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GENERACION 1970 - LARA
VIENE DE 'GENERACION 1970 - MONICA'
Lara, la última de las amigas, ella había sido siempre la típica gordita acomplejada por su cuerpo, por su pancita, por sus grandes pechos caídos y sus piernas y caderas fuera de proporción, de piel blanca, vergonzosa por naturaleza, de esas que se ponen roja por cualquier motivo, había empezado estudios contables pero después de dos años declinaría, asumiendo que esa carrera no era para ella, sin embargo, ahí conocería al único hombre y amor de su vida, con quien formaría pareja años más tarde.
Ella era la única de la manada que había logrado vivir una vida tranquila y más a la antigua, más tradicional.
Se había casado con ese muchacho que había conocido en sus días de facultad, tenían cuatro hijos y llevaban ya veinticuatro años de pareja, todo un récord para los tiempos que corren
Sin dudas ella no tendría demasiado para contar porque en sus años todo había sido aburridamente perfecto.
Ama de casa, madre, ayudaba a su esposo con los trámites contables, él si se había recibido y era el que traía el dinero al hogar, a la antigua, y Lara era quien estaba en todos los detalles de la crianza de los niños.
Llegando a los cincuenta, estaba buscando replantear su vida, sus pequeños polluelos ya tenían alas y empezaban a volar, prescindiendo de su dependencia, y Lara, sin dudas estaba pasando por los días de 'nido vacío' y todo se le estaba haciendo demasiado cuesta arriba.
Los padres de Lara habían nacido en los lejanos años treinta, única hija llegada por casualidad cuando ellos casi habían desistido de intentarlo. Su madre venía de una familia de profundas creencias religiosas, de esas de asistir cada domingo a misa e ir todas las mañanas a rezar un rosario, su círculo de amigas se limitaba a esas otras mujeres que hacían de la Iglesia del barrio su segundo hogar.
Su padre, por el contrario, era un ateo por naturaleza, y con tal de no discutir con su esposa, solo la dejaba ser feliz como quisiera serlo, lo más osado que Lara escuchaba, eran las bromas ácidas de él hacia ella, con frases del tipo 'vas a lustrarle las bolas al cura?'
Su madre, era una mujer cargada con culpas por sus creencias, y parte de esas culpas se fueron pegando en el crecimiento de la gordita Lara. En el pensamiento de su madre, su hija debía ser pura, lejos de las mujeres de mala vida, debía llegar virgen al matrimonio y solo podía tener un hombre en su vida, y un poco esa arcilla del pasado había modelado el presente.
Además, en esos días, sin hacerlo en forma intencional, ella ponía demasiado peso en los hombros de su hija, porque para su entorno de la iglesia, para sus amigas de rezos, ella tenía que mostrar la imagen de familia perfecta, un esposo fiel, una hija de conducta intachable, aplicada, con el mejor promedio de estudios posible, lejos de los chicos de mala vida
Ella había crecido en ese ambiente, tirada de ambos extremos, por un fanatismo ciego de un lado hasta un descreimiento absoluto al otro, entre santos y demonios, por lo cual, a nadie extrañaba que la gordita casi monja de convento no tuviera mucho que contar.
Y Lara lo sabía, jamás podría narrar una historia de sexo anal como Mónica, porque aún era virgen por ese lado, tampoco sobre una verga enorme de un negro, como lo había hecho Gabriela, y ni hablar de Noemí, esa perra jugaba en otra liga, pero, sin embargo, ella tenía apenas una pequeña historia
Palabras de Lara
Éramos tan jóvenes, fue durante nuestro último año de estudio juntas, antes que nos separáramos y cada una siguiera su camino.
Recuerdan al profesor Mauro Cabrera, cierto? como olvidarlo, si en cada charla de chicas entre clase y clase hablábamos de el, su porte de macho, su voz ronca y gruesa, ese perfume tan suyo que usaba y esos ojos verdes que nos enloquecía.
El profe Cabrera hacía en esos días sus primeras armas al frente de un curso, tenía treinta, treinta y cinco como mucho, y fue mi primer amor platónico, dueño de mis noches, de mis secretos.
Pero su materia, Instrucción Ciudadana, era una mierda, no entendía absolutamente nada, no era lo mío y la odiaba, y solo asistía para verlo a él
Yo nunca conté de eso a nadie, pero cuando estábamos en su clase, yo lo miraba embobada, masticando la culata de algún lápiz, y solo sentía mojarme y mojarme y muchas veces tenía pequeños orgasmos solo apretando repetidamente mis entrepiernas, ya saben...
