Eran las tres de la mañana parte2
- Faltaría más. Aunque este pijama no ofrece muchos alicientes. Si lo llego a saber me traigo otras cositas.
Que bien habla esta niña, pensé, y que buena está. No comprendía como no me había sentido hechizado por ella como me había ocurrido con las otras amigas tetudas. Se puso de pie y empezó a contonearse y daba gloria verla. Empezó a bajarse el pantalón del pijama y pensé que era un error porque debería haber empezado por la camiseta. Después de ver sus braguitas blancas virginales y comprender que no llevaba sujetador, por los pezones erguidos que se manifestaban bajo la camiseta, estuve de acuerdo con haber empezado por el pantalón. Después de ver sus tetitas todavía me quedaría por descubrir su rajita oculta bajo las braguitas virginales. Después de quitarse el pantalón y menear su culito un par de veces y dejarme admirar unas piernas y unos muslos de película, porque resultó que de anoréxica nada, estaba en la medida perfecta, no le faltaba ni le sobraba un milímetro, empezó a jugar con su camiseta, con un levanto-bajo que me empezaba a poner nervioso.
Lo cierto, es que, después de pensar en ello, creo que la escena era la de una profesional de tres pares de narices que actúa como una principiante. Cuando finalmente levantó su camiseta y me dejó ver sus tetitas, comprobé que eran un buen par de tetas. Alucinante. ¿Cómo no me había sentido atraído ...
... por esta niña si mi hija siempre me estaba diciendo el éxito que tenía y lo estupenda que estaba? Tal vez por eso mismo. Una vez desnuda se acercó y me besó en la mejilla preguntándome:
- ¿Le gusto o lo dejamos?
- Que va, cariño estás estupenda, estaba pensando que no me lo podía imaginar. Creía que estabas muy delgada y ahora compruebo que estás perfecta.
- Gracias. Va a disfrutar como nunca, o como hace mucho tiempo. ¿Cuánto tiempo hace que no ha estado con una jovencita como yo?
- En la vida he estado con un bombón como tú.
- O sea que le apetece un montón.
- Ni te lo puedes imaginar cielo.
Para entonces ya me había quitado la camisa, mientras me besaba un pezón me acariciaba el otro con la mano izquierda y, con la mano derecha, me desabrochó el vaquero y me acarició el pene que estaba de un tamaño mayor al que normalmente se ponía en las relaciones con mi esposa, salvo en el momento de eyacular.
- Es guapa y suave y está muy dura. ¿No usa usted calzoncillos?
- No me apetecía llevar los que tenía puestos.−Su espontaneidad me dejaba completamente desarmado- Me he lavado. -Dije torpe e inocentemente–
Y arrepintiéndome tan pronto como lo dije, preocupado por lo que podría pensar. Mira que si le da por pensar que le estoy sugiriendo que me la chupe, que por otra parte me apetecía un montón
- Yo también. Huela. –poniendo su cuello junto a mi nariz, dejo caer mis pantalones al suelo y pasó sus manos a mi tórax.
- Hueles divinamente. ¿Qué colonia es?
- Una muy baratita. ¿Le gusta de verdad?
Con su altura no le fue difícil ponerse de puntillas y poner su pecho derecho a la altura de mi nariz, y de mi boca por supuesto, mientras decía:
- Huela. –en un tono más suave y mucho más sensual.
Me puse a besarle la parte baja del pecho y rozar con mi lengua su pezón, subí hasta su cuello y volví a bajar al pecho. Pase de un pecho a otro con besos y roces de lengua sin bocados ni chupones, porque mi mujer siempre me decía que no sabía comerle los pechos y ahí estaba yo arrancando gemidos de placer a ese ángel. De pronto me asaltó una duda.
¿Estaría fingiendo? Y para averiguarlo y porque, además, me apetecía un montón, fui bajando mi mano por su espalda toqueteando su culito respingón y redondito como un melocotón a punto. Mientras gemía en una especie de ronroneo, como si se retuviera para no armar mucho ruido, contorneaba sus caderas y entreabría y cerraba las piernas frotando los muslos. Pasé mi mano desde atrás, con toda la suavidad que pude, hacia delante hasta tocarle el pubis con muy poco pelo. Al hacer intención de bajar un poco más para comprobar si estaba mojada o estaba fingiendo, la niña y a estas alturas ya intuirán que no llegaré a mencionar su nombre, no me atrevo por si alguien la llega a identificar por lo inusual de su nombre y tampoco quiero poner un nombre falso porque sería como faltar a la memoria del mejor momento de mi vida hasta hoy, decía que al notar mi intención dobló sus rodillas lo ...
