Ya voy a seguir contando todo lo que me pasó durante el tiempo que estuve ausente de la página. Pero ahora quiero compartir con ustedes algo reciente.
Desde que nació Romina, me ayuda a cuidarla una chica que se llama Giuliana. Tiene 23 años, estudia arquitectura, y me la recomendó una de mis colegas productoras.
Yo ya estaba algo alejada del trabajo, por lo que la necesitaba muy pocas horas la verdad, solo cuándo quería salir a hacer compras o dormir tranquila, sin los temores lógicos de toda madre.
También le había dicho que, quizás, la necesitaría alguna que otra noche. Ya hacía un tiempo que me había separado, y pensaba volver a salir, ir a un bar, un boliche, conocer algún hombre y llevármelo a la cama, al menos esa era mi intención, pero inesperadamente, la separación me chocó en una forma que no había imaginado.
Estuve con depresión varios días, semanas, no solo la postparto, sino también la conyugal, sin ganas de levantarme ni de salir, ocupándome solo de mi beba. En ese tiempo fue muy importante Giuliana, que llegó a rechazar otros trabajos solo para estar conmigo y apoyarme.
Por eso, para las fiestas, quise hacerle un regalo especial. Una caja navideña premium, bien surtida, con las marcas más exclusivas. La encargué, la llevaron a mi casa, y entonces la llamé para pedirle que pasé a buscarla, ya que además quería darle un regalo en efectivo.
Me dió las gracias, pero me dijo que en esos días iba a estar muy ocupada, que le sería imposible pasar aunque solo fuera un momento, pero que si no tenía problema podía mandarlo al novio. Le digo que sí, que esta bien, ya que a Davo lo conocía de cuando pasaba a buscarla por casa. Tiene su misma edad, y toca el bajo en una banda de Punk Rock. No digo el nombre, porque sino lo van a identificar fácilmente.
Es un chico simpático, con los brazos tatuados, siempre vestido con remeras alusivas a bandas de rock.
Vino el miércoles entre la Navidad y el Año Nuevo, esta vez no vino con ninguna remera rockera, sino con la camiseta argentina, y el pelo cortado al estilo Dibu Martínez, con la bandera pintada en el cuero cabelludo. Hacía solo unos días habíamos ganado la Copa del Mundo y ésa era su forma de homenajear a los campeones.
Giuliana me avisó que pasaría a eso de las tres, ya que luego tenía ensayo con su banda en una sala cercana.
Les juro que mi intención era entregarle la caja, desearle felices fiestas para él y su novia, y nada más. Aún no me sentía de ánimo, pero al recibirlo, se me ocurrió invitarle algo de tomar. Era un día caluroso, de esos en que el Sol raja la tierra, por lo que no podía dejarlo ir sin que se refrescara antes.
-Tenía una sidra en la heladera, ¿te viene bien un brindis o estás apurado? July me dijo que tenés ensayo- le pregunto mostrándosela.
-Se suspendió, están todos con resaca todavía- me dice riéndose.
-Buenísimo, entonces tomá, abríla que voy a buscar dos copas- le digo entregándole la botella.
Desde la cocina escucho el PLOP del descorche. Llevo las copas, sirve las bebidas, y brindamos. Él se toma todo y se vuelve a servir, yo apenas doy un sorbo, ya que estoy lactando, y, justamente, en ése preciso momento, como si hubiera estado predestinado, se escucha el llanto de Romina.
-Es un relojito la nena, ya es hora de su comida- le comento.
-Gracias entonces por el brindis, estaba rica la sidra...- me agradece levantándose.
-No, no te vayas todavía, tengo algo más para July, servite otra copa que es solo un ratito- le digo.
Voy al cuarto, la levanto a Romi, y regreso con ella a la sala. Me siento frente a Davo, y como si nada, pelo una teta, cargada, pesada y se la doy a mi bebé. El chico trata de disimular, pero no puede evitar mirar de reojo mientras me habla de la banda y del demo que acaban de grabar, prometiendo traérmelo en algún momento.
Ya lo había decidido, tenía ganas de coger y ese chico me caía del cielo.
