No leíste la primera parte o la segunda de "Departamento de soltero"? En total son 20 capítulos super calientes y te van a encantar! Acá te dejo el link para que entres y te deleites:
PRIMER AÑO. CAPITULO 1
SEGUNDO AÑO. CAPITULO 1
La historia de Lautaro sigue avanzando y enredándose, entre encuentros con amigas, vecinas y amantes que se ponen cada vez más calientes a medida que él descubre nuevos horizontes de placer. Esta historia es ficción, eso no quiere decir que algunos hechos no sean reales…
Capítulo 1: Deseos
- ¡¿Te gusta?! ¡¿Te gusta así, putita?!- Le pregunté a Flavia mientras me la cogía bien duro en cuatro.
- ¡Ay sí! ¡Me encanta! ¡No pares!- Me respondió ella gritando como loca.
Las cajas de mudanza en el living comedor. La vajilla mal guardada en la mesada. El colchón sin sábanas en la habitación. Era evidente que esa pieza no se había estrenado para sexo y que nosotros dos éramos los primeros que lo hacíamos allí. Las cosas habían cambiado mucho en ese año y la situación en la que estaba en ese momento era el resultado. El tiempo me había jugado algunas malas pasadas y me había hecho perder ciertas cosas que ya no podía recuperar. Pero… ¿Cómo había llegado a ese departamento aún sin amueblar y a poder tener sexo con esa chica? ¿Qué había pasado a lo largo de ese año que me llevó a estar en esa situación? Todo se remonta al 31 de Diciembre del año anterior.
La noche empezó con Florencia, mi vecina del cuarto piso, chupándome la pija en el ascensor luego de que se cortara la luz y nos quedáramos encerrados. Cuando la luz volvió, nosotros seguimos con lo nuestro, el ascensor llegó a planta baja y movidos por el morbo de ser vistos por si alguien pasaba por la calle, terminé acabándole las tetas con la puerta abierta. Fue una de las mejores mamadas que tuve y el entorno y todo lo que lo rodeaba lo hacía aún más caliente. Nos despedimos con Florencia y ella me aseguró que lo nuestro no iba a quedar ahí y me propuso buscarla cuando tuviera ganas. Con una sonrisa en el rostro salí del palier sin darme cuenta que la cámara de seguridad de la planta baja había registrado la última parte de nuestro encuentro.
El problema era que tan solo unas semanas antes, había tenido mi primera vez con Victoria, mi otra vecina. La historia con ella se remontaba ya de hacía más de un año, cuando nos conocimos y empezamos a hablar y a llevarnos bien. Al principio parecía que iba a ser solo una amistad, pero las cosas se fueron poniendo cada vez más íntimas y personales. Cuando todo apuntaba a que algo entre nosotros iba a pasar, apareció Sofía, una tercera vecina, que me voló la cabeza y se volvió mi amante fija. A Victoria no le cayó nada bien esto y empezó a salir con Nicolás, un chico con el que al final iba a terminar cortando por agresivo y violento. Sofía pasó, se mudó del edificio y se fue de la ciudad, las chicas siguieron y al final Victoria y yo tuvimos lo nuestro. Fue mágico, excelente, excitante y muy placentero, pero era solo eso, sexo casual entre vecinos (o amigos) que se llevaban bien. Ella acababa de terminar con Nicolás y no estaba lista para más que eso.
El verano iba a ser lento y caluroso. La gran mayoría de mis amigos tenían planes con sus parejas y así fue como los primeros días, la ciudad quedó casi vacía. Franco se tomó unas mini vacaciones con Julia, su ex compañera de trabajo y actual novia desde hacía ya un año. Tenían planes de mudarse juntos, por lo que decidieron escaparse unos pocos días y después volver y concentrarse en su nuevo departamento. Javier, que se había puesto de novio con Magalí hacía unos meses, decidió pasar su cumpleaños en la costa y viajó la primera quincena para relajarse junto a ella. Lucas, por su parte, decidió realizar el viaje que Javier había hecho el año anterior al norte y lo hizo junto a su pareja Anastasia. Salieron el 30 de Diciembre con la idea de pasar año nuevo en Jujuy y siguieron subiendo hasta llegar a Lima, en un viaje que los tendría afuera por casi medio año. Facundo fue el único que se quedó los primero días de Enero y con quien me junté un par de veces a tomar algo y conversar, pues tenía pensado tomarse vacaciones juntos a Andrea, su novia, a principios de Febrero.
