Cuando el esposo de Adriana cumplió 35 años, organizaron una fiesta en un club en el barrio donde vivían. Un sitio algo peligroso. Pero era un almuerzo y decidimos ir con mi esposo. Fuimos en taxi pues mi esposo se sentía inseguro de dejar el auto en la calle o en una cochera de esa zona. Desde que llegamos la pasamos bien. Mateo, el esposo de Adriana es rockero y la fiesta era temática. Todo decorado con posters de grupos de rock y la música casi solo rock.
Todos los hombres estaban felices. Las mujeres no lo estábamos tanto. Pero ellos, en su onda de rockear y beber. Mi esposo que suele ser moderado al tomar, ya estaba ebrio en pocas horas, como casi todos. Mateo, estaba muy mareado, pero no llegaba a estar ebrio.
Bailé varias canciones con Mateo. Me decía. desde la primera canción que bailamos, que estaba muy linda, muy sexy, que era muy bella. Conforme pasaban las horas y él se mareaba más, me decía ya cosas más subidas que tono hasta terminar diciéndome que me deseaba, que era una mujer muy sexy y provocadora y que me deseaba mucho.
Yo trababa de ponerle freno y distancia. Era esposo de mi amiga y no era un tipo que me gustara mucho. No era feo, pero tampoco del tipo de hombre que me pone loca.
Bailamos una balada rock y me pegó a su cuerpo. Sentí en ese momento el tamaño de su miembro. Mis reticencias se fueron y me llené de deseo. Él se dio cuenta. Fue directo y me dijo queres coger No le respondí nada. Terminó la canción y volví al grupo donde bebía mi esposo.
Unas dos o tres canciones después, Mateo me volvió a sacar a bailar. Estaba ya loco de deseo y al volver a tenerlo cerca me sentí también con ganas de hacer una travesura allí mismo. Me propuso encontrarnos en el baño. Me daba vergüenza y miedo, pero eso acrecentaba mi morbo y mi deseo. Con tanta gente en la reunión sería algo riesgoso, pero sabía que sería algo muy excitante. Acepté.
Al rato, él fue al baño desde su grupo. Yo un par de minutos después desde el mío. La zona de baños tenía un acceso muy privado, Sólo estaba él Nos metimos a uno de los baños para hombres, que felizmente eran individuales, y cerramos la puerta. Sabíamos que no teníamos mucho tiempo y mientras nos besábamos yo le desabrochaba el pantalón y él me manoseaba debajo del vestido. Sentir sus manos sobre mis nalgas me puso ya dispuesta a ser cogida en ese instante. Sólo tenía una muy pequeña tanga, muy fina, muy cara, que me había regalado mi esposo y estrenaba esa tarde.
Cuando le saqué la verga del pantalón y el bóxer, ya la tenía casi erecta. La agarre í con ambas manos y sentí como se ponía muy dura . Si era grande, como me gustan. Quería mamársela, pero era imposible. No me iba a arrodillar en ese piso tan sucio de baño. Sólo lo masturbé un poco y disfruté sentirla gruesa y dura en mis manos.
Me dio vuelta. Me inclinó sobre el lavabo. Me levantó el vestido y me quedó mirando.
-Que sexi tanga tienes.
-Me la compró mi esposo
-¿el cornudo?
-Si, el cornudo
-Y eso haces siempre, ¿coges con lo que él te compra?
-Sí, me excita hacerlo con lo que él me compra
te cogeré con la tanga comprada por el cornudo
Con sus piernas separó las mías. Con sus manos puso la tanga sólo de costado. Me empujo más sobre el lavabo y me quedé muy inclinada hacia adelante.
Me siguió mirando por un instante y me dijo, “ Con esa tanga cara te voy a coger.
Me excitó más escucharlo decir eso. Sentí que envidiaba a mi esposo. Sólo quería ser cogida en ese momento. Sentirme un instrumento o un juguete, me hacía sentir más sucia y, por cierto, más caliente.
Con sus dedos puso saliva en mi concha Y en una sola empujada me la metió toda. Sentí como avanzaba cada centímetro de su pene grueso y largo. Fue delicioso ser poseída en ese baño. En ese momento, justo en ese instante, tocaron la puerta del baño. pero seguimos cogiendo
su pene moviéndose, entrando y saliendo, me hicieron llegar en dos o tres minutos. Él lo disfrutó mucho “así me gustan las perras, muy calientes”. Siguió moviéndose muy rápidamente, cada vez más acelerado y repitiendo “pero que puta que eres”. Volví a acelerarme. Lo quería atrás. Lo quería tener dentro de mi culo. Me incliné más para que mi culo le quede disponible. Pero no se dio cuenta de lo que yo quería. Siguió y siguió y cuando sentí su leche dentro de mí, volví a llegar.
agarro
papel higiénico y se limpió. Me dio un poco. Me limpié. Era mucho semen y chorreaba. Decidí limpiarme muy bien. Lo hice con más papel y unos paños húmedos que tenía en la cartera.
