Mi jefa es una puta...
Pero no una de esas putas buenas, de las que complacen a los hombres cumpliendo todos sus deseos sexuales como lindas y obedientes niñas, si no de la clase que denigra, te explota y obteniene una sádica satisfacción al hacerlo.
Para un hombre no hay nada peor que esto, vivir bajo la pata de una perra sádica y poderosa. Es inimaginable la cantidad de veces en las que sus acciones han atacado mi masculinidad, provocándome una furia insoportable que no he podido saciar el bien de mi carrera laboral y miedo a perder mi inestabilidad económica.
Para agregarle insulto a la injuria que es mi ambiente laboral, resulta que la zorra a la que respondo en mi día a día es también una mina de ensueño, de esas que si tenes la fortuna de encontrarte en la calle te terminas deprimiendo al saber que nunca tendrías chance de siquiera acercarle la verga a la cara. Estoy hablando de un cuerpo perfecto de 1.78, piernas largas y esculpidas por los dioses culminadas en lo que solo se puede describir como el culo más delicioso del planeta. Sus tetas, que siempre estan bien presentadas dentro de las camisas blancas escotadas que frecuenta vestir, comparten los adjetivos con su espalda baja y su bamboleo es el único pequeño beneficio por el que la oficina soporta el continuo maltrata al que se ve sometida, realmente es un privilegio presenciar esas ubres en movimiento. Por supuesto que, conectado a este hermoso cuerpo, también es dueña mi señora jefa de un rostro igualmente hermoso, de la clase que cuando sonríe (incluso si esa felicidad nace del suplicio que sufrimos mis compañeros y yo) te derrite con una mezcla de adorabilidad y lujuria, con sus labios carnosos siempre bien resaltados por su fuerte labial rojo y sus enormes ojos verdes, todo esto adornado por una cabellera negra y voluminosa. Una verdadera obra de arte.
En definitiva, si bien se trata de una diosa sexual y el absoluto deseo de mi vida, ya venía siendo hora de que esta zorra aprenda cual es su lugar, y por eso cuento hoy como demostré quién es el jefe.
-El Día Antes-
La oficina estaba muerta, como siempre en estas tempranas horas del día, sin mucho más que hacer que aparentar trabajar mientras que uno se mantenía ocupado mirando el polvo acumularse en los escritorios o contemplar las distintas maneras de morir que serían más disfrutables que continuar en este bodrio de empleo.
- ¿Bastante muerto eh? - Habló una voz.
Se trataba de mi único compañero en la oficina (entre los subordinados claro está), un joven llamado Juan que demostraba todas las calidades de la personalidad Gen Z, para mi tormento diario. No era mal pibe, pero a veces era difícil de tratar con el.
Yo - Y... Nunca cambia mucho la cosa no... -
Juan - ¿Sabes cómo cambiaría la cosa we? - me miró, con una cara de perversión que no dejaba de incomodarme, mientras esperaba respuesta.
Yo - Decime -.
El joven miró hacía ambos lados, inspeccionando el ambiente con una sonrisa pecaminosa, para luego hablar.
Juan - ¡Si la patrona llegara en tetas! - explotó en risa - no puedo más de tanto verle esas ubres, ¡arrgggg está buenardaaaaaaaaa! -
Yo - Para pibe, calmate un poco...-
Juan - ¿Qué, me decís que no tengo razón? Ta sospechoso eso -.
Tras decir eso Juan calmó su exabrupto y volvió a su lugar, en el escrito pegado al mío.
Yo - Obvio que tenes razón, pero tené cuidado con como hablas acá che, no me sorprendería que nos vigile de alguna forma la hija de puta esta... -
El joven sorprendido volvió a inspeccionar la habitación, imitando algo así como un espía o un agente secreto.
Juan - Ooooooh... Hay un impostor entre nosotros... jejeje -.
Le di una mirada de incredulidad y volví a mirar el techo, esperando el momento de marcar... siete horas y media más...
Los minutos pasaban, lentos y no tan contentos, dentro de la opresiva oficina, cuando el silencio que se había generado por mi falta de interés en continuar tratando con el mocoso a mi lado se vio perturbado por el distintivo sonido del ascensor, seguido por tacones retumbando contra el piso de mármol.
BOOM
Tal vez ese no fue el sonido exacto con el que se presentó nuestra nada misericordiosa deidad sexual que teníamos por jefa, pero el PTSD que nos generaba su presencia seguro exageraban algunos de los elementos externos que complementaban su maldad.
Jefa - ¿Todo en orden por acá? - dijo haciendo lo más evidente posible su presencia.
Yo - Buen día primero - dije sin subir la mirada, concentrándome en mi monitor.
La mujer pareció no tener reacción ante mis palabras, optando en vez por acercarse al cuelgaropa y despojarse de su largo saco rojo, revelando como cada día sus impresionantes melones atrapados dentro de su ajustada camisa.
Con su particular sensualidad caminó hacia nosotros y se apoyó en mi escritorio.
Jefa - ¿Qué me dijiste? -
Tuve que ceder y centrar mis ojos en los de la dama... labor que sabía sería difícil teniendo que mover mi visión en dirección a las jugosas tetas que tenía enfrente, pero con determinación logré contener mis instintos.
Yo - Solo digo que podrías tener un poco más de decen...
Un golpe en el escritorio interrumpió mis palabras. El contacto visual que con tanta concentración había logrado conectar se cortó cuando dirigí mis ojos hacía sus manos por el abrupto sonido con el que nos habían proporcionado. Permití a mis ojos abstenerse de subir por un segundo, dándome un respiro, pero eventualmente volví a mirar a la jefa, esta vez llevando mi mirada desde sus manos hacía sus ojos, luego hacía sus tetas y finalmente sus ojos de nuevo. El comienzo de una sonrisa parecía dibujarse en sus labios.
Jefa - ¿Por qué necesitaría yo tener decencia con ustedes, unos ineptos que solo sirven para hacerme sangrar plata? -
No supe que responder.
Jefa - Callado, mejor así.... -
Giró la cabeza hacia mi compañero.
