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Soy una empleada contenta (parte ll)

Que mi jefe, el rector, me invite el almuerzo significa una deliciosa comida en esos lugares que una mujer promedio no puede pagar. O también puede significar que tendremos sexo.
Hoy no es la excepción a ninguna de las dos opciones anteriores.
Así que me econtraba chupándole la verga en su lujoza comioneta todo el camino de regreso al campus, intentando no atragantarme y no echar el almuerzo que tan deliciosamente había elegido.
Cuando llegamos por poco no corrimos al interior. Hoy era uno de esos días en que casi nadie está, las clases ya se acabaron y los pocos estudiantes estaban entretenidos con los juegos universitarios que se desarrollan al otro lado del complejo.
Tuvimos vía libre mi oficina, que está varios pisos por debajo de la oficina del rector. A veces follabamos ahí siguiendo algún capricho suyo.
Hoy iba a ser una de esas veces.
Apenas entramos llaveé la puerta y mi jefe se sentó en mi silla. Yo, solícita, me dispuse a arrodillarme pero me detuvo.
- Desnúdate, completa.
Obedientemente me quité la ropa allí mismo, frente a él. Me quité la camisa y el brasier; mis enormes tetas quedaron a plena vista, todo blanca y rosada. Luego me quité la falta y la bragas, claro que de espaldas a él para que tuviera la panorámica de mis nalgas.
Me dejé puestas los zapatos de tacón, sé que a él le encanta que me los ponga. Como era un día caluroso no llevaba media fina, ni ligas ni portaligas.
Quedé como Dios me mandó al mundo.
Me arrodillé y de nuevo empecé la faena. Su pene se había bajado en el trayecto hasta aquí. Así que me dispuse a ponerlo duro a base de lamer sus bolas.
No tardó demasiado para sujetarme del pelo y hundirme la cara entre sus testículos. Él siempre dominante.
Me dejé hacer y chupe sus dos testículos siguiendo sus órdenes.
Cuando su pene estuvo listo otra vez me estiró hacia él, subí a mi silla y me hizo montarlo.
- Hace tiempo que no me usabas Rector.
- Es que era el aniversario con Judith, 30 años de casados y tuvimos un viaje al caribe. Todo ese mes pasado la estuve entreteniendo.
- ¡Felicidades entonces! La saluda de mi parte.
- Muy graciosa.
- No tengo problemas en compartilo, al mismo tiempo si quisieran.
- Judith no es de esas, Eli.
- Lo sé jefe, solo decía.
A horcajadas sobre él me introduje la pija en la vagina. Glorioso. Al instante empecé a moverme, arriba y abajo, de atrás para delante. Su pene entraba a mi ritmo tocando lugares mágicos en mi interior.
Él mientras tanto metió su cara entre mis pechos, me los mordió, besó, lamió y acarició todo el tiempo que duré cabalgando. Sé que le encantan mis tetas.
Después de unos minutos me ordenó levantarme y girar. Entonces me senté nuevamente sobre su pene pero está vez dándole la espada. Como si fuera él mi asiento.
Bajé completamente guiando su verga a mí vagina. Recibí una enorme nalgada y el me empujó para que me levantara.
Lo hice así y de nuevo repetí el movimiento recibiendo la nalgada en todas las ocasiones. Aunque reconozco que lo entendí rápido solo lo hice para recibir el castigo.
- Ayúdame - le pedí con la voz más puta que tenía.
El rector entonces, con las dos manos, me abrió las nalgas. Yo sujeté su pene y me senté sobre él. Solo que en ésta ocasión guíe su pene a mi entrada trasera, tal y como lo quería, al otro agujero que las mujeres tenemos para entregar. Al orificio que solo le entregan, algunas, al amor de su vida.
Me senté lentamente. El glande chocó contra mi esfínter, se detuvo un segundo mientras yo seguía bajando y entonces mi ano cedió. El pene de mi jefe penetró por mi culo.
Seguro por eso lo llaman "Rector". Le encantaba el sexo rectal y era esa zona la que ahora mismo estaba masturbando a su verga. Me senté completamente y disfruté de la completa penetración.
Con una mano en mi cintura y la otra dándome nalgadas yo saltaba sobre él. Se me escaba ciertos grititos en el interín de abrir mi recto. Mis glúteos chocaban contra su ingle cada vez que bajaba y en general trataba de mantener el ritmo.
Cualquiera que hubiese entrado en ese momento me hubiera visto a mí, una pelirroja de piel lechosa, de estatura baja y grandes senos dando sentones con nada más de vestimenta que un par de zapatos de tacón alto de color negro a un vejesterio con era el rector.
Me excité tanto que apenas toqué mis labios vaginales para masturbarme mi útero me traicionó y temblando me recorrió el orgasmo. Gemí de placer y caí en los brazos de mi jefe.
Aún con su verga dentro me quedé descansando sobre él.
- Maravilloso Elizabeth. ¿Puedo acabar hoy dentro tuyo?
- ¿En mi culo?
- No, claro que no. Si era en tu culo no te lo preguntaría. Me refiero en tu vagina.
- Claro. Sabes que no puedo tener hijos.
- Eso no me lo creo.
- ¿Por qué? ¿Acaso quiere preñarme?
- Ya tengo tres hijos. Gracias.
Reí con fuerzas. Aún sentía su pene en mi ano. Duro y palpitando. Me mantenía en mi lugar, quietecita. Como si estuviera empalada. Haciéndome suya
- Si puede acabar dentro mío, señor.
No tuvimos que hablarlo más. Me acostó sobre el pequeño escritorio, me abrió las piernas y me penetró por mi agujero más natural, el que fue echo para recibir penes. Aunque no podría decir lo contrario de mi culo.
Me sujetó de las piernas de los talones mientras yo sujeté mis tetas para que no saltasen demasiado, a veces era doloroso. El rector entonces se afanó al esfuerzo de darme una brutal cojida vaginal, de esas que hacen los hombres cuando no les importa acabar en cualquier momento.
El momento mencionado tardó cinco interminables minutos en llegar. Mi vagina estaba muy mojada y cuando eyaculó dentro se mojó mucho más.
Su semen caliente se derramó en mi interior junto a sus furiosas penetraciones.
Dejó su pene unos segundos. Era mucho semen, pero me lo dió tan profundo que dudaba que saliera con facilidad.
Después, mi jefe se sentó en mi silla con su verga semi erecta. Jadeaba. Tal esfuerzo a su edad era casi peligroso.
Vi el pene que me había recordado lo glorioso se ser mujer y pensé "Qué diablos".
Bajé al piso y metí esa misma verga, sucia de semen y mis propios fluidos, en mi boca.
- ¡Ooh por Dios! Eli. ¿Quieres más?
- Puedo seguir toda la tarde.
- ¿Con tu boca?
- Así es, ¿O tengo mucho trabajo?
- Por mí, puedes tomarte la tarde libre.
De modo seguí ahí, desnuda y recién follada. Feliz y contenta. Chupando verga que ya eyaculó dentro mío. A ratos dura y a ratos blanda, mientras mi jefe trabajaba desde mi oficina. Casi al final de la tarde me regaló otro poco de semen. Casi apenas unas gotas, pero que la tragué con ansias. Lo chupe con sensualidad.
Soy una empleada contenta (parte ll)

2 comentarios - Soy una empleada contenta (parte ll)

culiadoor
Uy q empleada ejemplar .. puedo chat
eli_zorch
No tienes que pedir permiso cariño
culiadoor
@eli_zorch caht
dai232b
Empleada del Mes +10