Emmanuel el jefe de mi esposo, en mi propia recámara ya me tenía bien excitada y cachonda, mi conejo estaba bien empapado, cuando comenzaba a desvestirme, sonó el teléfono, era Raúl, mi marido estaba llamando desde la oficina, le mostré el número a Emmanuel y haciendo señas de guardar silencio, contesté el aparato inalámbrico:
-¿Diga?
-Jazmín, mi departamento tiene que entregar un proyecto hoy mismo, voy a llegar tarde a casa, ¿Qué haces?
-N..ada, me quiero acostar un rato, ando muy ganosa.
-Ummm, que rico, lástima que no estoy para darte lo que tanto te gusta, ¿Qué vas a hacer?
Emmanuel me desvistió totalmente y sus manos recorrían todo mi cuerpo, sin verlo me estaba haciendo estremecer.
-¿Tu qué crees?
-¿Te vas a masajear?
-Algo parecido, que hago si tú no estás.
-¿De verdad tienes muchas ganas?
-¡Sí!, ya sabes que soy bien caliente y no me aguanto las ganas de coger.
-Pues como no estoy, imagínate que vas a follar con otro.
-¿Con otro?, ¿Quién?
-¡No sé!, quien tú quieras.
Emmanuel empezó a quitarse la ropa.
-Que te parece que sea tu jefe, ya que te tiene de esclavo allá, que conmigo haga aquí lo que quiera.
-¡Pero él tiene 15 años más que nosotros!, ¡Y empieza a estar barrigón!
-¡No importa!, pero que me meta su gorda y rica verga.
Me estaba excitando, el que mi marido pensara que estaba sola, mientras yo realmente miraba un grueso y delicioso pito, por el que ya estaba ansiosa de tenerlo entre mis piernas, pero él continuó:
- ¿Y luego que vas a hacer?
-Primero dejar el teléfono, luego le voy a dar unas enormes y ricas mamadas.
Después de escuchar sus risas, me hinqué, afanosamente tomé la sabrosa y parada verga entre mis manos y me la llevé a la boca, con besos y chupadas la dejé bien ensalivada, Emmanuel, sin poder emitir ningún sonido, me recostó en la cama, abrió mis piernas y hundió su cara entre mis muslos, con mis plácidos -ahhh-, -ohhh-, -ahhh-, Raúl preguntó:
-¿Qué haces, zorrita?
Tomé el teléfono y sofocada respondí:
-¡Emmanuel me está dando unas maravillosas chupadas de coño!
-¿Qué más?
-¡Me está jalando y mordisqueando maravillosamente el clítoris!.
La otra mano, la tenía sobre la nuca de Emmanuel, enjutando su cara en mi rajada y empecé a gemir, -yaaa-, -Emanuel, ya-, -yaaa, mételo-.
Mientras Emmanuel se acomodaba sobre mí y enterraba la punta de la verga entre mis labios vaginales y jugueteaba en la puerta de mi agujero, sin dejar de escuchar las pequeñas risas que Raúl emitía, volví a soltar el teléfono para abrazar el cuello del hombre que me empezaba a enloquecer de placer y que por el deseo me hacía suplicar, -ya papá-, -dámelo-, yaa, yaa-, con un fuerte empujón, lo acepté hasta el fondo, con un largo -ummmmmmmmm-, antes de cerrar mis ojos y disfrutar de la rica cogida, alcancé a ver la sonrisa de Emmanuel al comprobar la dicha que me estaba otorgando, los placenteros tallones, me hicieron gemir: -ohhh-, -ahhh-, -uhhh-, y tuve mi primer orgasmo con un sentido –papaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa-, segundos después, cuando Emmanuel se estaba saliendo de mi coño, se escuchó:
-¡Qué tal te coge?
-¡Divinamente!, ¡Ya me corrí!
-¡Te vuelvo a marcar, me están hablando!
Colgué y Emmanuel dijo:
-No cabe duda que eres bien puta y disfrutas que Raúl oiga tus quejidos al coger, ja, ja, ja.
-¡Sí!, ¡Me encanta coger y él se lo está perdiendo!, respondí.
Me puse de a perrito y pedí:
-¡Dámelo por atrás papá!