Jefa - Vos - dijo con su voz dominante - A vos te tengo que hablar en mi oficina -
Miré a mi compañero y el me miró a mi, casi que pidiendo ayuda...
La jefa lo hizo levantarse y le señaló la puerta que daba a los dominios de nuestra opresora, dándole paso a que camine. Detrás de él se movió la dama y yo, disfrutando de la vista, me preparé para el show de gritos que se escucharía detrás de esa puerta.
- El Día del Suceso -
Si bien llegué a la oficina temprano, mi compañero Juan ya se encontraba en su puesto, aparentemente pegado a su trabajo con total concentración.
Yo - ¿Cómo andas pibe? -.
Dejé mi abrigo y me sitúe en mi propio puesto de trabajo, comenzando a acomodar mis cosas para trabajar más ameno. Juan no respondió.
Yo - ¿Todo bien? ¿Estuvo muy fuerte ayer? Rato rato te tuvo ahí adentro... -.
Finalmente el joven se desconectó de su trabajo y subió lentamente su cabeza, revelando poco a poco su rostro mostrando una sonrisa sorpresivamente aún más perversa que la que me había regalado el día anterior.
Juan - Lo que pasó ayer... Es ZZZ... - dijo y tomó su celular - esto que te voy a mostrar... GOD -.
No respondí, prefiriendo en vez dejarlo seguir con la rutina que seguramente venía planeando desde que se hizo presente en el edificio mientras esperaba mi llegada. El joven extendió su brazo revelando su sorpresa.
Juan - ¡Adivina quién!
En la pantalla, para mi agradable sorpresa, un par de tetas... Un par de tetas perfectamente levantadas, de apariencia natural y pezones rosados. La foto se cortaba antes de mostrar la cara.
Yo - Emmm... Ni idea... alguna novia tuya asumo... -
Juan - Pah, daría mi huevo izquierdo para que fuera así, pero no... Esto amigo mío... Son las tetas de la patrona -.
Holy fuck...
Si bien nada estaba confirmado y era difícil de tomar en serio a este pibe, la simple idea de que esas pudieran ser las tetas de la jefa aumentaron mi entusiasmo por lo que me mostraba mi compañero inmensamente. Tetas buenas uno podía ver cuando quisiera... Las tetas perfecta de una zorra que odias es algo un poco más interesante.
Yo - ¿Me estás cargando no? ¿De dónde salió esto? -
Juan - ¿Viste cuando la vieja salió un segundito ayer a hablar con su jefe? Resulta que dejó el celular abierto... - dijo aguantando la risa - y parece que anda de zorrita por ahí la señora, porque estaba ahí al principio de la galería esto -.
Ahora su entusiasmo se traspasó hacia mi. Si antes estaba cauteloso, ahora sabiendo que esas eran las hermosas tetas de nuestra jefa ya no podía contener mi alegría.
Yo - No te puedo creer... pasame eso che -.
Juan - A ja ja - río con tinte malévolo y misterioso - Eso... no es todo -.
Prestó atención a su celular por un momento, moviendo los dedos nerviosamente como si su hiperactividad no pudiera ser contenida. Luego de unos segundos encontró lo que buscaba y presionó su celular contra su pecho, como si no quisiera dejarme arruinar la sorpresa echándole un vistazo a la pantalla.
Juan - Prepárate-.
Y así como así volvió a voltear su celular hacia y lo que vi me dejó sin palabras.
Si antes existían dudas de que la foto era de la jefa, lo que estaba viendo lo confirmaba de la mejor manera posible.
Ante mis ojos se reproducía el movimiento de una nalgas en cuatro, gelatinosamente ofreciendo un espectáculo inigualable, eventualmente sumándose a la imagen el hermoso rostro de la patrona siendo sodomizado por una verga anónima. Estaba presenciando a mi jefa desnuda haciendo un pete.
En la cabellera de la dama una mano tomándola del pelo guiaba la velocidad en la que su boca propiciaba placer, en un acto que borraba las líneas entre mamada y cojida de boca propiamente dicha.
Entre el satisfactorio sonido viscoso de la saliva recorriendo el tronco y el chasquido de sus labios al separarse del glande, se podía escuchar a la zorrita hablando de una forma que jamás hubiera imaginado.
"Quiero la leche, dale la leche a esta puta"
"¿Te gusta como la chupa esta zorrita?"
"Atragantame con esta pija por favor"
Totalmente descontrolada se la veía esforzándose hermosamente para otorgar el mayor placer posible con sus jugosos labios, mientras quien recibía ese placer se permitía disfrutar también de las increíbles nalgas de su puta, palmeandole la cola una nalga a la vez degustando los gemidos que acompañaban cada resonante golpe.
Un minuto o dos transcurría de esta obra maestra cinematográfica cuando, de los costados, se hacían presentes otros dos miembros masculinos, poniéndole un abrupto final al filme.
Yo - wow... -.
Juan - wow es correcto... Y lo mejor de todo... No creo que sea el úni... -.
Y antes de poder terminar, la dama de la discordia hizo presencia.
Jefa - vos - dijo señalándome - Te toca, a mi oficina -.
- El Suceso -
Con temor atravesé el umbral hacía el despacho de la jefa, esperando lo peor habiendo presenciado la brutalidad que sufrió mi compañero el día anterior. Esperando que comience me quedé parado, observando como la arpía se acomodaba detrás de su escritorio.
Jefa - sentate al menos -. Dijo con molestia.
Seguí su consejo y tomé asiento frente a ella.
Jefa - Vamos al grano, estuve hablando con la gente de contaduría y me comentaron de tus números - inmediatamente quedé inmóvil - y la verdad que no sabía que acá se contrataba por caridad... ¿vos me podes decir qué mierda estuviste haciendo estos últimos seis meses? Porque por lo que me estuvieron mostrando lo único que estuviste haciendo es boludear todo el día y mirarme las tetas -.
Tenía razón, en todo ese tiempo trabajando como vendedor básicamente me había relegado a durar en el trabajo y nada más, no había excusa para mi actitud y como tal me costaba encontrar palabras para defenderme.
Jefa - ¿Y? ¿Sos mudo acaso? ¿O estás cagado? -.
