Fingiendo voz de dormida pregunté:
Y- Quién es?
D- Yo. Puedo pasar? Ya sé que está Salvador acá.
Y- Emmm... Es que...
D- Terminen de coger y yo miro. Pero dejame entrar por favor!
La voz y los modos suaves y educados de Diego siempre me aflojaban. Y además me generó un morbo terrible cuando pidió mirar. Me escabullí de las manos de Salva y corrí a abrirle la puerta.
Y- Entrá, pero sentate en la otra cama y esperá. Vos Salva sentate también.
Los tenía enfrentados en las dos camas. Uno desnudo, el otro vestido.
Y- Esta vez vas a hacer lo que te diga, ok?
D- Sí Meli!
Me arrodillé delante de Salva para chuparle la pija y descansar un poco de la cogida que me estaba dando. Mientras, Diego disfrutaba de la vista de mi culo y mi concha mojada y abierta. Sentir sus ojos en mi cuerpo me calentó. La pija de Salva era tan larga y dura que no podía meter más de la mitad, pero le puse todas mis ganas para calentar a ambos. Succionaba el glande, lamía las bolas, lo chupaba a lo largo del tronco. Me di vuelta para encontrarme otra pija dura. Diego ya la tenía afuera y se pajeaba despacio. Empujé a Salva y me subí a montarlo lenta y profundamente, para que Diego no se perdiera nada. La profundidad que alcanzaba la verga de Salva en mi interior era brutal, me generaba un dolor suave y un placer que se intensificaba cuando aumentaba la velocidad. Me acosté boca arriba y se lo pedí.
Y- Rompeme la concha. Dame duro!
S- Que putita que sos! Como te gusta la pija!
Y- Me encanta!
Me dio durísimo. Con el ritmo y la profundidad que me taladraba no tardé en acabar.
Y- Aah... aaahhh... hijodeputaaaa! Me estás mataaandoooo!
Unos interminables minutos después, sentí la pija de Salva inflarse en mi interior.
S- Querés que acabe, hermanita?
Y- Siii, por favor, llename la conchaaa!
S- Aaaahh! Tomala toda putitaaaa!
Hizo un desastre. Me la clavó hasta el fondo y empezó a eyacular. Luego la fue sacando y soltó un chorro en la entrada y otro más en el pubis. Para las últimas gotas se acercó a mi boca y me obligó a chupársela. Su leche era ligera y salada. La tragué fácilmente.
Y- Que hijo de puta que sos! No respetás ni a tu hermana! Jaja
S- Bien que te gustó... putita!
Me insultaba y golpeaba su pija contra mi castigada vulva. Yo me excitaba más y más, pero no se lo iba a admitir.
Y- Basta! Ya tuviste lo tuyo. Ahora andate!
S- Ok. Me voy. Ya quedé satisfecho y me retiro. Jaja
Cuando nos quedamos solos con Diego se hizo un silencio. Solo escuchaba mi respiración aun agitada.
Lo miré con una sonrisa malvada y, abriéndome la concha, le dije:
Y- Haceme acabar con la boca! Ahora.
Diego no dijo nada. Me miró, abrió grande los ojos y asintió.
Mi concha desbordaba de semen y estaba obligando a mi hermano mayor a chuparla. Me sentía mal y bien a la vez. Los primeros lengüetazos borraron los restos de culpa. Diego era el mejor chupa concha que había conocido. Y era mi hermano. Y yo era la más perversa de las hermanas al obligarlo a lamer el semen de su propio hermano de mi concha.
Sentía que iba a explotar. Lo agarré de los pelos y lo apreté contra mí, llenando su cara aún más de leche. Acabé muy fuerte, gozando más por la maldad cometida.
Cuando volví en mí, lo sujeté de la cara y besé y lamí todo rastro del semen de Salvador. Su lengua buscaba la mía. En ese momento, metí dos dedos en mi concha y los saqué impregnados de leche. Se los metí en su boca y él no opuso resistencia. Los chupó hasta dejarlos limpios.
Y- Te gusta la leche Dieguito?
Susurré en su oído. Él solo asintió levemente.
Y- No te avergüences, está perfecto que te guste...
Bajé a chuparle la pija y pajearme al mismo tiempo. Me estaba calentando mal.
Y- Te gustaría cogerme por el culo?
D- S-sí. Mucho!
Y- Bien. Primero me lo vas a comer!
Me puse en cuatro y me abrí las nalgas con ambas manos.
