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Carta incestuosa de una madre a su hijo

CDMX. A 25 de noviembre de 2022

Amor mío.

Espero al recibir esta me extrañes tanto como yo a ti. Los días se me pasan lentamente solo pensando en tus besos y caricias que tanta falta me hacen. Lo único que me reconforta es ese ser que llevo dentro de mi y que es el producto de nuestro amor. Estos dos meses sin ti me parecen años de soledad y desesperanza, pero espero que terminen pronto por lo que me has contado. Mi mas grande consuelo es recordar nuestro amor y el como llegamos a realizarlo.

Mi mente se va hasta tu niñez cuando siendo el mejor niño día a día me demostrabas tu amor diciéndome lo que me querías, a cuando ya adolescente me defendías de las injusticias de tu padre, hasta que el nos abandono para dicha nuestra. Después te vi desarrollarte como un joven bello y atlético, sano y deportista al que todas las chicas buscaban mientras tu te resistías; hasta que la conociste a ella a tus 17 años, si, Sandra, la joven que te sorbió los sesos y te enamoraste como lo que eras, todavía un niño.

La primera vez que me fije en ti como hombre fue en tu fiesta de 18 años. El verte con tu 1.86 de estatura y tus 76 kilos de peso me imaginé que la mujer que te tuviera seria muy dichosa. Acababas de entrar a la universidad y como siempre, tenías mucho éxito entre tus compañeras y esperaba que ahí encontraras algo mejor que Sandra pues me imaginaba que al final ella te haría daño; y así pasó un año mas, tú cada vez más enamorado y yo cada vez aborreciéndola más. Pensaba que era por el daño que podría causarte pero en realidad mis motivos eran otros. Sin darme cuenta cada vez te deseaba más y tenia necesidad de ti, de tus besos, tus caricias, de tu amor.

Lo intente, vaya que lo intente. Me vestí mas atrevida, me interesé más en tus cosas y hasta llegué a exhibirme ante ti con negligés y batas transparentes, pero tú no reaccionabas y no me atreví a plantearte la situación. A mis 37 años me considero una mujer atractiva, me lo dicen los ojos de los hombres con los que me cruzo en la calle o las envidias de las mujeres con las que trato, pero tu solo tenias ojos para ella. Y entonces sucedió………………. Dios vino en mi ayuda.

Esa tarde cuando ella te dejó te vi derrotado, lloroso, desesperado. Yo sabía que era mi momento y primero me acerqué como tu madre, te llevé consuelo y esperanza y tú te derrumbaste ante mí, no soporté el verte llorar y ante tu sorpresa bebí tus lágrimas. Aun recuerdo tú cara de estupor cuando te besé en la boca e introduje mi lengua en la tuya.

-Mamá ¿Qué es esto?- me dijiste.

-Amor, solo amor, hijo mío - te conteste.

Al siguiente beso reaccionaste y me lo devolviste con tanta pasión que me sentí feliz, entonces te acaricié el cuerpo y te susurre al oído.

-Amor, olvídate de Sandra, olvídate de todo y hazme tuya esta noche.

Tú me contestaste metiéndome la lengua en la boca y acariciando mis tetas que estaban a punto de reventar y entonces lo dijiste.

-Mami, siempre te he deseado, siempre he soñado con este momento.

La dicha me invadió y no deje que pensaras mas, te llevé a mi recamara y tu mismo me desnudaste lentamente, con tu lengua recorriste mi piel lo que me hizo sentir las mas grandes sensaciones hasta ese momento, de pronto te desnudaste ante mi. ¡Dios mío! La única verga que conocía era la de tu padre que digamos era “normal” pero al ver tu hermoso pene me vinieron mil sensaciones, reconozco que su tamaño y grosor me dieron miedo en un momento, pero el ver su cabeza roja y babeante de líquidos seminales me provocaron una inmensa excitación, entonces decidí hacer lo mas fuerte que había hecho con tú padre y me hinqué para metérmela en la boca, ante el sentía que era una obligación, pero contigo sentí que era inmensamente placentero. Apenas y me cabían la cabeza y unos centímetros más pero aun así pude manipular mi lengua, un par de minutos después bajaste tus manos y entrelazaste tus dedos con mi cabello y mientras meneabas las caderas alcance a oír tu voz.

