Habiamos acordado con mi sra hacer un trÃo.
Ella propuso a un hombre que ya conocÃa …
Llego el dÃa, quedamos encontrarnos en un hotel.
Nos bañamos los dos y la veo poniéndose un conjunto muy chiquito, esos que dejan ver su hermoso culo. Cómo si lo iluminará.
Negro, cómo nos gusta a los dos y parece que a su amigo también.
Unos pantalones engomados que muestran sus curvas que me vuelven loco. Una remera liviana brillosa que deja ver su espalda completa.
Se acercó, me dió un beso largo, su lengua busco mi campanilla y me dijo vamos.
Llegamos, me dice él es Rodrigo.
Era un poco más joven que nosotros, un poco más bajo que yo, un tipo normal.
Ella charlaba animada sin prestar atención a su indumentaria. Por un instante me pareció que Rodrigo habÃa mirado de forma más que casual la figura de Mariana
De pronto se precipitó una lluvia impresionante y tuvimos que apurar el paso hasta la habitación.
Mariana fue al baño y nos trajo toallas para los tres.
Mi esposa, estaba empapada como nosotros, sin poder ocultar el panorama de sus pezones en relieve sobre la remera mojada adherida a su cuerpo, y mucho menos, como la tela impiadosa del pantalón se pegaba a sus glúteos dejándolos expuestos, dejando entrever la pequeña tanga.
Esto me estaba calentando y mucho y a mi mujer también.Â
Yo me acerque a ella y le dije que La situación me recalentaba y me encantarÃa verla con élÂ
Mi esposa me miró dubitativa, su pecho se agitaba por las palpitaciones en extremo dada la presión de la situación… ya estábamos ahÃ.
Mariana se paró de frente a Rodrigo y en un acto decidido le puso la mano en la nuca para luego abrir súbitamente la boca contra la de él. El beso fue prolongado y el tipo aprovechó para meter mano por todo el fÃsico de mi esposa.
– No estuvo nada mal…yo sabÃa que eras calentona…Acaso no nos estabas insinuando desde que llegamos?…- dijo RodrigoÂ
-Es verdad – Dijo Mariana, para seguirle el juego, mientras me mira sobre su hombro, mientras saca una tirita de la tanga de un costado de su cintura.
– Deleitanos sacándote la ropita – dijo Rodrigo, tenÃa los ojos brillantes de excitación.
Mariana se sacó lentamente la remera. Y siguió por el corpiño de manera sensual… Sus pechos, que tantas veces habÃan sido objeto de mis caricias, quedaron expuestos a los ojos de aquel extraño.
Por último y debo decir que con total sensualidad, se bajó el pantalón dejando ver la tanga mientras se agachaba para retirarlo de sus pies… quedamos frente a su monumental culo…Â
Rodrigo le dijo que le faltaba algo y mi esposa se quitó la tanga. Agachándose dejando todo al descubierto.
Rodrigo parecÃa saber cómo llevar la situación, se notaba con experiencia… y Mariana seguÃa sus indicaciones.
Rodrigo le ordenó que se sentara sobre la mesa, le separó las piernas y su lengua fue directo a la vulva de mi esposa.
Comenzó a mordisquear, lamer y chupar los labios vaginales y el clÃtoris de mi mujer, quien solo atinaba a cerrar los ojos y a gozar.
Yo participaba masajeando las tetas y particularmente los pezones de ella . Estaba claro que tenÃamos que llevar al extremo la cosa haciendo que mi esposa se excitara. Era muy difÃcil mantener la frialdad ante la acción constante de la lengua de uno y las manos del otro.
– Ya siento el cálido jugo de tu concha en mi boca…! Las palabras de Rodrigo se incrustaron en mi cerebro.
Mi esposa sacudió la cabeza hacia atrás me calentaba mucho lo que estaba observandoÂ
Ahora sus pezones estaban duros y Rodrigo los mordÃa con evidente placer.
Yo me bajo el pantalón, y en un instante mi miembro erecto por completo, se perdió dentro de la vagina de mi esposa. Ella asimiló el embate sin resistirse, tan solo se mordÃa los labios…
– Vamos perra! Dijo RodrigoÂ
Mi mujer comenzó a colaborar haciendo danzar su cadera. Rodrigo se pone un forro, en ese instante me dice yo sigo…
Ella le puso las manos en los glúteos y sus piernas rodearon la cadera de él cruzándolas a su espalda… estaba fuera de sÃ.
– Parece que está disfrutando más que nosotros – DecÃa Rodrigo mirando directo donde yo estaba.