Y- Pajeame la concha antes... Sí... así... Sentís la leche en tus dedos?... Mmm... Que manos que tenés... Ahora meteme esos dedos llenos de leche en el culo... Sin miedo. Metelos juntos. AAAAHHH... Dieguitooo! Mmsssiii... Lubricame más! Uuff... como me estoy calentando! Meteme la pija ya!
No se hizo esperar. Sin decir nada, metió más de la mitad de su pija gruesa en mi ya dilatado y lubricado culo. La mezcla de placer y dolor de los primeros momentos del sexo anal todavía se me hacía deliciosa. Nunca me acostumbraría a esa sensación. Pero Diego no se conformó con la mitad y rápidamente empezó a moverse, lento al principio y subiendo la velocidad y profundidad de a poco. Que bien me sentía siendo tan puta! Mis hermanos eran mis amantes. Me daban lo que pedía, lo que necesitaba.
La pija de Diego dándome duro me volvió a la situación.
Y- Ay ay... Así Dieguito! Rompeme el culo! Duro!
Aceleró sus movimientos aún más, haciendo que mis tetas se sacudieran violentamente. Las apretó entre sus manos y me clavó hasta el fondo.
Y- Aaaaahhh! Está toda adentro! Quiero que me llenes el culo de leche, me oiste?
D- Siii!
Su pija se hinchaba y se ponía más dura. Era su límite.
Y- Dale! Acabá ahora! Dámela!
D- Aaah aaahhhh!
Un calor intenso inundó mi vientre. Una oleada de placer se apoderó de mi cuerpo. Durante unos segundos ninguno de los dos movió un músculo. Era un orgasmo, pero muy distinto a lo que había sentido hasta ese entonces.
Cuando sacó la pija, empezó a salir leche a montones. Recorrían mi concha y caían sobre la cama. Con malicia le dije a Diego:
Y- No me vas a dejar así, no? Mirá el lío que hiciste!
Sin decir nada, su lengua recorrió toda mi concha por fuera y por dentro, dándole lamidas cortas a mi clítoris al pasar. Luego me comió el culo con ganas. Metió dos dedos otra vez y me lo pajeó mientras me chupaba la concha. Fue demasiado para mí.
Y- Ay Die... Me vas a hacer acabar de nuevooo! Aaaayyy!
Caí rendida en la cama. No podía más. Diego me abrazó y me quedé dormida enseguida.
Y- Quién es?
D- Yo. Puedo pasar? Ya sé que está Salvador acá.
Y- Emmm... Es que...
D- Terminen de coger y yo miro. Pero dejame entrar por favor!
La voz y los modos suaves y educados de Diego siempre me aflojaban. Y además me generó un morbo terrible cuando pidió mirar. Me escabullí de las manos de Salva y corrí a abrirle la puerta.
Y- Entrá, pero sentate en la otra cama y esperá. Vos Salva sentate también.
Los tenía enfrentados en las dos camas. Uno desnudo, el otro vestido.
Y- Esta vez vas a hacer lo que te diga, ok?
D- Sí Meli!
Me arrodillé delante de Salva para chuparle la pija y descansar un poco de la cogida que me estaba dando. Mientras, Diego disfrutaba de la vista de mi culo y mi concha mojada y abierta. Sentir sus ojos en mi cuerpo me calentó. La pija de Salva era tan larga y dura que no podía meter más de la mitad, pero le puse todas mis ganas para calentar a ambos. Succionaba el glande, lamía las bolas, lo chupaba a lo largo del tronco. Me di vuelta para encontrarme otra pija dura. Diego ya la tenía afuera y se pajeaba despacio. Empujé a Salva y me subí a montarlo lenta y profundamente, para que Diego no se perdiera nada. La profundidad que alcanzaba la verga de Salva en mi interior era brutal, me generaba un dolor suave y un placer que se intensificaba cuando aumentaba la velocidad. Me acosté boca arriba y se lo pedí.
Y- Rompeme la concha. Dame duro!
S- Que putita que sos! Como te gusta la pija!
Y- Me encanta!
Me dio durísimo. Con el ritmo y la profundidad que me taladraba no tardé en acabar.
Y- Aah... aaahhh... hijodeputaaaa! Me estás mataaandoooo!
Unos interminables minutos después, sentí la pija de Salva inflarse en mi interior.
S- Querés que acabe, hermanita?
Y- Siii, por favor, llename la conchaaa!
S- Aaaahh! Tomala toda putitaaaa!
Hizo un desastre. Me la clavó hasta el fondo y empezó a eyacular. Luego la fue sacando y soltó un chorro en la entrada y otro más en el pubis. Para las últimas gotas se acercó a mi boca y me obligó a chupársela. Su leche era ligera y salada. La tragué fácilmente.
