Como había pensado en San Honorio, el primer barrio donde residí, también recordé a Jessica Leonna. La conocí por Tinder, la vieja confiable. Dos o tres fotos en el perfil. La primera de ellas vestida como de oficinista; una camiseta blanca de botones, abrochada casi hasta el cuello, mismo lugar hasta donde se extendía su corta cabellera. No tenía lentes, pero sí una sonrisa simpática, nada fuera de lo común. En la segunda igual, su rostro sonriendo en lo que parecía ser una foto grupal donde recortó su cara, en este si figuraba con unos lentes. En la tercera, misma situación. Tanta simplicidad facilitó las cosas, solo veníamos conversando sobre signos, música, comentarios sobre lo que comíamos, nada tan profundo. De repente surgió el interés; vivía cerca de mi casa, como a unas diez cuadras,pero yo no tenía idea de la distribución de la ciudad, un día simplemente me indicó como llegar a una plaza.
Era de día, probablemente las tres de la tarde. Hacía calor, pero yo venía del calor, así que me parecía un día totalmente normal. Llegué antes a la plaza y fumé mientras esperaba que apareciera Jessica. Efectivamente la vi sin saber que era ella, me había llamado la atención una muchacha de lentes que pasó caminando. Se bajaba el vestido de lycra negro, para ocultar sus prominentes piernas, que parecían rebelarse ante el calor. El hecho de que estuviese caminando y concentrada en bajarse el vestido, como si no se notaran las prominentes nalgas y las tetas que moldeaban ese pedazo de tela, le proporcionaban una sensualidad total. Caminó lejos de mí y descarté por completo que fuese Jessica. Pasados diez o quince minutos me di cuenta que me equivocaba; era la chica en cuestión.
Más de cerca, pude contemplar el panorama. El vestido efectivamente era muy corto, en cualquier momento algo se iba a escapar. Lo primero que hizo después de abordarme fue sentarse frente amí, pero no pude mirarle la entre pierna porque bajó un pequeño cierre que liberó la tensión en sus dos espléndidas tetas, sudadas y brillantes ante el calor de los primeros días de enero. Muy risueña, comentó algo sobre el día,sobre comprar agua; yo asentía y sostenía mi mirada en la suya, evitando la desconcentración y la erección que me podía generar semejante espectáculo. Su edad, no lo se, probablemente igual que la mía. Algo rellena pero muy dotada. Instantes después pude mirarle la concha, peluda y sudada. Fue solo un breve momento, cuando cruzó las piernas. Ella se dio cuenta lo atento que estaba porque soltó una carcajada cuando me miró con la vista tan ajetreada. En algún momento tiré la carnada para llevarla a casa, el calor no era lo mejor y en mi habitación podía explorar en detalle los atributos de esta mujer. Dos o tres pequeñas evasivas me hicieron entender que ese día no era mi día, pero si pretendía generarme el deseo suficiente para tenerme allí, atento.
Creo que lo que más me gustó era suculo. Ella lo sabía, caminaba como inclinada hacia adelante y si la mirabas de perfil te dabas cuenta que tenía un gran culo, redondo y natural. Si la veías desde atrás, notabas el movimiento y como se marcaban las nalgas. Parecía una de estas chicas que solo hacen sentadillas, nada más. Además, era fácil percatarse que no llevaba ropa interior, el vestido de lycra delataba todo. Nuevamente se lo volvía a bajar y eso mantenía tu atención enfocada en cualquier desliz, no dejaba de pensar en qué momento me la iba a coger. Al final le comenté que debía trabajar y fui yo quien tomó la iniciativa de hacer otra cosa.
En la noche, después del trabajo,efectivamente encontré en mi celular los mensajes que delataban mi afortunadoescenario. Le encanté a la chica, elogios y promesas de cuidados y atencionesadornaban mi buzón de mensajes. Listo, victoria, las dulces mieles de la gloriaque se encuentra como de casualidad, estaba encaminado a un buen momentogracias a las lindes de la tecnología. Solo era cuestión de tiempo y lugarencontrar la ocasión para follarme a Jessica.
