Fue una de esas noches en que mi esposo estaba muy caliente pues hacía una semana que no me cogía, al parecer estaba enojado. Yo como siempre estoy lista para recibir una buena cogida, lo provocaba mientras me preparaba para acostarme, el me veía discretamente. Me propuse dejarlo que él empezara, y así fue. Me acosté en la cama de manera que viera mi cola , tenia puesta una tanga transparente dejaba ver todo. Entonces mi esposo se acercó lentamente, acariciaba mis nalgas, yo no hacía nada, lo dejé que siguiera, levantó un poco mi cintura para meter su mano por mi tanga al tocar mi vagina sintió la humedad y gimió como un loco, acercó su cara y empezó a lamer y besar mis glúteos mientras sus dedos jugaban con mi raja, entonces movía mis caderas en círculos disfrutando esa rica masturbada,
Sin perder tiempo, colocó su verga en mi concha cogiéndome violentamente, volví con mi propósito de dejar que él hiciera todo, ya no me moví. Luego de un rato así me volteó, puso mis piernas en sus hombros, y siguió con el mete y saca, preguntaba que me pasaba, yo no decía nada, apenas me movía, quería saber hasta donde aguantaba yo si sacar lo puta que soy cuando me cogen. Mi comportamiento le extrañó a mi esposo, me decía cosas y no le contestaba;
– ¿Qué te pasa putita?,¿No te gusta?.
Yo no contestaba, solo cerraba mis ojos disfrutando la cogida.
– Habla mamita, dime ¿No te está gustando?, ¿Porqué callada si te gusta la verga?.
Me aguantaba para no contestar, y él seguía preguntando;
– Dime, qué piensas, dime que te gusta puta
Pero cuando me dijo que si pensaba en otro, no esperé y le dije;
– ¿Tu quieres que piense en otro?
Sin dejar de cogerme, me miraba a los ojos y después de un silencio me dijo;
– ¿Tu quieres hacerlo?, ¿Lo harías con otro?, dime.
– No mi amor, no contestes con otra pregunta, ¿Quieres que lo haga con otro?.
Fue entonces que respondió;
– ¡Si putita, si quieres eso hazlo.
En ese momento me moví como la mejor de las putas, (que no me esfuerzo), y le dije ansiosa y caliente:
– Si , quiero coger con otro, siii!
Me mira con lujuria, estaba totalmente transformado, y me dice;
– ¿Quién quieres que te coja putita mía? ¡Dímelo!.
Ya no pude más y respondí descaradamente:
– Iván, que me coja Iván
– ¿De verdad?,¿Te lo ha dicho?.
– Si, sé que le gusto porque se me queda viendo!
Ya no contestaba, no dijo nada, entonces me subí arriba de él y me movía como licuadora con su verga adentro, y volví a decir:
– Si, papi ¿Me dejaras?, Me lo imagino ya mi amor.
– ¿Qué te imaginas?
– Que me coje, hay que rico coje Iván.
En eso mi esposo aceleró el movimiento, pero me gritó que quería verme tragar su leche, no lo hice esperar, me quité, se sentó en la cama, me arrodillé, hice a un lado mi pelo para que me viera bien, su verga disparó un rico chorro, que alegremente tragué, escuchando a mi marido gemir diciendo;
la más puta, como siempre, tu mi vida.
Cuando terminamos nada dijo, al otro día igual, pero al segundo día era domingo, yo me calentaba de pensar en esa noche de mi confesión. Esa tarde yo empecé el juego, me puse otra tanga bien metida en mi cola Empecé calentarlo, me agaché para mamar su verga, cuando estaba deseoso de coger, me levanté y le dije mordiendo suavemente su oreja:
– Acuérdate, me dijiste que me dejarías cojer con Iván.
Me detuvo, me tomó de las manos y me dijo;
– ¿Estás segura?.
– Si, lo estoy. Y lo quiero, tu me dijiste que estaba bien, tu empezaste esto.
– ¿Cuándo lo harás?.
– Hoy mismo, lo
llamo.
El silencio que siguió, se me hizo eterno.
– Está bien, pero yo miro.