... suficiente para dejar al alcance de mi mano su vulvita. Estaba chorreando. Casi me corro. En ese momento, ella, que hasta entonces había estado acariciando mis pechos, mi nuca, las orejas y poco más, bajo a mis testículos y con la misma suavidad que me acariciaba la nuca, me los empezó a acariciar con algunos toques en la polla con la mano derecha, mientras con la izquierda levantaba mi mentón para besarme en la boca. Primero un beso con roces de labios para seguir mordisqueando mi labio inferior dándole toques muy suaves con su lengua y penetrando mi boca pasmada con su lengua. Acerco sus labios a mi oído y me pregunto:
- Le apetece hacerme algo parecido aquí. –Me soltó el miembro y se tocó la vulvita por encima de mi mano que, en ese momento, tenía el dedo medio derecho en su interior.
- Claro, ahora mismo.
- Espere un poco, siga dándome suavemente con el dedo. Un poco más suave y despacio.
Así lo hice mientras chorreaba hasta llenarme los dedos y la palma de la mano y me besaba como enseñándome lo que le apetecía que le hiciera con mi lengua en su coñito. Al cabo de un ratito dejó de besarme y empecé a bajar con la lengua desde la boca pasando por todo su cuerpo intentando aplicarle lo que me había enseñado. Nos acostábamos en la cama de mi hijo. Al llegar a su vulva noté sus jugos en mis labios y no sabían a rancio como los de las mujeres a las que se lo había comido, sabía a mujer, pero estaba muy rico, como dulzón. Empecé a besarlo, y a coger suavemente con mis labios sus labios mayores, que cada vez estaban más mayores.
De vez en cuando le daba un toque con mi lengua muy carnosa, metiéndosela cada vez un poco más y retirándola de inmediato, arrancándole gemidos cada vez más fuertes y más soterrados a la vez que abundaba cada vez más su flujo y mi saliva. Se corrió, estoy seguro de que se corrió. Nunca lo había conseguido de ninguna mujer y ella me lo dio, apretó el culo y noté como le palpitaba el sexo mientras me apretada la cabeza entre sus piernas. Le duró casi dos minutos y cuando se relajó empezó a besarme la polla que hasta entonces ni siquiera había rozado; besos, lamidas y chupadas de mis testículos y toda la polla, toda.
En menos de cuatro minutos, por más que quise retenerme, me corrí en su boca. Nunca, a lo largo de mi vida, me había corrido de ese modo en la boca de nadie, sólo una vez, mi mujer, en los primeros años de nuestro matrimonio, se tragó parte de una segunda corrida, dos o tres gotitas apenas. Pero la nenita se acababa de meter en la boca la mayor corrida de mi vida, ni de joven, recuerdo haber tenido siete u ocho sacudidas de leche, cinco o seis de ellas de cantidad considerable, porque me escoció al salir por la punta del glande, ya que tengo el agujero bastante reducido.
Yo también me tragué lo suyo, si estoy en lo cierto, le llegaron dos orgasmos casi seguidos, uno nada más empezar a chupar a fondo mi polla y otro al recibir mi leche. O era la mejor actriz del mundo y podía controlar las ...
... emisiones de flujo de su coñito, o estaba disfrutando de lo lindo.
- Límpieme bien por favor. Como yo.
Y se puso a relamerme totalmente hasta no dejar ni un resquicio de mi esperma. Yo hice lo propio y le dejé su coñito, de pelo rubio natural, absolutamente limpio, me tragué todo: saliva y flujos sin dejar nada. Como no dejaba de chuparme con tal suavidad y “cariño”, volví a excitarme, de hecho, creo que apenas se me bajó, un poco tal vez. Me acariciaba el agujero del culo e introducía la yema de uno de sus dedos, apenas nada. No lo comprendía, pero me apetecía que me metiera algo más.
- ¿Tiene condones? - Me preguntó.
- No. Pero ¿Cómo se te ocurre ahora?
- Si me va a penetrar usted sería mejor no jugársela. ¿No cree?
- Claro, por supuesto. Pero no tengo.
