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Amar es compartir 6 (un paso más en la batalla)

Con Paula seguimos nuestros juegos que cada vez iban subiendo el voltaje. A mi todavía me daba un poco de pudor esto de disfrutar con éste tipo de “humillaciónes”, pero mi novia me decía que era solo sexo y que no tenía nada de malo, entonces me hacía sentir muy seguro y relajado.

Fuera de la cama nos estábamos llevando mejor que nunca, manteníamos el departamento siempre limpio alternando las tareas del hogar, decorábamos los ambientes entre los dos, salíamos mucho al cine, al teatro, íbamos a recitales, salíamos a correr, a cenar y todo marchaba increíblemente perfecto.
Además de eso hicimos dos viajes por el interior del país en un par de semanas que me dieron en el laburo por algunas horas extra que tenía acumuladas sumadas al gran desempeño que venía teniendo.
Fuimos a Bariloche unos cinco días y otros siete días a las Cataratas del Iguazú. Hicimos vida de novios, la verdad es que sin ánimo de decepcionar hicimos vida de novios y solo nos dedicamos a hacer el amor. Mucho misionero, mucho mirarnos a los ojos, patitas al hombro acariciándole el clítoris con mi pulgar, le hice sexo oral a más no poder, dándole piquitos dulces en su vagina, nos besábamos y acariciábamos los cabellos y no hubo nada de anal, cachetadas, ni de sexo oral furioso de ella hacía mi. Habían sido dos viajes en extremo románticos. Supongo que me llenó de seguridad sobre la relación saber que a pesar de nuestros juegos, no teníamos la necesidad de buscar morbos extremos para poder tener sexo o llegar al orgasmo. Me abrazaba mucho y me agradecía todo lo que había vivido conmigo en el tiempo que llevábamos juntos, y me decía que era el mejor novio del mundo entero. Los te amo estaban presentes y no veíamos la vida sin el otro, estábamos mejor que las primeras semanas de noviazgo, habíamos sabido reforzar la relación y lograr un vinculo que hasta la pareja más idílica envidiaría.

