos y como siempre: primero oscuridad hasta que los ojos se adaptaran. Se podia ver a parejas teniendo sexo, a veces parecian no ser solo dos, pero quedamos recostados sobre la pared de enfrente del tipo de tiradores. Estaba con una pareja. Ella en el medio de los dos, no quedaba claro si era solo manoseo o algo mas, pero se percibían movimientos rítmicos. Esa pareja se fue y automáticamente, otra que como nosotros hasta ese momento miraba, se le acercó, y el de tiradores, como si fuera parte de un acting, se estiraba los tiradores hacia arriba con los pulgares: yo lo sentí como que se frotaba las manos. Y asi empezo a darle, nueva experiencia de a tres, una despues de la otra.
Nosotros seguiamos a un costado, en la nuestra, mirando. Besos, caricias, entre nosotros. “Me están acariciando las piernas de nuevo” me dice mi mujer. No se veía a nadie cerca, pero atras de ella había un sillón y allí alguien sentado. “Subio hasta la cola” “Me esta tocando abajo de la tanga”. El tipo se para. Su mano pasa de la cola de mi mujer hacia adelante y sigue tocándola. Todo esto con ella de espalda. Solo yo podīa ver algo pero era solo su silueta y poco mas. Por mi cabeza pasaban mil cosas. Decidimos seguir un poco más, probarnos en esa experiencia. Le pedi que la sacara, que se la ofrezca.
Mi morbo otra vez por las nubes: se daba que mi mujer estaba con un tipo sin verlo (ni antes, ni durante, ni despues), solo sentía. Ninguno de los dos habíamos vivido una situación tan erotica.
El tipo se paró para olerle el cuello. Cada movimiento nos ponía a prueba. Sentí que se podía descontrolar la cosa, no sabía si de esa primera vez me bancaría mas que eso, desconocía si el tipo tenía forros y eso me intranquilizaba (de todas formas tengo entendido que siempre tienen) La noté algo nerviosa a mi mujer. Es importante la comunicación de la pareja, saber que es lo que quieren ambos. Asi que le mostré la mano en señal de “stop” a nuestro acompañante casual, del que nunca vimos su cara con claridad. Él respetó la señal inmediatamente, y aguardó para ver si se reiniciaba el juego. Siento temor de que mi mujer no se sienta cómoda y vuelvo a extender la palma de mi mano, indicandole que no seguiríamos. Salimos de la sala de trios.
Subimos a la terraza. Necesitábamos alejarnos, estar solos, respirar aire puro, sin musica estridente. Compramos un trago (Gin Tonic: Nacional $700, importado $900) que sinceramente no me pareció que estuviera al nivel de lo que pedían por el.
Nos quedamos un rato largo charlando de cualquier cosa. Habia que distender.
A las 3:15 nos fuimos sin haber hablado con nadie: ninguna persona o pareja se nos acercó a hablar en las 3 horas que estuvimos en el boliche. Leí que eso pasaba, pero no nos sucedió: quizas por irnos temprano. Mi esposa es bella, fina y yo un tipo normal. Si tengo que dudar que no llamamos la atención, sería por mi (auqnue no me considero feo) pero de ninguna forma por ella, que suele despertar ratones.
Esta experiencia nos hizo sentirnos uno solo: la de explorar algo nuevo y de experimentar adrenalina y morbo en carne propia. Nos dejo una “resaca” de varios dias: las imagenes, las sensaciones. Todo fué muy cinematográfico y fué mucho mas movilizante de lo que pudieramos haber imaginado. Nos unió aún mas de lo unidos que siempre fuimos.
Somos complices de algo nuestro. El cuidado y el respeto de saber “hasta dónde” avanzar. Lo que lo excita a uno y al otro, probar lo nuevo juntos.
Tratamos de contarles mientras los recuerdos y sensaciones están frescas en nuestra mente. Rescatamos como importante a tener en cuenta esto del cuidado y respeto sobre lo acordado entre la pareja, y lo que vivimos allí sobre el respeto del otro cuando se le dice que no. Allí NO es NO. Tal cual lo relatado, vimos parejas que se animan a todo y entre muchos, y otras que eligen algo más pautado, y otras que prefieren mirar…
Ojalá ayude a alguien a decidir si es o no lo que buscan. Para unos será poco, para otros mucho. Nosotros aún estamos procesandolo.
Nuestra experiencia en Bash.