– Tenés una buena hembra como esposa!, conocà putas que no saben coger ni la mitad!!-
– no es verdad que gozas? – Verdad que te estamos volviendo loca de placer?-
– Sii… estoy…muy…caliente…- Era la voz de Mariana en medio de indisimulables gemidos-
Rodrigo bombeaba cada vez más rápido acompañado por mi mujer. Ella puso los brazos hacia atrás e inclinó su cuerpo. No habÃa dudas, estaba excitada y a punto de acabar.Â
– Toda para vos…yegua…Ahhh! Rodrigo terminó dentro de ella y un momento después lo hizo mi esposa,
Mariana se arrodilló y comenzó la tarea que tantas veces me habÃa dedicado para mi placer. Con lujuria y esmero realizó una mamada que harÃa calentar a cualquiera. Manos, boca y lengua recorrieron sabiamente aquel pene.Â
– Uhhh… sos buena perra en verdad!…- Mi esposa tragaba golosamente.
En ese momento Rodrigo me miró y advirtió que yo tenÃa una erección.
-Epa! Parece que aquà tenemos otro que está caliente. Qué pasa, acaso te excita la situación?… AcércateÂ
Me acerqué por detrás de mi mujer; ella tomó mi pene y lo introdujo en su vagina. Luego Rodrigo le volvió a meter el pene en su boca y asà mientras mi esposa chupaba aquella pija en cuatro patas, yo la cogia.
No podÃa entender como estaba tan excitado, para colmo mi mujer se meneaba como una diosa en celo y su vulva estaba ardiendo. Tardé muy poco en acabar en medio de espasmos que no pude contener.
Pero aún faltaba más, tal vez lo que superó todas las fronteras que jamás hubiese imaginado.Â
Rodrigo retiró el palo de la boca de mi esposa, se acercó a mi…
– Decime que te parece?…- Me mostraba su pedazo brilloso por la saliva de ella – Querés saber por qué tu mujer lo disfruta tanto?…- Sus palabras me asustaron.
Rodrigo le mete el pene otra vez en la boca a mi mujer y empieza a acabar de una manera que Mariana no podÃa contener tanto en su boca. La agarra del cuello con la cara llena de semen y la hace besarme… compartimos los jugos de Rodrigo… el se acerca y empieza a meter su lengua en la boca de mi esposa por un segundo los tres compartimos su jugo…
Empezó a besarla con frenesÃ.
La vuelve a agarrar y le introduce mi pene en su boca.
Arrodillada frente a mi… Rodrigo ve que yo ya habÃa acabado otra vez.Â
Dale Marianita, dale que tiene que estar otra vez parado… sino no te vamos a poder hacer doble penetración.
Mi esposa se acercó, me agarró de las nalgas y comenzó a chupar desesperada. Con sus manos abrÃa mis nalgas y las rasguñaba. Mi pene comenzó a crecer en la boca de mi mujer… muy bien Marianita ahora métele un dedito, dijo Rodrigo mientras se masturbaba… para mi sorpresa Mariana introdujo un dedo en mi culo! Yo estaba totalmente entregado. El dedo de mi mujer entraba y salÃa y yo no dejaba retorcerme de placer hasta que se acerca RodrigoÂ
-Bien, ahora que gozaste y lubricaste su pija, lubrica la mÃa que te la voy a dar por el culo Marianita… – cuando la pija de Rodrigo estaba en condiciones, mi mujer la saco de su boca, mientras trataba de recuperar el aire… sin dudar se acomodó abriendo las nalgas. Él la clavó duramente, ayudado por la posición y las ganas de ella.
– ahhhhh Qué pija …lo quiero todo!!…ahhh!! – Mi esposa se sacudÃa y acariciaba su clÃtoris empapado. Le habÃa entrado por completo en el culo y la estaba haciendo gozar como nunca. Ella movÃa la cabeza arriba y abajo sintiendo aquel pedazo que la partÃa.
– Soy tu yegua…montame hasta el fondo!! Asi…fuerte…Ahh…Ahhhhh!!- Tuvo un orgasmo impresionante. Venà vos también balbuceó.
Lo miro a Rodrigo y me asiente con la cabeza, cómo sino pudiera hablar.
Yo muy excitado me acomodo abajo de ella y con su mano mete mi pene en su vagina. Rodrigo la embiste y yo me quedo casi inmóvil Mariana nos cabalgaba a los dos.
De repente los gemidos se convirtieron en un grito de placer mientras clavaba sus uñas en mi pecho y con la otra mano no dejaba que la pija de Rodrigo salga de su culo.Â
En ese momento caÃmos los tres rendidos al placer.
La última imagen de aquella noche es la de mi esposa haciendonos gozar a los dos, uno dentro de su culo y el otro en su apreciada vagina. Nos hizo acabar dejándonos extenuados…
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