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Mi madre y el albañil

Era un domingo por la noche y estábamos cenando pozole que papá y mamá habían pasado a traer al puesto que nos quedaba a dos cuadras de la casa, y mientras lo hacíamos papá le dijo a mamá que había hablado con Don Javier, un señor que era plomero y albañil, para que viniera a la casa para hacerle un presupuesto para instalar la tubería de dos baños nuevos que se estaban construyendo en la planta baja y en el piso de arriba de nuestra casa. 
-¿Cómo a qué hora vendría?- le preguntó mamá.
-Me dijo que llegaba a las 12, a ver si estás a esa hora en la casa para que de una vez nos haga la cuenta y ver si nos cobra más barato.
-¿Crees que tarde mucho? Acuérdate que tengo que ir por la niña a la escuela a las 12:30 – Mi hermana menor salía a la una de la primaria.
-Pues me dijo que iba a llegar puntual – le contestó mi padre- No te tardes mucho con tu mamá, porque luego se agarran al chisme y te tardas mucho.
-¡Que no, hombre!, nada más le ayudo a comprar su mandado al mercado y me vengo rápido - respondió mi madre ya algo molesta. 
Y así fue, terminamos de cenar y me fui a mi cuarto al piso de arriba, mis padres dormían en la planta baja, y mi hermana se fue al suyo también.
Al día siguiente desayunamos, papá se fue a su trabajo temprano como siempre, y después me fui yo a mi escuela, en ese entonces mi madre llevaba a mi hermana porque aún era muy pequeña para irse solita.
Ese día nos suspendieron las clases en la preparatoria porque dos de nuestros maestros no iban a ir, el de Química supuestamente fue a un curso y el de Matemáticas se reportó enfermo. Como era de esperarse, mis amigos y yo nos fuimos a una tienda que quedaba a dos cuadras de la prepa donde había muchas maquinitas de videojuegos a gastarnos lo del recreo, pero para mi mala suerte, mientras íbamos en la calle una mamá de mis amigos nos encontró en la calle, así que tuvimos que decirle la verdad, que nos habían suspendido las clases y terminamos separándonos para irnos a nuestras casas. 
Casi iban a ser las once de la mañana cuando llegué, obviamente no había nadie pues se suponía que mi madre había ido con la abuela para ayudarle a comprar al mercado (frutas, verduras y lo que se necesitaba en su casa, sobre todo para ayudarle a cargar las bolsas de la despensa). Me encerré y prendí mi televisión, pero no pasó mucho tiempo cuando escuché como el portón de la casa hacía el típico ruido cuando alguien está abriendo con la llave, afortunadamente me di cuenta rápido ya que era muy escandaloso al abrirse. 
Me asomé por la ventana y vi que mamá estaba entrando con dos bolsas de plástico con algunas cosas, me imaginé que habría terminado de ayudarle a la abuela y que había llegado más temprano de lo que se suponía. De alguna manera se me ocurrió cerrar bien la puerta de mi cuarto y apagar la televisión para no hacer ruido, si mi madre hubiera sabido que había llegado temprano a la casa inmediatamente me habría puesto a hacer quehaceres como siempre. 
Así que fue lo que hice, me encerré, escondí mi mochila y mis zapatos, pues ya me los había quitado, y puse atención en los ruidos que hacía para saber si subía las escaleras, en el caso que lo hiciera me escondería rápido debajo de mi cama por si pasaba a mi cuarto a asomarse. 
Escuché como abrió la puerta de la sala, la de su cuarto, el momento en el que puso las cosas que llevaba sobre la mesa, cuando comenzó a recoger algunos trastos para sacarlos y llevarlos al lavadero. Al escuchar como hacía ruido desde el lavabo me asomé por la ventana mirando a través de la cortina, la vi enjuagándose las manos y acomodándose el cabello para hacerse una coleta. Mi madre iba en fachas, y lo menciono para que se den una idea de la situación, llevaba puesto un pans y una playera holgada, sin embargo ella siempre fue de muslos voluminosos así que la ropa deportiva siempre le quedada muy entallada. Lo curioso para mí en ese instante es que se metió al baño (que para ese entonces estaba a un lado del lavadero, y el motivo de la construcción de unos nuevos dentro de la casa era para no tener que salir afuera para bañarse) y salió vestida con un vestido floreado que le quedaba un poco arriba de sus rodillas, y el pans y su playera los echó en un sesto con ropa sucia. Volvió a lavarse las manos, a alisar su cabello y se metió de nuevo a la casa a seguir con tareas del hogar. 