- A mí me apetece un montón que me penetre aunque sea sólo un poquito. Yo estoy sana y creo que usted también, porque sé por su hija que es usted donante de sangre, yo también lo soy y hace poco que he dado y no tengo nada contagioso. ¿Qué hacemos?
- A mí me apetece mucho más que a ti y la semana pasada me llegaron los resultados de mi última donación de sangre y estoy perfecto.
- Vale, ¿me la mete un poco? pero no se corra dentro por favor. ¿De acuerdo?
- Claro cielo.
Que encanto. Y me beso en los labios con un sabor a mi esperma que ya no recordaba. Se puso boca arriba y se la introduje mientras me decía.
- Hasta el fondo, pero, por favor señor, despacito.
No me costó nada meterla entera y empecé a bombear, me hizo reducir el ritmo y al poco empezó a jadear haciéndome aumentar el ritmo de bombeo hasta correrse de nuevo en unos minutos. Yo alucinaba. Cuando ella iba por el tercero de esta serie, le dije que me venía con intención de sacarla y me dijo:
- No se pare por favor, no se pare.
Mientras jadeaba excitándome hasta tal punto que me corrí dentro de ella al instante.
- La he cagado cariño, la he cagado.
- Tranquilo, mañana me tomo la píldora del día siguiente por si acaso y no pasa nada.
Meneó su culito un rato como si se relamiera hasta que mi polla se quedó flácida. Y, como una gatita, se puso en posición del 69 se puso a chuparme la polla morcillona y dolorida, mientras decía.
- Venga límpieme, no vayamos a manchar la cama. Y no le dé asco que lo que saldrá de mi es sólo suyo.
Estuvimos “limpiándonos” hasta que le salió todo de su interior. Parecía que quería más y le pregunté:
- ¿Te apetece seguir un poco más?
- A mí sí. ¿Y a usted? Aunque estoy muy bien y muy a gusto si lo quiere dejar no hay problema, estoy encantada.
- Que va, sólo necesito un rato, entiende que ...
- Por favor, no se excuse usted, ha echado dos sin sacarla. ¿No se dice así?
- En mi vida me he encontrado una maravilla como tú.
Era maravillosa, no sólo sabía conseguirme el mayor de los placeres, me hacía sentir el macho más macho del planeta con la mujer más hermosa del mundo entero. Para entonces, la anoréxica había pasado a ser Mis ...
... Universo.
- Espera un rato cariño. ¿Te apetece jugar un rato con unos juguetes que tengo?
- Bueno, si a usted le apetece y le ayuda a animarse de nuevo.
Me fui en pelota viva a mi cuarto y, con todo el silencio posible, saqué, de un cajón, vaselina y un consolador que mi mujer casi nunca quería usar, al menos conmigo, porque siempre decía “tira esto de una vez”, las pocas veces que la penetraba con él y la ponía cachonda para luego follarla, pero nunca lo tiraba. Tal vez lo usaba en solitario y por eso le apetecía tan poco hacer el amor conmigo. Me lave de nuevo, no sé bien porque, creo que para refrescarme un poco más que por otra cosa y, cuando lo hice, me sentí culpable por el esmero que había puesto la nena para limpiarlo todo perfectamente. Cuando entré de nuevo en el cuarto de mi hijo, cogí una vela de adorno que tenía allí y le puse un poco de vaselina, muy poca porque la nena seguía mojada, y empecé a penetrarla primero con la vela de tamaño algo mayor que un puro y, al poco, con el consolador de considerables proporciones, mientras tanto, la nena ya estaba chupando y sobándome testículos y polla.
Sin llegar a estar empalmado iba camino de estarlo, llegué a tamaño de crucero en el mismo momento que, mientras bombeaba intensamente en su coñito con el consolador que mi mujer tanto criticaba, le vino un orgasmo de tal intensidad que los gemidos que dio la nena me dejaron preocupado por si se oían, pero no paré, estaba enfebrecido y en lugar de parar, le empecé a meter mi dedo medio y después la vela en el culito, de repente, la nena paró de mover el culo y de mamármela un momento, hasta que le hube metido unos quince centímetros de la vela. En ese momento empezó a moverse de tal modo que yo sólo sujetaba en su interior la vela y el consolador, en poco tiempo se corrió de nuevo y estoy seguro de que se despertó mi hija, aunque supongo que pensó que su amiga tenía un sueño y hablaba dormida.
continuara...
si les gusto se agradece comentarios sobre lo que más les gusto y putos para seguir creciendo.
gracias
- Faltaría más. Aunque este pijama no ofrece muchos alicientes. Si lo llego a saber me traigo otras cositas.