Y yo solo buscaba qué el reparara en mí, aunque sabía que solo era una más entre tantas, solo una alumna, pero no podía evitar perderme en sus ojos y llegaba un momento de la clase en que ya no lo escuchaba, porque solo veía ese príncipe de cuentos y sonará muy tonto, pero moría pon él
Y todo ese mundo perfecto pareció derrumbarse cuando al cerrar el primer trimestre un número cuatro marcaba el boletín en la casilla de su materia, estaba al borde del abismo y a mi madre casi le da un ataque, era imposible, su hija! que les diría a sus amigas de iglesia! una mancha en la familia! y algo que para mí era solo una mala nota para ella era el fin del mundo, incluso tengo presente la risa de mi padre por la tonta situación en la que él prefería no entrometerse para evitar una discusión.
Las cosas parecieron suavizarse un poco cuando le prometí que daría lo mejor de mi para cambiar la historia, y juro que lo intenté, pero un siete en el segundo trimestre me obligaba a tener un diez en el último para llegar con el promedio, y ahí si para mamá se abrieron las puertas del infierno.
Como si fuera una tonta niñita me llevó casi de la oreja delante del profesor Cabrera después de pedirle una cita, me hizo ver y sentir como una tonta, puesto que yo deseaba que él me viera como una mujer, pero ella, solo lograba que me sintiera más y más insignificante, la odié por eso y solo miraba al piso mientras ella le hablaba, puesto que me hubiera derretido de mirarlo a los ojos
Mi madre, casi en tono prepotente, parecía exigirle por mi futuro, yo no podía llevarme a diciembre esa materia, así que le dijo que le pagaría para que me diera clases extras, en forma particular, casi me muero al escucharla y un 'basta mamá' en tono de súplica me salió de las entrañas, no soportaba tanta humillación, además el profesor le dijo que eso no era lo suyo, pero mi madre no era una mujer de rendirse fácilmente, así que después de cruzar algunas palabras más, logró convencerlo.
Nadie supo de esto, ni ustedes, ni nadie en el colegio, era una especie de secreto, puesto que rozaba lo ético, y una semana después empezaba con mis clases particulares en la casa del profesor Mauro Cabrera
La primera mañana tomé el colectivo público y fui a su casa con demasiadas dudas, es que sabía que si en el colegio, con cuarenta alumnos presentes, yo me perdía por él, no quería imaginar lo que sería estando solo los dos, cara a cara.
Pero para mi sorpresa, esa primera mañana no sería lo que yo había imaginado, él no estaba solo, vivía con su suegra, y sería como una espina clavada en el medio de la relación, así que cuando me la presentó sentí que muchas de las tonterías que había imaginado, daban de bruces contra el suelo.
También estaba por ahí Nacho, su pequeño hijo de dos años, una pelota gorda de rojizos cachetes que revoloteaba por ahí, correteando de un lado a otro, hablando miles de palabras en un incipiente castellano que se hacía tan risueño como inentendible
Nos sentamos a la mesa principal, tratando de abstraernos del entorno, abrimos las carpetas y empezó a explicarme las mismas cosas que explicaba en la clase, las mismas cosas que jamás entendería, y nuevamente, mis oídos se hicieron sordos a sus palabras y solo naufragué en la claridad de sus ojos
Había pasado media hora, no más, cuando la puerta principal de ingreso se abrió, una rubia de cabellos lacios se hacía presente, venía cargada con bolsos del mercado, era su esposa, pero reparé en el detalle que era bastante rellenita, bien gordita, y solo pude trazar paralelos y decir para mis adentros 'guau! soy de su tipo'
Pasaron clases y más clases particulares, fui conociendo detalles de mi profesor, sobre su vida, su familia, sus gustos, y él sobre mí, mi vida, mi familia, mis gustos, y estaba cada vez más claro que jamás entendería nada de lo que me explicaba, y que cada vez moría más por sus ojos claros.
Una vez me dijo que estaría solo en casa, su esposa haría un pequeño viaje con su suegra por unos trámites personales, y si eso no suponía un problema para mí, y demás, aprovecharíamos esa soledad para hacer una práctica de nivel, quería evaluar que tanto había avanzado.
Y esa mañana salí de casa ya con el uniforme escolar, tenía una excusa para meterle, sobre que también tendría que hacer algunos trámites y no me darían los tiempos para volver a casa antes de ir al colegio. En verdad, me gustaba darle esa imagen de 'alumna profesor'.