No pasó mucho tiempo, unos diez o quince minutos, cuando escuché que tocaron otra vez en el portón. Desde la ventana vi como mamá salió a abrir y escuché como se saludaba con Don Javier, el albañil que iba a venir a revisar lo de los baños. 
-Buenos días Mary, ¿cómo has estado?
-Bien, ¿y tú? Hacía mucho tiempo que no sabía nada de ti hasta que me dijo mi marido que ya andabas trabajando cerca…
Y continuaron su típica plática de saludo, escuché como mamá lo invitó a entrar y le ofreció un vaso de refresco, Don Javier no aceptó pero respetuosamente le dio las gracias. 
Siguieron hablando sobre todo el tiempo que no se habían visto, que supuestamente el señor ese llevaba varios meses trabajando fuera pero que ya había regresado de nuevo. Mi madre le preguntó por su esposa y sus hijas y el señor le respondía que todo estaba muy bien. Yo todo lo escuchaba clarito, pues no había ruidos de nada y ellos pensaban que estaban solos en la casa. Todo parecía ir bien hasta que algo me resultó muy extraño. 
-¡Pues que bueno que ya estás aquí! -dijo mi madre – Ya no sabía nada de ti, te desapareciste muy feo, hasta pensé que ya te habías olvidado de mí. 
-No Mary, ¿Cómo crees que me voy a olvidar así de ti?
-¿En serio?
-Ni lo dudes, por favor. 
-Bueno, te voy a creer pues. Pues vamos para allá arriba para que veas como está lo que tienes que hacer. 
Y escuché como los pasos de ambos se acercaban hacia el piso de arriba, a donde estaba mi cuarto y el de mi hermana. Inmediatamente me tumbé al piso y me metí debajo de la cama, y gracias a eso no supieron que estaba ahí porque mi madre abrió mi puerta (para asomarse, obviamente) y la volvió a cerrar con fuerza. 
Permanecí ahí escondido escuchando como el señor ese le hablaba de tuberías PVC, de cobre o de plástico que era más barata, de cuántos metros eran y esas cosas, y de los precios del material y de su mano de obra. Mi madre solo le decía ok a todo y que hiciera bien sus cuentas para su marido. 
-¿Y tú esposo?
-Está trabajando.
-¿Sigue en donde mismo?
-Sí.
-¿Y a qué hora llega?
-Ya llega tarde, como a las siete de la noche. 
-¿Y tus hijos?
-En la escuela
-Ya han de estar grandes.
-Mi hijo apenas acaba de entrar a la preparatoria, y mi hija va en la primaria, en tercero. 
-Está chiquita todavía. 
-Sí. 
-¿Entonces estas solita ahorita?
-Sí - en eso mi madre comenzó a reírse - ¿Por qué?
-No, por nada. 
-A ver, vamos al baño de abajo.
Y entonces escuché como sus pisadas se alejaban por las escaleras. Continuaron hablando sobre el baño y ya sabiendo que estaban en la planta baja salí de mi cama y puse mi oreja pegada a mi puerta para seguir oyendo su plática que me estaba sacando un poco de onda por el nivel de confianza con el que se hablaban. 
Y así pasaron otros quince minutos, serían entonces como las 11:45 cuando de repente me percaté que habían dejado de hacer ruido. No se escuchaba pasos, no escuchaba las risas de mamá ni la voz de ese fulano. Entonces me asomé por la ventana pensando que ya habían salido al patio o algo así, pero seguía sin escuchar nada. Y así pasaron alrededor de unos diez minutos y lo que me imaginé es que el fulano ese ya se había ido, y también mamá porque tenía que ir recoger a mi hermana a la escuela. Así que abrí mi puerta con mucho cuidado y me asomé hacia debajo de las escaleras sin notar a nadie, pero fue en ese instante que escuche una respiración profunda:
-¡Aaaaaaaaaaaaaaah, ssssssss!
Las escaleras bajaban hacia la pequeña sala que teníamos, y de ahí estaba enfrente la entrada hacia la cocina, y hacia el otro lado el cuarto de mis padres. No bajé completamente, solo me asomé a través de los barandales de las escaleras y vi lo que sucedía: mi madre estaba agachada en cuclillas, el tipo frente a ella con el cierre de su pantalón abierto y la boca de mamá engullendo su pene mientras él la agarraba del cabello. 
