Queridos poringueros y poringueras, hoy les traigo este nuevo relato que espero sea de su gusto.
Cursaba yo el 4to semestre de la carrera de Odontología en la universidad de mi ciudad. Yo crecí en un barrio complicado y tuve que lidiar contra muchos factores para estudiar mi carrera. En dicho barrio existe un sinfín de comercios como en cualquier lugar, y nos vamos a centrar en una frutería. Los dueños de la frutería, gente de zonas rurales de mi país (México), tuvieron una buena amistad con mis padres, por lo que yo llegué a conocerlos muy bien. Una noche mi madre me comentó que llegaría al barrio un sobrino de don Joaquín (dueño de la frutería), que venía desde una recóndita comunidad rural a buscar trabajo en la ciudad, ya que sus padres no contaban con recursos para que el chico estudiara más allá de la educación secundaria. Lo tomé como un dato irrelevante y continué mi vida. Pocas noches después, mi madre me pidió que fuera a la frutería por algunos productos para la cena, y así lo hice. Llegué y me encontré con que había una nueva cajera, era una chica de aproximadamente 18 años, alta, delgada, morena mexicana, ojos grandes, de esas flaquitas huesuditas pero que se antojan, pocas tetas (apenas brotaban) y pocas nalgas, se notaba que era rancherita pero vaya que atraía miradas. Tomé las verduras necesarias y me dirigí a caja. Ya estando en caja me di cuenta de lo sexy y agradable que era la chica, por lo que procedí a entablar conversación y ella se sonrojó. La muchacha no cabía de la vergüenza y pues le pagué y me fui, pero no me la podía sacar de la cabeza. Pasaba yo con mi uniforme blanco de la facultad y siempre la saludaba, por lo que la chica correspondía a mi saludo pero se notaba su sonrojo, por lo cual me percaté de que le gustaba. Ella siempre con cabello planchado o con colita de caballo, se veía muy linda ya que siempre estaba maquillada y con los labios muy rojos. Me empecé a acercar a ella cada vez más, siempre olía ella a perfume barato de mujer, cosa que a mí me excitaba. Le pregunté que de donde venía y me dijo que era sobrina de don Joaquín, por lo que deduje que le había entendido mal a mi madre cuando me dijo que venía un sobrino. La muchacha era reacia, la invitaba a salir y me rechazaba, me decía que ella era una chica decente y nada fácil, lo cual se le notaba a leguas. A la tercera o cuarta vez que le propuse salir, ella aceptó, pero me dijo que solo al cine y la regresara a casa de sus tíos, por lo que no hubo más remedio. La calentura me quemaba, la chica me encantaba, y en el cine traté de crear tensión sexual pero no se daba, ella me decía que no, que nos conociéramos más. Después de varias salidas me le declaré y ella me dijo que sí, por lo que estallé en júbilo. Comenzamos nuestro noviazgo como cualquier otro, con besos, caricias, fajes leves, ella no cedía. Un día, besándole el cuello y la boca, le empecé a tocar las pequeñas tetas y no hubo problema, pero cuando quise meter mi mano a su vagina, ella la retiró y me dijo que no se me ocurriera, y del enojo se fue a su casa. Al día siguiente quedamos de vernos para hablar y aclarar las cosas, por lo que pasé por ella y salió lindísima, con blusita y faldita de chicas de esos barrios, rancheritas, bien arregladita y oliendo al perfume del mercadito. Nos estuvimos besando por un rato y pasamos al faje, por lo que le dije que ya era hora de pasar a lo siguiente, y ella dio una respuesta positiva pero externando una mueca de resignación. Llegamos al motel y desde que bajamos del auto la prendí con un besote y le metí la mano en las nalgas y comencé a estimularle el culo, llegamos a la cama, la tiré en ella y seguimos la acción. La despojé de la blusa y comencé a chuparle sus tetitas, pero había algo que no cuadraba. Le quité la falda y me encontré con una tanga divina por lo que metí mano por afuera y no cuadraba la anatomía. Bajé la tanguita y salió de ahí un fragmento de papel sanitario que estaba empujando una verga hacia atrás por lo cual daba la apariencia de que ahí había vagina. La verga saltó erecta y deliciosa, yo me quedé helado. La muchacha me dijo que no sabía como decirme la verdad, pero yo por dentro estaba más que feliz, no me esperaba tan agradable sorpresa. Me preguntó que si iba a terminar ahí nuestro noviazgo, por lo cual le dije que no, que yo la amaba y permanecería con ella. Me dijo que sería su primera vez, ya que en el rancho se estuvo inyectando hormonas en secreto y al llegar a la ciudad ya podría verse como mujer, y vaya que se veía como tal. Procedí a chuparle la verga y se mojó muy rápido, me los dejó ir en la boca, y me dijo que la disculpara, ya que no pudo controlarse, y yo seguía saboreando ese delicioso semen de mujer. Después de eso le dije que me la cogería, por lo que aceptó pero me dijo que despacio ya que es virgen, y en efecto, que culo tan más apretado,estaba nuevecito de paquete, ya que batallamos para que entrara. Ya con mi pene adentro comencé a hacerle el amor riquísimo hasta que los dos terminamos y nos abrazamos y seguimos besando. Después de un rato nos fuimos a la ducha, continuamos con besos y ahora con unas deliciosas frotadas de vergas. Esta historia sucedió en el estado de San Luis Potosí. La chica es parecida físicamente a las de la foto, pero con verga entre las piernas.
