You are now viewing Poringa in Spanish.
Switch to English

Mi vida infiel

LA HISTORIA DE MI VIDA INFIEL

Capitulo 1 Animarme.

Mi nombre es Silvia, tengo 59 años y creo que ha llegado el momento de todos sepan que es mi vida.
Soy casada con dos hijos grandes y mi marido es un hombre normal, cariñoso pero que nunca lleno mis necesidades sexuales.
Mi cuerpo ha cambiado bastante de mis años jóvenes.Era una mujer menuda de formas normales estilizada, pero ahora soy una milf con caderas anchas, pechos y cola pulposos que quizás sean las consecuencias de la asiduidad con la que cogi siempre.
A finales de los años 80 comencé a trabajar en un sitio x. El primer día que llegue note que mi jefe me miraba de manera especial. No de manera lasciva, pero si con cierto deseo.
No se porque las mujeres siempre nos vemos atraídas por las personas que tienen poder y esta no fue la excepción.
Después de meses de trabajo note como el, llamado Julio, mostraba un permanente acercamiento hacia mi, lo que de ninguna manera me producía rechazo.
En esa toma de confianza, comencé a acompañarlo a ciertas visitas a lugares relacionados con el trabajo.
Hasta que un día, de regreso, detuvo el vehiculo en un lugar discreto y me hablo.
En primer lugar me puso en conociendo acerca del tipo de matrimonio que el tenia. Un matrimonio abierto, con permiso para relacionarse con otras personas fuera de la pareja estable. Me dijo que fue idea de su esposa, producidas por un gran deseo que tuvo y que prefirió antes de serle infiel compartirlo con el. Sorprendido me dijo acepto sin saber como seria eso, pero con el tiempo redundo en una mejor relación con su esposa.
Luego de decirme todo eso, vino lo más fuerte. Me confeso su atracción física y su amor por mi. Mientras lo hacia me tomo de las manos y eso me estremeció. Escuche callada sus alabanzas a mi presencia, a mi cuerpo y para terminar me beso, cosa que no pude rechazar. Fue un beso intenso de lenguas que pronto derivo en un abrazo y en las primeras caricias.
Me toco las pernas, la espalda. Me miro a los ojos buscando una respuesta, y eso llego, me volví a abrazar y a besarlo nuevamente.
Si abrir la boca , encaraba mi primera relación fuera de mi matrimonio.
Regresando, mientras conducías, me acerque a el y lo abrace lo mas que pude, mientras acariciaba su pierna y sus brazos.
Esa noche no pude dormir. Incomoda por la situación, pero lejos de desecharla, dude en contarle a mi esposo, lo que pasaba y lo que sentía. Nunca lo hice.

Así fueron transcurriendo los días, estando cada vez más cerca de Julio.
Las salidas con el, se fueron haciendo cada vez mas seguidas. Siempre lo mismo
El deteniendo la marcha en lugares donde no nos molestaran y un mar de besos y caricias que se fueron haciendo cada mas intimas.
El buscándome los pechos, desprendiendo el sosten y tocándome muy intensamente, mis pezones duros excitados eran una invitación chuparlos, y el lo hizo, y vaya de que manera, llevando excitación mi cuerpo y una carga intensa de adrenalina y deseo.
Mi decisión de buscar su sexo, desprendiendo el pantalón y llevándome una sorpresa que no esperaba.
Dotado de un pene descomunal, grueso y largo con huevos muy grandes, cosa que no pude resistir.
Lo masturbe, y la forma, el calor del miembro y la intensidad de su excitación me llevaron al sexo oral. Nunca había tenido una pija así para mí. La chupe, la disfrute, hasta que su eyaculacion en mi boca me termino de conquistar.
Cada vez que salíamos la rutina era casi la misma, y el pidiéndome, diciéndome que ya era hora de que fuéramos a la cama que ya no daba mas de deseo.
Mi problema era ser vista por alguien, y eso me quitaba todo deseo de ir a la cama con Julio.