Mi trabajo en esos días era calamitoso, no descansaba en absoluto. En una pizzería ejercía labores de limpieza, cocina y delivery. Era como un trabajador todo en uno, pero nunca me faltaba el dinero en efectivo. De hecho, reunía en una noche cincuenta dólares, algo que ahora parece un sueño; cosas de la economía, supongo. Así que debía agendar un horario nocturno para verla. La chica en cuestión trabajaba durante todo el día, pero no le pregunté en qué rubro, no me interesaba mucho realmente. Ya con la avanzada concretada, decidí preguntarle si podía vestirse para mí.
-Será que te pones algo para mí?, le escribí vía WhatsApp.
-¿Algo cómo qué? ¿Vos decís lencería?,que pícaro- respondió ella, muy avanzada, como en una velocidad donde todo esto era natural, predispuesta a complacer, a obedecer, preacordar condiciones.
-Claro, qué tienes por allí?-
-Hay un body rosa, no se si te copa. Puedo llevar tanguitas también, hay unas sin estrenar- respondió.
-Bueno, trae eso a parte, vente cómoda-, le dije.
-Seguro-, me dijo tras acordar venir acasa después del trabajo.
Efectivamente, 11:45 P.M me pide que la busque en la avenida. Si el encuentro en la plaza había sido para calentarme, este era para quemarme. Estaba vestida como oficinista, con zapatos de tacón negro, una falda extremadamente corta y una camisa blanca como la de la foto, con botones, por lo que supuse que era secretaria o trabajaba en un tribunal. Directamente la abracé y le acaricié el culo enfundado en esta tela fina de gabardina. Nalgas firmes, en movimiento, la tanga marcada, la curiosidad por conocer el color y un comentario sobre la noche para divagar. No estaba para nada apurado, era mi noche.
Para aquellos días vivía en una casona compartida donde no podía hacer ruido. Así que debía contenerme para nalguearla. Por otra parte, tampoco la podía hacer gritar, así que debía someterla. Estos eran mis pensamientos hasta que ella me interrumpió para llenarme la copa de vino. No se de qué hablaba, yo pensaba en proceder. Me pidió indicaciones para ir al baño y se llevó la mochila. Al rato volví a escuchar el resonar de sus taconespara luego mirarla tomar un largo trago.
-Traje el body ¿Me puedo poner más cómoda?- Me dijo mientras revisaba su mochila y, a parte de una prenda color rosa fluor,lanzó a mi mesa lo que parecía ser tela enredada, como cables.
-Parece un carnaval eso, mira cuantos colores – dije, sorprendido.
-Sí. Sabes que tenemos que probarlas todas, a ver cual te es más cómoda- respondió, totalmente canchera mientras sedesabrochaba la falda.
- ¿A mí? - repliqué.
-Sí, me gusta coger con la tanga puesta- me dijo con cara de orto mientras la falda caía al suelo, sin quitarselos tacones.
Pretendí lanzarme a ella, besarla.Pero, al pararme, me detuvo en seco.
-Escúchame una cosa. Esta cogida quiero que sea como yo digo. Ponete cómodo que voy a ver cuantas resistes. Laidea es que me cojas con la mayor cantidad de tangas. Vamos a empezar con la amarilla, la que no he estrenado-, me dijo Jessica, quien se colocó una cremaen las manos para luego aplicársela en las nalgas. Para ese momento no podía quitarla vista del encaje rojo de la pantie que se estaba quitando. De la mesa tomó una amarilla, de encaje, y se la colocó lentamente, cuidando que cada tira quedara en su lugar.
-Sacate el pantalón y ponete cómodo-,me dijo mientras untaba sus manos con una crema. Me senté en el sillón, ya sin pantalón y con la verga como el mástil de un velero.