Me mantuve congelado, mirando a la nada, hasta que como una señal de los dioses mi celular sonó. Arriesgadamente me permití mirarlo, mi compañero había enviado el video.
Con esto mi preocupación se desvaneció dando paso a un pensamiento demencial, pensamiento que crecía en mi mente conforme escuchaba las hirientes palabras de la zorra de mi jefa. Durante todo este tiempo tuve que soportar el suplicio que era trabajar bajo su mando, sabiendo que en realidad su lugar está en complacer a los hombres, y ahora, teniendo este poder en mis manos, era hora de mostrar quién es que realmente manda.
Yo - Ya está... me cansé... - dije con calma - no tengo porque soportar esto -.
Jefa - ¿De qué hablas in... -
Yo - ¡Cállate puta!, ahora voy a hablar yo - dije con firmeza - mirá lo que tengo...
Le mostré el video. La dama demostró por primera vez un poco de debilidad, pero inmediatamente volvió a su dominante naturalidad.
Jefa - ¿De dónde sacaste eso? -.
Yo - Eso es lo de menos, lo que importa acá es lo que voy a hacer con esto - reí, devolviendo el celular a mi bolsillo - no sería muy bueno para esta imagen de empoderada que de repente las redes estén cubiertas por vos siendo violada por la boca ¿no? -.
Las grietas en la defensa de la dama empezaban a aparecer, pero aún no era suficiente para destruirla.
Jefa - Si dale... como si vos, un pobre diablo de mierda, fuera a hacer algo con eso... borrá esa mierda y salíde aca, ya me cansaste -.
Yo - ¿Vos te pensas que no lo haría? ¿Te crees que a mi me importa algo lo que te pase o lo que pase con esta empresa de mierda? - reí - no me podría importar menos -.
Finalmente, la cara de la zorra enrojeció y dejó ver por primera vez sus verdaderos colores.
Jefa - ¿Qué queres? ¿Plata?, dale tirá un número hijo de puta -.
Yo - No no no, a mi la plata no me interesa, pero hay algo más acá que siempre quise - dije acercándome a ella, pasando al otro lado del escritorio y tomando su rostro - lo que yo quiero sos vos -.
Con odio retiro su cara de la prisión de mis dedos.
Jefa - ¡rajá de acá loco! Estás soñando si te pensas queme vas a tocar un pelo -.
La ignoré y caminé lentamente hacia la puerta.
Yo - Bueno, no hay problema... espero te guste la reputación de puta... te queda bien -.
Continúe mi camino hasta posicionarme pasos antes de la puerta.
Jefa - ¡Espera! -.
Volteé a verla.
Yo - ¿si? -.
Jefa - Está bien... -.
Yo - ¿Qué está bien? -.
Jefa - Te hago una paja... -
La miré y sonreí, lentamente pasé está vez a caminar nuevamente a su lado.
Yo - Levántate - dije en camino - a ver date una vueltita -.
Con odio escuchó mi pedido y se levantó, dejando su silla disponible para que yo tome su lugar.
La patrona observó lo que hacía, pero no tuvo la valentía de comentar nada al respecto. En su defecto hizo caso a mis órdenes y con lo que me pareció un poco de sensualidad dio una vuelta, con la intención de dar un pequeño tour de su increíble cuerpo.
Yo - ¿Podrías ser una niña buena y sacarte esa falda? Hace tiempo que quiero ver bien esa cola desnuda -.
Ella gruñó, pero en definitiva hizo lugar a lo peticionado. Sin habérselo pedido me dio la espalda mientras se despojaba de la prenda, inclinándose más y más para hacer, regalándome una vista privilegiada de su culo en pompa.
Jefa - ¿Feliz? -. Dijo volteando a verme.
Yo - Estoy empezando a ser feliz sí - confesé - pero ahora siento que sería mejor si estuvieras agachada entre mis piernas... -. Apunté hacia abajo.
Resignada bajó la mirada a mi entrepierna, demostrando su molestia otra vez con un gruñido, y luego su cuerpo siguió su mirada quedando finalmente donde siempre deseé, entre mis piernas.
Jefa - pelá la pija inútil -.
Tras escuchar esto la callé con una bofetada que resonó en la habitación.
Yo - A mi ya no me vas a tratar como queres - dije observando fijamente su rostro, que demostraba unos ojos llorosos que casi logran darme pena - vos te vas a encargar de eso -.
Sorprendida y calladita dejó la actitud de patrona malvada y desabrochó mis pantalones, revelando mi hombría y comenzando una lenta paja.
Viendo que la puta iba a cooperar decidí dejarla trabajar y disfruté de la vista. Esta perfecta mujer que me había estado tormentando durante el pasado año ahora se encontraba de rodillas, en tanga y poniéndose babita en la mano para poder pajearme más rico... No lo hacía con la mejor de las ganas, pero lo aceptaba.
Continúe disfrutando el constante meneo de su mano, hasta que noté que la zorrita pretendía hablar.
Jefa - ¿Te falta mu... -
Rápidamente aproveché su boca abierta y la tomé por la nuca, obligandola a engullir mi verga completa. La putita forcejeó un poco con sus manos en mis piernas, pero luego de unos segundos de contenerla desistió y comenzó a mamar por su cuenta.
Yo - Bien putita, así me gusta -.
Jefa - Arrrggg, no puedo creer que me estés haciendo esto -. Respondió pero continuó su labor como la petera experta que es.
Aquellos sonidos viscosos que tanto me calentaron viendo ese video se convertían en realidad dándole al ambiente una banda sonora excepcional.
Estando extremadamente relajado me tomé el atrevimiento de inclinarme hacia adelante en dirección a las nalgas de mi jefa, procurando mantener mi mano derecha guiando su mamada, para darme el gusto de nalguear esa cola que me hizo babear tantas veces, al hacerlo creí escuchar lo que sonó como un gemido proveniente de su boca.
Jefa - ¿Le queda mucho a esto? Se me está cansando la mandíbula... -. Dijo tras darle un sonoro chupón a la cabeza de mi pene.
Yo - ¿Actitud todavía? ¿No entendes que me tenes que complacer? - levanté mi mano, amagando a darle una cachetada - Bueno... te dejo descansar la boca... pelá las tetas -.