Que bien habla esta niña, pensé, y que buena está. No comprendía como no me había sentido hechizado por ella como me había ocurrido con las otras amigas tetudas. Se puso de pie y empezó a contonearse y daba gloria verla. Empezó a bajarse el pantalón del pijama y pensé que era un error porque debería haber empezado por la camiseta. Después de ver sus braguitas blancas virginales y comprender que no llevaba sujetador, por los pezones erguidos que se manifestaban bajo la camiseta, estuve de acuerdo con haber empezado por el pantalón. Después de ver sus tetitas todavía me quedaría por descubrir su rajita oculta bajo las braguitas virginales. Después de quitarse el pantalón y menear su culito un par de veces y dejarme admirar unas piernas y unos muslos de película, porque resultó que de anoréxica nada, estaba en la medida perfecta, no le faltaba ni le sobraba un milímetro, empezó a jugar con su camiseta, con un levanto-bajo que me empezaba a poner nervioso.
Lo cierto, es que, después de pensar en ello, creo que la escena era la de una profesional de tres pares de narices que actúa como una principiante. Cuando finalmente levantó su camiseta y me dejó ver sus tetitas, comprobé que eran un buen par de tetas. Alucinante. ¿Cómo no me había sentido atraído ...
... por esta niña si mi hija siempre me estaba diciendo el éxito que tenía y lo estupenda que estaba? Tal vez por eso mismo. Una vez desnuda se acercó y me besó en la mejilla preguntándome:
- ¿Le gusto o lo dejamos?
- Que va, cariño estás estupenda, estaba pensando que no me lo podía imaginar. Creía que estabas muy delgada y ahora compruebo que estás perfecta.
- Gracias. Va a disfrutar como nunca, o como hace mucho tiempo. ¿Cuánto tiempo hace que no ha estado con una jovencita como yo?
- En la vida he estado con un bombón como tú.
- O sea que le apetece un montón.
- Ni te lo puedes imaginar cielo.
Para entonces ya me había quitado la camisa, mientras me besaba un pezón me acariciaba el otro con la mano izquierda y, con la mano derecha, me desabrochó el vaquero y me acarició el pene que estaba de un tamaño mayor al que normalmente se ponía en las relaciones con mi esposa, salvo en el momento de eyacular.
- Es guapa y suave y está muy dura. ¿No usa usted calzoncillos?
- No me apetecía llevar los que tenía puestos.−Su espontaneidad me dejaba completamente desarmado- Me he lavado. -Dije torpe e inocentemente–
Y arrepintiéndome tan pronto como lo dije, preocupado por lo que podría pensar. Mira que si le da por pensar que le estoy sugiriendo que me la chupe, que por otra parte me apetecía un montón
- Yo también. Huela. –poniendo su cuello junto a mi nariz, dejo caer mis pantalones al suelo y pasó sus manos a mi tórax.
- Hueles divinamente. ¿Qué colonia es?
- Una muy baratita. ¿Le gusta de verdad?
Con su altura no le fue difícil ponerse de puntillas y poner su pecho derecho a la altura de mi nariz, y de mi boca por supuesto, mientras decía:
- Huela. –en un tono más suave y mucho más sensual.
Me puse a besarle la parte baja del pecho y rozar con mi lengua su pezón, subí hasta su cuello y volví a bajar al pecho. Pase de un pecho a otro con besos y roces de lengua sin bocados ni chupones, porque mi mujer siempre me decía que no sabía comerle los pechos y ahí estaba yo arrancando gemidos de placer a ese ángel. De pronto me asaltó una duda.
¿Estaría fingiendo? Y para averiguarlo y porque, además, me apetecía un montón, fui bajando mi mano por su espalda toqueteando su culito respingón y redondito como un melocotón a punto. Mientras gemía en una especie de ronroneo, como si se retuviera para no armar mucho ruido, contorneaba sus caderas y entreabría y cerraba las piernas frotando los muslos. Pasé mi mano desde atrás, con toda la suavidad que pude, hacia delante hasta tocarle el pubis con muy poco pelo. Al hacer intención de bajar un poco más para comprobar si estaba mojada o estaba fingiendo, la niña y a estas alturas ya intuirán que no llegaré a mencionar su nombre, no me atrevo por si alguien la llega a identificar por lo inusual de su nombre y tampoco quiero poner un nombre falso porque sería como faltar a la memoria del mejor momento de mi vida hasta hoy, decía que al notar mi intención dobló sus rodillas lo ...