-uggg……..mami……..esto es delicioso……..me voy a venir- Dijiste.

Llevé mi mano a tus huevos y los acaricié, de inmediato sentí en mi boca que estabas a punto de eyacular y me dispuse a beberme tu semen, era la primera vez que haría tal cosa y no imaginé cuanto lo disfrutaría a partir de entonces, de pronto sentí la presión al interior de tu verga y tu esperma brotó como fuente llenándome la boca, gran parte la tragué por la fuerza de la presión y otra parte la saboreé en mi boca, pero lo mejor vino después, cuando me levantaste y me besaste en la boca trenzando nuestras lenguas. Sabias que aun tenía parte de tu semen en mi boca pero no tuviste asco y yo tampoco, es más, jamás he tenido asco de algún fluido tuyo. Chupaste mis tetas, me lamiste el cuello y la cara y me bésate mil veces más hasta que susurré a tu oído.

-Métemela mi amor, lo deseo mucho.

Me recostaste sobre la cama y te hincaste ante mi, entonces me llevaste a la gloria con tu lengua cuando me lamiste el clítoris y mis labios vaginales, introdujiste tu lengua y yo la bañe con mis jugos para que terminaran nuestras bocas unidas nuevamente degustando nuestros sabores y entonces lo hiciste, suave, tiernamente y con delicadeza introdujiste poco a poco tu verga en mi vagina y el recibirte ahí nuevamente, por donde habías salido, para mi fue lo mas maravilloso que pudo ocurrirme en esta vida. Eras nuevamente mi bebé, mi niño, mi hijo adorado. Aun no entiendo como pudo entrar toda en esa primera vez, no entiendo como vencí mis miedos y me relaje de tal modo que sentí como topaba al fondo de mi vagina, pero sucedió y gracias a tu ternura y delicadeza lo demás fue maravilloso. Lentamente iniciaste un mete y saca que pronto me elevo al infinito ¡Uggg! El placer fue enorme y yo misma tomé ritmo y lubrique tu hermosa verga que entraba y salía como si siempre lo hubiera hecho, con deleite escuchaba tu voz.

-Mamita…..te amo mami……..seré solo tuyo mi amor………. ¡Ufff!.......es la gloria.

Y entonces lloré. Si, lloré de alegría, de amor, de felicidad. El hacer el amor contigo me despertaba las más grandes sensaciones de placer, tanto a mi cuerpo como a mi alma, y entendí que ya no podría vivir sin ello. Me abandoné a tus caricias, a tus besos…….. a tu verga. Solo me devolvió a la realidad el sentir como tu pene se hinchaba dentro de mí anunciando la descarga. Desde un principio me planteé el no usar condón ni nada que evitara nuestro placer y el sentir tu sabia inundar mis entrañas me provocó casi un desmayo; logramos lo que en 15 años de matrimonio no logré nunca con tu padre. Un orgasmo simultaneo.

Quedé desmadejada, agotada, prensada, pero sobre todo feliz y satisfecha como nunca lo había estado. Dudé de mi cordura mental y temí volverme loca. Loca de amor y alegría. Al verte desmadejado después de dos venidas pensé que nos dormiríamos un rato, pero tú me llenaste de besos y caricias, todas nuevas para mí que solo había tenido agresiones de tu padre, así duramos 15 o 20 minutos y sin darnos cuenta nuestros ardores se renovaron. Entonces llegó en momento de dar el siguiente paso: la verdad tenia miedo y mucho el no poder soportar lo grueso y largo de tu pene, pero no quería que tu te quedaras con ganas de nada y que no te atrevieras a pedirme algo que tal vez me provocaría mucho dolor, por lo que decidí pedírtelo yo. Aun me parece escucharme cuando te dije al oído.

-¿Quieres metérmela por el culo?

Pusiste cara entre sorprendido y feliz, pero tuviste un gesto de amor.

-¿No te dolerá mucho?, no quiero lastimarte.

-Podemos intentarlo- te conteste.

Para mi esta era la máxima prueba de mi amor por ti, lo que siempre le negué a tu padre te lo ofrecía con todo mi amor. Estaba dispuesta a sufrir si con eso te daba placer. Pero tú fuiste maravilloso, tierno, amoroso, al grado que borraste mis miedos y me enseñaste una nueva forma de disfrutar a la cual me aficione de inmediato. Te estiraste y abriendo el cajón de mi buró sacaste un frasco de crema para las manos mientras yo me colocaba boca abajo y entonces lo dijiste.