La mujer obedeció, ahora mucho menos resistente, desabrochó los botones de su blanca camisa y se despojó de su ropa interior.
Yo - Creo que ya sabes qué hacer... -.
Callada aún, sin quitar la mirada de los ojos de su nuevo dueño, dejó caer un poco de baba sobre su cuerpo, entre medio de sus senos. Esparció la saliva con la palma de su mano y luego encerró mi poronga con sus ubres.
Yo - Muy bien... Así me gusta - le acaricié el pelo.
La vista era increíble. La puta patrona, ahora ya enteramente desnuda, paseándome con sus tetas mientras me miraba cada vez con más sumisión.
Su técnica era buena, era evidente que no era la primera vez que hacía esto. Recogidas en ambas manos sus magumbos subían, masajeaban un poco, y bajaban para revelar nuevamente la cabeza de mi verga.
Esta jugada continuó por unos minutos, las tetas subían, las tetas bajaban... continuó hasta que en un momento, en una de las bajadas, la zorra decidió que, sin pedido alguno, era hora de sumar su boca al acto, pasando a tragar un poco cada vez que se le daba la oportunidad, dejando claro que le gustaba al regalarme repetidos gemidos cada vez que mi pija hacia contacto con su boca.
Yo - ¡Ajajajajaj! Te gustó putita, muy bien... seguí así que me está gustando -.
Continúe aprobando su tarea dándole caricias en el pelo. Si bien no podía ver perfectamente bien, el movimiento de su brazo daba a entender que se estaba tocando.
Jefa - Supongo que ahora querrás cojerme ¿no? - dijo fingiendo molestia.
Yo - No lo sé, me gusta someterte así... ¿para qué me molestaría cuando me puedo relajar y recibir placer?
Estaba buscando su suplica, sabía que estaba calienta y quería que me lo mostrara.
Jefa - ¿me vas a decir que no queres probarme? - deslizó dos dedos dentro de su cabidad para luego acercarlos hacia mi - ¿me vas a decir que no queres probar esta conchita? -.
El olor de sus dedos era embriagador, los acercó hacia mis labios y los atra péen mi boca, sabían bien.
Yo - Estas acá para darme placer, no para que yo te lo dé a ti -.
La putita bajó por todo el correr de mi tronco, subiendo lentamente y lamiendo alrededor al llegar a la cabeza.
Al desprenderse de mi verga se levantó.
Jefa - ¿estás seguro que podes resistirte? - dijo a tiempo que se levantaba y comenszaba a resfregar su culo contra mi pelvis, procurando hacer rozar bien mi pija por sus calientes y húmedos labios.
Quería hacerla suplicar, pero a su vez era imposible resistir esta demostración de calentura extrema.
Yo - Vos no te vas a poder resistir después de esto -.
Y con eso le inserté la verga.
Jefa - ¡ay sí! ¡que rico la puta madre! -.
La tomé de las nalgas, las cuales empezaban a empeparse con sudor, y bombeé esa conchita como que no hubiera mañana. Esos ruidos provenientes de la unión de mi pija y su ensalivada boca que tanto había disfrutado dieron paso a que ahora me deleite por el sonido que su cremosa concha hacía al subir y bajar por mi mástil, ahora con el gran agregado de que su boca estaba disponible para gritar de placer, totalmente olvidando el hecho de que del otro lado de la puerta se encontraba el joven Juan trabajando.
En un frenesí descontrolado de placer mutuo ambos dejamos que nuestros cuerpos sean los que hablen, impregnando el ambiente de olor a sexo, gemidos y el ocasional comentario.
"¡que rico la puta madre!"
"Dios sí!"
Otra vez me permití palmear ese culo. Una y otra vez azoté esas nalgas con lujuria, y luego tomé esos panes y los separé, revelando su asterisco.
Yo - Este agujerito me tienta - rompí el silencio.
Jefa - ¡Otro día es tuyo! - gritó - ahora seguí, ¡y no pares por favor!
Jadeó y Jadeó.
Jefa - ¡Partime al medio! -.
Continúe penetrandola hasta que sus nalgas chocaban con mi pelvis, procurando meterle cada centímetro para que lo sienta en lo más profundo de su interior.
Yo - Ya estoy cerca - dije señalando el final de la faena.
Jefa - Ya viste que soy una puta... ahora vas a ver hasta donde puedo llegar -.
Tras decir esto se desprendió de mi verga y rápidamente se agachó, metiendosela en la boca una vez más.
Yo - ¿Te gustan tus jugos? -.
Jefa - Me encantan, pero no más de lo que me va a gustar tu leche, damela -.
Le acaricié la mejilla, ya se había sometido totalmente ante mi, pero para ponerle la cerezita a la torta le ordené...
Yo - Pedimela -.
Ella continuó su hermoso trabajo, hasta que notó que mi glande comenzaba a hincharse.
Jefa - La quiero toda por favor, damela - decía entre jadeos - ¡quiero tomarme toda la lechita! -.
Al sonido de esto exploté, dejando el primer chorro a lo largo de su rostro y dándole a entender que era hora de comer. Con maestría tomó los demás chorros en su boca, dando unas últimas chupadas cuando comprendió que su labor había finalizado.
Ambos nos miramos sonrientes mientras ella terminada de tragar la buena porción que llevaba en la boca, totalmente extasiados por el polvo que nos acabamos de regalar.
Puta - Gracias... jefe -.
- El Día Después -
La oficina se encontraba en su usual tranquilidad. Ninguno emitió una palabra, aunque era evidente que Juan (además de cargar con una evidente envidia) se estaba conteniendo para no hablar de lo sucedido en la mañana anterior. Ya cuando se le estaba haciendo demasiado difícil enjaular las palabras, otra vez el familiar sonido del ascensor y los tacones anunciaba la llegada de la patrona.
BOOM
Nuevamente la puerta se abría en un estallido.
Jefa - ¡Vos! - dijo señalandome - te voy a necesitar en mi oficina -. Esta vez habló con una sonrisa.
Era evidente par mi que aún después de todo esto mi jefa seguía siendo una puta... sí.
Pero ahora era mi puta.
