Pasó un mes desde el encuentro en plena vía pública con Graciela. Ella estuvo evitándome todo ese tiempo. Hasta que un día la vi con los ojos hinchados y brillosos. No habló con nadie en toda la tarde. Entonces, me fui antes y la esperé abajo, por calle San Martin.
- ¡Qué pasa Gra!
- Ay, nene. Estoy mal, no me jodas.
Esta vez parecía en serio, estaba totalmente acongojada. Se dio la vuelta y quiso caminar en sentido contrario. Entonces, la agarré de un brazo y le dije:
- ¿Qué pasó esta vez? ¿Alguien te hizo algo? ¿Yo te hice algo?
- Cosas mías.
- Ya nos conocemos bastante, algo te pasó.
- Mateo salió el sábado-dijo entre sollozos-.
- ¿Y qué le pasó?
- No, nada. Volvió casi inconsciente, lo trajeron los amigos.
- Se la dio en la pera ¿Eso te puso mal?
- Lo acompañé al baño, lo hice vomitar y se llenó todo de vómito. Así que lo desvestí y lo bañé. Lo toqué todo Dieguito, no me pude contener.
- Pero ¿qué hiciste?
- Nada, le hice una paja, pero no se le paró. Apenas se le puso un poco tiesa y balbuceaba. Así que lo sequé y frené. Lo llevé a su habitación, le prendí el aire y lo tapé.
- No te sientas mal, si eso es lo que él también quería Gra. Por algo volvió así detonado a su casa.
- A eso de las 4, me desperté porque vino Maia (la hija de ella y hermana de Mateo), entonces volví a su habitación para ver como estaba y me quedé a su lado. Entonces, lo toqué, pero se le paró la pija de inmediato. Mientras balbuceaba, le chupé de nuevo, no sabés que dura se le puso. Me saqué una teta ahí mientras tenía la pija en la boca. No sabés. Me acabó toda, de inmediato.
De nuevo me vi excitado en el medio de la calle. Esta vez por Av. Córdoba yendo a Alem. Yo estaba de nuevo invadido por todos sus deseos incestuosos, tratando de comprender los míos. Ella estaba peor, de nuevo esos ojos desorbitados y los labios nerviosos. Así, sin previa ni nada me invitó ella al telo. Tomamos un taxi en Córdoba y Madero. Su estado psicológico era más que extraño, casi de desquicio. La cara de preocupación contrastaba con su mano que no se separaba de mi pija, mientras el taxista espiaba por el retrovisor.
Al bajar del taxi le digo:
- Gra, no tenés nada de qué arrepentirte. ¿Él te dijo algo de eso? ¿Se acordó?
- No se. O sí. Al otro día se levantó lo más normal y me agradeció y ¡Yo pensé que se acordaba de todo! me dijo, "gracias por bañarme y cambiarme má." ¡Es como si hubiese sabido todo lo que pasó!
Llegamos al telo y apenas entramos la agarré del pelo, la tire sobre la cama culo arriba y la penetré corriéndole la bombacha. La concha estaba más mojada que nunca. Gemía como una leona, casi a los gritos me dijo llamándome por el nombre de su hijo: "Perforame, Mateo". Yo me re calenté y le dije: "Si, mamá, acá tenés" y la penetré por el culo. Comencé a escupirle el orto y darle con más fuerza. Hasta que gritando me pidió: "llename Mateo, llename toda". Así le llené el culo. Estaba tan excitado que luego de descargarle todo, seguí bombeando con la pija parada por otros dos minutos.
Ella, de inmediato fue y se bañó. Esta vez sonriente. Yo no podía creer lo que veía: Graciela estaba toda en forma, cola parada, pancita apenas prominente y las tetas algo caidas pero puntuditas sobre el pezón. Nada mal para 52 años. Me invitó a bañarme. Sus ojos cansados me miraron con complicidad, se agachó y me levantó la verga chupándomela. Y después me dijo "vení, ponete así": me hizo arrodilladar frente a ella. Entonces comenzó a orinarme el pecho y el cuello, con los ojos cerrados y mordiéndose los labios. Fue mi primer lluvia dorada y la pija de nuevo estaba durísima. Cogimos una y otra vez, ya sin silencios ni misterios.
Desde ese día no volvimos a hablar de sus experiencias incestuosas nunca más. Aunque tampoco supe si eran reales o sencillamente era una fantasía que me contó para calentarse. Siempre preferí quedarme con esa duda.
En el poco tiempo que duró, fue una relación hermosa, ocasional, sin compromisos ni rollos. Cogimos las veces que quisimos, recorriendo telos, a veces en las calles de Retiro y hasta en la alfombra apestosa de la oficina.