Un día después de nuestros acharolados toqueteos, me dijo que ya no aguantaba más. Me contó que su idea era viajar a un congreso en Buenos Aires y que yo lo acompañara, y que de esa manera pudiéramos tener varias noches para pasarlas juntos.
Mi contestación fue que me parecía posible, pero que esperara que hablara con mi esposo, acerca del viaje.
Con todos mis miedos a cuestas, lo hable con mi marido, diciéndole que era un congreso muy importante y que le parecía que yo viajara. Ante mi sorpresa, a el le pareció bien y me dijo que fuera tranquila, que me hacia falta romper un poco la rutina. Mucha falta me hacia.

Cuando le avise a Julio de mi libertad, dejo todo de lado para buscar los pasajes en avión y contratar el hotel donde íbamos a alojarnos.

Comencé una semana antes con mis preparativos. Compre ropa interior para la ocasión, ropa que nunca antes había usado, provocativa. Concurrí a un spa para un baño completo de cuerpo con crema y le depile casi por completo el sexo.
Y por supuesto corte las relaciones sexuales de esa semana con mi marido. Quería llegar con mi máximo de energía al apareamiento con Julio.
Cada día que pasaba aumentaba mi ansiedad y mi excitación. Hasta que el día llego. Mi marido diciéndome que me acompañaba al aeropuerto y yo negándome porque era tarde para los chicos. Fue suficiente. Así que partí en un taxi ha encontrarme con mi destino de infidelidad.


El ya me esperaba en el aeropuerto. Su mirada hacia mi cuerpo fue evidente, a pesar de haberme cuidado de vestirme como una esposa fiel, para que mi esposo no sospeche hacia donde iba.

Una vez embarcados y con la oscuridad de la cabina, el primer acercamiento se produjo. Ambos lo sentimos necesario. Nos tomamos de la mano y el beso fue inevitable. Un beso de amor, con nuestras lenguas haciendo contacto. Nos soltamos de las manos y las caricias empezaron. Sus manos en la base de mis senos, subieron sintiendo la forma del pecho y el pezón que ya estaba duro. Las mías en su ingle, buscando la forma que me hacia cortar la respiración. La erección era notoria. Acaricie su miembro por encima de la tela del pantalón y sentí la primera humedad en mi entrepierna.
Tuvimos que cortar por la presencia de la aeromoza, pero el deseo era incontrolable.
Cuando llegamos al hotel, el me registro como su esposa y subimos a la habitación.
Me pregunto si quería cenar algo, mi respuesta fue abrazarlo y besarlo.
Haciendo un gran esfuerzo lo solté y me dirigí al baño. Me quite toda la ropa y me cambie de ropa interior. El sostén solo cubría la parte central de los pechos, dejando al descubierto ambos costados. La tanga apenas cubría la raja por delante y atrás era un hilo que se hundía entre las nalgas, dejando todo el orto al aire.

