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Me cojo a una madura y le despierto ideas incestuosas 1/3

Le cuento una historia de hace años, de cuando yo tenía 19 o 20 años. Eran momentos jodidos para la Argentina, previos a la crisis del 2001, y mi viejo me había conseguido laburo en un estudio contable de su amigo. Ahí laburaba entre 10 y 12 horas diarias. 

Un día me llama mi jefe y me pregunta por unas llamadas a Chile, que sospechaba que yo había hecho. Yo no había sido, así que negué todo y las desconocí. Aunque yo tenía una leve sospecha. Se trataba de la mujer que limpiaba la oficina, Graciela de 52 años, que se quedaba muchas veces hasta las ocho, junto conmigo. Yo la había visto que tardaba horas en la sala de reuniones. Como buen compañero, fui y le dije a ella que habían sospechado de mi, y que yo sabía que ella usaba el teléfono. Le dejé claro que no la iba a delatar, pero que deje de hacerlo, así zafábamos ambos. Obviamente, Graciela me despertaba los instintos más salvajes y hasta me había hecho un par de pajas pensando en ese culo.

Nuevamente, a los meses pasó lo mismo. Y aunque yo tenía muy buena relación con Graciela , esta vez fui a buscarla en la cocina y le dije lo que había pasado bastante enojado, porque me estaba complicando a mí. Ella me contó que llamaba a su hermana que se había ido sola a Santiago y que le daba ánimos por teléfono. Cuando me lo contó, estalló en llantos y yo la abracé consolándola. Sentí sus pechos en mi cuerpo y me volví loco, y ella sintió de inmediato mi pija dura.

En eso ella quiere apartarse y yo retengo el abrazo. Entonces, ella me dice:
- Bueno, ya se. Vos querés que yo te haga un favor, así no le contás al patrón. ¿No?
- No lo había pensado Gra. Pero ¿Vos qué decis? -le dije aprovechando esta situación inesperada-
- Te la chupo, pero solo por esta vez. -me dijo, mientras yo ya había avanzado tocándole el culo enorme-.

Graciela tenía un cola firme y enorme, pero además dos tetas de lindo tamaño y bien puntudas. Aunque la cara no la acompañaba, era una MILF ideal para mí. Finalmente me hizo el pete, al principio sin ganas y mientras avanzaba, se excitaba más, así hasta mojarse toda. Veía que ella luchaba contra sí misma, cada vez que yo le bajaba el pantalón ella se lo volvía a subir. 

- Tengo la concha seca Dieguito, pará un poco- me suplicaba ella-.
- Mentira, si estás re mojada -le dije mientras le colé dos dedos en la concha mientras se agarraba fuerte de la mesada de la cocina-.
- Lo que pasa es que como hace 6 o 7 años que no cojo y es raro.

Mientras ella decía eso, la di vuelta, le bajé el pantalón y le puse la pija en la concha peluda directamente y empujé. Tenía la concha carnosa y espesamente babosa, casi colorada, con algunos pelitos blancos. De entrada estaba algo apretadita, algo seca, pero ahí nomás se comenzó a lubricar todo. Graciela gemía por lo bajo mientras mordía un trapo. Su respiración decía todo, hasta que me dijo "acabame" y yo estallé. 

Acabé a los 10 minutos sin forro ni preámbulo, la llené de leche adentro. Mientras los espasmos de la pija sacaban todo el semen, ella gemía a gruñidos. Y yo, sin poder detenerme, la seguía bombeando con fuerza por detrás. Cuando frené vi ese paisaje majestuoso: Gra estaba toda transpirada, con el culo al aire dando sacudones. Hasta que de pronto el chorro de leche salió por su concha, goteando entre los pelos.

Al terminar, se vistió rápido, totalmente en silencio y sin mirarme. Sencillamente se fue al baño y no hablamos por días.


SIGUE EN LA PARTE 2

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