Porque lo amerita la situación, voy a contarles de la vez que pasé año nuevo, teniéndola adentro. Como era de costumbre, durante las fiestas de fin de año, solía ir a la casa de Leandro, un amigo que tengo de segundo año (no confundir con Lea el del relato "el día que conocí el papá de mi chongo").
Siempre se juntaban con sus vecinos en el patio que compartían todos (porque eran PH). Ponían mesas, sillas, música y, a eso de las 12, se saludaban. También comían y brindaban para que cada quien haga la suya después.
Entre su grupo de vecinos, se encontraba una familia de 3 que componían el niño de 9 años (que venía a jugar a la play con nostros), su mamá y su papá. Aquella noche, no solo se acercaron a saludar, también, se quedó ese sugar daddy divino a comerme el pavito.
Cierta vez, mi compa, me contó de las innumerables aventuras que vio involucrado a este hombre (Víctor). Parecía admirarlo. A mí, mucho no me importaba, pero... que él me parecía rico, me parecía rico.
Cuando al fin llegó la mitad de la noche, chocamos las copas entre todos. Nos felicitamos, nos deseamos buen año y cada quien se acercó a quien le tenga mas confianza para un saludito más personal, no tan genérico. Cuando llegó mi turno con Victor, nuestras reacciones fue de susto, ya que ambos sabíamos que su señora estaba cerca. Siempre hubo cierta tensión sexual. Cierta complicidad que iba más allá de ser conocidos. Fue un beso raro.
En un momento, entramos a lo de Lean, para jugar con la Play. Nos acompañó el hijo de Vic. Mientras que los adultos, incluyéndolo a él con su "jermu", se quedan afuera. Después de jugar arduamente y ganarles al PES (?), me dirijo al baño a hacer pis. Hago y, antes de salir, tras haberme lavado las manos, me bajo los pantalones, para observar si tenía un grano (o no) en la cola. Algo me decía que no estaba sólo.
Así era, estaba espiándome este señor, por una pequeña endija que se formaba entre la puerta y el marco. Me hice bien el boludo. Me puse en poses muy provocativas. Yo ya lo había pescado mirándome, pero no creí que fuese cierto. Logré confirmarlo cuando le dije "ya sé que me estás espiando, si querés comerte esto, salí y vení".
Se asoma, nos quedamos mirando unos segundos, abre la puerta y noto que tiene la bragueta baja. Aprovechándome, le avisé que la tenía baja. Que de acá, le podía ver el amiguito. Se la agarro, la subo muy lentamente sujetando mi mirada penetrante con la suya. Le sonrío picaronamente. Él, como convertido en otra persona, me detiene la mano, me la sujeta para hacerle bajar lo poco que había subido y, no sé cómo, me atropella para que entremos al baño. Cierra la puerta.
Los besos que me daba parecían ser de otros labios. Las manoseadas que me pegaba, parecían ser de otro. Como si se trataran del Dr. Shekyll y Mr. Hide. O quizás, una cenicienta (pero a la inversa). Una que, después de las 12, se convierte en ese ser lujurioso, lleno de calentura.
Me sacó el pantalón y la tanga al mismo tiempo, para comerme el culo. Heme ahí, con mis nalguitas abiertas para que él coma su plato favorito. Haciéndome gemir. Dándome chirlitos hasta dejarlo rojo sangre. Ambos, en el baño de abajo. El más chiquito. Apretaditos. Mientras que, su señora y la madre de mi amigo, afuera. Su hijo y Lean, a metros nuestros. Yo, estaba en una especie de Paraíso que no te puedo explicar, siendo devorado por el placer y el morbo. Todo iba increíble. El sugar sabía usar su lengua.
Tras ser un Dios del beso negro, procede a levantarse para luego marcharse, porque su señora lo llamaba. Quedé re caliente. Todavía no era la medianoche y yo, ya estaba ardiendo. Deseoso de verga. Con las piernitas temblando. Embelesado con esa lengua.
Ni bien estoy asimilando la idea, me lo vuelvo a topar en el living de la casa de Lean. Me dice al oído que su mujer lo llamó para avisarle que se iba a dormir. Que no daba mas del sueño. Le dio un piquito de despedida. Le encargó el niño, ya que él se quería quedar un rato más.