Paso de una teta a la otra, dejando la anterior al descubierto, y cuándo Romi ya demuestra estar satisfecha, la regreso a su cuna. Vuelvo a la sala, con el vestido ya levantado, pero de una forma en que se me traslucen los pezones.
A buen entendedor, pocas palabras...
-¿Me servís...?- le pido, extendiendo mi copa.
Hacemos otro brindis, pero está vez me acerco para saludarlo con un beso.
-¡Feliz 2023...!- le deseo, y tal como lo esperaba, al momento de besarlo en la mejilla, voltea la cara, de modo que nos damos un pico.
Le sonrío, y como no me aparto, sino que me quedo ahí, muy cerca suyo, sin recriminarle nada, aprovecha el momento y me besa en la boca.
-¡Ups! Parece que tome de más- le digo como disculpándome cuándo nos separamos.
-No pasa nada, tomá, hagamos otro brindis- me dice, sirviéndome lo último que queda en la botella.
Brindamos y volvemos a besarnos, ésta vez durante más tiempo y con mayor intensidad.
-¡Mmmhhhh...! Me parece que no es por la sidra- le digo, quedándome pegada a su cuerpo, sintiendo la tensión de sus músculos, el calor de su piel.
Nos sentamos en el sofá y nos seguimos besando, jugosa, ávidamente, dejando que las manos de uno resbalen por el cuerpo del otro.
-Giuliana no se merece que le hagamos esto- le digo en un momento, cómo arrepintiéndome, intentando soltarme de su abrazo.
Intento que es apenas un remedo, ya que no estaba dispuesta a dejarlo escapar.
-No se entera de nada, no te preocupes- intenta convencerme, reteniéndome a la fuerza.
-¿Estás seguro...?- le pregunto aún dudosa.
-Segurísimo...- enfatiza, atrayéndome a su lado.
-Bueno, si es así...- accedo, acariciándole ahora la entrepierna, manoseando ese paquete que en apenas un instante se hincha de manera incontenible.
Puedo sentir la dureza, la tensión a través de la ropa, apretando, acariciando, mientras él ya me está bajando el vestido para chuparme las tetas.
La leche me sale a chorritos, por lo que succiona y traga lo que puede, el resto lo lame por encima de mis pechos.
Se pela él mismo la pija, y me la ofrece, dejándola ahí parada, sobresaliendo por entre su bragueta. Con una mano se estira la piel casi hasta la raíz, haciendo que la cabeza se inflame más todavía. Me inclino y se la chupo, comiéndome hasta un poco más de la mitad. Tiene una buena verga Davito, larga, nervuda, portentosa. Se la chupeteo toda, desde la punta hasta los huevos. Entonces me levanto, y me saco el vestido, quedando completamente desnuda enfrente suyo, dando una vueltita para exhibirme, para que vea lo que está a punto de comerse.
Me le siento encima, una pierna a cada lado de su cuerpo, y sosteniéndole yo misma la pija, me la meto toda adentro, soltando un suspiro de alivio, placer y regocijo mientras la siento deslizándose en mí.
Davo me sujeta fuerte de la cintura, clavándome prácticamente los dedos en la carne, y se empieza a mover, haciéndome sentir toda su potencia, toda su virilidad.
Yo también me muevo, agitando mis caderas atrás y adelante, y mientras lo hago, vuelvo a disparar leche por los pezones. El novio de la niñera abre la boca para tragar y saborear la mayor parte, lo que se le derrama por las comisuras de los labios se lo limpio yo con la lengua.
Luego de una cabalgata que me deja con el orgasmo ahí, palpitando en el vientre, me levanto, lo agarro de la mano y me lo llevo al dormitorio. Me pongo en cuatro, entregándome como si no hubiera un mañana. Davo me chupa primero toda la concha y el culo, para luego ponérmela como los Dioses.
-¡¡¡Siiiiiiiiii... Cogeme... Dale, cogeme fuerte, no parés... Ahhhhhhh... Siiiiiiiiii... Ahhhhhhh... Dale, dale, dale... Uffffffffff...!!!-
Que bien coge el pendejo. Me la mete y agarrándome de las nalgas, con las manos bien abiertas, me aniquilia a bombazos, uno detrás del otro, sin pausa ni respiro. Ahí sí que acabo, echándome un polvo que se queda un buen rato estallándome en todo el cuerpo.