Pero no una de esas putas buenas, de las que complacen a los hombres cumpliendo todos sus deseos sexuales como lindas y obedientes niñas, si no de la clase que denigra, te explota y obteniene una sádica satisfacción al hacerlo.
Para un hombre no hay nada peor que esto, vivir bajo la pata de una perra sádica y poderosa. Es inimaginable la cantidad de veces en las que sus acciones han atacado mi masculinidad, provocándome una furia insoportable que no he podido saciar el bien de mi carrera laboral y miedo a perder mi inestabilidad económica.
Para agregarle insulto a la injuria que es mi ambiente laboral, resulta que la zorra a la que respondo en mi día a día es también una mina de ensueño, de esas que si tenes la fortuna de encontrarte en la calle te terminas deprimiendo al saber que nunca tendrías chance de siquiera acercarle la verga a la cara. Estoy hablando de un cuerpo perfecto de 1.78, piernas largas y esculpidas por los dioses culminadas en lo que solo se puede describir como el culo más delicioso del planeta. Sus tetas, que siempre estan bien presentadas dentro de las camisas blancas escotadas que frecuenta vestir, comparten los adjetivos con su espalda baja y su bamboleo es el único pequeño beneficio por el que la oficina soporta el continuo maltrata al que se ve sometida, realmente es un privilegio presenciar esas ubres en movimiento. Por supuesto que, conectado a este hermoso cuerpo, también es dueña mi señora jefa de un rostro igualmente hermoso, de la clase que cuando sonríe (incluso si esa felicidad nace del suplicio que sufrimos mis compañeros y yo) te derrite con una mezcla de adorabilidad y lujuria, con sus labios carnosos siempre bien resaltados por su fuerte labial rojo y sus enormes ojos verdes, todo esto adornado por una cabellera negra y voluminosa. Una verdadera obra de arte.
En definitiva, si bien se trata de una diosa sexual y el absoluto deseo de mi vida, ya venía siendo hora de que esta zorra aprenda cual es su lugar, y por eso cuento hoy como demostré quién es el jefe.
-El Día Antes-
La oficina estaba muerta, como siempre en estas tempranas horas del día, sin mucho más que hacer que aparentar trabajar mientras que uno se mantenía ocupado mirando el polvo acumularse en los escritorios o contemplar las distintas maneras de morir que serían más disfrutables que continuar en este bodrio de empleo.
- ¿Bastante muerto eh? - Habló una voz.
Se trataba de mi único compañero en la oficina (entre los subordinados claro está), un joven llamado Juan que demostraba todas las calidades de la personalidad Gen Z, para mi tormento diario. No era mal pibe, pero a veces era difícil de tratar con el.
Yo - Y... Nunca cambia mucho la cosa no... -
Juan - ¿Sabes cómo cambiaría la cosa we? - me miró, con una cara de perversión que no dejaba de incomodarme, mientras esperaba respuesta.
Yo - Decime -.
El joven miró hacía ambos lados, inspeccionando el ambiente con una sonrisa pecaminosa, para luego hablar.
Juan - ¡Si la patrona llegara en tetas! - explotó en risa - no puedo más de tanto verle esas ubres, ¡arrgggg está buenardaaaaaaaaa! -
Yo - Para pibe, calmate un poco...-
Juan - ¿Qué, me decís que no tengo razón? Ta sospechoso eso -.
Tras decir eso Juan calmó su exabrupto y volvió a su lugar, en el escrito pegado al mío.
Yo - Obvio que tenes razón, pero tené cuidado con como hablas acá che, no me sorprendería que nos vigile de alguna forma la hija de puta esta... -
El joven sorprendido volvió a inspeccionar la habitación, imitando algo así como un espía o un agente secreto.
Juan - Ooooooh... Hay un impostor entre nosotros... jejeje -.
Le di una mirada de incredulidad y volví a mirar el techo, esperando el momento de marcar... siete horas y media más...
Los minutos pasaban, lentos y no tan contentos, dentro de la opresiva oficina, cuando el silencio que se había generado por mi falta de interés en continuar tratando con el mocoso a mi lado se vio perturbado por el distintivo sonido del ascensor, seguido por tacones retumbando contra el piso de mármol.
BOOM
Tal vez ese no fue el sonido exacto con el que se presentó nuestra nada misericordiosa deidad sexual que teníamos por jefa, pero el PTSD que nos generaba su presencia seguro exageraban algunos de los elementos externos que complementaban su maldad.
Jefa - ¿Todo en orden por acá? - dijo haciendo lo más evidente posible su presencia.
Yo - Buen día primero - dije sin subir la mirada, concentrándome en mi monitor.
La mujer pareció no tener reacción ante mis palabras, optando en vez por acercarse al cuelgaropa y despojarse de su largo saco rojo, revelando como cada día sus impresionantes melones atrapados dentro de su ajustada camisa.
Con su particular sensualidad caminó hacia nosotros y se apoyó en mi escritorio.
Jefa - ¿Qué me dijiste? -
Tuve que ceder y centrar mis ojos en los de la dama... labor que sabía sería difícil teniendo que mover mi visión en dirección a las jugosas tetas que tenía enfrente, pero con determinación logré contener mis instintos.
Yo - Solo digo que podrías tener un poco más de decen...
Un golpe en el escritorio interrumpió mis palabras. El contacto visual que con tanta concentración había logrado conectar se cortó cuando dirigí mis ojos hacía sus manos por el abrupto sonido con el que nos habían proporcionado. Permití a mis ojos abstenerse de subir por un segundo, dándome un respiro, pero eventualmente volví a mirar a la jefa, esta vez llevando mi mirada desde sus manos hacía sus ojos, luego hacía sus tetas y finalmente sus ojos de nuevo. El comienzo de una sonrisa parecía dibujarse en sus labios.
Jefa - ¿Por qué necesitaría yo tener decencia con ustedes, unos ineptos que solo sirven para hacerme sangrar plata? -
No supe que responder.
Jefa - Callado, mejor así.... -
Giró la cabeza hacia mi compañero.
Jefa - Vos - dijo con su voz dominante - A vos te tengo que hablar en mi oficina -
Miré a mi compañero y el me miró a mi, casi que pidiendo ayuda...