- ¡Qué pasa Gra!
- Ay, nene. Estoy mal, no me jodas.
Esta vez parecía en serio, estaba totalmente acongojada. Se dio la vuelta y quiso caminar en sentido contrario. Entonces, la agarré de un brazo y le dije:
- ¿Qué pasó esta vez? ¿Alguien te hizo algo? ¿Yo te hice algo?
- Cosas mías.
- Ya nos conocemos bastante, algo te pasó.
- Mateo salió el sábado-dijo entre sollozos-.
- ¿Y qué le pasó?
- No, nada. Volvió casi inconsciente, lo trajeron los amigos.
- Se la dio en la pera ¿Eso te puso mal?
- Lo acompañé al baño, lo hice vomitar y se llenó todo de vómito. Así que lo desvestí y lo bañé. Lo toqué todo Dieguito, no me pude contener.
- Pero ¿qué hiciste?
- Nada, le hice una paja, pero no se le paró. Apenas se le puso un poco tiesa y balbuceaba. Así que lo sequé y frené. Lo llevé a su habitación, le prendí el aire y lo tapé.
- No te sientas mal, si eso es lo que él también quería Gra. Por algo volvió así detonado a su casa.
- A eso de las 4, me desperté porque vino Maia (la hija de ella y hermana de Mateo), entonces volví a su habitación para ver como estaba y me quedé a su lado. Entonces, lo toqué, pero se le paró la pija de inmediato. Mientras balbuceaba, le chupé de nuevo, no sabés que dura se le puso. Me saqué una teta ahí mientras tenía la pija en la boca. No sabés. Me acabó toda, de inmediato.
De nuevo me vi excitado en el medio de la calle. Esta vez por Av. Córdoba yendo a Alem. Yo estaba de nuevo invadido por todos sus deseos incestuosos, tratando de comprender los míos. Ella estaba peor, de nuevo esos ojos desorbitados y los labios nerviosos. Así, sin previa ni nada me invitó ella al telo. Tomamos un taxi en Córdoba y Madero. Su estado psicológico era más que extraño, casi de desquicio. La cara de preocupación contrastaba con su mano que no se separaba de mi pija, mientras el taxista espiaba por el retrovisor.
Al bajar del taxi le digo:
- Gra, no tenés nada de qué arrepentirte. ¿Él te dijo algo de eso? ¿Se acordó?
- No se. O sí. Al otro día se levantó lo más normal y me agradeció y ¡Yo pensé que se acordaba de todo! me dijo, "gracias por bañarme y cambiarme má." ¡Es como si hubiese sabido todo lo que pasó!
Llegamos al telo y apenas entramos la agarré del pelo, la tire sobre la cama culo arriba y la penetré corriéndole la bombacha. La concha estaba más mojada que nunca. Gemía como una leona, casi a los gritos me dijo llamándome por el nombre de su hijo: "Perforame, Mateo". Yo me re calenté y le dije: "Si, mamá, acá tenés" y la penetré por el culo. Comencé a escupirle el orto y darle con más fuerza. Hasta que gritando me pidió: "llename Mateo, llename toda". Así le llené el culo. Estaba tan excitado que luego de descargarle todo, seguí bombeando con la pija parada por otros dos minutos.
Ella, de inmediato fue y se bañó. Esta vez sonriente. Yo no podía creer lo que veía: Graciela estaba toda en forma, cola parada, pancita apenas prominente y las tetas algo caidas pero puntuditas sobre el pezón. Nada mal para 52 años. Me invitó a bañarme. Sus ojos cansados me miraron con complicidad, se agachó y me levantó la verga chupándomela. Y después me dijo "vení, ponete así": me hizo arrodilladar frente a ella. Entonces comenzó a orinarme el pecho y el cuello, con los ojos cerrados y mordiéndose los labios. Fue mi primer lluvia dorada y la pija de nuevo estaba durísima. Cogimos una y otra vez, ya sin silencios ni misterios.
Desde ese día no volvimos a hablar de sus experiencias incestuosas nunca más. Aunque tampoco supe si eran reales o sencillamente era una fantasía que me contó para calentarse. Siempre preferí quedarme con esa duda.
En el poco tiempo que duró, fue una relación hermosa, ocasional, sin compromisos ni rollos. Cogimos las veces que quisimos, recorriendo telos, a veces en las calles de Retiro y hasta en la alfombra apestosa de la oficina.
2 comentarios - Me cojo a una madura y le despierto ideas incestuosas 3/3