Separé mis nalgas ofreciendo mi agujero trasero, Emmanuel acomodó el duro trozo de carne y lentamente lo fue hundiendo, cuando sus bolas rozaron mi coño, señas de que me lo había comido por completo y empezaba su saca y mete, entre mis suspiros de dicha, contesté nuevamente el teléfono.
-¿Cariño, te siguen cogiendo?
-¡Huyyy, siiiiii, pero ahora me están… -hummm-, dando por… -uhhh-, el culo!
Al sentir que me iba a correr nuevamente, apagué por completo el teléfono y gemí:
-¡Que ya no interrumpa!
Entre las carcajadas de Emmanuel y sus fuertes embestidas, tuve otro suculento orgasmo, acompañado de dos fuertes nalgadas y escuchando.
-¡Pues le voy a llenar el culo de leche a esta original putita!
-¡Sí papito!, ¡Echa tu crema adentro!, ¡Toda, toda!
Me tendí boca abajo al sentir que Emmanuel se recargaba sobre mi cuerpo e inundaba mi trasero con fuertes chorros de suculento y abundante néctar.
Cuando Emmanuel se vistió y se fue, me quedé tendida en la cama, desfalleciente, agitada y satisfecha, un rato después observé el mudo teléfono, lo prendí de nuevo y de inmediato entró una llamada, era Raúl, diciendo:
-¿Qué pasó?, ¡Ya no supe nada!
-Sin querer apagué el teléfono, pero estoy esperando que Emmanuel vuelva a agarrar fuerzas para que siga cogiendo.
-Ja, ja, ja, ja, ¡Qué golosa eres!, ya terminamos y Emmanuel está revisando el trabajo.
-¿Cómo?, ¿No está aquí, después de haberme dado verga por todos lados?
-Ja, ja, ja, ja, ¡No!, ¡Está aquí!, ¿Quieres que le diga algo?
-Sí, dile que si la siguiente semana, te puede volver a entretener en la oficina.
-No te inquietes, vas a sentir mi carne al rato,
-Está bien, pero me gustó que Emmanuel me cogiera mientras tú escuchabas por teléfono, ¿a ti no?
-Sí pero… que no sea mi jefe, me voy a poner celoso, ja, ja, ja.
-No te preocupes, entonces haber con quién te pongo los cuernos, ¡porque ya sabes que me encanta abrir las piernas!
-¿Diga?
-Jazmín, mi departamento tiene que entregar un proyecto hoy mismo, voy a llegar tarde a casa, ¿Qué haces?
-N..ada, me quiero acostar un rato, ando muy ganosa.
-Ummm, que rico, lástima que no estoy para darte lo que tanto te gusta, ¿Qué vas a hacer?
Emmanuel me desvistió totalmente y sus manos recorrían todo mi cuerpo, sin verlo me estaba haciendo estremecer.
-¿Tu qué crees?
-¿Te vas a masajear?
-Algo parecido, que hago si tú no estás.
-¿De verdad tienes muchas ganas?
-¡Sí!, ya sabes que soy bien caliente y no me aguanto las ganas de coger.
-Pues como no estoy, imagínate que vas a follar con otro.
-¿Con otro?, ¿Quién?
-¡No sé!, quien tú quieras.
Emmanuel empezó a quitarse la ropa.
-Que te parece que sea tu jefe, ya que te tiene de esclavo allá, que conmigo haga aquí lo que quiera.
-¡Pero él tiene 15 años más que nosotros!, ¡Y empieza a estar barrigón!
-¡No importa!, pero que me meta su gorda y rica verga.
Me estaba excitando, el que mi marido pensara que estaba sola, mientras yo realmente miraba un grueso y delicioso pito, por el que ya estaba ansiosa de tenerlo entre mis piernas, pero él continuó:
- ¿Y luego que vas a hacer?
-Primero dejar el teléfono, luego le voy a dar unas enormes y ricas mamadas.
Después de escuchar sus risas, me hinqué, afanosamente tomé la sabrosa y parada verga entre mis manos y me la llevé a la boca, con besos y chupadas la dejé bien ensalivada, Emmanuel, sin poder emitir ningún sonido, me recostó en la cama, abrió mis piernas y hundió su cara entre mis muslos, con mis plácidos -ahhh-, -ohhh-, -ahhh-, Raúl preguntó:
-¿Qué haces, zorrita?
