LA PUTA AMA
Una mueca de su rostro basta para que entienda.Me inclino, como haciéndole una especie de reverencia, profunda, hasta apoyar mis palmas en el suelo y, feliz, caminando como un perro, me acerco a Ella, que me espera relajadamente sentada en un sillón. Ahora, sin atreverme a mirarla a los ojos, logro sentir en mi rostro el roce de la suave tela que cubre sus piernas. La oigo sonreir y, mientras me acaricia la cabeza con suaves rascaditas, separa las piernas. Enseguida se lo agradezco, acercando mi nariz y aspirando profundamente, para apreciar a traves de la ropa, no solo el intenso perfume que despide su sexo, sino tambien el calor que emana de él. Me quedo ahí, tratando de tallar lo mas fielmente posible la forma de su entrada, a traves de la tela, con mi lengua y mis dientes, hasta sentir la humedad de mi saliva mezclarse en el entramado de hilos con el agridulce jugo de su excitación. Ella me aprieta con fuerza a su entrepierna y me pide que siga así. Yo desespero por poder sentir su piel directamente, pero me esmero por seguir complaciéndola. Disfruto de eso. De pronto, con gran intensidad, se frota usando mi nariz. La violencia del movimiento apenas me permite respirar, pero siento su excitación y no me atrevo a perturbarla. Me usa para su placer. A su antojo. Y yo la amo por eso. Por dejarme ser el artifice de su caprichos. Ahora grita fuerte: llegó al orgasmo. Mi lengua, que a fuerza de presión habia logrado entrar un poco en ella a pesar de la ropa, queda desahuciada al sentir que Ella está satisfecha y parece no necesitarme. Con la palma de su mano apoyada en mi frente me empuja hacia atrás, haciendome perder el equilibrio y caigo al suelo. Segundos despues, ya repuesta, me dice, me ordena: "mirame a los ojos...". No me demoro en reaccionar y espero, con ansias, sus ordenes. "Hoy quiero sentirme bien cogida. ¿Sabes? Quiero sentir una pija dura, rica, entrándome, penetrándome, haciendome suya en cada espacio que encuentre, a su gusto. Estoy dispuesta a entregarme plenamente, a satisfacerla. Hoy quiero ser yo la ´esclava´ de esa pija... El rítmo del galope de mi corazón al oir sus palabras pronunciadas en un tono tan deseoso se replica a lo largo del tronco de mi sexo, que, preso aún entre mis ropas, pero duramente erecto desde hace rato, me genera un dolor intenso a cada pulsación y unas inmensas ganas de liberarlo. Pero, a ese dolor dulce que ansiaba la orden para cumplir con ganas las expectativas de mi dueña, le sigue otro dolor indescriptible. Por inesperado, por desesperante, por incomprensible... "Quiero que me cojan bien. Que me cojan toda. Y quiero que vos seas testigo..." Dijo ella y se levanto repentinamente hacia la puerta, abriéndola y dejando pasar a un hombre joven. Caido aún en el piso, sin atreverme a protestar o a levantarme, noté que al joven desconocido facilmente le faltaban dos decadas para alcanzarme en edad y que además era dueño de un cuidado físico, mantenido con esmero, al que jamás podria aspirar. "Te presento a Él. Lo conozco hace un tiempo. Quería que vieras cómo coge un hombre de verdad. No me podés acusar de engaño... Lo traigo para que veas cómo lo disfruto y cómo Ël me disfruta..." Esa última frase queda inconclusa en verdad. Él se le tira encima, besándola con intensidad y apoyándole sobre el vientre el bulto enorme que desde sus piernas surge. Yo sigo estático. Es demasiada información la que estoy recibiendo. Ella lame la boca de aquel desconocido como si estuviera recubierta de un dulce espeso, mientras una mano se posa en sus rigidos pectorales y la otra soba su entrepierna en un largo movimiento que deja en evidencia el grosor y el tamaño de la pija descomunal del joven. Él la toma del cabello y la empuja hasta hacerla bajar a la altura de su cintura. Le frota el bulto en la cara igual a como, instantes antes, Ella me lo había hecho a mí. Una bofetada y una orden: "¡chupamela bien!!", la sacan del ensueño. Rapidamente desnuda esa pija y, con esmero, empieza a satisfacer con su lengua cada milimetro de su piel. La engulle, como nunca la ví hacerlo. No entiendo cómo puede introducírsela tan adentro de su boca. Él la obliga a retenerla adentro suyo casi hasta la asfixia. Cuando sus bellas manos, de largas uñas pintadas, se clavan en sus piernas, Él la suelta. Ella reacciona retrocediendo la cabeza, aspirando intensamente, soltando una brillante baba que cuelga entre su boca y la pija de Él, y sonriendo imperceptiblemente, luego de mirarme de reojo, apenas recuperado el aliento, vuelve a engullir la poronga del joven, ahora hasta el fondo, y Ella misma es la que se lleva las manos de Él a su cabeza para que la obligue a llegar hasta ahí. Ël no logra evitar una risa de satisfacción y tambien me dedica una mirada que no logro descifrar si contiene desdén o pena hacia mí. Yo bajo la mirada para no incomodarlo... "Desnudate, ponete en cuatro allá, y mostrame cómo tenes la concha y el orto..." Le ordena Él, señalando el sillón donde hace unos minutos Ella se sirvió de mi rostro para satisfacerce. Entiendo ahora que ese momento solo fué un breve prólogo