Todo para mí.

Se había convertido en una costumbre compulsiva. Me gustaba demasiado ser poseído por otros hombres
Sobre todo por aquellos que había espiado tanto que conocía sus vergas a la perfección.




Los había visto coger, les adoraba la pija, sabía cuál era el punto exacto donde ésa fibra lujuriosa de retorcía de placer.




Mis tíos El Payo, Fatiga, El Perro y Cachito, "Edito ", el hijo de la paraguaya de al lado fueron blanco de mis ratos largos espiando su intimidad; cogiendo... Otras pajeandose, cuando no, bañándose.






Ellos no tenían ni idea de mi la menor idea de mi vigilancia. Me había sentido atravesado por sus orgasmos y acabadas más de una vez; deseaba experimentar con esas pijas que necesitaban dedicación y tiempo; me sentía capaz de enfundar todos esos penes como "domando" a un potro, aguantando hasta las caídas y los retobes...




Yo, qué había visto esas cabezas enormes y jugosas hundirse entre los pliegues de esas rajas inflamadas estaba en la hora de probar la hombria de esos tipos en carne propia.





Más de una vez me había retorcido de placer, motivado por la idea de sentir la verga de esos adultos con la cabeza caliente en la boca del estómago... Las putas que mis tíos se cogían se arqueaban en el aire cuando los huevos peludos haciendo tope, frotaban con la base del tronco los labios incendiados de la vulva atorada de carne viva! Ustedes tendrían que haber estado ahí! Deberían haber presenciado en vivo y en directo, y estratégicamente ocultos la más grande, intensa y lujuriosa maravilla de esas pijas hermosas descabezandoce mientras se frotaban buscando el centro de la rajita mojada para escurrirse hasta la mitad del tronco y volver a salir mientras la hembra se acostumbraba al grueso de ésa tranca rabiosa.




Fue hermoso, fue extraordinario, fue intenso ser iniciado por esos varónes crudos