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Sexo duro con mí mejor amiga

Sexo duro con mí mejor amiga

Cuando iba a la escuela secundaria tenía una mejor amiga, se llamaba Elena. Ella me gustaba mucho, durante años la observaba mientras fracasaba con cada uno de sus novios. Sabía que nunca querría algo conmigo, tan seguro estaba que ni siquiera me decepcioné cuando me rechazó, aunque si dolió como es obvio. Pero el tiempo pasó y seguimos siendo amigos. La ayudé de forma desinteresada en muchas ocasiones, ya sea con dinero o simple tiempo. Una parte de mi confiaba que algún dia me daría una oportunidad. Finalmente tuve razón, pues ella planeó devolverme mis favores con lo único que tenía para dar: su cuerpo.
Esa noche recibí su inesperada llamada, sonaba desesperada. Debía terminar un trabajo final para el día siguiente y su computadora se había "roto". Claro que le dije que viniera sin problema, aún cuando eran pasadas las diez de la noche. La recibí y de inmediato prendió la compu y se puso a escribir. Estuve un largo rato mirandola, tan concentrada ella. Tantas veces la imaginé conmigo, con o sin ropa, que mí deseo solo aumentaba con el pasar de los días, ni hablar con los años. Con ella soñaba desde cojer hasta tener un hijo. Lo más cerca que estuve fue cuando veíamos películas en mí living y se acurrucaba en mí pecho quedándose dormida, o asustada si era una de terror. Yo aprovechaba para tocarla un poco, manosear sus tetas, su culo, su cintura, pero eran roces inocentes.
Volviendo a esa noche, tomé su abrigo y en algún momento me quedé dormido, Elena seguía con lo suyo, pero cuando desperté algo era distinto... Pues ya no estaba escribiendo en la compu, ella estaba enfrente mío, mirándome fijamente.
-Uy, me dormí - dije.
-Lo sé, te veías lindo durmiendo.
Elena no solía decir esas cosas, era reservada conmigo. Pero esa vez su mirada me decía algo más.
-¿Querés cojerme?- me preguntó.
Desconcertado, traté de evitar el tema, pero ella insistió.
-Si querés cojerme, podes hacerlo hoy, es tu única oportunidad. Y te voy a dejar porque... Te lo debo.
Me quedé quieto, mirándola. Claro que quería. Ella siendo rápida se abalanzó sobre mí dándome un apasionado beso. Se apartó y comenzó a desvestirse. Se sacó las zapatillas, la remera y el pantalón ajustado, con este último la ayudé un poco. Un corpiño rosado sostenía sus grandes tetas, y la tanguita del mismo color intentaba cubrir algo sin éxito. Estaba bien puta para mí, de inmediato se me puso la pija muy dura, sobresaliendo un gran bulto en mí pantalón. Viendo eso, Elena me los quitó, así como el boxer, y se agachó para chupármela. Tenía la mejor vista del mundo cuando me miraba con mí pene en su boca. Yo agarraba su cabeza para que se no se detuviera.
-Dios, nunca me dijiste que la tenías tan grande.
-Nunca preguntaste, mira de lo que te estabas perdiendo.
-Veremos si el tamaño lo es todo- dijo, casi provocándome.
Dispuesto a todo la hice parar y dar vuelta. La puse en cuatro en uno de los sillones del living. Le bajé la tanga dejándola colgando en su pierna. Al fin pude ver su culo y su concha al descubierto. Quería penetrarla por todos los agujeros, estaba desesperado porque sabía que no volvería a tenerla así.
-¿No tenes condón?
-Quiero meterla sin nada, déjame hacerlo.
-¡Pero tarado, me vas a dejar preñada!
-No me voy a venir dentro, te lo juro.
