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El día que Cristian descubrió q era un beta (y cornudo)

Con mis amigos nos juntábamos todos los viernes a tomar unas cervezas en la esquina. Ya teníamos todos treinta y tantos pero seguíamos parando en el mismo kiosco como cuando éramos adolescentes. Nuestros temas iban desde coches, laburo, mujeres, fútbol etc.

También hablábamos de temás profundos pero desde una perspectiva funcional. Cuando hablábamos de la naturaleza de las minas, tema recurrente si los hay, surgían muchas conclusiones.

Cuando llegábamos al asunto de lo que las mujeres dicen que quieren y lo que realmente quieren se debatía más que en la Polis griega.

Ariel decía que “eran todas putas”, así aportaba el más sintético de todos los enfoques que culminaba reafirmando “y una más puta que la otra”. Si bien no era una tesis digna de Oxford, se entendí muy bien el mensaje y el espíritu de la premisa.

Joaco afirmaba que las mujeres buscaban tipos altos, lindos y pijones, que por más que hoy hablen de responsabilidad afectiva, nuevas masculinidades y todo ese verso que el feminismo refrenda, la mujer moderna busca una torre con mandibula cuadrada que la reviente, la trate como puta, y la descarte, para luego caer en los brazos de un beta que la mantenga, o le aporte el calor humano necesario para validarse afectivamente.

Mario le daba la razón, el trabajaba en una peluquería y decía que siempre escuchaba conversaciones donde ellas hablaban de sus amantes y comparaban pijas todo el tiempo, halagaban los huevos grandes, la altura y belleza de los que se las cogían. Incluso había llegado a la conclusión que ellas preferían compartir uno de ésos alfas antes que un tipo normal, con menos atractivo. Así en su trabajo surgían historias de tipos casados, comprometidos, con familia, maduros que les doblaban la edad, con un harén de trolas, tantas que tenían que descartar algunas en el camino para poder tener vida social y familiar. Mientras a la mayoría de los hombres promedio les costaba encontrar pareja, ellos tenían un abanico de alternativas.

Juan decía que esos “fuck boys” como le llaman las mismas chicas, en realidad si bien se las cogían, eran tipos que ellas no elegían para tener relaciones estables.
Joaco estalló en una carcajada:

─Te faltó decir: “Vos le sacaras la ropa, pero yo se la compro”

─”Vos le hiciste el hijo pero yo se lo voy a criar”─ agregó Esteban acompañando las risas de Joaco.

─Bueno chicos, no es todo coger. Para mi vale más que la mina te quiera en serio. ─Juan se cruzó de brazos, cansado de las gastadas que acostumbraba recibir por ser un poco cursi.

─Te quiere a vos para que la mantengas, después de que se pasó a media ciudad por los agujeros, amigo, por eso yo no me comprometo. Si no me comprometo no me pueden meter los cuernos. ─dijo risueñamente Alejandro, mientras le pegaba un trago al porrón.

Joaco que estudiaba antropología, dio un discurso conciso pero no por eso menos realista acerca de que las mujeres tenían una hipergamia biológica que las llevaba a elegir siempre el mejor ejemplar. Que era biología pura que se sintieran atraídas por tipos altos, pijones y facialmente simétricos. Mientras que a los betas les quedaba conformarse con ser proveedores. Por eso se veía tanto el fenómeno de madres solteras que aceptan ser mantenidas por hombres beta cuando baja su nivel de belleza después de los treinta años, algo que en grupos masculinistas llaman “el muro”. Que algunos hombres hablaban de hipergamia económica, pero que eso era solo autocomplacencia de aquellos beta que creían que se podían volver alfas solo con un par de billetes.

Cristian, que siempre se jactaba de tener todas las respuestas y haber vivido mil vidas con cientos de experiencias sexuales sobre las cuales todos descreíamos, dijo con vehemencia.

─Chicos, les voy a decir como son las cosas. El tamaño no importa para nada, lo que importa es la actitud, estuve en infinidad de fiestas sexuales, con parejas, tríos y les tiro la posta, lo que va es lo agresivo que seas en la cama, una vez estuve con la suegra de mi ex, y a pesar de que mi pene es normal, la mina deliraba de calentura.

─Tu problema es que confundís lo que ves en pelis porno con lo que te pasa en la vida cotidiana. ─dije jodiendolo inocentemente.
Reímos todos al unísono.

─Reíte nomás, si no estuviera casado podría volver a cogerme parejas como hacía antes. A las minas les encantan los chabones dominantes como yo, no andan midiendo pijas, ni tu estatura.
Cristian era un tipo bajo, un poco gordito y con una alopecia imperante. Era gracioso pensar que podía haber llevado a cabo alguna de las proezas que decía protagonizar. Incluso muchos creíamos que había perdido la virginidad de grande con su actual mujer.
Ignoramos a Cristian por un momento y seguimos con la charla. Ale quiso agregar experiencia práctica a la visión teórica de Joaco.

─Las minas en el gimnasio dónde laburo se tiran encima de los instructores, incluso hay un par que se dejaron enfiestar en las duchas, con dos o tres de esos tipos, hoy las minas están desatadas. Nada que ver con lo que pasaba hace diez o veinte años. Las trolas reciben miles de comentarios en facebook, instagram, tiktok, están re cebadas con esa validación y piensan que no merecen menos que un nadador olímpico. Entonces ven un tipo de ese valor genético y no les importa humillarse, se dejan hacer de todo. Después veo como interactúan con los maridos y los tratan como si fueran sus esclavos y me dan risa y pena los cornudos.