Recuerdo el momento como si fuera ahora mismo, apenas dejé atrás el ojo vigilante de mamá me subí la pollera tableada al borde del precipicio, ya había notado que me miraba las piernas muy descaradamente y eso me calentaba mucho
Cuando llegué, obviamente quedó impactado por el uniforme y mis piernas desnudas, solo tragó saliva y como desentendiéndose del tema fue por el examen que pensaba tomarme
Solo me senté, y noté que casi mi ropa interior podía estar expuesta a sus ojos, y que toda mi bombacha estaba humedecida, incluso todo el frente, pasando por encima de mi clítoris.
Me dio la hoja, estaba perdida, no entendía nada, entonces la dejé de lado, y fui directa, le dije que me gustaba, que hacía tiempo tenía un amor de telenovela con él
Mauro tomó distancia, me preguntó si ya había tenido relaciones, cuanto sabía sobre los hombres y en un par de preguntas más supo lo virgen que era, porque, aunque tratara de ponerme a su altura y hacerme la superada, era notable cuan poco sabía del mundo masculino.
Entonces vino donde estaba sentada y se recostó sus nalgas al filo de la mesa, mis ojos quedaron a la altura de su sexo, el cual se marcaba bajo el jogging gris que lucía, solo lo tomó de los elásticos de la cintura y lo bajó de repente. Fue la primera vez que tenía un miembro masculino, en vivo y en directo, bueno, la segunda sería la de mi esposo.
Pero volviendo al tema, yo no sabía que hacer, Mauro tomó una de mis manos y lo puso sobre él, y solo empezó a crecer, más y más, y la cabeza que miraba al suelo de repente apuntaba al cielo, se me hacía frágil, me daba miedo a que se rompiera, ja ja, que tonta...
El, con su mano sobre la mía hacía que lo masturbara lentamente, me gustaba, me parecía loco, miraba su glande desnudo tratando de memorizar cada línea, y me concentraba en lo que hacía, y de repente zas! empezó a acabar muy fuerte, y yo empecé a reírme puesto que no era como lo había imaginado, pero ese primer semen que me supo pegajoso y con un aroma especial, chorreó por mi mano, y había saltado en mi camisa, en mi corbata, y hasta en mi pollera, incluso en mis muslos y en el piso, y me pareció algo demasiado excitante como para dejarlo ahí
El profe quería cogerme, ahí mismo, pero yo era una virgen reprimida y solo ya no pude seguir adelante.
El lo comprendió en ese momento, y me ayudó a enjuagar mis prendas, puesto que luego tendría que ir al colegio y ese turno tarde para mí fue único, en mis prendas ya no quedaban sus rastros, pero su aroma había quedado grabado en mis fosas nasales y en mi mente seguían fijos esos recuerdos recién vividos.
Por la noche, en la intimidad de mi cuarto, me masturbé muy fuerte y esa noche tuve tres orgasmos antes de conciliar el sueño.
Al día siguiente, sabiendo que él estaría solo, volví a llamarlo, le dije de visitarlo y mi madre, al escuchar la conversación se llenó de regocijo al ver cuan aplicada estaba su hija y notar cuanto se estaba esforzando
Mauro puso algunos reparos, pero fui todo lo convincente que una mujer puede ser, al punto fácil donde un hombre no puede decir que no
Ese segundo día fuimos directo al sexo, tuve que detener al profe porque obviamente quería cogerme, pero yo no estaba preparada, los conceptos religiosos de mi mamá me marcaban a fuego y para mí, con repetir lo sucedido el día anterior sería suficiente
Así nos encontró esa mañana repitiendo la misma situación del día anterior, el recostado sobre el filo de la mesa y yo acariciando su hermosa verga, todo parecía ser calcado.
Pero Mauro, tomaría mi cabeza por detrás y con un leve esfuerzo acortaría distancias, y me llevaría contra su pija y entendí que mi boca era su destino.
Empecé a chupársela, honestamente era mi primera vez y no sabía cómo hacerlo, dejé que me guiara, lentamente, suavemente, más y más y cuando menos lo pensaba se contrajo y eyaculó en mi boca, no sabía que hacer, pero de pronto mis cachetes inflamaron con sus jugos, y no me gustó, no lo iba a tragar así que lo devolví sobre su misma pija y jugué un rato más, hasta que su leche mezclada con mi saliva embebió todo el entorno en algo que me supo muy caliente.