... suficiente para dejar al alcance de mi mano su vulvita. Estaba chorreando. Casi me corro. En ese momento, ella, que hasta entonces había estado acariciando mis pechos, mi nuca, las orejas y poco más, bajo a mis testículos y con la misma suavidad que me acariciaba la nuca, me los empezó a acariciar con algunos toques en la polla con la mano derecha, mientras con la izquierda levantaba mi mentón para besarme en la boca. Primero un beso con roces de labios para seguir mordisqueando mi labio inferior dándole toques muy suaves con su lengua y penetrando mi boca pasmada con su lengua. Acerco sus labios a mi oído y me pregunto:
- Le apetece hacerme algo parecido aquí. –Me soltó el miembro y se tocó la vulvita por encima de mi mano que, en ese momento, tenía el dedo medio derecho en su interior.
- Claro, ahora mismo.
- Espere un poco, siga dándome suavemente con el dedo. Un poco más suave y despacio.
Así lo hice mientras chorreaba hasta llenarme los dedos y la palma de la mano y me besaba como enseñándome lo que le apetecía que le hiciera con mi lengua en su coñito. Al cabo de un ratito dejó de besarme y empecé a bajar con la lengua desde la boca pasando por todo su cuerpo intentando aplicarle lo que me había enseñado. Nos acostábamos en la cama de mi hijo. Al llegar a su vulva noté sus jugos en mis labios y no sabían a rancio como los de las mujeres a las que se lo había comido, sabía a mujer, pero estaba muy rico, como dulzón. Empecé a besarlo, y a coger suavemente con mis labios sus labios mayores, que cada vez estaban más mayores.
De vez en cuando le daba un toque con mi lengua muy carnosa, metiéndosela cada vez un poco más y retirándola de inmediato, arrancándole gemidos cada vez más fuertes y más soterrados a la vez que abundaba cada vez más su flujo y mi saliva. Se corrió, estoy seguro de que se corrió. Nunca lo había conseguido de ninguna mujer y ella me lo dio, apretó el culo y noté como le palpitaba el sexo mientras me apretada la cabeza entre sus piernas. Le duró casi dos minutos y cuando se relajó empezó a besarme la polla que hasta entonces ni siquiera había rozado; besos, lamidas y chupadas de mis testículos y toda la polla, toda.
En menos de cuatro minutos, por más que quise retenerme, me corrí en su boca. Nunca, a lo largo de mi vida, me había corrido de ese modo en la boca de nadie, sólo una vez, mi mujer, en los primeros años de nuestro matrimonio, se tragó parte de una segunda corrida, dos o tres gotitas apenas. Pero la nenita se acababa de meter en la boca la mayor corrida de mi vida, ni de joven, recuerdo haber tenido siete u ocho sacudidas de leche, cinco o seis de ellas de cantidad considerable, porque me escoció al salir por la punta del glande, ya que tengo el agujero bastante reducido.
Yo también me tragué lo suyo, si estoy en lo cierto, le llegaron dos orgasmos casi seguidos, uno nada más empezar a chupar a fondo mi polla y otro al recibir mi leche. O era la mejor actriz del mundo y podía controlar las ...
... emisiones de flujo de su coñito, o estaba disfrutando de lo lindo.
- Límpieme bien por favor. Como yo.
Y se puso a relamerme totalmente hasta no dejar ni un resquicio de mi esperma. Yo hice lo propio y le dejé su coñito, de pelo rubio natural, absolutamente limpio, me tragué todo: saliva y flujos sin dejar nada. Como no dejaba de chuparme con tal suavidad y “cariño”, volví a excitarme, de hecho, creo que apenas se me bajó, un poco tal vez. Me acariciaba el agujero del culo e introducía la yema de uno de sus dedos, apenas nada. No lo comprendía, pero me apetecía que me metiera algo más.
- ¿Tiene condones? - Me preguntó.
- No. Pero ¿Cómo se te ocurre ahora?
- Si me va a penetrar usted sería mejor no jugársela. ¿No cree?
- Claro, por supuesto. Pero no tengo.