Mientras yo me sumerjo en la cálida emulsión del orgasmo, Davo me pone de costado y me sigue dando, entusiasmado con poder disfrutarme en todas las poses que se le ocurran.
Tengo la experiencia suficiente como para saber que los hombres mayores son más tradicionales, dos o tres posiciones como mucho, en cambio los menores de 30 son más como actores porno, queriendo hacer todos los malabares posibles. Yo encantada, por supuesto, ya que me gusta que me den en la posición que sea.
Cuándo vuelvo en mí, luego del disfrute, me le subo encima, a caballito, y lo cabalgo con todas mis ganas, ansiosa por sacarme de encima toda esa mala onda y frustración que me estuvo persiguiendo durante semanas.
Cuándo percibo que ya está a punto de tener su propio orgasmo, me levanto, me pongo a un costado, y agarrándole la pija, se la pajeo, ayudándolo a trepar esa última cresta hacía la cima del placer. Cuándo ya está a punto, en ese instante previo, al borde del estallido, me agacho y sin soltársela, me la meto en la boca. Los lechazos me dan de lleno en el paladar, y aunque es abundante, me trago todo sin pestañear. No todo en realidad, mantengo un poco en la boca para saborearlo, y luego derramarlo sobre su vientre, lamiéndolo directamente de ahí.
Ahora sí, que lindo es sentirse bien garchada. Es tan gratificante. Lo beso a Davo y le agradezco por permitirme terminar el año de esa forma.
No es que me haya olvidado así nomás de mi marido, de la separación y por todo lo que estuve pasando esas últimas semanas, pero después de un buen polvo, nada puede estar tan mal.
-Voy a estar esperando el demo que prometiste traerme- le digo al despedirlo en la puerta, aún desnuda, apenas cubriéndome con una prenda
Me besa y se sonríe, sabiendo muy bien lo que significa en realidad mi pedido...
Desde que nació Romina, me ayuda a cuidarla una chica que se llama Giuliana. Tiene 23 años, estudia arquitectura, y me la recomendó una de mis colegas productoras.
Yo ya estaba algo alejada del trabajo, por lo que la necesitaba muy pocas horas la verdad, solo cuándo quería salir a hacer compras o dormir tranquila, sin los temores lógicos de toda madre.
También le había dicho que, quizás, la necesitaría alguna que otra noche. Ya hacía un tiempo que me había separado, y pensaba volver a salir, ir a un bar, un boliche, conocer algún hombre y llevármelo a la cama, al menos esa era mi intención, pero inesperadamente, la separación me chocó en una forma que no había imaginado.
Estuve con depresión varios días, semanas, no solo la postparto, sino también la conyugal, sin ganas de levantarme ni de salir, ocupándome solo de mi beba. En ese tiempo fue muy importante Giuliana, que llegó a rechazar otros trabajos solo para estar conmigo y apoyarme.
Por eso, para las fiestas, quise hacerle un regalo especial. Una caja navideña premium, bien surtida, con las marcas más exclusivas. La encargué, la llevaron a mi casa, y entonces la llamé para pedirle que pasé a buscarla, ya que además quería darle un regalo en efectivo.
Me dió las gracias, pero me dijo que en esos días iba a estar muy ocupada, que le sería imposible pasar aunque solo fuera un momento, pero que si no tenía problema podía mandarlo al novio. Le digo que sí, que esta bien, ya que a Davo lo conocía de cuando pasaba a buscarla por casa. Tiene su misma edad, y toca el bajo en una banda de Punk Rock. No digo el nombre, porque sino lo van a identificar fácilmente.
Es un chico simpático, con los brazos tatuados, siempre vestido con remeras alusivas a bandas de rock.
Vino el miércoles entre la Navidad y el Año Nuevo, esta vez no vino con ninguna remera rockera, sino con la camiseta argentina, y el pelo cortado al estilo Dibu Martínez, con la bandera pintada en el cuero cabelludo. Hacía solo unos días habíamos ganado la Copa del Mundo y ésa era su forma de homenajear a los campeones.