Mi madre y el albañil


Sentí un sudor frío por todo mi cuerpo, coraje por ver lo que estaba haciendo mi madre, pero también un chingo de morbo y excitación. 
Tuve miedo de ser descubierto, así que no vi mucho en ese momento, mamá tenía toda su verga en la garganta hasta que se la saco para restregársela en la cara mientras ella lo miraba a los ojos riéndose. 
Me moví de ahí porque era muy fácil que me vieran, así que sin hacer ruido volví arriba y me escondí. De repente escuche como ambos hicieron ruido y se metieron al cuarto de mamá mientras se susurraban, no alcancé a entender qué se dijeron. 
Nuevamente me armé de valor porque los quería ver y bajé las escaleras, afortunadamente estas no pasaban por enfrente de la puerta su cuarto, pero sí podía asomarme desde la cocina en donde estaba la alacena y el refrigerador. Y ya estando justo ahí miré de reojo y para mi buena suerte habían dejado la puerta abierta, el señor ese estaba acostado en la cama y mi madre montada encima de él, ella me daba la espalda así que no se daban cuenta que yo les estaba mirando. El tipo le masajeaba las nalgas por debajo de su vestido y ella lo besaba porque escuchaba los chasquidos de sus bocas, mi verga estaba tan durísima viendo ese espectáculo que hasta sentía que me dolía.
El albañil ya se había bajaso su pantalón y lo tenía todo atorado en sus pies, y mi madre seguía con su vestido, supongo que no quiso desnudarse en caso de que alguien llegara de improvisto a la casa, pero le vi su voluminoso culo porque el tipo no la soltaba de las nalgas. Ella volvió a bajarse y vi como su cabeza se movía de arriba hacia abajo porque se la estaba mamando. 
Después mi madre se volvió a subir para volverlo a besar en su boca, a la vez queella misma se hacía a un lado su pantaleta de color rosa, tomo la verga parada del fulano y se la empezó a apuntar hacia la entrada de su concha, y vi como se lo metió toda y hasta el fondo lanzando un gemido.
-¡Aaaaaaaay, qué rico!
Y lo empezó a cabalgar, por ratos el vestido le cubría sus nalgas pero él se lo subía nuevamente, veía como le entraba y salía el pene a través de su raja toda abierta, ver explícitamente eso no se comparaba en lo más mínimo a ver porno en las revistas que llevaban mis amigos a la escuela (por aquellos años así era). 
Se notaba que mi madre contenía sus gemidos del placer que sentía en cada sentón que daba. Por ratos, ella se quedaba quieta y albañil la bombeaba por abajo. 
-Ya se me está haciendo tarde- le dijo ella y Don Javier empezó a acelerar las metidas y sacadas, pude escuchar la venida de mí madre y la venida de él. Después, ambos se quedaron quietos y se dijeron palabras, no alcancé a distinguirlas pero vi que mi madre se estiró hacía el buró que estaba al lado de su cama, tomo un pedazo de papel higiénico y, cuidando no mancharse el vestido, se zafo de la verga del albañil y empezó a limpiarse desde sus nalgas hasta su entrepierna. 
Entonces yo me agaché de inmediato, hincado me arrastré hacia las escaleras, subí a mi cuarto y cerré mi puerta, el show había terminado. Escuché ruidos, pasos, y como hablaban entre ellos. Me asomé por la ventana y vi a mi madre llevando al señor ese hasta el portón y despedirse como si nada hubiera pasado. Después de eso ella entró a la casa y nuevamente salió al baño, se metió, y después de unos minutos salió con su pantaleta rosa en la mano y la comenzó a lavar en el lavadero, supongo que había quedado toda llena de leche pues cogió sin quitársela. En seguida la metió en un bote con ropa y volvió a meterse a la casa, escuché como tomó las llaves y salió cerrando el portón para ir por mi hermana a la escuela. 
En ese momento me hice la paja de mi vida.
Don Javier no volvió nunca más a la casa, a mi padre se le hizo muy caro lo que cobraba y contrató a alguien más. No supe si mi madre volvió a ver a ese tipo, a la semana me enteré que otra vez se había ido a trabajar lejos. 

Fin.

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