Y- Que hijo de puta que sos! No respetás ni a tu hermana! Jaja
S- Bien que te gustó... putita!
Me insultaba y golpeaba su pija contra mi castigada vulva. Yo me excitaba más y más, pero no se lo iba a admitir.
Y- Basta! Ya tuviste lo tuyo. Ahora andate!
S- Ok. Me voy. Ya quedé satisfecho y me retiro. Jaja
Cuando nos quedamos solos con Diego se hizo un silencio. Solo escuchaba mi respiración aun agitada.
Lo miré con una sonrisa malvada y, abriéndome la concha, le dije:
Y- Haceme acabar con la boca! Ahora.
Diego no dijo nada. Me miró, abrió grande los ojos y asintió.
Mi concha desbordaba de semen y estaba obligando a mi hermano mayor a chuparla. Me sentía mal y bien a la vez. Los primeros lengüetazos borraron los restos de culpa. Diego era el mejor chupa concha que había conocido. Y era mi hermano. Y yo era la más perversa de las hermanas al obligarlo a lamer el semen de su propio hermano de mi concha.
Sentía que iba a explotar. Lo agarré de los pelos y lo apreté contra mí, llenando su cara aún más de leche. Acabé muy fuerte, gozando más por la maldad cometida.
Cuando volví en mí, lo sujeté de la cara y besé y lamí todo rastro del semen de Salvador. Su lengua buscaba la mía. En ese momento, metí dos dedos en mi concha y los saqué impregnados de leche. Se los metí en su boca y él no opuso resistencia. Los chupó hasta dejarlos limpios.
Y- Te gusta la leche Dieguito?
Susurré en su oído. Él solo asintió levemente.
Y- No te avergüences, está perfecto que te guste...
Bajé a chuparle la pija y pajearme al mismo tiempo. Me estaba calentando mal.
Y- Te gustaría cogerme por el culo?
D- S-sí. Mucho!
Y- Bien. Primero me lo vas a comer!
Me puse en cuatro y me abrí las nalgas con ambas manos.
Y- Pajeame la concha antes... Sí... así... Sentís la leche en tus dedos?... Mmm... Que manos que tenés... Ahora meteme esos dedos llenos de leche en el culo... Sin miedo. Metelos juntos. AAAAHHH... Dieguitooo! Mmsssiii... Lubricame más! Uuff... como me estoy calentando! Meteme la pija ya!
No se hizo esperar. Sin decir nada, metió más de la mitad de su pija gruesa en mi ya dilatado y lubricado culo. La mezcla de placer y dolor de los primeros momentos del sexo anal todavía se me hacía deliciosa. Nunca me acostumbraría a esa sensación. Pero Diego no se conformó con la mitad y rápidamente empezó a moverse, lento al principio y subiendo la velocidad y profundidad de a poco. Que bien me sentía siendo tan puta! Mis hermanos eran mis amantes. Me daban lo que pedía, lo que necesitaba.
La pija de Diego dándome duro me volvió a la situación.
Y- Ay ay... Así Dieguito! Rompeme el culo! Duro!
Aceleró sus movimientos aún más, haciendo que mis tetas se sacudieran violentamente. Las apretó entre sus manos y me clavó hasta el fondo.
Y- Aaaaahhh! Está toda adentro! Quiero que me llenes el culo de leche, me oiste?
D- Siii!
Su pija se hinchaba y se ponía más dura. Era su límite.
Y- Dale! Acabá ahora! Dámela!
D- Aaah aaahhhh!
Un calor intenso inundó mi vientre. Una oleada de placer se apoderó de mi cuerpo. Durante unos segundos ninguno de los dos movió un músculo. Era un orgasmo, pero muy distinto a lo que había sentido hasta ese entonces.
Cuando sacó la pija, empezó a salir leche a montones. Recorrían mi concha y caían sobre la cama. Con malicia le dije a Diego:
Y- No me vas a dejar así, no? Mirá el lío que hiciste!
Sin decir nada, su lengua recorrió toda mi concha por fuera y por dentro, dándole lamidas cortas a mi clítoris al pasar. Luego me comió el culo con ganas. Metió dos dedos otra vez y me lo pajeó mientras me chupaba la concha. Fue demasiado para mí.
Y- Ay Die... Me vas a hacer acabar de nuevooo! Aaaayyy!
Caí rendida en la cama. No podía más. Diego me abrazó y me quedé dormida enseguida.
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