Llegamos en una fria medianoche. Mi mujer, firme con las reglas, con pollera corta. Pagamos la entrada (precio de viernes $2200 la pareja. Incluye 2 consumiciones), luego de que una chica nos explicara lo básico, dejamos abrigos ($100 pero piden algo mas “a voluntad”).
Pasada la entrada hay una barra con sofás formando una especie de living, dos escalones más abajo una pista que termina en mesas tipo bar, donde habría unas 25 parejas y algunos hombres solos. Luego otra barra con una escalera que lleva a los toilettes. El boliche dispone de baños atrás que son mixtos y adelante en un primer piso, al que se accede por una escalera importante, al costado de la pista.
El camino recorriendo living y pista, hacia las mesas, se nos hizo eterno porque, debido a su disposición, cada pareja que entra, es observada por todos. Sumemos a esto que a esa hora aún había muy poca gente y esto generaba un clima frío. Literal, tuvimos que volver al guardarropa a buscar campera para estar más abrigados.
Charlar era complicado por el volumen de la música (cumbia noventera y regetton) pero estuvimos observando y comentando lo que veíamos por un lapso de media hora. Mucha chica con pantalón, que para nosotros se salía de lo práctico, pero no todas se bancan el frío sin chistar como mi chica. Algunos bailaban, muchos miraban. Edades variadas
Solo, salí a investigar el primer piso, en busca de los reservados.
Efectivamente, allí estaban. El principal (hay otro, del cual ya nos referiremos) consta de una serie de sofás alrededor de un camastro circular central. Como si se tratara de un fogón, donde los que se sientan en la periferia pueden, hacer su propia película u observar lo que sucede en el centro… o ambas.
Al final del salón otras escaleras llevan hacia un baño (arriba) y una salida de emergencia (abajo).
Volví a la planta baja a buscar a mi mujer y rescatarla de su aburrimiento.
Subimos juntos y no sentamos en uno de los sillones que rodeaban al camastro central, donde un grupo de no mas de cuatro individuos, tenian sexo (no quedaba claro)oral o vaginal/anal
Sentados, a un costado, los observaba una pareja compuesta por un señor de la edad de nuestros padres y una señora algo mas joven. Es importante destacar la diversidad de cuerpos, más estilizados, otros menos esbeltos, pero todos disfrutándose sin disimulo.
Tambien había un muchacho solo.
Mientras nosotros comenzamos nuestro juego, con besos y caricias, nuestra pareja vecina se acercó al muchacho, que parecía no tener interés en ellos, hasta que la mujer logró provocarlo, convocarlo y convencerlo. Solo por unos minutos.
Quedamos solos y sugerí sexo en el centro, ya que el camastro estaba vacío en ese momento, a lo que mi esposa accedió. Allí sucedió: tuvimos sexo en público por primera vez, ante la vista de una minima audiencia. La aventura terminó repentinamente, cuando nos incomodó el señor entrado en años, parándose muy cerca nuestro, para observarnos.
Camino al baño descubrimos una puerta de la cual emanaba oscuridad (no podía faltar). Ante nuestras caras de curiosidad, uno que estaba a la pesca, nos invita a entrar, mientras se relamía mirando a mi chica. No tan rapido, muchacho.
Luego de la parada en el toilette, entramos al “cuartito azul”, como lo bautizó mi mujer. No era más grande que un baño de boliche, (de hecho sospechamos que en algún pasado en el que ese local era otra cosa, el cuartito habrá tenido ese uso).
Si bien la visibilidad era baja, las luces led dejaban ver lo suficiente de ese espectáculo embriagador: cinco parejas teniendo sexo en diferentes posiciones, algunas en solitario, otras compartiendo caricias entre varios.
Como dos chicos nos sentamos en los precarios bancos acolchados apoyados contra las paredes. Para generar el desnudo que un buen acto sexual exhibicionista exige, un aire acondicionado soplaba mas calor que el reinante.
Y allí reiniciamos nuestro juego. Observamos y nos dejamos envolver por todo aquello que allí ocurría, nos besamos como nunca, nos acariciamos. Las caricias fueron por más y nos masturbamos suavemente, mutuamente. Hubo sexo oral y terminamos c parados, contra una pared primero y luego mirando a nuestros circunstanciales compañeros de cuarto. Desde mi perspectiva, podía ver los contornos pronunciados de mi mujer, jadeando, apuntando con su mirada al tumulto, que se movía a su ritmo. Muy fuerte. Los gemidos de mi chica y los de las otras eran uno solo: el cuarto jadeaba. Una locura.