Cuando volvimos a la ciudad todo cambió, ella estaba bastante más sacada. Apenas llegamos al departamento y terminamos de acomodar lo que traíamos en las valijas, me tocó el bulto y me dijo que quería que estuviera toda la semana sin acabar, para que estuviera más sacadito el finde así podíamos volver a jugar, que en realidad había extrañado mucho nuestros diálogos morbosos pero que también le gusta sentirse señora de vez en cuando y no una puta cualquiera.
Tal como lo dijo sucedió, estuvimos toda la semana sin coger y como en rigor de verdad a mi también me encantaban esos juegos, tampoco me hice la paja, ni miré porno, y traté de disociar el sexo en mi vida y centrarme en el trabajo. Algo que me había venido muy bien últimamente, a pesar de tener más libido, mientras fantaseábamos situaciones y ella me ordenaba que prescindiera del sexo por una semana entera, entonces me podía dedicar de lleno al trabajo y teniendo toda mi energía puesta allí, potenciaba en dosis increíbles mi rendimiento mental y físico en la empresa. Estaba orgulloso del dominio que había conseguido de mi cuerpo, mente y a la vez me sentía en plenitud por la relación que tenía con una mujer increíble como Pau.
El sábado sabía que Lolana (Como llamaban a Pau sus padre) estaba ovulando entonces estaría más caliente que de costumbre y cuando eso pasaba se podía esperar cualquier cosa de su imaginación perversa.
─Bebé, cdo pasemos por el super, quiero que le hables al negro ese que vimos hace mucho, el que me confundió con una prostituta. Comprále algunas gorras y un reloj que le tengo que regalar a los hijos de una amiga algo para el cumpleaños y de paso preguntále el nombre. Solo el nombre del tipo me interesa, si querés te acompaño.
Sabía que la idea de Pau, no podía ser inocente, que de ahí saldría algún tipo de prueba caliente que ya estaba vislumbrando. Pero no me costó decirle que sí por que a mi también me ponía bastante toda la situación.
El día continuó y como estaba planificado hicimos las compras y me crucé con el africano y le consulté por sus productos comprándole varias unidades de unas gorras y un par de relojes de niño. Ibamos con Pau de la mano, ella lo miraba como devorándolo con la mirada.
─Gracias bro, ¿hace mucho estás en Argentina?. Le pregunté, queriendo establecer algún tipo de charla trivial.
─Si, desde hace cuatro años. –me respondió sin titubeos
─Siempre te veo por acá y te he comprado varias veces pero no sé como te llamás.
─Señor acá me llamo Hugo, pero en Senegal mi nombre es Bassembo – contestó muy educadamente en su español un poco tosco.
─¿Entonces como te tengo que llamar, Hugo o Bassembo?
─Como guste señor
─¡Bassembo que lindo nombre! – dijo Pau que había estado totalmente en silencio babeándose con esa torre negra musculosa.
─Gracias señora.
Nos volvimos a casa sin demasiado que explayar.
Cenamos y vimos un par de capítulos de una serie de Netflix que habíamos empezado un par de días atrás. Nos bañamos luego, ella primero y yo después mientras ella quedaba con una bombacha de algodón y un remerón muy bonito que le quedaban precioso pero de una forma muy “natural”.
─Vení bebé, quiero jugar, sé que andás calentito. Sentate como siempre que te voy a hacer la pajita con mucho aceite como te gusta. Traéme el juguete negro pero para después y pasáme el aceite que está en el tercer cajón de la mesa de la sala.
Hice lo que me pidió, me descubirió el short que tenía puesto y el bóxer, los bajó hasta mis rodillas sin pedirme que me los saque ni nada por el estilo. Empezó a pajearme muy suavemente, Se sentí muy rico.
─Amor, me prometiste que ibas a hacer un curso acelerado de peinado y maquillaje, sabés que me gusta jugar con eso. Aprendé un poco así jugamos.
─Si, es que he tenido mucho laburo, quisiera pero no me da el tiempo.
─No pongas excusas, no quiero que veas videos en internet. Hacé el curso como Dios manda. Son tres días nomás y te dan los dos diplomitas.
─Bueno ─respondí con alguna dificultad por la calentura que tenía.
─¿Te gusta la pajita? Quiero jugar fuerte como antes del viaje veníamos haciendo. Ahora que sabemos que ese macho africano se llama Bassembo, al juguete negro le vamos a poner así. Tenés prohibido decirle “juguete negro” al consolador, tiene nombre y se llama Bassembo, como mi futuro macho.
¿Te imaginás que venga y lo traigas como habíamos hablado? Sería su puta personal. Lo único que no me gusta es que es timido, tendrías que enseñarle a ser más violento como me gusta a mi.
¿Le pedirías mi amor que me coja la boca? Le puedo hacer un pete, pero lo que quisiera es que me haga ahogar y me de cachetadas, hasta que me salgan lagrimitas y la cara me quede roja. Le tendrías que explicar como es, por que no debe saber, esos negros son tiernos, no tienen experiencia tratando trolas. Tendrías que mostrarle como me gusta que me metan la pija hasta la garganta y me la violen. Mostráme.
Entonces hice un movimiento como para salir de la cama por que creí que ella quería que le metiera la pija en la boca pero me detuvo apenas lo intenté.
─No bebi, con el juguete, tu pija es chica para hacerme ahogar.
Entonces le metía y sacaba el juguete de la boca, ella ya había dejado de tocarme y sollozaba como si le doliese pero a la vez abría cada vez más grande la boca y la comisura de sus labios quedaba empapada en su propia saliva.
─Amor, pero pedíle que me coja la boca. Pedíle por favor y con respeto que es mi macho. Le vas a tener que decir “sr Bassembo, mi mujer quiere que le coja la boca con fuerza, por favor le pido que le coja toda la boca a mi novia”. Entendíste amor?
─Ss si
─Y después quiero que me haga el culo. Solo el culo por que la concha es de novios. El solo tendría que venir a cogerme la boca y hacerme el culo bien violento. ¿ Me vas a aceitar el culo y me vas a abrir para que él entre? También le vas a tener que pedir por favor que le haga el culo a tu chica.
─Bu e no ─dije no pudiendo conectar ninguna frase más extensa.
─Mi amor no sé si ahora o en cincuenta años, pero si quisiera cogerme a ese negro con vos mirando en una silla. Espero no te moleste, no tiene que ser ahora. ¿Te parece? Si no te parece lo hablamos bebé.
─Pue de ser. ─balbuceaba y ya directamente apenas se me entendía
─Pajeate así acabamos juntos. Me pregunto si Bassembo tendrá algún amigo para enfiéstame. ¿Qué es mejor que una pija negra? Dos pijas negras, cielo, o tres. Abrime la cola y me voy a meter el juguete mientras me toco la concha. Mostráme como me entregarías.
─ Le abrí las nalgas dejando el agujerito rosado un poco abierto y la escuché acabar apenas se metió la mitad del consolador negro. Esperaba más juego pero la cosa no daba para más. Estaba muy caliente evidentemente y de mi parte ni que decirlo, acabé apenas la escuché gemir a ella y repetir “rompeme el culo Bassembo, por favor te lo suplico, haceme mal, reventame el orto, soy tu puta, haceme sufrir, llename el culo de leche!”.

Por un lado lo que era una fantasía había empezado a considerarlo hacerlo realidad, pero pensaba que sería algo lejano en el tiempo, cuando lleváramos 25 años de casados y la llama estuviese completamente apagada. Pero lo que me depararía el destino jamás lo hubiese podido anticipar.

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