Entreabrí la puerta un poco y lo busque con la mirada. Ya estaba completamente desnudo en la cama con las sabanas tapando sus órganos reproductivos.
Un escalofrió recorrió mi cuerpo. El deseo era insoportable.
Abrí la puerta y sobre mis sandalias de taco aguja camine hacia el lecho. Cada paso que daba, mis pechos lo acompañaban con un movimiento natural debido a la dureza que provocaba la excitación.
En su mirada me di cuenta el efecto que producía mi cuerpo semidesnudo. Se incorporo un poco y me dijo que lo acompañara.
Me senté a su lado y que quite el calzado, y me recosté. Nos abrazamos y besamos y sentí sus manos sobre mis formas. Te acaricio las piernas y la cola, y el mismo movimiento corrió la sabana que lo cubría dejando al descubierto sus genitales.Por primera vez lo veía desnudo completamente.
Su ansiedad hizo el resto, me desprendió el broche del corpiño dejando mis tetas desnudas, y no espero nada para tocarme los pezones que a esa altura estaban muy duros. Luego llevando su boca al pecho comenzó una succión terriblemente excitante mientras me apretaba el otro pezón.
Después de chuparme ambos senos, fue bajando a mi entrepierna y con su lengua me termino de aflojar mis defensas. Estaba lista para el coito.
Abrí mis muslos enseñándole el camino, y no tarde en colocar el miembro excitado en mis labios vaginales. Luego con toda la lentitud del mundo fue introduciendo.
Nunca me sentí así de tomada, nunca sentí un miembro viril llegar al fondo de mi cueva.
El roce se torno insoportable, y a los pocos minutos explote en mi primer orgasmo. El como si nada hubiera pasado, siguió con su movimiento de entrar y salir de mí.
Cambiamos de posición, subiéndome a el. Su miembro con huellas de mi orgasmo, un líquido blanco y espeso, volvió a entrar en mí y aprovechando mi posición, comenzó la estimulación de mis tetas.
Primero un masaje en el músculo y después las yemas de los dedos pasando por mis pezones, para terminar en la mas rica succión que hay sentido.
Todo eso fue demasiado para mi, comencé a sentir las contracciones vaginales que anunciaban mi nuevo orgasmo, y la violencia con la que se me produjo, el tampoco lo resistió, acabando juntos y sintiendo sus quejidos y la increíble cantidad de semen que sentía en mi interior depositada por su pene.
Luego una interminable maratón de besos, miradas de amor, caricias en los rostros y demás.
Cuando por fin se retiro de mi, sentí sus jugos en mis muslos deslizándose. Las manchas que dejamos ambos, delataban la intensidad de la relación sexual.
Ya en el baño abrí los grifos de la ducha, mientras el pedía el servicio de sabanas limpias que nos cambiaran mientras tomábamos un baño juntos, un baño de pareja enamorada, intenso, único.

CAPITULO 2. La entrega




Después del regreso, para seguir con mi s amoríos, la cosa no se presentaba fácil. Me negaba a que fuéramos a un hotel alojamiento. Me producía terror el pensar si me descubrieran en mi infidelidad. La actividad sexual sola la tenía en lugares seguros
Llegado el verano, Julio dispuso que los sábados no trabajáramos más, y nos reuniéramos en su casa a tomar sol y almorzar. Aquí tuve conocimiento de algo más. El tipo de matrimonio de Julio. Matrimonio abierto con permisividad a tener sexo con otras personas.
El primer sábado, concurrí a eso de las 9 de la mañana su domicilio. Al llegar me hicieron pasar al solar donde estaba la pileta. Camine guiada por una mucama, la cual me indico el camino pero sin llegar a la pileta. Cuando lo hice, grande mi sorpresa fue ver a Julio, su esposa y un hombre mas, recostados en las reposeras, totalmente desnudos los tres.
Al verme Julio vino hacia mí y tomándome de la cintura me llevo a una habitación. Me hablo explicándome que estaban acostumbrados a tomar sol y bañarse sin malla, practicando la desnudez total. Me dijo que el otro hombre era la pareja de su esposa y que no tuviera pudor de unirme a ellos.
Sin discutir la situación me empezó a quitarme la ropa. Cuando mi desnudez fue total, tomándome de la mano, volvimos a la pileta.
Con total naturalidad la esposa de Julio me presento a Pablo, de más o menos 30 años como su pareja. El pudor invadió mi cuerpo, me sentí observada y
ello mismo me llevo a mirar yo tambien. Después de los saludos me acomode en una reposera y me di cuenta las miradas de Pablo a mi cuerpo, principalmente a mis tetas. Le devolví la mirada, observado el tamaño y forma hermosa de su pene, unos abdominales marcados y unos brazos poderosos.
Luego de una hora de charla, Pablo le dijo a la esposa de Julio,..vamos, invitandola a una de las habitaciones a la cual entraron y cerraron la puerta. Al poco tiempo mientras charlaba con Julio, empecé asentir los quejidos propios de un acto sexual. Julio riendo me dijo que la única forma de no sentirlos es encerrarnos en otra habitación. Y hacia ahí fuimos.
Una vez dentro, nos abrazamos y nos besamos con pasión.
La desnudez facilito la excitación. Volví a sentirme mamada en los pechos de una forma tan particular que hacia que mis defensas de hembra cayeran todas. Me ponía los pezones tan duros con sus chupadas que el placer que sentía rozaba el dolor.
Luego bajaba por mi vientre a lubricar la concha con su saliva. Pero ya no aguante más. Gire sobre mi misma para poner mi boca a la altura de sus genitales, y comenzamos un terrible 69 que me llevo a acabar por primera vez.
Entonces el aprovechando los jugos de mi acabada, me abrió de piernas y colocándose entre mis muslos me penetro como nunca lo había hecho, violento, de un solo golpe. La sensación de sentir a su esposa en la habitación contigua cogiendo con otro hombre había despertado en Julio esa calentura conmigo.
Luego cambiando de posición, me la puso desde atrás, y mientras me rozaba, acariciaba mi orificio anal, lo que me indicaba que el momento había llegado.
En un momento, retiro el miembro de la concha y me lo apoyo en el ano. Respire profundo porque sabia lo que se venia. Y el con un poco mas de cuidado me penetro analmente haciéndome mas suya.
El dolor inicial, agudo, fuerte, dejo paso al placer y al morbo. Sistemáticamente, siempre me negué con mi marido a ese contacto, y ahí estaba yo, con otro hombre, en otra cama, entregándole mi más profunda intimidad.
Lo cierto es que por lo estrecho del canal, el roce se hizo intenso para el, y el dedo dentro de la concha lo hizo para mi. Sentí venir la eyaculacion. Su miembro empezó con espasmos y sus quejidos se volvieron violentos al comenzar la salida de semen, y todo eso combinado, mas el pensamiento de sentirme una puta, me hizo acabar a mí también.