Cursaba yo el 4to semestre de la carrera de Odontología en la universidad de mi ciudad. Yo crecí en un barrio complicado y tuve que lidiar contra muchos factores para estudiar mi carrera. En dicho barrio existe un sinfín de comercios como en cualquier lugar, y nos vamos a centrar en una frutería. Los dueños de la frutería, gente de zonas rurales de mi país (México), tuvieron una buena amistad con mis padres, por lo que yo llegué a conocerlos muy bien. Una noche mi madre me comentó que llegaría al barrio un sobrino de don Joaquín (dueño de la frutería), que venía desde una recóndita comunidad rural a buscar trabajo en la ciudad, ya que sus padres no contaban con recursos para que el chico estudiara más allá de la educación secundaria. Lo tomé como un dato irrelevante y continué mi vida. Pocas noches después, mi madre me pidió que fuera a la frutería por algunos productos para la cena, y así lo hice. Llegué y me encontré con que había una nueva cajera, era una chica de aproximadamente 18 años, alta, delgada, morena mexicana, ojos grandes, de esas flaquitas huesuditas pero que se antojan, pocas tetas (apenas brotaban) y pocas nalgas, se notaba que era rancherita pero vaya que atraía miradas. Tomé las verduras necesarias y me dirigí a caja. Ya estando en caja me di cuenta de lo sexy y agradable que era la chica, por lo que procedí a entablar conversación y ella se sonrojó. La muchacha no cabía de la vergüenza y pues le pagué y me fui, pero no me la podía sacar de la cabeza. Pasaba yo con mi uniforme blanco de la facultad y siempre la saludaba, por lo que la chica correspondía a mi saludo pero se notaba su sonrojo, por lo cual me percaté de que le gustaba. Ella siempre con cabello planchado o con colita de caballo, se veía muy linda ya que siempre estaba maquillada y con los labios muy rojos. Me empecé a acercar a ella cada vez más, siempre olía ella a perfume barato de mujer, cosa que a mí me excitaba. Le pregunté que de donde venía y me dijo que era sobrina de don Joaquín, por lo que deduje que le había entendido mal a mi madre cuando me dijo que venía un sobrino. La muchacha era reacia, la invitaba a salir y me rechazaba, me decía que ella era una chica decente y nada fácil, lo cual se le notaba a leguas. A la tercera o cuarta vez que le propuse salir, ella aceptó, pero me dijo que solo al cine y la regresara a casa de sus tíos, por lo que no hubo más remedio. La calentura me quemaba, la chica me encantaba, y en el cine traté de crear tensión sexual pero no se daba, ella me decía que no, que nos conociéramos más. Después de varias salidas me le declaré y ella me dijo que sí, por lo que estallé en júbilo. Comenzamos nuestro noviazgo como cualquier otro, con besos, caricias, fajes leves, ella no cedía. Un día, besándole el cuello y la boca, le empecé a tocar las pequeñas tetas y no hubo problema, pero cuando quise meter mi mano a su vagina, ella la retiró y me dijo que no se me ocurriera, y del enojo se fue a su casa. Al día siguiente quedamos de vernos para hablar y aclarar las cosas, por lo que pasé por ella y salió lindísima, con blusita y faldita de chicas de esos barrios, rancheritas, bien arregladita y oliendo al perfume del mercadito. Nos estuvimos besando por un rato y pasamos al faje, por lo que le dije que ya era hora de pasar a lo siguiente, y ella dio una respuesta positiva pero externando una mueca de resignación. Llegamos al motel y desde que bajamos del auto la prendí con un besote y le metí la mano en las nalgas y comencé a estimularle el culo, llegamos a la cama, la tiré en ella y seguimos la acción. La despojé de la blusa y comencé a chuparle sus tetitas, pero había algo que no cuadraba. Le quité la falda y me encontré con una tanga divina por lo que metí mano por afuera y no cuadraba la anatomía. Bajé la tanguita y salió de ahí un fragmento de papel sanitario que estaba empujando una verga hacia atrás por lo cual daba la apariencia de que ahí había vagina. La verga saltó erecta y deliciosa, yo me quedé helado. La muchacha me dijo que no sabía como decirme la verdad, pero yo por dentro estaba más que feliz, no me esperaba tan agradable sorpresa. Me preguntó que si iba a terminar ahí nuestro noviazgo, por lo cual le dije que no, que yo la amaba y permanecería con ella. Me dijo que sería su primera vez, ya que en el rancho se estuvo inyectando hormonas en secreto y al llegar a la ciudad ya podría verse como mujer, y vaya que se veía como tal. Procedí a chuparle la verga y se mojó muy rápido, me los dejó ir en la boca, y me dijo que la disculpara, ya que no pudo controlarse, y yo seguía saboreando ese delicioso semen de mujer. Después de eso le dije que me la cogería, por lo que aceptó pero me dijo que despacio ya que es virgen, y en efecto, que culo tan más apretado,estaba nuevecito de paquete, ya que batallamos para que entrara. Ya con mi pene adentro comencé a hacerle el amor riquísimo hasta que los dos terminamos y nos abrazamos y seguimos besando. Después de un rato nos fuimos a la ducha, continuamos con besos y ahora con unas deliciosas frotadas de vergas. Esta historia sucedió en el estado de San Luis Potosí. La chica es parecida físicamente a las de la foto, pero con verga entre las piernas.
1 comentarios - La chica de la frutería (Historia de travestis)