Cuando estuvimos listos, se puso a escuchar que pasaba afuera. No había nadie. Abrió la puerta y miró a ambos lados. Sin moros en la costa. Salí raudamente. Él se quedó y salió unos minutos después. Como para que nadie sospeche que habíamos estado juntos
Todos los hombres estaban felices. Las mujeres no lo estábamos tanto. Pero ellos, en su onda de rockear y beber. Mi esposo que suele ser moderado al tomar, ya estaba ebrio en pocas horas, como casi todos. Mateo, estaba muy mareado, pero no llegaba a estar ebrio.
Bailé varias canciones con Mateo. Me decía. desde la primera canción que bailamos, que estaba muy linda, muy sexy, que era muy bella. Conforme pasaban las horas y él se mareaba más, me decía ya cosas más subidas que tono hasta terminar diciéndome que me deseaba, que era una mujer muy sexy y provocadora y que me deseaba mucho.
Yo trababa de ponerle freno y distancia. Era esposo de mi amiga y no era un tipo que me gustara mucho. No era feo, pero tampoco del tipo de hombre que me pone loca.
Bailamos una balada rock y me pegó a su cuerpo. Sentí en ese momento el tamaño de su miembro. Mis reticencias se fueron y me llené de deseo. Él se dio cuenta. Fue directo y me dijo queres coger No le respondí nada. Terminó la canción y volví al grupo donde bebía mi esposo.
Unas dos o tres canciones después, Mateo me volvió a sacar a bailar. Estaba ya loco de deseo y al volver a tenerlo cerca me sentí también con ganas de hacer una travesura allí mismo. Me propuso encontrarnos en el baño. Me daba vergüenza y miedo, pero eso acrecentaba mi morbo y mi deseo. Con tanta gente en la reunión sería algo riesgoso, pero sabía que sería algo muy excitante. Acepté.
Al rato, él fue al baño desde su grupo. Yo un par de minutos después desde el mío. La zona de baños tenía un acceso muy privado, Sólo estaba él Nos metimos a uno de los baños para hombres, que felizmente eran individuales, y cerramos la puerta. Sabíamos que no teníamos mucho tiempo y mientras nos besábamos yo le desabrochaba el pantalón y él me manoseaba debajo del vestido. Sentir sus manos sobre mis nalgas me puso ya dispuesta a ser cogida en ese instante. Sólo tenía una muy pequeña tanga, muy fina, muy cara, que me había regalado mi esposo y estrenaba esa tarde.
Cuando le saqué la verga del pantalón y el bóxer, ya la tenía casi erecta. La agarre í con ambas manos y sentí como se ponía muy dura . Si era grande, como me gustan. Quería mamársela, pero era imposible. No me iba a arrodillar en ese piso tan sucio de baño. Sólo lo masturbé un poco y disfruté sentirla gruesa y dura en mis manos.
Me dio vuelta. Me inclinó sobre el lavabo. Me levantó el vestido y me quedó mirando.
-Que sexi tanga tienes.
-Me la compró mi esposo
-¿el cornudo?
-Si, el cornudo
-Y eso haces siempre, ¿coges con lo que él te compra?
-Sí, me excita hacerlo con lo que él me compra
te cogeré con la tanga comprada por el cornudo
Con sus piernas separó las mías. Con sus manos puso la tanga sólo de costado. Me empujo más sobre el lavabo y me quedé muy inclinada hacia adelante.
Me siguió mirando por un instante y me dijo, “ Con esa tanga cara te voy a coger.
Me excitó más escucharlo decir eso. Sentí que envidiaba a mi esposo. Sólo quería ser cogida en ese momento. Sentirme un instrumento o un juguete, me hacía sentir más sucia y, por cierto, más caliente.
Con sus dedos puso saliva en mi concha Y en una sola empujada me la metió toda. Sentí como avanzaba cada centímetro de su pene grueso y largo. Fue delicioso ser poseída en ese baño. En ese momento, justo en ese instante, tocaron la puerta del baño. pero seguimos cogiendo
su pene moviéndose, entrando y saliendo, me hicieron llegar en dos o tres minutos. Él lo disfrutó mucho “así me gustan las perras, muy calientes”. Siguió moviéndose muy rápidamente, cada vez más acelerado y repitiendo “pero que puta que eres”. Volví a acelerarme. Lo quería atrás. Lo quería tener dentro de mi culo. Me incliné más para que mi culo le quede disponible. Pero no se dio cuenta de lo que yo quería. Siguió y siguió y cuando sentí su leche dentro de mí, volví a llegar.
agarro
papel higiénico y se limpió. Me dio un poco. Me limpié. Era mucho semen y chorreaba. Decidí limpiarme muy bien. Lo hice con más papel y unos paños húmedos que tenía en la cartera.
Cuando estuvimos listos, se puso a escuchar que pasaba afuera. No había nadie. Abrió la puerta y miró a ambos lados. Sin moros en la costa. Salí raudamente. Él se quedó y salió unos minutos después. Como para que nadie sospeche que habíamos estado juntos
1 comentarios - con el marido de una amiga