Sin retirarse de mi me abrazo como se abraza a una mujer que se ama, y sus palabras resonaron en mis oídos por primera vez…te amo. La sensación de sacar esa herramienta perfecta de carne de mi cola fue igual de placentera, lo que me permitió darme vuelta y comenzar una sesión de amor que ambos nos debíamos.
Nos comimos a besos en la boca, mientras nos acariciábamos, pero no caricias sexuales, sino esas caricias que uno hace cuando una mujer esta verdaderamente enamorado y se siente posesión de un hombre. Por fin era completamente su mujer.
Después de ducharnos juntos, y de secarnos con el mismo toallon, salimos al exterior completamente desnudos, pero ya no era la situación de pudor que viví por primera vez ese día. Caminamos abrazados hasta donde estaban ellos, y cuando llegamos ante la evidencia de los hechos, su esposa se acerco y me dijo, me alegro sinceramente Silvia, me encanta que seas la pareja de mi marido.
Ya no me senté sola en una reposera, el me hizo lugar para que me acurrucara con el. Me mantuvo abrazada y el momento llego. Delante de su esposa, me trajo aun más contra su cuerpo y me dio el beso mas intenso que haya recibido en mi vida, delante de su esposa lo que agregando morbo, me hizo sentir una mujer única en el mundo. Estábamos enamorados y oficialmente en pareja.

Capitulo 3 LA TRANSGRESION

Los días en pareja con Julio fueron transcurriendo cada vez más apasionados y comprometidos sexualmente. En mi hogar, mi esposo nada sospechaba de mi doble vida. Trataba de cumplir con el cada vez que podía y así mantenerlo alejado de esta pasión que me llenaba.
Durante todo el verano concurrí a la casa de Julio los sábados a la mañana, a tomar sol y a tener relaciones sexuales, y mi amistad con Pablo se fue intensificando. Ya la desnudez mutua era algo natural, pero no por eso, admirabas mutuamente nuestros cuerpos. Su relación con Maira la esposa de Julio era tibia por no decir fría. Alguna conveniencia tenía Pablo para mantenerla. Pero no era algo que me interesara. Si acercarme cada vez mas a el. Sentía una inmensa atracción sexual por el, y lo deseaba. Una mañana tomando sol los cuatro, se produjo la consabida invitación de Julio a la habitación. Una vez que termino de cogerme, fue directo. Me pregunto si Pablo me gustaba. Fui sincera, lo deseo le dije. Esperaba otra reacción en el, pero lo que me contesto me dejo helada. Julio me dijo que su fantasía máxima era ver que Pablo me tomara, que ya lo había hablado con Maira y que contaba con su aprobación.
De todas maneras Pablo no debía enterarse y la otra condición era que la relación sexual debía ser grabada para que después sirviera de material de excitación para nosotros.
Me dijo que siguiera con el plan de acercamiento y que actuara naturalmente cuando llegara el momento y me entregara.
Al sábado siguiente,sabiendo que el momento se acercaba, continué mis charlas con Pablo, cada vez mas intimas. Me pregunto como manejaba con mi esposo el sexo, y al contestarle, me dijo que le parecía una hembra increíble.
Al rato Julio viene hacia nosotros y nos dice que el y Maira deben partir inmediatamente hacia San Carlos a su finca a solucionar un delicado problema, pero que nos quedemos hasta que deseáramos y cuando nos fuéramos cerráramos la casa.
Viendo su partida, después de algunos minutos, se produjo lo inevitable. Pablo me propuso un masaje. Acepte de inmediato. Caminamos desnudos por el borde la pileta y mientras lo hacíamos, notaba la mirada de el en mi cola.