para éste momento y la humillación me ruboriza la cara (¿o es enojo lo que siento?). Como sea, al margen de la sensación que gana mi pecho, la excitación de mi pene sigue intacta y es más, se intensifica al verla responder tan solícita a las órdenes de Él. Lentamente Ella desnuda primero su torso, regalándole una perfecta exhibicion de sus pesados pechos de morados pezones. Desde acá miro absorto la dureza de sus puntas que Ella misma pellizca logrando hacerlas crecer aún un poco más entre sus rojas uñas. Ahora gira y en un movimiento se deshace de los pantalones, dándole la espalda y mostrándole la belleza incomparable de sus muslos y su cola, tensando y destensando los músculos mientras menea su cadera de arriba hacia abajo. Se apoya en el sillón y con una mano desde abajo separa los labios de su vagina, mientras con la otra, desde arriba, abre el espacio entre los cachetes de su cola, dejando a la vista un ano palpitante. Él se acerca y apoya la cabeza de su miembro enla entrada de su concha, lo introduce apenas, lo saca y observa con sorpresa lo húmeda que está. Inmediatamente le mete dos dedos y urga en su interior, Ella delira al sentirlos. Los saca, los huele y los chupa. La mueca de satisfacción en su rostro es notable. Mi lengua relame mis labios que mueren por disfrutar de ese jugo. Él le dice que está riquisima y que nadie puede perderse ese manjar. Le introduce dos, luego tres dedos y los agita hasta embadurnarlos bien. Se los lleva a Ella a la boca y le dice: "¡probate!". Ella lame los dedos con la misma intensidad con la que hace un rato le lamía la boca. "¡Qué pena los que se pierden esto...!", dice con malicia. Y yo sé que hablan de mí. Y esas palabras me hieren y a la vez, por alguna razón, me enorgullecen. La cara de Ella se transforma, sus ojos se abren grandes y me doy cuenta lo que sucede. Él se está introduciendo directamente en su cola. Aumentando paulatinamente el ritmo y la profundidad de la penetración, mientras sus tres dedos se agitan denuevo en su concha. Ya se mueve a gusto en su interior y el juego entre su mano entrándole, alternando por momentos y por momentos al mismo tiempo que su pija, es casi hipnótico. Ella gime con fuerza. Con unos gritos guturales y desaforados, como nunca la oí gritar. La otra mano de Él tambien alterna entre sus pechos, que se agitan a cada embestida, y el pelo de Ella, que lo estira con brutalidad. Pero eso la pone más loca aún. Distingo un hilo de saliva que cae de su boca y que no se preocupa por contener. No logro verle los ojos, pero los imagino en blanco, desorbitados. Ël le ordena: "acabá putita", y sus piernas tiemblan como si fueran a desarmarse y su boca aulla desesperada. No entiendo si quiere salirse de Ël o sentirlo aún mas adentro. Se retuerce, se agita. El rostro morado. ... Ahora Él la empuja, dejándola tirada, temblando y con espasmos, en el sillón. Se cruza de brazos y me mira nuevamente. Sonríe, con la misma mueca, una vez más. Pareciera que algo se le está ocurriendo. Entoces la saca brutalmente a ella del sillón y se acomoda, mostrando su falo estoico plenamente erguido y le ordena a Ella que le saque la leche. Ella se repone inmediatamente y lo complace, lamiéndole desde las bolas hasta el orificio de su cabeza. Él se dispone a darle la leche pero le aclara: "abrí bien la boquita, no quiero que desperdicies nada..." Y sus propias palabras lo llevan a la excitación máxima que pareciera empujarle un poco la espalda a cada eyaculación. Ella, mí ama, mí Ella, absorve cada gota de su semen sin dejar de relamerle la pija. "Todavía no la tragues... ya sabes..." Le susurra eso y algo más Él al oido. Ahora es ella la que se acerca a mí. Me acaricia la cara, y me dice: "¿Viste cómo se hace?¿Viste cómo me puso y qué bien me coge?" Y entonces me besa. Reteniendo aún la leche del hombre que la acaba de satisfacer como nunca, me besa. Y de regalo me ordena: "Acabá ahora, si podes". y Con los labios de Ella, sobre los míos y su lengua convidándome la leche de Él, acabo, vestido y sin tocarme... Ella necesitó humillarme para poder sentir, a la vez, el disfrute de permitirse la entrega plena, el ser esclavo, siervo de alguien. Y a la vez probó también mi entrega total a ella. Le estoy eternamente agradecido. Amo ser el artífice de su placer.<br />
............ Gracias por leer.Si llegaste al final, me gustaría tener tu comentario. Le dediqué varias horas al relato y te pido solamente una sincera opinión sobre lo que te pareció. Acepto todo tipo de críticas, correcciones, propuestas... ¿Te identificaste con alguno de los personajes o situaciones? ¿Cual momento del relato te gustaría vivir? ¿Fantaseas cosas parecidas o las llevaste a cabo? Ayudame a apoyar ésta comunidad que viene bastante venida a menos en los últimos años. En mi perfil podes encontrar varios relatos publicados, por ahora, unicamente aca en Poringa. De ésta y otras temáticas. Te deseo que tengas buenos deseos y que encuentres la forma de satisfacerlos (o no...).
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@martinfcd
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