100 lugares donde tener sexo es una serie de relatos que tiene como fin ampliar las opciones del lector, ayudándolo a encontrar un nuevo universo de oportunidades en donde disfrutar del sexo. Es necesario para ello aclarar que cuando hablamos de sexo no nos referimos solamente a la penetración, sino que también incluimos sexo oral, sexo verbal, toqueteo y todo lo que pueda calentarnos y excitarnos. Espero que lo disfruten y que los ayude a ampliar sus márgenes de placer.
CAPITULO 1
ANTERIOR
Capítulo 34:
Su mano empezó a rozar mi cuerpo con intensidad y sentí como toda la piel se me erizaba a medida que avanzaban los segundos. Yo no podía distraerme, no podía perder la concentración mientras mis manos se mantenían firmes en su lugar, aunque deseando de tocar su cuerpo. Ella aprovechó la situación y siguió con su juego, aprovechándose de la situación y disfrutando de la libertad que tenía. De golpe noté algo en mi pantalón y sentí como apretaba suavemente mi pija, la cual ya comenzaba a sentir la sangre correr. Giré la cabeza un segundo y pude ver su mirada provocadora, su sonrisa pícara y como se mordía los labios indicando que se venía algo bueno.
Me llamo León y tengo 25 años. Estoy en el último año de la universidad y estoy de novio con Vanesa, con quien salimos hace bastante tiempo. Nos conocimos durante la secundaria, ya que ella iba al otro curso, aunque nunca nos relacionamos de verdad. No fue hasta que nos volvimos a ver hace cuatro años y de golpe nos empezamos a relacionar. Al principio a través de un grupo de amigos, después salíamos solos y por último nos pusimos de novios, ya sabiendo que de verdad nos teníamos ganas. La relación se dio de forma muy natural y eso fue algo que me encantó desde un principio, ya que ninguno de los dos tuvo que forzar nada. Vane me encanta, la amo y disfruto muchísimo estar con ella. Hay un solo tema que aún me resuena un poco.
A nivel sexual yo soy muy abierto, activo y expuesto. Me encanta coger, me gusta hacer de todo y antes de estar con ella disfrutaba muchísimo de las locuras a la hora del sexo. Me encanta el sexo oral, que me lo hagan y hacerlo, así como también el toqueteo intenso, las poses raras y el sexo anal. Con una chica con la que salí unos meses incluso llegamos a comprar un vibrador, el cual usamos varias veces en nuestros encuentros. Tengo apenas 25 años y tengo ganas de disfrutar aún más, experimentando cosas nuevas como lugares públicos, juegos de roles o probar algún trío. El problema es que Vanesa es todo lo contrario y no le entusiasma en lo más mínimo todo eso.
Desde que empecé a conocerla en profundidad supe que para ella el sexo es algo más reservado y más íntimo. Nunca hablaba del tema cuando nos juntábamos en grupo y me costó que mencionara algo cuando salíamos los dos solos. “Soy muy reservada” me dijo desde un principio, aunque no hacía falta que lo mencionara. Cuando empezamos a tener sexo, me di cuenta que además de reservada, era muy simple. No le gustaba hacer muchas cosas y le costaba innovar. Se sentía incómoda cuando yo hablaba del tema y le decía lo que me gustaba y ella solía no decir nada, no gemir y mucho menos expresar un orgasmo a la hora de la acción. Claramente había una diferencia muy grande en ese aspecto sobre nuestra relación.
Supe que tenía que hablar del tema cuando un día, en pleno acto sexual, comencé a acariciarla con intensidad y a tocarla de forma más salvaje y ella se puso tan incómoda que tuvimos que cortar todo. Le pregunté que le pasaba, pero Vanesa simplemente me dijo que no quería hablar del tema y no fue hasta el día siguiente que logré sacarle algunas palabras. “No me gusta el sexo como el porno” me dijo y no entendí de qué me estaba hablando. Tras explicarse un poco, ella logró hacerme saber que ella no era una actriz porno y que no creía en el sexo de esa manera. “Para mí tiene que ser algo íntimo, algo más romántico y tierno” me comentó y logré entender que era lo que me quería decir. Fue entonces cuando empezamos con una serie de charlas y conversaciones donde cada uno se expresaba desde su punto de vista y le hacía ver al otro lo que opinaba sobre el tema.