Giuliana me avisó que pasaría a eso de las tres, ya que luego tenía ensayo con su banda en una sala cercana.
Les juro que mi intención era entregarle la caja, desearle felices fiestas para él y su novia, y nada más. Aún no me sentía de ánimo, pero al recibirlo, se me ocurrió invitarle algo de tomar. Era un día caluroso, de esos en que el Sol raja la tierra, por lo que no podía dejarlo ir sin que se refrescara antes.
-Tenía una sidra en la heladera, ¿te viene bien un brindis o estás apurado? July me dijo que tenés ensayo- le pregunto mostrándosela.
-Se suspendió, están todos con resaca todavía- me dice riéndose.
-Buenísimo, entonces tomá, abríla que voy a buscar dos copas- le digo entregándole la botella.
Desde la cocina escucho el PLOP del descorche. Llevo las copas, sirve las bebidas, y brindamos. Él se toma todo y se vuelve a servir, yo apenas doy un sorbo, ya que estoy lactando, y, justamente, en ése preciso momento, como si hubiera estado predestinado, se escucha el llanto de Romina.
-Es un relojito la nena, ya es hora de su comida- le comento.
-Gracias entonces por el brindis, estaba rica la sidra...- me agradece levantándose.
-No, no te vayas todavía, tengo algo más para July, servite otra copa que es solo un ratito- le digo.
Voy al cuarto, la levanto a Romi, y regreso con ella a la sala. Me siento frente a Davo, y como si nada, pelo una teta, cargada, pesada y se la doy a mi bebé. El chico trata de disimular, pero no puede evitar mirar de reojo mientras me habla de la banda y del demo que acaban de grabar, prometiendo traérmelo en algún momento.
Ya lo había decidido, tenía ganas de coger y ese chico me caía del cielo.
Paso de una teta a la otra, dejando la anterior al descubierto, y cuándo Romi ya demuestra estar satisfecha, la regreso a su cuna. Vuelvo a la sala, con el vestido ya levantado, pero de una forma en que se me traslucen los pezones.
A buen entendedor, pocas palabras...
-¿Me servís...?- le pido, extendiendo mi copa.
Hacemos otro brindis, pero está vez me acerco para saludarlo con un beso.
-¡Feliz 2023...!- le deseo, y tal como lo esperaba, al momento de besarlo en la mejilla, voltea la cara, de modo que nos damos un pico.
Le sonrío, y como no me aparto, sino que me quedo ahí, muy cerca suyo, sin recriminarle nada, aprovecha el momento y me besa en la boca.
-¡Ups! Parece que tome de más- le digo como disculpándome cuándo nos separamos.
-No pasa nada, tomá, hagamos otro brindis- me dice, sirviéndome lo último que queda en la botella.
Brindamos y volvemos a besarnos, ésta vez durante más tiempo y con mayor intensidad.
-¡Mmmhhhh...! Me parece que no es por la sidra- le digo, quedándome pegada a su cuerpo, sintiendo la tensión de sus músculos, el calor de su piel.
Nos sentamos en el sofá y nos seguimos besando, jugosa, ávidamente, dejando que las manos de uno resbalen por el cuerpo del otro.
-Giuliana no se merece que le hagamos esto- le digo en un momento, cómo arrepintiéndome, intentando soltarme de su abrazo.
Intento que es apenas un remedo, ya que no estaba dispuesta a dejarlo escapar.
-No se entera de nada, no te preocupes- intenta convencerme, reteniéndome a la fuerza.
-¿Estás seguro...?- le pregunto aún dudosa.
-Segurísimo...- enfatiza, atrayéndome a su lado.
-Bueno, si es así...- accedo, acariciándole ahora la entrepierna, manoseando ese paquete que en apenas un instante se hincha de manera incontenible.
Puedo sentir la dureza, la tensión a través de la ropa, apretando, acariciando, mientras él ya me está bajando el vestido para chuparme las tetas.
La leche me sale a chorritos, por lo que succiona y traga lo que puede, el resto lo lame por encima de mis pechos.
