Debido a la dificultad que representa unir varias historias con la presentada últimamente he decidido quitarla de la página, eventualmente la subiré, solo hay que hacer muchos retoques. Por el momento les suelto esta y espero que lo disfruten.
No sentíamos nada, el sexo se volvió monótono, estúpido y sin sentido, el placer parecía esfumarse cuando me envolvía en sus piernas, mientras lo que tanto he deseado aburría. Intentamos probar técnicas diferentes las cuales requerían de juguetes y demás artilugios que no tuvieron ningún efecto, siquiera una simple ereccion. Estábamos en caída libre. No sabíamos que camino tomar, pero el trasporte público tomó esa decisión por nosotros. Sentados, casi dormidos fue donde la vi a mi derecha, su cabeza apoyada en mi hombro, era muy tierna, parecía entender el lenguaje de mis ojos y en los de ella entendí lo que quería, pero no estaría bien hacerlo ahí, o eso creía. Casi como si fuéramos a cometer un delito observaba a mis lados, los ojos de todos parecían enfocarse en algo, que no era yo, y cuando aún los observaba mi mano bajo por su pierna, sintiendo el calor de sus muslos llegó a donde todo arrancó, y allí sólo pude frotar, por su parte ella solo se preocupaba que nadie nos viera, e intentar ocultar la ereccion que ya era evidente en mí pantalón. Sentí un placer inmenso al hacerlo, placer que para mí desgracia se vio reflejado sobre el pantalón, pero consideré que sería una desgracia por suerte, puesto que mi mano decía lo mismo sobre mi madre. No era el sexo los que nos producía placer, sino la sensación de peligro, y que más peligroso que una relación incomprendida por todos.
En pleno conocimiento de lo que nos producía este tipo de situaciones continuamos con ellas en distintos eventos, pero el que más recuerdo ocurrió ya hace tiempo. La escuela es un lugar sumamente interesante, quizás no hay lugar donde se tenga tanto sexo como aquí, y nosotros no íbamos a cortar con esa tradición.
Ocurrió durante un acto escolar, horas sentado observando el teatro más aburrido del mundo no parecía ser la idea más agradable, y agregando que las sillas parecían más duras que una piedra es evidente que la comodidad no era una característica de este lugar. Cuando tocaron los aplausos fue el momento más feliz, con una sonrisa de oreja a oreja bajamos las escaleras, casi de la mano. Una vez ahí entramos a una especie de espacio de recreación, donde lo único que veíamos eran enanos correr por cualquier parte imaginable, dentro de este lugar nada parecía importar, madres amamantando, enanos y no tanto las observaban, profesoras que estaban a un lápiz labial de convertirse en prostitutas, e idiotas que parecían ignorar todo este extraño ecosistema. Pero dentro de todo eso mamá sobresalía, debido a una blusa muy ajustada la cual evidenciaba sus firmes glándulas mamarias, que se veían acompañadas por un jean negro cuya presión parecería peligrosa, y unos anteojos azules ocultaban sus bellos ojos, solo para mí. El verla arreglada me parece sumamente sexy, casi como Marilyn Monroe robaba las miradas de todos, cosa que no podía preocuparme en absoluto, todo lo contrario me encanta. Sin previo aviso mi vista vuelve sobre mi pantalón, ahí noto que algo no anda bien, pues tengo una erección en el momento menos indicado, nada podía hacer bajarlo, ni apenas ocultarlo, pero el dejar que todos lo vieran no parecía ser la mejor idea. Al notarme inmóvil intento ayudarme, y usando de excusa las pocas sillas que había puso su trasero sobre mí, no era nada cómodo, ya que aunque ahora estuviera enterrado entre sus piernas, a nadie le parecería normal que una madre se siente en las piernas de su hijo, aunque no me importaba. Solo tarde unos segundos en bajar apenas el negro pantalón, hasta el punto donde pudiera ver algo más negro aún, y con un dedo en forma de gancho empecé a despedazarlo, en forma humorística podríamos decir que le rascaba en ano desde adentro, mientras con mi dedo lograba tocar sus paredes interiores, girando y girando.