– ¿Seguro que quieres ver?, quizás Iván no se anime.
– Entonces me escondo en el clóset.
No esperé más y de inmediato le llamé a Iván, que se le hizo raro, pues pensaba que no estaba sola. Colgué el teléfono, esperando ansiosa y ardiendo a Iván, era para mi algo nuevo, pues mi marido vería como me tragaba hasta por el culo una enorme verga como la de mi vecino favorito.
Sin perder tiempo, colocó su verga en mi concha cogiéndome violentamente, volví con mi propósito de dejar que él hiciera todo, ya no me moví. Luego de un rato así me volteó, puso mis piernas en sus hombros, y siguió con el mete y saca, preguntaba que me pasaba, yo no decía nada, apenas me movía, quería saber hasta donde aguantaba yo si sacar lo puta que soy cuando me cogen. Mi comportamiento le extrañó a mi esposo, me decía cosas y no le contestaba;
– ¿Qué te pasa putita?,¿No te gusta?.
Yo no contestaba, solo cerraba mis ojos disfrutando la cogida.
– Habla mamita, dime ¿No te está gustando?, ¿Porqué callada si te gusta la verga?.
Me aguantaba para no contestar, y él seguía preguntando;
– Dime, qué piensas, dime que te gusta puta
Pero cuando me dijo que si pensaba en otro, no esperé y le dije;
– ¿Tu quieres que piense en otro?
Sin dejar de cogerme, me miraba a los ojos y después de un silencio me dijo;
– ¿Tu quieres hacerlo?, ¿Lo harías con otro?, dime.
– No mi amor, no contestes con otra pregunta, ¿Quieres que lo haga con otro?.
Fue entonces que respondió;
– ¡Si putita, si quieres eso hazlo.
En ese momento me moví como la mejor de las putas, (que no me esfuerzo), y le dije ansiosa y caliente:
– Si , quiero coger con otro, siii!
Me mira con lujuria, estaba totalmente transformado, y me dice;
– ¿Quién quieres que te coja putita mía? ¡Dímelo!.
Ya no pude más y respondí descaradamente:
– Iván, que me coja Iván
– ¿De verdad?,¿Te lo ha dicho?.
– Si, sé que le gusto porque se me queda viendo!
Ya no contestaba, no dijo nada, entonces me subí arriba de él y me movía como licuadora con su verga adentro, y volví a decir:
– Si, papi ¿Me dejaras?, Me lo imagino ya mi amor.
– ¿Qué te imaginas?
– Que me coje, hay que rico coje Iván.
En eso mi esposo aceleró el movimiento, pero me gritó que quería verme tragar su leche, no lo hice esperar, me quité, se sentó en la cama, me arrodillé, hice a un lado mi pelo para que me viera bien, su verga disparó un rico chorro, que alegremente tragué, escuchando a mi marido gemir diciendo;
la más puta, como siempre, tu mi vida.
Cuando terminamos nada dijo, al otro día igual, pero al segundo día era domingo, yo me calentaba de pensar en esa noche de mi confesión. Esa tarde yo empecé el juego, me puse otra tanga bien metida en mi cola Empecé calentarlo, me agaché para mamar su verga, cuando estaba deseoso de coger, me levanté y le dije mordiendo suavemente su oreja:
– Acuérdate, me dijiste que me dejarías cojer con Iván.
Me detuvo, me tomó de las manos y me dijo;
– ¿Estás segura?.
– Si, lo estoy. Y lo quiero, tu me dijiste que estaba bien, tu empezaste esto.
– ¿Cuándo lo harás?.
– Hoy mismo, lo
llamo.
El silencio que siguió, se me hizo eterno.
– Está bien, pero yo miro.
– ¿Seguro que quieres ver?, quizás Iván no se anime.
– Entonces me escondo en el clóset.
No esperé más y de inmediato le llamé a Iván, que se le hizo raro, pues pensaba que no estaba sola. Colgué el teléfono, esperando ansiosa y ardiendo a Iván, era para mi algo nuevo, pues mi marido vería como me tragaba hasta por el culo una enorme verga como la de mi vecino favorito.
2 comentarios - los morbo de mi marido