Esta es la historia de Emilia, una mujer que a sus 30 años decide mirar hacia atrás y hacer un top 10 de sus mejores anécdotas de sexo, rememorando amantes, tríos, lugares exóticos y muchas cosas que la hicieron llegar a los mejores orgasmos de su vida. Esta historia es ficción, eso no quiere decir que algunos hechos no sean reales…
CAPITULO 1
Capítulo 2: Con cuernos es mejor – Puesto n° 9
El top ten va a recorrer los últimos 11 años de mi vida y nos va a llevar a algunas historias pasadas, como algunas más recientes. El puesto n°10 se lo llevó Javier y la sorpresa de enterarme en pleno acto sexual que se trataba del chico al que yo solía ver cuando iba a dar vueltas al parque. Sus tatuajes sobre su hermoso cuerpo trabajado me calentaron tanto que hicieron que nunca me olvidara de esa noche. Intercambiamos teléfonos y nos volveríamos a encontrar, pero para eso falta un poco ya que para la siguiente historia hay que retroceder un poco más. En este caso nos vamos a ir a mi segundo año de secundaria, cuando yo tenía apenas 20 años y estaba en mi primera explosión sexual.
Estaba comenzando mi segundo año de facultad y afianzaba mi amistad con Luciana y Florencia, a quienes conocí desde el primer año. Pero en ese momento apareció otra chica, Macarena. Ella cursaba solo algunas materias con nosotras ya que era un año más grande y por trabajo no podía llevar la carrera al día. Maca se empezó a llevar muy bien con nosotros casi automáticamente y organizaba reuniones todo el tiempo, así como juntadas de estudio o salidas para el fin de semana. Lo que nosotras no logramos darnos cuenta desde un principio es que Macarena tenía dobles intenciones ya que se había acercado a nosotros porque éramos amigas de un grupo de chicos y a ella le interesaba estar con uno.
Además de Guille y Lu, también me juntaba con Lucas, Bruno y Mariano, siendo este último un bombón con todas sus letras. Con apenas 20 años (la misma edad que teníamos todos en ese entonces) había logrado convertirse en el galán de la facultad, gracias a su pelo enredado de color marrón y a sus ojitos celestes que te atrapaban. Yo le eché el ojo desde el primer día y a pesar que intenté acercarme a él varias veces, no logré estar con él. Mariano estaba saliendo con una ex compañera del secundario suyo y estuvo “ocupado” todo el primer año, aunque había muchos rumores de que la engañaba con más de una mujer. Pero la suerte cambió y ese verano, antes de que comenzáramos el segundo año de cursada, cortó con esta chica y llegó soltero al primer día de clases. Macarena fue más rápida que yo y el primer fin de semana que salimos los 7, se lo encaró y empezaron algo.
Yo estaba furiosa, enojada, no podía ser que me hubiese ganado de mano. Había aguantado un año entero a que él estuviera soltero, a que él se separara de su ex compañera del colegio para que viniera esta piba y se lo comiera adelante mío. ¡No! Automáticamente les confesé a Guillermina y Luciana que estaba enojada con Macarena y ellas me dijeron que tampoco entendían que había pasado. Al parecer, Mariano les había confesado a Bruno y a Lucas que quería estar conmigo y ellos les dijeron a las chicas para que yo me enterara. El mensaje nunca llegó a tiempo, pues antes que yo supiera algo, Macarena ya había actuado y estuvo con él. Después de eso, pensando que Maca y yo éramos amigas y que no iba a cagar a mi amiga, Mariano puso todas las fichas en ella y tan solo un mes después de haber estado por primera vez, se pusieron de novios.
- ¡Ay chicas! No saben lo tierno que es cuando estamos solos.- Nos contaba una tarde a las tres mientras estudiábamos para una materia.- Y bueno… Lo caliente que es en la cama… ¡No se dan una idea!