Pasamos a tener sexo sentados, ella encima mio, cara a cara. Una pareja comenzó a hacerlo al lado nuestro, pegados. Muy cerca, pero juro que me sorprendió cuando esa mano femenina empezó a acariciar los pechos de mi chica (que son hermosos, no la culpo) y solo atiné a aclararle, estúpidamente, que esa mano no era mía, lo que mi mujer claramente ya sabía. Luego, el caballero acarició la cabeza de mi mujer buscando acercarla a la cara de su chica, imaginando besos que no llegaron. No fue aceptado, por lo que pasaron a interactuar con la pareja que tenían en el otro costado. Y asi fué la primera “interacción sexual” de mi mujer con una persona de su mismo genero. Pequeña pero hermosa.
Continuamos haciéndolo en estrecha cercanía de otros cuerpos, porque no había otras posibilidades. Diferentes poses. Recibí mucho sexo oral, y ella un poco. No era ese el lugar más cómodo. Ya llegaría su turno.
Volvimos al reservado circular, ese a modo de “fogón”. Allí nos tocamos, besamos y masturbamos. Alguien se sentó a lado de ella. Otro se acercó por delante, parado muy, muy cerca, casi rozándonos pero sin hacerlo, como pidiendo un tratamiento similar al que yo estaba recibiendo de mi chica. El caballero que estaba sentado comenzó a acariciarle el hombro muy suavemente, pidiendo permiso en forma casi naif. Ella se acurrucó en mi, mientras me relataba cómo iban creciendo y aumentando en intención las caricias de ambos interesados. Pero no llegó a mayores, ya que extendí mi mano hacia los dos que se alejaron como pidiendo disculpas. Una vez más, el respeto ante la voluntad o no del otro. Acá NO es NO.
Bajamos a la barra y efectivizamos las consumiciones que no eran de lo mejor (el swinger y los buenos tragos no combinan?) y nos quedamos un rato charlando en los sofás del living. Eran ya las 4 y media, pero a diferencia de la otra vez, queríamos subir un rato más.
Cuando volvimos a los reservados, las parejas eran dos y la puerta del cuartito azul estaba cerrada. Nunca supimos si porque se diera algo privado o si espacios era una elección anular espacios, a medida que se acercaba el toque de queda de las 6.
Nos quedamos en los sofás del “fogon”. Nuevamente besos, caricias... Ella casi acostada y yo arrodillado le practique sexo oral, mucho y con ganas. Algunos pasaban, se detenían, nos observaban. A esa altura, mi mujer estaba extremadamente erotizada, tanto que accedio a mi pedido de masturbarse, sola, tirada en el sofa y en una pose hipersensual y sexual, adelante de los pocos que quedaban. Se mezclaban morbo y estética por la belleza de mi mujer, elevada en esa postura de maja semidesnuda. Eso es lo que a ella mas la movilizo en la noche: llegar a perder el control haciendo en publico algo que raramente me había mostrado a solas.
Bajamos. Nos fuimos.
Desde entonces fuimos algunas veces mas, por lo que hago un pequeño update.
1. En la "Sala de parejas":
Teniendo relaciones mientras otra pareja lo hacía al lado, en algunos casos alguno de la otra pareja, pero generalmente el hombre, manosea los pechos a mi mujer y en otras la mujer se apoya en el brazo u hombro de mi señora mientras le dan (en una de las veces le estaban dando muy duro y mi mujer tenia a la pareja casi encima, eso le gustó).
Recorriendo la sala, mi señora es invitada a participar de un trio, cosa que nunca accedió, gentilmente, pero no se alejo sin recibir alguna caricia en ese intento de union.
En otra oportunidad, un muchacho joven que tenía a dos chicas arrodilladas adelante, entretenidas con su miembro, manoseo los pechos de mi mujer (que miraba a mi lado) con la intención de que se les una, pero si bien ella no le saco la mano ni se movió, no avanzó y el flaco siguió con lo suyo.
2. En el "Cuarto Oscuro o colectivo":
Besándonos o teniendo relaciones contra una pared y que a ella la manoseen tipos sentados al lado o parados enfrente, algo que no le gusta mas que en el primer segundo, por lo que terminamos no yendo mas.