Me sorprendí de ver a mi novia hablando tan abiertamente del sexo, aunque con algunas reservas y bastante nerviosismo. Se notaba que no estaba del todo cómoda, pero sí que quería conversar el tema y comenzar a expresarse. En esas conversaciones yo fui diciéndole que a mí el sexo me gustaba mucho y que lo veía como un juego íntimo entre los dos. Para mí el sexo era la forma más íntima de expresarnos y una manera muy profunda de darnos amor, más allá del placer. Ella lo fue comprendiendo y me reconoció que le encantaba coger conmigo, pero que le costaba dar el paso, a lo que yo le dije que no me importaba, que quería que se lo tomara natural y siempre se sintiera con libertad. Vanesa fue cambiando poco a poco. Desde atreviéndose a tocarme y darme besos en momentos no comunes para ella, hasta sugerir poses durante el sexo y buscarme de maneras más atrevida.
Pasaron algunos meses y la relación iba viento en popa. Cogíamos mucho más seguido, el sexo era mucho más fuerte y caliente y ella me gemía, me decía cosas al oído y me provocaba con su piel y sus manos. Lo único que no había cambiado era quien daba el paso inicial, ya que hasta ese entonces siempre era yo el que movía la primera pieza y parecía que eso no iba a ser diferente. A Vane le costaba iniciar las cosas, pero yo no me quejaba, ya que me gustaba buscarla y seducirla y me volvía loco ver como se iba poniendo cada vez más caliente durante ese juego. Así llegamos a un nuevo aniversario, uno que iba a marcar nuestra relación ente un antes y un después.
Salimos a cenar a un restaurante muy romántico y reconocido de la ciudad. La pasé a buscar en auto y ella, vestida muy elegante y con un escote algo poco usual para ella, se subió y me saludó con un beso bien caliente y delicioso. “Estás muy linda” le dije y ella sonrió y me agradeció el piropo. Enseguida puse marcha y fuimos hasta el restaurante. Durante la cena no pude dejar de mirarle el escote y es que este me provocaba más de lo inusual. Ella se dio cuenta y me lo hizo notar, preguntándome si se me había perdido algo allí que observaba tanto. Algo avergonzado por la situación, le dije que me encantaba como le quedaba y volví a repetirle que estaba muy linda, agregando a su vez que estaba muy sexy. Entonces ella hizo algo que me volvió loco. Levantó sus brazos para apoyarlos sobre la mesa y los cerró sutilmente, provocando que sus tetas se juntaran y se levantaran, pareciendo que iban a hacer estallar el escote. Mi expresión de baboso debió ser tan evidente, que Vanesa me dijo que disimulara un poco y luego giró la cabeza a ambos lados para ver si alguien estaba observando.
La cena siguió igual de caliente y las provocaciones de mi novia no frenaron. Estuvo todo el tiempo remarcando su escote y a eso le agregó caricias sensuales en las manos y brazos y a veces se pasaba los dedos por los labios de una forma muy provocadora. “¡Me vas a volver loco!” le confesé sintiendo como la pija empezaba a ponerse dura adentro de mi pantalón. Ella, en lugar de sentirse incómoda o abrumada por la situación, siguió con sus provocaciones y hasta llegó a decirme que eso se podía solucionar muy fácil cuando estuviéramos solos. Era evidente que algo tenía pensado y que no iba a perder el tiempo. Yo intenté apurar la cena, pero Vanesa hizo todo lo contrario y se encargó de alargarla con postre y unos tragos que hicieron que todo durara mucho más de lo que yo podía llegar a aguantar. Para ese entonces ya le decía que me estaba volando la cabeza y que quería comerla a besos y hacerle de todo.