Escucharla decir eso me hacía salir humo por las orejas, pero tenía que disimular que no me molestaba pues supuestamente era mi amiga. Lo cierto era que yo no me la aguantaba y solo me seguía juntando con ellas porque se había puesto de novia con Mariano, quien seguía siendo para mi parte del grupo. Hasta se habían comprado unas pulseritas iguales, las cuales lucían en la mano como si fuesen pareja de toda la vida. El colmo fue cuando una tarde, aprovechando que nos habíamos quedado las dos solas por unos minutos, me dijo que ella sabía que a mí me gustaba Mariano, pero que él estaba de novio con ella y que tenía que superarlo. “Lo lamento por vos, pero yo no voy a dejar” me dijo y largó una risa tan falsa que hasta me dio gracia de lo trucha que era. Habían pasado solo 4 meses desde que estaban de novios y yo ya no podía seguir aguantándome más. En esa época estaba viéndome con tres chicos a la vez y a pesar que no era nada serio con ninguno, tenía sexo bastante seguido, lo que me había dado la confianza para hacer lo que hice.
Aprovechando que comenzaba la primavera, decidí proponerle a Mariano una tarde de estudio los dos solos en su casa. Su familia tenía mucha plata y la casa en la que vivía era enorme, contaba con una pileta en el patio y hasta una sal de juegos con un pequeño cine montado. El calor apuraba esa tarde de sábado y le dije de ir los dos al patio y estudiar solos en el sol. Él aceptó la invitación y me fui a su casa sin que nada me importara. El destino estuvo de mi lado, ya que esa tarde los padres de Mariano habían ido a un casamiento, el cual empezaba temprano y terminaría ya entrada la noche, lo que nos permitía estar a los dos solos. Fuimos a una mesa que había en el patio y empezamos a estudiar, pero yo solo podía pensar en una cosa: él.
Alegando que tenía calor, le pregunté si podía sacarme la remera y quedarme en malla, la cual había llevado a pesar que él no había dicho nada. Él aceptó, pero noté como empezaba a distraerse con mis enormes tetas, una de mis armas de seducción naturales. Yo me daba cuenta que a él se le escapaba la mirada, pero sabía que no iba a actuar a menos que se viera completamente tentada, por lo que dejé que el tiempo fuera pasando. Tras varias horas de estudio y luego de asegurarme que Mariano me miraba el pecho cada dos minutos, le dije que el sol me había dado mucho calor y le propuse meternos a la pileta. “Voy a buscar una malla” me dijo y yo le dije que se metiera en bóxer total estaba en su casa. Mariano dudó unos segundos pero ante mi insistencia y al ver cómo me quitaba el short, me quedaba en bikini y entraba al agua, se sacó la ropa y se metió.
Fue entonces cuando empecé a tirármele encima, a mojarlo de forma amistosa y a abrazarlo por detrás para que pudiera sentir mis tetas en su espalda. Sin embargo él parecía no ceder y tuve que recurrir a medidas drásticas. Pensando en Macarena y odiándola por dentro, me desaté la bikini y dejé que en un movimiento esta se me saliera de golpe. “¡Ay!” me hice la estúpida frente a los ojos de mi amigo y salté para que mis tetas quedaran a la vista. Él se quedó helado, observándome las gomas y sin disimular lo más mínimo. “Emi, ponete la malla. Yo no miro” me dijo y se dio vuelta pero yo le dije que no tenía problema, que no me molestaba. Subí por las escaleras de la pileta y me senté en el borde, apoyando las piernas en el primer escalón y tirándome hacia atrás, dejando que el sol golpeara mi pecho y en especial mis lolas.
- ¿Qué pasa que mirás tanto?- Le pregunté al ver que Mariano me observaba sin ningún disimulo.
- ¡Estas en tetas boluda! ¡Mirá si no te voy a mirar!- Me dijo y ahí salió el pendejo de 20 años babosos, sacando su lengua y haciendo como que me las lamía a pesar que estábamos a más de tres metros de distancia.
- ¡Vení y haceme eso acá!- Le dije desafiándolo.
- ¡Mirá que voy!- Me amenazó él como si yo no se lo hubiera dicho en serio.
- ¡Vení!- Insistí mirándolo fijo sin moverme y Mariano avanzó un paso adentro de la pileta.
Viendo que yo no me inmutaba, decidió avanzar dando otro paso y quedando al comienzo de las escaleras. El agua le llegaba por debajo de la cintura y pude notar que el bóxer todo mojado escondía una evidente erección. Seguí inmóvil, con las tetas al aire y mirándolo con actitud desafiante, esperando que el subiera y viniera a mis tetas, pero Mariano no lo hizo. Cansada y sin ganas de seguir ese juego, me levanté, bajé los tres escalones y parándome delante de él, le comí la boca de un beso. Mi amigo me abrazo automáticamente y me devolvió el beso, colocando sus manos en mi cola y juntando su lengua con mi lengua. Eran tan alevosas las ganas que nos teníamos, que decidimos evitar el juego de “no puedo tengo novia” o “no puedo, sos el novio de mi amiga” y seguimos de largo. Para sentenciarlo, decidí bajar mi mano por entre nuestros cuerpos y apoyarla sobre su bulto, apretando con fuerza y confirmando que Mariano estaba totalmente al palo.
