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Saliendo del trabajo.

Saliendo del trabajo.

Carmen trabaja en una pequeña empresa dedicada al servicio de mantenimiento eléctrico, el inmueble en donde están ubicadas las oficinas es más bien una casa acondicionada para tal función, que los dueños compraron cuando iniciaron con esa pequeña empresa.


Era un jueves por la tarde, llovía a cántaros y pasaban ya de las seis, solo quedaban Carmen, Fernando, y don Chuy, el señor encargado del taller y la bodega.


Don Chuy siempre se la pasaba haciendo inventario de los materiales, era muy raro que se acercara a las oficinas y si lo hacía llamaba desde la puerta con el altavoz, sobre todo porque siempre traía puesto su overol de trabajo, decía que no quería ensuciar el piso que era constantemente trapeado por doña Rocío, la empleada de limpieza.


Esa tarde, Carmen se había quedado con el pretexto de que tenía que contactar a los proveedores para realizar un calendario de mantenimientos, y Fernando, que era encargado del área contable, solo estaba matando el tiempo esperando que dejara de llover.


Los dueños ya se habían retirado unas horas antes, justo después de la hora de la comida, y todos los técnicos se habían desplazado a los respectivos sitios en donde tenían que dar mantenimiento, ninguno volvería a las oficinas, pero había otra razón más que el trabajo para quedarse a esas horas, y es que Carmen estaba recargada sobre la copiadora, justo en ese cuartito al final del pasillo donde estaban los demás cubículos, con su falda levantada por la parte de atrás, con su calzón en sus tobillos y con el pene de Fernando penetrándola…


Carmen era una señora que encajaba perfectamente en la categoría de “milf” en toda la extensión de la palabra, 47 años, piernuda, con un trasero delicioso y pechos redonditos que solía presumir de vez en cuando usando escote. Llevaba puesta una falda de mezclilla, unas zapatillas blancas y una blusa blanca. Fernando la tenía bien sujeta mientras se lo metía y sacaba vigorosamente. Ambos tenían la respiración agitada y continuamente se asomaban por encima de las mamparas para ver si a don Chuy se le ocurría entrar a la oficina.



A Carmen se le balanceaban sus enormes tetas, el sostén que llevaba no era suficiente como para mantenerlas quietas por el vaivén de las embestidas de Fernando y tenía la frente llena de sudor a pesar de que hacía un poco de frío por la lluvia. Ambos se habían estado coqueteando durante todo el día, y el plan era salir a las cinco de la tarde para verse un rato en un motel, pero los sorprendió el aguacero y no pudieron salir a tiempo. Sin embargo las ganas pudieron más y al verse solos en la oficina aprovecharon la ocasión.

Todo comenzó mientras ella imprimía unos reportes, entonces él le llegó por detrás arrimándole el bulto, Carmen sintió esa erección en medio de sus nalgas y comenzó a moverlas sintiendo como el falo se le ponía cada vez más duro. Fernando la abrazó por detrás besándole el cuello y masajeando sus pechos con ambas manos. Al principio Carmen quiso desanimarlo porque tenía miedo de que don Chuy apareciera de repente, pero Fernando le convenció de que no pasaría nada.

Saliendo del trabajo.





Después Fernando la tomo de su delicado rostro y empezó a besarla profundamente jugando con su lengua, Carmen ya estaba completamente entregada al momento y su raja llena de lubricación.

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Él se desabrochó el cinturón del pantalón y se lo bajó un poco, de inmediato Carmen le metió la mano bajo la trusa para sacar ese trozo que la volvía loca, y ni tarda ni perezosa se agachó y comenzó a engullirlo.
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-Te estás al pendiente por si viene Don Chuy- le advirtió ella antes de mamárselo.
Y empezó a chupar como loca viciosa llenando ese pene completamente de saliva desde la base hasta la cabeza.

Fernando sentía que reventaba, le pidió a Carmen que parara y enseguida la volteó hacia un escritorio que estaba justo al lado la copiadora, le levantó la falda y se la metió toda de un solo empujón, Carmen estaba toda lubricada y junto con saliva que le había dejado en el miembro a Fernando le resbaló con toda facilidad.
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Y así continuaron por varios minutos, hasta que de repente el celular de Carmen empezó a sonar:
-¡Es mi marido!, espérame tantito.
-Contéstale.
Carmen tomó su celular.
-¿Bueno?... Hola amor, ¿qué pasó?... Sí, todavía estoy en la oficina esperando que deje de llover.
Y en eso, Fernando, con toda la intención de jugarle una broma a Carmen, empezó a bombearla lentamente, Carmen toda preocupada le hacía señas para que parara, pero Fernando haciendo poco caso solo aumentó la intensidad.
-Ok amor, entonces ¿Vas a pasar por mí?... ¡Qué bueno!, entonces te veo ahorita afuera… ¿En diez minutos?, ya estás muy cerca, entonces ahorita te veo… Bye.

Carmen al fin colgó, y en ese mismo momento Fernando la penetró con tanta vigorosidad que llegó al orgasmo de inmediato, sintiendo como él explotaba dentro vaciándose por completo quedando completamente inundada por del semen de su amante. Fernando aprovechó para acomodarle su calzón en su sitio, quería que ella llegara a su casa completamente sucia de él.

-¡Te pasas de pendejo! Por poco y no me aguanto las ganas de jadear mientras hablaba con mi esposo.
-¿A poco no estuvo bien rico?
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Ambos reían, mientras se besaban nuevamente. Después Carmen pasó al baño para limpiarse lo mejor que pudo.

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Pasaron los diez minutos y Carmen recibió nuevamente una llamada de parte de su marido para avisarle que ya estaba afuera de las oficinas. Ella le pidió a Fernando que no fuera a salir para que nadie sospechara por nada y así fue.


Carmen salió y subió al coche de su marido y le besó como de costumbre, afortunadamente se había enjuagado la boca para mitigar el sabor de lo que había estado devorando. Al llegar a su casa, de inmediato se metió al baño para cambiarse o su ropa interior que venía empapada de semen.


Cualquier parecido con la realidad, es mera coincidencia.

Fin.

1 comentarios - Saliendo del trabajo.

robby13
Algún parecido con la realidad? ¡Es verdad!