Al llegar a la habitación junto a la pileta, entramos y el se ocupo de correr las cortinas para darle un poco de oscuridad a la habitación. Solamente dos veladores iluminaban la camilla de masajes y la cama de dos plazas impecablemte tendida.
Suba a la camilla señora me dijo, . Una vez acostada boca abajo, comenzo a aplicarme un aceite muy viscoso en la espalda, y empezó a masajearme. Mientras lo hacia me llenaba de elogios sobre lo suave de mi piel primero, y sobre la redondez de mis formas después.
Una vez que me relajo toda la espalda, cubrió de aceite mis pies, luego mis piernas, y subiendo a mis muslos se acerco a mis genitales. Mi sensación de calentura era increíble, sentía los pezones duros y mi vagina toda húmeda.. Sus dedos se deslizaban casi rozándome mis zonas intimas pero sin tocarme. Y cuando pensé que llegaría la estimulación, dejo el masaje y acerco su boca a mi oído y en voz muy baja me susurro. No soporto más tu belleza, vamos a la cama.
Me incorpore y vi. que sus palabras estaban justificadas. Una erección intensa hacia su cuerpo muy atractivo a mi vista. Cuando vio mi mirada sonriéndome me dijo, te deseo. Yo también le conteste.

Nos recostamos casi juntos y el primer abrazo de desnudez, trajo un beso muy intenso. De esos besos sexuales que excitan. Sin soltarme y acariciándome el pelo fue bajando lentamente por mi cuello con besos, produciéndome intenso escalofríos debajo de las axilas, que rápidamente se trasladaron a los pechos, haciendo que mis pezones se pusieran muy duros.

El alivio llego en forma de lengua, pasando por esa dureza y excitándome aun más, siguiendo con una succión que me hizo mojar aun más en la concha. Siguió bajando direccionando las lamidas a mi vientre y después a la vulva. Tan intenso fue el sexo oral que me llevo a tener mi primer orgasmo, el cual vino acompañada con un vaciamiento de mi vejiga que no pude aguantar. Y ya el lamiendo trago flujo y orina, la cual parecía no terminar nunca. La miada fue tan intensa que sentí chapotear el cuerpo en las sabanas. Pero el no se detuvo. Abriéndome los muslos se coloco entre ellos y de un solo golpe mi hizo suya.

Un dolor intenso en la cara interna de los muslos fue mi primera sensación al abrir tanto las piernas, pero dejo paso casi instantáneamente a un placer superior, terrible, producido por el roce del grueso miembro de Pablo sobre mi clítoris.
Mientras nos fundíamos en un beso intenso y mis manos se apoderaban de su cuerpo trayéndolo contra el mió.
El resultado fue un intenso orgasmo vaginal, con contracciones muy violentas sobre el pene, que el no pudo aguantar, derramando en mi interior su bendito semen.
Pasamos la siguiente hora cogiendo, cambiando de posición y el eyaculando en mi interior. Perdí la cuenta si fueron tres o cuatro. Mi resignación a un posible embarazo estaba compensada por el placer recibido.
Apenas tuvimos energía para levantarnos de la cama y bañarnos en la pileta, juntos abrazados.

0 comentarios - Mi vida infiel