Me agarró del torso y me empujó al baño de nuevo, como si las ganas jamás se hubieran diluído. Me pone contra el lavamanos, me baja el pantalón, pela su verga gorda y comienza a bombearme el culo bien fuerte.
Aprovechó que todavía estaba humectado por su lengua. Igual, se ayudaba con un escupitajo en medio de mi zanjita para que pase derecho.
Me tiene sobre el lavabo, con la colita abierta, mis piernas de par en par. Con una mano sobre una nalga, intentando dejarlas marcadas. Qué baño pequeño. Apenas cabía uno. Hasta el techo era bajito, pero nos la arreglábamos bastante.
Me tuvo así, un buen rato. Se ve que lo estrecho de mi culo, lo hacía calentar más. La sacó de mi hoyito. Se sentó en el inodoro. Me pide que me sienta. Me siento, pero Victor no sabe quién tiene en frente. No sabe lo rápido que hice acabar a algunos en esa posición.
Me muevo bien rápido encima suyo. A toda velocidad. Lo vuelvo loco. Le tapo la boca para que no empiece a gritar. Su hijo estaba a metros de nosotros. Nos besamos. Me come las tetillas también. Los tengo durísimos. Mi pija también. Se saca la remera, pues... quería ahí mi lechita. Lo complazco. Acabo.
Un manchón enorme va a parar sobre sus pectorales, su pancita. No hay tiempo de lamer nada. Si me detengo, mueve él su pija dentro mío. Si le doy culazos a su falo, lo voy a hacer acabar pronto.
Se le resbala el miembro, a lo que aprovecho para lamerle todo mi semen esparcido en su torso. Me encantó el saborcito de mi fluído. Estaba rico. Mientras se salió de mis interiores, no paró de pajearse. Hasta puso su verga entre mis nalgas y su mano. Se empezó a masturbar así. Como seguía encima suyo, todo eso fue a parar mi colita. Me re calentó eso. Lo peor fue lo que él hizo con eso. Me metió unos dedos, para, luego, tragárselos yo. Bien, putito. Sí, soy bien putito.
Ese momento erótico fue interrumpido por alguien que quería entrar, por lo que tuvimos que vestirnos rápido y hacernos los que estábamos ocupados haciendo lo nuestro. Uno, lavándose las manos. El otro, meaba. Pero mirándonos como diciendo: "esto no se va a quedar así".
Siempre se juntaban con sus vecinos en el patio que compartían todos (porque eran PH). Ponían mesas, sillas, música y, a eso de las 12, se saludaban. También comían y brindaban para que cada quien haga la suya después.
Entre su grupo de vecinos, se encontraba una familia de 3 que componían el niño de 9 años (que venía a jugar a la play con nostros), su mamá y su papá. Aquella noche, no solo se acercaron a saludar, también, se quedó ese sugar daddy divino a comerme el pavito.
Cierta vez, mi compa, me contó de las innumerables aventuras que vio involucrado a este hombre (Víctor). Parecía admirarlo. A mí, mucho no me importaba, pero... que él me parecía rico, me parecía rico.
Cuando al fin llegó la mitad de la noche, chocamos las copas entre todos. Nos felicitamos, nos deseamos buen año y cada quien se acercó a quien le tenga mas confianza para un saludito más personal, no tan genérico. Cuando llegó mi turno con Victor, nuestras reacciones fue de susto, ya que ambos sabíamos que su señora estaba cerca. Siempre hubo cierta tensión sexual. Cierta complicidad que iba más allá de ser conocidos. Fue un beso raro.
En un momento, entramos a lo de Lean, para jugar con la Play. Nos acompañó el hijo de Vic. Mientras que los adultos, incluyéndolo a él con su "jermu", se quedan afuera. Después de jugar arduamente y ganarles al PES (?), me dirijo al baño a hacer pis. Hago y, antes de salir, tras haberme lavado las manos, me bajo los pantalones, para observar si tenía un grano (o no) en la cola. Algo me decía que no estaba sólo.
Así era, estaba espiándome este señor, por una pequeña endija que se formaba entre la puerta y el marco. Me hice bien el boludo. Me puse en poses muy provocativas. Yo ya lo había pescado mirándome, pero no creí que fuese cierto. Logré confirmarlo cuando le dije "ya sé que me estás espiando, si querés comerte esto, salí y vení".