Pero lo que más estaba esperando, era la vuelta de Victoria. Ella había viajado al pueblo de donde era a pasar las fiestas y se iba a quedar allí los primeros quince días del año. Tenía muchas ganas de volver a verla, abrazarla, besarla y poder estar junto a ella nuevamente. Hablábamos bastante seguido por WhatsApp y por alguna razón eso hacía que la espera se volviera aún más larga. Había quedado en claro que lo nuestro no tenía títulos, que solo éramos amigos que tenían sexo cuando querían, pero yo no dejaba de pensar en ella. Victoria era perfecta, inteligente, hermosa, apasionada y con un sentido del humor que me encantaba. El problema es que mientras ella no estaba, había alguien que me buscaba y también me podía.
Florencia había dejado en claro que tenía intenciones de volver a estar conmigo. Luego de esa noche de fin de año, me la volví a encontrar el 5 de Enero y no pude resistirme a sus enormes tetas. Me invitó a su casa luego de encontrarnos en el palier y media hora más tarde estaba tocándole la puerta para vernos. Algo similar ocurrió unos días más tarde, después de tener un chat algo caliente y provocador con Victoria que parecía también tener ganas de verme. Pero como yo no tenía compromiso con ninguna de las dos y Florencia me tentaba demasiado, seguía volviendo a ella y buscándola en cada oportunidad que tenía. La pendeja de apenas 20 años, me provocaba y me calentaba con ganas y se dejaba coger de una forma que a mí me volvía loco.
“Querés vernir al depto? Tengo el aire prendido” le escribí pasado medio mes y luego de casi una semana sin vernos. Tenía muchísimas ganas de coger y sabía que ella también, pues me la había cruzado esa tarde en el ascensor junto a Tamara, otra de nuestras vecinas y Florencia me había lanzado unas miradas de deseo muy fuertes. Obviamente ella aceptó la invitación y unos minutos más tarde estaba tocando la puerta del departamento para visitarme. Tenía puesto un shortcito muy corto que le marcaba la cola y una musculosa suelta que le resaltaba las tetas bien grandes y redondas que tenía. Sin perder tiempo fuimos a la habitación, nos tiramos en la cama y empezamos con los besos.
La cosa se puso muy caliente enseguida, más allá del calor del verano. La ropa molestaba y es por eso que la hicimos desaparecer muy rápido, sin tener en cuenta las ganas que teníamos de comernos. Florencia me besaba apasionadamente y me manoseaba todo el cuerpo, acariciándome el pecho y arañándome la espalda. Yo bajé a chuparles las tetas, a lamérselas con ganas y juguetear con sus pezones hasta ponerlos bien duritos. Me acomodé encima de ella y seguí besándola, manoseándola, mientras que ella me respiraba en el oído y me calentaba de una manera única. El aire prendido no podía con el clima que nos había puesto pegajosos y hacía que la transpiración se notara en nuestros cuerpos rozando.
Seguí bajando por su cuerpo hasta llegar a sus piernas, las cuales mi vecina abrió para que pudiera saborear su conchita. Le pasé la lengua lentamente de abajo hacia arriba una y otra vez hasta que la tuvo toda mojada. Apoyé mis labios sobre los suyos y comencé a chupársela con ganas, sintiendo el gusto de su cuerpo en mi boca y lamiéndola con ganas. Movía mi lengua en todas direcciones, dibujaba círculos sobre su clítoris y se la metía en la conchita para que la sintiera adentro. Mis dedos no tardaron en entrar en juego y comenzaron a sumarse a la fiesta calurosa y húmeda que se estaba formando en la entrepierna de Florencia.
Cuando le metí un dedo, subí mi lengua hasta su clítoris y me enfoqué en chupárselo bien rápido, haciendo presión sobre este y que sintiera un placer máximo. Ella apenas gemía, lanzaba profundos suspiros y se movía al ritmo de mi boca. Pero yo sabía que Flor era silenciosa, que no solía gritar o gemir, por lo que había aprendido a leer sus movimientos y en esa oportunidad sabía que la estaba pasando muy bien. Es por eso que seguí cogiéndola con mis dedos y lamiéndole la conchita con mi lengua para volverla loca, hasta mojarla por completo y excitarla al máximo.
