La vi subir al colectivo y no pude dejar de mirarla, no era la primera vez y la intuición me decía que tampoco era casualidad.
Ella trataba de disimular aunque su escote la delataba. Me miró pero hizo como si no me hubiese visto. Por supuesto que no fui el único que posó sus ojos en esa morocha, más de uno la relojeo de punta a punta pero ella fue haciéndose lugar entre la gente y se paró al lado mío, ahí pude ver que tenía una calza gris muy clarita, casi blanca que resaltaba su redondo culo.
Por suerte para mí, el colectivo estaba muy lleno, mi pierna izquierda había quedado pegada a su pierna derecha y mi mano izquierda bajo y rozó su cola. Claro que me daba un poco de miedo que reaccionara y me gritara delante de toda la gente, porque aunque yo lo iba a negar rotundamente, iba a pasar una situación muy incomoda. Pero no, no hizo ningún movimiento, sólo seguía agarrada al respaldo del asiento, con la mirada perdida en la ventanilla.
Me acerqué más todavía y volví a poner mi mano en su cola, ésta vez ya no fue un roce, apoyé mi mano y descaradamente la acaricié, ella inmóvil.
Despacio, con mucho disimulo me acomodé un poco para su lado buscando el momento justo para apoyarle mi pija que ya se sentía dura debajo del pantalón. Yo nunca había abordado así a una mujer en ésta situación pero ella me atraía tanto que nublaba mis pensamientos. Un Vaivén del colectivo me sirvió para hacerle notar mi excitación, ella suspiró muy profundo moviendo su hermoso pecho. Acerqué mi boca a su oído y le hablé muy bajito
-Esa calza te la pusiste a propósito no? Su perfume era exquisito, quería besar su piel, me moría de ganas.
Ella mantenía su pose de estatua
Otra vez la suerte se puso de mi lado y el chófer tuvo que frenar bruscamente, aproveché para pasar mi mano por una de sus tetas, la ropa no podía contener la dureza de ese pezón que indicaba que yo no era el único que estaba disfrutando.
-en la próxima bajamos.
la agarré de la mano, hice que me siguiera hasta la puerta de atrás abriéndonos paso entre los otros pasajeros y me la llevé conmigo.
Una vez en la vereda caminamos unos pasos sin decir una palabra. La gran copa de un árbol tapaba casi por completo la luminaria de la calle y yo ví la oportunidad de seguir con mi tarea. La arrinconé contra la pared, cuál adolescente en pleno noviazgo, la besé con muy poca sutileza. Su boca carnosa me invitaba a morderla. Una de mis manos apretó sus tetas y con la otra busqué el calor entre sus piernas. La calza se sentía muy suave y la costura se le metía en la conchita.
No podía aguantar más, quería cojerla, quería escucharla gozar.
Caminamos un poco hasta mi casa. Apenas entramos volví a empujarla contra la pared, ella dejó su pasividad y me bajó desesperada el pantalón. Mi pija estaba dura, creo que nunca antes había estado tan dura.
Yo levanté su remera y dejé salir esas tetas del corpiño que las apresaba. Las empecé a lamer, las llené de saliva, las chupé y las mordí. Ella me pajeaba con un ritmo y una firmeza admirables. Su cara estaba roja y su respiración muy agitada. Se mordía el labio y me miraba deseosa.
Se puso de rodillas sin soltarme la verga. Me miró desde abajo y se la metió en la boca tratando de tragarla toda. Me la chupaba dejando caer la saliva por los costados de su boca, me volvía loco.
La tomé de los hombros para que se parara de nuevo, sin mediar palabras la hice dar vuelta, otra vez estábamos como al principio, pero ahora sin nadie alrededor y casi sin ropa. Le bajé la calza y me encontré con una tanga negra muy chiquita
-Yo sabía que eras muy putita!
y cerré la frase con un chirlo que resonó en toda la casa
Le acaricié el culo con las dos manos, abrí sus cachetes y con un dedo corrí el pequeño hilo de la bombacha para jugar con su hoyito. Le apoyé la yema de mi dedo y apenas hice un poco de presión. Ella se movía lento intentando hacerlo entrar.
le bajé la tanga y automáticamente abrió las piernas. Le apoyé la cabeza de la pija que ya estaba súper lubricada. Al instante encontré la entrada de su concha totalmente empapada
-si querés que te coja pedimelo
Siguió muda, moviendo su culo hacia atrás, tratando de hacer entrar mi verga
-pedimelo putita
-cojeme! enterrame toda la pija! dijo entre suspiros.
y eso hice, se la metí toda de un solo golpe, la agarré fuerte de la cintura y le di como si no hubiera un mañana. Le besaba el cuello, le mordía la oreja, la escuchaba gemir y gritar como a un animal en celo.
pasé una de mis manos para adelante, le acaricié la concha hasta sentir que me bañaba la pija con una acabada monumental. No daba más de calentura y casi en simultáneo la llene de leche, sentía como salía espesa y caliente. Cuando me separé de ella nuestros jugos mezclados le chorreaban por las piernas.
De nuevo la giré, acomodé sus rulos hermosos, que caían en su cara transpirada, acaricié su mejilla, la miré cómo sonreía, puso sus manos en mi cuello, la besé con dulzura y le dije
-Mi amor, me encanta cumplir tus fantasias...
