En una reunión de amigos recordábamos antiguas andanzas y pensando en eso, me di cuenta que en la mayoría de mis encuentros sexuales, siempre ocurría un hecho, que aunque sea mínimo y no amerite un relato, me permite recordarlo puntualmente. Así nace este relato, que a pesar que está de más aclarar que es real, también es necesario ya que el público se renueva.
Daniela era una bomba de casi 20 años en ese entonces, estatura mediana, piel morena pero no tanto, cabello largo negro con rizos grandes, carita redonda con boca pequeña, ni rellenita ni flaca, piernas perfectamente torneadas que hacían ver su caminar como un movimiento sensual, con dos atributos que eran un imán a la vista de todo hombre, Unas Tetas de Infarto!!! Eran dos melones que colgaban produciéndole un gran escote pero.... fiel a la regla, como toda tetona, era chata de cola.
A pesar que vivía relativamente cerca de mi casa, la conocí en un asado con amigos, donde estaba con una amiga que era más tetona que ella (de no creer, una locura también) por una apuesta traté de embocar una semilla de limón en el escote de su amiga pero esta rebotó en una de sus tetazas y fue a parar adentro del escote de Daniela, allí comenzó todo pero primero tuve que pasar por varios desplantes, que los motivaba una explicación más simple de la que yo suponía.
Una noche, luego de un encuentro por demás fortuito y algo de alcohol de por medio, terminamos en un telo, verla quitarse el corpiño fue indescriptible, vieron ese gift donde la chica se levanta el corpiño o remera y dos masas enormes explotan por debajo y quedan rebotando? Bueno, esa es la imagen que quedó grabada de por vida en mi mente, dos tetas enormes colgando ante mí, de piel más clara que el resto de su cuerpo, aureolas medio chicas y con pezones pequeñitos, ahí nació mi calificación de “Pezones Semillitas”. Es por demás obvio que se los chupé hasta que le quedaron super irritados y la concha ni hablar, de labios carnosos y pronunciados, aunque no muy grande, con abundante pelambre (no acostumbraba depilarse) y ahí descubrí el motivo por el cual me evitaba cuando la buscaba, todavía era virgen.
La hice acostar boca arriba y que abriera levemente sus piernas, fui besando su vientre mientras lentamente bajaba hasta llegar a su vulva y comencé a darle el sexo oral más suave y delicado que en ese momento me salió, cuando estaba cerca del orgasmo, la penetré con sus piernas apoyadas en mis hombros, de manera suave y lenta también, como tratando que su primera vez no fuera una experiencia dolorosa. A medida que tomaba ritmo con el bombeo, ella estimulaba su clítoris, “es muy hábil pajeandose” pensé y cuando quise ir más profundo, no pude, la pija le llegaba hasta la mitad y era como que hacia tope en algo que tuviera en su interior, hacia fuerza pero no entraba más, ella me dijo que no hiciera más fuerza, que hasta ahí se sentía cómoda, que estaba cerca de acabar. Al cabo de unos cuantos mete y saca, acabó en un explosivo orgasmo con pequeños espasmos y bastante sensibilidad, no quería mas, estaba rendida aunque yo quedé a medio camino pero mi premio estaba en la ducha, una tremenda paja con sus tetas me sacó tanta leche como nunca antes había largado, pero algo llamó mi atención, no había sangre, ni en mi pija, ni en las sabanas, ni en ningún lado, lo que me reconfortó porque pensé que no le había hecho daño.
No comenzamos una relación pero nuestros encuentros para coger se hicieron frecuentes y en todos ellos, la modalidad era la misma, mi miembro no le entraba mas allá de la mitad y siempre que trataba de ir más profundo, era como que daba en algo y lo impedía.
Una noche me llamó por teléfono (fijo, en ese entonces no había celulares aun) ella estaba en casa de su abuela y como era de noche, quería que la acompañara de regreso a su casa. Nos encontramos en una esquina convenida y comenzamos la caminata, estábamos pasando por una zona medio desolada en la que se estaba construyendo un barrio, comenzamos jugando pero la calentura aumentó al punto que se volvió irresistible. Nos metimos en el fondo de una de las casas, donde había una pared de unos 40 centímetros de alto más o menos, me senté, bajé mi pantalón y bóxer hasta los tobillos quedando mi verga apuntando hacia las estrellas, ella levantó apenas su vestido, hizo a un costado su bombacha y se sentó penetrándose al instante, estaba muy lubricada indicando su extrema excitación, a pelo, piel con piel pero (como siempre) cuidando de no terminar adentro de ella. Se lo introdujo hasta donde ella siempre se sintió cómoda y comenzó a moverse hacia adelante y hacia atrás primero lentamente para luego aumentar el ritmo. Le ganó la calentura porque sus movimientos comenzaron a ser más violentos y más profundos, al tiempo que se colgaba de mi cuello y yo con mis manos en la parte baja de su espalda, acompañaba sus embates, cuando de pronto en su interior se escucho y sentimos como un sonido sordo, como que algo se cortó o rompió (algo muy difícil de explicar con palabras) y mi pija se deslizó grácilmente hasta el fondo de su vagina, quedando completamente adentro de ella, fue una sensación muy intensa, un placer tan extremo que me costó aguantar no eyacular en su interior y para ella parece que también fue muy fuerte porque emitía leves gemidos mientras aumentaba su ritmo y la profundidad de sus movimientos, hasta que llegaron sus espasmos y saltos pero esta vez acompañados por una gran agitación y muchos gemidos. Una vez que terminaron sus pequeñas convulsiones, se levantó mientras retiraba lentamente mi pija del interior de su vagina arrancando sus últimos estremecimientos.
Como en varias ocasiones, yo quedé con la pija que me explotaba pero no me importó, mi placer estaba en ver el terremoto de sensaciones por el que atravesaba su cuerpo, daba la impresión que eran demasiadas para poder soportarlas todas, apenas podía mantenerse en pie, sus piernas temblaban como potrillo recién nacido, dijeran por ahí jajaja.
Los estudios bifurcaron nuestros caminos, sumando la distancia, las obligaciones y el tiempo especialmente, convirtiendo todo lo vivido en un hermoso recuerdo, hasta que pasados muchos años nos reencontramos por redes sociales, llegando a tener charlas bastante subidas de tono pero no fue más allá de eso porque ya era madre y estaba casada. Lo que si llegó a confesarme fue que lo ocurrido esa noche en el fondo de esa casa en construcción fue algo que la marcó para siempre, recordándolo con un especial sentimiento pero lo que más me sorprendió fue su confesión que con el tiempo encontró una explicación al motivo por el cual mi miembro no entraba completamente en su vagina y era que ella desde muy chica, cuando comenzaron a desarrollarse sus tetas, comenzó a sentir una creciente excitación, al punto que vivía caliente y así descubrió la masturbación, primero lograba sus orgasmos acariciando la parte externa de su vulva y el clítoris (de ahí la maestría con la que se pajeaba) pero a medida que avanzaba en esta práctica, sentía que necesitaba algo mas, por lo que comenzó metiendo dos de sus dedos al principio y después la calentura la llevó a experimentar, introduciendo un delgado bote de aceite para el pelo a modo de dildo, lo que hizo que su himen se volviera elástico y eso era lo que hacía tope y no me dejaba ir más profundo, hasta la noche en que se cortó dando paso a las penetraciones más profundas y placenteras.
Perdón por lo extenso del relato pero quería contarles de la manera más detallada posible de como se cortó “El Elástico de Daniela”. Gracias por pasar.
2 comentarios - El Elástico de Daniela