Mientras intentaba convencerla, le chupaba el culo y le metía dos dedos en la vagina, con ese estímulo acabaría cediendo, dejándose de quejarse para empezar a gemir. Así que la penetré, primero por su vagina, y sin rodeos comencé a bombearla.
-¡AHHHH! ¡AHHH! ¡Dios mio!
-Estuve años soñando con este día, Elena. ¡Siempre fuiste la puta de otros! ¡Ahora vas a ser la mía!
-¡Me encanta ser tu puta hoy! ¡Disfrutá de mí cuerpo!
-Lo voy a disfrutar y reventar, ¡Quiero que salgas cojeando!
La verdad es que no tuve mucha experiencia en el sexo, pero me preparé como ninguno. Me gusta ser dominante y agresivo, todo lo contrario a la vida casual, donde soy tranquilo. Sabía que verme así la exitaria muchísimo. Por eso le di un sexo duro, tomándola del pelo con fuerza, haciendo sonar sus nalgas en mis caderas, quitándole su brasier y amasando sus tetas; mentalizadome en no acabar y darle la cojida de su vida. Elena no paraba de gritar, mordiendo una almohada para no hacer tanto ruido.
En un momento paré para tomar un descanso, nunca se la saqué. Su concha me tenía atrapado como una trampa de dedos, se comía mí pene desaforadamente. Fue hermoso, pero faltaba algo. Mí obsesión con los culos había aumentado con el pasar de los años, y ahora que podía, ¿Cómo no penetrar el año de mí crush de secundaria?
-¿Te gusta el anal?- pregunté por cortesía, pero la realidad es que mientras lo hacía ya estaba a punto de metérsela.
-No, me duele muchoooO
Justo en ese momento se la metí, o lo intenté porque su ano estaba bien apretado.
-¡Deja eso! ¡Dueleee! ¡Nunca les dejé a mis novios hacerlo!
-Nunca negaste el culo, si sos re puta... Además, con esto saldas tu deuda, hice mucho por vos, ¿No merezco una recompensa?
-AGGHHH. ¡MI CULO, TARADO, ME DUELE!
-Tranquila, no voy a durar mucho. ¡Cómo hacerlo con estos agujeros! Aguanta un poquito y te relleno de leche.
Se nota que le dolía, yo pensaba que sería una experta en el anal. Pero ya era tarde para arrepentirme, le hundí la pija hasta al fondo sin piedad. Al fin y al cabo su rechazo me había dolido muchísimo, era justo que sufriera por mí.
-Diosss que puta que sos, ¡Te amo!
-Acaba yaaaa
Y lo hice. Me vine dentro de su culo, sin riesgo a nada. Ambos nos desplomamos en el sillón, exhaustos. Finalmente había podido cumplir el sueño de mí adolescencia, y aunque seguía sin tener chances reales con ella, la tuve de la forma más vulnerable posible. Me acerqué para besar cada una de las partes de su cuerpo, desde su boca hasta sus pies, quería mantener el recuerdo de su piel desnuda para siempre.
Elena se quejó del anal nuevamente mientras se limpiaba el culo, no paraba de chorrearle semen, y es que me quedé seco después del acto. Le pedí perdón, pero era algo que necesitaba hacer.
-Y no estuvo tan mal, no mientas.
-Me lo imaginaba peor- fue su remate. -Me sorprendiste.
Esas palabras me dieron la esperanza de que, quizá, algún día se pueda repetir. Después de eso ella volvió a su casa como a las 6 de la mañana, la acompañé a la parada del bus con un frío extremo. Luego no pudimos vernos por un tiempo, la universidad nos ha separado tanto que eso pareció de verdad una despedida. Aún así seguimos en contacto.
Elena no tiene un novio nuevo desde entonces... Y yo sueño con volver a verla y repetir esa noche.


FIN.

3 comentarios - Sexo duro con mí mejor amiga

Elvioladopy +1
Buenísimo el relato, si no se olvidó de ese día tenes que escribirla y hacerle acordar cada tiempo
Así al rato ya la vas a tener de vuelta en la cama