En ese momento apareció el Mariano seductor, el galán, el que había cautivado a varias de las chicas de la facultad y levantándome de las piernas, me llevó hasta el borde y me sentó con firmeza. Sin alejarse de mi cuerpo, nos seguimos besando pero sus manos fueron en busca de mis tetas, las cuales habían sido el causante de todo aquello. Con total brusquedad y casi desesperado, empezó a manoseármelas al punto tal que tuve que pedirle que fuera un poco más suave. Entonces él bajó y en lugar de apretármelas, comenzó a chuparlas, ahora sí, demostrando que podía excitarme. Pasó su lengua por encima de mis pezones varias veces y dibujando círculos alrededor de ellos, provocando que se pusieran duros casi de inmediato. Con sus manos las acariciaba, las apretaba suavemente, pero también acariciaba mis caderas y mi cintura, haciéndome sentir un cosquilleo hermoso.
- ¿Querés que te chupe la concha?- Me preguntó levantando la cabeza y observándome a los ojos con una sonrisa.
- ¿Hace falta que te lo pida?- Le respondí yo levantando una ceja.
Entiendo la ironía, Mariano bajó hasta mi cintura quedando casi sumergido totalmente en el agua. Con mi ayuda, me sacó la bikini para dejarme completamente desnuda y me acomodó contra el borde de la pileta, abierta de piernas. Rápidamente hundió su cara en mi entrepierna y comenzó a chuparme la concha. Se notaba que estaba desesperado, que era bruto, que no sabía cómo hacerlo. “Despacito, más suave” le dije sin pudor a corregirlo y él aceptó mis consejos y empezó a chupármela más lento, más despacio pero con ganas. Seguí indicándole como me gustaba y él iba mejorando su técnica con tan solo algunas palabras, logrando excitarme muchísimo en pocos minutos y haciéndome sentir un placer muy grande.
Mariano se levantó entonces y besándome me pidió que “le devolviera el favor” y que “bajara a saludar al amigo”, a lo yo le dije que no hacía falta que fuese tan ordinario. Mariano se río y salió de la pileta, parándose contra el borde. Yo me paré sobre el segundo escalón, quedando a la altura de su cintura y le bajé el bóxer mojado con ambas manos. Tenía la pija al palo y esta salgó de golpe frente a mis ojos, provocando que me diera una pequeña risa. Los dos nos miramos y reímos mientras yo le agarraba la pija y empezaba a pajearlo. “Me pusiste re al palo, Emi” me dijo con una sonrisa en la boca y yo me acaricié las tetas para darle un poquito más de show al asunto.
Empecé a chupársela mientras le hacía una paja y mi amiga arrancó con un show de gemidos que se notaba que estaba actuando, pero que en ese momento me calentaban muchísimo. Mi mayor motivación era hacer cornuda a Macarena y lo estaba logrando, por lo que esos gemidos forzosos me llevaban a chupársela más y más rápido. Su pija estaba completamente dura y yo la saboreaba y disfrutaba sabiendo que él gozaba mucho más mis labios que los de su novia. Me miraba atontado, con la boca abierta y despidiendo gemidos, mientras que yo lo observaba desde abajo, con la boquita llena de su pija y gozando de al fin poder estar con él a solas. Los dos estábamos mojados, los dos calientes por los rayos del sol, los dos con ganas de ir a por más.
- ¿Vamos a la pieza?- Me preguntó él y yo asentí con la cabeza sin sacarme su verga de entre los labios.
Me acosté boca arriba y con el preservativo ya puesto, Mariano se acostó encima de mí y me penetró de forma bien brusca. “¡Ahhh!” gemí yo en un gesto que mezclaba placer con dolor y él me pidió disculpas. “No me pidas perdón. Cogeme y ya” le pedí yo y él automáticamente empezó a moverse con toda velocidad hacia adelante y hacia atrás, metiéndomela y sacándomela con fuerza. Yo lo abracé por encima de los hombros y nos sumergimos en un beso bien caliente y apasionante con mucha lengua. Sentía como él se movía hacia arriba y hacia abajo a toda velocidad, estaba loco, desesperado, muy caliente. Mi plan había dado resultado y estaba cogiéndome al pibe que tanto había deseado y en medio me estaba vengando de las provocaciones de una de mis enemigas.