- ¡Vení pendeja! ¡Comeme la pija!- Le dije arrodillándome de golpe entre sus piernas.
Flor rápidamente se puso en cuatro mirándome a mí y tomándome la verga con la mano, se la metió en la boca y me la empezó a chupar. Lo hacía con ganas, comiéndola por completo mientras me pajeaba a toda velocidad con su mano. Su lengua aparecía de vez en cuando, sobre todo para jugar con mi cabecita y dejarla toda llena de baba. “¡Uhhh sí! ¡Así!” le decía yo para motivarla y que ella siguiera comiéndomela con ganas. De fondo veía su culito paradito que me tentaba, así que estiré mi mano y le pegué un chirlo como pude, haciendo que Florencia diera un pequeño saltito.
Me encantaba el sexo con ella, era bien sarpado, agresivo y me daba libertad para ser dominante como a mí me gustaba. Sin dudarlo, apoyé mis manos a los costados de su cabeza y dejándola quieta, empecé a mover mi cintura hacia adelante y hacia atrás. Lo hacía lento al principio, cogiéndome su boquita y sintiendo sus labios apretar mi verga que estaba al palo. Poco a poco fui aumentando la velocidad y notaba como ella se ahogaba y como la saliva iba cayendo de su boca hasta llegar a las sábanas. Florencia permanecía inmóvil, obediente, dejando que hiciera con su cuerpo lo que yo quería y sometiéndose al placer.
- Acostate. ¡Te voy a coger toda!- Le dije soltándola y yendo a buscar un preservativo.
Volví a la cama y me coloqué encima suyo para comerle nuevamente la boca toda llena de saliva. La penetré bien a fondo y sin dar vueltas me la empecé a coger a toda velocidad. Estaba muy caliente y se notaba en la forma en la que movía mi cintura. Esta iba hacia adelante y hacia atrás, golpeando contra el cuerpo de mi vecina con fuerza clavándole así mi pija bien a fondo. Ella apenas gemía, simplemente suspiraba con fuerza, pero ponía unas caras de placer que me volvían loco y que me hacían saber que la estaba pasando muy bien. Con sus manos me apretaba la espalda y con sus piernas me envolvía para que yo no me fuera a ningún lado.
Cambiamos de posición enseguida, el sexo era bien dinámico y feroz. Me acosté en medio de la cama y ella se sentó encima de mí, clavándose mi pija bien a fondo de su cuerpo. Apoyó sus manos en mi pecho mientras yo lo hacía sobre su cintura y se empezó a mover hacia adelante y hacia atrás a toda velocidad. “¡Dale pendeja! ¡Cogeme!” le dije mirándola a los ojos con voz firme. Me fascinaba como se movía, como buscaba la profundidad en la penetración y como gozaba con suaves suspiros que apenas podía escuchar. Era la primera vez que no sentía la necesidad de hacer gritar a una mina, seguramente porque no quería que Victoria se enterase de lo que estaba haciendo (por más que no estuviese en su casa).
Fui levantando mis manos por todo su cuerpo hasta llegar a sus tetas y se las apreté con fuerza. Me encantaba verlas saltar y rebotar con cada movimiento que daba, pero más me gustaba sentirlas entre mis manos. Florencia se fue inclinando hacia adelante hasta que su cuerpo se apoyó sobre el mío y me besó nuevamente con esos labios carnosos y mojados. Aproveché esa posición para llevar mis manos hasta su cola y apretársela con fuerza, al mismo tiempo que ella seguía moviendo la cintura hacia arriba y hacia abajo. Tentado por ver hasta dónde estaba dispuesta a llegar, fui llevando uno de mis dedos hasta su cola. Para mi sorpresa, Florencia no solo dejó que lo apoyara encima de su culito, sino que se calentó tanto que comenzó a gemir en voz baja sobre mi oído.
- ¿Te gusta, putita? ¿Te gusta tener un dedo adentro del orto?- Le pregunté dejándome llevar por mis impulsos.