─Eso de alfa genético no existe, es trabajar en uno mismo. Ir al gimnasio, estar delgado, no ser incogible. A las minas solo les importa la plata como a nosotros nos interesa la belleza. Crecer económicamente es lo primordial, después te llueven las trolas, se arrastran. A mí me ven en el mercho, y se me tiran encima ─emocionado comentaba Cristian, empecinado en no dejarnos seguir hablando seriamente.

Si bien Cristian tenía un buen pasar basado en el éxito de su negocio familiar de insumos informáticos nadie creía que su Mercedes clase C o su buen vestir pudieran ocultar su parecido con una versión joven de Danny Devito. Incluso teníamos certeza que ninguna mujer salvo su madre o su novia se le acercaban. En rigor de verdad debo decir que no mentía cuando hablaba de alcanzar su mejor versión. Se mantenía saludable, de buena apariencia prolija y masculina yendo a la barbería seguido. Pero la naturaleza lo había maldecido con un rostro poco agraciado y 1.58 que lo limitaba bastante a la hora de producir el efecto esperado, sabíamos que su pene estaba apenas por debajo del promedio. Quizás podría haber tenido un matrimonio felíz y armónico veinte años atrás, pero hoy por hoy había elegido una mujer hermosa y exigente, con un historial sexual interminable y mucho apetito en lo que a hombres se refiere. El creía tener su casa en orden y su mujer satisfecha.
Pero todo cambiaría para él, ese mismo día cuando volvió de la juntada y entró a su casa.
Estaba la notebook de su mujer abierta con whatsapp web conectado. Pensó en cerrarla pero su intriga pudo más.

Lo primero que vió fue el grupo “Chicas” donde su novia Marina charlaba con sus amigas de siempre. Había una charla reciente. La primera que escribia era su mujer, Marina.

“─Chicas estoy antojada de macho, pero un macho de verdad de esos que dan miedo. Que sabés que te pueden romper toda. Ya sé que está mal y que mi marido es un amor que me da todos los gustos, pero la tiene re chiquita, encima hace payasadas en la cama. Me aguanto la risa a veces. Se pone “dominante” con su manicito, me quiere hacer rebotar en eso pero ni siquiera entra la cabecita. También se sale si me muevo muy fuerte. Me grita y me insulta, pero no me pone nada, el no nació con lo que hay que nacer para ser así. Me gustaría que me cogiera suave, como cuando eramos novios. Quiere ser algo que no es. A mi me gusta que me traten así, pero hombres de verdad. Es un ridículo. ”

Le respondía Vanina, su mejor amiga.
“─Pasa que algunos le ponen onda, pero no entienden que no se puede hacer el kama-sutra si tenés micropene o pene simple. Es como que “no llega el asunto”. Algunas cosas no se pueden hacer ni con pijas estándar, menos se va a poder con un pito de niño”

─Cris me quiere hacer el culo parada, imagináte que no llega ni a rozar el agujero, además el no es muy alto, me hace acordar a los caniches cuando se quieren coger a una ovejero─ confirmaba Marina, risueña. ─Y no solo eso, me quiere poner a mamar y me agarra la cabeza como queriendo que me atragante, pero apenas si me cubre la mitad de la lengua, ¿cómo me voy a ahogar con eso? Me da pena matarle la fantasía de macho dominante que tiene. El que de verdad es un macho macho es Luis, el chico de Pedidos Ya que trabaja para mi marido, me lo cogí un montón de veces. Cuando estamos a fin de mes le pago el telo pobre, o lo traigo a mi casa, pobrecito, es casado y tiene varios hijos, me gustaría ayudarlo con el tema dinero. Una vez saqué plata de la caja del negocio para que le compre los útiles a sus nenes.

─Awww amiguis, sos re puta, ¡no podés!. Además que te garcha le das plata.

─Es que una vez lo vi con la pija parada debajo de la gabardina y le llegaba hasta la rodilla. Después cdo la vi a unos centímetros de mi cara lo confirmé, era hermosa, blanca, grandota, con unos huevos gigantes, se la medí y daba 23x6, es un caballo, le saqué fotos. Una chica se siente atraída por eso, negarlo es hipócrita. Me da envidia su mujer, esa negra de mierda vive preñada, ahora mismo está de cinco meses.

─Pero vos te vas a la mierda, te lo cogés en tu cama, le das plata, después ahí dormis con tu marido. Quisiera tener tu suerte amiga de tener un macho de verdad para no aburrirme cuando estoy sola en mi casa, mi marido también tiene una pija re básica. Me gustaría que me viera coger con alguien, un par de veces fantaseamos pero quedó ahí. Es muy cagón como para concretarlo.

─La que puede puede, ahora el delivery me dijo que un día de éstos me iba a enfiestar con un amigo suyo, y a mí me cuesta decir que no, tendré que trabajarlo en terapia. Nunca hice un trío y me estaría tocando─ Marina lanzó una tremenda risa con un delicado rasgo de perversión”
Me enteré de éstos unos meses después, me contó Cristian una noche que estaba borracho, quizás era la única forma en que podía ser completamente sincero.
Después de leer el chat, Cristian me contó cómo se masturbó con fuerza, luego rompió la notebook, los muebles de la casa, tuvo una crisis dónde terminó internado un par de meses y apenas salió de la clínica le pidió el divorcio a su mujer.
Parece que a Marina le tocó la casa en el reparto de bienes, y una pensión por unos meses. Aunque no tuvieron hijos los abogados llegaron a ese acuerdo por que ella dependía de el y por ley le correspondía.
se ha hecho conocida en el barrio por meter tipos a la casa, a veces de a dos o hasta tres. Han recibido denuncias por los gritos, pero no deja de disfrutar lo que aparentemente había reprimido mucho tiempo.
Cristian aprendió de la peor forma que en la vida no era todo cuestión de actitud, gimnasio y alcanzar una posición de “status” como había mal aprendido de los gurus sociales que oía en algunos podcast.

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