No me bastaba solo con cogérmelo, quería que disfrutara más que con ella y quería que me recordara de verdad. Me puse en cuatro, una pose que siempre es provocadora y más teniendo un culo tan perfecto y cuidado como yo tenía a los 20 años. Él se volvió como loco y antes de metérmela me la agarró con fuerza y amasó con ambas manos. “¡Dale Mariano! ¡Metémela!” le dije casi girando la cabeza y observándolo en un tono que sonaba casi a un ruego. Él no se pudo controlar, me la metió bien a fondo y sujetándome de la cintura con ambas manos me empezó a coger a lo bestia. Sentía su pija entrar y salir de mi cuerpo casi por completo a gran velocidad. Ahora era yo la que gemía como loca, la que gritaba de forma exagerada y la que se revolcaba disfrutando esa tremenda cogida. No estaba segura si actuaba o no, pues el placer y el morbo de lo que estábamos haciendo se sentían muy real. “¡Que puta que sos, Emi!” me dijo él y a mí no se me ocurrió nada mejor que responderle: “Solo con vos”.
Mariano se puso como loco y agarrándome con más fuerza me empezó a coger bien duro. Notaba su pija entrar y salir de mi cuerpo casi por completo cada vez que se movía hacia atrás y avanzaba de nuevo. Se escuchaba el “plaf plaf” de nuestros cuerpos golpear en cada oportunidad que su cintura azotaba contra mi cola. Yo gemía y gemía, gritaba como loca, lanzando gritos en todas direcciones y pidiéndole más y más a mi amante que no frenaba. Entonces sentí la ola de calor invadirme por completo y noté un hermoso orgasmo llegar a mí, pero no cualquier orgasmo. Por primera vez en mi vida, motivada por la calentura de ese momento y el morbo de estar engañando a una chica, de mi concha empezó a salir a chorros un orgasmo delicioso que acabó sobre el cuerpo de mi amante.
- ¡Noooo!- Dijo él sorprendido pero sin dejar de cogerme.- ¡Me acabaste todo! ¡Muy guaso!
Él no pudo parar, parecía que verme acabar así lo calentó mucho más y siguió cogiéndome como bestia. Entonces noté como mis piernas temblaban, como todo mi cuerpo se descontrolaba y como de mi concha volvía a salir un líquido caliente, que aunque era en menos cantidad, no dejaba de ser muy reconfortante. “¡Ay Dios! ¡No paro de acabar!” le expliqué a mi amante que me seguía y me seguía cogiendo. Parecía ser que le calentaba más a él que a mi verme acabar de esa manera, pues me daba tan duro que sentía que en cualquier momento iba a partirme al medio. Cuando estaba por la tercera acababa, Mariano dio un golpe final y con un grito de placer puro, acabó y se quedó inmóvil pegado a mi cuerpo todo empapado.
- ¡Como acabaste todo! ¡Me mojaste toda la cama!- Dijo él sacándomela de adentro y observando el hermoso enchastre que acabábamos de hacer.
“¡Bien que te gustó!” dije dándome vuelta y besándolo con ganas. “¡Obvio!” respondió él que enseguida me devolvió el beso y me apretó fuerte del culo. Acto seguido bajamos a la pileta y así desnudos como estábamos nos metimos para darnos unos besos y tocarnos un poco más, aunque no volvimos a hacerlo. Esa tarde me convertí en la amante de Mariano y cogimos unas veces más hasta que Macarena se enteró de lo nuestro y él decidió que no siguiéramos haciéndolo. Lo mejor de todo fue que ella intentó mantener la relación, pero me odiaba tanto que se alejó del grupo y cortó con él a las pocas semanas de enterarse de todo. Pero lo mejor de esa tarde y la razón por la que está en el puesto n°9 de este top, es porque me ayudó a descubrir dos cosas. La primera es una squirt girl. La segunda es que ser la tercera en una relación, me excita muchísimo.
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1 comentarios - El top 10 del sexo. Capítulo 2