Ella no contestó nada, pero levantó su cabeza y me miró a los ojos y me regaló una sonrisa pícara que respondía a mi pregunta. Frente a ese gesto, pe dije que se pusiera en cuatro y rápidamente me coloqué detrás de ella. Le abrí los cachetes de la cola con las manos y hundí mi cabeza para empezar a lamerle el culito con todas mis ganas. Me sorprendí al escuchar que los gemidos volvían a aparecer, lo que me hizo darme cuenta que Florencia no solo ya había experimentado por atrás, sino que lo disfrutaba muchísimo. Me animé con un dedito y me fascinó ver como ella lo gozaba moviendo su cintura en forma de círculos a medida que se lo iba metiendo. No pude aguantarme las ganas, quería cogérmela ya.
Me arrodillé detrás suyo y apoyando la punta de mi pija en su culito, empecé a hacer fuerza para metérsela. Florencia se aferraba con fuerzas a las sábanas y gemía suavemente a medida que mi verga iba entrando en su cuerpo. Yo la sujetaba de la cintura, me aferraba a ella con firmeza y sentía ese placer inmenso que se siente al metérsela por atrás. “¿Te gusta? ¿Querés que te coja la colita?” insistí pues quería escuchar la respuesta, quería que ella me lo dijera. Flor volvió a regalarme un gemido, esta vez mucho más potente que los anteriores y de esos que a mí me encantaba escuchar, pero no era suficiente. Me incliné hacia adelante, me acerqué a su oído y tirándole del pelo le exigí una respuesta.
- ¡Respondeme hija de puta! ¿Querés que te rompa el orto?
- ¡Sí! ¡Quiero!- Me dijo ella gritando para que me quedara bien claro.
Sin dudarlo, me incorporé y aun sujetándola del pelo, empecé a mover mi cintura a toda velocidad hacia adelante y hacia atrás. Mi pija entraba y salía de su culo cada vez más rápido y esto provocaba que sus gemidos se hicieran más intensos y fuertes. Eso me encantaba, me volaba la cabeza y me ponía más violento. No podía dejar de moverme, de cogérmela bien duro y de tirarle el pelo mientras lo hacía. A Florencia le encantaba, lo disfrutaba con gemidos, con gritos y con movimientos de su cuerpo que me encantaba ver. “¡Cómo te gusta, putita! ¡Cómo te gusta que te rompan el culito!” le dije y con la mano que tenía libre le pegué un chirlo que resonó por toda la habitación.
Sus gemidos se intensificaron y se hicieron más fuertes. No gritaba como lo hacía Sofía o Daniela, a quienes les encantaba calentarme con sus alaridos, pero me volvía loco saber que ahora que tenía mi pija en el culo gemía de placer. “¡Qué pendeja puta que sos! ¡Cómo te gusta la pija!” le dije pegándole varios chirlos en la cola u dejándosela roja con el contorno de mi mano. Continué dándole bien duro, haciendo que mi cintura rebotara contra sus nalgas, clavándole la pija bien a fondo. Sus gemidos me volvían loco, me encantaban. No daba más de la calentura. La escena era increíblemente placentera y sentir como ella empezaba a mojarse fue demasiado para mí.
Acabé dándole un golpe bien duro y sentí como el semen salía de mi cuerpo y llenaba el preservativo que tenía puesto. Florencia respiraba de forma acelerada, gemía y lanzaba una risa que indicaba satisfacción pura. Le solté el pelo y ella cayó rendida sobre la cama, dejándome arrodillado entre sus piernas. No podía creer lo bien que la había pasado y lo mucho que había disfrutado de ese encuentro. No había pasado mucho desde que Florencia se había convertido en mi amante frecuente y sin lugar a dudas, esa noche iba a ser muy difícil de superar. El corazón todavía me latía a toda velocidad y respiraba agitado tratando de disfrutar al máximo de mi orgasmo.
Mi vecina se quedó acostada en la cama y luego de unos besos calientes y un poco más de toqueteo, se cambió y se fue a su casa. Yo me quedé tirado en la cama, con una sonrisa de felicidad en la cara y deseando poder revivir ese momento en los próximos días. Claramente no podía resistirme a la tentación y quería aprovechar al máximo mi departamento de soltero en el cual ya había vivido varias experiencias. A pesar de eso, mi corazón seguía sintiendo algo fuerte por Victoria y cuando pensé en ella, la conexión fue tal que mi celular vibró indicándome que me había llegado un mensaje suyo: “Mañana vuelvo a la ciudad. Querés que nos veamos a la noche?”.
SIGUIENTE
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