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Nadie sabe de Nadia II

II

Sigo con el relato. Nadia, la hermosa alemana de metro setenta y cicno, con un par de piernas que coronan unas nalgas virgenes (esto lo sé ahora recién) nadie profanó a Nadia todavía, a la fecha tiene veintiséis años. Estuvo cinco años de novia con un amigo y fuimos vecinos desde la pandemia. Lo que yo me enteré después era que la pendeja estaba caliente. La noche que me bajó la presión quería meterse en la cama conmigo, quería levantarme la presión sentándose en mi cara. Se mojó toda y cogió al novio pensando en la peor versión de mi. 

EL novio de ella quería que fuéramos amigos y, en cierta manera, lo fuimos, lo somos. Aún hoy es así. Tengo treinta y seis años. Y nuestras conversaciones comenzaron a ser más fluidas cuando ella empezó a serle infiel a su novio. Iba a la ciudad a hacer unos laburos de fotografía y conoció a un pibe que le dio vuelta la cabeza. Me dijo, ¿alguna vez amaste a dos personas al mismo tiempo? le respondí que no, que soy demasiado individualista, solo tengo amor por mí. No está de más aclarar que durante casi tres años, estuvo en la torre encerrada con su novio/padre. Recuerdo una vez que salimos a caminar los tres. Ella tenía una calza negra que le marcaba todo el papo. Tenía muy mal estado físico y se descompuso a los pocos metros de casa. La idea era subir una lomada hasta un salto de agua. Ella con su cámara. Le sacaba fotos a su novio y, una vez más, sentía cosquillas en la pija y el lente que se posaba sobre mí. 

Una tarde la encontré en el pueblo. Había venido de visita a su ex. Le pregunté por qué no lo dejaba en paz, estaba hecho un trapo el tipo, y ella respondió que aun lo quería demasiado. La invité a tomar algo en casa y aceptó después de inspeccionar mis ojos por un instante. Compramos un par de latas y allá fuimos. Ella me conocía desde que yo no bebía alcohol y se sorprendió al verme con una lata en la mano. Por aquellos días estaba bailando tango y tendí la trampa mortal. Puse una tanda de cuatro tangos de Fulvio Salamanca, y la invité a bailar. Sin dudas, lo más sexi para un tipo alto como yo, es una mujer que le calce lindo. Empezamos a bailar, se sincronizan nuestros corazones, nuestra respiración, en un momento la encierro contra la puerta y la empujé para que quedara atrapada, la apoyé entera y sentí cómo suspiraba, como le entraba la necesidad de hidratarse por respirar con la boca abierta, se le había secado la lengua. Me empujó y me obligó a que la besara. Le dije que no, que tenía que bailar conmigo dos tandas más. 

La segunda tanda ya era pornográfica, nos recorrimos enteros, pasaba sus manos por el pelo, la nuca, respiraba agitada, sobre todo cuando la arrinconaba contra la pared o el sillón, acariciaba los brazos, la espalda, acercaba su pelvis para sentir la pija que estallaba en el pantalón. Le acaricié la espalda, la nuca, las nalgas gigantes encima de sus largas piernas. El calzoncillo era un caldo de cultivo húmedo por todo el líquido pre seminal. Los dos cerebros estaban de acuerdo que no teníamos que hacer nada más, solo que los cuerpos estaban decididos a matarse. La volví loca, le metí manos por todos lados, y cuando terminó la tanda quizo besarme una vez más y corrí la cara. Se puso en modo machirula. Dijo que para qué la calentaba si no iba a hacer nada. Amenazó con irse. volvimos al sillón. le dije vas bien. solo te queda una tanda más…

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