Uno creería que la situación nos detendría, pero por alguna extraña razón revivió nuestro amor. De pronto una manada de enanos se dirige hasta nosotros, con botellas y dulces en sus manos hablan sobre cosas sin sentido, al verlos retiré el dedo que olía espantoso, evidentemente de aquel lugar no salen rosas, pero aquel día estaba peor que nunca, y para evitar una situación aún menos agradable decido hacer un gran sacrificio, sin apreciar mi salud pongo el dedo en mi boca, mi madre me observa atentamente y sus ojos se expanden, que de pronto encuentra risas en los míos. Fue una decisión realmente estúpida ya que la manada pasó sin siquiera observarnos un segundo, mientras con esfuerzo intentaba callar la risa. Nuestros ojos se volvieron a cruzar, en los suyos encontré un regaño, pero estoy seguro que en los míos se vio la sensación de placer, bastó solo unos leves movimientos para esta vez llegar a donde hay más pelo, ya húmedo, lentamente baje mi pantalón, no hasta los pies, solo lo necesario para asomarse, la cabeza se asomó demasiado, pero antes de que nadie lo hubiera notado ya estaba adentro. Vimos pasar decenas de personas frente a nosotros, y nadie jamás se percato de nuestra presencia, no necesitábamos movimientos ni juguetes, drogas o medicamentos, el público nos exitaba, y en unos segundos volví a llenar el vacío, sentir como te exprime la persona que más amas no tiene precio, y menos si esta es tu propia madre, que para darte placer utiliza el lugar por el que tu naciste, aquel que es tan fundamental para la propia existencia, en que se encarnan los deseos de muchos de nosotros. Fue lo mejor, aunque lo mejor estaba por llegar.
Anuncios: por el momento la historia "la adicción" queda detenida, los detalles son sumamente explícitos y no encuentro forma de incluirlos en la historia de una forma que garantice una buena estructura. Mientras que "por una buena razón" se convierte en tres historias diferentes, El espectador (historia que actualmente se titula " el trato", hasta el 20 de febrero), El hijo/hermano que nunca tuve, y el bombardeo sobre vaginolandia.
No sentíamos nada, el sexo se volvió monótono, estúpido y sin sentido, el placer parecía esfumarse cuando me envolvía en sus piernas, mientras lo que tanto he deseado aburría. Intentamos probar técnicas diferentes las cuales requerían de juguetes y demás artilugios que no tuvieron ningún efecto, siquiera una simple ereccion. Estábamos en caída libre. No sabíamos que camino tomar, pero el trasporte público tomó esa decisión por nosotros. Sentados, casi dormidos fue donde la vi a mi derecha, su cabeza apoyada en mi hombro, era muy tierna, parecía entender el lenguaje de mis ojos y en los de ella entendí lo que quería, pero no estaría bien hacerlo ahí, o eso creía. Casi como si fuéramos a cometer un delito observaba a mis lados, los ojos de todos parecían enfocarse en algo, que no era yo, y cuando aún los observaba mi mano bajo por su pierna, sintiendo el calor de sus muslos llegó a donde todo arrancó, y allí sólo pude frotar, por su parte ella solo se preocupaba que nadie nos viera, e intentar ocultar la ereccion que ya era evidente en mí pantalón. Sentí un placer inmenso al hacerlo, placer que para mí desgracia se vio reflejado sobre el pantalón, pero consideré que sería una desgracia por suerte, puesto que mi mano decía lo mismo sobre mi madre. No era el sexo los que nos producía placer, sino la sensación de peligro, y que más peligroso que una relación incomprendida por todos.
En pleno conocimiento de lo que nos producía este tipo de situaciones continuamos con ellas en distintos eventos, pero el que más recuerdo ocurrió ya hace tiempo. La escuela es un lugar sumamente interesante, quizás no hay lugar donde se tenga tanto sexo como aquí, y nosotros no íbamos a cortar con esa tradición.