Por la noche volvería a masturbarme y en mis pensamientos, mi príncipe de ojos cristalinos me hacía el amor, me besaba, me comía los pechos y se perdía entre mis piernas, era todo perfecto, y solo cuando estuve saciada pude conciliar el sueño.
Un nuevo día y esta vez, fui a su casa dispuesta a todo, a terminar y entregarme por completo, aunque no fuera luego a pisar el altar vestida de blanco como soñaba mi madre.
Pero cuando estuve frente a frente, solo no pude.
Mauro era muy comprensivo, me dijo que estaba bien, pero me sugirió algo que había pensado para nosotros, me pareció rico intentarlo
Por tercera vez, el juego de chuparle la pija, como el día anterior, hasta hacerlo venir en mi boca y dejar que sus jugos chorrearan por su propio sexo, y solo ahí empezaría lo nuevo, yo seguí chupando y chupando, Mauro mantuvo la erección luego de su orgasmo y fui por el segundo.
Fue muy erótico porque no era una chupada normal, ahora todo el entorno estaba embebido en semen y yo jugaba con esa situación, mis labios, mi lengua, su tronco, mis manos, su glande, sus bolas, el atrapante aroma que llenaba mi nariz, lo puta que el me veía y mientras yo seguía degustando su sabor a hombre hacía mi mejor trabajo para un segundo disparo.
Mauro se vino por segunda vez en mi boca y sentí que en tres días había avanzado de novata a experta, y de hecho cuando terminamos me dijo que al final, lo había convencido y tendría el diez que necesitaba en mi libreta, así que mi madre, podría quedarse tranquila.
No sé cómo hubiera seguido esa historia, pero fue el mismo profesor que le dio un corte definitivo, solo nos sentamos a hablar y me dejó ver muchas cosas, él tenía esposa, un hijo, una familia, y yo tenía un futuro brillante por delante, y a pesar de que ya era toda una mujer, para los ojos de la ley aun no cumplía los dieciocho, no podíamos permitir que esa situación se fuera de control, no podíamos siquiera imaginarnos que pudiéramos enamorarnos, y era mejor cortar las cosas en ese momento, cuando aún era posible
Lloré mucho esa noche en la soledad de mi cuarto, no necesité masturbarme para dormirme, en cambio, necesité gastar todas las lágrimas que tenía disponibles.
Y el resto de la historia ya la conocen, terminé los estudios secundarios aprobando todas las materias, empecé la facultad, conocí a un chico, me enamoré y me casé de blanco, llegué virgen al matrimonio, todo como quería mamá, ó al menos, casi todo.
Lara se había sentado cómodamente, se había quitado el peso de encima, un secreto que había guardado por años y que, en estas vueltas de la vida, con tiempos tan cambiados, se había animado a exponer.
Y ya no sentía esa tonta carga con a que su madre la había martirizado por años, hacía un tiempo que había fallecido y Lara sabía que siempre lo había hecho con sus mejores intenciones, pero las heridas psicológicas que le había dejado aun mostraban cicatrices.
Noemí, Oyuky, Mónica, Gabriela y Sandra parecían no salir de su asombro, miraban con la boca abierta, incrédulas, como la gorda virgen había tenido ese encuentro con el famoso profesor Cabrera? y jamás nadie lo había imaginado?
Noemí en especial hasta se sintió dolida, pero si ella era la que se acostaba con todos los deseados, y Lara había puesto las cosas de cabeza.
El fogón comenzaba a apagarse nuevamente, la dueña de casa miró a Oyuky a un lado y a Sandra la otro, una de las dos tenía el número cinco y la otra el seis, se hacía tarde.
La mujer de ojos rasgados levantó la mano, sería la siguiente, Noemí le indicó que tirara mas leños al fuego, pero Oyuky era demasiado fina para arruinarse sus perfectas manos, por lo que Lara, ahora empoderada y tomando el centro de la escena, se encargó de hacerlo.