Ella trataba de disimular aunque su escote la delataba. Me miró pero hizo como si no me hubiese visto. Por supuesto que no fui el único que posó sus ojos en esa morocha, más de uno la relojeo de punta a punta pero ella fue haciéndose lugar entre la gente y se paró al lado mío, ahí pude ver que tenía una calza gris muy clarita, casi blanca que resaltaba su redondo culo.
Por suerte para mí, el colectivo estaba muy lleno, mi pierna izquierda había quedado pegada a su pierna derecha y mi mano izquierda bajo y rozó su cola. Claro que me daba un poco de miedo que reaccionara y me gritara delante de toda la gente, porque aunque yo lo iba a negar rotundamente, iba a pasar una situación muy incomoda. Pero no, no hizo ningún movimiento, sólo seguía agarrada al respaldo del asiento, con la mirada perdida en la ventanilla.
Me acerqué más todavía y volví a poner mi mano en su cola, ésta vez ya no fue un roce, apoyé mi mano y descaradamente la acaricié, ella inmóvil.
Despacio, con mucho disimulo me acomodé un poco para su lado buscando el momento justo para apoyarle mi pija que ya se sentía dura debajo del pantalón. Yo nunca había abordado así a una mujer en ésta situación pero ella me atraía tanto que nublaba mis pensamientos. Un Vaivén del colectivo me sirvió para hacerle notar mi excitación, ella suspiró muy profundo moviendo su hermoso pecho. Acerqué mi boca a su oído y le hablé muy bajito
-Esa calza te la pusiste a propósito no? Su perfume era exquisito, quería besar su piel, me moría de ganas.
Ella mantenía su pose de estatua
Otra vez la suerte se puso de mi lado y el chófer tuvo que frenar bruscamente, aproveché para pasar mi mano por una de sus tetas, la ropa no podía contener la dureza de ese pezón que indicaba que yo no era el único que estaba disfrutando.
-en la próxima bajamos.
la agarré de la mano, hice que me siguiera hasta la puerta de atrás abriéndonos paso entre los otros pasajeros y me la llevé conmigo.
Una vez en la vereda caminamos unos pasos sin decir una palabra. La gran copa de un árbol tapaba casi por completo la luminaria de la calle y yo ví la oportunidad de seguir con mi tarea. La arrinconé contra la pared, cuál adolescente en pleno noviazgo, la besé con muy poca sutileza. Su boca carnosa me invitaba a morderla. Una de mis manos apretó sus tetas y con la otra busqué el calor entre sus piernas. La calza se sentía muy suave y la costura se le metía en la conchita.
No podía aguantar más, quería cojerla, quería escucharla gozar.
Caminamos un poco hasta mi casa. Apenas entramos volví a empujarla contra la pared, ella dejó su pasividad y me bajó desesperada el pantalón. Mi pija estaba dura, creo que nunca antes había estado tan dura.
Yo levanté su remera y dejé salir esas tetas del corpiño que las apresaba. Las empecé a lamer, las llené de saliva, las chupé y las mordí. Ella me pajeaba con un ritmo y una firmeza admirables. Su cara estaba roja y su respiración muy agitada. Se mordía el labio y me miraba deseosa.
Se puso de rodillas sin soltarme la verga. Me miró desde abajo y se la metió en la boca tratando de tragarla toda. Me la chupaba dejando caer la saliva por los costados de su boca, me volvía loco.
La tomé de los hombros para que se parara de nuevo, sin mediar palabras la hice dar vuelta, otra vez estábamos como al principio, pero ahora sin nadie alrededor y casi sin ropa. Le bajé la calza y me encontré con una tanga negra muy chiquita
-Yo sabía que eras muy putita!
y cerré la frase con un chirlo que resonó en toda la casa
Le acaricié el culo con las dos manos, abrí sus cachetes y con un dedo corrí el pequeño hilo de la bombacha para jugar con su hoyito. Le apoyé la yema de mi dedo y apenas hice un poco de presión. Ella se movía lento intentando hacerlo entrar.
le bajé la tanga y automáticamente abrió las piernas. Le apoyé la cabeza de la pija que ya estaba súper lubricada. Al instante encontré la entrada de su concha totalmente empapada
-si querés que te coja pedimelo
Siguió muda, moviendo su culo hacia atrás, tratando de hacer entrar mi verga
-pedimelo putita
-cojeme! enterrame toda la pija! dijo entre suspiros.
y eso hice, se la metí toda de un solo golpe, la agarré fuerte de la cintura y le di como si no hubiera un mañana. Le besaba el cuello, le mordía la oreja, la escuchaba gemir y gritar como a un animal en celo.
pasé una de mis manos para adelante, le acaricié la concha hasta sentir que me bañaba la pija con una acabada monumental. No daba más de calentura y casi en simultáneo la llene de leche, sentía como salía espesa y caliente. Cuando me separé de ella nuestros jugos mezclados le chorreaban por las piernas.
De nuevo la giré, acomodé sus rulos hermosos, que caían en su cara transpirada, acaricié su mejilla, la miré cómo sonreía, puso sus manos en mi cuello, la besé con dulzura y le dije
-Mi amor, me encanta cumplir tus fantasias...
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qué hermoso relato!