Ocurrió durante un acto escolar, horas sentado observando el teatro más aburrido del mundo no parecía ser la idea más agradable, y agregando que las sillas parecían más duras que una piedra es evidente que la comodidad no era una característica de este lugar. Cuando tocaron los aplausos fue el momento más feliz, con una sonrisa de oreja a oreja bajamos las escaleras, casi de la mano. Una vez ahí entramos a una especie de espacio de recreación, donde lo único que veíamos eran enanos correr por cualquier parte imaginable, dentro de este lugar nada parecía importar, madres amamantando, enanos y no tanto las observaban, profesoras que estaban a un lápiz labial de convertirse en prostitutas, e idiotas que parecían ignorar todo este extraño ecosistema. Pero dentro de todo eso mamá sobresalía, debido a una blusa muy ajustada la cual evidenciaba sus firmes glándulas mamarias, que se veían acompañadas por un jean negro cuya presión parecería peligrosa, y unos anteojos azules ocultaban sus bellos ojos, solo para mí. El verla arreglada me parece sumamente sexy, casi como Marilyn Monroe robaba las miradas de todos, cosa que no podía preocuparme en absoluto, todo lo contrario me encanta. Sin previo aviso mi vista vuelve sobre mi pantalón, ahí noto que algo no anda bien, pues tengo una erección en el momento menos indicado, nada podía hacer bajarlo, ni apenas ocultarlo, pero el dejar que todos lo vieran no parecía ser la mejor idea. Al notarme inmóvil intento ayudarme, y usando de excusa las pocas sillas que había puso su trasero sobre mí, no era nada cómodo, ya que aunque ahora estuviera enterrado entre sus piernas, a nadie le parecería normal que una madre se siente en las piernas de su hijo, aunque no me importaba. Solo tarde unos segundos en bajar apenas el negro pantalón, hasta el punto donde pudiera ver algo más negro aún, y con un dedo en forma de gancho empecé a despedazarlo, en forma humorística podríamos decir que le rascaba en ano desde adentro, mientras con mi dedo lograba tocar sus paredes interiores, girando y girando.
Uno creería que la situación nos detendría, pero por alguna extraña razón revivió nuestro amor. De pronto una manada de enanos se dirige hasta nosotros, con botellas y dulces en sus manos hablan sobre cosas sin sentido, al verlos retiré el dedo que olía espantoso, evidentemente de aquel lugar no salen rosas, pero aquel día estaba peor que nunca, y para evitar una situación aún menos agradable decido hacer un gran sacrificio, sin apreciar mi salud pongo el dedo en mi boca, mi madre me observa atentamente y sus ojos se expanden, que de pronto encuentra risas en los míos. Fue una decisión realmente estúpida ya que la manada pasó sin siquiera observarnos un segundo, mientras con esfuerzo intentaba callar la risa. Nuestros ojos se volvieron a cruzar, en los suyos encontré un regaño, pero estoy seguro que en los míos se vio la sensación de placer, bastó solo unos leves movimientos para esta vez llegar a donde hay más pelo, ya húmedo, lentamente baje mi pantalón, no hasta los pies, solo lo necesario para asomarse, la cabeza se asomó demasiado, pero antes de que nadie lo hubiera notado ya estaba adentro. Vimos pasar decenas de personas frente a nosotros, y nadie jamás se percato de nuestra presencia, no necesitábamos movimientos ni juguetes, drogas o medicamentos, el público nos exitaba, y en unos segundos volví a llenar el vacío, sentir como te exprime la persona que más amas no tiene precio, y menos si esta es tu propia madre, que para darte placer utiliza el lugar por el que tu naciste, aquel que es tan fundamental para la propia existencia, en que se encarnan los deseos de muchos de nosotros. Fue lo mejor, aunque lo mejor estaba por llegar.
Anuncios: por el momento la historia "la adicción" queda detenida, los detalles son sumamente explícitos y no encuentro forma de incluirlos en la historia de una forma que garantice una buena estructura. Mientras que "por una buena razón" se convierte en tres historias diferentes, El espectador (historia que actualmente se titula " el trato", hasta el 20 de febrero), El hijo/hermano que nunca tuve, y el bombardeo sobre vaginolandia.
0 comentarios - Que más misterio. Solo mi madre y yo.