En una oportunidad estába ella sentada y yo parado enfrente, haciéndome sexo oral. Al lado una pareja ubicados a la inversa nuestra: el sentado (al lado de mi mujer) y ella parada (al lado mío). Comencé a manosearla a ella entre las piernas y a hacer lo mismo con mi mujer, una vagina en cada mano (tomando la precaución de no cruzar las manos y asegurándome en ponerme alcohol al terminar) y el flaco de la pareja empieza a manosear a mi mujer, algo que era imposible percibir en la penumbra del cuarto, pero de lo que fuí anoticiado por mi mujer (que me diga "me están tocando X" me vuelve loco), en un momento estábamos los dos hombre revolviendosela a mi mujer y yo mientras tocando a la de el, iba bien pero se cortó porque el flaco, no tuvo mejor idea de forzarle la cabeza hacia abajo (para que le haga sexo oral) en tres oportunidades, sin tomar nota de que ella no quería, lo que la terminó cansando y pidió irse.
3. En la "sala de solos":
Entramos un par de veces nomas, porque ella se siente super acosada, y no es para menos, se le tiran encima. En las dos, ella se sentó al lado mío y comenzó a masturbarse, en una se acercaron 3 hombres a pajearse mirándola y a tocarle el hombro y las piernas y esa vez ella me confesó después que estuvo muy cerca de masturbar a uno al azar. En otra, eran al menos seis. Uno que se puso enfrente forzaba insistentemente sus piernas para separártelas y acceder para al menos tocar, algo que a ella obviamente no le gustó (y realmente a mi tampoco)
3. En la "sala de trios":
Siempre hay lugar para tener sexo en cualquier posición, porque los camastros son amplios. Solo puedo destacar una vez en la que mi mujer estaba acostada al lado de un trio que la rozaba, lo que nos agradaba. pero el trio estaba totalmente en la suya.
5. Comentarios variados:
Los tragos siguen siendo intomables (tomen cervezas), la música una patada en los testículos (salvo algunos temas que, descolgadamente pasan en Sweet y te preguntas: por que no ponen mas de esta música agradable. A veces se los nota poco flexibles en las cajas (cobrarte hasta $10, no dejarte cambiar el ticket de una cerveza por el de un agua, etc.
En una oportunidad estuvimos a punto de ir a Class, pero nos dieron malas referencias y desistimos.
********"
LOS RELATOS YA POSTEDOS::
Nuestra expetiencia en Sweet.
Somos un matrimonio clásico y normal de 48 y 51 años, con un sexo (también clasico sin ningun tipo de experiencia mas que entre nosotros dos) excelente y bien en sintonía. Padres de 3, repartidos en primario y secundario.
Nos amamos.
Llegamos casi a las 22, previo deposito el dia anterior (se permite hasta el mismo dia a las 17) de los $6700 (cena + entrada de boliche), los sabados.
Una chica con escote de encaje, nos sentó y nos dió el menú.
La cena era de porciones pequeñas pero sin que nos dejara con hambre. Estaba bien sin ser ningun manjar (Entrada, plato principal y postre) La bebida se abona aparte, aunque te reciben con una copita de cortesía.
Mientras charlabamos de cualquier tema (nunca nos falta, imposible aburrirnos estando juntos) repasabamos a los parroquianos, las parejas que cenaban a nuestra alrededor (los hombres solos, quedan adelante en la barra y recepción y no los veíamos), quizás buscando algo que nos llamara la atención.
Musica agradable, cenamos hasta las 00:30, pagamos, pasamos por el baño y encaramos hacia donde iban todos: una escalera hacia el boliche. Todo esto sin preguntar, nos parecía que era parte del juego.
Subimos, luego de dejar hasta los celulares (por obvias razones) en el guardarropas ($100 cada dos piezas) Solo con billetera y forros, a modo de “nunca se sabe” a pesar de que el acuerdo previo, entre nosotros, era sólo tener una experiencia soft, limitada a toqueteo y besos.
La pista era normal. Reggaeton o cumbia, infumable para cualquiera que viene del palo del rock, como nosotros, pero era la música que suponíamos pasarían, por lo que nos habiamos hecho a la idea.