La jefa lo hizo levantarse y le señaló la puerta que daba a los dominios de nuestra opresora, dándole paso a que camine. Detrás de él se movió la dama y yo, disfrutando de la vista, me preparé para el show de gritos que se escucharía detrás de esa puerta.
- El Día del Suceso -
Si bien llegué a la oficina temprano, mi compañero Juan ya se encontraba en su puesto, aparentemente pegado a su trabajo con total concentración.
Yo - ¿Cómo andas pibe? -.
Dejé mi abrigo y me sitúe en mi propio puesto de trabajo, comenzando a acomodar mis cosas para trabajar más ameno. Juan no respondió.
Yo - ¿Todo bien? ¿Estuvo muy fuerte ayer? Rato rato te tuvo ahí adentro... -.
Finalmente el joven se desconectó de su trabajo y subió lentamente su cabeza, revelando poco a poco su rostro mostrando una sonrisa sorpresivamente aún más perversa que la que me había regalado el día anterior.
Juan - Lo que pasó ayer... Es ZZZ... - dijo y tomó su celular - esto que te voy a mostrar... GOD -.
No respondí, prefiriendo en vez dejarlo seguir con la rutina que seguramente venía planeando desde que se hizo presente en el edificio mientras esperaba mi llegada. El joven extendió su brazo revelando su sorpresa.
Juan - ¡Adivina quién!
En la pantalla, para mi agradable sorpresa, un par de tetas... Un par de tetas perfectamente levantadas, de apariencia natural y pezones rosados. La foto se cortaba antes de mostrar la cara.
Yo - Emmm... Ni idea... alguna novia tuya asumo... -
Juan - Pah, daría mi huevo izquierdo para que fuera así, pero no... Esto amigo mío... Son las tetas de la patrona -.
Holy fuck...
Si bien nada estaba confirmado y era difícil de tomar en serio a este pibe, la simple idea de que esas pudieran ser las tetas de la jefa aumentaron mi entusiasmo por lo que me mostraba mi compañero inmensamente. Tetas buenas uno podía ver cuando quisiera... Las tetas perfecta de una zorra que odias es algo un poco más interesante.
Yo - ¿Me estás cargando no? ¿De dónde salió esto? -
Juan - ¿Viste cuando la vieja salió un segundito ayer a hablar con su jefe? Resulta que dejó el celular abierto... - dijo aguantando la risa - y parece que anda de zorrita por ahí la señora, porque estaba ahí al principio de la galería esto -.
Ahora su entusiasmo se traspasó hacia mi. Si antes estaba cauteloso, ahora sabiendo que esas eran las hermosas tetas de nuestra jefa ya no podía contener mi alegría.
Yo - No te puedo creer... pasame eso che -.
Juan - A ja ja - río con tinte malévolo y misterioso - Eso... no es todo -.
Prestó atención a su celular por un momento, moviendo los dedos nerviosamente como si su hiperactividad no pudiera ser contenida. Luego de unos segundos encontró lo que buscaba y presionó su celular contra su pecho, como si no quisiera dejarme arruinar la sorpresa echándole un vistazo a la pantalla.
Juan - Prepárate-.
Y así como así volvió a voltear su celular hacia y lo que vi me dejó sin palabras.
Si antes existían dudas de que la foto era de la jefa, lo que estaba viendo lo confirmaba de la mejor manera posible.
Ante mis ojos se reproducía el movimiento de una nalgas en cuatro, gelatinosamente ofreciendo un espectáculo inigualable, eventualmente sumándose a la imagen el hermoso rostro de la patrona siendo sodomizado por una verga anónima. Estaba presenciando a mi jefa desnuda haciendo un pete.
En la cabellera de la dama una mano tomándola del pelo guiaba la velocidad en la que su boca propiciaba placer, en un acto que borraba las líneas entre mamada y cojida de boca propiamente dicha.
Entre el satisfactorio sonido viscoso de la saliva recorriendo el tronco y el chasquido de sus labios al separarse del glande, se podía escuchar a la zorrita hablando de una forma que jamás hubiera imaginado.
"Quiero la leche, dale la leche a esta puta"
"¿Te gusta como la chupa esta zorrita?"
"Atragantame con esta pija por favor"
Totalmente descontrolada se la veía esforzándose hermosamente para otorgar el mayor placer posible con sus jugosos labios, mientras quien recibía ese placer se permitía disfrutar también de las increíbles nalgas de su puta, palmeandole la cola una nalga a la vez degustando los gemidos que acompañaban cada resonante golpe.
Un minuto o dos transcurría de esta obra maestra cinematográfica cuando, de los costados, se hacían presentes otros dos miembros masculinos, poniéndole un abrupto final al filme.
Yo - wow... -.
Juan - wow es correcto... Y lo mejor de todo... No creo que sea el úni... -.
Y antes de poder terminar, la dama de la discordia hizo presencia.
Jefa - vos - dijo señalándome - Te toca, a mi oficina -.
- El Suceso -
Con temor atravesé el umbral hacía el despacho de la jefa, esperando lo peor habiendo presenciado la brutalidad que sufrió mi compañero el día anterior. Esperando que comience me quedé parado, observando como la arpía se acomodaba detrás de su escritorio.
Jefa - sentate al menos -. Dijo con molestia.
Seguí su consejo y tomé asiento frente a ella.
Jefa - Vamos al grano, estuve hablando con la gente de contaduría y me comentaron de tus números - inmediatamente quedé inmóvil - y la verdad que no sabía que acá se contrataba por caridad... ¿vos me podes decir qué mierda estuviste haciendo estos últimos seis meses? Porque por lo que me estuvieron mostrando lo único que estuviste haciendo es boludear todo el día y mirarme las tetas -.
Tenía razón, en todo ese tiempo trabajando como vendedor básicamente me había relegado a durar en el trabajo y nada más, no había excusa para mi actitud y como tal me costaba encontrar palabras para defenderme.
Jefa - ¿Y? ¿Sos mudo acaso? ¿O estás cagado? -.
Me mantuve congelado, mirando a la nada, hasta que como una señal de los dioses mi celular sonó. Arriesgadamente me permití mirarlo, mi compañero había enviado el video.