Noemí sirvió lo ultimo que quedaba en el envase de vidrio y aunque ya estaban satisfechas de alcohol, ella, haciendo caso omiso fue hasta el refrigerador por otra botella, no le hacía falta reparar en gastos, la destapó y fue por otra ronda para luego acomodarse en su sitio, llegaba el turno de la mujer por la cual se habían separado muchos años atrás, y la mujer culpable del reencuentro, Oyuky era una mujer cansada de recorrer el mundo, y seguro, le sobraban historias
CONTINUARA EN 'GENERACION 1970 - OYUKY'
Si te gustó esta historia puedes escribirme con título 'GENERACION 1970 - LA REUNION' a dulces.placeres@live.com
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GENERACION 1970 - LARA
VIENE DE 'GENERACION 1970 - MONICA'
Lara, la última de las amigas, ella había sido siempre la típica gordita acomplejada por su cuerpo, por su pancita, por sus grandes pechos caídos y sus piernas y caderas fuera de proporción, de piel blanca, vergonzosa por naturaleza, de esas que se ponen roja por cualquier motivo, había empezado estudios contables pero después de dos años declinaría, asumiendo que esa carrera no era para ella, sin embargo, ahí conocería al único hombre y amor de su vida, con quien formaría pareja años más tarde.
Ella era la única de la manada que había logrado vivir una vida tranquila y más a la antigua, más tradicional.
Se había casado con ese muchacho que había conocido en sus días de facultad, tenían cuatro hijos y llevaban ya veinticuatro años de pareja, todo un récord para los tiempos que corren
Sin dudas ella no tendría demasiado para contar porque en sus años todo había sido aburridamente perfecto.
Ama de casa, madre, ayudaba a su esposo con los trámites contables, él si se había recibido y era el que traía el dinero al hogar, a la antigua, y Lara era quien estaba en todos los detalles de la crianza de los niños.
Llegando a los cincuenta, estaba buscando replantear su vida, sus pequeños polluelos ya tenían alas y empezaban a volar, prescindiendo de su dependencia, y Lara, sin dudas estaba pasando por los días de 'nido vacío' y todo se le estaba haciendo demasiado cuesta arriba.
Los padres de Lara habían nacido en los lejanos años treinta, única hija llegada por casualidad cuando ellos casi habían desistido de intentarlo. Su madre venía de una familia de profundas creencias religiosas, de esas de asistir cada domingo a misa e ir todas las mañanas a rezar un rosario, su círculo de amigas se limitaba a esas otras mujeres que hacían de la Iglesia del barrio su segundo hogar.
Su padre, por el contrario, era un ateo por naturaleza, y con tal de no discutir con su esposa, solo la dejaba ser feliz como quisiera serlo, lo más osado que Lara escuchaba, eran las bromas ácidas de él hacia ella, con frases del tipo 'vas a lustrarle las bolas al cura?'
Su madre, era una mujer cargada con culpas por sus creencias, y parte de esas culpas se fueron pegando en el crecimiento de la gordita Lara. En el pensamiento de su madre, su hija debía ser pura, lejos de las mujeres de mala vida, debía llegar virgen al matrimonio y solo podía tener un hombre en su vida, y un poco esa arcilla del pasado había modelado el presente.
Además, en esos días, sin hacerlo en forma intencional, ella ponía demasiado peso en los hombros de su hija, porque para su entorno de la iglesia, para sus amigas de rezos, ella tenía que mostrar la imagen de familia perfecta, un esposo fiel, una hija de conducta intachable, aplicada, con el mejor promedio de estudios posible, lejos de los chicos de mala vida
Ella había crecido en ese ambiente, tirada de ambos extremos, por un fanatismo ciego de un lado hasta un descreimiento absoluto al otro, entre santos y demonios, por lo cual, a nadie extrañaba que la gordita casi monja de convento no tuviera mucho que contar.
Y Lara lo sabía, jamás podría narrar una historia de sexo anal como Mónica, porque aún era virgen por ese lado, tampoco sobre una verga enorme de un negro, como lo había hecho Gabriela, y ni hablar de Noemí, esa perra jugaba en otra liga, pero, sin embargo, ella tenía apenas una pequeña historia
Palabras de Lara
Éramos tan jóvenes, fue durante nuestro último año de estudio juntas, antes que nos separáramos y cada una siguiera su camino.
Recuerdan al profesor Mauro Cabrera, cierto? como olvidarlo, si en cada charla de chicas entre clase y clase hablábamos de el, su porte de macho, su voz ronca y gruesa, ese perfume tan suyo que usaba y esos ojos verdes que nos enloquecía.
El profe Cabrera hacía en esos días sus primeras armas al frente de un curso, tenía treinta, treinta y cinco como mucho, y fue mi primer amor platónico, dueño de mis noches, de mis secretos.
Pero su materia, Instrucción Ciudadana, era una mierda, no entendía absolutamente nada, no era lo mío y la odiaba, y solo asistía para verlo a él
Yo nunca conté de eso a nadie, pero cuando estábamos en su clase, yo lo miraba embobada, masticando la culata de algún lápiz, y solo sentía mojarme y mojarme y muchas veces tenía pequeños orgasmos solo apretando repetidamente mis entrepiernas, ya saben...