-¡Dios mío! que hermoso culo tienes mamá. Tus nalgas son blancas y suaves y la entrada de tu ano es rosa.

Después de esto te agachaste y me besaste las nalgas, después con la punta de tu lengua me acariciaste el ano lo que casi me volvió loca de placer, me introdujiste un dedo embarrado de crema y poco a poco me fuiste relajando, después escuche tu maravillosa confesión.

-Mamá…………

-Si mi vida, dime……..

-va a ser……..va a ser la primera vez que enculo a alguien.

Me alegré de mi decisión y estuve dispuesta a todo, no me importaba que me lastimaras, esa noche mi culo seria tuyo. Embarraste bien la entrada de mi culo y te colocaste detrás de mí, apuntaste tu poderosa verga a la entrada y empujaste suavemente.

-¡Uggg! Despacio mi amor.

Te controlaste de inmediato y dejaste de empujar, esperaste un buen rato hasta que me sentí relajada y entonces me dijiste.

-tu sola vete ensartando hasta donde aguantes.

Y te hice caso. Poco a poco subí mis nalgas permitiendo que tu verga entrara. Mi culo ardía y lo sentía muy distendido pero tu verga seguía entrando. Apreté con mis manos los barrotes de la cabecera de la cama y di el ultimo empujón hacia atrás con mi culo, quedando toda tu enorme verga dentro de mis entrañas, el dolor era mucho y el ardor mas pero de pronto se te ocurrió una idea genial que lo cambio todo. Al tener levantado mi culo quedó un espacio bajo mi estomago y por ahí pasaste tu mano y me empezaste a acariciar el clítoris; el placer fue enorme y mi cuerpo respondió a tus caricias moviendo mi culo arriba y abajo. Tú iniciaste un ritmo y mi cuerpo te siguió, mi relajación fue tal que tu verga entraba y salía de mi ano sin ninguna dificultad e increíblemente sentí un enorme placer. Nunca pensé que una práctica sexual a la que siempre consideré una aberración nos pudiera unir tanto, nos elevara a niveles espirituales y sexuales que jamás había imaginado. A partir de entonces éramos un solo cuerpo, una sola alma, un solo corazón. De pronto y contra mi voluntad, que quería alargar el momento, empecé a sentir los espasmos del orgasmo y sin darme cuenta, se trasladaron a mi culo y de ahí a tu verga, lo que nos provocó una enorme venida. Derramaste un torrente de semen en mi ano y yo ya no supe más de mí hasta la mañana siguiente, cuando me despertaste con tus besos.

A partir de entonces la vida fue un paraíso. El tener sexo contigo todos los días, el saber que nos esperamos en la casa para besarnos, abrasarnos o acariciarnos tiernamente me llena el alma. Poder filmarnos y luego ver nuestros videos haciendo el amor, estar desnudos todo el fin de semana. Cada día me acostumbro más al tamaño de tu verga y la disfruto más. Por primera vez en mi vida soy feliz.

No sabes como me arrepiento el haber confiado en mi hermana Alicia. Pensé que ella ya había superado sus complejos con respecto a mí y me entendería, pero para nuestra desgracia no fue así. Ya logró separarnos estos meses con su chantaje pero, como me decías anteriormente, espero que dure poco. Debes saber que no me importa que tengas sexo con ella y si según tus cálculos ya pronto estará embarazada ya podrás regresar a mi lado para los meses próximos al nacimiento de nuestro bebé. Me gustaría que me contestaras contándome lo que haces con ella para excitarme soñando que lo haces conmigo.

Me despido de ti deseando verte y tenerte a mi lado, quiero más hijos tuyos mientras este en edad, para formar nuestra familia. Como todas las noches soñaré contigo, que estás a mi lado amándome como yo te amo.

- tu madre

1 comentarios - Carta incestuosa de una madre a su hijo

et178282
10pts venia bien muuy bien pero derrapaste al ultimo igual muy bueno porque se parece y cumple como relato. Y si lo comparas con lo que se viene ublicando estr es de lo mejor