- A mí me apetece un montón que me penetre aunque sea sólo un poquito. Yo estoy sana y creo que usted también, porque sé por su hija que es usted donante de sangre, yo también lo soy y hace poco que he dado y no tengo nada contagioso. ¿Qué hacemos?
- A mí me apetece mucho más que a ti y la semana pasada me llegaron los resultados de mi última donación de sangre y estoy perfecto.
- Vale, ¿me la mete un poco? pero no se corra dentro por favor. ¿De acuerdo?
- Claro cielo.
Que encanto. Y me beso en los labios con un sabor a mi esperma que ya no recordaba. Se puso boca arriba y se la introduje mientras me decía.
- Hasta el fondo, pero, por favor señor, despacito.
No me costó nada meterla entera y empecé a bombear, me hizo reducir el ritmo y al poco empezó a jadear haciéndome aumentar el ritmo de bombeo hasta correrse de nuevo en unos minutos. Yo alucinaba. Cuando ella iba por el tercero de esta serie, le dije que me venía con intención de sacarla y me dijo:
- No se pare por favor, no se pare.
Mientras jadeaba excitándome hasta tal punto que me corrí dentro de ella al instante.
- La he cagado cariño, la he cagado.
- Tranquilo, mañana me tomo la píldora del día siguiente por si acaso y no pasa nada.
Meneó su culito un rato como si se relamiera hasta que mi polla se quedó flácida. Y, como una gatita, se puso en posición del 69 se puso a chuparme la polla morcillona y dolorida, mientras decía.
- Venga límpieme, no vayamos a manchar la cama. Y no le dé asco que lo que saldrá de mi es sólo suyo.
Estuvimos “limpiándonos” hasta que le salió todo de su interior. Parecía que quería más y le pregunté:
- ¿Te apetece seguir un poco más?
- A mí sí. ¿Y a usted? Aunque estoy muy bien y muy a gusto si lo quiere dejar no hay problema, estoy encantada.
- Que va, sólo necesito un rato, entiende que ...
- Por favor, no se excuse usted, ha echado dos sin sacarla. ¿No se dice así?
- En mi vida me he encontrado una maravilla como tú.
Era maravillosa, no sólo sabía conseguirme el mayor de los placeres, me hacía sentir el macho más macho del planeta con la mujer más hermosa del mundo entero. Para entonces, la anoréxica había pasado a ser Mis ...
... Universo.
- Espera un rato cariño. ¿Te apetece jugar un rato con unos juguetes que tengo?
- Bueno, si a usted le apetece y le ayuda a animarse de nuevo.
Me fui en pelota viva a mi cuarto y, con todo el silencio posible, saqué, de un cajón, vaselina y un consolador que mi mujer casi nunca quería usar, al menos conmigo, porque siempre decía “tira esto de una vez”, las pocas veces que la penetraba con él y la ponía cachonda para luego follarla, pero nunca lo tiraba. Tal vez lo usaba en solitario y por eso le apetecía tan poco hacer el amor conmigo. Me lave de nuevo, no sé bien porque, creo que para refrescarme un poco más que por otra cosa y, cuando lo hice, me sentí culpable por el esmero que había puesto la nena para limpiarlo todo perfectamente. Cuando entré de nuevo en el cuarto de mi hijo, cogí una vela de adorno que tenía allí y le puse un poco de vaselina, muy poca porque la nena seguía mojada, y empecé a penetrarla primero con la vela de tamaño algo mayor que un puro y, al poco, con el consolador de considerables proporciones, mientras tanto, la nena ya estaba chupando y sobándome testículos y polla.
Sin llegar a estar empalmado iba camino de estarlo, llegué a tamaño de crucero en el mismo momento que, mientras bombeaba intensamente en su coñito con el consolador que mi mujer tanto criticaba, le vino un orgasmo de tal intensidad que los gemidos que dio la nena me dejaron preocupado por si se oían, pero no paré, estaba enfebrecido y en lugar de parar, le empecé a meter mi dedo medio y después la vela en el culito, de repente, la nena paró de mover el culo y de mamármela un momento, hasta que le hube metido unos quince centímetros de la vela. En ese momento empezó a moverse de tal modo que yo sólo sujetaba en su interior la vela y el consolador, en poco tiempo se corrió de nuevo y estoy seguro de que se despertó mi hija, aunque supongo que pensó que su amiga tenía un sueño y hablaba dormida.
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si les gusto se agradece comentarios sobre lo que más les gusto y putos para seguir creciendo.
gracias
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