Se pela él mismo la pija, y me la ofrece, dejándola ahí parada, sobresaliendo por entre su bragueta. Con una mano se estira la piel casi hasta la raíz, haciendo que la cabeza se inflame más todavía. Me inclino y se la chupo, comiéndome hasta un poco más de la mitad. Tiene una buena verga Davito, larga, nervuda, portentosa. Se la chupeteo toda, desde la punta hasta los huevos. Entonces me levanto, y me saco el vestido, quedando completamente desnuda enfrente suyo, dando una vueltita para exhibirme, para que vea lo que está a punto de comerse.
Me le siento encima, una pierna a cada lado de su cuerpo, y sosteniéndole yo misma la pija, me la meto toda adentro, soltando un suspiro de alivio, placer y regocijo mientras la siento deslizándose en mí.
Davo me sujeta fuerte de la cintura, clavándome prácticamente los dedos en la carne, y se empieza a mover, haciéndome sentir toda su potencia, toda su virilidad.
Yo también me muevo, agitando mis caderas atrás y adelante, y mientras lo hago, vuelvo a disparar leche por los pezones. El novio de la niñera abre la boca para tragar y saborear la mayor parte, lo que se le derrama por las comisuras de los labios se lo limpio yo con la lengua.
Luego de una cabalgata que me deja con el orgasmo ahí, palpitando en el vientre, me levanto, lo agarro de la mano y me lo llevo al dormitorio. Me pongo en cuatro, entregándome como si no hubiera un mañana. Davo me chupa primero toda la concha y el culo, para luego ponérmela como los Dioses.
-¡¡¡Siiiiiiiiii... Cogeme... Dale, cogeme fuerte, no parés... Ahhhhhhh... Siiiiiiiiii... Ahhhhhhh... Dale, dale, dale... Uffffffffff...!!!-
Que bien coge el pendejo. Me la mete y agarrándome de las nalgas, con las manos bien abiertas, me aniquilia a bombazos, uno detrás del otro, sin pausa ni respiro. Ahí sí que acabo, echándome un polvo que se queda un buen rato estallándome en todo el cuerpo.
Mientras yo me sumerjo en la cálida emulsión del orgasmo, Davo me pone de costado y me sigue dando, entusiasmado con poder disfrutarme en todas las poses que se le ocurran.
Tengo la experiencia suficiente como para saber que los hombres mayores son más tradicionales, dos o tres posiciones como mucho, en cambio los menores de 30 son más como actores porno, queriendo hacer todos los malabares posibles. Yo encantada, por supuesto, ya que me gusta que me den en la posición que sea.
Cuándo vuelvo en mí, luego del disfrute, me le subo encima, a caballito, y lo cabalgo con todas mis ganas, ansiosa por sacarme de encima toda esa mala onda y frustración que me estuvo persiguiendo durante semanas.
Cuándo percibo que ya está a punto de tener su propio orgasmo, me levanto, me pongo a un costado, y agarrándole la pija, se la pajeo, ayudándolo a trepar esa última cresta hacía la cima del placer. Cuándo ya está a punto, en ese instante previo, al borde del estallido, me agacho y sin soltársela, me la meto en la boca. Los lechazos me dan de lleno en el paladar, y aunque es abundante, me trago todo sin pestañear. No todo en realidad, mantengo un poco en la boca para saborearlo, y luego derramarlo sobre su vientre, lamiéndolo directamente de ahí.
Ahora sí, que lindo es sentirse bien garchada. Es tan gratificante. Lo beso a Davo y le agradezco por permitirme terminar el año de esa forma.
No es que me haya olvidado así nomás de mi marido, de la separación y por todo lo que estuve pasando esas últimas semanas, pero después de un buen polvo, nada puede estar tan mal.
-Voy a estar esperando el demo que prometiste traerme- le digo al despedirlo en la puerta, aún desnuda, apenas cubriéndome con una prenda
Me besa y se sonríe, sabiendo muy bien lo que significa en realidad mi pedido...
32 comentarios - Me garché al novio de la chica que cuida a mi beba...
un poquito de empatía para con el otro che 😤😆
Nuevamente, felicitaciones por volver, esperando que la frecuencia de tus relatos aumente. 😊
beso.