-Primero la tienes que mirar así-,dijo Jessica, ya en cuatro, con el culo en alto y colocando sus manos en misr odillas. Efectivamente sus nalgas inmensas hacían ver pequeño el triángulo amarillo que se movía. No pude captar más detalles porque la tenía a ella comenzando la mamada con arcadas. Decidí tomar otro trago para relajar y le acomodé el cabello. Ella disfrutaba chupar la pija, no lo dudé ni un instante porque la espuma ya ocultaba mis bolas. Completamente babeada y excitada se subió como en éxtasis, de espalda y con la tanga corrida. Comenzó a cabalgarme desesperada, por lo que tuve que mirar hacia el techo. Estoy seguro de que si detallaba semejante culo, le acababa dentro. Tuve que mantener la calma para resistir ese arrebato que la hizo olvidarse del preservativo. Cuando se levantó fue como si hubiese emergido a la superficie del mar, pude respirar.
-Bombón, pero que rica pija. Está muy dura. - dijo mientras se quitaba la tanga, completamente mojada. Luego procedió a tomar una azul con dos tiras.
-Está directamente sin mamada porqueme quedé con ganas. ¿Acabaste? No acabes dentro porque te mato-, me amenazó.
-Tranquila, estoy tomando vino. Chupame la verga porque no la tengo parada-, le ordené. Ella volvió a lo suyo parando el culo. Me provocó mamarselo, pero estaba muy cómodo.
-Mandale cogida-, le indiqué. Ella sonriendo se subió nuevamente a la verga. Al cabo de un instante me dijo que estaba cansada. Me tocó entrar en acción, pero aproveché para cambiar por la tanga roja. La verga no se me durmió.
Una vez con el diminuto hilo rojo, me pidió que le sacara una fotografía. Efectivamente se abrió las nalgas para ser retratada y luego procedí a pasarle la lengua por el culo, simplemente para calentarla.
-No te lo voy a entregar hoy, pijudo-me dijo riéndose. Aproveché para ponerla en cuatro, apoyada del sillón, y volví a lo mío. Una vez sudados y yo con la verga a punto de explotar, le dije que necesitaba acabar.
-Relajate y acabame tranqui mientraste la chupo. Me voy a colocar la verde. Por lo menos resististe tres, otros no llegan ni a la segunda- aclaró Jessica, quien nuevamente procedió aarrodillarse mientras yo me servía otra copa.
Religiosamente se dedicó a lo suyo. Por momentos dejaba de sentir su boca y solo escuchaba las arcadas. No se cómo no vomitó, sus habilidades me impresionaron. Finalmente aplicó las dos manos y cuando descargué la explosión de semen dentro de su boca, se quedó inmóvil mientras la pija latía. Pude sentir la punta de su lengua tocándome la base del tronco de la verga y fue como una segunda explosión. Ella con la cara totalmente roja,pero con sus manos extendidas en mi abdomen, recibiendo con calma su dosis.
-Sos un hijo de puta. Que cantidad de leche, eh- respondió mientras se secaba algunos rastros del mentón. Yo le serví otro trago, supe que la noche a penas comenzaba. Una experta en el arte de mamar, me dije mientras ella salía hacia el baño.
Pero lo que más me sorprendió fue suatuendo para ir a trabajar. Tomando en cuenta sus horarios, el misterio alrededor de sus redes sociales, por un momento pensé que era scort o dama decompañía. Es una duda que debo aclarar en los próximos días cuando la vuelva aencontrar. Esa primera noche terminó en una secuencia maratónica de sexo ebrio donde ella se ocupó de hacerme acabar para que yo no lo hiciera dentro.
Tras esa primera jornada, ella compartió algunas fotografías conmigo donde figura en el consultorio donde trabaja como “kinesióloga”. No obstante las poses, la ropa, los horarios, todo eso me hace pensar que allí ocurre algo más. Inclusive, ese primer polvo nuestro da el indicio claro de cara a una investigación que se fundamenta en seguírmela follando. El jueves la visitaré a su departamento y continuarán mis observaciones.
0 comentarios - ¿Será Scort? Coger para elegir una tanga