Y yo solo buscaba qué el reparara en mí, aunque sabía que solo era una más entre tantas, solo una alumna, pero no podía evitar perderme en sus ojos y llegaba un momento de la clase en que ya no lo escuchaba, porque solo veía ese príncipe de cuentos y sonará muy tonto, pero moría pon él
Y todo ese mundo perfecto pareció derrumbarse cuando al cerrar el primer trimestre un número cuatro marcaba el boletín en la casilla de su materia, estaba al borde del abismo y a mi madre casi le da un ataque, era imposible, su hija! que les diría a sus amigas de iglesia! una mancha en la familia! y algo que para mí era solo una mala nota para ella era el fin del mundo, incluso tengo presente la risa de mi padre por la tonta situación en la que él prefería no entrometerse para evitar una discusión.
Las cosas parecieron suavizarse un poco cuando le prometí que daría lo mejor de mi para cambiar la historia, y juro que lo intenté, pero un siete en el segundo trimestre me obligaba a tener un diez en el último para llegar con el promedio, y ahí si para mamá se abrieron las puertas del infierno.
Como si fuera una tonta niñita me llevó casi de la oreja delante del profesor Cabrera después de pedirle una cita, me hizo ver y sentir como una tonta, puesto que yo deseaba que él me viera como una mujer, pero ella, solo lograba que me sintiera más y más insignificante, la odié por eso y solo miraba al piso mientras ella le hablaba, puesto que me hubiera derretido de mirarlo a los ojos
Mi madre, casi en tono prepotente, parecía exigirle por mi futuro, yo no podía llevarme a diciembre esa materia, así que le dijo que le pagaría para que me diera clases extras, en forma particular, casi me muero al escucharla y un 'basta mamá' en tono de súplica me salió de las entrañas, no soportaba tanta humillación, además el profesor le dijo que eso no era lo suyo, pero mi madre no era una mujer de rendirse fácilmente, así que después de cruzar algunas palabras más, logró convencerlo.
Nadie supo de esto, ni ustedes, ni nadie en el colegio, era una especie de secreto, puesto que rozaba lo ético, y una semana después empezaba con mis clases particulares en la casa del profesor Mauro Cabrera
La primera mañana tomé el colectivo público y fui a su casa con demasiadas dudas, es que sabía que si en el colegio, con cuarenta alumnos presentes, yo me perdía por él, no quería imaginar lo que sería estando solo los dos, cara a cara.
Pero para mi sorpresa, esa primera mañana no sería lo que yo había imaginado, él no estaba solo, vivía con su suegra, y sería como una espina clavada en el medio de la relación, así que cuando me la presentó sentí que muchas de las tonterías que había imaginado, daban de bruces contra el suelo.
También estaba por ahí Nacho, su pequeño hijo de dos años, una pelota gorda de rojizos cachetes que revoloteaba por ahí, correteando de un lado a otro, hablando miles de palabras en un incipiente castellano que se hacía tan risueño como inentendible
Nos sentamos a la mesa principal, tratando de abstraernos del entorno, abrimos las carpetas y empezó a explicarme las mismas cosas que explicaba en la clase, las mismas cosas que jamás entendería, y nuevamente, mis oídos se hicieron sordos a sus palabras y solo naufragué en la claridad de sus ojos
Había pasado media hora, no más, cuando la puerta principal de ingreso se abrió, una rubia de cabellos lacios se hacía presente, venía cargada con bolsos del mercado, era su esposa, pero reparé en el detalle que era bastante rellenita, bien gordita, y solo pude trazar paralelos y decir para mis adentros 'guau! soy de su tipo'
Pasaron clases y más clases particulares, fui conociendo detalles de mi profesor, sobre su vida, su familia, sus gustos, y él sobre mí, mi vida, mi familia, mis gustos, y estaba cada vez más claro que jamás entendería nada de lo que me explicaba, y que cada vez moría más por sus ojos claros.
Una vez me dijo que estaría solo en casa, su esposa haría un pequeño viaje con su suegra por unos trámites personales, y si eso no suponía un problema para mí, y demás, aprovecharíamos esa soledad para hacer una práctica de nivel, quería evaluar que tanto había avanzado.
Y esa mañana salí de casa ya con el uniforme escolar, tenía una excusa para meterle, sobre que también tendría que hacer algunos trámites y no me darían los tiempos para volver a casa antes de ir al colegio. En verdad, me gustaba darle esa imagen de 'alumna profesor'.