Salimos del restaurante y le comí la boca con tantas ganas que ella se sintió un poco avergonzada y terminó alejándome cuando mi mano llegó a su cola y la apretó con fuerza. “¡Me calentás muchísimo mi amor!” le dije al oído y le lamí el lóbulo de la oreja consiguiendo que Vanesa echara una risita tímida y nerviosa. Le dije entonces que fuéramos al auto y tomándola de la mano caminamos una cuadra, deseando de lo que estaba por venir y algo intrigado por lo que ella seguramente había planeado para esa noche. La noté nerviosa, miró hacia ambos lados al subirse al auto y supe que algo pasaba por su cabeza. Arranqué y ella enseguida puso música, subió las ventanillas que yo había bajado y encendió el aire, alegando que tenía demasiado calor, pero enseguida supe que era porque necesitaba los vidrios polarizados porque no quería que nadie viera lo que hizo después.
Estiró su mano izquierda hasta mi pierna y con muy poco disimulo la llevó hasta el centro de mi pantalón, tomándome por sorpresa al punto tal que casi freno de golpe. “¡Mi amor! ¿Estás muy caliente?” le pregunté retomando la marcha pero a una velocidad mucho más moderada. Ella no dijo nada y mirando al frente siguió tocándome por encima del pantalón, provocando que mi pija empezara a ponerse dura. “Me vas a hacer chocar” le dije con una risita nerviosa y ella entonces me desafió y mordiéndose los labios con una sonrisa pícara me sugirió que frenara. Rápidamente lo hice y en una cuadra donde había un lugar para estacionar, aminoré la marcha y mientras mi novia me tocaba por encima del pantalón, estacioné el auto como pude.
Entonces ella actuó enseguida. Antes que pudiera reaccionar, se sacó el cinturón y se lanzó sobre mí, arrodillándose el asiento y comiéndome la boca con un beso bien caliente. Le devolví el beso como pude, pero la sorpresa de su impulsivo movimiento me dejó helado y apenas reaccionando. No me di cuenta de lo que sucedía hasta que sentí su mano recorrer todo mi cuerpo y llegar nuevamente hasta mi pantalón, agarrándome la pija con fuerza y masajeándomela alevosamente, provocando que se me pusiera durísima en tan solo un segundo. “¿Te calentó lo que me puse?” me preguntó alejándose lo suficiente para que pudiera verle el escote pero no tanto para seguir manoseándome. “¡Me encanta, mi amor!” le respondí sin siquiera desabrocharme el cinturón.
Vanesa continuó besándome de forma bien caliente y metiendo su lengua adentro de mi boca. Yo estaba tan desconcertado por su actitud provocadora y su atrevimiento, que apenas me di cuenta que me había desabrochado el pantalón y que había metido su mano adentro de mi bóxer para pajearme. “¡Mi amor!” le dije de golpe corriendo la cabeza y tratando de frenar la situación pues no podía controlar lo que ella estaba haciendo. Pero entonces me di cuenta que esa era la intención de mi novia y el plan que tenía. Era ella la que tenía control absoluto, la que había dado el primer paso y la que estaba al mando de la situación. De golpe todo cambió en mi cabeza y me excité tanto que dejé que siguiera con su juego.
Los besos se intensificaron, la calentura fue aumentando y su mano continuó moviéndose hacia arriba y hacia abajo sobre mi verga, pajeándome cada vez más rápido. La tenía durísima y ella se dio cuenta. De golpe y sin previo aviso, arrodillada sobre su asiento como estaba, bajó hasta acomodar su cabeza encima de mi cintura y me la empezó a chupar. “¡Ahhh, mi amor!” gemí yo totalmente sorprendido por este movimiento. Vanesa estaba echa una fiera y cada cosa que hacía me sorprendía más que antes. “¡Ay sí!” volví a gemir cuando sentí su lengua pasar por la cabeza de mi verga y noté como toda mi cintura temblaba, pero el cinturón me impedía moverme.