Se asoma, nos quedamos mirando unos segundos, abre la puerta y noto que tiene la bragueta baja. Aprovechándome, le avisé que la tenía baja. Que de acá, le podía ver el amiguito. Se la agarro, la subo muy lentamente sujetando mi mirada penetrante con la suya. Le sonrío picaronamente. Él, como convertido en otra persona, me detiene la mano, me la sujeta para hacerle bajar lo poco que había subido y, no sé cómo, me atropella para que entremos al baño. Cierra la puerta.
Los besos que me daba parecían ser de otros labios. Las manoseadas que me pegaba, parecían ser de otro. Como si se trataran del Dr. Shekyll y Mr. Hide. O quizás, una cenicienta (pero a la inversa). Una que, después de las 12, se convierte en ese ser lujurioso, lleno de calentura.
Me sacó el pantalón y la tanga al mismo tiempo, para comerme el culo. Heme ahí, con mis nalguitas abiertas para que él coma su plato favorito. Haciéndome gemir. Dándome chirlitos hasta dejarlo rojo sangre. Ambos, en el baño de abajo. El más chiquito. Apretaditos. Mientras que, su señora y la madre de mi amigo, afuera. Su hijo y Lean, a metros nuestros. Yo, estaba en una especie de Paraíso que no te puedo explicar, siendo devorado por el placer y el morbo. Todo iba increíble. El sugar sabía usar su lengua.
Tras ser un Dios del beso negro, procede a levantarse para luego marcharse, porque su señora lo llamaba. Quedé re caliente. Todavía no era la medianoche y yo, ya estaba ardiendo. Deseoso de verga. Con las piernitas temblando. Embelesado con esa lengua.
Ni bien estoy asimilando la idea, me lo vuelvo a topar en el living de la casa de Lean. Me dice al oído que su mujer lo llamó para avisarle que se iba a dormir. Que no daba mas del sueño. Le dio un piquito de despedida. Le encargó el niño, ya que él se quería quedar un rato más.
Me agarró del torso y me empujó al baño de nuevo, como si las ganas jamás se hubieran diluído. Me pone contra el lavamanos, me baja el pantalón, pela su verga gorda y comienza a bombearme el culo bien fuerte.
Aprovechó que todavía estaba humectado por su lengua. Igual, se ayudaba con un escupitajo en medio de mi zanjita para que pase derecho.
Me tiene sobre el lavabo, con la colita abierta, mis piernas de par en par. Con una mano sobre una nalga, intentando dejarlas marcadas. Qué baño pequeño. Apenas cabía uno. Hasta el techo era bajito, pero nos la arreglábamos bastante.
Me tuvo así, un buen rato. Se ve que lo estrecho de mi culo, lo hacía calentar más. La sacó de mi hoyito. Se sentó en el inodoro. Me pide que me sienta. Me siento, pero Victor no sabe quién tiene en frente. No sabe lo rápido que hice acabar a algunos en esa posición.
Me muevo bien rápido encima suyo. A toda velocidad. Lo vuelvo loco. Le tapo la boca para que no empiece a gritar. Su hijo estaba a metros de nosotros. Nos besamos. Me come las tetillas también. Los tengo durísimos. Mi pija también. Se saca la remera, pues... quería ahí mi lechita. Lo complazco. Acabo.
Un manchón enorme va a parar sobre sus pectorales, su pancita. No hay tiempo de lamer nada. Si me detengo, mueve él su pija dentro mío. Si le doy culazos a su falo, lo voy a hacer acabar pronto.
Se le resbala el miembro, a lo que aprovecho para lamerle todo mi semen esparcido en su torso. Me encantó el saborcito de mi fluído. Estaba rico. Mientras se salió de mis interiores, no paró de pajearse. Hasta puso su verga entre mis nalgas y su mano. Se empezó a masturbar así. Como seguía encima suyo, todo eso fue a parar mi colita. Me re calentó eso. Lo peor fue lo que él hizo con eso. Me metió unos dedos, para, luego, tragárselos yo. Bien, putito. Sí, soy bien putito.
Ese momento erótico fue interrumpido por alguien que quería entrar, por lo que tuvimos que vestirnos rápido y hacernos los que estábamos ocupados haciendo lo nuestro. Uno, lavándose las manos. El otro, meaba. Pero mirándonos como diciendo: "esto no se va a quedar así".
0 comentarios - Felices fiestas.