Recuerdo el momento como si fuera ahora mismo, apenas dejé atrás el ojo vigilante de mamá me subí la pollera tableada al borde del precipicio, ya había notado que me miraba las piernas muy descaradamente y eso me calentaba mucho
Cuando llegué, obviamente quedó impactado por el uniforme y mis piernas desnudas, solo tragó saliva y como desentendiéndose del tema fue por el examen que pensaba tomarme
Solo me senté, y noté que casi mi ropa interior podía estar expuesta a sus ojos, y que toda mi bombacha estaba humedecida, incluso todo el frente, pasando por encima de mi clítoris.
Me dio la hoja, estaba perdida, no entendía nada, entonces la dejé de lado, y fui directa, le dije que me gustaba, que hacía tiempo tenía un amor de telenovela con él
Mauro tomó distancia, me preguntó si ya había tenido relaciones, cuanto sabía sobre los hombres y en un par de preguntas más supo lo virgen que era, porque, aunque tratara de ponerme a su altura y hacerme la superada, era notable cuan poco sabía del mundo masculino.
Entonces vino donde estaba sentada y se recostó sus nalgas al filo de la mesa, mis ojos quedaron a la altura de su sexo, el cual se marcaba bajo el jogging gris que lucía, solo lo tomó de los elásticos de la cintura y lo bajó de repente. Fue la primera vez que tenía un miembro masculino, en vivo y en directo, bueno, la segunda sería la de mi esposo.
Pero volviendo al tema, yo no sabía que hacer, Mauro tomó una de mis manos y lo puso sobre él, y solo empezó a crecer, más y más, y la cabeza que miraba al suelo de repente apuntaba al cielo, se me hacía frágil, me daba miedo a que se rompiera, ja ja, que tonta...
El, con su mano sobre la mía hacía que lo masturbara lentamente, me gustaba, me parecía loco, miraba su glande desnudo tratando de memorizar cada línea, y me concentraba en lo que hacía, y de repente zas! empezó a acabar muy fuerte, y yo empecé a reírme puesto que no era como lo había imaginado, pero ese primer semen que me supo pegajoso y con un aroma especial, chorreó por mi mano, y había saltado en mi camisa, en mi corbata, y hasta en mi pollera, incluso en mis muslos y en el piso, y me pareció algo demasiado excitante como para dejarlo ahí
El profe quería cogerme, ahí mismo, pero yo era una virgen reprimida y solo ya no pude seguir adelante.
El lo comprendió en ese momento, y me ayudó a enjuagar mis prendas, puesto que luego tendría que ir al colegio y ese turno tarde para mí fue único, en mis prendas ya no quedaban sus rastros, pero su aroma había quedado grabado en mis fosas nasales y en mi mente seguían fijos esos recuerdos recién vividos.
Por la noche, en la intimidad de mi cuarto, me masturbé muy fuerte y esa noche tuve tres orgasmos antes de conciliar el sueño.
Al día siguiente, sabiendo que él estaría solo, volví a llamarlo, le dije de visitarlo y mi madre, al escuchar la conversación se llenó de regocijo al ver cuan aplicada estaba su hija y notar cuanto se estaba esforzando
Mauro puso algunos reparos, pero fui todo lo convincente que una mujer puede ser, al punto fácil donde un hombre no puede decir que no
Ese segundo día fuimos directo al sexo, tuve que detener al profe porque obviamente quería cogerme, pero yo no estaba preparada, los conceptos religiosos de mi mamá me marcaban a fuego y para mí, con repetir lo sucedido el día anterior sería suficiente
Así nos encontró esa mañana repitiendo la misma situación del día anterior, el recostado sobre el filo de la mesa y yo acariciando su hermosa verga, todo parecía ser calcado.
Pero Mauro, tomaría mi cabeza por detrás y con un leve esfuerzo acortaría distancias, y me llevaría contra su pija y entendí que mi boca era su destino.
Empecé a chupársela, honestamente era mi primera vez y no sabía cómo hacerlo, dejé que me guiara, lentamente, suavemente, más y más y cuando menos lo pensaba se contrajo y eyaculó en mi boca, no sabía que hacer, pero de pronto mis cachetes inflamaron con sus jugos, y no me gustó, no lo iba a tragar así que lo devolví sobre su misma pija y jugué un rato más, hasta que su leche mezclada con mi saliva embebió todo el entorno en algo que me supo muy caliente.
