Le dije que no sería capaz de hacerlo.
Él esbozó una sonrisa diabólica y siseo entre dientes que lo haría.
Se lo veía muy decidido y eso me hizo retroceder un par de pasos.
Traté de mantener la calma y de no demostrar miedo.
Pero él advirtió esos temores y supo que ya había ganado…
Aferró mis calzas y, de un fuerte tirón, las bajó hasta mis rodillas.
Cuando tironeó de mi tanga, supe que ya estaba humedecida.
Caí sobre sus rodillas y entendí que ya no tenía escapatoria.
Aullé con los primeros golpes, pero no por dolor, sino por excitación.
Cuando su brazo se cansó, preguntó si era suficiente para mí.
Largué una carcajada, preguntando si sus dedos estaban cansados.
La súbita intrusión me provocó un agudo dolor, pero fue un instante.
Sobre sus rodillas, él no podía ver mi cara sonriente…
Él esbozó una sonrisa diabólica y siseo entre dientes que lo haría.
Se lo veía muy decidido y eso me hizo retroceder un par de pasos.
Traté de mantener la calma y de no demostrar miedo.
Pero él advirtió esos temores y supo que ya había ganado…
Aferró mis calzas y, de un fuerte tirón, las bajó hasta mis rodillas.
Cuando tironeó de mi tanga, supe que ya estaba humedecida.
Caí sobre sus rodillas y entendí que ya no tenía escapatoria.
Aullé con los primeros golpes, pero no por dolor, sino por excitación.
Cuando su brazo se cansó, preguntó si era suficiente para mí.
Largué una carcajada, preguntando si sus dedos estaban cansados.
La súbita intrusión me provocó un agudo dolor, pero fue un instante.
Sobre sus rodillas, él no podía ver mi cara sonriente…
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