El temor inicial y toda esa adrenalina de escurrirme a escondidas entre las piernas de mis tíos y vecinos borrachos se convertía en una especie de pasión intensa que me atravesaba todo el cuerpo, me ardían las tetillas y me dolía el "pito" como a punto de estallar; cuando por fin y por primera vez me hacía de "un trofeo de carne",
me calentaba de una forma infernal llenarme la boca con cada una de esas cabezas de pija, la primera lamida; ése sabor a hombre tan rico y delicioso, suspiraba de placer cuando lograba hacerme de ése bocado delicioso que me provocaba sentirme bien putita;
retorciendome de puro gozo mientras lamía la hombria de esos varónes semi inconcientes, borrachos y delirantes que se "dejaban llevar". Los mamaba a la vez que los pajeaba, me enfocaba en darles un placer exquisito y delicado, me poseía una intensidad demoníaca cuya única intención era deleitarse con esas pijas rústicas, vergas curtidas de distintas formas y tamaños.
No existía placer más intenso que enroscar la lengua entre los pliegues del prepúcio y descubrir la cabeza de la pija empujando suavemente con los labios mientras la boca se llenaba de saliva caliente y líquida que lubricaba ése beso profundo y lujurioso.
Me sentía lleno de deseo, trataba de mirarlos fijo a los ojos que se ponían en blanco cuando mi lengua hambrienta entre áspera y sedosa les envolvía el glande hinchado y jugoso en con una pirueta que terminaba con toda la cabeza sumergida en mi boquita golosa y putona que se deleitaba envenenado sus entrepiernas , convirtiendo a esos varónes adultos en las víctimas complacientes de un vampiro de leche caliente.
El asombro y el rechazo inicial se convertían en una especie de vicio secreto. Me deliciaba de ordeñar a mis mayores, les chupeteaba la entrepierna con una pasión intensa y lujuriosa. Les tragaba la leche chorreando por todo el tronco y los huevos peludos; los pajeaba; me adueñaba de esos tipos cojudos y comunes.
Abusaba de ellos y de sus sexos adultos y enormes para mí edad.
me calentaba de una forma infernal llenarme la boca con cada una de esas cabezas de pija, la primera lamida; ése sabor a hombre tan rico y delicioso, suspiraba de placer cuando lograba hacerme de ése bocado delicioso que me provocaba sentirme bien putita;
retorciendome de puro gozo mientras lamía la hombria de esos varónes semi inconcientes, borrachos y delirantes que se "dejaban llevar". Los mamaba a la vez que los pajeaba, me enfocaba en darles un placer exquisito y delicado, me poseía una intensidad demoníaca cuya única intención era deleitarse con esas pijas rústicas, vergas curtidas de distintas formas y tamaños.
No existía placer más intenso que enroscar la lengua entre los pliegues del prepúcio y descubrir la cabeza de la pija empujando suavemente con los labios mientras la boca se llenaba de saliva caliente y líquida que lubricaba ése beso profundo y lujurioso.
Me sentía lleno de deseo, trataba de mirarlos fijo a los ojos que se ponían en blanco cuando mi lengua hambrienta entre áspera y sedosa les envolvía el glande hinchado y jugoso en con una pirueta que terminaba con toda la cabeza sumergida en mi boquita golosa y putona que se deleitaba envenenado sus entrepiernas , convirtiendo a esos varónes adultos en las víctimas complacientes de un vampiro de leche caliente.
El asombro y el rechazo inicial se convertían en una especie de vicio secreto. Me deliciaba de ordeñar a mis mayores, les chupeteaba la entrepierna con una pasión intensa y lujuriosa. Les tragaba la leche chorreando por todo el tronco y los huevos peludos; los pajeaba; me adueñaba de esos tipos cojudos y comunes.
Abusaba de ellos y de sus sexos adultos y enormes para mí edad.
1 comentarios - Vampiro de leche caliente!