Por la noche volvería a masturbarme y en mis pensamientos, mi príncipe de ojos cristalinos me hacía el amor, me besaba, me comía los pechos y se perdía entre mis piernas, era todo perfecto, y solo cuando estuve saciada pude conciliar el sueño.
Un nuevo día y esta vez, fui a su casa dispuesta a todo, a terminar y entregarme por completo, aunque no fuera luego a pisar el altar vestida de blanco como soñaba mi madre.
Pero cuando estuve frente a frente, solo no pude.
Mauro era muy comprensivo, me dijo que estaba bien, pero me sugirió algo que había pensado para nosotros, me pareció rico intentarlo
Por tercera vez, el juego de chuparle la pija, como el día anterior, hasta hacerlo venir en mi boca y dejar que sus jugos chorrearan por su propio sexo, y solo ahí empezaría lo nuevo, yo seguí chupando y chupando, Mauro mantuvo la erección luego de su orgasmo y fui por el segundo.
Fue muy erótico porque no era una chupada normal, ahora todo el entorno estaba embebido en semen y yo jugaba con esa situación, mis labios, mi lengua, su tronco, mis manos, su glande, sus bolas, el atrapante aroma que llenaba mi nariz, lo puta que el me veía y mientras yo seguía degustando su sabor a hombre hacía mi mejor trabajo para un segundo disparo.
Mauro se vino por segunda vez en mi boca y sentí que en tres días había avanzado de novata a experta, y de hecho cuando terminamos me dijo que al final, lo había convencido y tendría el diez que necesitaba en mi libreta, así que mi madre, podría quedarse tranquila.
No sé cómo hubiera seguido esa historia, pero fue el mismo profesor que le dio un corte definitivo, solo nos sentamos a hablar y me dejó ver muchas cosas, él tenía esposa, un hijo, una familia, y yo tenía un futuro brillante por delante, y a pesar de que ya era toda una mujer, para los ojos de la ley aun no cumplía los dieciocho, no podíamos permitir que esa situación se fuera de control, no podíamos siquiera imaginarnos que pudiéramos enamorarnos, y era mejor cortar las cosas en ese momento, cuando aún era posible
Lloré mucho esa noche en la soledad de mi cuarto, no necesité masturbarme para dormirme, en cambio, necesité gastar todas las lágrimas que tenía disponibles.
Y el resto de la historia ya la conocen, terminé los estudios secundarios aprobando todas las materias, empecé la facultad, conocí a un chico, me enamoré y me casé de blanco, llegué virgen al matrimonio, todo como quería mamá, ó al menos, casi todo.
Lara se había sentado cómodamente, se había quitado el peso de encima, un secreto que había guardado por años y que, en estas vueltas de la vida, con tiempos tan cambiados, se había animado a exponer.
Y ya no sentía esa tonta carga con a que su madre la había martirizado por años, hacía un tiempo que había fallecido y Lara sabía que siempre lo había hecho con sus mejores intenciones, pero las heridas psicológicas que le había dejado aun mostraban cicatrices.
Noemí, Oyuky, Mónica, Gabriela y Sandra parecían no salir de su asombro, miraban con la boca abierta, incrédulas, como la gorda virgen había tenido ese encuentro con el famoso profesor Cabrera? y jamás nadie lo había imaginado?
Noemí en especial hasta se sintió dolida, pero si ella era la que se acostaba con todos los deseados, y Lara había puesto las cosas de cabeza.
El fogón comenzaba a apagarse nuevamente, la dueña de casa miró a Oyuky a un lado y a Sandra la otro, una de las dos tenía el número cinco y la otra el seis, se hacía tarde.
La mujer de ojos rasgados levantó la mano, sería la siguiente, Noemí le indicó que tirara mas leños al fuego, pero Oyuky era demasiado fina para arruinarse sus perfectas manos, por lo que Lara, ahora empoderada y tomando el centro de la escena, se encargó de hacerlo.
Noemí sirvió lo ultimo que quedaba en el envase de vidrio y aunque ya estaban satisfechas de alcohol, ella, haciendo caso omiso fue hasta el refrigerador por otra botella, no le hacía falta reparar en gastos, la destapó y fue por otra ronda para luego acomodarse en su sitio, llegaba el turno de la mujer por la cual se habían separado muchos años atrás, y la mujer culpable del reencuentro, Oyuky era una mujer cansada de recorrer el mundo, y seguro, le sobraban historias
CONTINUARA EN 'GENERACION 1970 - OYUKY'
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