Bailamos un rato, caminamos, recorrimos, Todo era normal, parejas y grupos en la suya, muchos parecian aburridos (quizas era que esperaban algo o a alguien) Paseando por los pasillos descubrimos el sector de “solo parejas” y entramos…
La visibilidad era escasa, pero se escuchaban jadeos y el clásico sonido rítmico de quien está en acción amorosa. Unos segundos despues, ella me marcó una pareja teniendo sexo oral y yo le mostré otra haciendolo sentados en un rincon. De a poco iba surgiendo ese boliche swinger que habiamos ido a conocer.
Nos acercamos a un tumulto: detras había un sillon/cama redondo, donde 3 o cuatro parejas, de diferentes edades, pero con la soltura que da la experiencia, hacian trios, sexo oral, y las chicas se besaban, todo junto y al mismo tiempo , mientras una pared de parejas miraban ese zoologico. Algunas de esas parejas espectadoras se tocaban y tenian relaciones parados.
Mi mujer se transforma, se abre el vestido y queda con los pechos afuera. Enloquecí viendo eso, aunque nadie la miraba: estaba muy oscuro y cada uno seguía en lo suyo. Le pedí que se recostará en la cama redonda, con la intencion de ver como al menos recibia besos femeninos, pero obtuve un “ni en pedo” como respuesta. A pesar de eso, Intentamos c. entre nosotros, pero ganó la incomodidad.
Nos movimos hasta otro de esos camastros donde una pareja, totalmente desnuda y con la ropa a los pies, se daba, sin que pudieramos ver nada mas que la espalda del masculino. Luego otros comenzaron a hacerlo en el mismo sillon, pero del lado contrario. Puro exhibicionismo.
En un costado, otra habitación de la cual no salía mas que oscuridad y gemidos, repleta de parejas hacinadas, nos despertó la curiosidad: Ingresaban permaneciendo cerca de la puerta, en la tipica posicion contemplativa de él recostado en la pared abrazando a su mujer, encima, de espaldas, mirando hacia adentro. MIraban o esperaban, no quedaba claro.
No resistimos la curiosidad y nos metimos. Parecía pequeña, rectangular, como si se tratara de un colectivo. Los gemidos eran mas fuertes y podiamos distinguir algunos sillones contra las paredes, pero era imposible ver algo mas. Quizas con un rato largo, los ojos se adaptaban y permitirían vislumbrar alguna silueta adelante, pero no había tiempo que satisfaga la ansiedad. Le sugerí que diera unos pasos hacia adentro: solo pudo dar dos. Se paró, se dio vuelta para hablarme cara a cara y me dijo: “me estan tocando el c”. “Soy yo, le dije”, “no, además de vos” fue su respuesta. Entre esos pensamientos relampago de segundos, imagine que la extrema cercanía de cuerpos, había generado roces y se lo dije: “no, tengo literalmente una mano acariciandome la cola, empezó por las piernas y fué subiendo” me dijo ella y ahí mi adrenalina subio por las nubes. Roces, manos que buscaban otros cuerpos, tocar, todo sin ver mucho. Sólo sentir y permitirlo. La experiencia se hacía más extrema. Era embriagante. Hice medio paso hacia atras, para tratar de ver algo (me desesperaba por ver eso y no solo escuchar y seguir su relato).
“Tengo uno jadeandome al oido” me dijo. Es decir que tenía a dos entretenidos con ella. No terminó de completar la frase cuando, como si fuera un zombi que la estuviera devorando, de la oscuridad surge ante mi la cabeza pelada del tipo en el cuello de mi mujer: como si mis ojos, de repente, hubieran capturado algo de la poca luz que había para mostrarme esa imagen. Excitación máxima y orgasmo.
Salimos del “colectivo”.
Bajamos nuevamente a la pista. No recuerdo que nos dijimos, pero tratabamos de digerir lo que acababa de pasar. Nos quedamos bailando un rato. Habia parejas, grupos, pero nuevamente esa pista y ese publico podría haber sido el de cualquier boliche.
En el escenario se armó un “show”: un fisicoculturista y una mina con dos pelotas por pechos y poca cola, se desnudaron y se empezaron a dar con menos erotismo que los Teletubbies. O sería que despues de lo que habiamos sentido en carne propia en el colectivo, nada normal ya te erotizaba?
Yo sabía dos cosas: que nos ibamos a ir temprano y que quedaba algo por ver: una sala en la que hombres que habian ido solos, interactuaban con parejas, por lo que desde la pista, cogoteaba hacía un costado, el único lugar que no habiamos explorado del boliche.