Con esto mi preocupación se desvaneció dando paso a un pensamiento demencial, pensamiento que crecía en mi mente conforme escuchaba las hirientes palabras de la zorra de mi jefa. Durante todo este tiempo tuve que soportar el suplicio que era trabajar bajo su mando, sabiendo que en realidad su lugar está en complacer a los hombres, y ahora, teniendo este poder en mis manos, era hora de mostrar quién es que realmente manda.
Yo - Ya está... me cansé... - dije con calma - no tengo porque soportar esto -.
Jefa - ¿De qué hablas in... -
Yo - ¡Cállate puta!, ahora voy a hablar yo - dije con firmeza - mirá lo que tengo...
Le mostré el video. La dama demostró por primera vez un poco de debilidad, pero inmediatamente volvió a su dominante naturalidad.
Jefa - ¿De dónde sacaste eso? -.
Yo - Eso es lo de menos, lo que importa acá es lo que voy a hacer con esto - reí, devolviendo el celular a mi bolsillo - no sería muy bueno para esta imagen de empoderada que de repente las redes estén cubiertas por vos siendo violada por la boca ¿no? -.
Las grietas en la defensa de la dama empezaban a aparecer, pero aún no era suficiente para destruirla.
Jefa - Si dale... como si vos, un pobre diablo de mierda, fuera a hacer algo con eso... borrá esa mierda y salíde aca, ya me cansaste -.
Yo - ¿Vos te pensas que no lo haría? ¿Te crees que a mi me importa algo lo que te pase o lo que pase con esta empresa de mierda? - reí - no me podría importar menos -.
Finalmente, la cara de la zorra enrojeció y dejó ver por primera vez sus verdaderos colores.
Jefa - ¿Qué queres? ¿Plata?, dale tirá un número hijo de puta -.
Yo - No no no, a mi la plata no me interesa, pero hay algo más acá que siempre quise - dije acercándome a ella, pasando al otro lado del escritorio y tomando su rostro - lo que yo quiero sos vos -.
Con odio retiro su cara de la prisión de mis dedos.
Jefa - ¡rajá de acá loco! Estás soñando si te pensas queme vas a tocar un pelo -.
La ignoré y caminé lentamente hacia la puerta.
Yo - Bueno, no hay problema... espero te guste la reputación de puta... te queda bien -.
Continúe mi camino hasta posicionarme pasos antes de la puerta.
Jefa - ¡Espera! -.
Volteé a verla.
Yo - ¿si? -.
Jefa - Está bien... -.
Yo - ¿Qué está bien? -.
Jefa - Te hago una paja... -
La miré y sonreí, lentamente pasé está vez a caminar nuevamente a su lado.
Yo - Levántate - dije en camino - a ver date una vueltita -.
Con odio escuchó mi pedido y se levantó, dejando su silla disponible para que yo tome su lugar.
La patrona observó lo que hacía, pero no tuvo la valentía de comentar nada al respecto. En su defecto hizo caso a mis órdenes y con lo que me pareció un poco de sensualidad dio una vuelta, con la intención de dar un pequeño tour de su increíble cuerpo.
Yo - ¿Podrías ser una niña buena y sacarte esa falda? Hace tiempo que quiero ver bien esa cola desnuda -.
Ella gruñó, pero en definitiva hizo lugar a lo peticionado. Sin habérselo pedido me dio la espalda mientras se despojaba de la prenda, inclinándose más y más para hacer, regalándome una vista privilegiada de su culo en pompa.
Jefa - ¿Feliz? -. Dijo volteando a verme.
Yo - Estoy empezando a ser feliz sí - confesé - pero ahora siento que sería mejor si estuvieras agachada entre mis piernas... -. Apunté hacia abajo.
Resignada bajó la mirada a mi entrepierna, demostrando su molestia otra vez con un gruñido, y luego su cuerpo siguió su mirada quedando finalmente donde siempre deseé, entre mis piernas.
Jefa - pelá la pija inútil -.
Tras escuchar esto la callé con una bofetada que resonó en la habitación.
Yo - A mi ya no me vas a tratar como queres - dije observando fijamente su rostro, que demostraba unos ojos llorosos que casi logran darme pena - vos te vas a encargar de eso -.
Sorprendida y calladita dejó la actitud de patrona malvada y desabrochó mis pantalones, revelando mi hombría y comenzando una lenta paja.
Viendo que la puta iba a cooperar decidí dejarla trabajar y disfruté de la vista. Esta perfecta mujer que me había estado tormentando durante el pasado año ahora se encontraba de rodillas, en tanga y poniéndose babita en la mano para poder pajearme más rico... No lo hacía con la mejor de las ganas, pero lo aceptaba.
Continúe disfrutando el constante meneo de su mano, hasta que noté que la zorrita pretendía hablar.
Jefa - ¿Te falta mu... -
Rápidamente aproveché su boca abierta y la tomé por la nuca, obligandola a engullir mi verga completa. La putita forcejeó un poco con sus manos en mis piernas, pero luego de unos segundos de contenerla desistió y comenzó a mamar por su cuenta.
Yo - Bien putita, así me gusta -.
Jefa - Arrrggg, no puedo creer que me estés haciendo esto -. Respondió pero continuó su labor como la petera experta que es.
Aquellos sonidos viscosos que tanto me calentaron viendo ese video se convertían en realidad dándole al ambiente una banda sonora excepcional.
Estando extremadamente relajado me tomé el atrevimiento de inclinarme hacia adelante en dirección a las nalgas de mi jefa, procurando mantener mi mano derecha guiando su mamada, para darme el gusto de nalguear esa cola que me hizo babear tantas veces, al hacerlo creí escuchar lo que sonó como un gemido proveniente de su boca.
Jefa - ¿Le queda mucho a esto? Se me está cansando la mandíbula... -. Dijo tras darle un sonoro chupón a la cabeza de mi pene.
Yo - ¿Actitud todavía? ¿No entendes que me tenes que complacer? - levanté mi mano, amagando a darle una cachetada - Bueno... te dejo descansar la boca... pelá las tetas -.