Entonces dejó que todo ocurriera. Empezó a pajearme más rápido que antes, mientras que movía su cabeza hacia arriba y hacia abajo, chupándomela con ganas. Yo no podía creer lo que estaba sucediendo. Todo había ocurrido tan de golpe que todavía no tomaba dimensión de lo que mi novia estaba haciendo, aun con el placer recorriendo mi cuerpo. Apoyé mi mano sobre su espalda y empecé a acariciarla mientras que ella me seguía regalando ese pete hermoso. Notaba como su boca bien húmeda subía y bajaba por mi verga y como su lengua dibujaba pequeños círculos sobre la cabeza cada vez que llegaba hasta la punta. Era increíble como lo hacía, nunca lo había hecho así y se notaba que lo había planeado.
- Mi amor… Me vas a hacer acabar si seguís.- Le advertí cuando sentía mis huevos achicharrarse y notaba mi verga latir en su boca.
Ella entonces se levantó y tras lamerse los labios babosos, me observó a los ojos y me preguntó si eso era un problema para mí. “¿Entonces sigo?” me preguntó luego de que le respondiera que no a su primer segundo y claramente le contesté que sí a esta última. Vanesa volvió a bajar la cabeza y continuó con su magia, chupándome la pija con ganas y dándome un placer increíble. Me relajé y comencé a disfrutarlo mucho más, ya comprendiendo completamente lo que sucedía y gozando del acto rebelde de mi novia. Afuera el mundo era un mundo, adentro del auto ella me complacía con su boquita divina y sus labios carnosos, bañándome la verga de saliva y poniéndomela al palo.
Su mano subía y bajaba a gran velocidad y yo sentía su boca ir y venir. La humedad me excitaba y me calentaba muchísimo. Estiré mi mano hasta la parte baja de su cintura y comencé a tocarle la cola por encima del short, sintiendo como este se le metía entre las nalgas. “¡Ay sí! ¡Así mi amor!” gemí cuando sentí como ella se metía mi pija por completo en la boca y luego subía hasta arriba. Vanesa repitió el movimiento y eso me calentó tanto que noté como me empezaba a latir adentro de su boca. Llegué a advertirle a último momento y ella elevó sus humedecidos labios hasta la cabeza y recibió toda mi acabada en su lengua. Cerrando bien la boca, esperó a que yo terminara de escupir leche y luego se la tragó como una nena obediente y se levantó sin dejar de pajearme y me miró con una sonrisa de oreja a oreja.
- ¡Dios mi amor! ¡Qué ganas de cogerte que tengo!- Le dije acercándome a su boca y comiéndole los labios con ganas.
Me guardé la pija adentro del pantalón mientras ella se acomodaba en su asiento y luego salí del lugar donde había estacionado a toda velocidad, directo a mi casa para matarnos en la cama. La actitud de Vanesa me había vuelto como loco y a pesar que ya me había hecho acabar, me moría de ganas de tenerla en la cama completamente desnuda para cogerla toda. Ella me miraba con una sonrisa pícara e inocente, sabiendo que se había lucido y que me había hecho estallar la cabeza con ese acto. Me había encantado esa sorpresa y que se tomara el sexo de forma más relajada. Claramente las cosas iban por otro rumbo y eso me emocionaba mucho, ya que íbamos a poder disfrutar de una intimidad mucho más caliente y placentera. Y siempre iba a quedar ese hermoso pete en mi memoria, un regalo divino de aniversario.
Lugar n° 34: Asiento delantero de un auto
SIGUIENTE
OTRAS HISTORIAS:
VECINOS. CAPITULO 1
NIÑA BONITA (FANTASÍA)
EL TOP 10 DEL SEXO. CAPITULO 1
Pueden empezar a seguirme en las redes oficiales de Historias de... Pronto más info, actualizaciones y adelantos a través de las redes!
2 comentarios - 100 lugares donde tener sexo. Capítulo 34