Luego de un rato fuimos a ver que había por esos rincones y encontramos el mencionado cuarto, indicado como de “trios acordados”. Al lado de la entrada, había una ventana redonda, como ojo de buey, que si bien no permitia ver gran cosa adentro (nuevamente interior mas oscuro que exterior), un flaco alto, canchero con tiradores, parecía estar mostrandose.
Entramos y como siempre: primero oscuridad hasta que los ojos se adaptaran. Se podia ver a parejas teniendo sexo, a veces parecian no ser solo dos, pero quedamos recostados sobre la pared de enfrente del tipo de tiradores. Estaba con una pareja. Ella en el medio de los dos, no quedaba claro si era solo manoseo o algo mas, pero se percibían movimientos rítmicos. Esa pareja se fue y automáticamente, otra que como nosotros hasta ese momento miraba, se le acercó, y el de tiradores, como si fuera parte de un acting, se estiraba los tiradores hacia arriba con los pulgares: yo lo sentí como que se frotaba las manos. Y asi empezo a darle, nueva experiencia de a tres, una despues de la otra.
Nosotros seguiamos a un costado, en la nuestra, mirando. Besos, caricias, entre nosotros. “Me están acariciando las piernas de nuevo” me dice mi mujer. No se veía a nadie cerca, pero atras de ella había un sillón y allí alguien sentado. “Subio hasta la cola” “Me esta tocando abajo de la tanga”. El tipo se para. Su mano pasa de la cola de mi mujer hacia adelante y sigue tocándola. Todo esto con ella de espalda. Solo yo podīa ver algo pero era solo su silueta y poco mas. Por mi cabeza pasaban mil cosas. Decidimos seguir un poco más, probarnos en esa experiencia. Le pedi que la sacara, que se la ofrezca.
Mi morbo otra vez por las nubes: se daba que mi mujer estaba con un tipo sin verlo (ni antes, ni durante, ni despues), solo sentía. Ninguno de los dos habíamos vivido una situación tan erotica.
El tipo se paró para olerle el cuello. Cada movimiento nos ponía a prueba. Sentí que se podía descontrolar la cosa, no sabía si de esa primera vez me bancaría mas que eso, desconocía si el tipo tenía forros y eso me intranquilizaba (de todas formas tengo entendido que siempre tienen) La noté algo nerviosa a mi mujer. Es importante la comunicación de la pareja, saber que es lo que quieren ambos. Asi que le mostré la mano en señal de “stop” a nuestro acompañante casual, del que nunca vimos su cara con claridad. Él respetó la señal inmediatamente, y aguardó para ver si se reiniciaba el juego. Siento temor de que mi mujer no se sienta cómoda y vuelvo a extender la palma de mi mano, indicandole que no seguiríamos. Salimos de la sala de trios.
Subimos a la terraza. Necesitábamos alejarnos, estar solos, respirar aire puro, sin musica estridente. Compramos un trago (Gin Tonic: Nacional $700, importado $900) que sinceramente no me pareció que estuviera al nivel de lo que pedían por el.
Nos quedamos un rato largo charlando de cualquier cosa. Habia que distender.
A las 3:15 nos fuimos sin haber hablado con nadie: ninguna persona o pareja se nos acercó a hablar en las 3 horas que estuvimos en el boliche. Leí que eso pasaba, pero no nos sucedió: quizas por irnos temprano. Mi esposa es bella, fina y yo un tipo normal. Si tengo que dudar que no llamamos la atención, sería por mi (auqnue no me considero feo) pero de ninguna forma por ella, que suele despertar ratones.
Esta experiencia nos hizo sentirnos uno solo: la de explorar algo nuevo y de experimentar adrenalina y morbo en carne propia. Nos dejo una “resaca” de varios dias: las imagenes, las sensaciones. Todo fué muy cinematográfico y fué mucho mas movilizante de lo que pudieramos haber imaginado. Nos unió aún mas de lo unidos que siempre fuimos.
Somos complices de algo nuestro. El cuidado y el respeto de saber “hasta dónde” avanzar. Lo que lo excita a uno y al otro, probar lo nuevo juntos.
Tratamos de contarles mientras los recuerdos y sensaciones están frescas en nuestra mente. Rescatamos como importante a tener en cuenta esto del cuidado y respeto sobre lo acordado entre la pareja, y lo que vivimos allí sobre el respeto del otro cuando se le dice que no. Allí NO es NO. Tal cual lo relatado, vimos parejas que se animan a todo y entre muchos, y otras que eligen algo más pautado, y otras que prefieren mirar…
Ojalá ayude a alguien a decidir si es o no lo que buscan. Para unos será poco, para otros mucho. Nosotros aún estamos procesandolo.