Tomé el teléfono y sofocada respondí:
-¡Emmanuel me está dando unas maravillosas chupadas de coño!
-¿Qué más?
-¡Me está jalando y mordisqueando maravillosamente el clítoris!.
La otra mano, la tenía sobre la nuca de Emmanuel, enjutando su cara en mi rajada y empecé a gemir, -yaaa-, -Emanuel, ya-, -yaaa, mételo-.
Mientras Emmanuel se acomodaba sobre mí y enterraba la punta de la verga entre mis labios vaginales y jugueteaba en la puerta de mi agujero, sin dejar de escuchar las pequeñas risas que Raúl emitía, volví a soltar el teléfono para abrazar el cuello del hombre que me empezaba a enloquecer de placer y que por el deseo me hacía suplicar, -ya papá-, -dámelo-, yaa, yaa-, con un fuerte empujón, lo acepté hasta el fondo, con un largo -ummmmmmmmm-, antes de cerrar mis ojos y disfrutar de la rica cogida, alcancé a ver la sonrisa de Emmanuel al comprobar la dicha que me estaba otorgando, los placenteros tallones, me hicieron gemir: -ohhh-, -ahhh-, -uhhh-, y tuve mi primer orgasmo con un sentido –papaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa-, segundos después, cuando Emmanuel se estaba saliendo de mi coño, se escuchó:
-¡Qué tal te coge?
-¡Divinamente!, ¡Ya me corrí!
-¡Te vuelvo a marcar, me están hablando!
Colgué y Emmanuel dijo:
-No cabe duda que eres bien puta y disfrutas que Raúl oiga tus quejidos al coger, ja, ja, ja.
-¡Sí!, ¡Me encanta coger y él se lo está perdiendo!, respondí.
Me puse de a perrito y pedí:
-¡Dámelo por atrás papá!
Separé mis nalgas ofreciendo mi agujero trasero, Emmanuel acomodó el duro trozo de carne y lentamente lo fue hundiendo, cuando sus bolas rozaron mi coño, señas de que me lo había comido por completo y empezaba su saca y mete, entre mis suspiros de dicha, contesté nuevamente el teléfono.
-¿Cariño, te siguen cogiendo?
-¡Huyyy, siiiiii, pero ahora me están… -hummm-, dando por… -uhhh-, el culo!
Al sentir que me iba a correr nuevamente, apagué por completo el teléfono y gemí:
-¡Que ya no interrumpa!
Entre las carcajadas de Emmanuel y sus fuertes embestidas, tuve otro suculento orgasmo, acompañado de dos fuertes nalgadas y escuchando.
-¡Pues le voy a llenar el culo de leche a esta original putita!
-¡Sí papito!, ¡Echa tu crema adentro!, ¡Toda, toda!
Me tendí boca abajo al sentir que Emmanuel se recargaba sobre mi cuerpo e inundaba mi trasero con fuertes chorros de suculento y abundante néctar.
Cuando Emmanuel se vistió y se fue, me quedé tendida en la cama, desfalleciente, agitada y satisfecha, un rato después observé el mudo teléfono, lo prendí de nuevo y de inmediato entró una llamada, era Raúl, diciendo:
-¿Qué pasó?, ¡Ya no supe nada!
-Sin querer apagué el teléfono, pero estoy esperando que Emmanuel vuelva a agarrar fuerzas para que siga cogiendo.
-Ja, ja, ja, ja, ¡Qué golosa eres!, ya terminamos y Emmanuel está revisando el trabajo.
-¿Cómo?, ¿No está aquí, después de haberme dado verga por todos lados?
-Ja, ja, ja, ja, ¡No!, ¡Está aquí!, ¿Quieres que le diga algo?
-Sí, dile que si la siguiente semana, te puede volver a entretener en la oficina.
-No te inquietes, vas a sentir mi carne al rato,
-Está bien, pero me gustó que Emmanuel me cogiera mientras tú escuchabas por teléfono, ¿a ti no?
-Sí pero… que no sea mi jefe, me voy a poner celoso, ja, ja, ja.
-No te preocupes, entonces haber con quién te pongo los cuernos, ¡porque ya sabes que me encanta abrir las piernas!
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