La mujer obedeció, ahora mucho menos resistente, desabrochó los botones de su blanca camisa y se despojó de su ropa interior.
Yo - Creo que ya sabes qué hacer... -.
Callada aún, sin quitar la mirada de los ojos de su nuevo dueño, dejó caer un poco de baba sobre su cuerpo, entre medio de sus senos. Esparció la saliva con la palma de su mano y luego encerró mi poronga con sus ubres.
Yo - Muy bien... Así me gusta - le acaricié el pelo.
La vista era increíble. La puta patrona, ahora ya enteramente desnuda, paseándome con sus tetas mientras me miraba cada vez con más sumisión.
Su técnica era buena, era evidente que no era la primera vez que hacía esto. Recogidas en ambas manos sus magumbos subían, masajeaban un poco, y bajaban para revelar nuevamente la cabeza de mi verga.
Esta jugada continuó por unos minutos, las tetas subían, las tetas bajaban... continuó hasta que en un momento, en una de las bajadas, la zorra decidió que, sin pedido alguno, era hora de sumar su boca al acto, pasando a tragar un poco cada vez que se le daba la oportunidad, dejando claro que le gustaba al regalarme repetidos gemidos cada vez que mi pija hacia contacto con su boca.
Yo - ¡Ajajajajaj! Te gustó putita, muy bien... seguí así que me está gustando -.
Continúe aprobando su tarea dándole caricias en el pelo. Si bien no podía ver perfectamente bien, el movimiento de su brazo daba a entender que se estaba tocando.
Jefa - Supongo que ahora querrás cojerme ¿no? - dijo fingiendo molestia.
Yo - No lo sé, me gusta someterte así... ¿para qué me molestaría cuando me puedo relajar y recibir placer?
Estaba buscando su suplica, sabía que estaba calienta y quería que me lo mostrara.
Jefa - ¿me vas a decir que no queres probarme? - deslizó dos dedos dentro de su cabidad para luego acercarlos hacia mi - ¿me vas a decir que no queres probar esta conchita? -.
El olor de sus dedos era embriagador, los acercó hacia mis labios y los atra péen mi boca, sabían bien.
Yo - Estas acá para darme placer, no para que yo te lo dé a ti -.
La putita bajó por todo el correr de mi tronco, subiendo lentamente y lamiendo alrededor al llegar a la cabeza.
Al desprenderse de mi verga se levantó.
Jefa - ¿estás seguro que podes resistirte? - dijo a tiempo que se levantaba y comenszaba a resfregar su culo contra mi pelvis, procurando hacer rozar bien mi pija por sus calientes y húmedos labios.
Quería hacerla suplicar, pero a su vez era imposible resistir esta demostración de calentura extrema.
Yo - Vos no te vas a poder resistir después de esto -.
Y con eso le inserté la verga.
Jefa - ¡ay sí! ¡que rico la puta madre! -.
La tomé de las nalgas, las cuales empezaban a empeparse con sudor, y bombeé esa conchita como que no hubiera mañana. Esos ruidos provenientes de la unión de mi pija y su ensalivada boca que tanto había disfrutado dieron paso a que ahora me deleite por el sonido que su cremosa concha hacía al subir y bajar por mi mástil, ahora con el gran agregado de que su boca estaba disponible para gritar de placer, totalmente olvidando el hecho de que del otro lado de la puerta se encontraba el joven Juan trabajando.
En un frenesí descontrolado de placer mutuo ambos dejamos que nuestros cuerpos sean los que hablen, impregnando el ambiente de olor a sexo, gemidos y el ocasional comentario.
"¡que rico la puta madre!"
"Dios sí!"
Otra vez me permití palmear ese culo. Una y otra vez azoté esas nalgas con lujuria, y luego tomé esos panes y los separé, revelando su asterisco.
Yo - Este agujerito me tienta - rompí el silencio.
Jefa - ¡Otro día es tuyo! - gritó - ahora seguí, ¡y no pares por favor!
Jadeó y Jadeó.
Jefa - ¡Partime al medio! -.
Continúe penetrandola hasta que sus nalgas chocaban con mi pelvis, procurando meterle cada centímetro para que lo sienta en lo más profundo de su interior.
Yo - Ya estoy cerca - dije señalando el final de la faena.
Jefa - Ya viste que soy una puta... ahora vas a ver hasta donde puedo llegar -.
Tras decir esto se desprendió de mi verga y rápidamente se agachó, metiendosela en la boca una vez más.
Yo - ¿Te gustan tus jugos? -.
Jefa - Me encantan, pero no más de lo que me va a gustar tu leche, damela -.
Le acaricié la mejilla, ya se había sometido totalmente ante mi, pero para ponerle la cerezita a la torta le ordené...
Yo - Pedimela -.
Ella continuó su hermoso trabajo, hasta que notó que mi glande comenzaba a hincharse.
Jefa - La quiero toda por favor, damela - decía entre jadeos - ¡quiero tomarme toda la lechita! -.
Al sonido de esto exploté, dejando el primer chorro a lo largo de su rostro y dándole a entender que era hora de comer. Con maestría tomó los demás chorros en su boca, dando unas últimas chupadas cuando comprendió que su labor había finalizado.
Ambos nos miramos sonrientes mientras ella terminada de tragar la buena porción que llevaba en la boca, totalmente extasiados por el polvo que nos acabamos de regalar.
Puta - Gracias... jefe -.
- El Día Después -
La oficina se encontraba en su usual tranquilidad. Ninguno emitió una palabra, aunque era evidente que Juan (además de cargar con una evidente envidia) se estaba conteniendo para no hablar de lo sucedido en la mañana anterior. Ya cuando se le estaba haciendo demasiado difícil enjaular las palabras, otra vez el familiar sonido del ascensor y los tacones anunciaba la llegada de la patrona.
BOOM
Nuevamente la puerta se abría en un estallido.
Jefa - ¡Vos! - dijo señalandome - te voy a necesitar en mi oficina -. Esta vez habló con una sonrisa.
Era evidente par mi que aún después de todo esto mi jefa seguía siendo una puta... sí.
Pero ahora era mi puta.
3 comentarios - Mi Jefa es una Puta