Nuestra experiencia en Bash.
Llegamos en una fria medianoche. Mi mujer, firme con las reglas, con pollera corta. Pagamos la entrada (precio de viernes $2200 la pareja. Incluye 2 consumiciones), luego de que una chica nos explicara lo básico, dejamos abrigos ($100 pero piden algo mas “a voluntad”).
Pasada la entrada hay una barra con sofás formando una especie de living, dos escalones más abajo una pista que termina en mesas tipo bar, donde habría unas 25 parejas y algunos hombres solos. Luego otra barra con una escalera que lleva a los toilettes. El boliche dispone de baños atrás que son mixtos y adelante en un primer piso, al que se accede por una escalera importante, al costado de la pista.
El camino recorriendo living y pista, hacia las mesas, se nos hizo eterno porque, debido a su disposición, cada pareja que entra, es observada por todos. Sumemos a esto que a esa hora aún había muy poca gente y esto generaba un clima frío. Literal, tuvimos que volver al guardarropa a buscar campera para estar más abrigados.
Charlar era complicado por el volumen de la música (cumbia noventera y regetton) pero estuvimos observando y comentando lo que veíamos por un lapso de media hora. Mucha chica con pantalón, que para nosotros se salía de lo práctico, pero no todas se bancan el frío sin chistar como mi chica. Algunos bailaban, muchos miraban. Edades variadas
Solo, salí a investigar el primer piso, en busca de los reservados.
Efectivamente, allí estaban. El principal (hay otro, del cual ya nos referiremos) consta de una serie de sofás alrededor de un camastro circular central. Como si se tratara de un fogón, donde los que se sientan en la periferia pueden, hacer su propia película u observar lo que sucede en el centro… o ambas.
Al final del salón otras escaleras llevan hacia un baño (arriba) y una salida de emergencia (abajo).
Volví a la planta baja a buscar a mi mujer y rescatarla de su aburrimiento.
Subimos juntos y no sentamos en uno de los sillones que rodeaban al camastro central, donde un grupo de no mas de cuatro individuos, tenian sexo (no quedaba claro)oral o vaginal/anal
Sentados, a un costado, los observaba una pareja compuesta por un señor de la edad de nuestros padres y una señora algo mas joven. Es importante destacar la diversidad de cuerpos, más estilizados, otros menos esbeltos, pero todos disfrutándose sin disimulo.
Tambien había un muchacho solo.
Mientras nosotros comenzamos nuestro juego, con besos y caricias, nuestra pareja vecina se acercó al muchacho, que parecía no tener interés en ellos, hasta que la mujer logró provocarlo, convocarlo y convencerlo. Solo por unos minutos.
Quedamos solos y sugerí sexo en el centro, ya que el camastro estaba vacío en ese momento, a lo que mi esposa accedió. Allí sucedió: tuvimos sexo en público por primera vez, ante la vista de una minima audiencia. La aventura terminó repentinamente, cuando nos incomodó el señor entrado en años, parándose muy cerca nuestro, para observarnos.
Camino al baño descubrimos una puerta de la cual emanaba oscuridad (no podía faltar). Ante nuestras caras de curiosidad, uno que estaba a la pesca, nos invita a entrar, mientras se relamía mirando a mi chica. No tan rapido, muchacho.
Luego de la parada en el toilette, entramos al “cuartito azul”, como lo bautizó mi mujer. No era más grande que un baño de boliche, (de hecho sospechamos que en algún pasado en el que ese local era otra cosa, el cuartito habrá tenido ese uso).
Si bien la visibilidad era baja, las luces led dejaban ver lo suficiente de ese espectáculo embriagador: cinco parejas teniendo sexo en diferentes posiciones, algunas en solitario, otras compartiendo caricias entre varios.
Como dos chicos nos sentamos en los precarios bancos acolchados apoyados contra las paredes. Para generar el desnudo que un buen acto sexual exhibicionista exige, un aire acondicionado soplaba mas calor que el reinante.
Y allí reiniciamos nuestro juego. Observamos y nos dejamos envolver por todo aquello que allí ocurría, nos besamos como nunca, nos acariciamos. Las caricias fueron por más y nos masturbamos suavemente, mutuamente. Hubo sexo oral y terminamos c parados, contra una pared primero y luego mirando a nuestros circunstanciales compañeros de cuarto. Desde mi perspectiva, podía ver los contornos pronunciados de mi mujer, jadeando, apuntando con su mirada al tumulto, que se movía a su ritmo. Muy fuerte. Los gemidos de mi chica y los de las otras eran uno solo: el cuarto jadeaba. Una locura.
Pasamos a tener sexo sentados, ella encima mio, cara a cara. Una pareja comenzó a hacerlo al lado nuestro, pegados. Muy cerca, pero juro que me sorprendió cuando esa mano femenina empezó a acariciar los pechos de mi chica (que son hermosos, no la culpo) y solo atiné a aclararle, estúpidamente, que esa mano no era mía, lo que mi mujer claramente ya sabía. Luego, el caballero acarició la cabeza de mi mujer buscando acercarla a la cara de su chica, imaginando besos que no llegaron. No fue aceptado, por lo que pasaron a interactuar con la pareja que tenían en el otro costado. Y asi fué la primera “interacción sexual” de mi mujer con una persona de su mismo genero. Pequeña pero hermosa.
Continuamos haciéndolo en estrecha cercanía de otros cuerpos, porque no había otras posibilidades. Diferentes poses. Recibí mucho sexo oral, y ella un poco. No era ese el lugar más cómodo. Ya llegaría su turno.
Volvimos al reservado circular, ese a modo de “fogón”. Allí nos tocamos, besamos y masturbamos. Alguien se sentó a lado de ella. Otro se acercó por delante, parado muy, muy cerca, casi rozándonos pero sin hacerlo, como pidiendo un tratamiento similar al que yo estaba recibiendo de mi chica. El caballero que estaba sentado comenzó a acariciarle el hombro muy suavemente, pidiendo permiso en forma casi naif. Ella se acurrucó en mi, mientras me relataba cómo iban creciendo y aumentando en intención las caricias de ambos interesados. Pero no llegó a mayores, ya que extendí mi mano hacia los dos que se alejaron como pidiendo disculpas. Una vez más, el respeto ante la voluntad o no del otro. Acá NO es NO.
Bajamos a la barra y efectivizamos las consumiciones que no eran de lo mejor (el swinger y los buenos tragos no combinan?) y nos quedamos un rato charlando en los sofás del living. Eran ya las 4 y media, pero a diferencia de la otra vez, queríamos subir un rato más.
Cuando volvimos a los reservados, las parejas eran dos y la puerta del cuartito azul estaba cerrada. Nunca supimos si porque se diera algo privado o si espacios era una elección anular espacios, a medida que se acercaba el toque de queda de las 6.
Nos quedamos en los sofás del “fogon”. Nuevamente besos, caricias... Ella casi acostada y yo arrodillado le practique sexo oral, mucho y con ganas. Algunos pasaban, se detenían, nos observaban. A esa altura, mi mujer estaba extremadamente erotizada, tanto que accedio a mi pedido de masturbarse, sola, tirada en el sofa y en una pose hipersensual y sexual, adelante de los pocos que quedaban. Se mezclaban morbo y estética por la belleza de mi mujer, elevada en esa postura de maja semidesnuda. Eso es lo que a ella mas la movilizo en la noche: llegar a perder el control haciendo en publico algo que raramente me había mostrado a solas.
Bajamos. Nos fuimos.
14 comentarios - Nuestras experiencias en Sweet y Bash (update)
... la resaca sexual nos duró bastante
Empezá por Sweet
Respuesta mas detallada:
Solo puedo recomendarte Sweet o Bash, los dos tienen sus puntos buenos y malos. Ambos tienen "musica" y "tragos" espantosos
Sweet: Tiene + salas, hay mas gente, tiene restaurante (para hacer noche completa)
Bash: Los sabados solo parejas (no hay solos) edpende lo que busques, te puede interesar
Hay otro en Almagro que se llama Class, pero varias fuentes me lo ubicaron por abajo de los que fuimos
Hay uno nuevo llamdo Swapp en Parque L
van puntos!
Si hay gente grande y si, los solos se ponen pesados.
Googlie un poco pero la data que encontraba era mas de gente con mucha experiencia y eso no ayuda mucho. Leimos esa informacion juntos y un fin de semana que estabamos solos, nos mandamos al restaurante de Sweet (y luego al boliche)